Libro de línea de sangre: Telyavos

La edad oscura, la larga noche.
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Alexander Weiss
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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#11

Mensaje por Alexander Weiss » 26 Feb 2020, 19:02

En principio sí. También hay que tener en cuenta los siguientes elementos:

-Los Telyavos son creados en el siglo XI por un grupo de diversos renegados Tremere que buscan recuperar la humanidad y se reúnen en las tierras bálticas para alejarse del resto de los vampiros de la Casa.
-No consiguen su propósito, pero crean un culto entre los adoradores de Telyavel, llegando a un pacto con el dios que les proporciona poderes propios (Taumaturgia Sielánica).
-Se unen a otros vampiros paganos de diversos clanes para formar una alianza frente a la expansión del cristianismo.
-Los Ventrue de la Cruz Negra acompañan a los caballeros germánicos en la conquista del Báltico. Son rechazados por los vampiros paganos. El Matusalén Alexandre es derrotado y diabolizado por Qarakh, del clan Gangrel, gracias al poder que le prestan los Telyavos.
-Los Tremere, que buscan congraciarse con los Ventrue, descubren la presencia de los Telyavos entre los paganos y lo que han hecho en su aislamiento.
-Ruptura entre Tremere y Telyavos. Los Usurpadores deciden sacrificar a los Telyavos para congraciarse con los Ventrue. Profanan el santuario de Telyavel y matan a varios Telyavos.
-Derrotados, los Telyavos siguen aferrándose al paganismo.
-En el siglo XIV el reino de Lituania se convierte oficialmente al cristianismo.
-En el siglo XVI los Tremere declaran que la línea de sangre de los Telyavos ha sido exterminada.
-En la cuarta edición se menciona que los Telyavos sobrevivieron uniéndose al Sabbat como parte de los antitribu Tremere.
-Cuando se produce la purga de los antitribu Tremere a finales del siglo XX en principio es absoluta, pero posteriormente se matiza afirmando que sólo afectó a los descendientes de Goratrix. Los Telyavos y los Tremere renegados de otros linajes habrían sobrevivido.

Es posible que los Telyavos se unieran al Sabbat por necesidad, pero la secta terminara influyéndoles hasta hacerles perder de vista por completo sus principios humanistas.

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#12

Mensaje por Pagliacci » 26 Feb 2020, 23:31

Alexander Weiss escribió: 26 Feb 2020, 19:02 -En la cuarta edición se menciona que los Telyavos sobrevivieron uniéndose al Sabbat como parte de los antitribu Tremere.
-Cuando se produce la purga de los antitribu Tremere a finales del siglo XX en principio es absoluta, pero posteriormente se matiza afirmando que sólo afectó a los descendientes de Goratrix. Los Telyavos y los Tremere renegados de otros linajes habrían sobrevivido.

Es posible que los Telyavos se unieran al Sabbat por necesidad, pero la secta terminara influyéndoles hasta hacerles perder de vista por completo sus principios humanistas.
Esta es la parte que me chirria, más que nada, porque tengo la impresión de que el Sabbat se convirtió en el United colors of Benetton y el cajón de sastre para cualquier línea de sangre, forzando la explicación para que encajen. Evidentemente, tras 5 siglos tratando a los humanos como ganado, tu pretensión de Humanidad se tiene que acabar desmoronando. Además de que en La Mascarada, los cuatro Telyavos que quedan deben ser verdaderamente antiguos. Quizás podrías relacionarlos con el desarrollo de la Senda de la Armonía en el Sabbat.

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#13

Mensaje por Alexander Weiss » 26 Feb 2020, 23:54

Esta es la parte que me chirria, más que nada, porque tengo la impresión de que el Sabbat se convirtió en el United colors of Benetton y el cajón de sastre para cualquier línea de sangre, forzando la explicación para que encajen. Evidentemente, tras 5 siglos tratando a los humanos como ganado, tu pretensión de Humanidad se tiene que acabar desmoronando. Además de que en La Mascarada, los cuatro Telyavos que quedan deben ser verdaderamente antiguos. Quizás podrías relacionarlos con el desarrollo de la Senda de la Armonía en el Sabbat.
Me voy a centrar en Edad Oscura, aunque en el Apéndice del libro voy a dar una serie de indicios sobre el futuro.

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#14

Mensaje por Alexander Weiss » 03 Mar 2020, 13:03

He estado buscando información sobre el dios Telyavel o Keleval, pero aparte de algunas vagas referencias a la mitología lituana como dios protector de los muertos y herrero celestial y de la información que aparece en los suplementos de Edad Oscura he encontrado muy poco. Su nombre aparece en una crónica del reino de Galicia-Volhynia de 1252.

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#15

Mensaje por Alexander Weiss » 05 Mar 2020, 12:47

Imagen

LIBRO DE LÍNEA DE SANGRE: TELYAVOS

Por Magus [email protected]

CRÉDITOS
Escrito por: Magus
Diseñado por: Alexander Weiss
Edición: Cnegro4

DEDICATORIA
A Justycar, y lo sabe.

ADVERTENCIA PRELIMINAR DEL AUTOR
El siguiente libro que estás leyendo recopila la mayor parte de la información que aparece sobre los Telyavos en los distintos suplementos de Edad Oscura: Vampiro, asumiendo el contenido oficial y ampliándolo con varias ideas y teorías propias para crear un libro de línea de sangre similar a los libros de clan que han sido publicados hasta el momento.
Realmente ninguno de los consejos que aparecen en el siguiente suplemento es necesario. Entonces, ¿para qué escribirlo? Aparte del impulso de la afición por un juego como Vampiro: la Mascarada también se encuentra el interés personal por ampliar el diseño de la línea de sangre de las Gárgolas y hacerlo más atractivo, interesante y más adaptado a las necesidades de las Crónicas. En cualquier caso, insisto: este libro no es necesario y un Narrador puede desenvolverse perfectamente con la información disponible en diversos suplementos.
Y ahora, disfrutad con la lectura.

Edad Oscura: Vampir, Vampiro: la Mascarada, V: TES, Mundo de Tinieblas y todo el material relacionado y registrado pertenece a White Wolf Publishing Inc. Todos los derechos reservados. Quienes violen estos derechos serán perseguidos y recibirán una buena azotaina.
No se pretende atentar contra la propiedad intelectual o contra las marcas registradas. Se proporciona permiso para imprimir o reproducir este documento sólo para uso personal.
Consulta White Wolf online en http://www.white-wolf.com
© 2011 CCP hf. All rights reserved.


CONTENIDOS

EL DIOS MUERTO
CAPÍTULO UNO: USURPADORES Y PROSCRITOS
CAPÍTULO DOS: EL CÍRCULO ROTO
CAPÍTULO TRES: SUPERVIVIENTES
APÉNDICE UNO: ASPIRANTES A LA DIVINIDAD
APÉNDICE DOS: UNA INVITACIÓN
Última edición por Alexander Weiss el 05 Mar 2020, 16:27, editado 1 vez en total.

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#16

Mensaje por Alexander Weiss » 05 Mar 2020, 12:55

Imagen

EL DIOS MUERTO
Aras dormía. Lo cierto es que en aquella prisión tampoco había mucho más que hacer. Encadenado a la pared, con su movimiento limitado, una estancia húmeda y hedionda, entre la paja podrida y su propia orina y excrementos en un rincón. Los días eran largos y aburridos, y la gélida noche de Lituania dificultaba el descanso, pero arrebujado en sus harapos y unas pieles sucias, se esforzaba por conciliar el sueño, removiéndose cansado, inquieto y dolorido.
A lo lejos ululó un búho, y Aras no dejó de pensar en la libertad que disfrutaba el pájaro nocturno mientras él languidecía encerrado, esperando. Para distraerse entonó con debilidad una oración en homenaje a los dioses de sus padres, unas palabras que eran prohibidas en aquellos tiempos violentos e inciertos…
Recordó los motivos que lo habían llevado allí.
Su pueblo estaba en guerra. Las hordas del dios cristiano habían invadido las tierras del Báltico y en su celo no admitían ningún otro dios. Los pueblos que habitaban aquellas tierras desde tiempo inmemorial se habían convertido en enemigos y los caballeros germánicos que llegaban del oeste los habían matado, torturado y esclavizado en nombre de su dios de amor.
Pero todavía quedaban muchos pueblos libres que no aceptaban a los caballeros germánicos ni a su dios. Al principio nada parecía poder detener a las mareas de cruz y de hierro que se extendían por el Báltico, pero en la necesidad los pueblos se habían unido y presentado batalla, dirigidos por sus jefes y duques. Hacía apenas unos años los caballeros habían sido derrotados en la Batalla del Sol, y el Duque Mindaugas había sido reconocido rey de todos los pueblos lituanos.
Pero los caballeros cristianos continuaban siendo una amenaza. La guerra en el Báltico se intensificaba, y aunque la llegada de los mongoles desde el este había constituido un respiro los germánicos siguieron viniendo, con sus caballeros, comerciantes y misioneros, decididos a conquistar la tierra de los pueblos bálticos.
Aras había participado en la Batalla del Sol cuando apenas era un adolescente y recordaba con gozo cómo el jefe Mindaugas y sus guerreros habían cabalgado contra los germánicos hasta alzarse con la victoria. Aquel día los dioses habían estado de su lado…
Sí, los viejos dioses de la tierra todavía caminaban entre su pueblo, a pesar de la amenaza del dios cristiano. El propio Aras lo sabía mejor que nadie, pues formaba parte de un culto de elegidos que servían directamente a Telyavel, el dios de la muerte y la resurrección, que enviaba a sus emisarios para ayudar a sus seguidores.
Aras y su hermano Gintaras habían sido ofrecidos por su madre Gabija al dios. Recordaba aquella noche fría cuando salieron en secreto de su choza en una aldea apartada y se dirigieron con otros vecinos hacia la arboleda sagrada, portando antorchas para iluminar su camino. Recordaba su miedo y su fascinación cuando fueron recibidos por uno de los servidores del dios, una mujer pálida y hermosa y de cabello castaño, que iluminaba la noche con la luz que emitía de su mano sin llama alguna. Cuatro de sus compañeros se mantenían al fondo, cubiertos con largos mantos de color ceniza. En la arboleda los vecinos reunidos rezaron, pidiendo a Telyavel protección y prosperidad en sus vidas.
Y cuando terminaron las oraciones llegó el momento de las ofrendas. Uno tras otro los presentes se adelantaron, depositando en el centro de la arboleda, una parte de las cosechas o un cabrito, bajo la mirada aprobadora de los servidores del dios.
Pero algunos vecinos no tenían nada que ofrecer, así que se adelantaron, inclinándose con humildad. Gabija también se adelantó, llevando a sus hijos de la mano, e hizo que se inclinaran ante la mujer pálida.
Aras apenas recordaba nada de aquel momento. Se sentía fascinado por aquel rostro hermoso y atemporal, que parecía salido del mundo de los dioses, y que se acercaba cada vez más hacia él. Sintió cómo la mujer le besaba en el cuello, una ligera punzada y un gozo como no había sentido nunca. Y de repente aquel gozo desapareció, sintió cómo sus piernas flaqueaban y se desmayó.
Recordaba aquella noche como un sueño, pero no lo había sido. Durante los años siguientes él y su hermano continuaron asistiendo a las ceremonias de Telyavel, especialmente en los días sagrados del dios, y había participado en su culto. Los emisarios del dios venían de noche, recogían las ofrendas y se marchaban. A veces elegían a alguno de los vecinos, que se adentraba con ellos en la noche y que nunca regresaba.
Y finalmente una noche, el propio Aras había sido elegido para servir a los emisarios de Telyavel. Lo ataron a un árbol y lo ungieron con un ungüento dorado como el ámbar. Después bebieron uno tras otro de él y cuando terminaron, le dieron de beber un cuenco lleno de sangre espesa y oscura. Su corazón se llenó de gozo y lealtad hacia Telyavel, sintiéndose en comunión con el dios, y contemplando las tierras verdes y resplandecientes donde reinaba.
Así Aras se había convertido en uno de los elegidos de Telyavel, siguiendo las órdenes de sus emisarios. Había pasado a formar parte de los guerreros del jefe Mindaugas con su hermano y había servido lealmente durante años, siendo los ojos y oídos del dios donde fuera preciso, y en ocasiones había sido su mano ejecutora. El jefe Mindaugas había aprovechado la información que Aras le había traído sobre sus enemigos y los adoradores de Telyavel habían hecho sentir la ira del dios a quienes habían abandonado a los viejos dioses por el dios cristiano.
Sí, habían sido buenos tiempos. Y apenas hacía un año Gintaras, el hermano de Aras, había sido elegido para el sacerdocio de Telyavel, e iniciado en una ceremonia secreta en una de las arboledas del dios. En principio Aras se había sentido frustrado, porque su hermano pequeño no había servido tan diligentemente como él, pero cuando vio la ilusión y la fe en la mirada de Gintaras, consiguió compartir su alegría y la envidia se había apartado de su corazón. Aras no debía cuestionar las decisiones y elecciones de los dioses.
Y había continuado con su servicio al jefe Mindaugas, obedeciendo sus órdenes y las de los elegidos de Telyavel, siendo recompensado en ocasiones con su dulce sangre, que le inspiraba visiones de un mundo donde compartiría el descanso de los guerreros llegado el momento.
Ese momento, que debería haberse demorado durante años, ahora parecía acercarse de manera inexorable. Tras infiltrarse entre los siervos de los caballeros germánicos, Aras había permanecido entre ellos durante varias semanas, escuchando y aprendiendo lo necesario para regresar con los suyos. Había aprendido su lengua, había observado sus movimientos y conocido sus armas de buen hierro forjado, mientras mantenía la cabeza baja como un simple campesino y asentía mecánicamente cuando era necesario, asistiendo a los oficios de un dios en el que no creía, un dios muerto y colgado de un madero, no como Telyavel, un dios realmente vivo y que en verdad compartía la muerte y resurrección con sus elegidos.
Nunca supo cómo lo habían descubierto, si había sido traicionado por uno de los siervos entre los que habitaba, o si alguno de los caballeros se había mostrado especialmente perspicaz más allá de la indiferencia y distanciamiento con que trataban a sus inferiores. En cualquier caso, una mañana fue despertado violentamente en su camastro, ante la mirada atónita y de terror de sus compañeros, y fue llevado a la presencia de uno de los sargentos de los caballeros germánicos, que le miró con unos ojos fríos que no admitían réplica.
Lo interrogaron y golpearon una y otra vez, y aunque el vigor que la sangre del dios le había concedido lo protegía, no pudo evitar el dolor. Sin embargo resistió a las amenazas, a los golpes y a las torturas que recibió en las mazmorras. Nunca se le había ocurrido que alguien pudiera tener tanto ingenio para causar dolor.
Se había aferrado a los recuerdos en un intento de apartar aquel dolor, pero llegó un momento en que ya no sabía qué eran visiones reales y qué delirios inducidos por el sufrimiento. Recordó que su visión se había vuelto roja por un momento, e imbuido por ira había conseguido romper uno de los grilletes que lo retenían, para sorpresa de sus carceleros, pero aquel momento de ira había pasado, el cansancio lo invadió y fue retenido de nuevo.
Y ahí estaba ahora, prisionero en las mazmorras, pasando la noche lo mejor que podía en aquella estancia arriba, arrebujado en unas pieles harapientas, intentando apartar el dolor que invadía sus miembros. Sabía que cuando saliera el sol volverían a buscarlo y el dolor volvería a comenzar, hasta que revelara todo lo que sabía.
Rezó en silencio a Telyavel, pidiendo su favor, y pensando que quizás podría arrebatarse la vida para no traicionarle, pero se encontraba demasiado cansado, quebrantado y dolorido para semejante esfuerzo.
En medio de sus pensamientos en la noche cerrada, Aras escuchó cómo la pesada puerta de madera reforzada se abría con un fuerte rechinar de sus goznes.

***
Eberhard y Konrad procuraban pasar el rato en aquella noche gélida. Aunque disfrutaban de mejor suerte que el prisionero que custodiaban en la mazmorra, no era agradable estar de guardia con aquel frío, aunque iban bien recubiertos de pieles de lobo y con los tabardos de la Orden Teutónica. Para pasar el tiempo charlaban entre ellos, y hablaban de lo que les había deparado la vida. Eberhard era el hijo menor de un noble que tenía tierras en Hildesheim que había muerto prematuramente, y como la herencia que había recibido era escasa, había decidido probar suerte en la Orden Teutónica. El linaje de Konrad era algo más noble que el de Eberhard, pero en su caso tenía la desventaja de ser un hijo ilegítimo, que sólo había recibido la legitimidad a cambio de prestar juramento a la orden.
Y aunque habían terminado en aquellos páramos gélidos junto a la costa del mar Báltico, en medio de una tierra llena de paganos hostiles, Eberhard y Konrad todavía eran jóvenes y conservaban entusiasmo sobre su porvenir. Aunque había sufrido algunos reveses, las fortalezas de los caballeros teutónicos seguían presentes, y decididos a domesticar aquella tierra indómita habían establecido varias fortalezas y encomiendas, desde donde sometían a los pueblos bálticos, y les daban la fe cristiana y los ponían a trabajar, aprovechando aquellas tierras.
En pocos años Eberhard y Konrad se veían al mando de sus propias encomiendas, dirigiendo levas de campesinos para acumular recursos para la orden…y para ellos mismos. Se sentían orgullosos de su labor, considerando que hacían un favor a aquellos paganos sin ley que se dedicaban a adorar a los demonios de los bosques y las bestias y vivir incivilizadamente sin conocer la palabra del verdadero Dios.
De repente, Eberhard sintió una llamada de la naturaleza y así se lo hizo saber a su compañero, que le respondió con una broma obscena que hizo reír a los dos jóvenes a carcajada limpia. Con paso apresurado se dirigió a las letrinas, que se encontraban a poca distancia de la mazmorra y se dispuso a descargar con alivio la jarra de cerveza rubia que había acompañado una cena suculenta de venado asado. Se relajó en la húmeda y sucia letrina mientras orinaba, levantando una nube de vapor fétido.
Su tranquilidad fue alterada por la sorpresa y el susto cuando de repente una mano pálida lo agarró por el cuello con una fuerza de hierro. No le dio tiempo a gritar, sino que se vio invadido por un sopor afilado mientras la sangre se agitaba en sus venas. Sintió una punzada y las piernas le fallaron. Poco a poco su vista se nubló y fue descendiendo en un abismo rojo como la sangre, hundiéndose en un sueño del que nunca despertaría…

***
Konrad sintió un escalofrío y se arrebujó en su capa de piel de lobo. Por Dios, que llegara el alba de una vez para que le relevaran y poder descansar en su lecho. Era agradable compartir la guardia con Eberhard, pero aquel desgraciado pagano no iba a ir a ninguna parte, no después de las torturas que había sufrido. Había que reconocerle entereza, pues no había soltado ninguna palabra entre los gritos que le habían hecho soltar, pero terminaría delatando a sus compañeros paganos y qué les había contado desde que se había introducido traicioneramente entre los caballeros teutónicos. Y si no, la muerte terminaría aguardándole de todas formas…
Eberhard estaba tardando desde que se había ido a las letrinas. Pensó con malicia que quizás estaba haciendo algo más que orinar y sonrió para sus adentros. La castidad de quienes habían prestado juramento a la Orden Teutónica no siempre era fácil de sobrellevar.
Entonces comenzó la canción. Era una voz limpia, que no parecía de aquel mundo. No comprendía las palabras pero parecía la jerga báltica que hablaban los campesinos. Aferró la empuñadura de su espada de acero y se sintió más tranquilo y se incorporó, alerta.
Se oyeron unos pasos y desde la esquina, bajo la tenue luz de las antorchas parpadeantes apareció una figura envuelta en un hábito negro de monje. La tela oscura estaba gastada y en varios lugares descolorida y rota, pero a Konrad le pareció que debía tratarse de un monje, quizás un invitado de la Orden. ¿Pero qué demonios hacía a aquellas horas intempestivas y dirigiéndose a las mazmorras?
-¡Alto! ¿Quién va? –Konrad habló con voz imperiosa y áspera, preparado para desenfundar la espada.
Y aquel monje se detuvo. Se echó la capucha hacia atrás, dejando ver un rostro angelical y pálido. El rostro ovalado y delgado era blanco como la nieve, y los dos ojos lo miraban como los lagos gélidos de aquellas tierras. El cabello era rubio, con reflejo plateado, pero no lo llevaba cortado con tonsura monástica, sino que estaba suelto en una larga melena que le daba una aire femenino a aquella figura. Sus labios rosados se movían pronunciando aquel cántico incomprensible que Konrad estaba escuchando.
El joven caballero reaccionó con sorpresa, pensando que quizás se encontraba ante una aparición celestial, y de hecho emitía un aura de tranquilidad “No tengas miedo” parecía decir sin palabras.
Pero Konrad se fijó que las manos del ángel estaban manchadas de sangre, y que un hilillo rojo caía por la comisura de sus labios. Luchó contra aquella fascinación que lo mantenía quieto y desenvainando la espada, se puso a la defensiva, recordando su adiestramiento militar, adelantando una pierna y preparándose para cargar.
-¡Alto! –volvió a ordenar, en esta ocasión con un tinte de amenaza en su voz.
Pero aquel extraño monje seguía cantando, sin desviar la mirada de él. Extendió las manos casi en ademán de súplica y de repente Konrad sintió un escalofrío y dolor en el pecho. Sentía su sangre agitarse como el agua hirviendo en un caldero en ebullición. Se llevó las manos al pecho y se derrumbó de rodillas. Abrió la boca en un grito pero no consiguió emitir ningún sonido, pues de su interior brotó un torrente de sangre, que fluyó en una corriente casi etérea hacia aquellas manos que lo esperaban anhelante.
En sus últimos pensamientos de consciencia Konrad entonó una oración silenciosa, pidiendo a Dios que lo librara de aquel demonio con rostro de ángel que había venido para arrebatarle la vida.

***
La puerta de la mazmorra se abrió con un crujido. Aras aceptó aquel sonido con anticipación y cierto alivio. Esperaba que aquel día fuera el último, que el dolor se acabara y que si los dioses lo habían encontrado digno, ocupar un lugar junto a ellos. Se removió en el suelo de la mazmorra ante la protesta de su cuerpo maltrecho y se dio la vuelta para ver a sus carceleros.
Pero no eran los servidores de los caballeros germánicos quienes habían venido a buscarle. En el umbral iluminado por la parpadeante luz anaranjada del largo pasillo que llevaba a la mazmorra se encontraba una figura pálida envuelta en un hábito oscuro, y esa figura era…Gintaras.
Hacía tiempo que no veía a su hermano pequeño, desde que los elegidos de Telyavel se lo habían llevado para educarlo en el conocimiento del dios, y verlo allí, en aquel lugar húmedo y sucio, tan alejado de los amplios bosques del Báltico, era toda una sorpresa, o quizás una bendición.
Mientas se acercaba, Gintaras le miraba en silencio, con sus ojos azules, claros y distantes. Creyó percibir en ellos un sentimiento de pena, y cuando una lágrima de sangre comenzó a derramarse de uno de ellos no pudo impedir que la tristeza también invadiera su interior. Su hermano había venido a buscarle, de alguna manera que no comprendía, pero allí estaba.
-No…llores –pronunció con dificultad, sintiendo una punzada al tragar saliva.
Su hermano se inclinó sobre él y le ayudó a incorporarse hasta que quedó sentado en el suelo de la mazmorra. Sus manos estaban gélidas y estaban manchadas de sangre seca. Lo estrechó entre sus brazos y Aras se dio cuenta de que no sentía ninguna calidez, ni escuchaba los latidos de un corazón joven.
-Hermano mío, ¿qué te han hecho? –Habló Gintaras con una voz que le costaba recordaba, sin preguntar realmente a nadie.
-He…servido con lealtad a Telyavel. No importa.
La mirada de tristeza de su hermano se disipó en un momento, dejando paso a una expresión de furia contenida. Sus brazos le estrecharon con más fuerza.
-Telyavel está muerto –dijo Gintaras con un tono que no admitía réplica.
-¿Muerto…?
-Sí, muerto. He visto su templo profanado. Ya no está entre nosotros.
-Pero…
Gintaras revolvió el pelo de Aras, instándole a callar, y después continuó, como si lo aleccionara.
-Muerto, hermano. Quienes afirman servirlo son usurpadores que se aferran a su culto como si fueran garrapatas. Roban las ofrendas y beben la sangre de los sacrificios.
Aras escuchaba en silencio, con una mirada de incomprensión y algo de miedo. Su hermano hablaba con serio.
-Lo sé porque me convirtieron en uno de ellos. Sabes que me eligieron, pero no fue porque el dios me hubiera elegido, sino porque mi maestra me encontró hermoso. Un capricho.
“Junto a ellos aprendí mucho. Son brujos, hechiceros, que afirman que Telyavel los resucitó de entre los muertos, pero es mentira. Nos han mentido. Acechan entre nuestros pueblos, nos hacen servirles y nos ordenan luchar contra los germánicos porque no quieren que les arrebaten sus tierras.”
A medida que su hermano hablaba, Aras se sentía cada vez más horrorizado, mientras sus creencias, aquello a lo que había dedicado su vida, se tambaleaba, cuestionado.
-…Me rebelé contra ellos, acusándoles de ensuciar el nombre de los dioses. Y me castigaron. Fueron ellos quienes te delataron a los caballeros de la cruz cristiana, para que te mataran y así hacerme daño. Pero no estaba dispuesto y escapé.
-Gintaras…-las palabras de su hermano le dolían. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos, pugnando por salir.
-Y aquí estoy –concluyó-. Quizás haya llegado tarde, pero mi sangre puede salvarte y darte una nueva vida como la mía. ¿Estás dispuesto a aceptarla y recibir una nueva oportunidad o prefieres que tu vida termine?
Aras miró a su hermano. Su rostro blanco mostraba determinación y también una ferocidad que lo asustaba. ¡Qué diferente había sido de aquel niño con el que había compartido su infancia! Y allí se encontraba ahora, en la oscuridad de aquella mazmorra, iluminada por la tenue luz que entraba por el umbral de la puerta.
La verdad es que le costaba comprender, pero en el rostro de su hermano pequeño vio todas las respuestas que necesitaba. Gintaras había venido a salvarlo. Quería que viviera. Así que haciendo acopio de fuerzas habló por encima del dolor.
-Quiero vivir…-sus palabras fueron todo un alivio.
Gintaras asintió y estrechó a su hermano entre sus brazos, hundiendo su rostro en su cuello sucio y amoratado. Aras sintió un escalofrío y una repentina punzada, mientras su sangre se agitaba con un gozo inesperado. Aquella sensación arrastró el dolor y las penas, invadiéndole con un dulce sopor que lo llevaba hacia un sueño eterno. De repente el rostro de su hermano se alzó, con los labios manchados de sangre y entonces los unió a los suyos en un beso.
La sangre de su hermano era dulce y metálica. Le recordaba a la sangre que había probado en las ceremonias de Telyavel. Un torrente afilado como mil cuchillas se extendió como un escalofrío gélido por el cuerpo de Aras, un dolor como nunca había conocido. Sintió que se moría, hundiéndose en las aguas de la muerte, pero la mano pálida de su hermano lo aferraba y lo arrastraba de nuevo hacia la vida. Una nueva vida.

***
A la mañana siguiente los caballeros teutónicos encontraron los cuerpos helados de los novicios Eberard y Konrad congelados delante de la mazmorra. Sus rostros estaban llenos de sorpresa, blancos como la nieve, y en sus venas no quedaba ni una gota de sangre. El prisionero había escapado de la mazmorra sin dejar ni rastro, y muchos creyeron que los demonios paganos habían venido para reclamar su alma durante la noche.
En su miedo había más verdad de la que creían.

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#17

Mensaje por Pagliacci » 05 Mar 2020, 13:01

Alexander Weiss escribió: 05 Mar 2020, 12:47 Imagen

LIBRO DE LÍNEA DE SANGRE: TELYAVOS

Por Magus [email protected]

CRÉDITOS
Escrito por: Manuel Ángel Gayoso Peña
Diseñado por: Alexander Weiss
Edición: Cnegro4

DEDICATORIA
A Justycar, y lo sabe.
Ahora me lo voy a tener que leer. :P
:dance: :dance:

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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#18

Mensaje por Alexander Weiss » 06 Mar 2020, 12:53

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CAPÍTULO UNO: USURPADORES Y PROSCRITOS

Que mis manos nunca se manchen de sangre humana.
Que la sangre de animales, peces o pájaros nunca manche mis manos,
si estoy saciado y sin hambre.
Quienes matan a los animales con placer mañana beberán sangre humana.

-“Oración lituana”, Jonas Jaunis Trinkunas, fundador de la religión Romuva

Como lo contó Azuolas, consejero del rey Mindaugas, Lietuvos Didzioji Kunigaklstysté, Gran Duque de toda Lituania.

Vivimos tiempos inciertos. El viejo orden se muere, los árboles sagrados son arrancados y la cruz se alza amenazadora en el oeste.
Y sin embargo, todavía queda esperanza. Los viejos árboles han muerto, pero todavía quedan sus semillas, y de las cenizas del viejo orden crecen nuevos retoños sanos y fuertes que mantendrán nuestro legado.
Y como hacen los vivos, nosotros también debemos adaptarnos y crecer fuertes. En el pasado nos llamaban “Teliavelici”, los seguidores de Telyavel, pero ahora somos algo más, somos “Teliaveli”, los hijos del dios, que atesoramos su legado para que no se pierdan. Somos su voz en este mundo, recordamos y compartimos nuestro saber y nuestro deber es proteger a su pueblo como los pastores con su rebaño.
Aunque mi memoria es más larga que la de los vivos, no debo atesorar egoístamente mi conocimiento, y por lo tanto por primera vez pongo por escrito estas palabras para que sobrevivan cuando yo no esté, pues hasta quienes los que portamos la sangre de los dioses podemos morir.

Imagen

LAS TIERRAS DE TELYAVEL
Nuestras tierras se extienden junto al mar helado del oeste que los germanos llaman mar de los bálticos. Se trata de una tierra fría, llena de extensos lagos y bosques, que el invierno recubre de nieve y hielo. Se trata de un país duro, pero también nuestro hogar, en el que nuestro pueblo ha vivido durante generaciones y por el que hemos derramado mucha sangre para defenderlo.
También es una tierra de dioses, que crearon todo lo que alcanza la vista. Antes de la llegada de los primeros habitantes moraban en la naturaleza, libres y sin forma, asociados a los elementos, que luchaban y se entremezclaban entre sí.
Pero finalmente el mundo sin forma comenzó a asentarse y entonces los dioses decidieron crear un mundo donde pudieran habitar otras criaturas. Entre ellos se encontraba Telyavel, aunque otros lo conocen como Teliavelis, o Kaleval o incluso Veles.
Telyavel estaba solo en la oscuridad así que decidió crear la luz. En su forja creó el sol y la luna y los arrojó al cielo, donde contrajeron matrimonio y engendraron hijos e hijas que se convirtieron en la tierra y las estrellas. Con el tiempo algunas estrellas descenderían de los cielos y tomarían nueva forma, dando lugar a las bestias y plantas, y finalmente a los primeros humanos.
Pero el mundo comenzó a llenarse de conflicto, y los dioses decidieron que era necesario dejar un espacio para que nueva vida llegase, y así llegó Giltiné, la diosa de la muerte, quien introdujo un final para todo. Y así las almas de los muertos van a parar al hogar de Telyavel, quien las forja y arroja de nuevo a los cielos, creando nuevas estrellas, que descienden de nuevo a la tierra y el ciclo continúa.
Pero no todas las almas querían dejar el mundo. Algunas se extraviaban y perdían en la oscuridad, aferrándose a lo que conocían, convertidas en espíritus o fantasmas, y algunas de ellos descubrieron que podían seguir viviendo si robaban la vida de otros.
Y así nacieron los vampiros.
Nadie sabe cuál fue el primero, o si hubo un primero, pero pronto los muertos comenzaron a regresar de sus tumbas y enseñaron a otros cómo hacerlo. Sin embargo, cuando Saulé, el sol, los vio, los quemó con su luz para que siguieran su viaje a la forja de Telyavel, y sólo bajo la oscuridad de Menuo, el dios de la luna, pudieron existir.
La presencia de los vampiros rompía las leyes de los dioses, pero incluso entre las divinidades había una división, pero finalmente llegaron a un acuerdo. Si seguían la voluntad divina y aceptaban convertirse en guardianes y protectores de la tierra y los vivos, los vampiros podrían permanecer en el mundo. Y de esta manera los vampiros del Báltico encontraron la paz y un lugar entre los vivos y los muertos.
Por supuesto, hubo quienes no respetaron la ley y tuvieron que ser expulsados o castigados, pero durante generaciones el pacto entre los no muertos y los dioses se mantuvo.

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Alexander Weiss
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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#19

Mensaje por Alexander Weiss » 06 Mar 2020, 17:31

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OTRA VISIÓN

Como lo contó Drebulé, la Bruja de los Álamos.

Mentiras elaboradas para justificarnos. Cuando era mortal y necia creía en las historias de los dioses y sus elegidos Telyavos. ¡Cuánto deseaba unirme a ellos y recibir la bendición del dios! Les di todo lo que tenía y les mostré mi poder para impresionarlos.
Pero la sangre que me dieron no era una bendición, por mucho que digan, por mucho que crean. Es verdad que existen los “dioses”, pero quienes reciben ese nombre no son cómo los retratan sus creencias. No niego que existan, yo misma los he visto. Son criaturas ávidas de poder, de sacrificios, de ofrendas…y de sangre. Si quienes los adoran supieran la verdad, tal vez se horrorizarían y les retirarían su devoción.
Por supuesto, las leyendas y mentiras tejidas en torno a ellos hacen más soportable la verdad. Nosotros mismos nos llamamos “hijos de Telyavel”, y entre los nuestros hay quienes lo creen, aunque mejor sería considerarnos hijos de adopción, ya que el dios no los adoptó. Y de la misma manera otros vampiros afirman haber sido creados o descender de uno u otro dios. Más mentiras.
Pero no somos los únicos que se aferran a esas falsedades. He oído las historias que cuentan los draugar del norte, que son los descendientes de un guerrero caído en batalla y resucitado por Odín con sed de sangre para acompañarle en sus batallas. En el este los vampiros de los Rus hablan de la sed del dios Veles que transmitió a sus descendientes.
¿Y qué decir de los cristianos? Ellos hablan de un Padre Oscuro que asesinó a su hermano y fue maldito por los dioses. A la sombra de la cruz han surgido sacerdotes y obispos ansiosos de sangre, que han creado su propia iglesia entre los muertos.
No, aunque existan, no creo en los dioses. He visto a hombres y mujeres santos alzar sus símbolos sagrados y me he sentido rechazada por ellos. No creo que hayamos sido tocados por la divinidad, sino mas bien por demonios. Sin embargo, la llama de los verdaderos dioses es tenue y se encuentran lejos.
Que otros crean si las mentiras les hacen sentirse más cómodos. Necios. Yo creo que hemos sido engañados. No guardo lealtad a ningún dios, sino a mí misma. Mi poder y mi sangre son reales y ay de quien intente arrebatármelos.

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Alexander Weiss
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Re: Libro de línea de sangre: Telyavos

#20

Mensaje por Alexander Weiss » 07 Mar 2020, 17:09

MALOS TIEMPOS EN LA CASA DE TREMERE

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Como lo contó Etrius de Ceoris, Consejero de la Casa de Tremere.

El experimento de Goratrix que supuestamente iba a otorgarnos la inmortalidad, terminó en un rotundo fracaso, motivado por la precipitación y el apresuramiento por impresionar al Maestro Tremere. El ritual desarrollado a partir de la sangre de vampiro sólo sirvió para convertirnos en vampiros. Sólo gracias a la diligencia del Maestro pudimos conservar una parte de nuestro poder dentro de las limitaciones de la magia de la sangre. Cierto es que en nuestra nueva naturaleza habíamos ganado tiempo, y aunque no pretendo cuestionar las decisiones del Maestro, creo que se mostró demasiado clemente con el fracaso de Goratrix.
Después de aquella transformación era necesario medir con cuidado nuestros siguientes pasos. Debíamos reclutar a otros en nuestras filas para consolidar nuestro poder, de modo que expuse la necesidad de actuar con cuidado para atraer a otros, quizás ofreciendo de manera discreta la inmortalidad a los dignos que se mostrasen merecedores, mostrando un camino oculto para unos pocos elegidos, de modo que contásemos con la seguridad de que quienes se nos unieran lo hicieran por propia voluntad y sin generar descontento o resentimiento.
Pero de nuevo mi propuesta se encontró saboteada por la precipitación descuidada de Goratrix, quien comenzó a conceder el Abrazo del vampiro despreocupadamente, no sólo entre las filas de la Casa de Tremere, sino también entre algunos magos ajenos a la Casa. La intención de Goratrix no sólo era conseguir seguidores, sino también arrebatarme partidarios. Su precipitación provocó la pérdida de aliados potenciales, que o bien enloquecieron tras recibir la sangre para la que no estaban preparados o no eran lo suficientemente leales.
El incidente de Tesalónica, en la que fui atacado por uno de los descuidados aprendices de Goratrix, provocó rumores que nos acusaban de infernalismo dentro de la Orden de Hermes. El propio Maestro Tremere tuvo que calmar a los líderes de otras Casas Herméticas mediante la diplomacia y realizando importantes concesiones.
Sin duda alguna la desidia de Goratrix y su intención de convertirse en el principal poder dentro de la Casa de Tremere fue lo que terminó delatándonos ante los magos, provocando nuestra expulsión de la Orden de Hermes y un conflicto innecesario.
Fue también durante esta época que un grupo de descontentos Abrazados por Goratrix y sus seguidores se dirigieron a las tierras del Báltico, con el pretexto de extender en la zona la influencia de la Casa de Tremere, pero realmente con la intención de desertar de ella. Aunque el contacto se mantuvo durante unos años, pronto se interrumpieron las comunicaciones, y muchos creyeron que habían sido destruidos.

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Como lo contó Malgorzata de Ceoris, Maestra de la Casa de Goratrix

Nuestra conversión en vampiros fue una necesidad ante el declive de la magia. Muchos maestros de la Casa habrían muerto en cuestión de años, por lo que era apremiante encontrar un camino hacia la inmortalidad, o por lo menos ganar tiempo para evitar la llegada de la muerte.
Fue mi señor y maestro Goratrix el artífice de nuestro triunfo, quizás no del todo satisfactorio, pero por lo menos avanzó un paso triunfal sin temor, por encima de las dudas y miedos del estúpido Etrius y sus cobardes seguidores. Todavía hoy siguen lamentándose y llamando fracaso a lo que realmente nos abrió un nuevo camino hacia el poder, lamentándose hipócritamente mientras se enjugan las lágrimas con el dulce consuelo de la magia de la sangre.
Yo fui de las primeras que fueron convertidas, y de hecho solicité el Abrazo sin miedo a mi maestro Goratrix. De la misma forma que lo había seguido en vida, estaba dispuesta a seguirlo en la muerte. Y otros siguieron mi ejemplo, mentes valientes y decididas, como corresponde a alguien digno de nuestra Casa.
El estúpido Etrius aconsejaba ocultarnos temerosos entre las sombras, pero Goratrix tenía otros planes. Era consciente de que sólo era cuestión de tiempo que la Orden de Hermes descubriera lo que había ocurrido dentro de la Casa de Tremere, por lo que era necesario actuar con audacia y decisión, reclutando a quienes pudiéramos antes de abandonar a los Herméticos a su suerte en el declive de la magia.
El propio Abrazo sería la herramienta adecuada para seleccionar a los verdaderamente dignos. Los rigores de la sangre inmortal no son para los débiles, obligando a actuar con fortaleza y sin duda. Hay quienes nos acusan de haber actuado con demasiada precipitación. Yo creo que nuestra decisión fue la correcta, abandonando o destruyendo a los débiles antes de esperar agazapados y escondidos a que el desastre recayera sobre nosotros.
Por otra parte, sin el lastre de la Orden de Hermes, la Casa de Tremere consiguió extenderse más allá de sus limitaciones. La sangre no sólo abría un camino hacia el poder para quienes habían sido magos en vida, sino también a quienes simplemente tuviesen la iniciativa y disposición para seguirlo, al margen de su procedencia. El estúpido Etrius sigue pensando que sólo los magos son dignos de la inmortalidad, pero como muchos de nuestros aprendices han demostrado, nuestra sangre ha permitido revelar talentos ocultos e insospechados entre quienes no practicaban la magia en vida.
El sorpresivo surgimiento de los Telyavos de Lituania sólo es una muestra más del potencial de la sangre. Asentados en una cultura primitiva y que en el pasado habría sido ignorada por la Casa de Tremere, los Telyavos han demostrado una adaptabilidad y tenacidad admirables. Una lástima que no depositaran su lealtad en el lugar adecuado…

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