Re: Libro de línea de sangre: Telyavos
Publicado: 08 Mar 2020, 13:18
EL PACTO DE TELYAVEL
Como lo contó Azuolas, consejero del rey Mindaugas, Lietuvos Didzioji Kunigaklstysté, Gran Duque de toda Lituania.
A lo largo de los siglos, las tierras del Báltico recibieron la visita de sucesivos viajeros, algunos en busca de tierras y otros buscando comerciar con los pueblos que habitaban allí bendecidos por los dioses. Fueron conocidas como tierras de ámbar y pieles, que emprendían viaje hacia las cálidas tierras del sur, donde florecían las grandes ciudades.
Pero durante mucho tiempo las tierras del Báltico continuaron siendo frías e indómitas. Mientras en el sur los reinos e imperios se alzaban y caían, los pueblos que habitaban junto al mar Báltico continuaban viviendo como habían hecho desde hacía miles de años, respetando a los antiguos dioses que moraban en los bosques y lagos y a sus enviados que de vez en cuando surgían pidiendo ofrendas y sacrificios.
La tierra estaba llena de magia, y entre los pueblos surgieron hombres y mujeres sabios, que en ocasiones lideraban a su gente, pero más a menudo aconsejaban la forma de agradar a los dioses y mantenerse en paz con el mundo.
Pero en un mundo duro como aquel la paz a menudo era un bien demasiado escaso. Con frecuencia las tribus luchaban entre ellas por cuestiones de tierra, por conseguir riquezas o por el ansia de poder de sus caudillos. Del norte llegaron comerciantes, pero también saqueadores, que atacaban a los pueblos para robarles o capturar esclavos. Y los pueblos se armaron y lucharon contra los nórdicos, vendiendo caras sus vidas y su libertad.
A pesar de los ocasiones conflictos, los pueblos del Báltico y sus dioses prosperaron en su aislamiento hasta que llegaron los seguidores de la cruz, que no toleraban más dioses que el suyo. Vinieron sus hombres santos y ordenaron que las estatuas de los dioses fueran destruidas y sus lugares de culto sustituidos por iglesias. Los pueblos respondieron con sangre y durante un tiempo siguieron viviendo como siempre.
Pero del oeste no sólo llegaron los seguidores de la cruz. También llegaron hombres y mujeres sabios que tenían sus propios planes y que conocían el poder de los dioses. Buscaban el poder de la tierra, y aunque la mayoría de ellos se dirigieron hacia el este, hacia las tierras de los Rus, unos pocos se asentaron en las tierras del Báltico, estudiando sus misterios.
Entre estos hombres y mujeres sabios se encontraba un grupo de siete que habían desafiado a la muerte y habían perdido, siendo convertidos en vampiros, conocidos como los Tremere. Estos siete Tremere se resentían de su condición y buscaban una cura para su estado, regresar a la vida y contemplar de nuevo la luz. En aquellas tierras apartadas creían que podrían prosperar lejos de la atención de sus compañeros, ansiosos de sangre y poder.
Recurrieron a Telyavel, y el dios respondió. Le ofrecieron sangre y poder a cambio de que los devolviera a la vida, pero el dios respondió que no podía dar la vuelta a aquel camino de sangre en el que se habían adentrado. Debían recorrerlo hasta el final, donde los aguardaba la muerte, y encontrar su camino entre las estrellas para renacer en el mundo.
Desesperados, dos de los Tremere se expusieron a la luz del sol, pero los demás decidieron aceptar lo que se les había dado, por ardua que fuera su senda. Hablaron de nuevo con el dios Telyavel, y se ofrecieron a ser sus servidores a cambio de su bendición. Y el dios aceptó, y rompió las ligaduras de sangre que los ataban y los convirtió en hijos suyos. Así dejaron de ser Tremere y se convirtieron en Telyavos.
Como lo contó Drebulé, la Bruja de los Álamos.
Yo no estuve entre los primeros, y creo que hoy no queda ninguno para dar testimonio de lo que ocurrió entre aquellos hechiceros que llegaron a las tierras del Báltico y hablaron con el dios Telyavel.
Por lo que he podido saber, estas tierras están llenas de magia, un bien muy valorado por los llamados brujos, hechiceros y magos, y que a medida que transcurre el tiempo resulta más escaso. Este motivo los atrajo a las tierras del Báltico, de la misma forma que los comerciantes recorrían las rutas del norte, el este, el oeste y el sur, acudiendo en busca de ámbar y pieles.
En algún momento, quizás hace unos doscientos años, llegó un grupo de refugiados de la Casa Tremere. Eran una orden de magos que en su búsqueda de inmortalidad habían fallado y se habían convertido en vampiros hechiceros. Un grupo de ellos, descontento con su nueva condición, huyó a las tierras del Báltico, con el pretexto de extender la influencia de la orden en la zona.
Se dice que intentaron romper el hechizo que los había convertido en vampiros, pero no lo consiguieron, pues era demasiado poderoso. En su aislamiento decidieron romper lazos con el resto de la Casa Tremere, y para ello convocaron la ayuda de los hechiceros paganos del Báltico y así establecieron un culto en torno al dios Telyavel.
Telyavel era el dios del sol, de la forja y el protector de los muertos, que conducía las almas a su última morada, por lo que resultaba adecuado para los hechiceros vampiros. Pero hicieron algo más que crear un culto en torno al dios, pues de alguna manera consiguieron contactar con el dios, o algo que respondió a sus plegarias. Con su ayuda consiguieron romper los lazos de sangre que los unían a la Casa Tremere y encontrar su propia libertad.
Es verdad que en el culto de Telyavel existen creyentes sinceros, pero la verdad es que el pacto con el dios fue un intercambio pragmático. Los nuevos Telyavos usurparon el lugar de los sacerdotes del dios y asumieron el liderazgo del culto. Aunque los más viejos afirman que fue un acuerdo pactado y pacífico, no descarto que se empleara cierta violencia. Convenientemente, no queda nadie que recuerde aquellas primeras noches, y los Telyavos no dejan de hablar de las bendiciones que les concedió el dios y cómo los convirtió en sus “elegidos.”
Demasiado bueno para ser cierto.