[Recurso] Licántropos y juegos de rol
Publicado: 17 Nov 2019, 12:22
JUGANDO CON LA BESTIA: LICÁNTROPOS Y JUEGOS DE ROL
Por Magus
“Así conoció la terrible historia del séptimo hijo de un pastor protestante, que en las noches de luna llena se convertía…al budismo.”
-Les Luthiers
Desde los orígenes de la humanidad, las diversas culturas han dispuesto de numerosos cuentos, leyendas y relatos mitológicos en los que animales muy diversos mostraban inteligencia y capacidad para hablar, hombres y mujeres que podían convertirse en animales, y animales que podían adoptar forma humana. Entre ellos, los más conocidos en el mundo occidental son los licántropos u hombres lobo, aunque otras culturas han dado vida en sus mitos a otras clases de teriántropos: (hienas, panteras, tigres, coyotes, delfines, serpientes, tejones, zorros, etc.).
Muchas de las criaturas mitológicas grecorromanas y de otras culturas mezclaban la forma humana con animales. Algunas veces se trataba de criaturas únicas (como el minotauro), mientras que otras eran mucho más numerosas (centauros, sátiros, etc.). En ocasiones varios animales tienen un origen motivado por la intervención divina o una maldición de los dioses (la perdiz, los delfines, etc.). En lo que se refiere a los hombres lobo, el historiador Herodoto habla de una tribu de la antigua Escitia que podían convertirse en lobos; el rey Licaón es castigado por los dioses por comer carne humana y es convertido en lobo. Otros autores griegos y romanos tenían sus propias historias sobre hombres lobo, como los pueblos célticos y otras culturas vecinas.
Desde la antigüedad la licantropía estaba asociada a un elemento negativo: el lobo era un competidor y una amenaza para los pueblos de cultura pastoril, que en la antigüedad eran muy vulnerables a sus depredaciones. Esta connotación negativa se acentuó con la llegada del cristianismo, que relacionó la figura del lobo con el diablo, opuesto al cordero que simbolizaba a Cristo. En el folklore popular la figura del lobo aparece asociada a un depredador brutal y descontrolado. Prácticamente todos los países europeos poseen leyendas sobre personas condenadas a vivir como lobos por diversas razones: algún crimen impune o una maldición, así como historias sobre personajes diabólicos o directamente demonios que toman forma de lobos para cometer sus fechorías. Personas mordidas por lobos, los hijos de violaciones, excomulgados, séptimos hijos y otros también eran considerados susceptibles de heredar la maldición. Otras personas, no obstante, buscaban transformarse en lobos adorando a las fuerzas de mal y mediante rituales y hechizos.
Respecto a la metamorfosis del hombre lobo, los relatos son muy diversos. Con frecuencia el hombre se convierte en lobo, de forma temporal o permanente, en otras ocasiones es un lobo el que adopta forma humana para camuflarse entre los hombres. Otras veces se realiza algún hechizo o se utilizan diversos métodos para provocar la transformación. En ocasiones el hombre lobo queda en estado de coma mientras su alma sale de su cuerpo en forma de lobo, etc.
Sin embargo, como ocurre con otras criaturas malignas, el poder del hombre lobo no es absoluto, sino que se encuentra limitado por varias debilidades, como la vulnerabilidad al acónito o la belladona (una planta que supuestamente brotó de la baba del Cancerbero cuando fue sacado del Hades por Hércules). Otra vulnerabilidad muy extendida es la plata, aunque realmente no sería añadida hasta el siglo XIX. Otras protecciones bizarras también eran recomendadas, en ocasiones confundiéndose con la protección frente a otras criaturas, especialmente los vampiros, con los que en ocasiones eran confundidos. Para curar la licantropía griegos y romanos consideraban que la víctima debía ser sometida a intensos esfuerzos físicos hasta la extenuación, los árabes confiaban en la cirugía para la cura de la licantropía, y la iglesia en los exorcismos.
Como dato curioso, la creencia en la “maldición del séptimo hijo” estaba tan extendida, que el norte de Argentina los séptimos hijos eran frecuentemente abandonados, cedidos en adopción o asesinados. Un decreto-ley de 1920 convertía oficialmente al presidente de Argentina en el padrino oficial de cada séptimo hijo, proporcionándole una medalla de oro en su bautismo y educación hasta los 21 años. Esta medida acabó con la práctica de los abandonos, aunque todavía persiste la tradición de que el presidente apadrina a los séptimos hijos.
Existen algunas raras excepciones en la asociación de la licantropía y el diablo. En 1692 un hombre llamado Thiess, de Livonia testificó bajo juramento que él y otros hombres lobo eran los Sabuesos de Dios, que bajaban al infierno para luchar contra brujas y demonios y se aseguraban de que el diablo y sus servidores no llegaran en gran número a la Tierra. Thiess afirmaba que otros hombres lobo en Alemania y Rusia también combatían contra los servidores del diablo, e insistió en que cuando los hombres lobo morían sus almas eran bienvenidas en el cielo como recompensa por sus servicios. Thiess fue condenado por las autoridades livonias a diez latigazos por idolatría y creencias supersticiosas.
Por Magus
“Así conoció la terrible historia del séptimo hijo de un pastor protestante, que en las noches de luna llena se convertía…al budismo.”
-Les Luthiers
Desde los orígenes de la humanidad, las diversas culturas han dispuesto de numerosos cuentos, leyendas y relatos mitológicos en los que animales muy diversos mostraban inteligencia y capacidad para hablar, hombres y mujeres que podían convertirse en animales, y animales que podían adoptar forma humana. Entre ellos, los más conocidos en el mundo occidental son los licántropos u hombres lobo, aunque otras culturas han dado vida en sus mitos a otras clases de teriántropos: (hienas, panteras, tigres, coyotes, delfines, serpientes, tejones, zorros, etc.).
Muchas de las criaturas mitológicas grecorromanas y de otras culturas mezclaban la forma humana con animales. Algunas veces se trataba de criaturas únicas (como el minotauro), mientras que otras eran mucho más numerosas (centauros, sátiros, etc.). En ocasiones varios animales tienen un origen motivado por la intervención divina o una maldición de los dioses (la perdiz, los delfines, etc.). En lo que se refiere a los hombres lobo, el historiador Herodoto habla de una tribu de la antigua Escitia que podían convertirse en lobos; el rey Licaón es castigado por los dioses por comer carne humana y es convertido en lobo. Otros autores griegos y romanos tenían sus propias historias sobre hombres lobo, como los pueblos célticos y otras culturas vecinas.
Desde la antigüedad la licantropía estaba asociada a un elemento negativo: el lobo era un competidor y una amenaza para los pueblos de cultura pastoril, que en la antigüedad eran muy vulnerables a sus depredaciones. Esta connotación negativa se acentuó con la llegada del cristianismo, que relacionó la figura del lobo con el diablo, opuesto al cordero que simbolizaba a Cristo. En el folklore popular la figura del lobo aparece asociada a un depredador brutal y descontrolado. Prácticamente todos los países europeos poseen leyendas sobre personas condenadas a vivir como lobos por diversas razones: algún crimen impune o una maldición, así como historias sobre personajes diabólicos o directamente demonios que toman forma de lobos para cometer sus fechorías. Personas mordidas por lobos, los hijos de violaciones, excomulgados, séptimos hijos y otros también eran considerados susceptibles de heredar la maldición. Otras personas, no obstante, buscaban transformarse en lobos adorando a las fuerzas de mal y mediante rituales y hechizos.
Respecto a la metamorfosis del hombre lobo, los relatos son muy diversos. Con frecuencia el hombre se convierte en lobo, de forma temporal o permanente, en otras ocasiones es un lobo el que adopta forma humana para camuflarse entre los hombres. Otras veces se realiza algún hechizo o se utilizan diversos métodos para provocar la transformación. En ocasiones el hombre lobo queda en estado de coma mientras su alma sale de su cuerpo en forma de lobo, etc.
Sin embargo, como ocurre con otras criaturas malignas, el poder del hombre lobo no es absoluto, sino que se encuentra limitado por varias debilidades, como la vulnerabilidad al acónito o la belladona (una planta que supuestamente brotó de la baba del Cancerbero cuando fue sacado del Hades por Hércules). Otra vulnerabilidad muy extendida es la plata, aunque realmente no sería añadida hasta el siglo XIX. Otras protecciones bizarras también eran recomendadas, en ocasiones confundiéndose con la protección frente a otras criaturas, especialmente los vampiros, con los que en ocasiones eran confundidos. Para curar la licantropía griegos y romanos consideraban que la víctima debía ser sometida a intensos esfuerzos físicos hasta la extenuación, los árabes confiaban en la cirugía para la cura de la licantropía, y la iglesia en los exorcismos.
Como dato curioso, la creencia en la “maldición del séptimo hijo” estaba tan extendida, que el norte de Argentina los séptimos hijos eran frecuentemente abandonados, cedidos en adopción o asesinados. Un decreto-ley de 1920 convertía oficialmente al presidente de Argentina en el padrino oficial de cada séptimo hijo, proporcionándole una medalla de oro en su bautismo y educación hasta los 21 años. Esta medida acabó con la práctica de los abandonos, aunque todavía persiste la tradición de que el presidente apadrina a los séptimos hijos.
Existen algunas raras excepciones en la asociación de la licantropía y el diablo. En 1692 un hombre llamado Thiess, de Livonia testificó bajo juramento que él y otros hombres lobo eran los Sabuesos de Dios, que bajaban al infierno para luchar contra brujas y demonios y se aseguraban de que el diablo y sus servidores no llegaran en gran número a la Tierra. Thiess afirmaba que otros hombres lobo en Alemania y Rusia también combatían contra los servidores del diablo, e insistió en que cuando los hombres lobo morían sus almas eran bienvenidas en el cielo como recompensa por sus servicios. Thiess fue condenado por las autoridades livonias a diez latigazos por idolatría y creencias supersticiosas.