https://www.youtube.com/watch?v=rPmqnn9LidI
A Alex no le hacía ni pizca de gracia que Laurent se fuera solo, de nuevo, a aquel lugar. Pero el Toreador no les había dado otra opción, solo esperaba poder encontrárselo en mejores condiciones que la última vez.
La Brujah no sabía qué se iba a encontrar allí, pero se imaginó algo así como una casa de perturbados, más allá de lo que había visto hasta ahora. Se consideraba abierta y tolerante, pero algunas cosas le erizaban el vello de la nuca, el olor y el zumbido, cada vez más presentes, no le ayudaban a pensar otra cosa respecto de aquel lugar. Miró a Jasper, sintió cierta lástima al ver su vulnerabilidad y le cogió con más fuerza. Su compañero estaba cada vez más sumergido en aquel mar de incertidumbres que prometían tener un final.
Se resignó a seguir a su compañero y a acompañarle en el proceso en el que se encontraba, más allá de lo que pudiesen solucionar aquella noche. Tan solo esperaba poder volver a ver a Laurent de nuevo. Se encontraba pesimista, lo reconocía, no sabía si era aquel lugar o el cúmulo de circunstancias que había vivido tan recientemente. Aquel feliz recuerdo de los tres miembros de la coterie disfrutando de la noche como si fuera la última se disipaba como si hubiera ocurrido hacía ya demasiado.
No tenía palabras que añadir, tan solo quería salir de allí y tener un descanso de toda aquella maraña de problemas en la que los tres se habían enredado. Necesitaba volver a estar con su coterie, sus amigos, y disfrutar de ellos sin tener que preocuparse por su seguridad o la suya propia.
Alex escuchó a los perros de fondo, pero ni siquiera le pareció que perteneciesen a su misma realidad, no le preocuparon en absoluto ni le parecieron una verdadera amenaza. Ni siquiera le pareció una amenaza ver la silueta de un tipo armado. No, las cosas a las que temía eran peores que aquello.
Episodio 7. Reencuentro
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Re: Episodio 7. Reencuentro
Los perros parecieron dudar durante un instante. Segundos después, Jasper y Álex los ven corriendo en dirección al lugar al que el Caitiff ha lanzado las piedras. Ese simple resultado de causa y efecto le provocó una cierta calidez a Jasper en su interior. Cuando las cosas seguían el orden predeterminado de los acontecimientos previstos su mente lograba descansar. Y aunque sólo fuera durante unos pocos segundos, necesitaba que su mente descansara.
Álex se acercó algo más a él, buscando de modo instintivo la seguridad de la cercanía entre los dos. Aún resonaban en sus recuerdos difusos los gritos y detonaciones de la noche en el hangar. A pesar de que apenas recordaba nada con claridad más allá de la profunda desazón por ser la causante de la violenta muerte de un inocente, junto a la rabia y al temor que sintió en aquel momento recordaba también la sensación de soledad. De enfrentarse sola a sus propios fantasmas, a su propia ira desconsolada que cerca estuvo de mandarla a la tumba de modo definitivo.
La puerta de la granja se abre, y en el haz de luz que repentinamente ilumina la desolada y gélida planicie en la que os encontráis se recorta la figura de un tipo de más de metro noventa de altura, barba rizada y rojiza, ropas de campo y una escopeta que apunta en vuestra dirección. Con un potente silbido, los dos mastines vuelven a su lado. Jasper y Álex analizan la situación y sacan una primera conclusión esperanzadora: esté donde esté Laurent, habéis logrado quitarle a las bestias de encima.
El zumbido se hace casi insoportable en vuestras cabezas. Álex se lleva la mano a la sien derecha en un gesto instintivo. Jasper nota un repentino olor a leña mezclado con un aroma mucho más agrio que no es capaz de reconocer. A lo lejos, se escucha el balido de ovejas.
- ¿Qué quieren? -pregunta el hombre con un tono contundente en el que se mezcla una advertencia y una cierta curiosidad.
-------
Los perros parecieron dudar un instante.
Laurent no quiso pensárselo ni medio segundo más. Notó cómo de modo instintivo su propia Vitae calentaba con una especie de latigazo eléctrico sus músculos. Notó el aliento depredador e inhumano de su Bestia apoderándose de sus brazos y piernas, impulsándole a una velocidad sobrehumana por el terreno ocupado por los diferentes edificios de la granja hasta llegar al que hacía las veces de establo.
Espera en absoluto silencio durante unos segundos. Silencio que apenas dura, ya que los animales parecen detectar su presencia y se revuelven nerviosos. Algunas ovejas comienzan a balar en medio de la noche. No hay ni rastro de los perros. Las luces del establo están todas apagadas. El zumbido es fuerte hasta tal punto que el Toreador cree que ya no es una sensación sólo en el interior de su cabeza, sino que es perceptible al aire libre, como el sonido que hacen los cables de alta tensión. Unas ratas enormes corretean por el establo.
Las ratas parpadean como una imagen que se difuminara.
Laurent mira de nuevo.
No hay rastro de las ratas, como si hubieran desaparecido de repente. Hace unos segundos estaban allí, dirigiéndose hacia el exterior del establo. Y, de repente, no están. Deben haberse escondido. Un pitido. Como... como el de un sónar.
Laurent se frota los ojos. ¿Se estará volviendo loco?. El zumbido y el pitido proceden el exterior del establo, de otro de los edificios. Laurent se asoma, saliendo de modo furtivo del edificio. A pocos pasos está la caseta que parece destinada al cuidado de las herramientas. Está cerrada con un candado.
El candado parpadea de repente. Como las ratas. Como una imagen difusa en la televisión.
OFF:
Jasper -3 Puntos de Sangre.
Laurent. -2 puntos de Sangre y -3 de FV. (como no especificaste cuántos puntos gastabas en la Celeridad, puse 2 para que tuvieras los turnos adicionales suficientes para escapar de los perros junto a la ayuda de Jasper)
Álex -2 Puntos de Sangre. -2 FV.
Álex se acercó algo más a él, buscando de modo instintivo la seguridad de la cercanía entre los dos. Aún resonaban en sus recuerdos difusos los gritos y detonaciones de la noche en el hangar. A pesar de que apenas recordaba nada con claridad más allá de la profunda desazón por ser la causante de la violenta muerte de un inocente, junto a la rabia y al temor que sintió en aquel momento recordaba también la sensación de soledad. De enfrentarse sola a sus propios fantasmas, a su propia ira desconsolada que cerca estuvo de mandarla a la tumba de modo definitivo.
La puerta de la granja se abre, y en el haz de luz que repentinamente ilumina la desolada y gélida planicie en la que os encontráis se recorta la figura de un tipo de más de metro noventa de altura, barba rizada y rojiza, ropas de campo y una escopeta que apunta en vuestra dirección. Con un potente silbido, los dos mastines vuelven a su lado. Jasper y Álex analizan la situación y sacan una primera conclusión esperanzadora: esté donde esté Laurent, habéis logrado quitarle a las bestias de encima.
El zumbido se hace casi insoportable en vuestras cabezas. Álex se lleva la mano a la sien derecha en un gesto instintivo. Jasper nota un repentino olor a leña mezclado con un aroma mucho más agrio que no es capaz de reconocer. A lo lejos, se escucha el balido de ovejas.
- ¿Qué quieren? -pregunta el hombre con un tono contundente en el que se mezcla una advertencia y una cierta curiosidad.
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Los perros parecieron dudar un instante.
Laurent no quiso pensárselo ni medio segundo más. Notó cómo de modo instintivo su propia Vitae calentaba con una especie de latigazo eléctrico sus músculos. Notó el aliento depredador e inhumano de su Bestia apoderándose de sus brazos y piernas, impulsándole a una velocidad sobrehumana por el terreno ocupado por los diferentes edificios de la granja hasta llegar al que hacía las veces de establo.
Espera en absoluto silencio durante unos segundos. Silencio que apenas dura, ya que los animales parecen detectar su presencia y se revuelven nerviosos. Algunas ovejas comienzan a balar en medio de la noche. No hay ni rastro de los perros. Las luces del establo están todas apagadas. El zumbido es fuerte hasta tal punto que el Toreador cree que ya no es una sensación sólo en el interior de su cabeza, sino que es perceptible al aire libre, como el sonido que hacen los cables de alta tensión. Unas ratas enormes corretean por el establo.
Las ratas parpadean como una imagen que se difuminara.
Laurent mira de nuevo.
No hay rastro de las ratas, como si hubieran desaparecido de repente. Hace unos segundos estaban allí, dirigiéndose hacia el exterior del establo. Y, de repente, no están. Deben haberse escondido. Un pitido. Como... como el de un sónar.
Laurent se frota los ojos. ¿Se estará volviendo loco?. El zumbido y el pitido proceden el exterior del establo, de otro de los edificios. Laurent se asoma, saliendo de modo furtivo del edificio. A pocos pasos está la caseta que parece destinada al cuidado de las herramientas. Está cerrada con un candado.
El candado parpadea de repente. Como las ratas. Como una imagen difusa en la televisión.
OFF:
Jasper -3 Puntos de Sangre.
Laurent. -2 puntos de Sangre y -3 de FV. (como no especificaste cuántos puntos gastabas en la Celeridad, puse 2 para que tuvieras los turnos adicionales suficientes para escapar de los perros junto a la ayuda de Jasper)
Álex -2 Puntos de Sangre. -2 FV.
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 7. Reencuentro
https://www.youtube.com/watch?v=-yWZf6xkR1k
Las ovejas entre las que se escondió ocultaron su olor, aunque dormían, algunas de ellas comenzaron a ponerse nerviosas al reconocer entre ellas no sólo a un intruso, sino, de un modo instintivo, a un depredador. El francés esperó unos minutos hasta que estuvo seguro de que los perros le habían perdido la pista, agazapado entre las sombras. Pensó en tomar algo de la tierra que pisaba y restregársela por la chaqueta, llevándose consigo el aroma a estiercol, pero lo descartó rápidamente. No era un comando y ya había hecho bastante el ridículo huyendo de los perros.
Quizás estas ovejas tenían algo que ver con los cerdos descuartizados en el búnker, su sangre infecta esparcida por los suelos como un improvisado matadero. El contrabandista recordó la máscara de cuero y láudano que aún llevaba guardada y se preguntó si a estos bovinos les aguardaba un destino semejante.
Fue entonces cuando vió las ratas desvanecerse. A falta de una palabra mejor, le parecía que tenían una cualidad fantasmal, por el rastro que dejaba atrás el contacto con otro mundo, casi como si estuvieran sintonizados con otra realidad. El zumbido, mientras tanto, era fatídicamente taladrante, instándole a moverse, a acabar con todo aquello antes de perder la cordura.
Laurent vió el candado parpadear y se dirigió hacia él, volvía a ser Asterión, volvía a su laberinto y el Minotauro no conocía el miedo. La irritación que le provocaba el zumbido era como gasolina en sus venas, alimentando la rabia que dejaba a la bestia a flor de piel. Buscó algo con lo que forzar el candado, una palanca, lo que fuera. Tenía que llegar hasta el fondo de esto cuanto antes.
Las ovejas entre las que se escondió ocultaron su olor, aunque dormían, algunas de ellas comenzaron a ponerse nerviosas al reconocer entre ellas no sólo a un intruso, sino, de un modo instintivo, a un depredador. El francés esperó unos minutos hasta que estuvo seguro de que los perros le habían perdido la pista, agazapado entre las sombras. Pensó en tomar algo de la tierra que pisaba y restregársela por la chaqueta, llevándose consigo el aroma a estiercol, pero lo descartó rápidamente. No era un comando y ya había hecho bastante el ridículo huyendo de los perros.
Quizás estas ovejas tenían algo que ver con los cerdos descuartizados en el búnker, su sangre infecta esparcida por los suelos como un improvisado matadero. El contrabandista recordó la máscara de cuero y láudano que aún llevaba guardada y se preguntó si a estos bovinos les aguardaba un destino semejante.
Fue entonces cuando vió las ratas desvanecerse. A falta de una palabra mejor, le parecía que tenían una cualidad fantasmal, por el rastro que dejaba atrás el contacto con otro mundo, casi como si estuvieran sintonizados con otra realidad. El zumbido, mientras tanto, era fatídicamente taladrante, instándole a moverse, a acabar con todo aquello antes de perder la cordura.
Laurent vió el candado parpadear y se dirigió hacia él, volvía a ser Asterión, volvía a su laberinto y el Minotauro no conocía el miedo. La irritación que le provocaba el zumbido era como gasolina en sus venas, alimentando la rabia que dejaba a la bestia a flor de piel. Buscó algo con lo que forzar el candado, una palanca, lo que fuera. Tenía que llegar hasta el fondo de esto cuanto antes.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Episodio 7. Reencuentro
Jasper se quedó paralizado ante el extraño. De pronto se vio desnudo, sin cobertura ni sigilo, ante el desconocido bajo el dintel. La luz surgía a su espalda, y al caitiff le recordó a aquellos comics de navegantes visitantes espaciales que devoraba con ávidez de niño.
Había perdido la sorpresa, y había perdido el rastro de Laurent y de los perros, y nuevamente, aunque quisiera evitarlo, llegaba la preocupación por el volgirre. Pero ahora tenía un problema más cercano, y era evitar que los perdigonazos de aquel extraño acabaran esparcidos por su lampiño pecho.
Se le pasó por la cabeza, hacerse pasar por técnico de la compañía de teléfono, lo que daría acceso al router de una manera más legal. Pero era consciente de que las intempestivas horas, y sobre todo su dejada imagen, acabarían más pronto que tarde con su coartada. Así que se decidió por sus poderes de la sangre recién despertados, y pensó que aquel hombre debía tener en alta estima, como cualquier pastor y granjero, a su rebaño de ovejas.
Ellas escaparían, desperdigándose por toda la isla, y él huiría tras ella, llamando a los pastores, y buscando al lobo. Al menos, así lo imaginaba en su cabeza.
Había perdido la sorpresa, y había perdido el rastro de Laurent y de los perros, y nuevamente, aunque quisiera evitarlo, llegaba la preocupación por el volgirre. Pero ahora tenía un problema más cercano, y era evitar que los perdigonazos de aquel extraño acabaran esparcidos por su lampiño pecho.
Se le pasó por la cabeza, hacerse pasar por técnico de la compañía de teléfono, lo que daría acceso al router de una manera más legal. Pero era consciente de que las intempestivas horas, y sobre todo su dejada imagen, acabarían más pronto que tarde con su coartada. Así que se decidió por sus poderes de la sangre recién despertados, y pensó que aquel hombre debía tener en alta estima, como cualquier pastor y granjero, a su rebaño de ovejas.
Ellas escaparían, desperdigándose por toda la isla, y él huiría tras ella, llamando a los pastores, y buscando al lobo. Al menos, así lo imaginaba en su cabeza.
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Voivoda
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Re: Episodio 7. Reencuentro
- Mierda.
El tipo volvió a cargar la escopeta sobre su hombro, dedicando a Jasper y a Álex una mirada agresiva. La Brujah podía notar a su Bestia volviendo a animarse ante la posibilidad del enfrentamiento, ante la cercanía de la sangre derramada. Quería controlar como fuera ese impulso, pero aunque intentara negárselo a sí misma era casi una... provocación agradable. El Caitiff pudo escuchar el balido de las ovejas desperdigadas. Sabía en su fuero interno que no era un sonido real, sino la proyección de sus propios pensamientos, pero tenía que sentir que sí era un repentino caos de sonidos en medio de la noche para transmitir esa misma sensación en el granjero. Jasper puede sentir cómo su proyección emocional impacta directamente en los miedos más profundos del hombre que lleva la escopeta al hombro. El tipo une de modo inconsciente la idea de que haya extraños en su puerta con la de que su rebaño puede haberse desperdigado en medio de la noche.
Jasper modela esa unión de pensamientos, ese miedo innato, y lo convierte en una realidad para los sentidos del hombre. Comprobar cómo el granjero se dirige hacia la parte de atrás del complejo después de cerrar de un portazo su hogar le hace sentirse por primera vez en mucho tiempo, en tanto que ya casi ni lo recuerda, alguien especial. Era consciente de sus defectos y ansiedades... pero también tenía el poder de influir en las emociones ajenas. No era el mierda que tantas veces le habían repetido que era.
Los perros van detrás de su dueño. Jasper y Álex se quedan frente a la puerta cerrada, acompañados de nuevo por la oscuridad y la brisa gélida que recoge la humedad del mar y el frío perenne de Escandinavia. Cuando los ecos psíquicos de la Sangre de Jasper se van evaporando, el Caitiff parpadea durante unos segundos, confundido. Le ha parecido ver por un momento un salón de una casona enorme, iluminado por candelabros y velas. Varios niños y niñas dibujan en caballetes.
Jasper parpadea. Delante de sí sólo está el edificio principal de la granja y la empalizada. Álex le mira sin acabar de comprender lo sucedido. Ella no ha escuchado ninguna oveja y sólo ha visto al granjero marchándose y a Jasper abstraído y repentinamente ausente. En todo caso, la Brujah sabe que tienen una gran oportunidad.
------ Laurent se movió con rapidez tratando de evitar la confusión de sus sentidos. No era momento de perderse en divagaciones, sino de reaccionar con rapidez. Los animales estaban cada vez más nerviosos, por lo que el Toreador optó por alejarse de ellos y por buscar por los muros exteriores del establo y del cobertizo cerrado por un candado. No tardó demasiado en encontrar junto al establo unas enormes tijeras de las que se utilizan para cortar los cascos de caballos y ovejas.
El Volgirre las coge con rapidez, comprobando que nadie le ve. No hay rastro de las ratas, que parecen haber desaparecido. El zumbido es casi insoportable y empieza a costarle un verdadero esfuerzo de voluntad concentrarse en lo que quiere hacer. Coge las tijeras con las manos, se acerca al candado y aprieta con todas sus fuerzas.
El candado se rompe, parpadeando constantemente de un modo irreal. Laurent siente que es un objeto físico y pesado, pero a la vista parece una imagen mal definida en una pantalla.
La puerta del cobertizo se abre y Laurent llega a distinguir otro parpadeo, el de varias luces led de color verde, así como siente en su cuerpo el agradable calor y olor del fuego de una chimenea. En ese momento escucha unos pasos a su espalda, procedentes del edificio principal. Laurent se gira y observa con rapidez, protegido por la oscuridad de la noche que, por cierto, es cada vez menor. A lo lejos observa la silueta de un hombre que carga una escopeta al que acompañan los dos mastines.
Aún no ha llegado a verte.
OFF: El uso de Dementación que incluye el básico es un tanto más general, realmente lo que permite es generar una sensación en un sentido concreto sin que el vampiro sepa realmente qué sensaciones provoca. En todo caso, como estaba bien argumentado (realmente el granjero teme que sus ovejas se escapen y puedan ahogarse en el mar) pues me ha parecido procedente permitirlo.
Jasper -4 Puntos de Sangre. -1 FV
Laurent. -2 puntos de Sangre y -3 de FV
Álex -2 Puntos de Sangre. -2 FV.
Tirada de Percepción + Latrocinio de Laurent para encontrar una herramienta y, de paso, usarla (serían dos tiradas, una de Percepción y otra posterior de Destreza, pero me parece un poco tontería hacer dos tiradas).
[roll=496]3d10>=7-P[/roll]
El tipo volvió a cargar la escopeta sobre su hombro, dedicando a Jasper y a Álex una mirada agresiva. La Brujah podía notar a su Bestia volviendo a animarse ante la posibilidad del enfrentamiento, ante la cercanía de la sangre derramada. Quería controlar como fuera ese impulso, pero aunque intentara negárselo a sí misma era casi una... provocación agradable. El Caitiff pudo escuchar el balido de las ovejas desperdigadas. Sabía en su fuero interno que no era un sonido real, sino la proyección de sus propios pensamientos, pero tenía que sentir que sí era un repentino caos de sonidos en medio de la noche para transmitir esa misma sensación en el granjero. Jasper puede sentir cómo su proyección emocional impacta directamente en los miedos más profundos del hombre que lleva la escopeta al hombro. El tipo une de modo inconsciente la idea de que haya extraños en su puerta con la de que su rebaño puede haberse desperdigado en medio de la noche.
Jasper modela esa unión de pensamientos, ese miedo innato, y lo convierte en una realidad para los sentidos del hombre. Comprobar cómo el granjero se dirige hacia la parte de atrás del complejo después de cerrar de un portazo su hogar le hace sentirse por primera vez en mucho tiempo, en tanto que ya casi ni lo recuerda, alguien especial. Era consciente de sus defectos y ansiedades... pero también tenía el poder de influir en las emociones ajenas. No era el mierda que tantas veces le habían repetido que era.
Los perros van detrás de su dueño. Jasper y Álex se quedan frente a la puerta cerrada, acompañados de nuevo por la oscuridad y la brisa gélida que recoge la humedad del mar y el frío perenne de Escandinavia. Cuando los ecos psíquicos de la Sangre de Jasper se van evaporando, el Caitiff parpadea durante unos segundos, confundido. Le ha parecido ver por un momento un salón de una casona enorme, iluminado por candelabros y velas. Varios niños y niñas dibujan en caballetes.
Jasper parpadea. Delante de sí sólo está el edificio principal de la granja y la empalizada. Álex le mira sin acabar de comprender lo sucedido. Ella no ha escuchado ninguna oveja y sólo ha visto al granjero marchándose y a Jasper abstraído y repentinamente ausente. En todo caso, la Brujah sabe que tienen una gran oportunidad.
------ Laurent se movió con rapidez tratando de evitar la confusión de sus sentidos. No era momento de perderse en divagaciones, sino de reaccionar con rapidez. Los animales estaban cada vez más nerviosos, por lo que el Toreador optó por alejarse de ellos y por buscar por los muros exteriores del establo y del cobertizo cerrado por un candado. No tardó demasiado en encontrar junto al establo unas enormes tijeras de las que se utilizan para cortar los cascos de caballos y ovejas.
El Volgirre las coge con rapidez, comprobando que nadie le ve. No hay rastro de las ratas, que parecen haber desaparecido. El zumbido es casi insoportable y empieza a costarle un verdadero esfuerzo de voluntad concentrarse en lo que quiere hacer. Coge las tijeras con las manos, se acerca al candado y aprieta con todas sus fuerzas.
El candado se rompe, parpadeando constantemente de un modo irreal. Laurent siente que es un objeto físico y pesado, pero a la vista parece una imagen mal definida en una pantalla.
La puerta del cobertizo se abre y Laurent llega a distinguir otro parpadeo, el de varias luces led de color verde, así como siente en su cuerpo el agradable calor y olor del fuego de una chimenea. En ese momento escucha unos pasos a su espalda, procedentes del edificio principal. Laurent se gira y observa con rapidez, protegido por la oscuridad de la noche que, por cierto, es cada vez menor. A lo lejos observa la silueta de un hombre que carga una escopeta al que acompañan los dos mastines.
Aún no ha llegado a verte.
OFF: El uso de Dementación que incluye el básico es un tanto más general, realmente lo que permite es generar una sensación en un sentido concreto sin que el vampiro sepa realmente qué sensaciones provoca. En todo caso, como estaba bien argumentado (realmente el granjero teme que sus ovejas se escapen y puedan ahogarse en el mar) pues me ha parecido procedente permitirlo.
Jasper -4 Puntos de Sangre. -1 FV
Laurent. -2 puntos de Sangre y -3 de FV
Álex -2 Puntos de Sangre. -2 FV.
Tirada de Percepción + Latrocinio de Laurent para encontrar una herramienta y, de paso, usarla (serían dos tiradas, una de Percepción y otra posterior de Destreza, pero me parece un poco tontería hacer dos tiradas).
[roll=496]3d10>=7-P[/roll]
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Episodio 7. Reencuentro
{ https://www.youtube.com/watch?v=kn1gcjuhlhg - Adagio by Albinoni }
Los espectros que salían de la mente de Jasper iban cogiendo forma. De las étereas siluetas vaporosas de nube blanca a los bóvidos lanudos que se arremolinaban en la llanura. Aquellas ovejas no le ayudaban a llegar a los reinos oníricos sino todo lo contrario. Le ayudaban a despertar su poder dormido, de aquellas condiciones ilusorias que poseían, y de lo que tan poco había leido, los hermanos de sangre de su nuevo clan.
Pero al fin y al cabo no era tan diferente de su oficio de programador. De un conjunto de letras etiquetadas, de instrucciones a etéreas bases de datos, se formaba un software, que al otro lado de la pantalla, el usuario final era incapaz de comprender de la magia de la que estaba creada.
De todas formas, ni siquiera tenía tiempo de divagar en sus nuevas adquiridas artes... el anzuelo había funcionado y era hora de aprovechar la ola. En seguida el hombre abandonó la puerta, se dispuso a coger a Alex del brazo y adentrarse en la casa. No obstante, la ilusión le fue devuelta, solo fue un parpadeo, pero le llego a su mente, como los recuerdos perennes que nunca te abandonan. Sintió el óleo en sus yemas, y la crin del caballo. El tintilar de las velas sobre los candelabros derretían la imagen de sus niños compañeros, impidiendo ver sus rostros, deformados por el calor de la llama sobre la pintura.
Con todo, había algo que ni las ilusiones, ni los recuerdos, ni Laurent, ni Alex, ni el extraño de la escopeta, ni siquiera el frío acérrimo de aquella explanada esteparia en medio del gélido mar podía arrebartale, y era el hecho de sentirse, tan, demasiado, especial. Era un sentimiento tan extraño que quiso aferrarse a él, cómo un clavo ardiendo, como el calor del amor de una madre.
Los espectros que salían de la mente de Jasper iban cogiendo forma. De las étereas siluetas vaporosas de nube blanca a los bóvidos lanudos que se arremolinaban en la llanura. Aquellas ovejas no le ayudaban a llegar a los reinos oníricos sino todo lo contrario. Le ayudaban a despertar su poder dormido, de aquellas condiciones ilusorias que poseían, y de lo que tan poco había leido, los hermanos de sangre de su nuevo clan.
Pero al fin y al cabo no era tan diferente de su oficio de programador. De un conjunto de letras etiquetadas, de instrucciones a etéreas bases de datos, se formaba un software, que al otro lado de la pantalla, el usuario final era incapaz de comprender de la magia de la que estaba creada.
De todas formas, ni siquiera tenía tiempo de divagar en sus nuevas adquiridas artes... el anzuelo había funcionado y era hora de aprovechar la ola. En seguida el hombre abandonó la puerta, se dispuso a coger a Alex del brazo y adentrarse en la casa. No obstante, la ilusión le fue devuelta, solo fue un parpadeo, pero le llego a su mente, como los recuerdos perennes que nunca te abandonan. Sintió el óleo en sus yemas, y la crin del caballo. El tintilar de las velas sobre los candelabros derretían la imagen de sus niños compañeros, impidiendo ver sus rostros, deformados por el calor de la llama sobre la pintura.
Con todo, había algo que ni las ilusiones, ni los recuerdos, ni Laurent, ni Alex, ni el extraño de la escopeta, ni siquiera el frío acérrimo de aquella explanada esteparia en medio del gélido mar podía arrebartale, y era el hecho de sentirse, tan, demasiado, especial. Era un sentimiento tan extraño que quiso aferrarse a él, cómo un clavo ardiendo, como el calor del amor de una madre.
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 7. Reencuentro
El contrabandista se adentró rápidamente en aquel lugar cerrando la puerta a su paso, a fin de ocultarse del incansable granjero, con las cizallas aún en la mano. El cobertizo estaba sembrado de luces, que parecían indicarle el camino, como si de Encuentros en la tercera fase se tratara, aquel lugar poseía un espíritu propio, cuya voz era el insorportable zumbido que asediaba sus pensamientos. Malalt entró, buscando aquello que no sabía que buscaba, tratando de encontrar un lugar seguro en el que esconderse y asegurándose que estaba solo, que no había nadie más en aquel maldito lugar. El calor de una chimenea llegaba desde alguna parte, lo cual indicaba la presencia de alguien en la zona y la sombra de un peligro que es anatema para los vampiros, para él, el fuego. Asterión se movió despacio, siguiendo la senda de luz, siguiendo el rastro del fuego y buscando el corazón del laberinto.
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Voivoda
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Re: Episodio 7. Reencuentro
Los perros se detienen delante del cobertizo una vez que cierra la puerta, olisqueando por la parte baja de la misma, pero el silbido de su dueño los aleja. Por alguna razón que el Toreador no entiende, ni tampoco tiene mayor interés en comprender ahora mismo, granjero y animales se alejan. Por los pasos que oye, Jasper y Álex no están con él. Buena señal.
Esa preocupación desaparece casi en el mismo instante en que fija la vista en el interior del cobertizo.
Parpadea.
Más.
Laurent casi se habla a sí mismo en voz alta. Parpadea repetidamente, como si quisiera despejar su visión de una imagen que no puede ser real.
Pero con el parpadeo no desaparece.
Delante de él hay una especie de pequeño salón como el que hay en algunas casas señoriales haciendo la vez de sala de espera. Un espacio cuadrado, pequeño, con un ventanal en la parte izquierda desde el que se intuye el Mar del Norte, aunque no hay ninguna luz en medio del agua. En el centro hay una pequeña mesa de té sobre una alfombra. En algún lugar en otra estancia crepita algún fuego. Sobre su cabeza hay una lámpara palaciega con decenas de velas, todas apagadas. A la derecha, junto a un espejo barroco hay un router. Es el aparato que emite el parpadeo de luces verdes intermitentes. Sus cables de conexión aparecen y desaparecen a la vista con el mismo efecto que antes ha visto en las ratas. Un efecto parecido al que percibió hace ya algunas noches al ver a la muchacha con la bandera junto a la fortaleza.
Nada tiene sentido. El espacio no se corresponde de ninguna manera con el tamaño y disposición exterior del cobertizo para herramientas.
Delante de él, el Toreador vislumbra una puerta casi escondida por la penumbra del salón. Las luces del router siguen parpadeando. Hay una rendija de luz por debajo de la puerta.
Y voces al otro lado.
El cielo empieza a dejar de estar oscuro.
-----
Jasper arrastra a Álex, que se deja llevar aún algo desorientada por la sucesión de acontecimientos. La Brujah nota en su interior el temor a llevar la iniciativa. Los sucesos del hangar aún están recientes en sus emociones y, a pesar de su naturaleza decidida, prefiere por una vez dejarse llevar. Confía en el Caitiff a pesar de que teme que su mente no esté todo lo centrada que debería.
Un primer vistazo no muestra nada especial en la casa. Una chimenea para calentarse en la que crepitan las últimas ascuas de un fuego, televisión por cable, una cocina minúscula, una habitación no demasiado cuidada. Madera en el suelo, pieles de animales para aislar la estancia. Algunas fotografías anodinas de la isla. Una radio algo vieja. Comida para perros.
Y un repetidor de señal wi-fi. Jasper observa el aparato que permite amplificar la señal, aunque en cuanto se acerca el zumbido se hace tan insoportable que da dos pasos hacia atrás al mismo tiempo que se muestran sus colmillos, provocando además una reacción casi idéntica en Álex cuya tensión está todavía a flor de piel. La Brujah espera a que su compañero se calme y le enseña la pantalla de un ordenador portátil. El Caitiff se acerca, comprobando que la pantalla está dividida en cuatro imágenes procedentes de otras tantas cámaras de videovigilancia.
En la parte superior izquierda puede ver cómo el granjero se aleja con sus perros por una planicie apenas iluminada por la propia luz de la casa en la que estáis. En la parte superior derecha se ve un punto indeterminado del exterior de lo que dais por hecho que es la fortaleza que se encuentra en la costa oriental de la isla. En la parte inferior izquierda hay pinchada una cámara de tráfico del puente de Oresund, por donde cada cierto tiempo pasa algún vehículo. En la parte inferior derecha observáis lo que parece una especie de almacén de herramientas viejas en cuyo centro está Laurent mirando hacia todas partes. A la derecha del Toreador, Jasper detecta el parpadeo intermitente de las luces verdosas de un router.
Álex mira por la ventana. El cielo empieza a no estar totalmente negro por el este.
Esa preocupación desaparece casi en el mismo instante en que fija la vista en el interior del cobertizo.
Parpadea.
Más.
Laurent casi se habla a sí mismo en voz alta. Parpadea repetidamente, como si quisiera despejar su visión de una imagen que no puede ser real.
Pero con el parpadeo no desaparece.
Delante de él hay una especie de pequeño salón como el que hay en algunas casas señoriales haciendo la vez de sala de espera. Un espacio cuadrado, pequeño, con un ventanal en la parte izquierda desde el que se intuye el Mar del Norte, aunque no hay ninguna luz en medio del agua. En el centro hay una pequeña mesa de té sobre una alfombra. En algún lugar en otra estancia crepita algún fuego. Sobre su cabeza hay una lámpara palaciega con decenas de velas, todas apagadas. A la derecha, junto a un espejo barroco hay un router. Es el aparato que emite el parpadeo de luces verdes intermitentes. Sus cables de conexión aparecen y desaparecen a la vista con el mismo efecto que antes ha visto en las ratas. Un efecto parecido al que percibió hace ya algunas noches al ver a la muchacha con la bandera junto a la fortaleza.
Nada tiene sentido. El espacio no se corresponde de ninguna manera con el tamaño y disposición exterior del cobertizo para herramientas.
Delante de él, el Toreador vislumbra una puerta casi escondida por la penumbra del salón. Las luces del router siguen parpadeando. Hay una rendija de luz por debajo de la puerta.
Y voces al otro lado.
El cielo empieza a dejar de estar oscuro.
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Jasper arrastra a Álex, que se deja llevar aún algo desorientada por la sucesión de acontecimientos. La Brujah nota en su interior el temor a llevar la iniciativa. Los sucesos del hangar aún están recientes en sus emociones y, a pesar de su naturaleza decidida, prefiere por una vez dejarse llevar. Confía en el Caitiff a pesar de que teme que su mente no esté todo lo centrada que debería.
Un primer vistazo no muestra nada especial en la casa. Una chimenea para calentarse en la que crepitan las últimas ascuas de un fuego, televisión por cable, una cocina minúscula, una habitación no demasiado cuidada. Madera en el suelo, pieles de animales para aislar la estancia. Algunas fotografías anodinas de la isla. Una radio algo vieja. Comida para perros.
Y un repetidor de señal wi-fi. Jasper observa el aparato que permite amplificar la señal, aunque en cuanto se acerca el zumbido se hace tan insoportable que da dos pasos hacia atrás al mismo tiempo que se muestran sus colmillos, provocando además una reacción casi idéntica en Álex cuya tensión está todavía a flor de piel. La Brujah espera a que su compañero se calme y le enseña la pantalla de un ordenador portátil. El Caitiff se acerca, comprobando que la pantalla está dividida en cuatro imágenes procedentes de otras tantas cámaras de videovigilancia.
En la parte superior izquierda puede ver cómo el granjero se aleja con sus perros por una planicie apenas iluminada por la propia luz de la casa en la que estáis. En la parte superior derecha se ve un punto indeterminado del exterior de lo que dais por hecho que es la fortaleza que se encuentra en la costa oriental de la isla. En la parte inferior izquierda hay pinchada una cámara de tráfico del puente de Oresund, por donde cada cierto tiempo pasa algún vehículo. En la parte inferior derecha observáis lo que parece una especie de almacén de herramientas viejas en cuyo centro está Laurent mirando hacia todas partes. A la derecha del Toreador, Jasper detecta el parpadeo intermitente de las luces verdosas de un router.
Álex mira por la ventana. El cielo empieza a no estar totalmente negro por el este.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Episodio 7. Reencuentro
Jasper intentaba concentrar su mente al máximo a pesar de los cantos de sirena que llegaban de aquellas ilusiones, que lo llamaban a interiorizar y a escarbar en un pasado, que parecía florecer como hierba regada en la tierra seca que era su memoria.
Miró a las pantallas, y vio a Laurent en el cobertizo. Los leds verdes parpadeantes le iluminaban momentánamente y le devolvía un rostro de confusión.
- Rápido, al cobertizo... - Le dijo a Alex mientras intentaba buscar el camino más corto hasta el cobertizo evitando la presencia del granjero y sus guardianes cánidos.
Pero antes de irse, agarró el cable de alimetanción de la antena amplificadora de WiFi, y de un solo tirón los desconectó de la corriente.
Miró a las pantallas, y vio a Laurent en el cobertizo. Los leds verdes parpadeantes le iluminaban momentánamente y le devolvía un rostro de confusión.
- Rápido, al cobertizo... - Le dijo a Alex mientras intentaba buscar el camino más corto hasta el cobertizo evitando la presencia del granjero y sus guardianes cánidos.
Pero antes de irse, agarró el cable de alimetanción de la antena amplificadora de WiFi, y de un solo tirón los desconectó de la corriente.
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 7. Reencuentro
Estaba apunto de amanecer, pero Malalt quería llegar hasta el fondo de todo aquello, estaba harto de verse atrapado en el laberinto, harto de no entender nada, de no saber, de ser un títere en el juego de otros. Las voces al otro lado de la puerta eran la oportunidad de desenmascarar al bastardo tras todo aquello, el francés esperaba encontrar a Kasper o Sorensen o cualquier maldito Malkavian, todo este sinsentido parecía obra suya. O quizás fueran los Tremere o algo peor, un grupo de gente capaz de hechizar una isla y sembrarla de ecos espirituales. Estaban al otro lado y pronto Laurent obtendría respuestas. Pero antes debía sacudirse de encima aquel fatídico zumbido que le impedía pensar con claridad, de un modo u otro, tenía que ver con aquella caja negra y brillante, el monolito de su particular odisea en el espacio.
Asterión se acercó al router y desconectó con cuidado los cables, esperando que aquello acabara con el constante sonido que arañaba su corteza cerebral. Sacó las clavijas de la caja y desenchufó la máquina, mientras se maravillaba como un trasto tan pequeño era capaz de causar tantísimos problemas. Silencio, aquel era el bálsamo que deseaba, el descanso de sus sentidos, la calma de un mundo vacío de venas de acero y cristal.
Asterión se acercó al router y desconectó con cuidado los cables, esperando que aquello acabara con el constante sonido que arañaba su corteza cerebral. Sacó las clavijas de la caja y desenchufó la máquina, mientras se maravillaba como un trasto tan pequeño era capaz de causar tantísimos problemas. Silencio, aquel era el bálsamo que deseaba, el descanso de sus sentidos, la calma de un mundo vacío de venas de acero y cristal.
