Laurent Malalt

[Pagliacci]

https://www.youtube.com/watch?v=n95rXYOWP3Y

En el mismo instante en el que fue consciente de dónde o cuándo estaba, el mundo entero se le vino abajo como un castillo de naipes. Sintió el horror, el horror! Había regresado a una guerra que ya había vivido, que ya le había marcado y traumatizado, el olor a muerte y combustible, a cenizas y cascotes le provocó nauseas de un modo que ni siquiera aquellos cerdos sacrificados en Saltholm lo había logrado. Sintió que le temblaban las rodillas mientras trataba de asimilar las implicaciones de todo aquello. Si no estaba loco, si lo que veía era real, significaba que no sólo había una puerta abierta al pasado, al renacimiento, sino otra abierta a la maldita época nazi.

Sin lugar a dudas, aquellos Verdaderos Nazis de Greta debían haber tenido un orgasmo al encontrar aquella época, ahora se encontrarían haciendo y deshaciendo a sus anchas, tratando de asegurarse que Dinamarca permaneciera firmemente en control de los alemanes. Quizás por eso no habían regresado, muy probablemente. Un avión cruzando el cielo nocturno hizo que alzara, todavía con la máscara puesta, la mirada hacia el firmamento, un cielo cargado de humo y luces rosadas, signo inequívoco de fuego lejano que vomitaba humo y veneno a la atmósfera.

Tenía que volver. Dando tumbos regresó a la puerta. Tenía que desconectar aquel condenado router, tenía que acabar con aquella pesadilla. Si lo desconectaba, quizás sacara a los verdaderos capullos de aquella alucinación temporal, como ocurrió con ellos en Salthom, o quizás los dejara atrapados en ella. No le importaba, cualquiera de las dos alternativas le pareció bastante buena.

[Voivoda]

Un hombre desdentado en un club oculto a ojos de la Gestapo en Berlín. El matrimonio que regentaba una granja en las cercanías de Hamburgo que no hacía preguntas. El capitán de un barco destartalado que sobornaba a los marinos de la Kriegsmarine para poder cruzar de noche hasta el puerto danés de Esbjerg. El escondite que facilitó al Ventrue aquel de la Luftwaffe para que no lo colgaran a mediodía de cualquier tejado.

El olor de la guerra. Gasolina, ceniza, pólvora.

Todo vuelve a tu mente al mismo tiempo que regresas sobre tus pasos por el callejón sobre el que sobrevolaban los Stukas. Una nueva sensación se apoderaba de tu Bestia y, por tanto, de tus propios instintos: el miedo. El miedo que acompaña tus recuerdos de un pasado que creías enterrado. El miedo a repetir una experiencia que habías dejado atrás en el tiempo y que no querías volver a sentir. Una amarga verdad rodeaba a los Verdaderos Daneses. Eran los mismos perros, pero con distinto collar. Algo que ya sabías, pero que esta experiencia te hace recordar del modo más crudo.

La guerra no era buena para nadie. Ni siquiera para los Vampiros.

Segundos después

Te quedas con el cable del router en la mano y en apenas décimas de segundo parpadeas y vuelves a encontrarte en el interior de la sala de mantenimiento eléctrico con la máscara puesta y tu Bestia susurrándote que huyas cuanto antes. Del cuarto, del párking, del barrio, de la ciudad y si es posible del país.

Kat.

Desearías no tener su recuerdo en tu mente. Despojarte de ello con la facilidad con la que te podías quitar o poner la máscara que tapaba ahora tu identidad. Parecía que el veneno que acompañaba a la Sangre de tu Clan te obligaba a aferrarte a un sentimiento que ni siquiera sabes si sigues teniendo en tu corazón o ya no es más que la obsesión por una pérdida. Por otra más.

Abres lentamente la puerta y te reciben las luces del párking y su sonido de chicharras eléctricas. Llega a tus oídos un vocerío que reverbera por las columnas del aparcamiento. Pasos acelerados que seguían las órdenes de esas voces y que poco a poco se acercaban hacia el piso subterráneo. Maldices tu poco instinto de supervivencia, apenas desarrollado por las comodidades de vivir a expensas de otros. Narcotraficantes, artistas, anarquistas, políticos. Lo mismo daba. Maldices porque ha atrofiado tu capacidad de buscar una salida rápida que no se ve por ninguna parte, aunque conoces lo suficiente la ciudad para saber que el párking ocupa toda una manzana, por lo que debe haber más de una salida.

Una de las puertas de acceso al párking se abre de golpe a unos metros de ti, a la derecha. Lo primero que ves aparecer es la luz roja de una mira láser.

[Pagliacci]

https://www.youtube.com/watch?v=AX_kid-pL5k


Moverse en el tiempo no era como uno podía imaginar, no había atravesado un portal o utilizado una compleja máquina con un interminable panel de luces brillantes, como la de Orson Wells o el DeLorean de Regreso al futuro, no. Se parecía más a despertar de un sueño, de una pesadilla, en la que una sensación de irrealidad acompañaba a unos recuerdos oníricos, teñidos de inverosimilitud y absurdez, una delirio de Dalí dibujado por Picasso. Y, sin embargo, era el olor imborrable a escombros y combustible lo que otorgaba solidez a todo aquello, una sustancialidad que ninguna imagen podría jamás lograr a través de la realidad virtual.

El enmascarado fantasma de la peste tiró del cable y arrancó el router de su sitio, sin ningún miramiento en cuanto a su integridad, pues algo así debía ser destruido. Pero antes de que pudiera arrojarlo al suelo y pisotearlo, los haces de luz carmesíes de los rifles barrieron el párking y supo que tenía que salir de allí cuanto antes, encontrar a Kat y acabar con todo aquello, escapar de aquella ciudad de mentiras que rompían, incluso, las reglas de la no-muerte.

Aceleró su sangre una vez más, no para afrontar el peligro, sino para huir de él. Se movió como un relámpago hacia la oscuridad, buscando una salida, sintiendo que nunca dejaba de huir. Había usado sus dones hasta ahora para evadir el peligro siempre, huyendo de los perros en Saltholm, de la policía en Cristiania y ahora en esta lugar maldito, constantemente con la muerte en los talones.

Spoiler

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Gasta sangre en Celeridad y busca una salida secundaria a toda velocidad.

[Voivoda]

Añade una tirada de Percepción + Supervivencia a dificultad 6.

[Pagliacci]

Percepción 3 + Supervivencia 0. Y gasto de voluntad.

[Voivoda]

La no-vida es una constante huida hacia delante. Tiene un punto irónico considerando que los vampiros son seres en teoría inmortales. Pero desde la misma noche en que todos los colores en tu paleta visual quedaron barnizados por la pátina de una noche permanente has sido consciente de que ser inmortal consiste en huir. En seguir sobreviviendo. Incluso con más ahínco que cuando respirabas y temías como cualquier otro ser humano la llegada de la muerte. Esa muerte no es más que una parada más en un largo recorrido siempre hacia delante.

Primero ves la luz que orienta a las balas en caso de encontrar un objetivo. Luego las voces entremezcladas con la adrenalina de los agentes de policía. Luego el olor característico del párking. Corres. Las columnas pasando una detrás de otra. Una puerta metálica que abres con violencia, el tacto frío en tus manos. Escaleras estrechas que subes de dos en dos. Luces de emergencia sobre las que brilla la palabra "salida". Un ascensor detenido. Más escaleras. Las voces reverberan en cientos de ecos a tu espalda. Otra puerta.

El aire gélido de la noche. La humedad. Esta ciudad siempre está húmeda, haga el tiempo que haga. Se pega a la ropa, al cuerpo, a los huesos. No sientes frío, lo que te recuerda que en realidad estás muerto. Luces azules y rojas a lo lejos. El sonido de tus pasos a una velocidad sobrehumana mientras corres sorteando charcos. Todo cuanto ves son breves impresiones que pasan como una película por el estrecho espacio que dejan los huecos para ver en la máscara.

El hambre. Un ansia intensa que se agarra a tu estómago, a tus pensamientos. Tus manos tiemblan. Unos metros más, solo unos metros más. Un callejón olvidado y sin luz. La Bestia agarrándose a tu esternón e implorando sangre. Fantaseas con la muerte de alguien. El primero que te cruces. ¿Qué más da? No te queda nada. ¿Quién se va a acordar dentro de unos años de un infeliz que muere por una paliza en plena madrugada en una ciudad helada?.

Brillos rojos y azules en la distancia. Luces que rebotan en miles de fragmentos por los cristales de los edificios. Es difícil escapar en la época soñada por George Orwell. El depredador cazado.

Kat.

Álex.

Jasper.

El hambre deja tu garganta seca y tienes alucinaciones sensoriales. Crees oler el aroma férreo de la sangre. ¿Y matar a un policía como un último acto de redención a tu verdadera naturaleza?. No, no te Abrazaron para eso. ¿Qué sentido tiene Abrazar a nadie para nada?



-9 puntos de Sangre y -2 de FV. He hecho que Laurent gastara sólo 1 punto de Sangre en Celeridad porque en caso de gastar más entrarías en Frenesí por hambre. Todo en él se vuelve como intento mostrar en este post mucho más sensorial y menos racional tanto por el Hambre como por la propia "esencia" que tiene Copenhague, pero está aún en sus cabales para que decidas la acción que quieras y vayas en la dirección que consideres.

[Pagliacci]

Malalt salió de allí tan furibundo como hambriento, sintiendo la bestia anidar en sus entrañas y tomar el control de sus pensamientos. Toda aquella locura, aquel cambalache estúpido y carente de significado era capaz de arrancar la lógica de su memoria, atrapándole en el laberinto de Asterión, convertido una vez más en un monstruo creado para sufrir, para ser destruido. Aquella línea de sentimientos llevó a que el enmascarado reventara el router contra el suelo y lo pisoteara hasta reducirlo a pedazos. Canalizó la rabia que sentía con cada taconazo que daba, en aquel callejón oscuro y húmedo, sobre el aparato mecánico. Lo destrozó a conciencia, con la satisfacción de dejar atrapados a los nazis en aquella fantasía y vengarse, a través de su condena, de todo el dolor que le habían infligido. Con cada golpe, con cada crujido de las piezas, casi podía oír la risa macabra del marqués.

Recogió los añicos y los arrojó al contenedor más cercano, únicamente guardó un pequeño engranaje para él, mudo testigo de cuanto había ocurrido. Tembloroso, trató de encender una cerilla. Una y otra vez, tres veces tuvo que intentarlo hasta que, por fin, sus manos prendieron el fósforo que lanzó al contenedor. La humedad lo apagó, tuvo que hacerlo de nuevo. Y, al fin, con la basura ardiendo a sus espaldas, recortando su silueta encorvada a contraluz y con la satisfacción de haberse vengado a través de unos desconocidos, buscó el teléfono y llamó a Greta Von Stauffenberg.

[Voivoda]

Con el teléfono en la mano para marcar el número de Greta, observas a un trío de personas que está a cierta distancia en la misma calle en la que has destrozado el router. Dos de ellos son hombres, que han arrinconado contra una verja a una chica de unos veinte años cuyo miedo huele tu Bestia desde la distancia, acrecentando tu hambre. En cuestión de segundos, los hombres en cambio se miran entre sí y se quedan quietos. Uno de ellos alza las manos hacia la muchacha en un gesto con el que parece querer disculparse. El otro recoge del suelo el bolso de la muchacha y se lo da. La chica sale corriendo de allí mientras los hombres se miran confundidos antes de continuar su camino en silencio y en dirección contraria a quien parecía que iba a ser su víctima unos segundos antes.

La escena te desconcierta por un instante. Pero tienes que reaccionar en cuestión de décimas de segundo cuando un coche de policía gira para dirigirse hacia la pequeña callejuela en la que estás. Marcas con rapidez el número de Greta. Después del primer tono, al otro lado la Ventrue cuelga la llamada. Maldices. Al segundo vibra tu teléfono y en la pantalla aparece el número desconocido que te había mandado el mensaje que llegaste a leer en el párking antes de que apareciera la policía. Descuelgas.

- Escóndete. Han interceptado nuestras comunicaciones, ponte a salvo. -la voz de Greta es imperativa, desprende voluntad y acción incluso aunque no puedas ver su rostro.

Comprendes que no fue Kat quien te había escrito.

Pero no tienes tiempo para lamentarte.

OFF: Para seguir corriendo puedes tirar Destreza + Atletismo a dificultad 6. Si prefieres intentar esconderte, Astucia + Sigilo a dificultad 6. Puedes quedarte en el sitio, pero el coche alcanzara tu posición en el siguiente turno.

[Pagliacci]

Gasto un punto de voluntad y lanzo Astucia 2 + Sigilo 0 para esconderme en el callejón.

[Pagliacci]

El enmascarado tardó unos segundos en comprender la situación, segundos en los que todo parecía precipitarse a su alrededor, cuando nuevamente un coche parecía seguir su rastro o, quizás, el del router que llevaba. Las luces de azur y gules, el olor de los neumáticos quemándose al derrapar el coche y enfilar la callejuela, el miedo liberando hormonas, tensando los músculos y galvanizando la piel de aquella mujer. Todas aquellas sensaciones se sucedieron atropelladamente mientras, en realidad, al Toreador le embargaba una súbita calma. Kat no estaba en peligro, no la había enviado a una ratonera, eran los Verdaderos Daneses quienes estaban en problemas.

El contrabandista siguió literalmente las órdenes de Greta y buscó la puerta trasera de algún local que desembocara en el callejón o, quizás, una escalera de incendios, agazapándose en la oscuridad de los peldaños peor iluminados. Las llamas del contenedor amenazaban con extenderse a la basura cercana y arrojaban un baile de sombras que se reflejaban en los charcos que habían dejado atrás las últimas lluvias. El fuego tomando forma alimentó el miedo que sentía, pues sabía, de un modo atávico, que aquello podía matarlo.

Quizás no fueran tras él, se consoló pensando, mientras apretaba los dientes tras la escalera. Quizás ahora que había destruido el artefacto, hubiera roto el embrujo. Esperó, sintiendo las voces gemelas del hambre y el terror acechando al límite de lo posible.