Prólogo (Laurent Malalt). Inocencia perdida

[Voivoda]

Las vistas desde el ático de lujo en el que Stefan Larsson ha organizado la fiesta de esta noche son espectaculares. El piso, que tendrá unos 300 metros cuadrados, ocupa la última planta de un edificio de diseño que cuenta con las últimas novedades tecnológicas. Está situado prácticamente a las puertas de la isla de Holmen, es decir, perfectamente ubicado para observar la entrada al Elíseo .

Te asomas a uno de los ventanales desde los que se ve buena parte de la ciudad. En algún punto del puerto se eleva una columna de humo, síntoma más que probable de algún tipo de incidente como los que últimamente están alterando la paz de Copenhague. No le prestas mayor atención, dejándote llevar por el mar de luces y sombras que tienes delante de ti, por la agradable música chill out elegida por Stefan para la ocasión y por el murmullo del nutrido grupo de artistas de distintas disciplinas que comparten vino, alcohol, sofás y sustancias menos decorosas. En su conjunto, es como una especie de nube de corte bohemio en la que te sientes como en casa, si bien tu propio Dominio no tiene casi ninguna de las características de sitios como este.

Notas el leve roce de la mano de una de las muchachas extremadamente delgadas que Stefan tiene como Ghouls. Siempre has visto un cierto toque machista en su elección, pero siempre has llegado también a la conclusión de que no es asunto tuyo. Al mismo tiempo, notas la vibración de tu teléfono en el bolsillo derecho del pantalón.

- ¿No lo vas a mirar?

Miras de reojo a la particular valquiria. El tatuaje de una serpiente de aspecto asiático asoma por su cuello hasta el mentón, lo que le da un aspecto algo más rudo a su físico de modelo. Sin mediar palabra miras de reojo la pantalla. A través de uno de los sistemas de mensajería de CyberScan pasados por la interfaz de Bloodspot ves que se abre uno de los chats que mantienes con un tal Hakim, uno de los contactos de Isak.

¿Venderías a menores? Buen negocio a la vista.

[Pagliacci]

Laurent paseó su mirada por la dama y le sonrió con coquetería, su poco más de un siglo de inmortalidad no le había vuelto completamente ajeno a la belleza del cuerpo y disfrutaba de saciar su sed de sangre al calor de la lujuria, si era una de los ghouls de Larsson podía estar seguro de que sería algo más que un físico de módelo. Fue entonces cuando leyó el mensaje, Laurent odiaba los móviles y las tecnologías en general, las despreciaba, y solo con la mayor de las reticencias aceptaba llevar uno consigo. Drogas, dinero, trabajo, fuera cual fuera la ocupación de uno, la preocupación por la supervivencia siempre le perseguería, arruinando los efímeros momentos de gozo. “Business is business”, tecleó rápidamente en inglés, haciendo uso del famoso aforismo. No había principios morales que pudieran detener al dinero, si no era él quien aprovechara aquella oportunidad, sería otro el que lo hiciera. Aquel pensamiento acalló su conciencia, qué importaban los niñatos de esta época.

-Debería ocuparme de ello, son negocios- dijo Laurent guardando el móvil- pero entonces perdería la oportunidad de hablar con vos.

Laurent sonrió y le tendió una mano abierta, con la intención de que esta la tomara. La serpiente casi parecía moverse entre las curvas del cuello de aquella mujer, esperaba que aceptara su invitación y pudieran encaminarse a un lugar más tranquilo. A su alrededor aquella fiesta bohemia de alcohol y drogas permanecía ajena al terror de las calles, a la violencia que los lejanos fuegos insinuaban, Laurent se sentía como un patricio encerrado en una orgía palatina, mientras los bárbaros saqueaban Roma.

-Decidme, ¿cómo os llamáis, madamemoiselle?

[Voivoda]

La mujer sonríe al escuchar tus palabras y ver tu mano tendida. Sin tomarla, camina lentamente hacia una de las cuidadas terrazas del ático. "Chica lista", piensas. Es probable que un Ghoul de tu propio Clan sepa lo suficiente para no tocar la piel de nadie si no es estrictamente necesario. La sigues apenas caminando un paso por detrás y te detienes un momento a observar la terraza. Hasta el más mínimo detalle ha sido cuidado. Amplios sofás blancos, dos mesas bajas bajo las cuales se han dispuesto pequeñas fuentes en jardines zen, música ambiental diferente a la del resto de la casa, luces indirectas con lámparas de diseño... No es exactamente el concepto tradicional de "arte" al que estás acostumbrado, pero hay algo en la simetría y la disposición estética y ambiental del lugar que te hace perder durante unos segundos la atención que tenías puesta en la mujer.

Te das cuenta porque ella está apoyada en la barandilla de la terraza mirándote sin haber perdido una sonrisa que tiene un punto de burla. Es evidente que ha notado que te has despistado un instante. Tanto su mirada como la extraña sensación de que su tatuaje ofídico tuviera algo parecido a la capacidad de moverse por sí mismo te sacan de tu ensimismamiento.

También la vibración constante del teléfono. Te inquieta un poco, los amigos de Isak no suelen ser tan insistentes. Sus mensajes son directos, concisos y no dan lugar a conversaciones. Pero el maldito trasto no deja de vibrar en tu bolsillo.

- ¿Siempre eres tan pedante? -la pregunta de la mujer te descoloca durante un instante- "vos", "mademoiselle"... ¿Tan viejo eres que hablas como si estuviéramos en otro siglo?

Un cierto rubor se asoma a tus mejillas muertas.

CONTINUARÁ DESPUÉS DE UNA TIRADA

[Voivoda]

Tirada de Percepción + Empatía a dificultad 7 (la hago yo para ir más rápido)

[Voivoda]

Una vez que tu propio cuerpo muerto controla la sensación del rubor, probablemente más psicológica que realmente física dada tu condición no-muerta, compruebas que en las palabras de la valquiria dependiente de la Sangre de Stefan no hay en realidad trazos de demasiada ironía. Por alguna razón, realmente tiene cierto interés por comprobar si tienes tanta edad. Y por alguna razón, piensas que quiere confirmarlo no tanto como saberlo.

Es una sensación extraña.

Antes de contestar miras el espectáculo de luces que las sirenas de las ambulancias y de la policía, cuyo estruendo escuchas desde la lejanía por encima de la música ambiental de la terraza, dejan en una dársena del puerto. Sabes que otros miembros de tu Clan tienen una especial capacidad para expandir sus sentidos más allá de lo normal. Tú no eres tan hábil en eso, pero disimulas cuando sabes que estás rodeado de otros Toreador. En el fondo, tus capacidades te hacen especial.

El móvil vibra de nuevo para recordarte que tienes mensajes sin leer.

[Pagliacci]

A veces se olvidaba de lo antiguo que era, de su torturado abrazo entre los juegos previos del Marques de la Tour d´Azyr a la invasión de Francia, por un instante el sonido de la sirenas y el fuego le retrotrajo a los bombardeos de la Luftwaffe, a las tropas alemanas desfilando por los Campos Elíseos, a la sonrisa macabra de su sire mientras empuñaba el escalpelo.

-Tengo los suficientes años como para saber cuándo alguien podría partirme los huesos con sus propias manos, Cleopatra- dijo Malalt con una sonrisa lobuna.

El traficante se llevó las manos tranquilamente a la chaqueta y extrajo una delicada caja de rapé, en su interior doce perlas rojas, cápsulas brillantes que comercializaba como Lágrimas de sangre, un poético nombre para una sustancia diluida en sangre que producía efectos similares a los de la heroína, intensificando el éxtasis del beso. Lamentablemente, para los clientes de Laurent, era altamente adictiva. El Toreador deslizó una lágrima sobre una copa de vino, un elegante recipiente de cristal bohemio con una rosa engastada en su fino tallo de cristal. En los reflejos carmesíes del alcohol se adivinaban los destellos de los lejanos incendios.

-Bebe- dijo él, acercándose a ella más de lo habitual, sus ojos mostraron la tentadora invitación al placer de un artista consumado- Veamos si la manzana del Bien y del Mal es de tu agrado, joven serpiente.

Atendería sus negocios más tarde, de poco servían estas reuniones si no era capaz de crear nuevos esclavos de sus propósitos, nuevas víctimas de su sangrienta codicia. Tenía que hablar con Isak, si los ghouls consumían las lágrimas, también lo harían sus domitors y su influencia sobre ellos incrementaría al mismo ritmo que su ansia.

[Voivoda]

Con un suave gesto de una de sus manos, la mujer roza la copa para apartarla de sí. El gesto viene acompañado de una sonrisa que resulta al mismo tiempo el gesto natural de una hermosa mujer y la mueca salvaje de un depredador. Es probable que la muchacha aún no esté muerta, pero también lo es que parece preparada para ello.

- Si cediera a tus tentaciones, Stefan te colgaría de un tejado al amanecer.

Apenas ha dicho esas palabras cuando la cálida voz de Stefan Larsson se deja oír a vuestra espalda, en la puerta de la terraza.

- ¿Todo bien por aquí, Ingrid?

La muchacha asiente, fingiendo con su gesto la apariencia de una inocente mujer de edad universitaria que hubiera sido sorprendida haciendo algo indebido en una fiesta de un colegio mayor.

[Pagliacci]

Laurent sonrió lobuno ante la respuesta de Ingrid, pues ese era su nombre, su respuesta sólo había conseguido encender su deseo por ella, pues la bestia se regodeó por un momento ante el sabor de una presa arrebatada a uno de sus iguales. En menos de un segundo, se recompuso y retrocedió diplomático. En un principio, no dijo nada ante la pregunta del recién llegado Stefan Larsson, para Laurent él era un conveniente aliado y no le insultaría en su hogar, en su territorio, todavía no. Hacía años que se conocían, Stefan disfrutaba con los cuadros que Laurent pintaba en secreto y, además, era un cliente clave en el contrabando de sustancias, las drogas corrían a raudales entre los asistentes a sus decadentes fiestas.

El francés sospechaba que no era más que un tributo a su ego, pero su última obra colgaba anónima de una de las paredes del salón, un barco hundiéndose, un naufragio, como la antigua Balsa de Medusa, una obra cruel que siempre había admirado, un óleo de Gericault que mostraba el descarnado dolor de los refugiados de la catástrofe ahogándose en las embravecidas agua mediterráneas. En su obra, el barco se hundía en un mar sangriento y los tripulantes de su fragata nadaban hacia el lecho marino.

-Parece que el puerto está ardiendo, huelo el hierro ardiente desde aquí- evidenció Laurent buscando desviar el tema de conversación- Me pregunto cuanto tardarán en traer la guerra a estas calles.

Quizás Larsson supiera algo, Laurent echó un vistazo a las medidas de seguridad que este había tomado, discretos ghouls armados apostados en algunos rincones, se preguntó si algo así sería suficiente cuando se desatara el caos. Aquello le recordó el maldito teléfono que no paraba de vibrar. Dio un paso atrás y lo consultó con discreción, la luz blanca iluminó su pálido rostro, la llamada y los mensajes de Alex le pusieron sobre alerta. Algo grave estaba desarrollándose a sus espaldas, debía averiguar de qué se trataba.

-Una fiesta excelente- dijo el contrabandista, sin mostrar premura- pero temo que debo marcharme, amigo mío. Tengo asuntos pendientes que me reclaman.

[Voivoda]

OFF: Como la siguiente escena de Laurent es independiente a la acción que comparten Jasper y Álex, la posteo por aquí para no liar el tema principal.

El calor en la garganta era agradable. Las luces de la noche se entremezclaban en los ojos sangrientos de Laurent. El negro del cielo que poco a poco iba dejando lugar a una intensa tonalidad de azul oscuro, entremezclados con el azul eléctrico y el rojo de las sirenas de la policía y con los haces blanquecinos que de vez en cuando llegaban desde el helicóptero que sobrevolaba Christiania. Todo mezclado con el carmesí de las lágrimas rápidamente resecas, amargo recuerdo de que en el fondo no era libre, de que era un ser inmortal encadenado a sus temores, prisionero de los últimos lazos que aún le vinculaban con el humano que fue una vez. O que cree al menos que fue una vez.

El calor en la garganta.

La sangre del vial le había provocado esa sensación, parecida a la de un trago de alcohol para un ser que aún respirara. Por un instante desearía poder perderse en la embriaguez como los mortales. Intenta engañar a sus propios sentidos entrecerrando los ojos en el proceso, pero en el fondo de su alma muerta es perfectamente conocedor de que sigue consciente, de que sus sentidos están en alerta.

De que su angustia no se cura con la Vitae.

Pero el calor es agradable. Vienen extraños fogonazos a sus pensamientos. El rostro del yonqui que se quedó en el piso. Las farolas de la autopista que está sobre el puente de Oresund, pasando una detrás de otra. Un mar de tinieblas bajo el puente. Olor a cera junto a uno más amargo que ha sentido ya en alguna ocasión. El olor lejano de la cocaína que conocía bien aunque no fuera consumidor asiduo. Y otros aromas más insustanciales, más étereos y difíciles de describir se agolpaban en sus venas muertas: el de la ambición, el de la supervivencia, el del miedo.

Laurent se dejó caer lentamente con la espalda apoyada en la pared. Recordó a su Sire. Era un auténtico bastardo, pero seguro que sería capaz de leer entre todas estas sensaciones. El Volgirre volvió a ponerse la máscara. Olía de un modo parecido a la propia Vitae que acababa de ingerir.

El yonqui, la máscara, la isla. Sus propias visiones extrañas en Saltholm. Los Verdaderos Daneses preguntando por él. Todo estaba frente a sus ojos, aunque no todo terminaba de encajar.

Quería escapar de Copenhague.

No podía escapar de Copenhague.

Kat.

Frío en la garganta.

[Pagliacci]

El toreador puso una máscara junto a la otra, la obtenida en el matadero, junto a la que acaba de encontrar. El regusto de la vitae corriendo por su garganta y las sensaciones difusas que le dejaba abotargaban sus sentidos. Parecía evidente que tras toda aquella intriga, todo aquel movimiento de piezas entre las cuáles era tan solo un peón, se encontraba un poderoso antiguo moviendo los hilos, el antiguo al que pertenecía esta sangre, quizás. El francés sentía un deseo, el impulso irreprimible de escapar, de huir de la ciudad y poner a salvo su pellejo, todo le indicaba que era lo mejor que podía hacer. Y, sin embargo, había algo en él que se lo impedía, que le bloqueaba, Kat.

Laurent Malalt buscó un lugar tranquilo de aquel refugio y dejó que el amanecer le encontrara. Tenía que ajustar cuentas con Isak, tenías que encontrarse con los Verdaderos Daneses tarde o temprano y tenía una idea esquiva, buscar al erudito Sven Aegesen. También necesitaba saber hasta que punto Stefan estaba implicado, aquella máscara reforzaba sus dudas entorno a su participación en el complot, tenía que significar algo. El contrabandista buscó durante sus últimos minutos antes del amanecer algún secreto oculto en aquel refugio, esperando alguna revelación que le diera sentido a aquel incoherente cúmulo de piezas distribuidas por el tablero.