Episodio 1. Fuego y Muerte

[Jebediah_Gogorah]

Jasper no esperó la respuesta de Laurent. De hecho cogió el brazo de Alex casi empujándolo para que lo siguieran.

- ¿Que hace este patán? Tanto ordenador le ha frito el cerebro. Tengo que sacarlo más a menudo... Perderse uno de los escondrijos de los contactos del jefe... los amigos de mis amigos, son mis amigos.

- Vámonos... ya tendremos tiempo de separarnos. Ahora mismo nuestra prioridad es saber que ha pasado. Miento... la prioridad es salir de aquí cagando leches - dijo disminuyendo el tono de voz, mientras veía como los haces de luz de las linternas de los polis bailaban en las habitaciones contiguas.

[Voivoda]

Hacedme una tirada de Astucia + Callejeo cada uno a dificultad 6.

Jasper. 6d10>=6-P
Alex. 5d10>=6-P
Laurent. 5d10>=6-P

A Jasper y a Alex los 10's les cuentan doble.

[Pagliacci]

[10*, 2, 6*, 7*, 4]-P = 3

[Ilitia]

[4, 10*, 5, 4, 1]-P = 0

Esto es lo que ha salido, menos mal que el 10 contaba doble.

[Jebediah_Gogorah]

[roll=80]6d10>=6-P[/roll]

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Que mala es la 'droja'

[Voivoda]

El sonido de las sirenas, los pasos de los agentes por los callejones del barrio, muchos de ellos apenas caminos de tierra que aún no han sido asfaltados por la oposición de los propios habitantes de Christiania, así como el jaleo que se organiza en el edificio en el que estáis al sentir la presencia cercana de la policía sume toda la escena en un caos que cada vez parece más incontrolable. Por mucho que el barrio sea un espacio autogestionado, tanto diurno como nocturno, también es cierto que es el lugar favorito para las redadas, las preguntas incómodas y las amenazas por parte del Estado y sus agentes.

Laurent es consciente de que Álex ha podido dudar de él, y que probablemente nunca termine de fiarse del todo... y también de que Jasper no está en plena posesión de sus facultades. Pero, no obstante, también es consciente de que en el mundo real, el que está al otro lado de las pantallas, es probablemente el que piensa con más rapidez. Quizá por eso le seguirán necesitando. Después de comprobar que Álex se queda algo paralizada, comprendiendo que no podéis salir por donde habéis venido (pero sin acabar de tomar la determinación de ir por un camino concreto), y después de comprobar que Jasper poco menos que va a ir donde vaya él, Laurent se mueve con rapidez por estrechos pasillos del edificio hasta llegar a un cuarto de basuras.

No es la salida más glamourosa, ni la que mejor huele, pero es la más discreta. Al cabo de unos minutos estáis en una especie de patio trasero ya dentro de los límites de Christiania. Es evidente que la policía está llevando a cabo algún tipo de redada, pero no tenéis ni el tiempo ni el interés de saber por qué. Al menos no Álex ni Jasper, que siguen a Laurent después de comprobar que parece saber muy bien por dónde se mueve. El Toreador sólo espera que sus contactos en el barrio se hayan escondido como saben.

Cerca de una hora después

La lluvia vuelve a caer con fuerza en plena madrugada cuando os bajáis del Uber en las inmediaciones de la comisaría de Policía en la que trabaja el detective Lindhart. Las luces encendidas en el tercer piso son la prueba del trabajo nocturno de su unidad, debidamente organizada como un equipo de trabajo para la noche con el objetivo de no levantar sospechas al mando del detective y chiquillo de la Príncipe Elsa.

Unos minutos más tarde

Alex y Jasper apenas han cruzado palabra. La decisión de Laurent era lógica, y su plan para salir de Christiania ha sido astuto. El Toreador nota cómo vibra su móvil, pero no tiene tiempo de atenderlo antes de que Lindhart aparezca ante vosotros.



Su despacho es una mezcla entre un salón de diseño, algo oscuro, y un homenaje al desorden. Hay papeles por todas partes, un exceso de fotografías (la mayoría de su mujer y sus hijos), periódicos abiertos, recortes de informes, post-its... Os invita a sentaros los tres juntos en un sillón. Jasper, aún bajo los efectos de la sangre contaminada, se deja caer literalmente, hundiendo su cabeza en la parte posterior. Se coloca en el medio, obligando a que Laurent y Álex se sitúen cada uno a uno de los lados. Por los ventanales veis caer la lluvia reflejada en las pocas luces que se ven en el exterior, sumido en un manto de espesa oscuridad.

- Tengo un menor de edad muerto, un análisis de toxicología cuando menos preocupante y un fallo de seguridad en Bloodspot. ¿Alguien tiene algo que decir antes de que intentemos arreglar esto?

[Ilitia]

Lindhart -piensa para sus adentros Alex- aquí está claro quien manda, desaparecen y sólo reaparecen cuando quieren algo de tí, en fin menos mal que nos sacan de marrones cuando hace falta.

Los tres vástagos se apresuran a seguir al comisario hacia su despacho, ya están lo suficientemente empapados.-Jasper, tío, recomponte- Alex no podía evitar ponerse tensa, ciertamente no estaba en su medio y su habitual humor había decaído. Se retiró la capucha empapada dejando ver sus mechones de pelo dorado, herencia de su madre. La chupa de cuero había dejado resbalar las gotas de agua de forma que su cuerpo estaba relativamente seco, si bien sus sensaciones respecto a la temperatura habían dejado de tener importancia, la humedad le resultaba insoportable, por suerte, casi siempre se encontraba disfrutando del ambiente interior de algún refugio.

Se sentó a la izquierda de Jasper, el sofá era quizás demasiado pequeño para tres personas adultas, afortunadamente ni Alex ni Jasper eran robustos por lo que se pudieron acomodar. La sensación que tenía en estos momentos era de estar sentada en el despacho del director del colegio con sus dos compañeros esperando el castigo. Tenía ganas de echarle en cara a Lindhart que no había respondido a su mensaje, pero la situación le invitó a contenerse.

- Supongo que lo que le pudiéramos contar usted ya lo sabe- Alex tampoco quiso dar más detalles acerca de lo que pudo ver en el vídeo y esperó que el toreador, al que la estrategia se le daba mejor, decidiese qué decir y qué no. En cuanto a los fallos de seguridad de la red y el análisis toxicológico, no tenía ni idea.

[Jebediah_Gogorah]

Las gotas de lluvia repiqueteaban sin cesar contra el cristal del gran ventanal del despacho de Lindhart. Desde él, se veían, casi como constelaciones, las pocas luces encendidas a esta hora de la noche en los edificios de enfrente. Jasper se dejó caer con cierta desidia sobre el sofá, hastiado, desolado. No era un cansancio físico en sí. Era más bien una condición sine qua non de su condición de paria, condenado eternamente a no prosperar.
Con una falta total de etiqueta, puso los pies sobre la mesa de Ikea, y hasta a él mismo le llegó su propio olor corporal, resultado de la calle y de sus encuentros con Scarlett. Una vez más, aun con las constantes exigencias de Alex, a Rohde le dio igual. Ya había tragado demasiada mierda durante su vida mortal como para ahora intentar mantener una compostura. Lo que no sabía el caitiff, es que ese propio descuido en sí, también lo marginaba, aún más, de la vida cainita.

Cómo siempre, se dispuso a levantar su particular mascarada de yonqui que no se entera de nada, que básicamente, consistía, en oír, callar y hacerse el loco... guardarte la información y luego tratar con ella. Pero el agujero en Bloodspot era demasiado jugoso, y le generaba tantas preguntas que no pudo contenerse:

- ¿Fallo de seguridad en Bloodspot?... Me hubiera enterado... ¿Que tiene sobre eso? - dijo reincorporandose en el sofa y estirando la mano a la espera de algún documento lleno de tecnicismos que el propio detective fuera incapaz de descifrar.

[Voivoda]

Lindhart chasquea la lengua y de un modo inconsciente, e innecesario por su condición de inmortal, se apoya en la mesa de su despacho. No disimula cierto desprecio hacia Jasper. Rohde da por hecho que será consciente de su falta de... afiliación formal. Está acostumbrado a las muestras de desprecio, si bien hace tiempo que no se ve especialmente afectado por ellas. A Álex, aunque no le gusta comprobar que su compañero está más colocado de lo que debía, realmente le hacía cierta gracia su actitud dispuesta, pero al mismo tiempo su falta de modales mal disimulada. Laurent espera un poco antes de decir nada. Había tomado esa costumbre desde hace tiempo y le solía valer para evitar caer a la primera por un camino de tránsito peligroso.

- ¿Os he dicho alguna vez lo que lamento que por ser lo que somos no llegaré nunca a la edad real de jubilación?

La pregunta de Lindhart flota en el aire sin esperar respuesta, como una simple muestra de cansancio. Aprovecha para contestar algún mensaje rápidamente en su móvil que vuelve a dejar sobre la mesa y con cierto hastío os mira de nuevo. Segundos después, toca algo en el reloj electrónico de su muñeca y se presenta ante vosotros un holograma flotante con la forma de una pantalla de ordenador que poco a poco va adquiriendo nitidez. Podéis ver algún tipo de registro horario. Líneas de texto una debajo de otra con algún tipo de código difícil de descifrar. Álex reconoce a la primera que se trata de un registro de conexión de servidores, una especie de vigilante digital que cada pocos segundos comprueba que todo está online como debe estar.

Lindhart sigue manejando su reloj y se sitúa en un momento concreto del registro y lo hace más grande.

214400SERVERBDSPT1OFF0,2SGS // SERVERBDSPTABELOFF0,2SGS // SERVERBDSPTBACKUPFAILED

214401SERVERBDSPT1ON

Que el servidor de respaldo de Bloodspot se llame "Abel" es algo que siempre le ha hecho una particular gracia a Jasper.

- Hace algunas noches, durante apenas unas décimas de segundo, toda la red de Bloodspot estuvo desconectada. Es una cantidad de tiempo pequeña, pero hemos podido comprobar que justo entre ese momento y su vuelta a estar online... es el momento justo en que alguien mató o dejó el cuerpo de un niño y tres personas más en la isla de Saltholm.

[Pagliacci]

Moverse por su dominio era para Laurent como el movimiento majestuoso de un felino en la sabana, conocía las calles, conocía cada rincón de aquellos maltratados suburbios, los nombres de los camellos, los callejones donde se vendía, las entradas a los canales, los escondites, las esquinas donde se ponían las putas. Él no era un rey lejano que no bajaba de su castillo, era el guepardo moviéndose entre lo arbustos, el león avanzando entre los árboles resecos de su sabana de cemento y acero. Avanzaron a paso ligero hacia la comisaría, Laurent notaba la vibración de su móvil en la chaqueta, odiaba aquel maldito aparato.

Cuando alcanzaron el despacho de Lindhart la mente del francés ya había esbozado una estrategia, necesitaban información, pero para obtenerla sabía que ellos tenían que ofrecer algo. Malalt se preguntaba si podrían ofrecer los servicios de Alex y Jasper para buscar a su hija, para aquello necesitaría su colaboración.

El despacho parecía la guarida de un hombre obsesionado, quizás aquello era lo que le hiciera buena en su trabajo. La cantidad de papeles y fotografías enmarcadas en las paredes ofrecían un atisbo a una mente muy trabajadora, perspicaz y atrapada en sí misma. Al principio, Laurent recorrió con la mirada aquellas frases y fotografías, esperando encontrar algo que pudiera usar más tarde. El ambiente allí era frío, melancólico, aquel tipo respiraba tristeza y dolor, era un hombre desgraciado. Fuera la lluvia seguía repicando contra el cristal, a su mente vino la imagen del agua lavando la mugre y la sangre de las calles, pequeños arroyos de hidrógeno y oxígeno cargando la negra corrupción de aquella ciudad.

Permaneció en pie, dejando que sus dos camaradas tomaran asiento en el cómodo sofá, pasear le ayudaba a pensar, por un instante dejó que estos ingrávidos pensamientos fluyeran libremente. Pero las primeras palabras del detective dieron de pleno en el centro de sus preocupaciones. Nuevamente aquel menor de edad muerto, Laurent sabía que aquel análisis de toxicología conduciría hasta sus drogas. Los problemas se acumulaban, trató a duras penas de mantener un rostro inexpresivo, aquello le llevó un instante que sus compañeros aprovecharon para tomar la iniciativa.

Que se fuera al infierno Bloodspot, aquello a él no le importaba, de pronto solo le preocupaba salvar el pellejo, evitar que descubrieran su implicación en todo aquello, no quería perder a Kat. Por increíble que pudiera parecerle, la amaba. Tendría que apretarle las tuercas a sus hombres, el estúpido que le había vendido las drogas a aquel mocoso no había tomado suficientes precauciones. No, era culpa suya, debía asumir aquella responsabilidad. Malalt deseó que sus hombres hubieran escapado a tiempo, aquellas sirenas, aquella redada sólo podía significar que iban tras los responsables de la muerte de aquel chaval.

Joder, quizás alguien tratara de implicarle, quizás él no fuera el responsable directo de aquella muerte, sino un cabrón retorcido que trataba de señalarle. Aquello no era sólo una sobredosis, habían ocurrido más cosas extrañas a su alrededor. Este pensamiento le ayudó a relajarse por un momento, prefería enfrentarse a un enemigo exterior que a su conciencia.

-Nosotros también tenemos algo para ti- dijo el traficante pausadamente, esperando a que alguno de sus camaradas le mostrara el vídeo del asesinato en directo al detective- Creo que a ti, como guardián principal de la Mascarada en esta ciudad, es algo que te interesa especialmente.