Episodio 2. MT Højgaard

[PeteryPan]

Alexander se siente descolocado por un momento. Tampoco buscaba una reacción semejante. Simplemente, quiere terminar la incomodidad de la situación resumiéndolo todo y expresando cada uno de los puntos posibles a seguir. Quizás dos noches sin desconectar ni visitar "el club" le pasa factura más de lo que quiere reconocer. Su cara muestra la sorpresa que siente. Cuando ambos acaban, intenta rebajar la tensión provocada.

- No he pretendido marcar una barrera, tal y como decís. Sencillamente, creo que tenemos entre manos un asunto muy peliagudo que abarca protagonistas de alto nivel y cada segundo que perdamos divagando nos alejará de la resolución de todo esto o, peor, provocará que quien esté detrás consiga lo que busca.

Sus cejas se arquearon en un gesto de "vosotros veréis", mientras sus manos se alzan en son de paz.

- Además, que haya dado a entender que esta reunión puede darse por acabada no daba por hecho que nos tengamos que separar o que no podamos seguir conversando... de camino.

Una medio sonrisa forzada adorna su cara, buscando la conciliación.

[Theazlin]

Pasan unos segundos antes de que Vincent reaccione; unos segundos cargados de tensión, unos segundos dilatados en el tiempo en los que Vicent mira a Alexander inquisitivamente intentando ubicar a aquel vástago que se había mostrado ciertamente hostil y que, seguidamente, sonreía en una actitud más taimada y conciliadora. ¿Acaso la intervención de Birgitte había sido tan determinante? ¿Se había sentido amenazado, tal vez, y daba un paso atrás simplemente por interés?
La convivencia entre vástagos podía ser compleja, es más, solía serlo; y las tensiones afloraban con facilidad. Muchas veces lo hacían tal y como había sucedido en aquella habitación: una chispeante detonación que precedía a un humo parsimonioso. Muchos vástagos se odian pero no pueden desatar la guerra entre ellos al mínimo desaire que creen haber sufrido. El mundo no podría sostenerlo.

- Lo entiendo perfectamente, Birgitte. Y lo comparto -dice Vincent mientras, sentado en la mesa, hace tamborilear los dedos de su mano derecha sobre la carpeta con la autopsia del crío sin apartar la mirada de Alexander-. Somos un equipo y como tal tenemos que comportarnos si queremos solventar este caso. Dicho esto -declara Vincent mientras da un pequeño golpe en la mesa y se levanta, cogiendo mientras tanto la carpeta y guardándola de nuevo en el maletín-, creo que hemos empezado con mal pie y ni queremos ni podemos permitirnos que desavenencias huecas perjudiquen nuestra labor -Vincent coge su abrigo y se lo pone para, seguidamente, recoger el maletín y recorrer los pocos metros que le separan de Birgitte y Alexander. Los recorre en silencio mientras piensa en lo rápido que se tuercen las cosas, en lo efímeras que son las emociones y en como gran parte de las decisiones que se toman encuentran sus cimientos en fugaces instantes que, muchas veces, se conforman impregnados, en los recuerdos, de pequeños matices que lo empañan todo. Una vez llega hasta ellos extiende la mano hacia Alexander- así que volvamos a empezar. Vincent Blackhill, investigador del clan y enviado a Copenhage para ayudar en lo que se tercie.

[PeteryPan]

Pese a que últimamente estaba sacando un lado más social y extrovertido, en situaciones como esta su naturaleza más hosca y reservada saca a relucir un porte animalesco como si protegiera una madriguera. Pero de natural racional, sabe que todo esto es una oportunidad para mejorar ante los ojos de la Pirámide, cosa que le daría más libertad y recursos para sus trabajos e investigaciones. Si todavía respirase, hubiera suspirado profundamente. Mirando a los ojos a este nuevo invitado, alarga la mano, con actitud conciliadora:

- Alexander Zabat, miembro de esta Capilla e investigador en Historia Antigua.

[DarkOsca]

Esto no ha hecho más que comenzar. Se han bajado los humos temporalmente pero ambos son fieras, cada uno a su manera. Aparte de avanzar en la investigación, habrá que conseguir que los 3 dedos formen parte de un puño.

-Birgitte Horm, amiga de Alex y espero que futura amiga de Vincent. Iremos a dónde queráis, pero tenemos que llegar a un acuerdo e ir juntos.

[Theazlin]

Vincent le dedica una sincera sonrisa a Birgitte mientras le estrecha la mano. No cabe duda de que las cosas podrían haber empezado mejor pero también podrían haber acabado mucho peor así que tocaba organizarse, buscar el bien común y dejar atrás los egos que podían entorpecer la investigación. Además, perder el tiempo no era algo del agrado de Vincent.

- Por lo que he entendido, Alexander tiene pendiente una visita al señor Lindhart. No me opondré a seguir esa pista, ni mucho menos -dice Vincent mientras se recoloca el abrigo y hace un gesto amistoso a sus hermanos de clan para que salgan por la puerta-. Una vez hayamos concluido, no obstante, sí que me gustaría que discutiéramos las opciones y nos estructurásemos. Una pequeña inversión de tiempo en pos de una mayor organización posterior. Si os parece.

Podía aceptar integrarse en un nuevo grupo; podía aceptar empezar con mal pie e incluso podía aceptar arrancar la investigación por un punto indeterminado, pero no iba a consentir hacer las cosas mal. No importaba si la razón para ello era la ineptitud, el descontrol, una lucha de egos absurda o la desidia; el fracaso no era una opción. "Y después te quejas, Vincent; si es que eres idiota" Piensa para sí mientras espera a que Birgitte y Alexander abandonen la estancia por delante de él.

[Voivoda]

Alexander conduce con suavidad por las calles de Copenhague, tratando de evitar las pocas avenidas con cierta concurrencia nocturna. Se concentra mejor en la soledad de las autopistas solitarias o, en su defecto, en las señoriales y anodinas calles de la capital danesa, en las que, haciendo honor a la fama de tranquilidad que tiene la ciudad, apenas hay movimiento a estas horas de la noche. Birgitte se pierde también en sus pensamientos en el asiento del copiloto al mismo tiempo que modula el volumen de la música instrumental que elige como compañía para todos. Ni tan alta como para no podáis hablar ni a tan poco volumen como para generar un silencio que aún puede resultar incómodo.

Tanto ellos como Vincent hacen sus cábalas mentales mientras veis pasar edificios, pasos de cebra, algunos pubs y multitud de empresas cerradas de noche. La luz de las farolas ilumina con una cadencia rítmica vuestros rostros. Aunque no sois conscientes de que los demás tienen esos mismos pensamientos, cada uno de vosotros siente de cierta manera una atadura espiritual hacia los intereses de vuestro propio Clan. Vuestras diferencias podrían convertirse en una debilidad como lo son muchas veces para otro tipo de Coteries. Eso os haría... vulgares. Vuestro Clan espera lealtad a toda la Pirámide y espera de vosotros que tengáis la capacidad de superar las diferencias por el Bien Común, entendiendo como Bien Común el crecimiento y fortalecimiento de toda la sangre Tremere. Es una responsabilidad que sentís de un modo innato en vuestra propia sangre, ya que corre por vuestras venas inoculada en vuestra propia Vitae.

Minutos después

La comisaría en la que trabaja el inspector Lindhart está particulamente bien diseñada. Ubicada en el principal distrito financiero de la ciudad, con buenos accesos al puerto, al puente de Oresund (que se extiende en el horizonte como si fuera una serpiente luminosa) y a las principales arterias de Copenhague, se sitúa en una zona casi desierta por la noche. El enorme panel luminoso que indica que hay una comisaría es útil para alejar a indeseables. Un escondite para una actividad vampírica situado en realidad a plena vista de cualquiera.

El interior es como el de cualquier comisaría que uno pueda imaginar después de haber visto centenares de películas, si bien apenas hay media docena de agentes, la mitad vestidos de civiles, trabajando en ordenadores con pantallas de poco brillo. Tienen un aspecto fantasmagórico, semejante al de grises funcionarios sin alma.

Lindhart os recibe en una especie de sala de reuniones cuyo interior no es visible desde fuera gracias a algún tipo de nanomaterial utilizado cada vez con más frecuencia en edificios y vehículos oficiales. Parece algo desaliñado en su aspecto, no del todo bien afeitado, no del todo bien peinado, con ojeras visibles y con una camisa no del todo bien planchada. Su mirada perdida revela una profunda melancolía, una especie de cansancio existencial permanente. Parece realmente muy poca cosa, pero no olvidáis (y lo habéis recordado de camino) que no deja de ser chiquillo de la propia Príncipe de Copenhague.

Os invita a sentaros en alguna de las ocho sillas dispuestas en torno a una mesa ovalada. En el centro hay una cafetera y varias tazas. Él la señala y escucháis por primera vez su voz, algo aguda.

- Podéis serviros. Nadie aquí dentro va a mirar su verdadero contenido.

Os miráis unos a otros mientras decidís qué hacer y tomáis asiento.

- Y bien... -dice mirándoos a los tres, aunque principalmente a Alexander que es con quien más relación ha tenido- ¿a qué debo esta visita?

Al escuchar de nuevo su voz, Alexander y Birgitte sienten un ligero dolor en la cabeza, una molestia pasajera, como la que teníais alguna vez de mortales después de haber dormido poco. Vincent percibe ese zumbido con una intensidad mayor y, apenas durante una décima de segundo, siente cómo si su campo de visión temblara ligeramente.

[PeteryPan]

Alexander conduce hacia el primer destino de aquel curioso trío, agradecido por estos momentos de tranquilidad, en los que cada mente divaga en sus propios pensamientos y preocupaciones. La ciudad se encuentra dormida, respirando en una soledad casi absoluta, relajada. Quizás por lo que sabe o por la ansiedad que le atenaza el alma desde que ha comenzado todo este asunto, Alexander aprecia este vacío con inquietud, como la calma que precede a una tormenta. Desea para sus adentos que no sea así, aunque últimamente siente que una canción oscura está sonando desde lo más profundo de sus rincones, una canción que susurra sangre, baile, pasión y salvajismo. Bailes orgiásticos en las cavernas de la Hélade... bacantes poseídas por el Dios... Su mente conduce automática mientras bucea por profundidades peligrosas. La espiral de danzas, ritos y caras retorcidas en un éxtasis sacralizado acaba derivando, en un mecanismo tan propio de las conexiones neuronales, en el recordatorio de la lealtad al Clan, en la obediencia a la Pirámide y en la importancia de conseguir buenos resultados en esta misión.



Tras un breve tiempo conduciendo, las luces de la comisaría asaltan el campo de visión del cainita, que conociéndose el camino ya aparca en el primer hueco que encuentra, alejado relativamente del destello producido por el edificio. Baja en silencio y espera que sus acompañantes hagan lo mismo para cerrar el coche, comprobando con la maneta que está bien cerrado. Y como cada vez que lo hace se acuerda, tarde, que aquel modelo, ofrecido por el Clan, no tiene maneta, que un detector activado cuando el coche está abierto es la única forma de abrir la puerta. Maldice sus viejos hábitos inamovibles entre dientes mientras se dirije hacia la comisaría. Abre la puerta y ofrece educadamente pasar a Birgitte y a Vincent, en un gesto que busca secundar el pacto que minutos antes habían acordado. Saluda con un escueto movimiento de cabeza a quienes se toman la molestia de mirarlos, saliendo de sus burbujas laborales, denotando total tranquilidad. Aunque no es un habitual, parte del personal lo reconoce y conocen la relación que posee con el inspector. Alexander los guía hasta la sala de reuniones donde alguna vez se ha reunido con él, repitiendo el gesto anterior de abrirles la puerta.

Cuando ve a Lindhart una sombra de preocupación recorre su rostro. No es que el inspector fuera una persona exhuberante y optimista, pero en aquel momento el cainita muestra un aspecto de profundo cansancio. Su voz suena más aguda de lo habitual y su parquedad hablando se acentúa. Acompañando ese sonido, un leve zumbido, como un desajuste de presión, atraviesa su cerebro, un leve malestar que parece contagiarle Lindhart en persona. Alexander, un poco descolocado por el recibimiento (visible e invisible), tarda unos segundos en reaccionar, pero finalmente se acerca a la máquina y se sirve una buena taza de "café", sintiendo cierto alivio a toda aquella situación. El sabor es algo... peculiar. Sonríe sin poder evitarlo, pues aquel cainita le había ayudado mucho en el pasado.

- Buenas noches, Lindhart. ¿Cómo estás? Te veo más agotado de lo habitual. Y creo que la causa es la misma que nos ha traído hasta aquí.

Sorbe de nuevo de la taza, mientras con la mano izquierda arrastra hacia atrás una silla cercana al inspector y se sienta.

[Theazlin]

La ciudad transcurre velozmente al otro lado de la ventanilla del coche mientras la mente de Vincent se pierde por los recovecos de sus recuerdos. Nota, sin ser consciente de ello, como la sangre que le insufla vida impregna su esencia recordándole, como si de una voz muda se tratase, que no importaba quién o qué, que no importaban motivos o rencores; que lo único importante, lo único que prevalece, era el clan. Un todo mucho más vital que la suma de sus partes, un todo relevante en el mundo y mucho mayor que la insignificancia que representaban Birgitte, Alexander y él mismo. Se trata de fugaces sensaciones que, por raudas, son apenas perceptibles pero que eficaces en su cometido, punzan el alma de Vincent en los puntos exactos para que su mente discurra hacia el destino adecuado.
Y su gran virtud radica en que son pensamientos esquivos a la mente, la cual se muestra incapaz de fijarlos y darles forma para que el consciente pueda interpretarlos. Como el viento, traspasan al brujo e, invisibles, se desvanecen antes de poder siquiera identificarlos.
Cuando Alexander aparca el coche, Vincent tiene la sensación de que la pequeña ebullición de ánimo entre su hermano de clan y él había sido mucho menor de lo que había parecido, denotando, en el fondo, el potencial del clan. Y entonces sonríe, sabedor de que el objetivo impuesto por sus familia está un poco más cerca ahora que no trabaja solo.

De camino a la comisaría repasa mentalmente el caso y los datos que sobre él dispone mientras observa a sus dos hermanos de clan. Ellos conocen a los vástagos de la ciudad, conocen con quién es mejor hablar y con quién mejor no, conocen sus temperamentos y, seguramente, algunos de sus entresijos. Y en una investigación no todo consiste en analizar datos objetivamente a través de una pantalla o de las anotaciones de un papel. A veces olvida que muchos son los caminos que pueden llevar a un único destino y, habitualmente, cegados por nuestro ego, pensamos que el que discurre bajo nuestros pies es el más adecuado, sino el único.

Tras acceder a la sala en la que se encuentra Lindhart, Vincent le dedica una sonrisa comedida, de presentación y, sin mediar palabra alguna, toma asiento al tiempo que declina momentáneamente la oferta de "café".

"Habrá que preguntar sobre el grupo encargado de la investigación que, aunque sea secreto, algo sabrá Lindhart sobre..." Y su pensamiento se ve interrumpido por un profundo zumbido que atenaza su mente desde dentro; un zumbido que tras invadir su oído y su mente cubre con un efímero velo oscuro parte de su visión antes de desaparecer. ¿Desaparecer? Vincent no está seguro si la sensación realmente se desvanece o es más como si su vista asimilase la negrura hasta absorberla y ya no ser capaz de distinguir entre el antes y el después.
Mientras sucede todo esto, Vincent tensa los puños aferrándolos al reposabrazos del asiento.

[Voivoda]

Alexander comprueba con una mezcla de deleite y de cierta sorpresa que el supuesto "café" es en realidad una peculiar Vitae con un sabor algo especiado. Después de un primer segundo de desconfianza, da por hecho que el propio chiquillo de la Príncipe debe en cierto modo su reputación a ser un tipo que no hace trucos de rata, por lo que sorbe con gusto la Sangre. Lindhart no es un tipo especialmente simpático ni valorado, pero su papel en la noche danesa está bastante definido: limpia los platos sucios. No es un matón o un envenenador... algo para lo que no sabéis exactamente de quién se vale la Príncipe de la ciudad, pero no es desde luego de su chiquillo policía.

Os llama la atención, acostumbrados a la burocracia y modales propios de vuestro propio Clan, que Lindhart no se tome más molestias en presentaciones. Tampoco le da más importancia al hecho de que Vincent no acepte la invitación a la bebida. Da por hecho que sabéis quién es y, o bien también sabe quiénes sois todos o bien no le da mayor importancia a esa información. El inspector, cuya mirada siempre parece algo perdida, se apoya en una de las paredes de la sala, lo que genera un peculiar efecto por el material del que está hecha, de modo que pareciera que el cristal se acomodara a su silueta y se dispersara y recolocara a su alrededor, como cuando un objeto se posa en el agua.

El zumbido parece atenuarse ligeramente, pero aún así no termináis de estar a gusto del todo. Miráis hacia los lados, hacia la puerta de la sala de reuniones, como si tuvierais que aseguraros de que hay una salida cercana. Tenéis una sensación creciente de inquietud, de incomodidad.

- Si os soy sincero -dice con su voz aguda y cansada- no estoy del todo seguro de qué de todo lo que está pasando os trae hasta aquí. El otro día me dijeron que vuestro... no sé cómo definirlo. ¿Vuestro tío o algo así? El profesor... -no estáis del todo seguros de si su manera de referirse a Lars es simplemente un modo de llamarlo de un modo que sea respetuoso para vosotros o si realmente no sabe muy bien cómo calificar al peculiar astrofísico y matemático-... Sigurdsson, el profesor Sigurdsson, sí, me dijeron que estaba un poco alterado por lo que anda circulando estos días por la Red. Supongo que por eso venís vosotros aquí, ¿no?. Pero no sé exactamente qué le alteraba ni que tiene que ver con vosotros, la verdad...

[DarkOsca]

No había tenido, hasta ahora, la oportunidad de hablar con Lindhart. No es un hombre que se deje caer con frecuencia por el Eliseo. Sin embargo, pese a sus rarezas, se le tiene por el mejor investigador de la ciudad. De nuevo la labor de Birgitte es la de encauzar la conversación hacia un contexto provechoso para todos los interlocutores.

-Precisamente estamos aquí para eso. Intercambiar información y atar cabos.

Por el momento es suficiente. Una declaración de intenciones. Hay veces en la que actuar con claridad ahorra tiempo y esfuerzo. La investigación va a llevar al trío de brujos a situaciones en las que no van a estar cómodos, en las que van a dudar de si seguir adelante. Pero deben hacerlo, por el bien del clan al que deben todo.