Episodio 4. ORMEHUL

[Nyxe]

Annelise no había sentido que le faltaba el aliento desde que Lars le dio el Abrazo, pero ahora sólo quería sentarse y respirar hondo, aunque supiera que no le fuera a servir de nada. No se parecía al Terror Rojo que había llegado a sentir las escasas veces que se había acercado a un fuego. El miedo venía de su mente racional. Aunque no estaba pensando de forma en absoluto racional en aquel momento. Por su cabeza no paraban de pasar escenarios terribles que desafiaban cualquier lógica posible. ¿Que pasaría si un efecto mariposa provocaba que ella misma no hubiese nacido? ¿Y si provocaban una grieta espaciotemporal que les aniquilase, o quedaban atrapados eternamente en alguna clase de bucle temporal? Annelise se estaba enfrentando de nuevo a un miedo que creyó haber dejado atrás la noche de su Abrazo. El miedo a lo desconocido, al vacío. A la nada y a la eternidad al mismo tiempo.

El miedo a la muerte.

Pero precisamente por eso, se detuvo y se giró de nuevo hacia Karen cuando esta sugirió que los Giovanni podían estar ahí. Exactamente el mismo miedo que tenía de lo que pudieran provocar por accidente, lo tenía de que los Giovanni lo hicieran a propósito. Pero no sabían si de verdad estaban allí. Annelise se volvió de nuevo hacia la puerta. No estaba cerrada con llave. Cualquiera que pasara por el aparcamiento la podía cruzar. Y si alguien lo hacía mientras se adentraban en el pasado, se encontraban con el mismo problema.

-Vamos a volver -dijo Annelise con una voz que haría pensar a cualquiera que realmente se estaba ahogando. -Esto tenemos que pensarlo con calma -le dijo a su tía de sangre. -Por favor- le suplicó.

[Victor_Krugger]

La idea de cincelar un futuro a su antojo verdaderamente le seducía, sin embargo, el escenario bélico en el que se encontraban era lo suficientemente hostil como para querer volver a su tiempo.

-Karen, entiendo lo que dices. Posiblemente ese calvo necrófilo de König haya descubierto la existencia de esta puerta temporal y por eso quería chantajearnos para quedarse con el edificio... si alguien ha entrado y sigue aquí, ya es demasiado tarde. No podemos quedarnos aquí ahora, están lloviendo, literalmente balas. Lo más lógico es que volvamos, hablemos con Greta y entre todos decidamos que hacer.

Hizo una pausa mientras fumaba de manera compulsiva.

-Nos vamos, pienso cerrar la puerta detrás de mí de manera que si alguien de nuestro tiempo ha entrado no pueda volver a salir hasta que decidamos que hacer... Vámonos Annie, ya he visto suficiente.

Sin mediar más palabras comenzó a andar hacia la puerta.

[Corso]

Karen sabía que ambos llevaban razón, pero no por eso le respondieron las piernas de inmediato. Al contrario, como un resorte al ser liberado, su mente libero una corriente de energía que le recorrió de arriba a abajo la espalda. Por unas décimas de segundo pensó que se trataba de la culpabilidad, que arañando su idea de lo que hasta entonces había considerado inmutable en su no-vida, ponía a prueba su determinación para con lo que estaba a punto de hacer.

La llamada de su propia sangre cobró eco al observar a Lars y Annelise volver a la puerta. Una voz interior que se hizo más fuerte, casi ensordecedora, cuando su hermano mencionó a Greta; sire de ambos, y por quien Karen aún sentía pasión y devoción. La Ventrue alemana seguía ejerciendo una fuerte influencia sobre su progenie a través de ese vínculo invisible, ese lazo casi irrompible, por el que la vitae es capaz de subyugar los anhelos propios en favor de los deseos, caprichos y ambiciones ajenos. Y era esa atadura, el profundo poso de la herencia inmortal, la que le estrujaba su muerto corazón; tiempo ha palpitante por expandirse más allá de la estrecha cavidad en la que el clan lo había encerrado; aún a riesgo de hincharse demasiado y explotar hecho pedazos.

Pero ¿Acaso no era el fin último por y para el que había sido creada? ¿No contaba ya con la aprobación de su propia madre en las tinieblas para desplegar su potencial como hija emancipada, y en última instancia, plena - por derecho propio - descendiente de Ventrue? ¿Cabía otro lugar para ella a esas alturas que no fuese doblegar sus limitaciones y aumentar su dignitas cuando se le ofrecía la oportunidad de hacerlo? ¿La misma grandeza del clan?

- No.

Y al decirlo en voz alto se dio cuenta de que aquella palabra no solo respondía a su hermano y su sobrina, sino a sí misma. A si aún albergaba dudas respecto a la decisión que había tomado hacía ya minutos, pero que hasta ese momento el fuerte vínculo que sentía para con su «familia» - y el sorprendente dolor ante la idea de que quizá no volvería a verlos- le había impedido exhalar.

- No sabemos si una vez volvamos a traspasar esa puerta tendremos la oportunidad de volver a cruzarla, y tampoco sabemos qué o quién puede aprovechar esa circunstancia - tenía que mirar a los ojos a ambos, así que, dio unos pasos adelante para quedar frente a ellos, esforzándose para que la agitación que sentía por dentro no se exteriorizase en un pequeño temblor de mano - No regresaré con vosotros, sino que os esperaré aquí...si decidís regresar. No puedo perder esta oportunidad.

Llevó las palmas de sus manos a las mejillas de Lars y le miró profundamente - Podría decirte que siento... lo del sueco... y que siento lo de esta noche, pero no te estaría siendo del todo sincera - alcanzó a suspirar - Sí que lo soy si te digo que sentiría tanto perderos que apenas puedo contener lágrimas de sangre en mis ojos, pero a quien miras ya no es la misma Karen de siempre, solo alguien con su mismo aspecto. Vuelve con Annelise, cuéntale a Greta lo que hemos descubierto y, después, haz lo que tengas que hacer. Nada puedo pedirte, quizá solo que no maldigas a tu hermana por intentar alcanzar aquello que rige en la sangre de nuestro linaje desde hace tantos siglos...

Acto seguido le besó con labios temblorosos en la boca, a todas luces sin connotaciones románticas, poniendo solo punto y aparte - o eso esperaba - al amor fraternal que habían compartido durante toda su existencia. Después miró a su «jóven» sobrina, se descordó el colgante con forma de perla sangrienta que llevaba al cuello y, tomando la mano de Annelise, lo dejó en su puño.

- Ve con tu sire y respeta a tus mayores, pues llegará un día en que ni uno ni otros podrán impedir que tomes tus propias decisiones y sigas tu propio camino. Ve, y si no volvemos a vernos, conviértete en aquello que te haga sentir orgullosa de ti misma. Esto es un regalo que reconoceré en cualquier «tiempo» en el que podamos encontrarnos, si es que volvemos a hacerlo. Recuérdame hasta entonces.

Acariciando suavemente su mejilla dio un paso atrás, buscando un lugar en el que esconderse y pensar hacia donde dirigirse en mitad de la batalla. Las nacaradas luces de las explosiones iluminaban el cielo, encendiendo como focos candentes lo que parecía el final del, quizá, primer acto de una obra en la que sus personajes tomaban caminos diferentes. Karen se puso en marcha sin más dilación, corriendo hasta la esquina más cercana, urgiendo a su coterie antes de desaparecer de la vista de ambos.

¡Vamos, marchaos de aquí!

[Victor_Krugger]

Lars se quedó helado, petrificado más bien. Si hubiese estado vivo su corazón habría dejado de latir en ese mismo momento. Por primera vez en mucho tiempo veía a su hermana viva, dentro de la posibilidad de las circunstancias, pero viva de verdad. Aquello le hizo pensar y replantearse la situación. Su situación.

Soy Lars Gustaffson, del clan Ventrue. Mi meta en esta existencia es conseguir que Dinamarca sea la mayor nación del mundo. He consagrado mi no vida al movimiento de los Verdaderos Daneses. Y qué mejor momento que este, me pregunto. Tengo aquí la mejor oportunidad para conseguir mis anhelos. Quién sabe, puede que aún estemos a tiempo de cambiar la historia y así cumplir con mi misión, pero… qué me sucede… ¿acaso tengo miedo? ¿miedo de qué? ¿de fracasar? ¿de morir en el intento? No, por Odín que ese no soy yo. No soy un cobarde, nunca lo he sido. Soy un maldito Vikingo Ventrue, estoy destinado a triunfar.

Lars se detuvo, miró a Annelise y esbozó una ligera mueca. Vista desde fuera habría quien podía decir que era una amarga sonrisa lo que se veía en las comisuras de sus labios. Esa sonrisa se esfumo como un suspiro. Ladeó la cabeza y la miró a los ojos. Sus ojos, humedecidos con un hilo carmesí proyectaban una mirada de orgullo. Prendió sus manos y la miró fijamente.

-Estoy muy orgulloso de ti, chiquilla mía. Pero no por quién te has convertido, que lo estoy, sino por la Ventrue que sé que llegarás a ser.

La sangre comenzó a emanar de ambos lagrimales pues la decisión había sido tomada. A pesar de estar llorando, el sangre azul se esforzaba porque su rostro no mostrase sentimiento alguno. Difícil tarea, pues se estaba despidiendo de su única hija en no vida. Aquella decisión que le dolía en el alma, era un decisión firme, dura, pero ante todo pragmática.

-Vete, no puedo dejar sola a Karen. Además, tu tía tiene razón. No podemos desperdiciar esta oportunidad. Ve, atraviesa esa puerta. Busca a Greta, cuéntale todo lo sucedido. Uno de los tres debe volver y reportar la existencia de esa puerta al pasado. Vete, no me hagas obligarte, por favor te lo pido.

Soltó sus manos y aun llorando, posó sus labios sobre la frente de su prole. Fue un escueto beso paternal tras el cual, el policía salió corriendo tras su hermana. Cuando llegó a su altura, dos carreteras escarlatas recorrían el camino que iba desde sus ojos hasta su barbilla. Aquella podía ser la última noche que viese a su chiquilla, pero por todos los dioses que aún no le había llegado el momento de ir al Valhalla.

[Nyxe]

Annelise se quedó totalmente paralizada ante la reacción de Lars y Karen. Tomó el colgante de Karen mirándolo como si no comprendiera lo que estaba pasando, y no reaccionó cuando ambos trataron de despedirse de ella.

Y es que verdaderamente no lo comprendía. ¿Cómo podían decir que aquella era una oportunidad que debían aprovechar? ¿Intentar cambiar su tiempo? ¿¡Se habían vuelto locos!? Annelise sintió que le faltaba el aire, y cayó de rodillas al suelo trantando de respirar. Pero por más bocanadas que diera, no aliviaba la sensación de estar ahogándose. El aire simplemente entraba y salía de sus pulmones, pero Annelise no sentía que el oxígeno le llegara, como si estos fueran simplemente una bolsa de cartilago y piel muerta.

-"Por esto dicen que el vampirismo es una maldición" -pensó Annelise mientras se forzaba a sí misma a dejar de respirar. Darse cuenta de que la sensación de ahogo estaba sólo en su cabeza le ayduó a aliviar el ataque de pánico. Pero no por ello le pareció menos grave la situación. Annelise alzó la vista y vió a su sire y a su tía de sangre alejándose, y pensó en la absoluta bomba de relojería que suponían adentrándose en el pasado.

-¡Por todos los dioses!- masculló, aunque en su mente era un grito de rabia. Annelise volvió la vista hacia la puerta, para asegurarse de reconocerla cuando regresara, y guardándose el colgante de Karen salió corriendo tras ellos.