[Lore] La Primera Cábala

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Alexander Weiss
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[Lore] La Primera Cábala

#1

Mensaje por Alexander Weiss » 23 Oct 2019, 12:32

LA PRIMERA CÁBALA

Por Phil Brucato (Porthos), material adicional de James A. Moore, Nancy Kilpatrick, Tina Jens, Beth Fischi y Búho-que-retrocede.

Un ensayo de Porthos Fizt-Empress

Muchos entre nosotros nunca han aprendido la historia básica de las Nueve Tradiciones. Estas breves biografías tienen la intención de “llenar las lagunas”, como suele decirse y dar un rostro humano a estas voces. Como cualquier sabio sabe, debes comprender a una persona para comprender sus palabras y acciones. He creado estos retratos a partir de la recolección, erudición y el registro del cristal que preserva las sesiones del Concilio en el Gran Salón de Horizonte. Indudablemente, los fantasmas de los Nueve añadirían más si pudieran hacerlo.
He intentado ser tan objetivo como me ha sido posible; debo admitir que mantenerme completamente al margen es imposible, y quizás no sea aconsejable. Como he mencionado, conocí a estos Nueve; todavía puedo escuchar sus voces, sentir su abrazo, recordar las sensaciones de maravilla y, sí, deseo, que experimenté en su presencia. Quizás sea la maldición de la longevidad –recordar a quienes han muerto tiempo atrás como si todavía estuvieran en la puerta de al lado. Creo que la senilidad mortal es un velo protector contra esos recuerdos y el dolor que llevan consigo. Sin embargo, un mago no puede tolerar ni soportar un velo semejante durante mucho tiempo. Debe permanecer siempre consciente o caer en el largo Crepúsculo, a menos que desee herir a la realidad con su locura cultivada durante años.
Estos son los rostros de los Nueve; no interrumpiré las palabras de los supervivientes. Quizás, recogiendo sus rostros y transmitiendo el legado de la Primera Cábala, añada mi propio testamento a esta colección. Sólo el tiempo decidirá el valor de estos fragmentos reunidos. El tiempo y tú, el lector.

LOS QUE MURIERON EN BATALLA

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EL BATINI – DAUD-ALÁ ABU HISHAM, IBN-MUQLA AL-BAGHDADI
El papel de Daud-Alá en la historia comenzó mucho antes de la reunión de la Gran Convocatoria y la creación de la Primera Cábala. Aunque nunca mencionó su verdadera edad, los Batini afirmaban que había vivido más de cuatro siglos antes de su participación en la Primera Cábala, lo que lo convertía en su miembro más anciano. Afirmaba haber matado a cientos de cruzados en su intrépida historia –un honor que no le granjeó el cariño de muchos de sus compañeros europeos- y haber luchado junto a Saladino en la Segunda Cruzada. La cimitarra que llevaba –un arma, que según afirmaba, no era tradicional entre su pueblo- la había conseguido tras arrebatársela a un capitán del ejército de Gengis Khan. Además de la cimitarra, Daud-Alá siempre llevaba consigo una espada corta, un tachi japonés, un arco largo, y varias jabalinas y lanzas de tamaño diverso. Practicaba noche y día con sus armas cuando la Primera Cábala se detenía, perfeccionando su maestría de las armas, así como la disciplina mental que lo hacía invencible en la batalla.
Sin embargo, su naturaleza contrastaba con su actitud guerrera, porque Daud-Alá, un nombre que significa “El amado de Alá” era un hombre de maneras gentiles y un temperamento amable. Al contrario que muchos magos Ahl-i-Batin, nunca trataba de imponer sus opiniones a los demás, y se enfadaba sólo cuando lo llevaban al límite. Sus compañeros a menudo se maravillaban de la ironía de un que hombre con tan poco odio y furia en su alma resultara ser uno de los guerreros más feroces, porque la proeza de Daud-Alá en batalla era insuperable. Derrotaba a sus enemigos con la fuerza pura desatada y la velocidad del rayo, y sus muchas armas tejían una danza musical que servía para transformar a un solo hombre en una compañía de soldados.
Este conocimiento también se extendía al reino de la magia, porque era gran conocedor de las Artes de Correspondencia, y también poseía un gran conocimiento de las Artes de las Fuerzas y el Espíritu. Utilizaba sus habilidades como explorador, a menudo desapareciendo durante varios días a la vez para descubrir posibles peligros u obstáculos que aguardaran al resto de la Primera Cábala. En una ocasión invocó a un djinn para que llevase un informe crucial al Concilio de las Nueve Tradiciones. Aparte de estas manifestaciones de poder, raramente utilizaba sus habilidades mágicas, prefiriendo confiar en su habilidad con las armas.
Daud-Alá también poseía conocimientos sobre muchos temas; a lo largo de su larga vida había estudiado muchos de los diversos lenguajes y culturas de Europa. Esto resultó un motivo de discordia para los otros magos de la Primera Cábala, porque su conocimiento a menudo superaba el de los representantes elegidos por las demás Tradiciones. Además de su persa nativo, el mago Batini hablaba con fluidez francés, se encontraba versado en inglés e italiano, egipcio, cantonés, árabe, mongol, griego y japonés, y también tenía un conocimiento limitado de latín. Conocía fórmulas cabalísticas, alquímicas y filosofía griega, y también era un gran erudito de la Escritura cristiana. Aunque había dedicado siglos a la labor de luchar contra los condenados cruzados, Daud-Alá mantenía un profundo aprecio por las doctrinas cristianas y le entristecía que los cristianos hubieran ignorado sus enseñanzas para iniciar una Guerra Santa. La Hermana Bernadette compartía su pasión por las enseñanzas de la cristiandad y descubrió que podía aprender muchas cosas de él. Los dos hablaban a menudo, y un tenue vínculo se estableció entre ellos.
Otros magos, como Louis DuMonte y Halcón Caminante, eran cautelosos en sus conversaciones con él, temiendo parecer ignorantes frente al ámbito de su vasta experiencia. Sólo Heylel Teomim, quizás debido a sus propios logros considerables, no parecía intimidado por el alcance de la inteligencia de Daud-Alá, y los dos compartieron muchas horas de conversación, ofreciéndose el uno al otro los tesoros de sus propias experiencias únicas.
Akrites compartía una relación única con el antiguo mago guerrero, porque el Batini representaba el epítome de lo que el Vidente de Cronos consideraba la Ascensión, la verdadera libertad de la perfección interior. El tiempo, según Akrites, era la clave para alcanzar la Ascensión. En el noble corazón y la tranquila sabiduría de Daud-Alá, Akrites veía la perfección y trataba al Batini con reverencia y respeto. Daud-Alá también respetaba enormemente al mago Extático, y compartían una amistad basada en sus orígenes compartidos en Oriente Medio.
Debido a que su gran edad lo separaba de sus compañeros, Daud-Alá era más inclinado a hablar que a escuchar. Sin embargo, el mago Batini solía mantenerse en términos amistosos con los demás miembros de la Primera Cábala, a pesar de sus obvias diferencias culturales y filosóficas. Sus compañeros reconocían, como él mismo, que se encontraba más iluminado que otros miembros de su Tradición. Se rumoreaba que mantenía un romance secreto con Brisa de Otoño, porque pasaban mucho tiempo solos y juntos. La verdad es que posiblemente intercambiaban sus conocimientos, ella en las artes marciales y él en el combate con armas. El único miembro de los Nueve con el que Daud-Alá tenía razones para discutir era Eloine; no podía aceptar sus celebraciones nocturnas, que realizaba a plena vista de sus compañeros totalmente desnuda. A menudo solía hablar a Eloine sobre las consecuencias de ese comportamiento para las mujeres en Persia. Eloine interpretaba sus expresiones de aturdida curiosidad como insultos personales a sus creencias y a su Tradición. Daud-Alá pronto aprendió a guardarse sus opiniones para sí mismo.
Sin embargo, a medida que pasaban tiempo juntos, las tensiones en la Primera Cábala se incrementaron. La insistencia de Daud-Alá en llevar el traje tradicional persa cuando el tiempo lo permitía provocó conflictos entre el mago Batini y sus compañeros; esta actitud ofendía especialmente al pragmatismo de Louis DuMonte, que nunca pudo comprender el gusto del guerrero por el lujo oriental. Algunos incluso cuestionaron la necesidad de sus periódicas pausas diarias para rezar en dirección a La Meca, que los demás consideraban un obstáculo para la velocidad de su urgente viaje.
Daud-Alá era una figura imponente, con grandes ojos oscuros y profundos como el cielo de medianoche. Eran el único reflejo de su verdadera edad, insinuando el paso de los siglos en las emociones que inspiraban, y la amargura de sus muchos años en sus arrugas cansadas. Su cabello negro, un poco más oscuro que su piel morena, le llegaba hasta los hombros. A pesar de su edad, su piel lisa y brillante la ocultaba, sólo interrumpida por las patas de gallo de sus ojos, que el sol hacía mucho tiempo que había bronceado. Una espesa barba y un mostacho afilaban los rasgos de los poderosos huesos de su rostro, y el turbante tradicional de su pueblo se añadía a la figura del guerrero. Nunca se lo quitaba, salvó en dos ocasiones que se le desenredó durante el combate. Un hombre valiente, fuerte y poderoso, Daud-Alá fue el brazo fuerte de la Primera Cábala hasta la batalla final y él cayó más que ningún otro en la mañana de la Traición de Heylel. Sin embargo, sólo un número aplastante de enemigos fue lo único que pudo derrotar a este extraño y único guerrero. Sus hazañas heroicas resonarán a lo largo de la historia y para siempre será honrado como uno de los más grandes de su Tradición.

EL EUTÁNATOS – CYGNUS MORO

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Un hombre de ascendencia medio griega y medio libia, Cygnus nació en 1399, el hijo de la esclava de un mercader indio, durante el caos provocado por la conquista de Timur el Cojo, Tamerlán, en la India. Aunque educado como musulmán, Cygnus (que entonces se llamaba simplemente Harún) terminó encontrándose con la secta prohibida de los adoradores de Kali que se oponían a la invasión turca. Su dramático Despertar, en la que tuvo una visión en la que copulaba con la propia Madre Negra, se produjo tras una victoria sobre los opresores turcos para liberar a un grupo de hindúes. De Cygnus, que tomó su nombre del portador griego del equilibrio, a menudo se dice que aprendió cuánto merecían algunos hombres la muerte de los amos de su madre y de los invasores de su hogar.
Cygnus siempre se mostró parcial hacia las mujeres; afirmaba que nunca había llevado la Buena Muerte a una mujer, pues las considera elegidas de la Madre Negra y la Gran Diosa. Aunque su educación era en gran parte oriental, mantenía un gran aprecio por la filosofía y la literatura de la Antigua Grecia y a menudo comparaba a Kali con Artemisa, una extraña muestra de ecumenismo para la época. Aunque nunca tomó esposa, tuvo muchos hijos con gran diversidad de amantes. A pesar de su comportamiento aparentemente caballeroso, se decía que Cygnus trataba a cada mujer como si fuera una diosa encarnada, lo que puede explicar su popularidad entre el bello sexo.
Desde la perspectiva de la doctrina cristiana y musulmana, este mago inusual era un sirviente del maligno; sus hábitos personales entre los que se encontraba una promiscuidad bastante moderna, no lo hacían muy querido entre los magos del Coro Celestial. Sin embargo, fue un hombre profundamente sabio, ferozmente leal a sus amigos y conocedor del saber de una docena de culturas. Como Brisa de Otoño, Cygnus era hábil y rápido aprendiendo, especialmente lenguajes. Su conocimiento de lógica, matemáticas y diversas doctrinas religiosas era impresionante. Antes de matar a alguien, Cygnus investigaba a sus objetivos, y a menudo los seguía durante días o incluso semanas antes de determinar que había llegado el momento de su muerte. Este hábito le llevó a perfeccionar sus habilidades en el sigilo, la observación y la intriga. Cuando llegaba el final, el Mago de la Muerte se aseguraba de que fuera tan rápido e indoloro como fuera posible.
Por extraño que pueda parecer a quienes temen a los Eutánatos, Cygnus Moro era conocido por su amabilidad y generosidad; con frecuencia daba comida y limosna a los mendigos y campesinos y sirvió como confidente a varios miembros de la Primera Cábala. Puede que sus principios humildes y su dura juventud le enseñaran a simpatizar con los desposeídos. Sus “candidatos” para la Buena Muerte tendían a ser enfermos crónicos, ladrones avariciosos y las personas crueles de forma deliberada. Si alguien lo ofendía intentaba convencerle de su error; quien terminaba razonando era perdonado. Quienes rechazaban las advertencias de Cygnus normalmente terminaban muertos.
Este Eutánatos puede que haya sido el mago que convenció a sus compañeros de que aceptaran un nombre griego para una Tradición mayoritariamente oriental. Su magia no era impresionante ni poderosa; se dedicaba a influenciar las probabilidades y acelerar la decadencia de las estructuras o de la mente. Posiblemente fue elegido por su elocuencia y su sutileza, características ausentes entre algunos de sus compañeros de la Primera Cábala. Aunque él y Brisa de Otoño no se llevaban bien, se ofendieron mucho menos que la mayoría de los miembros de sus Tradiciones. Podía ser sorprendentemente agradable cuando quería, algo que algunos magos consideran que puede estar relacionado con su dominio del Arte de la Mente. Era un hombre alto y musculoso, con cabello negro rizado y piel lustrosa y oscura, lo que convertía a Cygnus Moro en una figura imponente que otorgaba fuerza a sus argumentos y belleza a su seducción. Sus ojos negros parecían brillar con un fuego gélido cuando sus pasiones se agitaban, y su voz tenía el tono de un viento fuerte atravesando una caverna. Mágico o no, su carisma era innegable.
Su habilidad con las armas también era impresionante; sólo Daud-Alá y Brisa de Otoño podían igualarle en un combate sin magia. También era un excelente estratega, aunque el Maestro DuMonte podía superarlo fácilmente en ajedrez y certamen. Cygnus se ejercitaba con frecuencia, casi como una forma de meditación; su resistencia fue puesta a prueba cuando sus odiosos torturadores lo interrogaron. Puede que temieran su fuerza o su habilidad para destruir la madera, la piedra y el acero (que utilizó en una ocasión en un intento frustrado para liberar a Eloine), o puede que simplemente intentaran someterlo a él primero para que sirviera de ejemplo a los demás prisioneros. En cualquier caso, murió tras una larga agonía. Los testigos afirman que sus gritos sacudieron los muros de su mazmorra y que sus maldiciones mataron a un grupo de inquisidores.
Dentro de la Primera Cábala, el Heraldo del Equilibrio era tratado con un respeto aprensivo. Al principio Daud-Alá sentía desagrado por él, pero pronto comenzó a tratarlo como un hijo adoptivo, tomándolo bajo su tutela como un padrino. De no haber sido por las objeciones de la Hermandad Akáshica, Cygnus Moro podría haber liderado la Primera Cábala. El líder, Heylel Teomim, lo trataba con respeto y buen humor. El Maestro DuMonte escribió que Cygnus Moro era: “…un hombre cuya generosa compasión sólo es comparable a su habilidad para eliminar a los indeseables de su vista. Suyo es el poder del hombre que no necesita ninguna prueba de su virilidad.” De hecho, tras su muerte, Cygnus Moro fue llorado por un gran contingente de hijos y amantes cuando su cuerpo destrozado fue recuperado de su prisión. Diez mujeres se inmolaron en su funeral, para horror de sus compañeros del Concilio. Tanto en la muerte como en la vida, Cygnus Moro dejó una impresión inolvidable.

LA HERMANA AKÁSHICA - BRISA DE OTOÑO

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Aunque joven e inexperta, Brisa de Otoño fue elegida por los emisarios Akáshicos del Concilio por su entusiasmo sin igual, su naturaleza generosa, su habilidad marcial y su fluido conocimiento de inglés, francés, mandarín, japonés, árabe, griego, latín, gaélico y varios dialectos africanos e iroqueses, además de su cantonés nativo. Antes de su trágica muerte a los 30 años, Brisa de Otoño también dominó la habilidad para leer y escribir hebreo, sánscrito y runas del alto y el bajo germánico. Sólo su capacidad para dominar lenguajes la convertían en una figura impresionante entre los magos del Concilio.
Como maga, Brisa de Otoño disponía de un formidable arsenal de maniobras de Do y un talento natural para la empatía y la telepatía. Como mujer era una persona de corazón abierto, curiosa y extrovertida, con una lengua agradable e ingeniosa. No solía andarse con indirectas, pero podía mostrarse encantadora cuando necesitaba serlo. Algunos magos se sorprendían por su conducta “incorrecta”, pero otros la admiraban por su mente rápida, su atractivo y sus reflejos.
Los malos hábitos de Brisa de Otoño eran casi tan destacados como sus virtudes. Su temperamento era legendario; con frecuencia rompía objetos durante sus repentinos estallidos de ira y ofendió a muchos con sus discursos directos. De un grupo de Cultistas del Éxtasis adquirió el vicio por los alucinógenos y la magia estimulante –vicio que pasó de ser un experimento marginal a una casi adicción al final de su vida. Aunque no tan sensual como los Verbena, a Brisa de Otoño le gustaban las relaciones rápidas –y no siempre con hombres. Aunque raramente consumaba sus deseos, las pasiones de Brisa de Otoño a menudo se manifestaban en arranques de celos o un aislamiento frío. Podría parecer que la maga Akáshica se sentía atraída por la filosofía de los Verbena, pero sintió rechazo por la mayoría de las brujas célticas con las que se encontró. Este rechazo no le impidió aprender su lenguaje; ¡de hecho podía intercambiar insultos con las más deslenguadas! Podría decirse que Brisa de Otoño se sentía a la vez fascinada y repelida por las cosas que suponía que interferían en su Arte. A la luz de esta opinión, con frecuencia hablaba de las muchas encarnaciones que tendría que soportar antes de alcanzar la perfección.
Los detalles sobre sus primeros años son fragmentarios; no solía hablar de su vida antes de unirse a la Hermandad Akáshica. Se sabe que nació con el nombre de Jiu Ling, cerca de la costa del Pacífico, y a veces hablaba de su infancia a bordo del barco pesquero de su tío. Un Maestro de la Hermandad Akáshica se acercó a Jiu Ling cuando acababa de iniciar la adolescencia. Sus padres, asumiendo que ingresaría en un monasterio budista, la dejaron que siguiera al Maestro, y así lo hizo. Brisa de Otoño, como fue llamada, rápidamente se ganó el respeto de los ancianos por su intelecto y las reprimendas de su mentor por sus pasiones desatadas. Acompañó a una delegación Akáshica al Concilio de las Nueve Tradiciones e hizo muchos amigos (y unos pocos enemigos) entre las incipientesfacciones de magos. Cuando comenzaron las votaciones para formar la Primera Cábala, Brisa de Otoño era la primera de la lista.
Quienes conocieron a la chica (tenía sólo 17 años cuando asistió a la Gran Convocatoria) quedaron impresionados de una manera u otra. Se dice que era grácil como un sauce y fuerte como un trueno. Era una mujer baja –alrededor de 1,65 m- y esbelta, con rasgos inusualmente afilados para una mujer china. Sus oscuros ojos castaños eran vivaces y curiosos. La longitud de su cabello negro variaba; se afeitaba la cabeza varias veces (normalmente después de cometer un acto que consideraba indigno para la Hermandad Akáshica), pero en ocasiones lo hacía crecer mediante la magia hasta el final de su espalda y a veces más, cuando se sentía especialmente orgullosa de sí misma. Tendía a vestir con ropas amplias y ligeras para disponer de libertad de movimiento, pero en ocasiones adoptaba la forma de vestir de las muchas tierras que visitó la Primera Cábala. Aunque curiosa, raramente hablaba por el placer de hablar; normalmente sus conversaciones tenían el propósito de aprender o descubrir algo nuevo.
El Hermano Brisa de Otoño (Nunca se refería a sí misma como “Hermana”) evitaba a Cygnus Moro; se dice que había luchado contra él años antes, durante una disputa entre los Hermanos Akáshicos y los Magos de la Muerte. Daud-Alá la fascinaba por su gran conocimiento y habilidad con los lenguajes. Él le enseñó muchas de las lenguas que aprendió a lo largo de la Gran Convocatoria y los dos se hicieron amigos rápidamente. Aunque algunos de los miembros de la Cábala especularon que su relación iba más allá de la amistad, si en realidad fue así siempre se comportaron de forma muy discreta. Mantuvo un debate constante con el Maestro Louis, pero lo respetaba como un hombre erudito y honorable. Su muerte aparente debido a la Paradoja la hizo entrar un estado de furia asesina, y consiguió acabar con doce hombres mundanos y dos magos antes de que las heridas y la magia de sus enemigos la derrotaran definitivamente.
Se dice que una encarnación moderna de esta gran maga vive en algún Reino Akáshico. Desconozco la verdad sobre este rumor, pero me pregunto cuánto de su personalidad ha pasado a su descendiente, si es que existe.

EL MAGO HERMÉTICO – MAESTRO LOUIS DUMONTE, MAESTRO DE FUERZAS, HERMES BANI CASA QUAESITOR

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De la misma manera que la poderosa marea sube y baja en silencio, de igual manera toda energía tiene la fuerza que constituye su templanza. Para la Primera Cábala esta fuerza era Louis DuMonte, un hombre de juicio sólido con un ojo agudo para la justicia. El Concilio sabía que la Primera Cábala era una mezcla caótica de poderes dispares unidos para alcanzar un objetivo común, y determinó que era sabio incluir a alguien que ejemplificara estabilidad y equilibrio. El mago Hermético asumió la posición de solucionar las disputas, porque siempre permanecía firme en sus principios pero su mente permanecía abierta a los puntos de vista y las filosofías que eran los fundamentos de sus compañeros de las Tradiciones. Pocos dudaban de su reputación como un juez justo e imparcial y todavía menos fueron quienes afirmarían que fracasó en mantener el noble objetivo y propósito de las Nueve Tradiciones.
Creo que debo hacer un gesto de disculpa a este mago Hermético, porque al principio no confié en él ni consideré que fuera el mejor candidato para acompañar a la Primera Cábala. Era un hombre oscuro, retraído y problemático, atormentado por los problemas de su turbulenta juventud –porque había sido víctima de de la desafortunada violencia de la Orden de la Razón. Aunque era un amigo de confianza y aliado del Maestro Baldric LaSalle, que fue el primero que nos animó a participar en la Gran Convocatoria en el inminente Tribunal, desde el principió pensé que Louis redujo las divisiones entre Tradiciones. Paralelamente, las dispares Casas de Hermes se consolidaron, unidas en una misma Tradición.
Louis DuMonte nació en la Casa Guernicus o Casa Quaesitor (“La Casa de los Jueces”), como era llamada y fue educado bajo su tutela. Fue firmemente leal a su Casa, comprendiendo mejor que yo que cada Casa era una Tradición en sí misma, con su propia historia y su propia belleza. No deseaba que su Casa ni ninguna otra se viera forzada a someterse a los límites trazados por la Gran Convocatoria. En aquel momento me encontraba tan fascinado por la noción de un orden mágico unificado que estaba ciego a sus peligros potenciales. Sus argumentos me enfurecieron y lo consideré desleal a la causa Hermética. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que realmente su postura era una señal de fortaleza, porque Louis siempre examinaba las perspectivas diversas, y nunca permitía que sus pasiones lo desviaran. En algunos aspectos, esta carencia de emotividad fue un defecto incapacitador –pero lo convirtió en una fuerza de equilibrio dentro de la Primera Cábala, el ojo de la tormenta, por así decirlo.
Atribuyo la objetividad de Louis a las tragedias tempranas que sufrió; cuando era muy joven, la Orden de la Razón descubrió su Alianza y dirigió a las fuerzas de la Inquisición en un asalto contra los magos de su Casa. Louis perdió a sus padres, y también a muchos de sus amigos y familia, en aquella trágica batalla. Esta tragedia le llevó a aislarse y enterrarse en el estudio de las Artes Herméticas. Se rodeó de un caparazón psicológico, manteniéndose distante del mundo exterior.
Esta tragedia también lo impulsó a comenzar lo que se convertiría en la verdadera obra de su vida: el diseño de una fuerza que abarcara todas las tradiciones mágicas, que resistiera a los crecientes poderes de la Iglesia y la Razón. Antes de ser elegido para formar parte de la Primera Cábala, Louis sirvió como mensajero e intermediario para el Maestro Baldric de la Casa Tytalus, trabajando para establecer los lazos necesarios a través de los que se forjaría la Gran Convocatoria. Sus actividades atraerían la atención del Concilio.
Como he mencionado, al principio no apoyé el nombramiento de Louis DuMonte como miembro de la Primera Cábala, pero mostraba tal maestría en su Arte, así como un conocimiento admirable de la magia y la religión –sin duda adquirido a lo largo de sus primeros años de confinamiento- que había pocas alternativas lógicas.
Al principio, Louis resultó difícil de comprender para el resto de los miembros de la Primera Cábala. Un hombre tranquilo, de pocas palabras y comportamiento reservado, los suaves ojos grises del mago Hermético reflejaban pocas emociones, pero lo observaban todo impasibles. A menudo se mantenía apartado, prestándose voluntario para avanzar por delante de los demás, instalando su tienda aparte y quizás, subconscientemente, preparando el campamento. El resto de sus compañeros, más inclinados a establecer rápidas amistades –y rivalidades amistosas- interpretaban su conducta como una especie de rechazo hostil, y la mayor parte del tiempo preferían dejarlo en paz con sus asuntos.
Su comportamiento tranquilo pronto demostró ser una ventaja. Como hablaba con tan poca frecuencia, sus palabras recibían mayor atención; de esta forma sus opiniones tenían más peso y eran mejor consideradas, por encima de todos los demás, excepto quizás, Heylel. El propio Solificato a menudo requería el consejo de Louis, especialmente cuando, como ocurría frecuentemente, el grupo se dividía por una diferencia de opiniones. Como resultado, una amistad implícita, basada más en la confianza y en el respeto mutuo que en un intercambio de palabras, se estableció entre los dos. Tras el liderazgo de Heylel Teomim, la Primera Cábala a menudo acudía a Louis para resolver sus disputas, para tratar de encontrar soluciones que agradaran a todos, incluso salvando las distancias que separaban a las diferentes Tradiciones.
Buscando siempre la sencillez y el pragmatismo, Louis se vestía con sencillas túnicas marrones de fibras bastas y ásperas, muy adecuadas para las condiciones de un viaje duro. El mago Hermético daba poco valor a las comodidades materiales. Llevaba un amuleto de plata grabado con lo que parecía un infinito diseño de runas, un anillo con un sello dorado de una balanza perfectamente equilibrada, y un ábaco para utilizar en los rituales de su magia: estos tres objetos constituían sus posesiones más valiosas. Rechazaba el amor de Daud-Alá por los elementos de su vida como guerrero –las múltiples armas que abrillantaba y afilaba cada día- y su insistencia en vestirse siempre siguiendo las costumbres de su pueblo sin importar el lugar por el que viajaran. Quizás era a Eloine a quien más admiraba, porque ella no necesitaba pertrechos de ningún tipoy su Tradición le permitía ser libre de llevar incluso la más pequeña pieza de ropa. A menudo la observaba mientras cantaba y bailaba, percibiendo con envidia la facilidad y la elocuencia con la que expresaba sus emociones con su voz y su cuerpo. Sin embargo, también la encontraba extraña e intimidante, por lo que siempre procuraba mantenerse apartado. De hecho, su rechazo era tan completo que rara vez hablaban. Pocos serían capaces de adivinar la pasión que latía bajo su fachada firme y fría.
El viaje con la Primera Cábala endureció a Louis; aunque era ligeramente obeso cuando comenzó el viaje, pronto se volvió esbelto y musculoso, aunque incluso así era bastante robusto. Midiendo sólo 1,60 m, era el más bajo de la Primera Cábala. Aunque su edad parecía de mediada la cuarentena, la barba y el mostacho que enmarcaban su pequeña nariz y sus labios estaban salpicados de gris y su cabello había comenzado a caerse. Las tragedias que habían marcado los comienzos de su vida lo habían llenado con amargura, más inclinado a fruncir el ceño que a sonreír. Sin embargo, tenía una mirada joven en él que parecía inconsistente con su papel como juez y árbitro.
Durante mucho tiempo me he preguntado qué ocurrió a lo largo del viaje que llevó a Louis a cambiar de opinión. Aunque siempre de mente abierta, la desconfianza férrea de Louis hacia las demás Tradiciones se incrementó y se hizo cada vez más aparente a medida que la Primera Cábala viajaba por Europa, así como su insistencia dogmática por la veracidad de sus propias creencias. Su odio por la Iglesia provocó conflictos con la Hermana Bernadette; sus sentimientos xenófobos provocaron la ira de Halcón Caminante, Daud-Alá y Brisa de Otoño, aunque nadie ha podido explicar del todo el vínculo que se estableció entre él y Cygnus Moro; disfrutaba con la compañía del mago Eutánatos más que cualquier otro miembro de la Primera Cábala. Quizás el encanto natural y la generosidad de Cygnus de alguna forma eran la llave para llegar a los pensamientos más celosamente guardados de Louis. Sin embargo, nunca fue capaz de superar del todo la amargura que llevaba consigo, tanto por la pérdida de sus seres queridos como por lo que percibía como el maltrato de la Orden Hermética a la que había dedicado toda su vida.
Poco a poco Louis comenzó a suavizar sus convicciones contra la Orden de la Razón. Nunca cesó en sus críticas hacia la Iglesia, y defendía que algún día Iglesia y Razón terminarían separándose. El tiempo daría veracidad a sus argumentos.
¿Quién puede decir cuáles fueron las sutiles fuerzas que llevaron a la Primera Cábala a su destrucción final? Quizás fueron las convicciones del mago Hermético, su creciente disgusto hacia algunos de sus compañeros, lo que finalmente inclinó la balanza hacia la fatídica decisión de Heylel. Quizás culpemos a uno solo de sus miembros cuando los nueve miembros de la Primera Cábala contribuyeron a su manera a su destrucción.
Al final, Louis DuMonte luchó con valentía, hasta que finalmente fue consumido por el fuego de su magia, invocado para defender las vidas de sus compañeros y la misión por la que se habían unido. Confío hasta hoy en que la esencia de la convicción ardió con más brillo que nunca entre las llamas del Mago Hermético. Nadie puede dudar que incluso en esa batalla final, la lealtad de Louis a la Primera Cábala fue completa.
Última edición por Alexander Weiss el 08 Nov 2019, 12:08, editado 1 vez en total.

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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#2

Mensaje por Alexander Weiss » 23 Oct 2019, 12:38

LOS QUE SOBREVIVIERON PARA DEJAR SUS TESTIMONIOS

LA HERMANA DEL CORO CELESTIAL – BERNARDETTE

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En mi recuerdo, Bernardette no es tanto una mujer como un pájaro fino y delicado, grácil y hermoso y no del todo de este mundo. Era una curandera de verdad, cuyo maravilloso don fue manipulado para propósitos viles por quienes trataban de utilizarla. Aunque vivió durante unos trescientos años y su tiempo en la Primera Cábala sólo ocupó una pequeña parte de sus experiencias, Bernardette parecía siempre pura e inocente de pensamiento. Quizás existían ciertas verdades sobre sí misma a las que se resistía; quizás estaba asustada por el mundo peligroso que contemplaba, y deliberadamente cerraba sus ojos. Ciertamente, el largo camino de sus viajes la dejó llena de cansancio, heridas y amargura. Pero como la primavera que sigue a un largo invierno, continuó componiendo su poesía en años posteriores; cualquier miedo y pena ocultos con los que cargase quedaron siempre encerrados en su interior.
El tiempo y el lugar de su nacimiento tuvieron gran importancia modelando la vida de Bernardette; sus primeros años resultaron ensombrecidos por la aparición de la mano de hierro del fanatismo religioso, una crisis económica que azotó Francia, y la aparición de la Peste Negra. Juana de Arco había nacido cinco años antes en el hogar de la Hermana Bernardette en Domremy, Champaña, un hecho significante a la luz de la destacable experiencia de Bernardette: como la famosa líder religiosa, afirmaba haber sido visitada por ángeles cuando cayó enferma cuando era niña. Afectada por una fiebre peligrosamente alta, entró y salió de la consciencia. Como más tarde describió, durante ese período unos seres angelicales acudieron a ella y le revelaron muchas cosas maravillosas, impartiéndole un conocimiento vasto y sagrado. Así fue el Despertar de su Avatar. Quizás fue este roce con la muerte lo que concedió a Bernardette los maravillosos poderes curativos por los que todavía sigue siendo conocida.
Tras su experiencia sus padres la enviaron lejos de Domremy, entregándola a la Segunda Orden de los Dominicos –los teólogos conocidos como los Frailes Negros, que dirigían la Inquisición- y a un voto de pobreza de por vida. Esta vida de devoción religiosa fomentó en Bernardette una pureza de pensamiento que ella nunca dejó de alimentar, porque ella sólo veía el mundo en términos de blanco y negro, bien y mal –o cristiano y hereje. Los fines matices de gris que se encontraban entre ambas fronteras estaban más allá de su comprensión. Cuando las cosas no eran perfectas según su cuidada perspectiva, se esforzaba por hacer que lo fueran. Esto se reflejaba en su habilidad curativa: imponía sus manos sobre el espíritu dañado y lo refinaba hasta lo que consideraba que era la forma más pura. Para Bernardette, los teólogos de la Orden, los cristianos, eran buenos; los magos que cometían herejía contra las doctrinas eran, a sus ojos, malos.
De todos los magos entre los Nueve, sólo uno sospechó el papel que Bernardette había jugado en la Inquisición antes de unirse al Coro Celestial y comenzar sus viajes. Era el mago Batini Daud-Alá, el antiguo guerrero cuyo conocimiento de las Escrituras cristianas sobrepasaba de lejos el de Bernardette. Aunque muchos cristianos habían sido enemigos suyos, Daud-Alá tenía gran reverencia por las enseñanzas de Cristo, tanto que se había pasado la vida oponiéndose a los creyentes descarriados. Veía la vergonzosa ironía que se encontraba detrás de las sangrientas Cruzadas, y por eso había jurado que destruiría a los cruzados. Daud-Alá cuidó mucho de la joven (a sus ojos) cantora, porque ella, también, apreciaba la pureza de la religión cristiana. Aunque Bernardette nunca se dio cuenta de esto, él atesoró las canciones que ella le cantaba en transcurso de sus discusiones, porque las consideraba expresiones hermosas de sus sentimientos por su religión, sin alterar por las complejidades de la doctrina. Su error se encontraba en intentar incrementar la profundidad de su conocimiento por la Escritura; Bernardette llegó a resentirse por el conocimiento superior de Daud-Alá, y su admiración inicial por el Batini pronto se convirtió en amargura. Daud-Alá, cuyos ojos antiguos hacía mucho que habían desarrollado la habilidad de ver más allá de las superficies, vio en su reacción una respuesta a su culpa. La propia Bernardette era una cruzada más; ella, en nombre de la cristiandad, había utilizado sus poderes para destruir a los enemigos de la Inquisición. La cantora del Coro Celestial ocultaba ciertas verdades que no quería que fueran oídas.
Aunque reconocía la pureza y la bondad del alma de Daud-Alá, la distancia entre la cantora y el guerrero sabio se hizo cada vez más amplia, incrementada más todavía por el hecho de que ella misma nunca había aprendido a leer. Para ella, constituía una habilidad frívola. Por este fallo, muchos de sus compañeros de la orden de los Dominicos la trataban con burla. Esto constituyó un secreto celosamente guardado durante los muchos años de vida de la Hermana Bernardette, y puede explicar su desagrado por el erudito mago Hermético Louis DuMonte, a quien juzgaba arrogante por su conducta.
Aunque la palabra escrita nunca atrajo la atención de Bernardette, todavía hoy sigue siendo reverenciada como una de las mejores cantoras del Coro Celestial –de hecho, muchas de sus canciones todavía se encuentran en los archivos de la Tradición. Se comunicaba solamente a través de la canción, un talento inusual pero no desconocido en una Tradición basada en la música. Entre sus habilidades mágicas poseía una capacidad extraordinaria para manifestar proyecciones de sí misma, cada una con su propia voz dentro del diseño de la melodía de Bernardette; mediante este método la cantora debatía consigo misma, a menudo durante la noche, porque rara vez dormía. Aunque la mayoría de los miembros de la Primera Cábala la respetaban, unos pocos, como Brisa de Otoño y Halcón Caminante, encontraban esta costumbre muy inquietante. A medida que pasaba el tiempo sus compañeros se distanciaron de ella, temerosos de sus continuos cantos.
Aunque cuando se unió a la Primera Cábala era una mujer de unos cuarenta y cinco años, su apariencia infantil llevó a sus compañeros a tratarla como si fuera una joven frágil, siempre protegiéndola y defendiéndola del peligro. Un poco más alta que Louis DuMonte, Bernardette parecía más pequeña al lado del austero mago, porque su delgada figura era fina y ligera como la de un pajarillo. De hecho, sus compañeros se sorprendían de la profundidad y el poder de las voces que resonaban desde el cuerpo menudo de la Hermana. Su cabello negro como el plumaje de un cuervo, estaba cortado al estilo de un paje, incrementando su encanto inocente, y sus brillantes ojos azules asomaban bajo sus párpados como un reflejo de los cielos. Se vestía con unas sencillas ropas negras que parecían ser muy pesadas sobre sus delicados hombros, lo que servía para enfatizar sus ojos azules y sus finos labios rojo borgoña. Hasta su cara era como la de un pájaro, con mejillas altas y afiladas y una larga nariz puntiaguda.
La predisposición de Bernardette a ver las cosas sólo en términos de blanco o negro constituyó una fuente de tensión en sus relaciones con sus compañeros; era incapaz de aceptar ciertos elementos de sus naturalezas, y también en sí misma. El mago Extático, Akrites, resultó ser un desafío para el voto de castidad de la cantora, porque aunque lo consideraba un pecador, se sentía atraída por su encanto enigmático. Los Extáticos afirman que Akrites sedujo a todos los miembros de la Primera Cábala, pero encuentro difícil de creer que Bernardette terminara cayendo ante el poder de su directa sensualidad. Lo más probable es que la sensación de atracción por Akrites sólo provocara que se distanciara más del mago Extático.
Una inestable amistad surgió entre Bernardette y Eloine, porque se dice que las dos compartían un vínculo espiritual, destinadas a encontrarse a lo largo de muchas vidas, como amigas, amantes o encarnizadas enemigas. Desde el principio se entendieron bien, y el vínculo entre ellas resultó evidente para toda la Primera Cábala. Sin embargo, en el viaje de sus vidas, la tenue confianza de las dos mujeres estaba destinada a fracasar. La espada que las separó fue Heylel Teomim, el inexplicable líder del grupo, cuyo poder era tan grande que atrajo a todos los miembros de la Primera Cábala a sus brazos, física o metafóricamente. El abrazo de Bernardette fue sólo metafórico, pero Eloine consumó su amor por Heylel. Después de que ambos comenzaran a compartir su tienda, la amistad que había surgido entre las dos mujeres se marchitó rápidamente. Bernardette desarrolló desconfianza y sospecha por Eloine, emociones que puede que surgieran de los celos, porque Bernardette nunca sucumbiría a los deseos secretos que ella también sentía por Heylel.
¿Sobrevivió Bernardette a las torturas que sufrió a manos de los magos de la Cábala del Pensamiento Puro durante su encarcelamiento? Físicamente, claro está, sobrevivió para cantar una canción sobre su ordalía. Sin embargo su religión tenía tanto control sobre ella que nunca aprendió a ver el mundo más allá de cómo la Biblia lo pintaba. A sus ojos, los magos eran ángeles –y hasta los ángeles podían caer de la gracia de Dios- ¿Quién entre nosotros puede culpar a este espíritu puro pero tímido en su búsqueda para curar las heridas oscuras del mundo? A mis ojos ninguna otra música ha sido mejor que la que tocó este mundo al final, el Coro Celestial, que ha conservado en prosa lírica la vida de la Hermana Bernardette.

EL CUENTASUEÑOS – HALCÓN CAMINANTE

Un hombre de pocas palabras, discurso directo y aspecto salvaje, Halcón Caminante parecía a ojos de muchos un primitivo sin iluminar. La verdad es que este hombre medicina del pueblo Seneca demostró ser un curandero hábil y un visionario sabio, un hombre que compartía un vínculo poderoso con la Madre Tierra y el reino de los espíritus. Admito que los talentos del Cuentasueños me sorprendieron en su momento, acostumbrado como estaba a la rígida disciplina académica de la magia Hermética. La relación del indígena Seneca con el mundo se encontraba y se sigue encontrando completamente fuera del alcance de mi experiencia. La sabiduría de Halcón Caminante procedía de la Tierra. Reconocía que todas las cosas de la naturaleza –animales, plantas, árboles, rocas y agua- tienen una energía vital que las une al Gran Espíritu, el dador de vida y creador del universo. Conocía el lenguaje de los espíritus y los llamaba mediante plegarias y ceremonias. Las respuestas llegaban en la forma de crepúsculos y nevadas, vientos favorables y lluvias de primavera- efectos muy diferentes de las destacadas manifestaciones de poder de la magia Hermética, las voces del coro celestial de Bernardette, o la naturaleza mutable de los Solificati- pero igual de poderosas.
Con su altura, porte orgulloso y vestimenta colorida, Halcón Caminante era en todos los aspectos un clásico jefe guerrero; por esto al principio sus compañeros se sentían atemorizados por él. Louis DuMonte, el erudito, albergaba serías dudas sobre el alcance de su aprendizaje mágico, considerándolo poco más que un salvaje. Sólo Akrites y Eloine apreciaban la imagen de nobleza exótica del indígena Seneca; su forma de vestir rivalizaba con el propio gusto extranjero del mago Extático. Halcón Caminante llevaba su cabello peinado en una cresta, y a menudo se la teñía de rojo o la adornaba con plumas de colores; a ambos lados de la cabeza se afeitaba el pelo con afilados raspadores de concha. Sus ojos eran negros y críticos, reflejando poco pero absorbiendo mucho de lo que veían. Su piel oscura tenía el tono del cuero, curtida por su larga exposición a los elementos. El Cuentasueños se vestía con pieles suaves y secadas al sol, llevando sólo un taparrabos cuando el tiempo era más cálido, pero añadiendo perneras y una camisa de caza o un gorro de piel de ciervo en los días más fríos. Nunca se le veía sin un colorido cinturón de fibras vegetales a la cintura, del que colgaban las bolsas que contenían sus preciosas medicinas. Estaban teñidas y decoradas con púas de puercoespín, como los suaves mocasines que llevaba para caminar sobre cualquier tipo de terreno. Coloridos pendientes de concha adornaban los lóbulos de sus orejas, bandas de cobre estampado circundaban sus poderosos brazos musculosos y en ocasiones lucía un collar de garras de oso.
Educado como un guerrero, Halcón Caminante se convirtió en jefe de su pueblo con dieciséis años, después de que su padre y su madre fueran asesinados en un ataque contra su aldea. Durante muchos años guió a su pueblo en la senda de la guerra, sediento de venganza, y su tomahawk se tiñó de rojo con la sangre de sus enemigos. Sin embargo, se encontraba destinado para un propósito más grande que una muerte vengativa, aunque heroica. Tras resultar gravemente herido en una emboscada durante una de sus incursiones, Halcón Caminante quedó yaciendo indefenso en el suelo y sangrando cuando un espíritu lobo se apareció ante él. El lobo le prometió que salvaría su vida si enterraba su tomahawk y seguía la senda del curandero. Halcón Caminante aceptó y dio la espalda para siempre a los días de guerra. Tras su Despertar aprendió con la ayuda de los espíritus a utilizar hierbas y plantas para curar a los enfermos y heridos. Pronto fue conocido entre los pueblos por su milagrosa habilidad curativa.
Halcón Caminante también era un visionario; las profecías a menudo venían a él en forma de sueños o durante sus danzas ceremoniales. Fue una de esas visiones la que llevó a embarcarse en un peligroso viaje a través de las aguas hasta llegar a una nueva tierra, donde finalmente se unió a la Gran Convocatoria. Sus visiones, armonizadas con las fuerzas espirituales del mundo natural que lo rodeaba, guiaron a menudo a la Primera Cábala, leyendo las señales de peligro inminente. Pasó mucho tiempo en plegarias y meditación, que en ocasiones resultaron ser motivo de irritación para los demás. Junto con las meditaciones de sus compañeros, estas paradas a menudo provocaban más demoras.
Los años de viaje por una tierra extranjera fueron difíciles para el mago Cuentasueños, porque se encontró en un mundo extrañamente privado de vida, lleno de lugares yermos y campos donde los árboles y la vegetación crecían alterados y retorcidos. A sus ojos las ciudades que atravesaba estaban llenas de una terrible enfermedad, no mucho mejor que una plaga natural, que sofocaba a las plantas y animales vivos que habían prosperado antes. Añoraba los vastos bosques de su tierra, que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, donde un hombre podía retirarse para cazar, pescar y meditar. La furia del guerrero que había reprimido en su interior se hizo cada vez más intensa a medida que continuaban viajando, como su añoranza por volver a sus tierras nativas.
A pesar del hecho de que sus compañeros magos no podían comprender sus creencias sencillas y sus profundos lazos con el espíritu de la Tierra, Halcón Caminante forjó estrechas amistades con varios miembros de la Primera Cábala. Quizás fue de la compañía de Akrites Salonikas de la que disfrutó más, porque el Vidente de Cronos podía contar una historia mejor que los renombrados narradores de la tribu de Halcón Caminante, y poseía un agudo interés por el conocimiento herbal. Los dos a menudo compartían una pipa mientras intercambiaban historias de sus experiencias. Como Akrites, Halcón Caminante creía que Daud-Alá era noble y sabio, pero a menudo discutía con él por cuestiones de religión: no podía comprender por qué el Dios de Daud-Alá no era igual para todos, o por qué tenía que leer sobre camisas de hojas para escuchar la palabra del Gran Espíritu.
Brisa de Otoño tenía un lugar especial en el corazón de Halcón Caminante. La Hermana Akáshica era feroz en batalla –un rasgo que el curandero admiraba, aunque él mismo había renunciado a esa senda- y tenía un espíritu noble, disposición para aprender, y una tendencia a la risa que a menudo iluminaba su propia solemnidad. Era demasiado viejo para tomarla como esposa, así que simplemente se limitaba a disfrutar de su compañía. A veces le enseñaba sus técnicas de combate, sigilo y rapidez en batalla –un conocimiento que había adquirido en sus días como guerrero-. Y descubrió que era una estudiante dispuesta y rápida. Sin embargo, no pudo enseñarle cómo escuchar el viento, o a hablar con los espíritus de los pequeños animales que a menudo le seguían. Halcón Caminante fue para Brisa de Otoño una sabia figura paterna y un mentor gentil, pero sus profundos silencios la dejaban perpleja. Sólo ella veía la tristeza que a veces asomaba a sus ojos cuando la observaba practicando sus técnicas de combate con el mago Batini.
Halcón Caminante no confiaba en Heylel Teomim –ningún animal de la naturaleza guardaba semejanza con el hermafrodita, y la existencia mutable de Heylel estaba completamente fuera de su alcance. Creía que los espíritus se habían apoderado del cuerpo del mago Solificato y luchaban por dominarlo. Las apasionadas discusiones y debates en los que Heylel atraía a sus compañeros eran incomprensibles para el mago Cuentasueños; porque el pueblo Seneca discutía de forma diferente: cada participante hablaba sólo una vez durante largo tiempo y después, en silencio, escuchaba a sus compañeros. Los largos debates que Heylel iniciaba sólo confundían a Halcón Caminante, porque no podía dar sentido a tantas palabras que no llevaban a una conclusión aceptada. Sus sentimientos hacia Heylel se oscurecieron después de que iniciara su relación con Eloine, a quien consideraba una hermosa hija de la Tierra, envenenada por una voz más oscura.
Tras sobrevivir a la batalla con los esbirros de la Orden de la Razón y a las torturas a manos de la Cábala del Pensamiento Puro, Halcón Caminante regresó finalmente a su tierra natal con su pueblo, advirtiéndoles de la inminente amenaza que había presenciado en sus viajes. Aunque desde entonces se convirtió en un líder poderoso y respetado de la tribu Seneca, la terrible derrota de la Primera Cábala –y la pérdida de su querida Brisa de Otoño- le hirió profundamente; y algunos de su propio pueblo incluso se preguntaron si no se habría vuelto loco como resultado de sus aventuras. Ferozmente leal al propósito de la Primera Cábala, Halcón Caminante fue quien quizás realizó el mayor sacrificio, porque los largos años que pasó viajando por tierras extranjeras poco a poco consumieron su alma. Todavía queda mucho por aprender de esta enigmática figura, porque hablaba en un lenguaje más profundo e intenso que las simples palabras: el lenguaje de los árboles; la poesía de los sueños.

EL SOLIFICATO – HEYLEL TEOMIM THOABATH

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El líder de la Primera Cábala de los Nueve, cuyo nombre se traduce como “Las luces gemelas del lucero del alba”, fue quizás el más extraordinario de todos los magos que la formaban –y el más insondable. Heylel Teomim, el creador de la legendaria Piedra Filosofal, fue el producto de la amalgama alquímica de dos entidades, el intento de crear la unión perfecta entre los elementos masculino y femenino de la psique humana. Aunque Heylel es la prueba de la prodigiosa superación de los límites de la alquimia, esta extraña y hermosa criatura es en conjunto un fracaso trágico; los individuos cuyas almas se convirtieron en una en Teomim no pudieron unir del todo sus seres separados para producir una fusión total. La existencia de Heylel estuvo constantemente marcada por el conflicto interno, una crisis de identidad surgida de la incapacidad de abrazar la unidad de su espíritu. Esto se refleja a su tendencia a cambiar en el uso en la conversación de “yo” y “nosotros” cuando se refería a sí mismo, a veces en la misma frase. En aras de la sencillez hablaré de Heylel en términos masculinos cuando me refiera a él, aunque el mago no era hombre ni mujer, pues ambos sexos estaban contenidos en el mismo cuerpo.
De la historia de Heylel sabemos poco. Antes de su transformación era Iulius de Médici y Mia de Napoli. El primero era el hijo más joven de una rica familia italiana; aunque los rumores sugieren que pudo haber sido un hijo bastardo, estas afirmaciones nunca han podido demostrarse. Poco después de su Despertar y del descubrimiento de su talento “hechicero”, Iulius fue desposeído, separado del negocio familiar y privado de su herencia. De no haber sido abandonado con tanta brutalidad, es posible que nunca se hubiera embarcado en la senda que le llevó hasta los Solificati y sus milagrosos descubrimientos alquímicos.
Mia de Napoli fue abandonada cuando era pequeña; he sido incapaz de determinar quiénes fueron sus padres. Fue criada literalmente en las calles, y rápidamente aprendió a sobrevivir en los peores barrios de Nápoles. Todo lo que se sabe con certeza es que trabajó como prostituta y ladrona. Se rumorea que también trabajó para un asesino, pero este rumor parece exagerado para la época. Cómo Iulius y Mia se encontraron constituye un tema de especulación, pero su papel en la historia de la Tradición Solificati es incuestionable.
Algunos dicen que fue el proceso de unir a los dos seres lo que llevó a Heylel a crear la Piedra Filosofal, que se rumorea altera la materia y concede la inmortalidad, y fue por esta razón por la que Teomim consiguió una elevada posición entre los Nueve. Sin embargo, yo no comparto esta teoría particular, porque considero que semejante logro no puede haber sido accidental. Los rumores persistentes sobre la Pera de Oro de Bottger –que supuestamente concede a quien la come los secretos de la Piedra Filosofal- aporta más peso a mis objeciones.
Esta fusión era imperfecta; el aspecto físico de Heylel cambiaba de un día para otro, alternando entre rasgos predominantemente masculinos y femeninos, aunque algunos rasgos eran comunes a ambos aspectos. Cambios sutiles en la altura y el color de ojos, así como en el crecimiento de los pechos o la sombra de la barba, marcaban la dirección de los cambios. En conjunto, Heylel tenía cabello castaño oscuro con reflejos dorados, que caía en ondulaciones que se extendían hasta sus hombros. Su rostro era de forma oval y estrecha, con un ceño fuerte y una nariz larga y puntiaguda, y labios sensuales. Sus ojos entrecerrados cambiaban de forma intermitente del castaño, al verde y al azul, proporcionando una cualidad sobrenatural al aspecto de Heylel. A menudo, los miembros de la Primera Cábala se encontraban mirando fascinados a Heylel, como si este ser cambiante hubiera llegado de una tierra mítica o de otro tiempo para vivir entre los humanos ordinarios. La verdad es que poseía una hermosura antinatural. Ya fuese en forma femenina o masculina, las manos de Heylel eran largas y elegantes, su piel lisa y suave. Cuando hablaba, lo hacía con elocuencia para destacar sus palabras. A menudo antes de presentar un argumento o iniciar una discusión, se mostraba profundamente pensativo o concentrado, como si escuchara los susurros de una voz interior; fueran o no sus dos almas interiores, ofreciéndole sus pensamientos, sus ideas y sus sabidurías, las palabras que pronunciaba parecían haber sido inspiradas en otro mundo.
Aunque pocos en el Concilio llegaron a comprender a Heylel, lo eligieron gustosamente líder de la Primera Cábala. Su aire noble, nacido del conocimiento de que estaba más cerca que cualquiera de la verdadera perfección, conquistó la confianza de los demás. Era firme, pero no condescendiente, señalando los fallos y responsabilidades en las palabras y acciones de sus compañeros, y su dirección de la Primera Cábala fue hábil y sutil. El mago Hermético Louis DuMonte fue el aliado más estrecho de Heylel en la cábala, porque confiaba en la objetividad de Louis y a menudo encontraba refugio en su compañía de la carga de sus pasiones conflictivas.
La vívida elocuencia de Heylel también actuó en su favor. Sus críticas se convertían en elogios mediante el tono y la música de su voz; las discusiones y debates en que participaba se volvían fructíferos y los participantes se sentían recompensados. Entre las lenguas que conocía, Heylel Teomim hablaba con fluidez su nativo italiano, alemán, francés, griego, inglés y latín, así como fragmentos de chino y picto. Heylel no sólo hablaba con palabras, sino también con todo su cuerpo, caminando y gesticulando mientras se encontraba en medio de un discurso apasionado. Heylel fomentaba debates continuos entre sus compañeros sobre temas de importancia política, religiosa y filosófica, y se mostraba siempre abierto a sus perspectivas, escuchando con interés genuino antes de presentar sus argumentos en contra. Raramente permitía que sus emociones influyeran sobre sus palabras, aunque no se esforzaba en suprimir su sentido del humor, y se reía de corazón de las bromas de sus compañeros mientras viajaban para iluminar senderos oscuros.
A su manera, cada miembro de la Primera Cábala estableció algún tipo de vínculo con Heylel. Como se encontraba tan cerca de la perfección, los demás lo consideraban la respuesta a una necesidad, un elemento para llenar el vacío de sus almas. Fue quizás el mejor amigo del reservado Louis DuMonte; ciertamente fue el único miembro de la Primera Cábala que comprendió de verdad el dolor del mago Hermético, y fue el primero en percibir el beneficio de su enorme sabiduría práctica. Para Akrites, Heylel fue una poderosa figura paternal; alcanzó el delicado equilibrio de amistad y disciplina que le permitió conquistar el aprecio y la lealtad del Vidente de Cronos. El antiguo Daud-Alá descubrió en Heylel a un igual en intelecto, el primero en muchos años, que le permitió descubrir nuevos pensamientos y experiencias, porque Heylel era una criatura como ninguna otra que el viajero persa se hubiera encontrado en su existencia de siglos. La perspectiva de Heylel extendió los límites de la comprensión de Daud-Alá sobre el mundo.
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, el respeto y la confianza de los magos de la Primera Cábala hacia Heylel Teomim comenzó a resquebrajarse; erosionado por las dudas y envidias. Halcón Caminante, un hombre de creencias sencillas y pocas palabras, nunca llegó a confiar del todo en el mago Solificato. Hermoso en su aspecto masculino y femenino, Heylel en ocasiones inflamaba las pasiones de sus compañeros, incluyendo a la casta y santa Hermana Bernardette. Creo que sólo Eloine llegó a consumar su deseo por Heylel. Quizás este romance trágico fue el único error fatal de Heylel, porque la atención que prestó a la hermosa maga Verbena afectó a una alianza que ya se tambaleaba. Sus profanas e inexplicables emociones hacia Heylel llevaron a muchos magos de la Primera Cábala a distanciarse de él, mientras sus mezquinas disputas les llevaban a separarse unos de otros. Al final fue quizás el comportamiento de sus compañeros lo que impulsó a Heylel a cometer su Traición definitiva.
Los verdaderos motivos de sus acciones siguen constituyendo un misterio, y no impondré mi propio juicio aquí, aunque debo reconocer que a lo largo de mi larga vida he comenzado a cuestionarme mi propia condena implacable hacia su persona.

LA VERBENA – ELOINE “ELEGIDA Y AMADA”

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Encuentro difícil mantener mi compostura académica al escribir sobre Eloine. Cuando era joven, conocí a su familia; cuando me hice un hombre, la deseé; cuando me convertí en mago, la reverencié, como hicieron cada uno de los Nueve. Su espíritu pareció florecer después de su iniciación entre los Elegidos; mientras que antes parecía una llama danzarina, después ardió con fuerza, como un infierno. El corazón roto que conocí cuando regresó a Horizonte, angustiada, con su cuerpo y su espíritu rotos, ha reverberado durante siglos. Sólo la muerte de mi primera esposa, Catharina, y la desesperación que se incrementa en mí con cada intriga que surge dentro de estos muros, es comparable al dolor que sentí cuando contemplé lo que nuestros ideales, y el suyo, habían hecho a la mujer que amé.
Afectos pasados aparte, Eloine, llamada “Protectora” y “Amada”, jugó un papel especial en la historia de nuestro Concilio: engendró gemelos de su unión con el Gran Traidor, gemelos que desaparecieron en la leyenda cuando el padre luchó contra la madre. El misterio de estos ilustres gemelos ha provocado muchas especulaciones, pero ninguna respuesta confirmada. Debieron de haber jugado algún papel trascendental en el siglo siguiente si es que llegaron a sobrevivir; No puedo creer que el Destino ignorarse los frutos de una unión tan magnífica, aunque trágica.
Cualquiera que haya sido el destino de sus hijos, la Elegida Verbena era una mujer memorable; aunque no tan sabia como Brisa de Otoño o Daud-Alá, ni tan formidable como el Maestro DuMonte o Cygnus Moro, Eloine era una Adepta poderosa por derecho propio, con un don intuitivo por las Artes elementales y un respeto sincero por los hijos de la Madre. De todos los Nueve, sus ideales eran los más puros –y los más frágiles.
Como Brisa de Otoño, Eloine era joven cuando acudió a la Gran Convocatoria. Su padre y su madre eran dos magi Despertados con la sangre de los Wyck primordiales en sus venas y compartían amistad con la Prima Nightshade. Se encontraban entre los primeros magos que habían acudido a su llamada de unidad, aunque habían permanecido en su hogar en la costa de Irlanda hasta que Eloine cumplió casi quince años. Antes de viajar a Horizonte, la familia protegía a los aldeanos locales y perseguía a los esbirros que habían sobrevivido al “aciago” encuentro del General Wyndgarde con Nightshade. Sorprendentemente, Eloine no tuvo hermanos; fue educada como hija única, nadando en el afecto de sus padres y absorbiendo sus enseñanzas y su Arte. Cuando viajó con ellos a Horizonte, era una hechicera poderosa, con un Avatar fuerte y un entusiasmo sin límite.
Confieso que me quedé prendado al ver la metamorfosis de la niña; la recordaba de cuando era pequeña, y ahora era una mujer sensual que bailaba, llena de vida, fuerte y seductora. Aunque en confianza no podía cortejarla antes de su iniciación, la vigilé de lejos. Se dice que descendía del linaje real de Boadicea, y que emitía esa nobleza salvaje con cada gesto. Su lustroso cabello pelirrojo se extendía por su espalda, y sus ojos, como mármol verde, insinuaban tiempos más antiguos en sus profundidades. Mostraba su cuerpo voluptuoso con libertad, para escándalo de los magi más ascéticos, y siempre caminaba descalza salvo durante el tiempo más duro. Su sensualidad era una cualidad natural, nada exagerado o calculado, sino que procedía de su afinidad con la Madre Tierra. A pesar de su actitud, en muchos sentidos era una inocente: al contrario que las Videntes Bacantes, que disfrutaban de su lujuria con completa indulgencia, Eloine se reservaba a sí misma. En la mayoría de los casos los pocos amantes que eligió procedían de su Tradición –hasta Heylel.
No hablaré mucho de la relación entre ellos; los Recuerdos que ella misma nos ha dejado nos ha hecho convertir las especulaciones en cotilleos. No puedo negar que me siento celoso de su unión (cuando finalmente oí hablar de ella) pero la vida de Eloine siempre le perteneció. El celo con el que abrazó el Destino la dejó quebrantada cuando finalmente la marea se alejó de ella.
Su magia procedía en gran parte del éxtasis de la danza y de la canción; con ellas era capaz de tocar el pulso de la Tierra y el mundo espiritual. Como he dicho, sus padres le habían enseñado de todo, desde cantos curativos a tallar la madera; aunque no estaba dotada para los lenguajes, se comunicaba bastante bien con los demás miembros de la Primera Cábala como para participar en sus debates. También sabía manejar las armas aunque dudaba en utilizarlas a menos que se sintiera amenazada. No fue la habilidad ni la educación ni la sabiduría ni el poder lo que llevó a Nightshade a elegir a la joven para la misión que la propia Prima de los Verbena había iniciado; fue su espíritu y su honestidad. Eloine personificaba las virtudes que Nightshade esperaba que guiaran a la Primera Cábala. Posteriormente tuvo razones para lamentar su decisión, pero creo que el tiempo ha demostrado que Nightshade decidió correctamente.
Al contrario que la Hermana Bernadette, su hermana del alma, Eloine no era ingenua; había derramado sangre y cazado hombres, había pasado noches de pasión y debate. Sin embargo, el vínculo entre ambas mujeres ha sido tema de gran especulación durante muchos años. Algunos Akáshicos afirman que las dos mujeres poseían un vínculo de Avatar, una afinidad en su ciclo de reencarnación. Otros afirman que las dos poseían algo del pasado en común que tenían que resolver, y que incluso ahora todavía se siguen la una a la otra a través de un bucle infinito de hermandad ambivalente. Se ha dicho ente los magos de inclinaciones cósmicas que la oposición primaria entre sus dos Tradiciones marcaba el enfoque entre el yin y el yang de la Primera Cábala. En el Culto del Éxtasis incluso se afirma que las dos fueron amantes. Personalmente creo que todo eso son tonterías. Eloine y Bernardette tuvieron la oportunidad de encontrarse en una encrucijada del Destino. Ninguna emergió intacta.
Todos los que conocían a Eloine quedaron aturdidos por su transformación cuando Akrites trajo a los supervivientes a la Capilla de Horizonte. Su espíritu danzarín había sido azotado en un cuerpo lleno de cicatrices que ni siquiera Nightshade consiguió curar. Se había ido como una mujer joven y había regresado como una vieja viuda apenas cuatro años después. Los llantos de sus bebés atormentaron a Eloine y la despertaban para emprender furiosas búsquedas nocturnas; más de una vez se la encontró vagando perdida por algún rincón del Reino de Horizonte, con sus ojos suplicantes y su rostro demacrado. A pesar de su estado de frenesí nunca pronunció los nombres de sus bebés en voz alta o los escribió en papel. Quizás percibía algún tipo de amenaza mágica que podía seguir un nombre hasta quien lo pronunciara o a su poseedor. Si los Verbena llegaron a conocer la identidad de los dos gemelos, la han mantenido en silencio. Para el resto de nosotros, esos nombres se han perdido.
Quizás fue el destino de los gemelos lo que impidió que Eloine tuviera más hijos; aunque probablemente tomó otros amantes, esas relaciones debieron estar vacías de pasión. Ningún relato sobre Eloine habla de amores posteriores a Heylel, y la amargura y la culpa que emanan de sus Recuerdos habrían envenenado futuras uniones. Resulta irónico que la Elegida de los curanderos carnales se consumiera tan rápidamente; en pocos años Eloine pasó de Doncella a Madre y de Madre a Anciana. Aunque sobrevivió unas décadas tras el fin de la Primera Cábala, renunció a su Arte y se convirtió en una vagabunda.
Varios relatos afirman que Eloine se unió a un grupo clandestino de mujeres que salvaban a las acusadas de brujería por los inquisidores o que vengaban las atrocidades que caracterizaron la caza de brujas en Europa. Por intensos que hayan sido sus esfuerzos, esta compañía, si existió, tuvo poco impacto sobre la locura que consumió a magos e inocentes por igual. La Cábala del Pensamiento Puro y sus servidores mortales resultaron demasiado efectivos; en dos siglos, millones de personas habían muerto en formas que debieron haber hecho sonreír a los Caídos. Eloine pereció entre las llamas de ese primer holocausto, con su cuerpo envejecido, pero con su fe, según se dice, renovada cerca del momento de su muerte. Dondequiera que descanse ahora el Avatar de Eloine, espero que haya encontrado la paz. Su Testamento se convierte en mi oración y mi adiós.

EL VIDENTE DE CRONOS – AKRITES SALONIKAS

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Akrites Salonikas, bautizado con el nombre del legendario señor bizantino Akrites Digenes, fue por naturaleza un rebelde, un espíritu salvaje que prendía llamas de pasión en los corazones de amigos y seguidores por igual. Antes de sus años con la Primera Cábala, el Vidente viajó desde su tierra natal en Persia, introduciendo a los Durmientes a las artes extáticas de la danza, la música, el incienso, las drogas y los placeres sexuales, explorando las Pasiones mediante estas prácticas alteradoras de la mente. Un profeta a los ojos del pueblo, utilizó su influencia para provocar rebeliones contra el ciclo de la esclavitud. Fiel a su nombre (en griego “fronterizo”), Akrites caminó por la estrecha línea que marcaba la frontera entre orden y caos. Creía que el orden establecido debía ser alterado periódicamente, destruido y dejado atrás para dar paso a un orden nuevo o la sociedad se quedaría eternamente bloqueada en un éstasis –una condición que consideraba que perpetuaba la decadencia moral y espiritual. La rebelión, según Akrites, era el camino que conducía a la libertad.
Más que cualquiera de sus compañeros, Akrites comprendió la verdadera naturaleza de la amenaza que representaba la Orden de la Razón. Había vislumbrado un mundo dominado por laTecnocracia. Durante su Despertar, bajo la guía de Prateeti, su maestro y mentor durante muchos años, Akrites utilizó sus habilidades precognitivas y viajó adelante a través del tiempo. Tan poderoso era su talento que cruzó la Celosía del Tiempo construida por los Tecnócratas del siglo XX y contempló un mundo gobernado por las máquinas y despojado de la maravilla de la magia. Este peligroso viaje le hizo desarrollar una peculiar reacción de Paradoja: cuando el Vidente se sentía excitado o preocupado, una nube acre de hachís se materializaba a su alrededor. La visión de Akrites atrajo la atención del Concilio, aunque sus pasiones dinámicas levantaron gran controversia en la Gran Convocatoria, y en una ocasión fue vetado de los procedimientos durante varios días. Sin embargo, su sabiduría sobre los métodos del enemigo llevó al Concilio a elegirlo para formar parte de los Nueve.
Akrites era un viajero del tiempo; desde su juventud había experimentado visiones del pasado y del futuro (un hecho que su madre había ocultado celosamente), aunque fue sólo tras su Despertar que aprendió a controlarlas y comprenderlas. Creía que el tiempo era la clave para la Ascensión –que cuando alguien viajaba a través del tiempo y acumulaba experiencia, purificaba sus Pasiones, el Ser extendido más allá de los límites del “Yo” hasta alcanzar una mayor profundidad de sí mismo –hasta abarcar el conjunto del universo. Se encontraba fascinado por Daud-Alá, el Antiguo, a quien reverenciaba como un espíritu puro y sabio, y con el que compartía la inimitable experiencia de haber viajado lejos por los senderos del tiempo. De la misma forma desarrolló una profunda amistad con el Cuentasueños, Halcón Caminante. El indígena Séneca procedía de un pueblo que amaba la narración, y Akrites era un gran narrador, aunque muchas de sus historias eran grandes exageraciones de sus primeras aventuras. Los dos a menudo compartían una pipa juntos e intercambiaban anécdotas divertidas o contaban las leyendas de sus pueblos.
Desde el principio, Brisa de Otoño se llevó bastante bien con Akrites, atraída por su encanto sensual y sus maneras directas. Si Halcón Caminante hubiera sido un hombre más joven, esta relación podría haber sido un motivo de disputa entre ellos –porque Halcón Caminante se preocupaba mucho por la Hermana Akáshica- pero su amor por ella era el de un padre por su hija, así que siguieron siendo buenos compañeros.
Akrites creía que su papel en la Primera Cábala era exponer a sus compañeros a nuevos reinos de experiencia –reinos que servirían para romper el orden de sus vidas y liberarlos de las prisiones creadas por sus naturalezas. Por este motivo habitualmente aconsejaba las formas más heterodoxas de actuar, intentando seducir a la Primera Cábala con su sensualidad y encanto y actuar contra las reglas y normas aceptadas. Sexualmente era libre y consideraba irrelevantes las controversias morales. De hecho, los Extáticos afirman que sedujo a todos los miembros de la Primera Cábala en un momento u otro. Pero a menudo se dedicaba a jugar el papel de abogado del diablo sólo para provocar a los demás y animaba a sus compañeros con historias exageradas y bromas optimistas. Como un niño maleducado, Akrites en ocasiones actuaba por su cuenta para abrir un nuevo camino: a veces los demás lo seguían, pero los más conservadores de la cábala –Bernardette, Cygnus Moro, Louis DuMonte- pronto se cansaron de sus planes. La Primera Cábala pronto aprendió a tomar sus palabras con un granito de sal. Extrañamente, Akrites desarrolló un estrecho vínculo con Heylel, que demostró ser una influencia estabilizadora, un equilibrio para su espíritu dinámico; con unas pocas palabras amables, el líder de la Primera Cábala podía convencerlo de que regresara al propósito del grupo y de la necesidad de unidad de acción.
Akrites era de ascendencia persa, el hijo ilegítimo de una esclava y de un soldado de la corte de un noble macedonio. Rebelde incluso en sus primeros años, fue una fuente constante de decepción para su padre, un hombre severo aunque cariñoso. Se negó a aceptar la vida que le habían preparado, rechazando una educación clásica y finalmente siendo expulsado de la Universidad de Constantinopla. Su padre, finalmente hastiado de su conducta descarriada, lo desposeyó en favor de un hijo legítimo que había tenido con su esposa cristiana. Está claro que la devoción de Akrites por Heylel procedía de su necesidad subconsciente de una figura paternal que lo comprendiera y canalizara el fuego de su espíritu sin intentar apagar su llama.
La apariencia casi clásica del Vidente era casi igual a su valentía y atrevida confianza, porque nació con una piel casi dorada (de su madre de ascendencia persa) y un cuerpo de proporciones perfectas, con hombros anchos y rectos, caderas y torso más estrechos, y piernas bien definidas y musculosas. Lucía una barba corta bien peinada alrededor de su mandíbula cuadrada. Quizás eran sus ojos el rasgo que decía más de él, porque en igual medida brillaban con su temperamento salvaje y se suavizaban con la emoción. Sin embargo, en ocasiones esos grandes ojos oscuros brillaban misteriosamente y nadie podía decir en qué estaba pensando. Al estilo de un auriga bizantino, su cabello estaba peinado hacia delante y recogido en una cola de caballo. Tenía la mirada de la eterna juventud, que había conseguido mediante las Artes del Tiempo, la Mente y la Vida.
Como Daud-Alá, Akrites prestaba mucha atención a su forma de vestir, y a menudo se vestía de una forma digna de un noble o un rey –un comportamiento que algunos miembros de la Primera Cábala consideraban una señal de vanidad. Le gustaban las ropas de lana o de seda, telas teñidas con matices de granate o azul, o elaboradamente tejidas con hilos de oro y plata. Nunca dejaba de utilizar algún tipo de ornamento para la cabeza, fuese un turbante o en invierno, un sombrero de piel. Akrites era el único miembro de la Primera Cábala que utilizaba joyas, su oreja izquierda estaba perforada con pendientes de piedras preciosas, que parecían cambiar de forma y color día tras día. En los dedos de su mano derecha estaba tatuada la marca de los profetas, círculos negros, mientras que en la mano izquierda llevaba la marca de los fieles, llamas ardientes.
Akrites Salonikas fue de lejos el miembro más controvertido de la Primera Cábala. Aunque profundamente dedicado al objetivo de la misión, algunos dirían que en realidad estaba motivado más por su propio interés que por un sentimiento de deber u obligación. La verdad es que el Vidente contemplaba las cosas desde una perspectiva diferente y quizás más amplia. Con el beneficio de la retrospección ahora veo el propósito que se encontraba tras sus acciones. Quizás en el fondo simplemente actuaba por el bien de todos. ¿Habrían cambiado los acontecimientos de haber actuado antes siguiendo su terrible visión? ¿O como sospecho nos habríamos enfrentado a problemas mucho peores de lo que representan los Tecnócratas actuales?
Algunos dicen que Akrites fue un cobarde por escapar de la confrontación final cuando la Orden de la Razón atacó al resto de la Primera Cábala. Pero con esa acción también fue un héroe, porque regresó para rescatar a sus compañeros supervivientes de la tortura y de una muerte casi segura. Mi propósito aquí no es juzgar, sino tan sólo iluminar los hechos, y presentarlos con la luz más clara posible. El papel que eligió constituyó una carga pesada para el Vidente; después de haber efectuado el rescate de Eloine, Halcón Caminante y de la Hermana Bernardette, Akrites se retiró para pasar el resto de sus días en un exilio autoimpuesto en los yermos del Ártico. Su Testamento revela lo que sabía y por qué actuó como lo hizo.

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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#3

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 23 Oct 2019, 12:47

La Senda Frágil. Esto me ha alegrado el día. Gracias Maese!
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Alexander Weiss
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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#4

Mensaje por Alexander Weiss » 23 Oct 2019, 13:22

De nada. Espero que te resulte útil.

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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 01 Nov 2019, 13:33

Maese tienes el resto de la traducción de la Senda Frágil?

Me interesa en especial las confesiones de Heylel (Pág 41. Mi buen amigo Justycar me hizo llegar la versión en guiri, pero mi english not very well... eso sí, el libro está entre las piezas mas preciadas de mi coleccion)
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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#6

Mensaje por Pagliacci » 01 Nov 2019, 15:27

Gracias por la mención, me alegro de que te gustara. Y como te sigo queriendo como el día en el que te lo regalé, te traduzco esa página:


En mis tratos con los miembros de la primera cábala pocos recuerdos permanecen tan firmemente como mi primer encuentro con Heylel. Irradiaba confianza y su rostro era de una belleza excepcional, desbordante incluso para el mago que cargaba con ella. La predilección de Heylel de cambiar de plurar a singular cuando se refería sí mismo (nosotros), que fue en alza conforme transcurrían los años, es especialmente evidente en su confesión final.

Esta crisis de identidad es comprensible, pocos sabían como referirse a Heylel, savo por el nombre, dado su frecuente fluir de un género a otro. Aunque el Solificato era realmente hermafrodita (teóricamente un ser perfecto según las reglas alquímicas) usaré "él" en mis descripciones, porque me parece más apropiado que ello o eso.

Hasta el día de hoy aún puedo evocar la fascinación que sentía junto a él, una deseo primario de mantenerme constantemente en su presencia. Su comportamiento era mucho más que magnético y la atracción que ejercía sobre los que le rodeaban era mucho más que humana. Como la mayoría de mis colegas, me sentía a la vez atraído y asqueado, estar junto a Heylel era sentirse como una polilla junto a una única vela en la oscuridad, atraído por la luz mientras el calor te abrasa.

Su sola reputación le ganó un lugar entre los Nueve. Que él hubiera fundido dos personas en una sola y se hubiera forjado un nuevo y asombroso cuerpo ya era suficiente, esto por sí solo ya le habría ganado el derecho de estar entre nuestra prestigioso cuerpo. Su creación de la legendaria Piedra Filosofal, sin embargo, prácticamente le garantizó la posición de líder de la Cábala. Muchas teorías han circulado sobre por qué traicionó a las Tradiciones, una tradición entera fue disuelta por su causa. Una vez creí, como muchos de mis compañeros, que Heylel era consorte de demonios (ganándose el apelativo de "Tohabath"- Abominación), pero he acabado encontrando mis propias explicaciones en los últimos años. Quizás los susurros que he escuchado de vez en cuando eran ciertos, quizás realmente me haya vuelto loco en el crepúsculo de mi vida y que mis creencias sobre Heylel sean un síntoma de mi propia locura. Eso le corresponderá a los demás decidirlo.


(SIGUE)

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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#7

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 01 Nov 2019, 15:30

Eres un fenómeno. Te lo agradezco... yo fui uno de los alumnos desaventajados de Opening
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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#8

Mensaje por Pagliacci » 01 Nov 2019, 15:37

El único aspecto de su confesión que no puedo ignorar es la gran pasión de sus palabras. Él habla de traición con una voz rota por la emoción, mientras que sus comentarios de los testigos de su ejecución tiene una contención que encierra una estricta educación. Heylel Teomim Tohabath es la única persona que he conocido que podría hacer sonar el término "estimados colegas" más vulgar que el peor insulto de un marinero furioso.

Yo estaba allí y contemplé el Gilgul mientras se llevaba a cabo. Los nueve Primi le arrojaron a los elementos, arrancaros sus dos espíritus gemelos de su cuerpo y aniquilaron lo demás. No fue una sola voz la que gritó entonces, sino dos almas. No me siento cómodo diciendo, siglos después, que lo que se le hizo a Heylel fue justo. Como he dicho antes, lo que era pragmático se convirtió en barbarie, mientras que las antiguas abominaciones se había vuelto habituales. ¿Qué podría haber ocurrido si Heylel no nos hubiera traicionado? Quizás el mundo sería un lugar mejor, quizás más oscuro. En cualquier caso, está hecho. Heylel Teomim está muerto y no hay ninguna oportunidad de que regrese. ¿Tenía razón? ¿La teníamos nosotros? Nolo sé. ¿Realmente creía que su traición traería la Unidad a la Nueve tradiciones? Creo que sí.

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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#9

Mensaje por Pagliacci » 01 Nov 2019, 15:37

Jebediah_Gogorah escribió: 01 Nov 2019, 15:30 Eres un fenómeno. Te lo agradezco... yo fui uno de los alumnos desaventajados de Opening
Ahí tienes el resto de la página, no sé quien es el autor, pero no es Heylel. La confesión es lo que viene después.

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Re: Ayuda: La Primera Cábala

#10

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 01 Nov 2019, 15:45

La confesión era lo que buscaba ^^ pero no te preocupes.

Te agradezco igualmente el detalle. Además, creo que con un poco de paciencia como tu has demostrado, y el señor google translator puedo sacarlo. XD

Gracias mil!
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