[Taller] El Reino de Moscovia (La Cruzada)

Avatar de Usuario
Jebediah_Gogorah
Narrador de Mago
Narrador de Mago
Mensajes: 5969
Registrado: 14 Jul 2019, 11:50
Ubicación: Umbra Profunda
Mensajes miarroba: 9.932
Antigüedad: 30 de Octubre de 2016
Contactar:

[Taller] El Reino de Moscovia (La Cruzada)

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 16 Jul 2019, 12:32

Imagen

LA CRUZADA: EL REINO DE MOSCOVIA
A partir de un ensayo de Benson Bobrick. Completado por Magus aka [mention]Alexander Weiss[/mention]
[/quote]
GEOGRAFÍA:

Desde finales del siglo XV el principal poder en el territorio de la actual Rusia era el reino de Moscovia, que ocupaba gran parte de los territorios situados entre los montes Cárpatos hasta los Urales. A grandes rasgos sus límites eran el río Pechora, al norte, hasta la desembocadura del río Neva y el lago Ilmen al oeste, desde el Volga superior al este, hasta el Dniéper al sudoeste y hasta 320 km al sur de Riazán, junto al río Don. Sin embargo, gran parte del reino de Moscovia estaba formado por territorio agreste y apenas habitado, y la mayoría de los diez o doce millones de rusos que lo habitaban eran campesinos que vivían y trabajaban en condiciones de semiesclavitud en grandes fincas aristocráticas o eclesiásticas, o en pueblecitos y aldeas dispersos por todo el país. Menos del 10 % de la población vivía en grandes ciudades o villas, de los que había unas ciento cincuenta en el siglo XVI. Las ciudades más importantes eran Novgorod, Moscú, Pskov y Smolensk, que llegaban a los 50.000 habitantes.

El reino de Moscovia disponía de un excelente sistema de comunicación por medio de postas, pero no había muchas posadas para acomodar a los viajeros, que tenían que procurarse por sí mismos cobijo y alimentos. Habitualmente los viajeros llevaban una bolsa de cereal molido, unos kilos de carne de cerdo salada, un hacha, un yesquero, una cantimplora y una tetera. La mejor época para realizar un viaje largo era en invierno, cuando sobre la nieve endurecida era posible utilizar trineos tirados por caballos que podían recorrer fácilmente más de 600 km en tres días. Los grandes nobles podían viajar con ciertos lujos, en trineos de grandes dimensiones, alfombrados con pieles o con gruesas alfombras.

Aunque Moscovia carecía prácticamente de salida al mar –la franja costera era pequeña, sin puertos naturales y estaba cubierta de hielo la mayor parte del año- disponía de una amplia red de vías fluviales que comunicaban el país. El Volga, el mayor río de Europa, desembocaba en el mar Caspio.

CLIMA:

El clima del reino de Moscovia era muy duro, caracterizado por extremos: veranos ardientes y largos inviernos polares, otoños breves y tormentosos y primaveras todavía más breves. La latitud climática media en el siglo XVI coincidía con la de Alaska e incluso en los territorios situados más al sur, el suelo estaba cubierto de nieve tres meses al año, y en el norte, cerca del océano Ártico, la helada podía durar más de ocho meses. Cuando llegaban los fríos de enero y los vientos polares originaban ventiscas hasta la tierra en los alrededores de Moscú se agrietaba, y permanecía tan dura que los cadáveres de los muertos se almacenaban incorruptos y congelados en los ataúdes, esperando a que llegara la primavera para enterrarlos. Un visitante de la época escribió:

Podéis juzgar la frialdad de la atmósfera por el hecho de que el agua derramada o lanzada al aire se convierte en hielo antes de tocar el suelo. En lo más duro del invierno si sujetáis en la mano un plato o cacerola de peltre o cualquier otro metal…los dedos se pegarán enseguida y al separarlos os dejaréis la piel…veréis a muchos caídos en las calles, a muchos viajeros a los que han llevado a la ciudad y están sentados, muertos, en sus trineos. No son pocos los que pierden la nariz, los lóbulos de las orejas, los carrillos, los dedos de los pies y hasta los pies enteros. Muchas veces los osos y los lobos salen en manadas de los bosques, acuciados por el hambre, y entran en los pueblos, matando y devorando cuanto encuentran a su paso.

Con la primavera terminaba el frío, pero entonces se producían numerosas inundaciones, pues los ríos se desbordaban e inundaban los campos, convirtiendo los caminos en cenagales. Hacia el mes de mayo y debido a la elevada humedad, el campo se transformaba en un auténtico jardín lleno de pastos y prados.

MOSCÚ:

En el siglo XVI existía el proverbio ruso: “Dios está en las alturas y el zar muy lejos”. Los zares de Moscovia vivían aislados del pueblo, gobernando desde el Kremlin, una fortaleza triangular con murallas de piedra levantada en un terraplén elevado junto al río Moscova. Rodeada de agua –el río Moscova al sur, el Neglinnaia al noroeste y un foso ancho y profundo que unía ambos ríos al este, a lo largo de la Plaza Roja- era una isla fortificada de dos kilómetros de circunferencia, defendida por torres, fortines, barbacanas, puentes levadizos y unos gruesos muros de veinte metros de altura. Sus parapetos estaban erizados de cañones pesados, y sus murallas almenadas presentaban centenares de troneras. Una de las torres daba a la Plaza Roja y tenía sesenta metros de altura; otra, la Torre del Arsenal, al noroeste, albergaba un depósito de agua subterráneo alimentado por un manantial, cuyo caudal era desviado al foso por medio de un canal secreto.

El zar Iván III diseñó la fortaleza del Kremlin con una brigada de maestros de obras italianos, ingenieros y artesanos, contratados para transformar el castillo de piedra blanca del siglo XIV ordenado construir por el príncipe Dmitri Donskoi, en un palacio imperial. El principal de los talentos renacentistas que reclutó fue Aristotele di Rodolfo di Fioravanti, procedente de Bolonia, cuyos conocimientos abarcaban desde la construcción de catedrales a la fundición de cañones y campanas. El zar Basilio III prosiguió la construcción del Kremlin y a mediados del siglo XVI ocupaba una extensión de sesenta y cinco acres, que encerraba un palacio, dependencias administrativas y una catedral.

El eje del Kremlin era la Plaza de la Catedral, en uno de cuyos lados se alzaba la residencia del zar, un edificio de ladrillo de cinco plantas con un patio interior, una gran terraza a la que se accedía por una puerta enrejada levadiza, una sala del trono o Cámara de Oro y un pabellón conocido como el terem, donde las mujeres de la familia del zar y sus servidores permanecían aisladas. A este edificio estaba conectado el Granovitaia Palata o Palacio de las Facetas, de piedra gris y con fachadas biseladas. Estaba inspirado en el Palacio Pitti de Florencia y el Palazo Bevilacqua de Bolonia, con un salón del trono y recepción sostenido por cuatro arcos de crucero y un pilar central macizo. Junto al Palata se encontraba la pequeña catedral de la Anunciación, pavimentada con mosaicos de jaspe y ágata, diseñada y construida por artesanos de Pskov. Enfrente de esta iglesia se levantaba la catedral del Arcángel Miguel, de ladrillo rojo, con seis grandes columnas y cinco cúpulas, donde enterraban a los grandes príncipes. Fue construida entre 1505 y 1509 por Alevisio Novi de Milán en estilo renacentista. En esta catedral se guardaba en un cofre de plata el testamento de los zares, así como el icono más preciado de Moscovia, un retrato de la Virgen María que se creía pintado por San Lucas “del natural”.

Otros edificios históricos del complejo eran el palacio del Patriarca, el monasterio de Chudov, fundado en 1358, el convento de la Ascensión, donde sepultaban a las princesas reales, un campanario con reloj y el Palata Oruzhenaia o Arsenal, administrado como una división del Tesoro. En el Tesoro propiamente dicho se guardaban las galas y ropajes del zar, los uniformes de la corte, objetos de oro y plata y en unas criptas especiales, el legado personal del soberano, sus cuellos con insignias en filigrana, alfombras orientales, libros sagrados encuadernados con piedras preciosas, camafeos tallados, vestidos de seda, toda clase de pieles, tallas ornamentales en marfil y hueso y un tesoro de zafiros, diamantes, rubíes, esmeraldas y perlas.

Al nordeste del Kremlin estaba la Plaza Roja, tan enorme como en la actualidad, y en el centro, frente a la Puerta del Salvador del Kremlin, se hallaba la Lobnoe Mesto, o Plaza de la Ceja, un estrado circular de madera de tilo con balaustrada de piedra, desde donde el gran príncipe o el arzobispo metropolitano efectuaban sus proclamas o se dirigían al pueblo y donde a menudo tenían lugar las ejecuciones públicas. Cuando un importante diplomático extranjero estaba a punto de ser recibido, se cerraban todos los comercios del centro de Moscú y se reunía una multitud, engrosada deliberadamente con personas traídas de los suburbios, para impresionar al enviado con la población rusa. Sin embargo, normalmente la Plaza Roja parecía un bazar. Se levantaban tenderetes abatibles en hileras (una para cada clase de artículos) y no sólo los moscovitas, sino incluso mercaderes de lugares tan lejanos como Holanda o Persia regateaban los precios de sus mercancías.

A finales del otoño, el mercado se trasladaba junto al helado río Moscova, donde los carniceros exhibían sus vacas y cerdos en pequeños rebaños congelados, desollados y puestos de pie.

Al este, junto a la Plaza Roja, se encontraba el barrio comercial o Kitaigorod (“Ciudad de los cestos”), llamado así porque en otro tiempo unos cestones llenos de tierra habían reforzado la empalizada que circundaba el lugar. En 1534 se rodeó este distrito, donde vivían muchos nobles, grandes comerciantes y embajadores extranjeros, de un muro de mampostería.

Más allá del bullicioso centro de Moscú había muchos suburbios, diferenciados por oficios y clases. Por ejemplo, los herreros vivían en el barrio de los herreros, los armeros en el suyo propio, mientras que las clases medias y bajas en general se dividían entre Beligorod o “Ciudad blanca”, donde moraba la pequeña nobleza, los cortesanos y los pequeños comerciantes y Zemligorod o “Ciudad de tierra” (rodeada por una muralla de barro), donde vivían los llamados “negros”, trabajadores semicualificados y peones. Algunos de estos “negros” trabajaban en los molinos del río Yauza o como obreros en la principal fábrica de armas, o bien tiraban de carretas, acarreaban leña o buscaban setas en los bosques de las afueras de la ciudad.

Más allá de los suburbios, Moscú estaba protegido por un semicírculo de monasterios medio fortificados –Novodevichi, Borovsk y Zvenigorod entre otros-, algunos con guarniciones militares permanentes, como el gran monasterio de la Trinidad, al norte. Moscú también contaba con numerosas iglesias. En general, a menudo se la comparaba con la ciudad de Londres durante la misma época, y la comparación era acertada. Contaba con unos 50.000 habitantes, ocupaba una extensión de unos 9 km a lo largo de las dos orillas del río Moscova y desde lejos parecía todavía más grande, con una circunferencia de unos 20 km. Para alimentar a sus habitantes, de 700 a 800 carretas de grano se dirigían a Moscú sólo por el camino de Yaroslav.

ECONOMÍA:

A comienzos del siglo XVI la economía de Moscovia estaba en pleno crecimiento, y la producción agrícola alcanzaba niveles prodigiosos. Un solo acre podía producir de 700.000 hasta 1 millón de litros de cereal al año.

También había florecientes industrias de madera y pieles, y a través de los bosques de Moscovia, con sus innumerables pinos, hayas, álamos, robles y olmos, corrían alces y ciervos, grandes lobos negros, osos, zorros, martas, conejos, ardillas y otros animales apreciados por sus pieles. El mejor zorro negro procedía de Vologda, las mejores ardillas de Perm, Viatka y Ustiug; en Postozersk los samoyedos cambiaban las mejores martas cebellinas por teteras, tocino y harina. En las tierras altas se encontraban espléndidos halcones y gavilanes y los castores merodeaban en los torrentes del norte. En las estepas meridionales los jabalíes merodeaban entre las plantas de ajenjo, los antílopes saiga corrían por las praderas y los estuarios de los ríos estaban llenos de faisanes y cisnes. Para quienes estaban dispuestos a desafiar los límites de las tierras vírgenes, los ríos Terek, Don y Yaik eran un paraíso para los pescadores, que capturaban arenques, barbos, salmones, esturiones y carpas. La apicultura era un negocio próspero en las afueras de Tula. La artesanía de las baldosas vidriadas se realizaba en un monasterio cerca de Pskov. En Sepurkhov se fundía hierro y había salinas en Staraya Russa, Nijni-Novgorod y el gran monasterio Solovetski cerca del mar Blanco. En ocasiones se podía adquirir sal a los tártaros de Astracán, cambiándola por otros artículos.

En cuanto al comercio exterior, Moscovia exportaba materias primas como madera, lino, cáñamo, brea, cuero, cera, miel y pieles, e importaba artículos elaborados como tejidos, lienzos, utensilios mecánicos, especias y vino, incluso de países tan lejanos como Francia. La seda se importaba de los países más allá del Caúcaso y Persia, los tejidos de Bujara, Khiva y Samarcanda.

CAMPESINADO:

La economía de Moscovia se asentaba sobre el campesinado. Existían tres clases de terratenientes: votchina, o fincas heredadas o de la Iglesia; pomestia o tierras adquiridas a cambio de servicios militares o de otro tipo al gobierno; y las tierras del Estado o la Corona, que eran las restantes. Los campesinos trabajaban en todas ellas sin poseerlas. Decía un proverbio: “Nada es nuestro, salvo el arado y el centeno”. Cada otoño un campesino podía liquidar sus cuentas con el propietario de las tierras y trasladarse a otro lugar, pero no era tarea fácil, ya que los campesinos tenían que pagar impuestos al Estado, un diezmo u otro tipo de renta fija al terrateniente y normalmente el interés de un préstamo solicitado para adquirir semillas, ganado y equipo de labranza. A veces era preciso pagar con trabajo…lo cual tendía a la esclavitud. Los préstamos a menudo servían para atar a los campesinos de forma inamovible.

Más oprimidos todavía estaban los esclavos, que podían ser prisioneros de guerra, deudores insolventes o personas nacidas en la esclavitud. Carecían de derechos legales y podían ser transmitidos mediante testamento o dote, comprados o vendidos, utilizados por sus amos y maltratados por éstos a voluntad. Algunos amos terminaban liberando a sus esclavos, pero sólo los que escapaban del cautiverio de los tártaros adquirían automáticamente la libertad.

GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN:

Aunque el Gran Príncipe de Moscú era un autócrata, no era todopoderoso, sólo ocupaba la cúspide de un orden social de varias clases privilegiadas. En esta sociedad jerárquica los más poderosos eran los boyardos, que constituían la nobleza y asesoraban al Gran Príncipe a través de la Duma, el principal consejo legislativo y administrativo del reino. El Gran Príncipe establecía el orden del día pero no podía controlar el debate, y estaba obligado por tradición a seleccionar de la Duma su consejo privado.

Los boyardos eran un grupo complejo. Algunos llevaban siglos al servicio de Moscú; otros habían acudido posteriormente, a medida que el principado se extendía en sus conquistas. Los boyardos formaban una aristocracia hereditaria, pero el linaje no garantizaba por sí solo el poder, y a menudo su autoridad dependía de su servicio al monarca. Desde mediados del siglo XV la corte de Moscú estaba formada por más de ciento cincuenta familias de boyardos, y en general sus miembros monopolizaban los puestos civiles y militares más importantes. No todos los boyardos residían en Moscú, y a menudo seguían viviendo en sus propiedades, como terratenientes hereditarios, con cortes y séquitos propios.

Sin embargo, en Moscú se había formado una nueva clase de boyardos frente a las viejas familias. Eran individuos que habían ascendido gracias al apoyo directo del soberano, estaban obligados a servirle, y se esforzaban por mantener su poder. Esta situación se complicaba por las divisiones entre los descendientes de Rurik, fundador del primer principado ruso; los descendientes de Gedimin, fundador del principado de Lituania e incluso de las princesas tártaras descendientes de Gengis Khan. A los descendientes de Rurik y Gedimin se los consideraba iguales; los de Gengis Khan eran los de más alta categoría sólo por debajo de la familia del zar.

No todos los boyardos eran ricos. Algunos poseían pueblos, villas y grandes fincas y contaban con ejércitos de personal cualificado a su servicio. Otros estaban arruinados por los gastos necesarios para hacer carrera en la corte y por estar obligados a contribuir al ejército. Algunos eran realmente pobres. En una ocasión, un dignatario de visita en Moscú observó a unos boyardos que buscaban entre las sobras de fruta y verduras que había dejado en su plato y que incluso comían “piel de cebolla.”

Existía un sistema complejo llamado mestnichestvo (orden de situación), basado en dos guías genealógicas cuyos datos determinaban todos los nombramientos importantes, incluyendo los lugares que los funcionarios debían ocupar en banquetes y ceremonias cortesanas o las recepciones oficiales. Lo que contaba a la hora de ocupar un cargo público era el linaje y el historial de servicios de la familia, no el talento, la competencia ni la valía. Cuando un candidato rivalizaba con otro, batallaban comparando sus linajes familiares. Un cargo no podía heredarse, pero sí los derechos al mismo por parentesco. De hecho, en teoría no podía obligarse a nadie a ocupar un cargo inferior al ocupado por un antepasado, pues aceptar un cargo inferior sentaba un precedente que podría perjudicar las carreras de familiares actuales y futuros. Las disputas por la “precedencia” eran muy frecuentes y la promoción por méritos o iniciativa era prácticamente imposible, por lo que los linajes de boyardos conservaban el monopolio de los puestos civiles y militares más importantes.

Este sistema limitaba el poder de los zares para realizar nombramientos y por este motivo los zares confiaron cada vez más en consejeros “no oficiales”. Ante la necesidad de individuos competentes para la nueva administración central que se estaba desarrollando en Moscú, el zar estableció el derecho a nombrar hombres de origen humilde como “diaki” o secretarios y a promoverlos en función de sus méritos. Estos burócratas iban desde los funcionarios más bajos a los grandes secretarios de Estado. Entre ambos extremos comenzó a constituirse una amplia y caótica burocracia que asistía a los boyardos como administradores, jueces y en otras funciones. Los secretarios de estado, que administraban los nuevos “prikazi” (ministerios) ostentaban un poder comparable al de los miembros de la Duma.

La administración provincial se confiaba a los gobernadores de ciudades y distritos rurales, que debían administrar como magistrados las zonas que se les asignaban. Carecían de un salario determinado y sus ingresos procedían en parte de los impuestos que recaudaban y las contribuciones que cobraban sobre alimentos y otros bienes. Este sistema recibía el nombre de “kormlenie” y estaba esencialmente corrupto, pues muchos funcionarios primaban la obtención de ingresos por encima de la ley y el orden.

Los impuestos sobre la propiedad se estimaban por sokha, un determinado número de casas, tiendas o tierras cultivables. Periódicamente se efectuaban inspecciones registradas en catastros. También se obtenía dinero a partir de tasas aduaneras, la “tamga” (impuesto sobre las ventas), el “mit” (peaje de caminos), así como otros impuestos de ámbito más localizado.

JUSTICIA:

Aunque la administración kormlenie era la base del poder judicial, desde el reinado de Iván III se había creado en 1497 el Sudebnik, un código legal actualizado que establecía un sistema de tribunales superiores e inferiores. Los altos magistrados locales o provinciales se ocupaban de todos los casos civiles y criminales salvo los más graves, que se transferían a un tribunal central o incluso a la Duma en caso de apelación. Para imponer su autoridad en los lugares más apartados, los magistrados estaban ayudados por un cuerpo de funcionarios similares a alguaciles que detenían sospechosos o convocaban juicio. Algunos de estos tribunales estaban controlados por boyardos o eclesiásticos locales.

La mayor parte de los juicios se celebraban antes de que pasaran tres años. Se esperaba que los litigantes se representaran a sí mismos, que aportaran testigos y pruebas y que confirmaran su juramento besando un crucifijo. Las multas por falso testimonio eran elevadas y si un testigo presencial no acudía a una convocatoria también era culpable bajo la ley. Los costes de los juicios eran considerables y un pleito podía suponer un riesgo financiero. Eran frecuentes las avenencias al margen del tribunal.

En casos excepcionales, cuando no existían evidencias y ni siquiera el juez podía determinar la verdad, el juicio podía dirimirse en el “tribunal de Dios” mediante un duelo con hacha, daga o garrote. Si se juzgaba al acusado “incapaz” (demasiado viejo o joven, impedido físicamente, mujer o sacerdote), tenía derecho a elegir a otra persona que luchara en su nombre. El acusador no tenía este derecho.

En ciertas ocasiones la tortura se utilizaba para obtener una confesión, si el acusado era “criminal conocido” o había sido condenado anteriormente (los mongoles habían introducido la tortura en el proceso penal de Moscovia, pero fue la admiración de la Iglesia ortodoxa por las prácticas de la Inquisición española lo que provocó su extensión en la justicia moscovita).

La tortura se administraba por lo general con el knut, un látigo de gruesas tiras de cuero, o dislocando una costilla con tenazas calientes. A los ladrones convictos los azotaban o les aplastaban los talones, y si cometían un tercer delito los ahorcaban. Los deudores delincuentes se enfrentaban al pravezh, “corrector”, que consistía en golpes diarios con una porra en las espinillas y las pantorrillas, hasta que saldaba la deuda. Cuando un deudor era irremediablemente insolvente podía ser entregado a su demandante como esclavo. La traición, el asesinato, el incendio premeditado, el secuestro y el espionaje se castigaban con la pena capital, al igual que el podmet (presentar pruebas falsas para incriminar al inocente). Los condenados a muerte eran llevados a la ejecución con las manos atadas y un cirio encendido: se los ejecutaba mediante la horca, decapitación, descoyuntamiento en una rueda, empalamiento, apaleamiento hasta la muerte, ahogamiento o quema en una jaula de hierro. A las mujeres condenadas por haber matado a sus maridos las enterraban vivas. A los falsificadores les vertían plomo derretido en la boca. A los culpables de sacrilegio les desgarraban la carne con garfios de hierro.

RELIGIÓN:

El pueblo ruso era muy religioso y la influencia de la Iglesia en la vida cotidiana era enorme, desde el zar hasta el campesino más humilde, que musitaba plegarias mientras trabajaba.

En la Iglesia rusa, todo el reino comprendía un solo arzobispo metropolitano, que tenía su sede en la capital, Moscú. El metropolitano estaba por encima de los demás arzobispos moscovitas, pero por debajo de los patriarcas. En 1530 había cuatro patriarcas en Constantinopla, Alejandría, Antioquia y Jerusalén. El metropolitano de Moscú no tuvo categoría de patriarca hasta 1589.

En doctrina, liturgia e iconografía, la iglesia ortodoxa rusa seguía a la griega en sus fundamentos. Aceptaba los siete primeros concilios ecuménicos, observaba el ayuno sabático, aceptaba el matrimonio de los sacerdotes, negaba la existencia del purgatorio, pero creía en una especie de limbo donde todas las almas aguardaban la llegada del Juicio Final.

Los rusos también sostenían que los niños estaban libres de pecado hasta los siete años, creían en la redención tanto por las obras como por la fe y rogaban a los santos intercesores, y especialmente a la Virgen María y a San Nicolás, considerándolos mediadores ante Dios.

En la práctica ortodoxa rusa el bautismo consistía en una triple inmersión completa, la señal de la cruz se hacía de derecha a izquierda, los servicios religiosos se realizaban en ruso y la comunión se administraba bajo las dos especies, con el pan y el vino mezclados y servidos al comulgante con una cuchara. Las misas eran largas (duraban cuatro horas por término medio). Los fieles normalmente estaban de pie y se esperaba que cumplieran un calendario de ayunos muy exigente.

El monaquismo constituía el núcleo de la Iglesia moscovita. Aunque los mongoles no lo habían suprimido tras la invasión de la Horda de Oro en el siglo XIII, había sufrido un período de decadencia y recesión hasta el siglo XIV, tras la fundación del monasterio de la Trinidad por parte de San Sergio, que comenzó un nuevo período de renacimiento monacal. A finales del siglo XV el reino de Moscovia contaba con unos 200 monasterios, cada uno de los cuales albergaba desde 20 a 400 monjes, con innumerables ermitas dispersas por los bosques del norte. Sin embargo, la decadencia terminó regresando. En el siglo XVI los monasterios eran semilleros de toda clase de vicios y la ignorancia de muchos religiosos era notoria. Algunos no sabían ni el número de evangelistas ni apóstoles.

La mayoría de los creyentes llevaban una cruz colgada del cuello y un rosario en un bolsillo. Los iconos religiosos adornaban porches, puertas y columnas, y a menudo ocupaban un lugar de honor en el hogar, y los visitantes a menudo se santiguaban o incluso se postraban ante los iconos en señal de respeto.

A pesar de la influencia religiosa, también existían fieles indiferentes o incluso irrespetuosos, que a menudo eran amonestados en los sermones. Un obispo de la época afirmó: “Cuando oís leer o explicar la Sagrada Escritura, cerráis los oídos con la celeridad de una serpiente…apenas entráis en el templo ya empezáis a bostezar, a estiraros, a cruzar las piernas, proyectar la cadera, rascaros y hacer muecas como patanes.” Uno de esos patanes garabateó su desafío en una pared de la catedral: “Yakim estuvo aquí y se quedó dormido, pero no se golpeó la cabeza contra la pared como penitencia.”

Más subversivos en potencia eran los “Yuridivi” o Santos Tontos, que a menudo eran reverenciados popularmente. Estos individuos iban casi siempre desnudos a pesar de los rigores del clima, con el pelo muy largo y caído sobre los hombros, a menudo cargando con un collar o una cadena de hierro. Se los consideraba profetas y hombres santos y eran libres de hablar como idiotas o bufones, lo cual solían hacer sin ningún control, incluso refiriéndose a los zares. La conducta de estos hombres, que parecía irracional o vergonzosa, se justificaba con la primera epístola de Pablo a los Corintios, y a menudo contrastaban con el comportamiento mundano e hipócrita de muchos monjes y eclesiásticos.

CULTURA:

En Moscú saber leer era un elemento de distinción, aunque apenas había 1.000 personas que supieran hacerlo hacia 1530. No existían escuelas públicas, y aparte de los tutores privados contratados por los boyardos, la educación estaba reservada a los eclesiásticos y tenía lugar en las escuelas monásticas.

A pesar de esta situación algunos sacerdotes y diaki eran buenos eruditos, traductores y literatos. A pesar de que no existían imprentas, las grandes bibliotecas monásticas solían contener entre 200 y 300 volúmenes manuscritos, y aunque en su mayor parte eran obras religiosas, el saber clásico de los antiguos griegos también se conservaba fragmentado en izborniki o colecciones. También conservaban obras bizantinas de cultura y legislación.

Los rusos no distinguían entre las Sagradas Escrituras y las obras de los Padres de la Iglesia. San Juan Crisóstomo, Efrén el Sirio, San Juan Clímaco y San Basilio eran los padres más venerados. La obra más popular en la literatura didáctica era el libro apócrifo de Jesús, hijo de Sirach. Los Salmos solían ser la primera lectura de un niño o un novicio y eran el devocionario habitual entre los fieles. El Nuevo Testamento se dividía entre el Evangelio y las epístolas de los apóstoles. El Antiguo Testamento no se tradujo al eslavón eclesiástico hasta finales del siglo XV, cuando un monje dominico de Novgorod tradujo la primera Biblia rusa completa basada en la Vulgata latina.

COSTUMBRES:

La mayoría de los rusos rechazaban el Antiguo Testamento, pues creían que había perdido autenticidad y había sido abolido por la muerte y la sangre de Cristo, considerando que sólo pertenecía a los judíos, a los que no se les permitía vivir en Moscovia, salvo con el permiso del zar.

Aparte de la enemistad religiosa hacia los judíos, los rusos eran radicalmente xenófobos hacia todos los extranjeros, que en ocasiones eran llamados a Moscú para contratar sus habilidades. Muchos lamentaban haber ido allí y en ocasiones se enfrentaban a un destino espantoso, ejecutados o torturados por fallar en sus tareas o para obligarles a prolongar su estancia.

A su vez los extranjeros desconfiaban de los rusos, y en conjunto se los consideraba brutos, deshonestos y malvados. Se admitían ciertas diferencias entre ellos, pero no eran halagadoras. Se decía que los habitantes de Moscú estaban más degradados y eran menos valientes que los de Novgorod, y menos refinados que los Pskov. La súplica rusa más habitual era: “Señor Jesucristo, Hijo del Dios Vivo, ten misericordia de nosotros”, pero cuando estaban enfadados decían: “Que un perro se folle a tu madre”.

A pesar de sus frecuentes ayunos, se decía que la mayoría de los rusos eran “gordos y robustos”. El hombre corriente era bajo, robusto, de cabeza chata y poderosos músculos, los ojos grises, la barba bien poblada, piernas cortas y vientre abultado. Los vientres que sobresalían por encima de la cintura se consideraban deseables en ambos sexos, y los cintos se abrochaban muy abajo para abultar el abdomen.

Los hombres solían vestir con camisas bordadas alrededor del cuello y abrochadas con una perla o una presilla de cobre, caftanes atados con una faja, calzones de paño y una especie de chaquetas largas y ajustadas, de mangas cortas y con los botones a la derecha. Se tocaban con “kolpaks” de piel o sombreros triangulares de picos y calzaban botas hasta los tobillos de cuero rojo o amarillento. Las mujeres llevaban trajes de lino o largos vestidos bordados, a veces con perlas en los volantes, anchas capas de lana o “shubas” de piel y pañuelos o gorros de terciopelo en la cabeza. Los moscovitas más pobres se contentaban con ropas de estameña azul o trajes de pelo de vaca, chaquetas de piel de oveja y borceguíes.

Las mujeres moscovitas se maquillaban mucho, utilizando tintes rojos y blancos, se pintaban las uñas, se oscurecían las cejas y tomando ejemplo de las mujeres tártaras se ennegrecían los dientes con mercurio y a veces incluso el blanco de los ojos. La prostitución estaba muy extendida, aunque por lo menos entre la nobleza, las mujeres permanecían en un encierro relativo y cuando se las permitía salir se esperaba que se comportaran con diligencia y mantuvieran una actitud de castidad. Sin embargo, cuanto más remota era la región y apartada de los poderes del gobierno y la civilización, más libres eran las mujeres.

Los moscovitas tendían a casarse jóvenes. Se consideraba que las doncellas eran casaderas a los doce años y los muchachos a los quince, la mayoría de edad según la ley. No se permitían los matrimonios por debajo del cuarto grado de consanguinidad. El divorcio y el segundo matrimonio eran prácticas corrientes, y el tercer matrimonio se permitía por alguna causa extraordinaria. El cuarto matrimonio quedaba fuera de los cánones. Durante el noviazgo el hombre pedía la mano de la novia al padre de la novia y las bodas eran solemnes y no faltaban las promesas de fidelidad y un anillo que se entregaba a la novia, que entonces se postraba a los pies del novio, apoyando su cabeza en los zapatos como muestra de sometimiento y obediencia. A su vez el novio la cubría con los pliegues de su ropa, como señal de protección y amor. Ambos bebían de una taza, que el novio aplastaba con el tacón de su bota, mientras la ceremonia concluía y los invitados les arrojaban granos de mijo.

Una vez finalizada la luna de miel, los maridos solían comportarse de forma tiránica con sus esposas. “Si golpeas tu shuba estará más caliente; tu esposa y la prenda serán más agradables”, aconsejaba un proverbio popular, semejante al refrán inglés de la misma época: “Una esposa, un perro de aguas, un nogal: cuanto más los golpees, mejores serán.”

VICIOS:

Las normas culturales son esquivas en todas partes y los moscovitas no eran una excepción. Los moscovitas más acaudalados adoptaban maneras afeminadas y vidas de languidez. Según la moda se rizaban el pelo, que llevaban largo o usaban peluca, se depilaban con tenacillas y suavizaban y lustraban su piel con bálsamos y aceite aromático.

Algunos de estos caballeros bohemios eran homosexuales; pero incluso los viriles campesinos disfrutaban de las relaciones con su mismo sexo. La sodomía era toda una obsesión en esta época, como muestran las continuas amonestaciones, sermones y multas contra una práctica “no sólo con muchachos, sino también con hombres y caballos.” Los sacerdotes tronaban constantemente contra lo que era una costumbre extendida y los extranjeros estaban asombrados de la lujuria descontrolada de los rusos.

Sin embargo, el gran vicio nacional de los moscovitas era el alcoholismo. “Beber es la alegría de los rusos; no podemos pasar sin eso”. Esta frase se atribuía al gran príncipe Vladimir el Santo, que así había contestado a los enviados del Islam cuando le propusieron que abrazara su fe. En esta leyenda el amor al alcohol intercede de forma providencial para salvar a la nación de un credo infiel.

Entre los rusos la alegría podía comenzar de cualquier manera, pero solía terminar en copas. La conducta desordenada de los borrachos hacía que periódicamente se tomaran medidas enérgicas para controlar la venta de licor, mientras la Iglesia clamaba por la templanza. En Moscú y otras grandes ciudades la jornada laboral solía terminar a mediodía, cuando los moscovitas se dirigían a las tabernas, donde se servían gran variedad de bebidas. Aparte de los vinos importados, que eran un lujo de los banquetes cortesanos, había numerosas clases de vinos y cervezas nativos: cerveza de miel y bayas de enebro; cerveza de miel y lúpulo. El kvas era la bebida más barata y consumida, una cerveza de trigo moreno. También había vinos de frambuesa, cerezas negras y grosellas, y un licor de raíces de abedul que se obtenía en primavera. El vodka, un derivado del “aqua vitae”, todavía no dominaba el mercado, pero comenzaba a imponerse. En las comidas también solían tomarse licores para evitar la flatulencia.

Los banquetes de las clases altas eran fastuosos. Solía haber platos de cisne, grulla o ganso asados con especias, sazonados con azafrán y jengibre y servidos con arroz, pepinos en salmuera y crema agria; liebres con bolas de masa hervida y nabos; confituras de coriandro, semillas de anís y almendras, que se acompañaban con malvasía, borgoña, vino del Rin y vinos blancos franceses.

MEDICINA:

Fueran cuales fuesen sus enfermedades, los moscovitas disponían de pocos médicos adecuados para curarlas y confiaban principalmente en la fe, los ayunos, los peregrinajes, las buenas obras y las plegarias. Algunos llevaban amuletos (como una pezuña de alce contra la epilepsia) o recurrían a iconos de santos para curar ciertas enfermedades. Sin embargo, uno de los remedios más recurridos eran baños de vapor a orillas del río, seguidos por inmersiones inmediatas en agua helada. Creían que esta terapia heroica los endurecía para soportar todas las penalidades físicas y las temperaturas extremas.

FESTIVIDADES:

De todos modos esta situación debe ser matizada. En el “rudo y bárbaro reino de Moscovia” no todo el mundo bebía hasta perder el sentido, o daba palizas a su mujer o denunciaba a su vecino; no todas las mujeres de la nobleza languidecían y morían en el retiro sepulcral de un terem; no todos los gobernadores y funcionarios expoliaban a la población local bajo su mando. A pesar de las dificultades, muchos moscovitas no sólo eran amables e industriosos, sino que les gustaba jugar y encontraban tiempo para hacerlo. Según la estación iban a nadar, remar, patinar, esquiar, deslizarse en trineo, cabalgar, practicar lucha libre y boxeo, cuidar animales domésticos, cultivar flores, recoger setas, jugar a las cartas y el ajedrez por el mero placer de hacerlo. Había columpios y una especie de noria levantada en un prado los días de fiesta, músicos callejeros tocaban instrumentos de viento, cuerda y percusión y saltimbanquis con osos y perros amaestrados. De vez en cuando el gobierno patrocinaba espectáculos similares a los de los gladiadores: hombres armados con horquillas luchaban con osos polares sobre el hielo del río Moscova o en una hondonada excavada para la ocasión. Todo el mundo esperaba con ilusión las procesiones cortesanas y religiosas, a veces acompañadas de fuegos artificiales. El día del Año Nuevo (1 de septiembre) el gran príncipe y el metropolitano subían juntos al Lobnoe Mesto y se despedían del verano, mientras el metropolitano impartía la bendición y rociaba con agua bendita al príncipe y el pueblo.

En el Domingo de Ramos se fijaba verticalmente entre dos trineos un gran árbol, del que se colgaban uvas pasas, higos, dátiles y otras frutas, y se paseaba en procesión, mientras cinco niños con túnicas blancas permanecían de pie en las ramas y cantaban. Seguía un desfile con velas, estandartes e iconos, un sacerdote con un farol grande y el metropolitano a caballo, precedido por el gran príncipe a pie, sosteniendo una rama de palma. Treinta hombres extendían sus caftanes por el camino por el que iba a pasar el caballo y cuando éste había pasado, los recogían, salían corriendo para adelantarse y los extendían de nuevo.

Todos los años, por Viernes Santo, se conmemoraba a Barrabás con la liberación de un preso, y por Pascua todos los rusos, boyardos y plebeyos, teñían huevos de rojo, daban uno a su párroco y llevaban otro consigo como señal de la resurrección.

Una fuente considerable de entretenimiento popular eran los skomoriki errantes –actores, juglares, mimos y titiriteros- cuyo drama popular era el único teatro organizado que se conocía en Moscovia. La Iglesia solía denunciarlos, junto con todo tipo de espectáculos, música popular o danza, considerándolos evocadores de pasiones e ideas paganas. Pero el pueblo ignoraba estas denuncias y les plantaba cara. El nacimiento de Juan Bautista era ocasión de jolgorio durante toda la noche, organizándose juegos y mascaradas, así como cantos y danzas en torno a las hogueras.

En una noche cualquiera en los pueblos remotos los campesinos se reunían alrededor del fuego y en sus chozas para contar relatos folklóricos y épicos que cantaban o recitaban de memoria. Los starina (lo que es antiguo) hablaban de los bogatyri de Kiev, capaces de partir en dos a sus enemigos con sus espadas; de Ilya el Lisiado; las aventuras de Sadko el mercader; o el príncipe brujo Vseslav de Polotsk, que corría como un lobo por la noche…

Imagen

LOS GOBERNANTES DE MOSCOVIA:

Iván III "El Grande":
Imagen

Iván III ascendió al trono del principado de Moscú en 1462. Era un hombre alto, algo encorvado, paciente, pero muy decidido, que se propuso mediante la fuerza, la astucia y la persuasión anexionarse los principados rusos vecinos. En 1463 incorporó Yaroslav, en 1472, Perm, en 1474 Rostov, en 1478 Novgorod, que era una república democrática y sus vastas posesiones septentrionales, en 1485 Tver y Viatka y, en 1498, Viazma y Chernigov. En 1500 uno de sus hermanos le legó la mitad de Riazán.

Se casó con Sofía Paleóloga, sobrina del último emperador de Bizancio, e introdujo en la corte moscovita el ceremonial cortesano bizantino, los títulos y la heráldica, incluyendo el águila bicéfala. En 1480 se impuso en una gran victoria incruenta a los restos de la Horda de Oro, lo que supuso el fin en Moscovia del “yugo tártaro”, que había durado más de dos siglos. Poco después adoptó el título de samoderzhets, el equivalente eslavo de autócrata bizantino y a la manera de los antiguos emperadores, afirmó que había sido investido por Dios.

Iván III envío diplomáticos a Dinamarca, Viena, Hungría, Venecia y Constantinopla, y recibió embajadores extranjeros para tratar una cruzada contra los turcos. Sin embargo, la expansión de Moscú también puso al principado en conflicto con Suecia, Lituania y los kanatos tártaros de Crimea y Kazán, los siguientes estados en su área de expansión.

En 1493 Iván III proclamó que todas las tierras de Lituania que habían formado parte del extinto reino de Kiev formaban parte de su patrimonio y hacia 1500 extendió las fronteras de su reino hacia Polotsk, Smolensk y Chernigov-Seversk. Sólo su muerte en 1505 impidió que continuara su expansión hacia occidente.

Basilio III:
Imagen

Basilio III, hijo de Iván III, fue coronado en 1505. Consiguió continuar la expansión iniciada por su padre, anexionándose en 1510 el principado de Pskov y el resto de Riazán en 1517, y tras tres sangrientas campañas se anexionó Smolensk en 1514.

Basilio III también continuó la política interna de su padre, ejerciendo una autoridad tiránica sobre sus súbditos, inspirada por Dios. Bajo su gobierno, todos sus súbditos comenzaron a referirse a sí mismos como “eslavos”.

Basilio se casó en un primer matrimonio con Solomonia Saburova, pero tras veinte años de matrimonio estéril y desagradable las consideraciones dinásticas terminaron por prevalecer. En el año 1525 Solomonia fue ingresada en un convento y el matrimonio fue anulado. Circuló el rumor de que Solomonia había dado a luz en el convento. Al año siguiente Basilio III se casó con Elena Glinski, una princesa lituana exiliada a la que duplicaba en edad. En el año 1530 la princesa dio a luz un hijo, que fue bautizado con el nombre de Iván.

Una vez perpetuado su linaje, Basilio III moría repentinamente debido a un tumor maligno en la pierna el año 1533, tras dejar establecida una regencia para su hijo.

Iván IV "El Terrible":
Imagen

La minoría de edad de Iván IV, que tenía tres años cuando su padre murió, fue aprovechada por los boyardos, que comenzaron a maniobrar para apoderarse del poder. El príncipe Yuri, hermano de Basilio III, intentó apoderarse del trono, pero pronto fue apartado y ejecutado. Elena Glinski, la madre de Iván, trató de hacerse con el control de la regencia. Apartó a su padre Mijail Glinski, que fue eliminado, y también a su cuñado Andrei, el hermano menor de Basilio.

Elena se apoyó en su amante Iván Ovchina y consiguió enfrentar astutamente a las facciones de los boyardos, conservando la lealtad de los eclesiásticos. Sin embargo, cuando su posición parecía más fuerte murió envenenada en 1538 y sus partidarios fueron apartados del poder.

Tomaron el control de la regencia las nobles familias Chuiski y Belski, que pronto comenzaron a enfrentarse entre sí, y maltrataron y manipularon al príncipe Iván a su antojo. Finalmente en 1547 Iván IV salía de las sombras de su minoría de edad y ordenó que arrojaran al líder de los Chuiski a los perros. Poco después de ser coronado se casaba con Anastasia Romanovna, descendiente de una familia de boyardos sin título, que habían sido engrandecidos por Basilio III.

El nuevo monarca prosiguió con la obra de su padre y de su abuelo, y para llevarla a cabo no tuvo ninguna vacilación en aplicar una feroz política represiva contra todo y contra todos los que pudieran representar, aunque sólo fuera mínimamente, una amenaza a su gobierno despótico y a sus aspiraciones de hacer de Moscovia una gran potencia sobre la base de un Estado central sin fisuras y de un autoritarismo sin trabas ni límites. El terror estatal lo ejercitó este príncipe engrandecido, una y otra vez, en cuantas ocasiones lo estimó oportuno, sin importarle los medios utilizados ni las medidas que se decidió a aplicar. Una policía política, la "oprichnina", fue creada especialmente para desarrollar la tarea represora, siendo dotada de una amplia capacidad de actuación hasta el punto de que llegó a convertirse en una especie de Estado dentro del propio Estado. Todos los grupos sociales supieron de su existencia, especialmente la levantisca nobleza de los boyardos, que fue duramente perseguida y castigada por sus pretensiones oligárquicas y autonómicas, aunque también el campesinado padeció con intensidad el autoritarismo zarista, que llegó al punto de prohibirle la libertad de movimiento, anticipo del régimen de servidumbre al que se vería sometido posteriormente.

El reforzamiento de la maquinaria estatal bajo Iván IV se operó en los distintos ramos de la Administración, de la Justicia y del Ejército, organismos revitalizados por el poder central, que contaba con la presencia dominante del soberano, asesorado por varios ministerios especializados en asuntos concretos que eran secundados por los secretarios reales y por una red de funcionarios, fieles servidores del autócrata. La Iglesia tampoco escapó al dirigismo del Estado, que intervino para que se cumpliera la disciplina eclesiástica.

No podía faltar asimismo la prosecución del expansionismo territorial, dirigido a todos los puntos posibles que estaban al alcance de la agresiva política exterior zarista, muy interesada por buscar salida al mar; de ahí los esfuerzos que se hicieron para lograr la conexión con el Caspio o en dirección al Báltico, objetivos que se lograrían en buena parte. Pero Iván IV también supo de derrotas y graves peligros exteriores, como el representado por el Imperio turco o por los tártaros de Crimea, quienes en 1571, apoyados por el califa otomano, llegaron nada menos que a destruir parte de Moscú, incendiando la ciudad y diezmando su población. Otro relativo fracaso lo experimentó en su avance hacia la zona lituana, al tener que retroceder ante la oposición del bloque polaco-sueco.

Los últimos años de reinado de Iván IV fueron tristes. Asesinó a su hijo mayor y heredero, Iván, en un arrebato de ira en 1582, y finalmente murió tras ser aquejado por multitud de achaques y enfermedades en 1584.

Feodor I "El Campanero":
Imagen

Feodor I fue coronado en 1584, pero no estaba pensado que gobernara. Aunque era el heredero desde la muerte de su hermano mayor, resultó una molestia para su padre Iván IV, que salvo en raras ocasiones lo mantenía apartado del público. Frente al carácter tiránico y autoritario de su padre era un hombre sencillo, alegre y de cortas luces, posiblemente con cierta deficiencia mental, que pasaba el tiempo disfrutando con las payasadas de bufones y enanos y lo que más le gustaba era ir a la iglesia, colgarse de las campanas y hacerlas sonar, por lo que se le dio el apodo de “El Campanero”.

El verdadero poder en la sombra fue el boyardo Boris Godunov, cuñado de Iván IV, que en el año 1588 fue nombrado regente de Moscovia. En el año 1591 murió acuchillado en misteriosas circunstancias el príncipe Dmitri, de nueve años de edad, y hermano menor de Feodor, que había sido apartado junto con su madre de la corte de Moscú.

En el año 1589 Boris consiguió que el Patriarca de Constantinopla nombrara Patriarca al metropolitano de Moscú. Poco a poco fue apoderándose de las instancias del poder hasta la muerte de Feodor en 1598, sin herederos. Boris se convertiría en el siguiente zar, en medio del comienzo de un período de disturbios políticos.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

ImagenImagen

Avatar de Usuario
Jebediah_Gogorah
Narrador de Mago
Narrador de Mago
Mensajes: 5969
Registrado: 14 Jul 2019, 11:50
Ubicación: Umbra Profunda
Mensajes miarroba: 9.932
Antigüedad: 30 de Octubre de 2016
Contactar:

Re: Taller: El Reino de Moscovia (La Cruzada)

#2

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 16 Jul 2019, 13:07

Imagen
Russian Wizard de P. Timm.

A partir de un ensayo de Benson Bobrick. Completado por Magus aka [mention]Alexander Weiss[/mention]
[/quote]
LAS TRADICIONES EN MOSCOVIA:

Mientras la Cruzada de los Hechiceros está en marcha, poco a poco la influencia de las Tradiciones comienza a extenderse a Moscovia, y las facciones autóctonas comienzan a unirse a una u otra Tradición. Aunque el reino se encuentra en gran parte al margen de la influencia de la Orden de la Razón, los grupos aliados con las Tradiciones se enfrentan entre sí. El principal conflicto está originado por el Coro Celestial, que aspira a convertirse en la facción hegemónica e instituir su propio paradigma al margen de otros grupos. Los demás grupos de las Tradiciones se encuentran demasiado desorganizados y debilitados por sucesivas calamidades para poder protegerse y reaccionar con éxito.

Ahl-i-Batin:

Los Sutiles no se encuentran muy a gusto en Moscovia, aunque de vez en cuando algún espía u observador viaja al salvaje reino en busca de algún tipo de información o con algún objetivo en mente. Desde finales del siglo XV algunos magos de la Tradición viajan al kanato de Crimea, aliándose con los Cuentasueños y Verbena locales, para detener la agresiva política del Coro Celestial.

Coro Celestial:

De todas las Tradiciones el Coro Celestial es el que tiene mayor influencia en Moscovia durante la Cruzada de los Hechiceros, y de hecho, a nivel individual son la facción más poderosa. Esta situación se debe a que los Gabrielitas nunca han tenido demasiada influencia sobre la iglesia ortodoxa rusa, y desde la caída del Imperio Bizantino, los pocos agentes eclesiásticos de la Orden de la Razón han quedado aislados.

El Coro Celestial se ha apresurado a enviar emisarios a Moscovia para reclutar nuevos adeptos, pues la fortaleza de la religiosidad moscovita resulta demasiado atractiva. Sin embargo, en su apresuramiento, quizás están resultando demasiado indulgentes, ignorando los excesos de algunos magos cristianos rusos, que de forma similar a la Orden de la Razón, aspiran a controlar en exclusiva el paradigma místico.

La principal figura del Coro Celestial en Rusia es el Arzobispo Macario de Novgorod, que desde 1542 es el metropolitano de Moscú. Macario es la punta de lanza del Coro. Aunque simpatiza con varias facciones ortodoxas, las utiliza en su provecho procurando que ninguna adquiera un excesivo poder. Su principal baza es su influencia sobre el zar Iván IV, al que procura mantener protegido de las conspiraciones de los boyardos, entre los que se ocultan otras facciones sobrenaturales, principalmente los hombres lobo, sus principales adversarios en el poder de Moscovia.

Más allá del entorno eclesiástico, el Coro Celestial ha reclutado recientemente a la Orden del Pájaro de Fuego, un grupo de místicos surgidos entre la nobleza del Reino de Kiev y que se han extendido por todos los principados rusos. Su principal objetivo es salvaguardar a los zares y nobles de Moscovia de amenazas sobrenaturales, y entre sus filas se cuentan muchos expertos cazadores de brujas, demonios y vampiros. Aunque otras Tradiciones puedan acusarlos de intolerancia, lo cierto es que su labor es principalmente protectora, y no suelen actuar de forma agresiva a menos que alguien perjudique primero sus intereses, y teniendo en cuenta las numerosas facciones que ansían influir sobre los boyardos…suele ser algo frecuente.

Cuentasueños:

Aunque no muy numerosos, los Cuentasueños de Moscovia todavía conservan cierta fuerza entre los pueblos indígenas del país, entre los sami, los samoyedos y las tribus que se encuentran más allá de los Urales. Estos pueblos sufren una presión cada vez mayor del gobierno de Moscú, influenciado por la iglesia que quiere desterrar sus prácticas paganas, lo que ha llevado a más de un enfrentamiento con el Coro Celestial.

Ante la agresividad de los Coristas moscovitas, los Cuentasueños se han aliado con otras facciones místicas paganas, en especial los Verbena. Muchos han encontrado refugio en los kanatos tártaros de Astracán, Kazán y Crimea, donde conservan el misticismo heredado de los invasores nómadas de las estepas. Estos agresivos chamanes tártaros a menudo realizan incursiones contra el reino de Moscovia, lo que a su vez provoca mayor presión de los Coristas Celestiales sobre los magos paganos que viven en su territorio.

Eutánatos:

Los Eutánatos de Moscovia constituyen un grupo aristocrático y muy selecto que ha heredado tradiciones bizantinas, y que constituyen un importante subgrupo dentro del Cáliz Dorado. Con la caída de Constantinopla ante los turcos en 1453, muchos miembros del Cáliz Dorado han trasladado sus operaciones a Moscú, donde se encuentran a gusto en medio de los juegos de intrigas de los boyardos. Al Coro Celestial le desagrada su presencia, pero han encontrado unos aliados dispuestos entre la Orden del Pájaro de Fuego, con quienes curiosamente han encontrado muchos puntos en común.

Hermandad Akáshica:

De todas las Tradiciones, los Akáshicos son la menos representada en Occidente, y por extensión en Moscovia. Algunos Akáshicos han extendido la influencia de su Tradición hacia los pueblos chamánicos de Siberia, y contemplan con cierta preocupación los esfuerzos de los moscovitas por conquistar la zona.

En cualquier caso, la presencia de la Hermandad Akáshica en Moscovia es testimonial, y cualquiera de sus miembros que viaje por el reino lo hará siguiendo sus propios motivos.

Orden de Hermes:

La Orden de Hermes de Moscovia era una de las principales facciones místicas de los principados rusos durante la Edad Media, pero con el declive del Tribunal Hermético de Novgorod, tras la caída primero de Kiev en 1240 ante los mongoles y de la propia Novgorod en 1478 ante los moscovitas, gran parte de su influencia política se ha visto mermada ante el avance del Coro Celestial, que se ha dedicado a saquear las ruinas de la Orden de Hermes. Sin embargo, los Coristas suelen mostrar cierto respeto hacia los Herméticos, sin llegar a la hostilidad abierta que mantienen contra los místicos paganos.

La fundación de las Tradiciones también ha asestado a la Orden de Hermes un golpe inesperado. Durante la Edad Media la Casa Hermética de Bjornaer era una de las más numerosas e influyentes del Tribunal de Novgorod, y con la fundación de las Tradiciones, la mayor parte de la Casa Bjornaer se ha unido a las filas de los Verbena, debilitando al conjunto de la Orden de Hermes en Moscovia.

Actualmente, las principales Casas Herméticas de Moscovia son Ex –Miscellánea, Jerbiton y Tytalus. Todavía conservan varios reductos y capillas, pero en conjunto el antiguo Tribunal de Novgorod se encuentra en decadencia, frente al empuje del Coro Celestial y otras facciones místicas.

Solificati:

En la lejana Moscovia los Solificati constituyen una Tradición poco numerosa y débil. Los escasos miembros de la Tradición a menudo son invitados de la Orden de Hermes, y menos frecuentemente, del Coro Celestial. Cada uno suele actuar individualmente, aunque la mayoría utilizan técnicas y artes aprendidas del conocimiento alquímico bizantino.

Verbena:

Los Verbena constituyen la principal facción mística entre los paganos de Moscovia, con el apoyo de varias facciones heterodoxas cristianas que no simpatizan con la actitud intolerante del Coro Celestial. Desde mediados del siglo XV también cuentan con el apoyo de la antigua Casa Hermética de Bjornaer, que disgustados por los ataques del Coro Celestial contra el paganismo se han unido a sus colegas paganos en la Tradición.

Si bien durante la Edad Media la Vieja Fe era un rival poderoso para el Coro Celestial y los magos cristianos, desde el siglo XIII su poder no ha dejado de disminuir, a pesar de haber reclutado a muchos refugiados paganos. Los Volshun, herederos de la Vieja Fe, constituyen la facción más poderosa, formada por las principales facciones paganas que se remontan al período anterior a la llegada del cristianismo a Moscovia.

Los Cantores, entre los que se encuentran los Skomoriki de Moscovia y los Kozbar de Kiev, constituyen la segunda facción más importante entre los Verbena, dedicándose a conservar y mantener el antiguo arte y costumbres paganas, a menudo camuflados bajo canciones y festividades populares. Desde su posición a menudo se dedican a debilitar el control del Coro Celestial sobre el pueblo moscovita.

Videntes de Cronos:

Curiosamente, durante la época del reino de Moscovia, los Videntes de Cronos han reclutado bastantes adeptos entre la nobleza boyarda. Muchos de los rumores de decadencia y vicio a menudo son atribuidos a las actividades de la Tradición. Sin embargo, los magos boyardos que pertenecen a los Videntes de Cronos no suelen actuar conjuntamente, y a menudo tienen que ceder ante las pretensiones del Coro Celestial.

También existen muchos Cultistas del Éxtasis en el ámbito monástico, sobre todo en los ascetas y ermitaños, muy numerosos en Moscovia, que a menudo se someten a duras penitencias, ayunos y pruebas físicas para recibir visiones, llegando a prácticas tan bizarras como la mutilación o la autocastración. Entre los Santos Tontos, los excéntricos ascetas que gozan de la veneración popular se encuentran varios místicos de la Tradición.

Imagen

LA ORDEN DE LA RAZÓN:

Para la Orden de la Razón Moscovia constituye uno de los pocos “flecos” que por el momento han escapado a su agresiva expansión sobre gran parte de Europa. El poder del Coro Celestial a través de la Iglesia ortodoxa resulta demasiado fuerte, por el momento. El Alto Gremio disponía de una capilla en Novgorod, que fue incendiada y saqueada por agentes del Coro Celestial tras la conquista moscovita de 1478. El Alto Gremio todavía mantiene cierta influencia sobre las ciudades comerciales del Báltico, pero las matanzas realizadas por Iván IV hacia 1570 –de nuevo con el apoyo del Coro Celestial- acabarán con cualquier pretensión de poder.

Los Gabrielitas, nunca han tenido mucha influencia sobre la Iglesia de Moscovia, y los intentos de aproximación al catolicismo llevados a cabo por sus agentes y embajadores han sido sistemáticamente rechazados o entorpecidos por el Coro Celestial. Algunos Gabrielitas, percibiendo la cruzada de los Coristas moscovitas contra los paganos rusos, incluso han llegado a admirar su fervor religioso y se han unido a sus filas.

A los Masones y Artífices no les ha ido mucho mejor en Moscovia. Aunque en ocasiones han tenido la oportunidad de trabajar para los zares y boyardos del reino, sus enemigos entre las Tradiciones han sabido utilizar la xenofobia y desconfianza hacia los extranjeros magistralmente, a menudo acabando con sus enemigos de forma inesperada.

Moscovia es “descubierta” por Inglaterra durante el siglo XVI, cuando los ingleses envían tres naves en 1553 bajo la guía de Richard Chancellor, protegido del místico John Dee, en busca de un paso a través del norte que lleve hasta el océano Pacífico. Los aventureros ingleses son recibidos fastuosamente por Iván IV. Desde entonces, Inglaterra y Moscovia entablan relaciones comerciales y acuerdos diplomáticos no carentes de tensión. Con los ingleses llega un grupo de valientes Buscadores del Vacío y Maestros Celestes, que resistirán durante varias décadas los intentos del Coro Celestial por expulsarles de Moscú. A la muerte de Iván regresarán a Inglaterra con abundante información que resultará útil para futuros planes de los Dedaléanos.

Aunque ni siquiera la Orden de la Razón lo sabe, la principal facción de los Dedaléanos en Moscú está constituida por los Ksirafai. Las intrigas de los boyardos moscovitas constituyen una base perfecta desde la que actuar. De la misma forma que ocurrió en el Imperio Bizantino planean someter por completo la autoridad eclesiástica a la autoridad terrenal de los zares, propiciando a largo plazo su decadencia. Sin embargo, su labor no es nada fácil, pues los guardianes del Coro Celestial y los Eutánatos constituyen rivales muy peligrosos.

NEFANDOS:

Aunque ya desde antes de la llegada del cristianismo, existían Kolduny –místicos que se habían corrompido y servían a los poderes oscuros extendiendo devastación y plagas, desde la llegada del cristianismo los infernalistas han tenido que retirarse a las sombras y procurar actuar con más discreción.

La excepción más estridente la constituye el culto de Kupala, que todavía es poderoso en la costa del Báltico, y cuyo líder, Tezghul el Loco, constituye una pesadilla viviente tanto para las Tradiciones como para la Orden de la Razón. Por fortuna para los moscovitas, su interés parece atraído por el oeste, aunque sus seguidores no tienen reparos en extender la corrupción y la destrucción en el corazón de Moscovia. El Coro Celestial utiliza el culto como una evidencia clara para condenar a todo el paganismo y justificar su cruzada contra todos los magos paganos.

Sin embargo, con su atención orientada hacia el exterior y a los magos paganos, el Coro Celestial ha descuidado la corrupción dentro de sus propias filas, entre las que se encuentran algunos destacados barabbi. Algunos Nefandos consiguen utilizar el cristianismo para acabar con sus adversarios y algunos incluso han conseguido escurrirse hasta el entorno de los zares, donde avivan la paranoia y la desconfianza y fomentan los actos de crueldad y tiranía hasta tal punto que durante el reinado de Iván IV los Nefandos terminarán convirtiéndose en víctimas de su propio éxito…

IDEAS PARA HISTORIAS:

Conquista: Los personajes son un grupo de místicos situado en el área de expansión del Reino de Moscovia, en Kazán, Astracán, Crimea, Novgorod, Pskov o Smolensk. Aparte de las dificultades provocadas por asedios, saqueos, etc. también tendrán que enfrentarse a los místicos que quieren aprovecharse de la conquista en beneficio propio.

Construcción: Los personajes forman parte de un grupo de artesanos y eruditos occidentales que son convocados a Moscovia para ayudar en la construcción de un edificio o la fundación de una institución académica. Los personajes tendrán que afrontar la habitual desconfianza y rechazo a los extranjeros, encontrarse con dificultades de facciones locales que quieren evitar que adquieran el favor de los gobernantes e incluso pueden encontrarse atrapados o condenados cuando su labor en Moscovia haya concluido.

Embajada: Los personajes forman parte de una embajada de las Tradiciones enviada a Moscú para tratar de negociar con los elementos moderados del Coro Celestial para que cese sus hostilidades con los demás místicos del país. Las facciones más extremistas o la Orden de la Razón pueden tratar de sabotear las negociaciones y los propios Coristas pueden mostrarse inflexibles al respecto.

Exploración: Los personajes son un grupo de exploradores Despertados (de las Tradiciones o de la Orden de la Razón) que intentan encontrar un paso a través del Norte para llegar a América y terminan encontrándose en Moscovia. Otra opción es tratar de encontrar una ruta a través de Moscovia y Siberia hasta llegar a China y el Lejano Oriente. El viaje sin duda estará lleno de dificultades y peligros, así como oportunidades para realizar nuevos hallazgos.

Imagen
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

ImagenImagen

Avatar de Usuario
Jebediah_Gogorah
Narrador de Mago
Narrador de Mago
Mensajes: 5969
Registrado: 14 Jul 2019, 11:50
Ubicación: Umbra Profunda
Mensajes miarroba: 9.932
Antigüedad: 30 de Octubre de 2016
Contactar:

Re: Taller: El Reino de Moscovia (La Cruzada)

#3

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 16 Jul 2019, 13:08

"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

ImagenImagen

Editor completo

Volver a “Mago”