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#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 27 Oct 2019, 18:03

{ https://www.youtube.com/watch?v=avv2IIdDnnk& - Fade into you by Mazzy Star }

Miriam siempre había tratado a Lang como un hijo más. Ahora vivía de alquiler a las afueras de la ciudad, en un gueto en el que a ciertas horas de la noche, no era nada recomendable pasear. Era a lo que se veía obligada tras la muerte de su hija. A sobrevivir con el pequeño subsidio que le otorgaba el estado, nada comparable a las aportaciones que su hija le brindaba, ni al nivel de vida que la Tyrrell proporcionaba a sus empleados y por ende, a sus allegados.

La madre de Berenice, siempre estuvo orgulloso del origen judío de Lang, y de que su hija no tuviera un matrimonio mixto. Para ella, aún anclada a un clasicismo que ni su propia hija era capaz de entender, era importante aquellas pequeñas nociones que mantenían su cultura viva. No obstante, nunca se preocupó de las tareas que su hija ejercía en su empresa. Tal vez si lo hubiera sabido, no habría habido tan trágico final. La culpa la corroía con cada nuevo dato que a cuentagotas le llegaba del verdadero pasado de su única descendiente. Sin embargo... nunca reprochó nada a su hijo político.

El hermético la visitaba de vez en cuando. Cuando ya sentía que la ausencia de Berenice le asfixiaba, y necesitaba retroalimentar aquel nexo familiar para no creer que pudiera olvidarla. Si, era una paradoja. Pero asi se sentía. Igual que era paradójica, que desde el piso de Miriam, se observara en el skyline de L.A., perfectamente centrada, la cúspide de la pirámide la Tyrrell Corp. En su mente, Lang la veía arder, cómo un pebetero eterno que quemara las almas de todos sus altos cargos. El humo, se los llevaría para siempre.

Hacía poco que la había visitado. Concretamente para las fiestas del Rosh Hashanah. Había saboreado sus exquisitos kippes, y a Lang le había parecido que era la comida más rica, sabrosa y nutritiva que había probado en todo el año. Era un proceso doloroso, pues el alemán veía en su suegra, la ahora rota vejez de su esposa, y siempre se maldecía al salir. Iba para animarla, y sin embargo, era ella quien lo acababa de consolar. Los martiriosos pases de albumes familiares eran una auténtica tortura; un sinfin de aguijonazos en el corazón, al pasar de cada hoja. Sus manos se entrelazaban proporcionándose la fuerza necesaria para contemplar una foto... y otra... y otra más.

Ahí fue cuando lo notó. Su tacto era distinto. Su mano, caliente y temblorosa. Tan caliente, que quiso separarla. Y no pudo. Sintió emerger el poder en ella. ¿Que había cambiado?. Su rostro era el mismo, pero no sus facciones. Abrió los ojos y la boca, y una luz cegadora salió de ella queriendo devorarlo...

Lang despertó, como cada noche, envuelto en las reminiscencias de la pesadilla, mientras el ventilador volvía a cortar el aire una y otra vez. Se sentía cansado. Otra noche sin dormir bien, como cualquier noche desde que ella no estaba. Echó la mano al lado, esperando que a su vez, su vida no fuera si no otra pesadilla. Pero el vacío del colchón le devolvió la realidad. Ella no estaba. Y la agonía, cómo cada día, volvía a agarrarle con fuerza el estómago.
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#2

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 27 Oct 2019, 18:49

{ https://www.youtube.com/watch?v=jv9sDn_2XkI - You can't always get you want by The Rolling Stones }

El Pater Rick Probus acudía, cómo cada lunes, a la reunión de las seis con los veteranos de la Guerra de las Coreas. Soldados que habían luchado en un territorio inhóspito en el otro lado del globo terráqueo hacía una veintena de años, y que ahora arrastraban los más diversos trastornos.

Buscaban en al fe del Señor, la respuesta a las atrocidades que habían visto en la norteña de las dos Coreas. Niños encarcelados y desnutridos separados de sus madres, ejecuciones masivas, o incluso los resultados de los más cruentos experimientos radiactivos en seres humanos... un auténtico infierno en la tierra sacado de las más perversas de las mentes.

El lugar era el de siempre. Un mediano salón de actos de un edificio de Skid Row. La basura se amontonaba en los exteriores de las casas, y probablemente era el lugar de Los Ángeles con más vagabundos por kilometro cuadrado. Y seguramente, de cualquier zona urbana del mundo. El transcurrir de desvencijados y anticuados carritos de compra en busca de chatarra era constante y las rondas policiales se limitaban a un breve y descarado vistazo desde las alturas. Afortunadamente, para el predicador, aún en estos días, el alzador de cuellos otorgaba el respeto a la persona, que casi había perdido la propia religión.

Dentro, el olor a café inundaba la sala. En una esquina, una mesa con cientos de vasos de cartón ultrarreciclado apilados, y una cafetera americana con la genuina bebida. Un panel colgado de la pared, lleno de panfletos, y con un pequeño display central, le recordaba a los veteranos, mediante patrióticas frases que no estaban solos. Intentaban así, exiliar el sentimiento de que las garras del águila había cogido sus espíritus para alzarlos hasta las estrellas, y condenarlos a una vida entre barras.

Las caras, tambien eran las de siempre.

Uno de aquellos atormentados, Peter Bibxy, colocaba equidistantes las sillas plegables cuando el padre llegó al lugar. Nada le hacía sospechar al sacerdote que algo había cambiado. Las dudas de Bixby durante la reunión eran tiradas con ira, y con maldad, dando la sensación de que toda la terapia de aquellos meses, estaba tirada por la borda. Tal fue el punto, que el Pater, se quedó sin respuestas. Y peor aún, su comportamiento se iba extendiendo por el resto de asistentes. Rick sintió como el sudor frío descendía sobre su pecho. Se sintió inmóvil e incapaz de ejercitar su cuerpo, e incluso su habla.

"-Arderás en el infierno, Padre" fue la última frase que escuchó antes de cerrar los ojos y despertar. Su propio cuerpo despertó con un espasmo muscular en forma de manotazo, que derribó el vaso de whisky sobre la mesa. El monitor se había apagado por la falta de actividad, y la habitación permanecía a oscuras, solo rota por los faros de los coches voladores que de vez en cuando se colaban entre las persianas.

Despertó de la pesadilla con angustía. Aún, como si fuera más un recuerdo que un sueño, le rondaba la escalofríante imagen de Bixby conteniendo una llama en la palma de su mano, antes de sentenciarlo con aquella apocalíptica frase que el artillero de la marina, le había dedicado.
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#3

Mensaje por Pagliacci » 28 Oct 2019, 13:37

https://www.youtube.com/watch?v=BFkYoT5Gezo

-Berenice- la palabra quedó suspendida entre sus labios mientras recuperaba la consciencia.

Solo un segundo, un precioso segundo había durado la ilusión de su compañía en el lecho, el tacto de las sábanas le devolvió a la realidad. El sudor chorreaba por su espalda empapando el colchón, Lang le dio la vuelta a su almohada mientras se limpiaba el reguero de saliva que caía de su boca. El ventilador apenas era capaz de agitar el húmedo aire de la ciudad, más bien parecía removerlo, como un cucharón en una cazuela de barro ardiente. De nuevo frente al espejo, sus ojeras perennes enmarcaban unos ojos oscuros y levíticos, cubiertos de arrugas. Se enjuagó la cara y el tacto refrescante del agua le reconfortó. Se sentó en la cama y recogió su cuaderno de sueños, una libreta gastada llena de garabatos, y escribió con una letra irregular el contenido de su pesadilla. Tenía que significar algo, que tenía que tener un maldito sentido, los sueños por encima de todo eran símbolos.

Las 4:36 de la mañana. Era pronto para visitar a Circe y la luz aún no había llegado a las calles. Aunque, por otro lado, la ciudad era tan insomne como él, tugurios nocturnos se tragaban el dinero de sus habitantes, arrojando sombras de neón a un asfalto encharcado. La penumbra y la niebla eran su naturaleza, como en los sueños, se sentía cegado por la luz pura. Lang encontraba poder en la confusión, porque él podía ver entre la neblina que mantenía cegados a todos y, sin embargo, los demás no podrían verle. Más que en un sueño, los durmientes se encontraban incapaces de penetrar la oscuridad de los sentidos, incapaces de abrirse al tercer ojo, al juicio, a Yesod. Lilith contra Gabriel, dos entidades que encarnaban lo lunar, danzaban en lucha eterna por la Fundación, ambas eran la encarnación del espíritu, del despertar de lo divino, el paso imprescindible que llevaba a desvelar la visión en tinieblas del mundo místico y verdadero que ocultaba este otro de carne y acero.

Cuando dormía, algo en su interior entraba en comunión con Gabriel, con el viajero celestial y era capaz de traspasar la neblinosa barrera entre lo real y el acero. El maldito Lacan, un petímetre arrogante, siempre había defendido el carácter real del símbolo y lo fantástico de la materia, tenía razón. El judío sentía que esa conexión se había abierto, que se abría cada noche, permitiéndole penetrar en el umbral mundo de lo inconsciente. Y deseó volver, así que durmió.

Venice Beach era en aquel reino como el decorado de una película, las palmeras aún enmarcaban las carreteras del paseo en arcos de madera y vida, muy lejos del desierto estéril en el que se había convertido Santa Mónica. En el inconsciente LA seguía siendo una ciudad de oportunidades que recorrer en un Cadillac solitario, las olas batían contra las rocas salpicándolas de espuma. Los espíritus de algunos durmientes recorrían el límite de su visión, también acudían allí a sentir el recuerdo de un mundo que había dejado de existir. El alemán se acercó al muelle de madera, los tablones crujían a su paso, la sal impregnaba el aire. Respiró hondo, dejando que la sal descendiera por su garganta. A lo lejos nubes de tormenta amenazaban aquel reducto de paz, un cielo metálico y gris se cernía sobre él. Continuó su paseo por la balaustrada, pasando su mano por la madera mojada, se podría, aquel lugar tenía los días contados. La luz de Hollywood se estaba apagando.

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#4

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 02 Nov 2019, 20:22

{ https://www.youtube.com/watch?v=WB-ik-Bpl0c - Ghost City by Kenji Kawai from Ghost in the Shell OST }

Tetsuo odiaba fuertemente estudiar. ¿Para que mierdas quería saber él lo que hizo Brisa de Otoño hace tropemil siglos recorriendo Europa con la primera Cábala?... Sin embargo, allí se encontraba, estudiando (bueno más bien, intentando no darse una buena hostia contra la mesa en alguno de los cabezazos que daba) ante el "examen" que mañana Mr. Wong le iba a realizar. Hubiese cambiado perfectamente, una hora de estudio por dos horas de entrenamiento en el dojo. Pero las palabras de su mentor, de ejercer la mente con el cuerpo, le perseguían, casi como un improvisado dogma.

La trastienda de la tienda de antigüedades que Mister Wong poseía en Little Tokyo, le servía de improvisada habitación. Una vez más, su padre y su madre lo habían echado de casa ante la rebeldía del muchacho. No le gustaban las compañías que frecuentaba, y otra vez más, un rapapolvo seguido de un nuevo ultimatum, acabaron con el petate con sus cosas en la puerta de su casa. Afortunadamente, Wong, para enfado de su padre en los encuentros en el dojo o en las reuniones de la Hermandad, demostraba más paciencia y más piedad con el rebelde adolescente.

La taza de té estaba vacía, y una larga madrugada se presentaba por delante. Un ruido en la calle mientras intentaba llenarse otra taza, y una sombra que pasaba ante la enrejada ventana de la cocina, le llamó la atención. Seguro que eran esos cabrones de los Furias Rojas, buscando bronca de nuevo. Las peleas contra las bandas chinas por los limites territoriales entre Chinatown y Little Tokyo eran constantes, y suponían un cisma en la propia hermandad Akhásica con representantes de ambos barrios. Parecía que la frontera "natural" de la antigua autopista 101, no contentaba a nadie.

Tetsuo quebró sus nudillos. Nunca le había hecho falta siquiera hacer uso de sus artes más elevadas para derrotarlos. Simplemente con su gracilidad felina para las artes marciales, le bastaba para acabar con cuatro o cinco de aquellos pandilleros. Una pelea, era la excusa perfecta para salir de aquel monótono estudio.

Salio como una flecha por la puerta trasera, mientras ya sentía la adrenalina, sus músculos se tensaban, e incluso saboreaba ya el férreo sabor de la sangre en sus labios. Giró hacia el callejón trasero, con la esperanza de enfrentarlos por la retaguardia.

Pero no encontró a los Red Furys. Una joven chica, con gabardina marrón y un paraguas paseaba en aquellas horas de la madrugada por un callejón solo alumbrado por los pocos neones traseros de los establecimientos. Le llamó en exceso la atención... pero Kojima se acercó con cierto sigilo, a la par que no pretendía asustarla. Más bien, incluso un instinto protector se apoderó de él.

Cuando estuvo a un par de metros de ella y extendió el brazo con ánimo de avisarle de su presencia, la muchacha se giró, y el horror se apoderó del artista marcial. El rostro de la desconocida, parecía derretido, como si colgaran de una burbuja de irrealidad. Parecía los tentáculos de un demonio que iba a devorarlo. Tetsuo sintió más miedo del que nunca había sentido...
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Quiso reaccionar, pero fue tarde. Un golpe invisible y poderoso, con un fogonazo de una luz amarillenta, lo empujó violentamente contra los contenedores de basura, y sintió quebrarse varias de sus costillas...

Intentó levantarse y...

Un violento movimiento dio con su rostro en el ancestral libro que le había dejado Mister Wong, ahora para su vergüenza, manchando por un curioso charco de babas. Se había dormido y la pesadilla lo había despertado. La claridad del día empezaba a hacerse notar y el no había estudiado lo suficiente. Para colmo, la campanilla de la puerta de la tienda de antigüedades, le anunciaba la llegada de su mentor.
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#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 03 Nov 2019, 17:47

{ https://www.youtube.com/watch?v=WcLzUZSGT6Q - Mesa by Hans Zimmer from Blade Runner 2049 OST }

El escenario virtual seleccionado por Ishanti para aquella sesión era idílico. Una pequeña isla artificial de gravilla coronada por una circular tarima de madera, lo suficientemente amplia para que todos sus, por ahora, ausentes alumnos tuvieran espacio para sus ejercicios de meditación. La islita se encontraba dentro de un lago repleto de nenúfares, alimentado por una enorme cascada que caía, lejana, a la espalda de la cultista, que en posición de flor de loto, esperaba respirando y abstrayéndose a sus alumnos.

A la tarima, y por tanto a la isla, se accedía por dos puentes arqueados, con barandillas de madera roja, de poco lustre y algo gastadas, a los que se llegaba por un caminito tambien de gravilla rodeado de piedras redondeadas y blancas de un tamaño considerable. A cada pocos metros, un sauce batía sus ramas con la brisa, ramas que daban cobijo a pequeños gorriones. De dichas ramas tambien colgaban farolillos de papel, que aún de dia, permanecían encendidos, dandole un toque eminentemente oriental a la escena.

Estabamos ante el escenario perfecto, para la correcta evasión del mundo material. Aquello que los alumnos de la Escuela de la Mente venían buscando. Pero aquella mañana, si bien Ishanti no era una esclava del reloj, se estaban retrasando. De vez en cuando, como movida por una cierta carga de responsabilidad, abria uno de los ojos en busca de alguna presencia en alguno de los puentes, que era el acceso por el que los alumnos llegaban a la tarima, cada vez que cargaba aquel escenario. Porque, ella, ya había notado que estaban allí.

Su sorpresa vino, cuando tuvo que girar el cuello, y se los encontró caminando por las aguas. Sus miradas estaban perdidas y con cierta carga de ausencia, pero sin duda lo peor de todo, era la sensación amenazante, que casi electríficó la espina dorsal de la bailarina. Ellos abrieron la boca, pero no salieron palabras. En cambio, aguijonazos llegaron en su cabeza, en forma de chirriantes sonidos. Sintió marearse, y caer, mientras sentía como su cabeza era invadida por constantes y funestos pensamientos. Cómo una gota de sangre que cae sobre un vaso de agua, su psique se veía emponzoñada por pensamientos de maldad e ira, provenientes directamente de aquellos alumnos, que cada vez estaban más y más cerca, casi rodeándola. Ishanti ya no estaba en la posición de flor de loto... si no de rodillas con los codos apoyados en la tarima, mientras sus manos entrelazaban su pelo, y sentía sus ojos salirse de sus órbitas.

Y en esa posición despertó de la meditación. Se encontraba en la Sala de la Intuición, y el sonido del timbre le avisaba de la llegada de sus alumnos para la clase de meditación de las 16:00. Pero Ishanti, ya no estaría centrada en lo que quedaba de día...
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#6

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 07 Nov 2019, 16:11

{ https://www.youtube.com/watch?v=Cyt0ViDtJ_w - Extreme ways by Moby from The Bourne Identity OST }

Michael oteaba el horizonte desde su coche posado sobre una azotea de la ciudad. Sus prismáticos de visión nocturna le permitían ver a traves de la noche, el intercambio que se produciría bajo el puente. Enemigos de la Guerra Santa que traficaban con sustancias pecaminosas, que no hacían más que emponzoñar aún más la ciudad.

Hacía tiempo que Michael Johnson había compatibilizado su fe con lo único que realmente se le daba bien. La guerra. Cómo soldado entrenado se sentía preparado para cada combate. Pero aquello no quitaba que sintiera la adrenalina atenazar sus músculos ante el nerviosismo del enfrentamiento.

La tarea parecía sencilla, e incluso ciertamente monótona. No era la primera vez que lo hacía y entre el mundo del hampa local angelino ya empezaba a correr como la pólvora el rumor de una especie de justiciero al que si seguía dando por culo, a su cabeza acabarían por ponerle un jugoso montón de créditos como precio. Llegar sigilosamente, interrumpir el intercambio, causar las bajas que fueran necesarias, destruir las drogas y llevarse el dinero para donarlo anónimamente a alguna asociación benéfica (tambien había corrido el rumor de un nuevo héroe anónimo y solidario), todo ello bajo la protección del Arcángel Miguel, que le protegía del azote enemigo, y le proporcionaba la fuerza y la clarividencia necesaria para su cometido.

Tres tipos protegían el coche que según había averiguado, tenía el dinero en el maletero. Otro vehículo descendía, cómo una libélula curiosa, girando sobre sí con una lentitud pasmosa, alumbrando con sus focos, los edificios colindantes, en clara búsqueda de aquella nueva amenaza invisible.

Cuando hizo la pasada sobre su azotea, y su presencia pasó inadvertida, supo que era el momento de actuar. Se persignó y besó el rosario que le colgaba del cuello. Amartilló su pipa y salió al encuentro de aquellas maleantes. Descendió los escalones de la sobría escalera de servicio de dos en dos, golpeando con la cruz tatuada de su hombro en cada bajada, la pared del rellano. Cuando llegó abajo, se persignó nuevamente, aunque esta vez con su mano enguantada en aquellos guantes verdes oscuros que le recordaban a la guerra. Islamabad, Pionyang o Los Ángeles... que más daba. Los enemigos del Uno eran los mismos en todas partes. Abrió la puerta y avanzó con decisión, como el que está protegido por la divinidad. Los pecadores se alertaron de su presencia, y rápidamente montaron sus subfusiles, para empezar con ráfagas cortas que dieron con el cuerpo de Michael en la primera cobertura.

Johnson se sentía con la seguridad de ser un buen tirador. La habilidad que el Uno le había otorgador en aquel momento, le permitía ver en la oscuridad, y unido a su extrema destreza con las armas de fuego, le hacían que aquello pareciera un auténtico juego de niños. Se había repetido muchas veces y sabía el resultado final. Se levantó desde la cobertura, con su punto de mira en la cabeza de uno de los chicos malos, y apretó el gatillo. Ni siquiera estaba mirando... sin embargo, con un movimiento anti-natural y sin verlo, lo esquivó, desapareciendo y volviendo aparecer, cada vez más cerca. Su gesto empezó a tornarse en sorpresa, y luego en temor, cuando al cambiar de objetivo, se volvió a repetir. Y cada vez aparecían más cerca... Mantenían una sonrisa demoníaca... y ahora cargada con la misma seguridad que el había mantenido hasta ahora.

Poco a poco lo fueron rodeando. Nunca le había costado tanto. Llegó a plantearse su fin, cuando sintió la nube de polvo de unas precipitadas pisadas cerca de su cobertura, y el cargador vacío en su humeante pistola...

El ruido de las cuentas del rosario contra el piso amarmolado de la iglesia, rebotando como canicas, despertó al soldado del Señor, de su oración. Se había quedado dormido rezando, y ahora sus rodillas se mantenían totalmente entumecidas. En su pesadilla, había apretado tan fuerte con sus puños, que había roto el rosario. Miró hacia la cruz, y por un momento le pareció que la propia expresión del cristo crucificado había cambiado, a una con más aflicción que la propia de la crucifixión y el martirio.
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Mensaje por Jebediah_Gogorah » 11 Nov 2019, 19:58

{ https://www.youtube.com/watch?v=T2JnyCuAQMg - Al Monte by Palo! }

Como cada quincena, Artis se reunía en un almacén de Boyle Heights, donde grupos latinos, caribeños y algunos afroamericanos, se reunían a bailar, cantar y tomar sustancias alteradoras de la conciencia. Todos tienen dos denominadores comunes. El rechazo parcial a la tecnología en algunos casos, y total en otros (de hecho algunos pertenecen a facciones antiandroides) y la pasión total por la música. De hecho, alguna vez Zagreo ha coincidido allí con Priss Straton.

Los tambores suenan acompañados de instrumentos de viento, incansables. Llevan ya horas sin que las melodías decaigan un ápice. A algunos el alma ya les ha hecho a arrancarse en danzas tribales, descalzos sobre el hormigón, y aullando a la luna. Comparsas, quintetos, solos instrumentales... una tras otras, las canciones se van sucediendo impidiendo a los cuerpos el descanso. En su lugar, la condesación por sudor se agarra a los techos. El éxtasis se apodera de ellos... mientras las caderas giran, los cuerpos se arquean, y la sensualidad aflora. En estos momentos, un grupo cubano amenaza la sesión, donde una negra de grandes caderas, entona cada una de las notas sin desafinar un instante, consiguiendo que con su chorro de voz, vibre el cuerpo de todos los presentes.

El almacén es más una nave industrial reconvertida en vívero de artistas. Diferentes guirnaldas cuelgan de las vigas de acero. Las paredes son adornadas con murales con pintadas homenajeando el lenguaje universal de la música. Diferentes focos más propios del siglo pasado, se mueven histrionícos, llenando de luces amarillas, rosas y azules todo el inmenso espacio. Las paredes insonorizadas evitan las quejas vecinales, y el aforo total alcanza las más de quinientas personas.

La noche transcurre como siempre, con el colombiano de padre y angelino de madre, dejándose llevar por la música. El sudor recorre su pecho ahora al aire, y su tez mulata. Siente los poros desnudos de su cuero cabelludo extraer el sudor que le resbala por la cara, arrastrando los restos del maquillaje colorido de sus ojos. Es su momento; la gente hace un coro a su alrededor, dando palmas, mientras baila. Sus pies afinan cada salto, al ritmo que le marca el tambor, dando buena fe del son que genéticamente le ha sido otorgado. Ese coro cada vez se acerca más, pero Artís no le da importancia...

Hasta que el ritmo empieza a ser asíncopado. Sus pies ya no pueden coger el ritmo de los bongos y los timbales. Pero la gente, le sigue rodeando. Sus caras ya no muestran el extásis del baile y la música, sino una maldad inusitada. En pocos segundos, cientos de personas lo rodean, sin dejarle escapatoria, y cada roce de su piel le da una descarga eléctrica que le hace temblar hasta la base de la espina dorsal. El horror empieza a apoderarse del cultista... cada vez más... y más descargas... hasta que los músculos, espasmódicos, dejan de responderle...

Zagreo despierta totalmente agarrotado en casa de Matthius. Su cuerpo es un bloque compacto, que aún se mantiene así unos segundos, en total tensión, hasta que su cerebro reacciona a la realidad... Cuando se relaja, su cuerpo sigue dolorido. Como si hubiera bailado toda la noche...
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#8

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 16 Nov 2019, 22:58

{ https://www.youtube.com/watch?v=K61-tK7Xlzg& - Bathroom dance from Joker OST }

La madrugada es el territorio desconocido donde la oscuridad nos hace conectar con lo más profundo de nuestro ser. Incluso con las reminiscencias de un fondo luminoso del skyline angelino de las cuatro y media de la mañana. Tus pies cuelgan del embarcadero, mientras el suave oleaje negro casi te hipnotiza. Aún en estos tiempos que corren, el olor a salitre te trae recuerdos de tu otro yo. De un pasado no tan pasado. De algodones de azúcar y tardes de feria. Ahora, como la feria, todo estaba apagado. Los planes de una vida mejor hace tiempo que se frustraron.

Hace unos minutos casi pudiste ver tu reflejo en el androide obsoleto de la caja de adivinación. Un stand de color violeta, con un androide más parecido a una marioneta, con un turbate y una túnica ridículas, que te extraía cartas al azar por una mínima transferencia de créditos. La mueca, con la boca semiabierta, dejando ver parte de sus circuitos, era tan falaz como la vestimenta que portaba. En su última carta, la que mostraba, y debió ser para el último cliente, decía, algo gastado: "NO PIERDAS LA ESPERANZA".

Ahora jugueteabas con dicha carta entre tus dedos, dandole una y otra vez vueltas sobre si mismo, con el telón negro del mar de fondo.

Debiste suponerlo cuando saliste de casa. Quizás fuera tarde para visitarla tu a ella, pero no ella a tí. Probablemente cuando saliste, ya lo llevabas en tu subconsciente. Tal vez, fuera el único faro disponible en una marea con niebla... pero nunca sabías si te llevaría a buen puerto. Debiste suponerlo. Su olor llegó a ti, como hacía cuando se dejaba notar. No sabías cuanto llevaba allí, y apareció de la nada. Casi como una bruma que se hacía corpórea en la oscuridad.

Vuestra relación hacía tiempo que no pasaba por el mejor de los momentos. De hecho, probablemente estuvieráis en el momento más crítico como tutora y alumno. Lo notabas en su lenguaje lleno de sarcasmo, y en que abusaba exageradamente de la palabra "judío" con cierto deje no tan homófobo como burlón. Tambien en que solía regodearse de las buenas mañas de tu competidor, Miles, el soplapollas que pensaba que valía todo para llegar... y sabías de buena mano, que no conocía la verdadera esencia de la magia, y que intentaba rebuscar toda la sabiduría de los libros con prácticamente un nulo empirismo. Afortunadamente para todos, se había presentado sola a aquella cita improvisada.

- Vaya, vaya judío. Llevo reclamando tu presencia un tiempo... - una pequeña llama procedente de un mechero enciende un cigarrillo de sus negros y enigmáticos labios, que enseguida como un piloto rojo, como ese faro en la niebla, recoge todo el ardor de su inhalación - ... y cuando no te busco activamente, te encuentro aquí. - Se acerca a ti, y te toca el rostro con la mano del cigarrillo. Su mano es fría como la propia madrugada e incluso por un momento, temes que vaya a hacerte algo. Ves como el humo repele el contacto con su propia ropa haciendo formas extrañas y azarosas. - ¿Cuánto tiempo más vas a estar rehuyéndome, judío?... - Retira la mano, de una manera maternal y da una nueva calada, antes de arrojar al mar el cigarro inacabado - En la Capilla, empiezan a preguntar por ti. ¿Cuanto tiempo crees que podré mantener al Primus sin informar de tus ausencias?... ¿Sabes lo que ese tachón significaría en mi historial en la Orden? - No hay que ser ningún detective para darse cuenta del auténtico motivo de su búsqueda y de su mentira ante un encuentro fotuito. Su cara denota cierta ira. - Pronto estarás en sexto grado y dejarás de ser aprendiz, para ser adepto. Entonces, me perderás de vista, al menos, activamente. Probablemente entonces, seas tú quien te encargues de alumbrar a alguno la senda. Entonces entenderás lo dificil que es, judío. - Vuelve a tomar un tono conciliador. - Hay que pasar página, Lang. Los recuerdos tristes sólo son rémoras que dificultan tu verdadero don... - Hace un silencio. Prolongado. Tanto que vuelves a escuchar el batir de las olas bajo las maderas del embarcadero - Retoma tu aprendizaje, apenas te deben quedar seis meses... luego prometo ayudarte con aquello que quieres. - Te vuelve a intentar tocar el rostro, esta vez con las dos manos. La mirada de Circe, la Hechicera, de la que desconoces su verdadero nombre, parece querer arrancarte la pena con sus ojos.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Pagliacci
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Re: [AD] Interludere I

#9

Mensaje por Pagliacci » 20 Nov 2019, 22:14

Mi padre era una hombre extraño, que vivió en una época aún extraña, antes de la Confederación Prusa y la crisis de Tannhäuser. Su película favorita era Papillon, que veíamos una y otra vez cuando era pequeño. La cercanía del agua rompiendo contra los tablones de madera me hizo recordar la escena final, el anciano Steve McQueen reventado tras una vida entera en la cárcel, intentando escapar lanzándose al agua. Siete segundos, una fracción de tiempo cada siete segundos, era el brevísimo instante en el que si caía sobre el mar habría agua suficiente para no despeñarse contra las rocas a los pies del acantilado.

Aquel anciano, tras una cadena perpetua por un crimen que no había cometido, nunca había dejado de tratar de huir. Lang admiraba su tenacidad, enfrentándose a un destino que le había condenado a pudrirse en los pantanos de los colonias francesas. Incluso en la vejez, Papillon no se detendría, nunca dejaría de intentarlo. Las olas de aquel sueño parecían tan lejanas como las de su acantilado. La tristeza se había convertido en su forma de vida. ¿De quién estaba huyendo, de la Tecnocracia? No. Huía de sí mismo, de una vida sin Berenice, de la responsabilidad de tener que vivirla.

La carta da una vuelta entre sus dedos, las palabras de esperanza cobran la forma de una mariposa, como las del tatuaje carcelario de su héroe atrapado. Y entonces vio como Circe se acercaba, su mentora, su emperatriz. El judío escuchó las palabras de la hechicera con una extraña sensación de calma en el corazón, como si aquel recuerdo que la carta le había suscitado hubiera aliviado su dolor.

-Es difícil para mí sentirme cómodo en la Capilla, fräulein. El Mi´as no es para mí, apenas puedo soportar la autocomplacencia de algunos maestros- Lang abrió sus manos y una mariposa echó el vuelo en dirección al océano- Pero si es tu deseo, lo haré, mi señora.

Lang no creía que las pantanos de la Guyana francesa fueran distintos a los de Nueva Orleans, se imaginaba el sudor empapando los uniformes de los presos mientras realizaban trabajos forzados sumergidos hasta las rodillas en lodo. Para ellos la muerte debía ser también una forma de liberación. Como Papillon, miles de inmigrantes se arrojan a las aguas para ascender, su voluntad bebe de los sueños de un mundo mejor, de un mundo sin hambre y sin plagas. Solo unos pocos alcanzan el agua en el brevísimo instante, cada siete segundos, en el que es seguro caer.

-Algún día seré libre-Lang esbozó la mejor de sus sonrisas, sabía que no bastaría para aplacar a Circe, pero quizás aliviara su enfado. La mariposa ya habría alcanzado las olas.

https://www.youtube.com/watch?v=R268pvUqSYo

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Jebediah_Gogorah
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Re: [AD] Interludere I

#10

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 22 Nov 2019, 16:31

{ https://www.youtube.com/watch?v=lG0ssGCTJqY - The nightingale by Julee Cruise from Twin Peaks OST }

Las dos voluntades de Lang se encontraron sobre aquellas tablas del popular embarcadero de la feria. Y se abrazaron en aquel preciso instante. La personalidad obediente y cabal de Hoffman, con sus dos timoratos ojos tristes bajo aquellas anchas lentes, y la rebelde y con la siempre y constante necesidad de huir, de McQueen.

En cierto modo, para Lang, la capilla hermética de la Alianza Dorada de los hijos del Tres Veces Grande, era como aquellas prisiones de las colonias francesas que denunciaba la ya arcaica película. Un escalofrío recorrió su piel al descubrir sobre el escote de Circe el tatuaje de una mariposa, significado del vocablo galo papillon, recordándole una de las escenas que le marcó del citado film. Nada era casualidad... todo parecía una enorme conjunción de hebras del destino, programadas para cruzarse unas con otras en momentos que te recordaran lo inmensamente pequeño y frágil que eres.

No era la mano reconfortante de su padre sobre su hombro, la cual casi pudo sentir (Como sintió su frente frotándose contra la rasposa barba de su progenitor), sino la de Circe, que recogía la decisión de Hoffman con agrado. Luego sonrió con cierta sorna y con sobrada autocomplacencia... - ¿Autocomplacencia dices?... jajaja... más vale que vayas aprendiendo Lang. Tendrás autocomplacencia y orgullo para aburrirte, y no solo entre los miembros de nuestra capilla. Es casi una condición sine qua nom entre los que moldeamos la realidad. - Lo empezó a coger del brazo y empezarón a caminar de vuelta desde el brazo de mar - Lo mejor que puedes hacer es completar tu formación, y rezarle a tu dios judío para que Dante no se despierte con ganas de guerra y os mande una mañana a reventar la Torre del Banco Americano.

Recorrieron un par de metros más, y La Hechicera sentenció con una frase cortante que heló la sangre del alemán: - Nunca serás libre. - Un ruido hizo girar la cabeza al hermético. La mariposa había vuelto del mar, habiendo recogido los conocimientos que el oscuro abismo le había proporcionado en unos segundos que tal vez fueran años y ahora chocaba contra el cristal del stand del droide adivino, cómo una polilla contra una solitaria luz, queriendo volver a su origen. Al cálido abrazo de su creador. A los brazos de su padre.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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