[AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

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Jebediah_Gogorah
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[AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 25 Dic 2019, 10:04

{ https://www.youtube.com/watch?v=LGs_vGt0MY8 - Merry Xmas Mr Lawrence by Ryuchi Sakamoto }

Varios transbordos y tres cuartos de hora después, estaís accediendo al apartamento de Zagreo en West Lake. Se trata de una casa pequeña y bastante poco amueblada. El suelo es de madera sintética, y las paredes de un blanco intenso le dan una mayor amplitud de la real, sobre todo teniendo en cuenta la ausencia de ventanas del apartamento y que en otro caso daría una sensación agobiante a la estancia.

Apenas dos austeras fotos cuelgan en la entrada junto a una pequeña consola con un cuenco donde depositar los objetos personales y entrar libres de lo material al hogar de Artís. Una de las fotos es paradisíaca y muestra una extensa playa frente a una fila de edificios que desafía el mar. Podría ser lo que un día fue Miami, pero unas letras rojas donde se lee "Cartagena de Indias" diluye cualquier duda.

En la otra foto, una familia entre la que se encuentra Artís, rodea a un niño pequeño con una mascarilla en una fría habitación de hospital. Es evidente el parecido en la franja de los ojos en todos ellos. Sus caras intentan, con una sonrisa evidentemente forzada y mustía, con ojos secos de lágrimas, ahuyentar la negra pena sombra de la muerte.

Un pequeño salón-cocina les da la bienvenida, para finalizar con un conjunto de baño, dormitorio y una habitación, la única, que permanece cerrada. En el salón, diferentes y envejecidos esquemas anatómicos de diferentes plantas, empapelan la pared propórcionandole un tono terroso, y contrastando frontalmente con la pared opuesta, donde diferentes flores de interior se muestran en colores vivos y apabullantes a la vista. La fragancia floral es alimentanda con el olor tostado del buen café molido que llega desde un molinillo artesanal de la cocina.

No es la Casa de las Flores de Matthius, pero es pequeño paraiso personal de Artís Herrán.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#2

Mensaje por Pagliacci » 26 Dic 2019, 20:08

El hermético entró en la casa de Zagreo con respeto, imitando sus movimientos, dejando su abrigo y los zapatos en la entrada, así como su chaqueta, lavando sus manos y su rostro. Los pies desnudos se deslizaron por la calidez de la madera conglomerada. El agua repurificada salió del grifo con un suave olor a acero, el de las tuberías de aquel edificio antiguo y descuidado. Lang deja la cabeza de Galatea en el cuenco, esperando no tener que recogerla, casi parece una bandeja en la que se ofrece un sacrificio al rey de los filisteos. Entonces lleva su mirada a las fotografías, mientras el agua aún chorrea por sus cejas y se acumula en las cuencas de sus ojos. Un joven enmascarado le devuelve el gesto desde un antiguo papel fotográfico, estuvo enfermo, quizás todavía lo esté. El judío sintió compasión por el cultista latino.

Tomando cierta iniciativa, el hermético buscó intuitivamente tres tazas de café en uno de los armarios y sirvió el líquido espumoso. No se sorprendió de ver una gran cantidad de extractos de té con los que preparar infusiones. Lang se preguntó cuántos de aquellos tendría propiedades psicotrópicas. Dejó los tres vasos sobre una mesa de madera. Aquel lugar tenía algo místico, pacífico, podía sentirlo. Despertaba en su interior un sentimiento extraño, como si se hubiera alejado cientos de kilómetros de una ciudad, como si pocos metros más allá no se alzaran rascacielos de hierro y cristal.

El alemán escogió una cucharilla de madera tallada para remover la leche y se preguntó si las habría creado el propio Artis. Entonces le dió un profundo trago al café y, ante el calor reconfortante del líquido descendiendo por su esófago, dijo:

-Gracias por invitarnos, amigo.

Zagreo (Artis Herran Walker) (PeteryPan)
Bailarín anti-tecnológico

Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#3

Mensaje por PeteryPan » 27 Dic 2019, 17:31

El ruido de la tarjeta electromagnética abriendo la puerta le provocó cierto vértigo que lo paralizó por un segundo. Estaba a punto de dejar entrar a dos de los miembros de su Cábala en el aspecto más sagrado de su vida. No es que no confiara en ellos, pero dejarles entrar implicaba ir a mayores. Para él las vibraciones y energías que cada lugar y cada persona poseían y emitían se contagiaban, enlazándose. Para él su hogar era un santuario, no sólo de la vida de fuera, sino de la realidad insoportable que amenazaba con aplastar su propio espíritu. Dejar entrar a su compañera cultista implicaba menos riesgo, le provocaba menos angustia, pero ver a Lang dentro de su casa, con todo lo que ese hombre acarreaba y con la mentalidad tecnocrática que a veces demostraba, era harina de otro costal.

La puerta se abrió, no sin un leve crujido de vejez, y el espacio luminoso de su hogar se abrió ante los tres. De repente, una corriente etérea, como una ola marina, fluyó delante de su mirada, en medio del comedor y una risa magnética y misteriosa estalló en su cabeza. Se arremolinó como un mini huracán y se transformó en un extraño felino que desapareció a través de la puerta cerrada del Sanctum, Mientras, sus acompañantes se habían ido poniendo cómodos. Demasiado para su gusto; no podía evitar ponerse tenso ante aquella intrusión, que era como él lo sentía. Que Lang preparase el café no le pareció mala idea, pero ver aquella cabeza cibernética en el cuenco le provocó un retortijón. Al menos se habían descalzados y ambos parecían apreciar y sentir la atmósfera relajante y aislada del lugar. Sin hacer ningún comentario cogió una de las mantas de inspiración tribal que almacenaba en su dormitorio y tapó la cabeza, como si fuera una grotesca cabeza real decapitada.

En el momento en que él mismo se ponía cómodo, o todo lo cómodo que podía ponerse en aquella situación, escuchó las palabras de Lang, que lo relajaron un poco más. No pudo evitar sonreír en su dirección, con cierto desasosiego por la tensión inevitable que le provocaba su presencia allí, y se obligó hasta cierto punto en acercarse a la mesa y saborear su propia taza de café. Al menos los olores y sabores familiares lo relajaban. También debía reconocer que el plan del hermético lo ponía de los nervios. No había probado jamás la transformación del aspecto y todo dependía de su capacidad para relajarse, encontrar la pulsación en el baile y permitir que las energías de la Naturaleza se canalizasen a través de él y hacia él. De camino ya había decidido que el ritual estuviera basado en el baile y no en placeres más carnales como los que a veces probaba, pues hacía poco que había disfrutado de ellos y no sentía que fuera el enfoque más adecuado. Dejó la taza vacía en la mesa y encendió una varita de incienso para ir perfumando la casa. Mientras soplaba para apagar la llama de la varilla solicitó la gorra del tecnócrata, pues utilizar una herramienta con cierta pulsación le ayudaría a manifestar las energías necesarias. Se dirigió a Ishani para pedirle que lo apoyara con su energía y su capacidad para la meditación, no estrictamente como una ayuda directa, sino con intención de crear en la casa en sí una barrera que facilitara aún más el flujo mágico. No supo cómo pedirle ayuda a Lang, pues sentía que su flujo con la magia se distanciaba del de ellos y podía ser más una interferencia que un soporte, pero aun así no quiso dejarlo al margen.

- Mi Sanctum es pequeño y no cabremos los tres. Creo que lo mejor es que tú te quedes aquí Ishani, pues estarás más tranquila y centrada con respecto a toda la casa, y tú Lang, si quieres entrar conmigo para observar e interceder si lo ves necesario… aunque no sé cómo interactuarán nuestras energías.

Esto último lo dijo sin ningún tono de desprecio o gesto negativo, simplemente anotaba un hecho. Un cosquilleo en el estómago lo avisaba de la cercanía a la realización de un ritual. Siempre era una ocasión de gozo, aunque esta vez fuera algo más marcado y con una presión añadida. Si aprobaban el plan, se dirigiría a su sala sagrada para comenzar los preparativos.

Ishani (Ilitia)
Cultista del éxtasis

Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#4

Mensaje por Ilitia » 28 Dic 2019, 13:27

Consciente de los delicados sentimientos de Zargueo, Ishani cruzó la puerta de la casa como si se adentrase en un santuario milenario de esos en los que nunca había estado. A pesar de formar parte del mismo culto, Zargueo e Ishani eran diferentes, pero ambos encontraban paz y asilo en lo espiritual y en lo humano, lo terrenal, los cuerpos, el sudor y la pasión. El hermético, en cambio, era una cueva oscura esperando a ser iluminada.

Ishani se sintió cómoda en la casa del cultista, se notaba que había sido bañada recientemente por algún culto de limpieza. No pudo evitar sentirse sucia en este contexto tras haber estado en el antro de La Colmena. La urgencia por limpiar su cuerpo y su aura crecieron bruscamente. El olor a café despertó de nuevo recuerdos, sus recuerdos pasados y sus recuerdos presentes en la casa del hermético, y ahora, despertó los recuerdos que tendría en el futuro de la casa del cultista. Tomó su café junto a sus compañeros, el hermético gesticulaba tanto con su cara que casi podía oír sus pensamientos, lo cual le hacía bastante gracia.

- Caballeros, necesito purificar mi cuerpo y mi aura, Zargueo, ¿serías tan amable de invitarme a tu baño?-
preguntó Ishani sabienedo cuál iba a ser la respuesta. La cultista cogió la impoluta toalla de algodón orgánico que su compañero le ofreció y se dirigió al aseo.

El baño era absolutamente espectacular, había conseguido que pareciese un espacio totalmente natural, las luces y los sonidos emulaban un pequeño paraíso en mitad de la naturaleza, el agua fluía pura y delicada bañando el rostro y el cabello de Ishani. Sintió un alivio casi inmediato, las facciones de su cara se relajaron, sus pensamientos fluían con el agua que se perdía entre las piedras, la madera y las plantas. Sus energías se renovaban preparando a la cultista para enfrentarse de nuevo a los retos que se le presentaran.

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Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 03 Ene 2020, 12:39

A Lang le invade un sentimiento extraño. Se maldice por no haber apagado su PD pero por otro lado agradece haberla silenciado. Así que lo único que perturba ahora mismo el ritual es una vibración en su muslo, que siente subir en intensidad a la vez que se arrastra por el suelo cual serpiente hasta llegar a la puerta del Sactum de Zagreo.

Aprovecha cada mantra del cultista para reptar, y una vez fuera, descubre en la pantalla, el nombre del Pater. Descuelga.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Zagreo (Artis Herran Walker) (PeteryPan)
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Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#6

Mensaje por PeteryPan » 04 Ene 2020, 18:31

El cultista entró en la sala como si entrase en un lugar ajeno al tiempo y al espacio. Su falta de ventanas ayudaba a esa sensación, al igual que la falta de decoración y el minimalismo de lo poco que había: un pequeño altar y un armario discreto, bajo y estrecho. Extrajo del armario varias hierbas, un mechero y algunos aceites. Se dio la vuelta y comenzó a preparar el altar, colocando en pequeños cuencos las hierbas y mezclando los aceites en otro más grande. Colocó entre las hierbas carbones autoconsumibles que fueron expulsando un fragante olor a bosque, inundando poco a poco la atmósfera. Con el mechero y una vela encendió la parte inferior del cuenco donde había colocado los aceites mezclados, provocando la evaporación de las sustancias contenidas. Eran olores fuertes, profundos, alejados de lo sintético, que podían provocar la tos o el cosquilleo nasal a alguien acostumbrado a la contaminación. Alguien con un poco de conocimientos en el tema podría haber identificado esencia de alguna conífera, aceite de oliva y alguna clase de cítrico. Aquella habitación se estaba transformando en una habitación sensitiva, donde la vista y el olfato se llenaban de información que iba directa al inconsciente, alterando la mente de quien estuviera dentro. La falta de ventanas y la puerta cerrada acumulaba el humo y los olores, haciendo casi insoportable estar allí varios segundos si no se estaba acostumbrado. Zagreo encontraba ese entorno un renacimiento. Volvió al armario y abrió la otra puerta, preparando un pequeño reproductor de música. Se colocó los auriculares y un sonido de fauna salvaje y tambores se expandió por el cerebro del cultista. Se guardó el aparato encima para no tener problemas mientras bailase.

Respiró profundamente e intentó obviar la presencia del hermético. Cerró los ojos y comenzó a mover el cuerpo de forma errática y relajada, liberando la tensión y soltando el control. Los aullidos de depredadores hacían el coro al repique de tambores escondidos en lo profundo de la selva. Fue soltando los límites de su mente y de su cuerpo, fluyendo con los sonidos de la naturaleza y con la pulsación inductora de trance del tambor. Mantenía los ojos cerrados mientras agitaba su cuerpo de manera elástica y abrupta; conocía las dimensiones de aquel espacio por completo. No necesitaba abrir los ojos para no golpearse con nada. A su alrededor el mundo se desvanecía; su cuerpo se desplegaba libre, salvaje, fluido. El humo se agitaba en formas retorcidas con los golpes de viento del cultista. Los aceites se evaporaban cada vez más rápido, saturando el aire. Los pies descalzos resbalaban sin esfuerzo por la madera, crujiendo y susurrando. La atmósfera se cargaba de una especie de electricidad estática, vigorizante y resplandeciente. Parecía como si el propio aire de la sala brillara, húmedo. Perlada era también la piel del afroamericano, recubierta ya de sudor.

Tierra fértil lo ocupaba todo. El horizonte era un campo eterno de tierra preñada de posibilidades. Una semilla asomó entre los quilómetros de devastación, brillando de verdor entre troncos quemados y cenizas. Al principio lento y dubitativo, al rato con prisa y energía, el brote creció y creció. Parecía débil y enfermizo al principio, pero a medida que la danza aumentaba en ritmo y proeza, el tronco engordaba y las hojas se ensanchaban, las raíces reptaban y devoraban los nutrientes. El brote se convirtió en árbol, el árbol en bosque, el bosque en mundo y, entre sus ramas, rostros y personas se movían como fantasmas, como en una realidad paralela. Hojas en el viento húmedo buscaban a la persona correcta, a un recuerdo, a una vida entre aquella vida, a un rostro entre aquellos rostros. El objetivo fue ensartado entre las ramas. El bosque extrajo su esencia, manchándose de sangre, reviviendo entre savia.

El baile llegaba a su zenit. El bosque florecía. La danza menguaba. El bosque se marchitaba.

Cuando el atardecer se filtraba fuera entre nubes de polución y neones eternos, Zagreo abrió los ojos. Se sentía diferente, en un cuerpo más débil, más encorvado, menos vigoroso. Miró sus manos.
No eran sus manos.

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Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#7

Mensaje por Pagliacci » 04 Ene 2020, 21:19

https://www.youtube.com/watch?v=6HRQkXvw2I4&t=792s


Cerró los ojos, al principio lo único que escuchó fue el gemido de las tuberías metálicas que proveían de agua caliente a Ishani, cuyo cuerpo desnudo se estaba purificando gracias a la acuosa bendición de una ducha revitalizante. Lang, en cambio, se veía comprometido a participar en un ritual pagano y atávico por el que sentía más curiosidad antropológica que verdadera fascinación. No obstante, cerró los ojos, el crepitar de las llamas quemando los aceites esenciales le evocó el recuerdo de su capilla. El olor del incienso y las plantas aromáticas, activó las neuronas del bulbo raquídeo, privilegiadamente conectadas al hipocampo y, en cuestión de milésimas de segundo, el área del cerebro especializada en la memoria episódica comenzó a descargar relámpagos de sabiduría nerviosa.

Fue entonces cuando llegó el humo y se alzaron los tambores. Era una magia que conocía, magia espiritual, magia de la sal y la sangre, el humo era su elemento, Lang ERA LA NIEBLA, era la oscuridad. Él era las tinieblas y el éter del mundo, suyos eran el crepúsculo y los amaneceres, las sombras y las encrucijadas. Suyas eran la cimitarra y el sacrificio, antes de darse cuenta, se había unido a la danza, su cuerpo se movía como tantas otras veces lo había hecho. Solo que esta vez no había sellos de tiza en el suelo que le protegieran y los espíritus salvajes se arremolinaban entorno a los dos brujos al acecho, atraídos por la hoguera de vis como polillas al fuego.

El judío respiró la niebla que les envolvía, el humo calentó sus pulmones, la música sacudió sus huesos, mientras bailaba alrededor de Zagreo desenfrenadamente. Sus ojos se tornaron plateados, capaces de vislumbrar las almas de los difuntos y el corazón de la ciudad. Una anciana sacudía un mortero en algún lugar de Ulthar, los espíritus felinos traspasaban el velo con egipcias miradas. El poder fluía descontrolado alrededor del cultista como vórtice y el hermético deseaba, necesitaba el control. Deseaba encadenar el bosque, someterlo a su voluntad, doblegarlo. Seréis míos. La niebla se espesaba a su alrededor, cerró los ojos.

La vibración del móvil rompió su concentración y le sacó por completo de la danza, el sacerdote le reclamaba. Cuando regresó minutos después era Sean Coppeland quien bailaba semi-desnudo entre los clados forestales, como una criatura de faerie, como un derviche frenético. Lang había estado a punto de romper el ritual, ahora lo sabía y tomaba conciencia de ello, había estado muy cerca de cargar de glifos y cadenas a los espíritus de la naturaleza, espíritus que Zagreo no veía, pero que le rodeaban y se espesaban como humo a su alrededor. El hermético no era un canal para la magia, no. Él imponía su voluntad. Él era la Verdad del tres veces grande.

Lang dejó que sus huesos del huello crujieran, había bailado alrededor del cultista, había contemplado su transformación e intercambiado promesas con las almas que este había invocado. El abrigo caía a su espalda como una larga capa que arrastraba las hojas del otoño. El alemán levantó una mano suavemente y acarició el rostro de Coppeland, unos ojos de un gris tecnocrático le devolvieron la mirada. La niebla y el humo comenzaron a disiparse.

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Re: [AD] Escena: 05.d - Metamorfosis

#8

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 04 Ene 2020, 23:24

{ https://www.youtube.com/watch?v=B6WN1whohwc - Love Remembered (Remix) from Drácula OST }

Cuando Lang salió del sanctum sintió hinchar sus pulmones con el mismo aire viciado de la ciudad. Por alguna extraña sensación, aquel humo purificador le había ensanchado el alma, al menos por unos segundos, y le había acercado a ritos ancestrales, sintiendo los aullidos de Gaia, oyendo los graznidos de los cuervos, y notando las miradas de los cérvidos entre los árboles. Sintió por un minuto, el acercamiento casi corpóreo de los paradigmas de ambos Despertados.

Al cerrar la puerta, un silencio se hizo a su espalda, en una pesada losa invisible que muteaba mágicamente el sonido de los tambores. Notó como el azote de la Paradoja chocaba sin fuerza contra las paredes. Lamía con su lengua de locura el ladrillo, intentando penetrar por cualquier rendija. Eran burbujas horizontales que explotaban contra la pared... sin fuerzas... sin dominio. Cómo las reales que salían de la ducha donde Ishani refriegaba su escultural y menudo cuerpo.

Una nueva vibración le recordó contestar: -Tómate un descanso, pon tus asuntos en orden y reza por nosotros, pater. Necesitaremos toda la ayuda que Yawhé pueda proporcionarnos- Hizo una pausa, mientras una de esas burbujas pasaba ante sus ojos, con el vuelo erróneo de una pluma. Casi absorto añadió - Deja testamento, Rick. Nos vemos al ocaso en las torres Watts.

Al volver, aun sintiendo el hormigueo en las plantas de sus pies tras el baile en la arena, su corazón se detuvo durante un milisegundo. Daba igual que en tu cerebro pudieras hacerte una idea de lo que podías comtemplar... pero la magia no dejaba de ser asombrosa ni para los propios magos. Había dejado a Artis Herrán Walker, un muchacho mulato y calvo de cuerpo atlético, y se encontraba ahora entre la neblina a Sean Copeland, con sus cabellos rubios y su mirada nórdica.

No pudo evitar tocarle la cara. Era un acto un tanto reflejo y que le trasladó a otras épocas. A cuando sus dedos se posaban sobre las mejillas de los androides a los que estaba a punto de dar vida, y a los que quería alumbrar de alma y conciencia sobre su cerebro artificial de chips de silicio. Era el mismo sentimiento.

Artis salió de allí, cómo el bebé que aprende a caminar. Sus pasos eran lentos y cuidadosos, casi como si andara con tacones. Iba dejando la neblina atrás sobre sus hombros, cayendo como una capa el suave aroma a naturaleza. El medio espejo que se veía desde la ahora abierta puerta del sanctum, le iba devolviendo una imagen maximizada de la mitad de su nuevo rostro. La impresión le cerró ipso facto la boca del estómago, y un mareo insano correspondió al sentimiento de vértigo que sentía.

No eran sus manos, no era su rostro. Era él sin ser él. Era su alma encerrada en el cuerpo de un ser en sus propias antípodas. Como si un hilo de plata los uniera, se preguntó por un segundo, si la angustía que él ahora sentía, la estaba sintiendo el propio Copeland ahora mismo, estuviera donde estuviera...
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