[AD] Escena: 06 - Una travesía por el desierto

[Enerien]

"Gracias al Uno! Qué poco nos ha faltado"

El golpe contra el suelo les había dejado sin aire a todos, tenían que salir rápido, no era la primera vez que se las tenía que ver con aquella calaña que mora en los desiertos.

Nada mas salir la arena les inundo. El polvo del desierto se introducía por todos los orificios del cuerpo sin importar que estuviesen o no cubiertos.

A lo lejos, una nube de polvo indicaba el paradero de sus perseguidores. Tenían que prepararse, aquellos tipos podían eran peligrosos incluso para un grupo de despertados.

Volvió la vista atrás un momento para ver los restos de su coche, estaba claro que no les sería de mucha ayuda en el futuro.

Lang había salido y se dirigió a él. Los pensamientos de Michael se fueron al pasado, a días que ya creía olvidados, como aquel en el que despertó. Curiosamente aquel día era el que le había llevado dónde estaba ahora mismo, si no hubiera ocurrido así posiblemente no habría despertado, no formaría parte de la cábala y no estaría allí. El destino, el Uno guiaba sus pasos.

El recuerdo del dolor, el sufrimiento y la impotencia vino a su mente, también la tristeza por sus compañeros fallecidos y el odio. Tuvo que relajar su mente, no era momento de perder los estribos, todos confiaban en su experiencia...

- Tienes toda la razón, aquí somos un blanco fácil, tenemos que ponernos a cubierto.

Se acercó al maletero y lo abrió de un golpe, abrió su bolsa y extrajo un cuchillo de supervivencia y se la echó al hombro.

- Usemos el coche como parapeto. - Dijo mientras cogía su arma y se apoyaba en el capó del coche - No os confiéis, son muy peligrosos.

Los vehículos se acercaban a toda velocidad, Michael comenzaba a distinguir las figuras de los merodeadores así que se dispuso a apuntar a al conductor del boggie para abrir fuego en cuanto tuviese oportunidad.

[PeteryPan]

El cansancio producido por aquella negativa a dejarse seducir por la ilusión tecnócrata le obligó a cerrar los ojos. Cuando los abrió, aquel estruendo que había escuchado hacía unos segundos se había transformado en un páramo desolado enturbiado por las aguas pestilentes de un presente arrasado por la avaricia humana. Se sentía ahogado por aquel océano verde y marrón lleno de suciedad, restos irreconocibles que le golpeaban la boca, tapándosela continuamente. Era una contaminación formada por cenizas, por recuerdos, por los ecosistemas que ya no existían, por los futuros negados de la humanidad. Su cuerpo se retorcía, arrastrado por las corrientes marinas de aquella masa muerta que parecía viva. A lo lejos, en el horizonte continental de una Tierra muerta, sólo se veían luces de neón, edificios de altitud eterna, corrupción malsana de una gula perversa devoradora de todo lo sano que había habido en el planeta. Zagreo desaparecía y aparecía de la superficie, empujado por aquellas aguas embravecidas que, como espíritus-símbolo de aquellos pecados capitales, le agarraban el cuerpo y lo hundían a las profundidades de la desesperación. Y aquella oscuridad sin futuro lo engulló, hacia un abismo sin tiempo ni espacio, en el frío gélido de la ausencia de todo…

Todo continuaba siendo oscuridad, pero sintió como si la corriente del malsano océano lo vomitase sobre una orilla espinosa… Las astillas de un viejo árbol muerto estallan a lo lejos…

Sus ojos se abren y se cierren, percibiendo un fogonazo hiriente de luz anaranjada… Las raíces milenarias de un árbol muerto hacía décadas temblaron espasmódicas entre una tierra muerta…

Todo su cuerpo se revuelve y se sacude. Su mente está herida, dolorida y sangrante. Confundido, el cultista no sabe distinguir entre el sueño y la vigilia. Sonidos de alarma, gritos, golpes y ruidos de explosiones invaden la realidad que lo rodea. Su cuerpo, aún no recobrado, se hiere continuamente con el habitáculo tambaleante que lo rodea. En unos largos segundos de densa turbación mental, Zagreo va reconociendo a sus compañeros de Cábala, sin saber exactamente dónde o qué ocurre. Sólo un océano anaranjado que lo domina todo.

Su estómago se queja cuando la rápida caída -intuye que es una caída por la sensación gravitacional- acaba abruptamente, colocándolo en una situación de vómito inminente. A la mínima oportunidad que es capaz de vislumbrar, el cultista expulsa los restos de comida y bilis que su organismo conservaba sobre la seca y árida arena, ajeno al peligro del que se habían escapado y a la amenaza que ahora se cernía sobre ellos. Medio caído en el suelo, débil, desorientado y casi anulado, no consigue hacer otra cosa más que colocarse tras el coche -eso era en lo que iban- a medio camino entre el caminar encorvado y el arrastrarse, intentando coger aire en aquella atmósfera infernal desprovista de toda vida. El sudor cubría su piel, empapándolo, y las náuseas persistían, dejándolo fuera de juego. Ni siquiera era consciente de la escoria deshumanizada que se acercaba por momentos. Tan sólo el martilleo continuo de sus sienes y el sabor agrio de su boca lo mantenían anclado a la realidad.

[DarkOsca]

El golpe hizo algo de lo que peor le sabe al pater. Manchó su traje negro. Más, todavía. Con un par de manotazos intenta, en vano, quitarse el polvo de encima lo cual únicamente genera una nube alrededor suyo.

-Joder, joder. Michael, dame una puta pistola. Seguro que, en esa mochila tan grande llevas un arsenal entero.

A grandes zancadas, Probus se acerca hasta el militar, toma la pistola automática, comprueba que está cargada y apunta. Apunta al fulano que se está acercando con el subfusil. Se apoya en el capó del automóvil y apunta al bulto.

[Enerien]

Michael dejo caer la bolsa al suelo y la abrió para que el Pater pudiese coger el arma de reserva. No le gustaba que rebuscasen entre sus cosas pero ahora mismo no tenía tiempo de entregarle el arma. Los merodeadores se acercaban rápidamente, no había tiempo que perder.

"Ahora concentración... tengo que controlar la respiración y esperar el momento adecuado para abrir fuego..."

Michael tenía a aquel tipo en el punto de mira, tensó el gatillo dejándolo a punto de disparar el mecanismo de disparo del arma, estaba concentrado en sus manos en ese momento, sentía el viento y la arena del desierto en su piel, el metal del arma, frio al principio se sentía cada vez más cálido en sus manos.

Inspiró hondo una vez más, conteniendo la respiración por un instante y abrió fuego sobre el merodeador.

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- Disparo: Destreza(4) + Armas de Fuego(3) = 7
[roll=166]7d10>=7-P[/roll]

- Daño: Daño del arma(6) + Exitos (3) = 9
[roll=169]9d10>=6[/roll]

[Pagliacci]

https://www.youtube.com/watch?v=5WyLhwYFgmk


Aquellas criaturas parecían demonios salidos del tártaro con sus crestas metálicas y corceles rugientes. Sus armas eran toscas y afiladas, el olor a pólvora y gasolina era tal que atravesaba el polvo de la tempestad que había invocado minutos atrás. El hermético sintió un miedo atroz, miedo ante la violencia que se estaba a punto de desatar, miedo por su vida y por la vida de su cábala, sintió un frío aferrarse a su piel que iba más allá del frío entrópica que envolvía al Manto de Erebus.

Afortunadamente, el polvo y las sombras eran sus aliados, el judío avanzó entre la ventisca hacia la muerte, hacia sus enemigos, esperando no ser visto, cuando en realidad hubiera deseado echar a correr en la dirección contraria. El alemán se alegró de tener a Michael y, por una sola vez, a Tetsuo entre ellos. Anduvo hundiendo sus pies entre la arena, flanqueando los vehículos sin colocarse en trayectoria de tiro, rezando una vez más e implorando la misericordia divina.

Lang sabía bien que aquellas destartaladas tartanas tendrían numerosas fugas de combustible, en su mano tenía el poder de empuñar la furia de Agamor y los peores conjuros de los discípulos de la Casa de Porthos, una vez las llamas lamieran el combustible, aquellos pedazos de chatarra oxidados eran perfectamente capaces de estallar en mil pedazos. El cabalista se maldijo a sí mismo por haber despreciado y no haber prestado mayor atención a hechizos tan vulgares.

Pero la ira de los Serafines podía ser suya y las llamas incandescentes que envolvían las espadas de los ángeles, brotarían de entre sus dedos alimentadas por el divino poder de la creación. El hermético avanzó hasta colocarse detrás del tercer coche, conducido por un obeso punk que despertó el recuerdo que tenía de Tec9, alimentando su odio y encendiendo su vis.

Spoiler

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Continúo con el hechizo de sigilo.
3d10>=6-P
[2, 4, 8*]-P = 1

[Jebediah_Gogorah]

{ https://www.youtube.com/watch?v=kFr8SdOS5ic - The day is my enemy by The Prodigy from Fury Road OST }

Un disparo se escuchó en el albor del desierto, cuando aún el rocío empapa vuestros hombros, y el calor empieza a sentirse en la frente.

El tipo quiso parar el tiempo. Alzar la mano como aquellos comics digitales que leía de crío sobre maestros de kung-fu, y parar la bala. Pero luego, un par de malas decisiones le habían unido a malas compañías, a desoir los consejos de sus padres, y a actos vandálicos... luego ya todo fue rodado, y al fin y al cabo, el trullo te hace de una madera especial. Pero no ese tipo de madera capaz de resistir un dispano.

Sus manos se agarraron al esqueleto metálico del boggie, esperando que sus biceps le respondieran e impulsaran el resto del cuerpo fuera del vehículo. Pero la gravedad es muy cabrona, y su cuerpo era tan jodidamente grande, que apenas consiguió darle el costado a la bala, que entró por su costillar como un cuchillo caliente en mantequilla. Gritó como un cerdo en un matadero, mientras con su mano enmitonada intentaba taponarse la herida. El disparo y el alarido que en segundos habían dado la alarma a sus compañeros.

Los dos de avanzadilla, se tiraron al suelo como si la tierra los llamara y empezaron a reptar como serpientes, buscando la parte trasera del aerodeslizador, ahora no tan aero, de Michael. El resto del grupo, salieron de los coches y se pusieron en sus retaguardias, como si de pronto sus asientos quemasen. Y el líder sintió la desolación extrema del fallo mecánico en el peor momento. La puta Ley de Murphy haciendo presencia, una inesperada mañana en un remoto lugar del desierto de Mojave. El clic que no propulsó el cohete sonó desangelador... tal vez, en su decepcionado rostro, se atisbara el miedo de haber dado, después de tanto tiempo, con los tipos equivocados.

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@Enerien tira el daño del arma por fa

[Toxizer]

Tetsuo tira la colilla, se parapeta tras el coche, sin perder visión y espera a que se acerquen sus enemigos.

" Venid cabrones, vais a sentir la ira de mi Rugido rompementes del tigre infernal, borraré vuestra consciencia del tapiz de la realidad. "

El joven akhásico sigue jugueteando con el colgante de jade, sin quitar la vista de los moradores del desierto que se acercan. Para concentrarse repite entre susurros las ocho ramas de la maestría del Do.

" Dharmamukti, Dhyana, Jivahasta, Karma, Prajna, Shastamarga, Sunyakaya, Tricanmarga, Dharmamukti, ..."

La energía primordial empieza a recorrer el cuerpo atlético del chico, y se mezcla con la energía psíquica; aprieta la reliquia entre su mano, y nota una inyección de quintaesencia que recorre su organismo. Oberva sin inmutarse, como los punks desérticos avanzan armados hacia ellos y como Michael dispara certeramente con su arma. Por unos instantes, recuerda las fábulas que su madre le contaba sobre el tigre, el dragón y el fénix. Los que están a su lado podrían ver como un leve resplandor anaranjado se va acumulando en Vishuddha, el quinto chakra. La boca del akhásico permanece cerrada, de momento, y sus ojos fijos, sin parpadear; hasta que de súbito, Kojima lanza un grito desgarrador y prolongado. Todos los presentes pueden ver una onda anaranjada que se dirige hacia los enemigos, algunos cristales del vehículo accidentado estallan.

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Lo que pretendo con este efecto es realizar un estallido psíquico ( mente 3) mezclado con cardinal 3 para hacer que el daño sea agravado. Creo que la tirada sería la siguiente:
Vulgar con testigos durmientes

3 + 5 = 8

Gasto 1 de quintaesencia y uso mi instrumento personal y único, con lo que baja la dificultad en 3, y se quedaría en 5.

La idea es atacar a todo el que pille por delante. O por lo menos a los dos que se han acercado. Eso ya lo dejo en tus manos [mention]Jebediah_Gogorah[/mention]

[Jebediah_Gogorah]

{ https://www.youtube.com/watch?v=3JNLzPQKOYA - Korben Dallas from The Fifth Element OST }

El punky intentó esquivar a la muerte en aquella mañana en la que despertaba sin saber que sería la última vez que vería el sol y el cielo azul. La sangre le brotó entre los dedos como una amapola naciendo y su último estertor sibilitante se confundió con la brisa del desierto.

Un último suspiro que se acompasó con el grito doloroso de uno de aquellos tipos que se arrastraban por el suelo como un aspid, mientras sus manos se tapaban los oidos. Sus ojos parecían salirsele de las órbitas, como si un enorme estruendo asaltara su cabeza. Ya no le preocupaba la cobertura ni ser blanco de un tiro fácil. Tan solo quería pasar el momento álgido de aquel estallido mental que lo asaltaba. En su cabeza, tal vez, los recuerdos de infancia cuando mordía un trozo de helado y se le congelaba el cerebro. Pero el momento no era temporal ni en su lengua había un sabor dulce. Todo lo contrario. Sentía la lengua dormirse y como morían cada una de sus neuronas. Con las yemas de sus dedos intentaban masajear sus sienes con tanto esmero que parecía querer arrancarse el cuero cabelludo.

La cara del hombre de la máscara era un poema. Una oda bélica en aquel momento. Tras el bozal sus dientes de verdad, si los tenía, se aprisionaban entre si y se fusionaban con la máscara en un gesto de acérrimo odio. Ansioso de venganza prepara su arcaica pistola de mango de marfil, con un cañón tan largo como un dia de caminata en el Mojave. Su víctima estaba clara... aquel que había osado disparar primero y no acatar las normas de su territorio donde todos le debían pleitesía. Su ojo azul se cerró, dejando solo el rojo tras la mira... era su momento. La hora de Ulysses.

[Enerien]

El combate había comenzado, el disparo de Michael había atronado en el desierto por encima del sonido de los vehículos y el viento. Por suerte había dado en el blanco y este se desplomaba en estos momentos.

"Dios, perdona los pecados cometidos por tu hijo, así como los venideros... In nomine Patris..."

Con un movimiento rápido, entrenado hasta la saciedad, Michael apuntó a su siguiente objetivo, no había sido difícil elegirlo, un energúmeno con una máscara de calavera apuntaba directamente hacia su dirección.

Sin dudar ni un momento recompuso la postura quebrada por el retroceso del revolver y disparó de nuevo.

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- Disparo: Destreza(4) + Armas de Fuego(3) = 7
[roll=170]7d10>=7-P[/roll]

La diff es 8 así que 0 exitos
- Daño: Daño del arma(6) + Exitos (2) =8
[roll=171]8d10>=6[/roll]

No hay daño

[PeteryPan]

La ausencia de vida en aquel páramo no ayudaba al mal estado del cultista, que no sabía si el vacío que sentía en su interior era producido por aquellas náuseas que ya le habían provocado el vómito o por la ausencia vital de aquel erial. Los sonidos a su alrededor se superponían al ruido de su mente, que se estiraba y destensaba como si aún no estuviera del todo amoldada a la realidad. Nunca se había encontrado así, como distorsionado en su misma esencia, como si algo en su interior no estuviera bien. Y verse las manos como las de otra persona no ayudaba.

Divagando en su malestar, con la mirada desenfocada hacia sus manos, un brillo misterioso llamó su atención. Una brisa de aire serpenteando se arremolinó ante sus ojos, transportando granos de arena que reflejaban el dorado del desierto en su interior. En ese fulgor reconoció a su compañero de viaje, a aquella esencia mágica que lo acompañaba desde que su mente entró en la auténtica realidad. Y por un momento, aquel ser inclasificable consiguió formar con sólo la arena de aquel desierto la cara de su hermano pequeño, cuyos huecos o defectos la imaginación del propio mago acabó rellenando. Aquella imagen lo desestructuró, haciendo que sus raíces internas, su árbol interior, comenzase a rebrotar y a florecer, agarrándose a la realidad que lo rodeaba y lo sostenía. Cerró los ojos para reducir las distracciones y la deslumbrante luz que los rodeaba. Cogió aire, tapándose con la mano la boca para evitar problemas, y se esforzó en relajarse, buscando que la fragancia de aquellas flores de almendro que tanto le gustaban del jardín de Matthius recorrieran su mente y aliviaran aquel dolor penetrante, restaurando su concentración y lo pusieran en un estado que fuera útil en aquella situación.

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[roll=182]3d10>4[/roll]