Rick miraba a la progenitora con curiosidad, sin dejar de observar su espectacular cuerpo (o al menos lo que se percibía de ella por encima de la mesa). Su cuerpo de Venus parecía esculpido por los dioses, y el enigmátismo que desprendía la hacía ferozmente atractiva. Poco pudo averiguar con sus conocimientos, el predicador sobre la facción de la que hablaba Skyler. Los Progenitores era una facción de la Unión, equivalente a una Tradición del Concilio. Una facción especializada en la curación y la mejora del ser humano, mediante, principalmente el arte de la Vida.*1
Lang, como Rick*2 observó a la tecnócrata con detenimiento, escudriñando cada rincón de su visible anatomía en busca de un arma.*3 La idea de que aquello era una trampa aún rondaba por sus cabezas, sin que pareciera en ningún momento ir armada. Ishanti, pensando en la posible encerrona, visualizó las posibles salidas*4. La puerta de la cabina por la que había entrado, no parecía cerrada de ninguna manera. Si se acercaba, lo más probable es que el sensor notase su presencia, y se abriera, exactamente como hizo a su entrada. Fuera de esto, una trampilla cuadrada sobre sus cabezas, por la que entraba el aire acondicionado, parecía ser la otra alternativa a lo más parecido a una salida de emergencia de aquel cubículo.
- Intentaré ir al grano, aunque es una historia tan larga de contar, que probablemente la síntesis sea inabordable. - dijo Copeland. - Mi hermano es el Teniente Sean Copeland, y es miembro de los Ingenieros del Vacío, ya saben, nuestros compañeros que se dedican a la exploración "espacial" - Entrecomilla con sus dedos - Era uno de los tantos miembros del programa "Ad Extremum Cosmos"... una especie de exploración global de cada rincón del umbra en busca - eleva los hombros intentando compartir su incomprensión - de sus fronteras más externas. Hace unos meses, llegó después de años que no lo veía. Quedamos en cenar un día. Sé que la exploración espacial, y sobre todo, la soledad, cambia a uno... pero mi hermano había cambiado demasiado... mucho más de lo que cambió nunca en cualquiera de sus misiones. Algo incomprensible... en mi interior... como el nacimiento de nuestras artes - por primera vez, habla en conjunto - me dijo que algo le pasaba a Sean. Alguna especie de sexto sentido, me abordó... haciendome ver que mi hermano, sangre de mi sangre, había descubierto algo.
De nuevo repite el procedimiento, solicitando lumbre para su cigarro al ciberpredicador. Tras exhalar el humo al techo, prosigue: - Lo veía paranoico durante la cena, no dejaba de mirar para todos lados... no sonreía, apenas probó bocado... hasta que al final de la noche, atosigado por mis preguntas, sacó uno de estos - señaló con la mano del cigarro el anonicubo - y tras activarlo... me confesó... posiblemente el mayor enigma de todos los tiempos, sobre nuestro origen. Algo que cambiará para siempre, y de manera totalmente, decisiva... esta jodida y mal llamada Guerra de la Ascensión... - una lágrima repentina asomó por uno de sus ojos, y descendió por su mejilla al ritmo de una gota en el exterior de su vaso de whisky.