[Recurso] El Ensueño del mar
Publicado: 06 Nov 2019, 12:51
EL ENSUEÑO DEL MAR
Por Sean Jaffe, Clayton Oliver, Ethan Skemp y Adam Tinworth
Fickley y Wittenberg observaron las inmensas profundidades por debajo de ellos mientras se dirigían al gélido fondo marino. Wittenger accionó la radio de la capucha de su equipo de buceo. Por lo menos no iban a descender tanto como para necesitar respirar fluido. A nadie le gustaba esa mierda. La voz de Davidson chisporroteó a través de la radio.
-Tíos, puede que os interese saber que he traducido las runas que encontrasteis en esos desechos.
-¿Por qué nos mantienes en ascuas? –contestó Fickley.
-Bien…todavía no sé lo que significa. Creo que es gaélico. Dice “Murdhuacha”.
-¿Mirucha? –preguntó Fickley.
-Bueno, algo así, pero no se escribe así. Levantad la cabeza, chicos. Llegaréis pronto al fondo.
Sus pies se posaron suavemente sobre la cubierta superior del Nada Jane. La embarcación estaba recubierta de una débil envoltura de algas que parecía una piel muerta, y un banco de peces nadaba en torno a la proa. Wittenger sonrió. No le había costado mucho a la naturaleza tomar posesión de este naufragio. Dio un paso adelante y Fickley lo siguió, descendiendo por las escaleras que llevaban bajo cubierta.
Los dos buzos se encontraron en una larga estancia. Una anguila pasó a su lado, revelando una forma a un lado. De repente, Fickley se detuvo, y entonces avanzó hacia delante. Su voz apenas era audible por la radio.
-Mira esto.
Wittenger se acercó, sorprendido y sintió que su estómago se revolvía.
Era un marinero, sin camisa, colgando de la pared por delgados filamentos, no muy distintos de los que aferran a los mejillones o a los percebes a las rocas. Su boca estaba paralizada en una sonrisa post mortem, completamente abierta, pero lo más inquietante eran las burbujas de brillante color anaranjado que ocupaban toda su boca. Wittenger se acercó más a mirar.
-Jesús, Fickley. Son humanos.
Fickley se acercó. Ciertamente, cada una de las burbujas era como una especie de huevo del tamaño de una pelota de tenis, y dentro de cada una de ellas había un inconfundible feto humano. Parecía como si se convulsionaran y murieran bajo la mirada asombrada de los dos científicos.
-¿Fetos? ¿Qué demonios es esto? ¿Qué demonios está ocurriendo aquí? Fickley retrocedió, con el pánico claramente visible en su rostro- ¡Esto no es posible, Wittenger! ¡Qué demonios! ¿Qué mierda está ocurriendo aquí?
Fickley comenzó a girarse para salir de allí, pero su mandíbula de repente se abrió con una fascinación y terror que sólo podía proceder del dolor humano. Se aferró sorprendido el vientre. Surgiendo de su traje de buceo, acompañado de una lenta nube escarlata, asomaban tres afiladas espinas de ¿concha? Miró a Wittenger, balbuceando algo incomprensible. Entonces cayó hacia delante, revelando la presencia de una horrible criatura que se encontraba detrás de él. Aquella cosa media por lo menos dos metros de altura, y parecía una especie de cadáver humano sin piel recubierto de una sustancia gelatinosa –por lo menos de cintura para arriba. La parte inferior de la criatura era una maraña de tentáculos que se agitaban como los de una medusa. Los músculos alrededor de su cintura latían, como una medusa, manteniéndolo erguido. El monstruo sonrió y relajó la mano que aferraba su tridente mientras aferraba el cadáver muerto de Fickley con sus tentáculos y le retiraba la capucha del traje de buceo.
Entonces Wittenger comenzó a gritar y a correr.
Mientras luchaba para impulsarse en las aguas traslúcidas, la radio chisporroteó.
-¿Qué demonios pasa, Wittenger? –la voz de Davidson era casi un grito- ¿Dónde está Fickley? ¿Qué fue ese ruido? ¿Qué mierda hablas de fetos humanos? ¡Joder, dime algo, Wittenger!
Wittenger ignoró la voz de Davidson mientras se impulsaba hacia la puerta más cercana y se metía por ella. Su corazón resonaba como si estuviera fuera de su pecho. Cangrejos y langostas paseaban sobre las tablas podridas y las mesas derrumbadas. Pero las paredes…las paredes estaban recubiertas de marineros muertos, con sus brazos y piernas retorcidos en ángulos obscenos, con las bocas desencajadas y abiertas, llenas de burbujas anaranjadas. Algunas de aquellas cosas naranjas eran del tamaño de balones de voleibol.
Wittenger se detuvo, derrotado, cuando las puertas que llevaban a la cocina se abrieron y apareció por lo menos una docena más de monstruos. Nadaban, caminaban, se escurrían por las tablas del suelo, las paredes y el techo, avanzando hacia él. Sintió algo que le tocaba el hombro y se dio la vuelta para ver un hermoso rostro de mujer, rodeado por un suave y tenue cabello verdoso, de la textura de las algas. Sus pechos eran grandes y firmes, y sus caderas terminaban en un único, largo y seductor tentáculo.
-Murdhuacha –susurró.
La mujer sonrió y se llevó un dedo a sus labios verde-azulados antes de golpear el cristal del visor de Wittenger. En un instante el aire salió de sus pulmones, y el miedo y el trauma del dolor dieron paso a un éxtasis puro. Sintió unas manos pequeñas y fuertes recorriendo su cabello. Sintió su fría y suave boca sobre la suya, y algo pequeño, redondo y duro entrando en su garganta. La mujer terminó su mortífero beso mientras uno de sus compañeros lo colocaba junto a Fickley en la pared, los dos sonriendo, con las bocas abiertas, mientras pequeñas hileras de burbujas anaranjadas del tamaño de perlas comenzaban a crecer en su interior…
LAS CORTES DEL MAR
Querido Diario:
Esta tarde, cerca de la noche, todo cambió por completo. Fiorello y yo asistimos a la Corte de Invierno en Greenwich Village, pues queríamos pedirle al Duque Justiniano derechos sobre el nuevo colectivo de artistas que ha sido creado en East Side. Parecía que un Oscuro llamado “Lord Apoxys” estaba saqueando el Glamour para él. La Corte celebró una sesión habitual, con toda la pomposidad y decoro de una ceremonia real y toda la sustancia de un paseo diario por el parque. Mientras Fio y yo esperábamos pacientemente nuestro turno, ambos escuchamos unos chapoteos húmedos, como si alguien que llevara ropa mojada caminara cerca. El guardián troll golpeó dos veces el suelo con el mango de su pica antes de anunciar a los recién llegados.
-Lord Schul y Lady Qualyssa de…ehmm…la Casa Lorelei y la Casa Siringa, respectivamente.
La estancia quedó en silencio. Le pregunté a Fiorello si alguna vez había oído hablar de la Casa Siringa. Murmuró algo sobre Pan y se mostró confuso. Miré hacia la puerta.
La primera cosa que percibió fue su belleza. Era irresistible; quería acercarme, quería tocarlos. Lejos de la belleza inalcanzable de los sidhe, el extraño atractivo de los dos no me inspiraba otra cosa que desear sentir su piel iridiscente y acariciar su cabello verdoso con mis dedos. Fio se sentía mucho peor, como se podía esperar de un sátiro. Los dos avanzaron con porte orgulloso y digno, a pesar de la sorpresa y fascinación ciersa que su extraña apariencia había provocado. Finalmente el Duque pidió silencio.
Un murmullo se extendió entre la multitud presente mientras los dos se dirigían al trono. No se arrodillaron. El Duque Justiniano esperó a que hablar, mirando a Lord Schul y evaluándolo.
Lady Qualyssa fue la primera en hablar. Explicó con gran detalle, como si cada palabra fuera un esfuerzo, que ella y Lord Schul era grandes nobles del linaje de los “Tritones”, y que los “Sueños Primogénitos de Vatea” eran los primeros entre todos los Kithain, y que por lo tanto estábamos obligados a dejar de inmediato todo lo que estuviéramos haciendo para ayudarles a enfrentarse a los invasores desconocidos de sus tierras.
Cuando las risas se extendieron por la sala, los dos se quedaron allí de pie, con expresiones tranquilas y expectantes, como si acabaran de ordenarles a unos niños que limpiaran su habitación. El Duque Justiniano les explicó con tranquilidad a través de su sonrisa que la Corte de Invierno del Alto Rey David posiblemente estaría gustosa de encargarse de esa tarea tan pronto como consiguieran detener toda la Banalidad, conciliado a plebeyos y nobles, eliminado a los vampiros de las calles y devuelto Concordia a los Nunnehi. Las risas comenzaron de nuevo. Comenzaron a escucharse burlas y las risas se elevaron.
-¡BASTA! –grité, bueno carraspeé. Era el sonido más fuerte que jamás había conseguido pronunciar. Toda la estancia quedó en silencio y todos me miraron. Me sentí como una mariposa atravesada por un alfiler.
-¡Ellos necesitan nuestra ayuda! –susurré con tanta fuerza como pude- ¿No podéis ver que nos necesitan?
El Duque Justiniano sonrió con su socarrona sonrisa salomónica.
-Que así sea. Necesitan la ayuda de un noble adecuado para esa tarea y la tendrán –sus ojos me midieron- Sir Draper.
El Viejo Scratch tenía razón. Nadie aprecia a un Sluagh listillo.
HISTORIA DE LOS TRITONES
Nos fuimos a mi apartamento. No me mostré sutil y grabé la conversación aunque no se habrían dado cuenta ni aunque la grabadora hubiera ocupado una pared entera. Lady Qualyssa cogió un mechero y lo examinó como si creyera que eso era la clave de todos los problemas del mundo; Lord Schul miraba a la bombilla del techo mientras se protegía los ojos. Intenté que me prestaran atención; ninguno parecía escucharme. Finalmente toqué a Qualyssa en el brazo para que me hiciera caso, y ella se apartó como si la hubiera cortado.
-¿Cómo te atreves?
Era una reacción más allá de la arrogancia. Estaba realmente sorprendida de que hubiera tenido el valor de tocarla. Inmediatamente volvió a hablar de los “Sueños Primogénitos de Vatea” otra vez. Tragándome mi orgullo (y mi deseo de apagar las luces), tranquilamente le pregunté de qué demonios estaba hablando. Ella suspiró –aunque no era nada nuevo; cada respiración era como un esfuerzo para ella- y comenzó su extraña historia.
LA LEYENDA DE DAGÓN Y VATEA
-Antes de los Kithain, antes del cielo y la tierra, existía el mar. Entonces sólo era el hogar de dos criaturas: Vatea y su hermano Dagón. Ambos se sentían cómodos en el cálido abrazo de Mar, pero muy pronto Vate sintió que su naturaleza curiosa e inquieta la llevaba más allá de las olas. Ansiaba ver lo que estaba ocurriendo en el nuevo “No Mar” que estaba surgiendo de sus queridas y familiares aguas. Le pidió a Mar permiso para ir a tierra, y Mar aceptó. Vatea invocó todo su poder y retuvo su aliento mientras viajaba por la tierra. No era como nada que hubiera visto –algo estático y yermo, no como el mundo colorido y dinámico al que estaba acostumbrado. La única cosa que vio que mereciera la pena de ese lugar era un fenómeno que hasta entonces desconocía: el fuego. No Mar le dio lástima y decidió que crearía hijos para No Mar. Vatea cerró sus enormes ojos y soñó con una raza bonita creada a su propia imagen. Esos primeros dioses eran de agua y de fuego, libres y siempre cambiantes y él los amaba. Sin embargo, el polvo y el fuego secaban sus enormes agallas, así que Vatea tuvo que regresar a su hogar bajo las olas. Sin embargo, se sintió incapaz de separarse de sus favoritos entre los hijos que había creado, así que les dio “Apsarae” –espíritus de pez- y se los llevó de regreso a su hogar.
Debo hacer una pausa. Estos tipos hacen que los sidhe parezcan boggans. Deben de ser las criaturas más pretenciosas, pagadas de sí mismas y egocéntricas del universo. Los sidhe, las quimeras, incluso los vampiros –nadie puede creerse esto. Sin embargo su historia, por presuntuosa que fuera, era intrigante, y arrojaba una extraña luz sobre los Tuatha de Danann y los Pródigos. Le pedí a Qualyssa que continuara.
-El envidioso Dagón también quería tener hijos propios y viajó a No Mar, ignorando a su hermano y a su madre. Salió del agua y aterrorizó a los hijos de Vatea, tanto que algunos le ofrecieron sus vidas de inmediato a cambio de la promesa de que no les hiciera daño. Durante esta época vivió como un dios en No Mar, y se convirtió en un dios corrupto y cruel. Finalmente, Vatea y sus hijos encontraron a Dagón y lo agarraron y lo arrastraron de vuelta a Mar, pero Dagón pataleó y gritó y se aferró al cielo, mordiéndolo para que no se lo llevaran. Finalmente le dieron un último empujó y Dagón fue devuelto a su hogar bajo las olas, aunque dejó un gran agujero sangrante en el cielo que secó y debilitó a los habitantes de No Mar para siempre.
Nobles o no, la verdad es que me estaban poniendo enfermo.
-Mientras tanto, Dagón, en su envidia, tomó a algunos de los hijos de Vatea y los corrompió con su sangre vil. Estas pobres almas condenadas se convirtieron en los retorcidos Murdhuacha, nuestros enemigos jurados…hasta ahora.
-¿Mirucha? –comencé a reírme- Cuidado con los terribles mirucha, ¡van a cogeros con sus terribles garras! Oh…sólo pensaba que era una palabra graciosa ¿sabéis? Mirucha. Pensad. Mirucha. No…no os ha hecho gracia. Ejem. Vale.
Me miraron como si estuvieran leyendo el Wall Street Journal. Qualyssa continuó su historia.
-Finalmente Dagón se durmió y Vatea se retiró a su más profunda Gruta.
No podía dejar de ignorar que había destacado especialmente su última palabra, como si fuera mayúscula. Levanté una mano e intenté preguntar.
-¡Eh! Oh, vale, continúa.
-Finalmente, Dagón se durmió y Vatea se retiró a su más profunda Gruta. Luchamos durante largo tiempo y encarnizadamente contra los Murdhuacha y los caminantes del polvo –vosotros, los marchitos y deformes habitantes de la tierra…
Hice un gesto de irritación.
LA LEYENDA DE LOS MURDHUACHA
Me gustaría estar
Bajo el mar
En el jardín de un pulpo
A la sombra…
-Ringo Starr, “El jardín del pulpo”
No resulta una sorpresa que los Murdhuacha tengan una versión ligeramente diferente de sus orígenes. De acuerdo con ellos, Dagón fue el primero de los dos hermanos en viajar a tierra, y fue devuelto al Mar por el envidioso Vatea. Dagón mordió a propósito el cielo, sabiendo que la herida debilitaría a los habitantes de la tierra y los prepararía para su inminente regreso. Cuando Dagón regresó a las aguas, Mar estaba muy furioso con Vatea y lo expulsó de su Gruta. Cansado por toda la pelea, Dagón cayó en un profundo sueño, y soñó a los Murdhuacha poniendo un trozo del cielo de la noche en una burbuja, creando el primer huevo Murdhuacha. De él surgió Nuck, el Primer Murdhuacha. Finalmente Nuck envolvió a su padre Dagón en el trozo de cielo que había arrancado. Las palabras de Dagón en sueños fueron una promesa de que despertaría y hundiría la tierra que tanto amaba en el mar para regalársela a sus hijos favoritos.
Ahora los Murdhuacha creen que Dagón se está moviendo y que pronto despertará para ayudar a sus hijos a cumplir su destino manifiesto. Los Tritones permanecen benditamente ignorantes de este nuevo capítulo de la saga…
LA RUPTURA
-Los caminantes del polvo continuaron haciendo incursiones en nuestro territorio. Nosotros estábamos contentos permitiéndoles vivir en sus pequeños terrones y que corrieran y se mataran entre ellos, pero parecían dispuestos a querer apoderarse de nuestro mundo.
-¿Perdón?
-La tierra sólo cubre tres décimas partes del planeta. Haz las matemáticas. Nosotros gobernamos el mundo. Ahora déjame terminar mi historia –se humedeció los labios-. La verdad es que hablas mucho para tener una voz tan irrisoria.
Resoplé. Creo que en aquel momento echaba humo por las orejas.
-Contraatacamos, pero pronto llegamos a una especie de acuerdo. Nosotros viviríamos bajo las olas y vosotros os quedaríais en la superficie. Así que os ignoramos a menos que estuvierais de humor para jugar. No podéis respirar en nuestro mundo a menos que os ayudemos, pero parece que disfrutáis ahogándoos. Oh, al principio no, pero al final, la asfixia parece produciros placer.
Comencé discretamente a mirar a mi alrededor buscando por la habitación algún anzuelo que hubiera perdido Angus el Duro en su última visita. Pero entonces me acordé de las responsabilidades históricas del linaje de Angus y me tranquilicé un poco.
-Estábamos contentos jugando con los caminantes del polvo cuando podíamos, y luchar contra los condenados Murdhuacha dondequiera que surgían sus nidos, pero algo más nos esperaba. Miles de años después de que Dagón fuera derrotado, apareció un nuevo problema. Mientras los caminantes del polvo comenzaban a deslizarse más sobre el océano, comenzamos a morir. En gran número sucumbimos al Frío que traían, hasta que aprendimos una lección de las Selkies, que lo habían aprendido de…vosotros.
Me crucé de brazos y les dirigí una sonrisa de autosuficiencia.
-Las Selkies habían aprendido a esconderse dentro de humanos. Decidimos que habían hecho lo correcto. Era preferible a hacer daño a cualquiera de los hijos de Vatea, y comenzamos a hundir sus barcos y a atraer a sus tripulantes con canciones para tener material de cría. Después de todo, sólo eran hombres…
-¿Sólo hombres? ¿No os apareasteis con mujeres humanas?
Lord Schul negó con la cabeza y mostró una expresión como si hubiera cometido un grave error.
-Los hombres son secundarios, y más débiles que las ponedoras de huevos. No serían echados en falta. No queríamos acabar con la raza.
Mis labios se quedaron pegados. Miré a Lord Schul.
-¿Estas…de acuerdo con esto?
Contempló la palma de su mano, esperando. No fue hasta que Lady Qualyssa asintió que respondió con un directo y tenso “Sí”. Estaba sorprendido. Era como en algunas culturas árabes pero al revés. Me pregunté que pensaría de verdad la mayoría moral.
-Tomamos tantos hombres humanos como pudimos y criamos con ellos. Fue asqueroso y degradante, y muchos se negaron. Por supuesto, ahora todos están muertos…la Frialdad.
-La Banalidad.
-Sí.
LOS MURDHUACHA
-Decidme algo: ¿Qué son esos Mirucha o lo que quiera de lo que hables? Los “Hijos de Dagón” o lo que sean.
Hizo un sonido de asco.
-Los Murdhuacha son tan horribles como nosotros somos hermosos, tan retorcidos como nosotros somos nobles…
-Si esa comparación continúa deben ser unos humildes cabrones –murmuré.
-¿Qué?
-Nada, continúa…
-Los Murdhuacha son animales. Infestan los restos de vuestros vehículos hundidos, y crían en vuestros cuerpos ahogados. Sus vidas sólo se basan en cazar y matar.
-Thallain –susurré. Comprendí su desprecio. Recordé el asco y el odio que experimenté en la primera ocasión que me encontré un Bogie. Aunque algunos Sluagh se llevan bien con esos cabrones, en aquel momento no quería otra cosa que arrancarle su cara chata. De repente todo tenía más sentido. Todo un océano lleno de Kithain que se odiaban entre sí tiñendo las aguas de rojo con sus batallas. Era una imagen de pesadilla.
-Sí; eso suena correcto. Los Murdhuacha toman sus Apsarae de las criaturas impuras del mar: los calamares, las medusas, los cangrejos y gusanos, mientras que nosotros tomanos los nuestros de los hijos de Vatea.
-Eg –arrugué la nariz ante la idea de un ser mitad hombre y mitad gusano. Sonaba como si nosotros y los Redcaps fuéramos unos recién llegados a la categoría de “pesadillas”.
-Crían en los cuerpos todavía calientes de sus presas. Les gustan los humanos y se aparean con ellos mientras el agua todavía esta roja con su sangre. Sus mujeres son vuestras “sirenas”: seductoras mortíferas que atraen a los humanos para ahogarlos e incubar sus huevos en ellos.
-¿Habéis hablado con Sigourney Weaver sobre esto? (Nota: una referencia a Alien)
-¿Quién?
-Nada –aunque tanto hablar sobre apareamiento me había dado curiosidad.
-¿Puedo preguntaros algo realmente ofensivo? Yo pensaba que vosotras, las hadas marinas, estabais todas cachondas y locas por el sexo, como sátiros marinos o algo por el estilo.
-Nos gusta jugar al sexo, pero el apareamiento es algo muy sagrado. Si quieres puedo…
Se desvistió sacándose el vestido por la cabeza. Mi boca se abrió de par en par. Era tan extraña y hermosa, tan perfecta y delicada, con piel brillante e iridiscente, y cabello ondulado de color verde. Me quedé a cuadros. Tenía que parar.
-¡No! No, está bien…Él…!nos está mirando¡ -señalé a Lord Schul.
-No le importará. De hecho, puede participar.
Lady Qualyssa se acercó y comenzó a desabotonarme la camisa. La mitad de mí deseaba eso más que nada en el mundo, pero… ¡era tan raro! ¡Si Fiorello pudiera haberme visto! ¡Sus cuernos se habrían puesto verdes de envidia!
-Yo…ehm…necesito escuchar toda tu historia –balbuceé, odiándome a mí mismo. Los secretos de estos Kithain eran demasiado excitantes. Joder con mi sangre Sluagh.
Sin molestarse en vestirse de nuevo, volvió a sentarse en su silla.
-Nos apareamos con los humanos hasta que conseguimos un buen material de cría y entonces la Reina Merasi decretó que nunca volveríamos a interactuar con los humanos. Desde entonces la ley raramente ha sido rota. Hasta ahora.
-Sígueme hablando de eso. ¿Qué está ocurriendo ahora que resulta tan jodidamente importante?
-El Ahogamiento.
EL AHOGAMIENTO
-Hace unos cincuenta años, sufrimos una tragedia tan grande que todavía me produce escalofríos hoy. De repente, de forma tan repentina que ninguno de nosotros estaba preparado, miles de nosotros…nuestros maridos, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros parientes fuimos asaltados por una marea de Frialdad –Banalidad- tan intensa que nuestros Apsarae se vaporizaron al momento. Algunos simplemente estallaron al regresar a sus formas humanas en las profundidades, otros se ahogaron y lucharon en medio del dolor y confusión a medida que sus agallas perdían su poder feérico y sólo les quedaban sus pulmones humanos para respirar. Todos murieron…horriblemente.
Su conducta de arrogante puta marina se resquebrajó mientras una lágrima se derramaba de uno de sus ojos. En ese momento me sentí miserable. No podía soportar odiar, sentir pena y desear algo al mismo tiempo.
-Mi madre estaba entre ellos. Naturalmente quisimos saber qué había ocurrido, y mientras lamentábamos su pérdida enviamos equipo tras equipo para buscar y encontrar la causa de tanta tragedia y destruirla. Sin embargo, irónicamente no supimos que habíamos encontrado el lugar hasta que nuestros equipos de búsqueda dejaron de regresar. Toda la ciudad de Xinqux, en lo que vosotros llamáis el Océano Pacífico, estaba muerta.
Contuve mi curiosidad de preguntar sobre las ciudades del mar.
-Un Rorcual fue el primero en descubrir lo que había ocurrido.
-¿Rorcual?
-Es lo que vosotros llamáis un Feudo.
-¿Qué? Pero me has dicho que descubrió…Oh, continúa y explícamelo.
-El Rorcual vino a nosotros, y nos explicó que los caminantes del polvo habían tomado la Fosa de Vatea, y que ya no podían tomar poder en ese lugar para traérnoslo. Debes saber que los Rorcuales son nuestros Feudos, pero no son las frías fuentes de poder que conocéis. Los Rorcuales son criaturas enormes, hermosas e inteligentes, los elegidos de Melusina.
-Yo…ehm…espera un minuto. ¿Vuestros Feudos son ballenas?
-Sí. Ballenas, y a veces delfines.
-Vaaa…leee. Ya entiendo.
-Los caminantes del polvo han construido un lugar llamado “Aguaprofunda” y planean vivir allí en gran número. Ese nido de metal sólo es el primero de muchos. Si los humanos vienen a vivir bajo el mar, moriremos. Su Frialdad te borra –te hace como ellos, y ya es bastante malo para vosotros. Sin embargo, para nosotros es una muerte segura. Cuando la Frialdad se apodera de nosotros ya no podemos respirar ni nadar. Sólo morimos.
-Ay. Ya veo. Yo…no sé qué decir. Lo siento.
-Por primera vez hemos convocado una reunión con los líderes del mayor de los nidos de los Murdhuacha. Aunque los odiamos, y ellos a nosotros, sabemos que ellos eran los únicos en los que podíamos confiar de verdad en esta situación. Sufren la misma amenaza que nosotros, y también han sufrido igual. En esa reunión alcanzamos un acuerdo común: por débiles y resecos que estéis los caminantes del polvo, sois nuestra única esperanza. Hemos venido a vuestras cortes en busca de ayuda.
-Pero yo soy…sólo soy un…
-Tienes que llevarnos aquí.
Señaló un dibujo de un castillo pegado en la puerta de mi nevera.
-¡Pero…eso sólo es un dibujo!
-Hemos oído hablar de un castillo en el castillo. La Montaña del Castillo.
-¿Un castillo en la montaña del castillo? Casti… ¿Cat-Skill? ¡El castillo en las montañas Catskills! ¡Tara-Nar! ¡Queréis ir a Tara-Nar!
Ella asintió.
LOS TRITONES Y LOS MURDHUACHA
Querido Diario:
Esto se está haciendo cada vez más raro. La pasado noche, después de que intentaran aprender a dormir sin agua alrededor de sus cuerpos, se lo jugaron a la pajita más corta y Lord Schul terminó durmiendo en la bañera. Nota mental: tengo que comprar más sal. En cualquier caso, Lady Qualyssa se fue a la cama conmigo, y descubrió una forma muy interesante de despertarme. Todavía atrapado en su hechizo me di la vuelta e intenté besarla, pero me dio una bofetada y salió furiosa de la habitación, comenzando otra vez con él “¿Cómo te atreves?” al que parece estar acostumbrada. Más confundido que enfadado me fui al baño como acostumbro a hacer cuando me despiertan en mitad de la noche y pegué un respingo al ver a Lord Schul tumbado de espaldas en la bañera. El agua casi rebosaba y su piel gris oscura temblaba suavemente cada vez que sus agallas respiraban. Al principio pensé que se había puesto una especie de capa para dormir, pero me di cuenta de que era…bien…él. Parecía un extraño cruce entre un hombre y una raya, con sus aletas envueltas a su alrededor como las alas de piel de un murciélago vampiro.
-Hola –murmuró medio dormido.
Me asusté un poco al verle. Orejas de conejo y cuernos de cabra son una cosa; esto era un hombre-raya tumbado en mi jodida bañera. No sabía si reírme o chillar.
-Hola –conseguí contestar.
El Dr. Vocabulario ataca de nuevo. Debo disculparme. ¿Qué le diríais vosotros a un hombre-raya gigante tumbado en vuestra bañera mientras os estáis bajando la bragueta del pijama? Además, mi linaje no es precisamente conocido por su locuacidad. La tensión se rompió con el sonido de Lady Qualyssa chocando con la lámpara.
-Intentaste besarla ¿verdad?
-¿Qué?
-Besar. Cuando os tocáis las bocas entre vosotros.
Asentí. El me miró con paciencia como si estuviera hablando con un niño pequeño.
-¿Qué? ¿Qué debería haber hecho?
-Ya te hemos contado que para nosotros el sexo es un juego ¿no? Es algo sencillo, no es importante. Sin embargo, besar es algo íntimo. No besamos a nuestros compañeros casuales de juego, ni siquiera a nuestros parientes. Ni siquiera besamos a nuestros compañeros más queridos salvo como una forma de juego amoroso previo al coito.
Parpadeé.
-Así que básicamente podría haber follado con Lady Qualyssa toda la noche y no lo consideraría íntimo, ¿y un besito en la mejilla es ir demasiado lejos?
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
-Al margen de tu lenguaje, sí. Una de los elementos importantes del beso es que…nos estimula de ciertas maneras que el sexo no puede. Las hembras no pueden concebir a menos que sean debidamente estimuladas de cierta manera. Para nosotros, besarnos es el primer paso al verdadero apareamiento.
Tosí. Eso sí sería ir demasiado lejos. Cambié de tema.
-¿Y cómo te sientes ante este salto cultural tan repentino?
-En una ocasión observé un trasatlántico durante varios días. Aprendí algunas cosas. No se lo digas a la Señora o me cortará la cabeza.
-Silencio es mi apellido. Virgil Silencio Draper. Ya de paso, si le dices a alguien que mi nombre es Virgil, te cortaré la cabeza.
Sonrió y movió su cola, terminada en un aguijón.
-Entonces te llamaré Silencio.
-Vale…guay. Así que…-me senté en la cómoda del baño e intenté conversar con el hombre-raya gigante de la bañera. Como Will Smith dijo una vez, esto marca un 9.0 en mi detector de rareza. Suspire.
-¿Así que eres una raya?
APSARAE
-Ésa es mi Apsara, sí.
-Yo creía que todos los Tritones tenían colas de pez.
-Las rayas son peces.
-Vale, ya sabes lo que quiero decir.
-Nacemos pareciendo humanos, o casi humanos. Nuestros niños, las nereidas –tanto de Tritones como de Murdhuacha- nacen con piel gris, ojos grandes y pies y manos palmeados.
-Y agallas.
-No, no tienen agallas. Las nereidas pueden respirar bajo el agua gracias a la leche de sus madres.
-Y por eso las mujeres pez siguen teniendo pechos.
-Sí, exacto. Cuando una nereida llega a cierta edad…
-Su voz se hace más grave y comienza a tener ciertos impulsos…
-¿Me dejas terminar, Silencio? Cuando una nereida se hace lo bastante mayor, normalmente tras un año, es llevada a una Gruta, un lugar muy sagrado y místico. Entonces los padres colocan a la nereida en la Gruta y esperan. El siguiente animal que entra en la Gruta se vincula con el niño y se convierte en su Apsara. En mi caso fue una raya. En el caso de Lady Qualyssa fue lo que vosotros llamáis un regaleco. Pero existen muchas clases de Apsara: tiburones, anguilas, salmones, atunes, peces león, peces escorpión, delfines…
-¿Y si entra un cangrejo o una medusa el niño se convierte en uno de esos Murdhuacha?
-Sí. Los Murdhuacha son realmente horrorosos. La mayoría habitualmente se parecen a nosotros, pero en lugar de una cola de pez, tienen un largo tentáculo…
-Agh. ¿Y qué ocurre después?
-El Tritón sale de su Gruta, convertido en un fresco y joven Nix. Algunos llaman a los jóvenes Tritones “Fry”. Este vínculo es muy importante. No se trata de un proceso aleatorio. El Apsara que conecta contigo en la Gruta es lo que eres. Antes de ese momento, no eres…no estás completo. Tu Apsara es parte de tu alma feérica. Es…como yo, por ejemplo. Soy una persona tranquila y calmada, pero cuando me enfado soy venenoso –meneó el aguijón de su cola para dar énfasis a sus palabras.
-Lady Qualyssa es un ser hermoso y fuerte, con un temperamento a juego. Y tú podrían ser un blenio, un pez de arrecife, tan curioso que puedes ignorar el peligro.
Sonreí. Era lo más próximo a un cumplido que iba a conseguir de estos frikis.
-Pasamos la mayor parte de nuestras vidas como Nixes. Tanto Qualyssa como yo somos Nixes. Sin embargo con el tiempo el pelo se volverá gris azulado o blanco como la espuma y la Frialdad se incrementará y nos convertiremos en Naugs.
-Gruñones.
-Sí, es un período desagradable.
-No, lo que quería decir es que nosotros lo…ah, olvídalo. No, no espera. Quiero preguntarte algo. ¿Por qué tenéis esa actitud? Quiero decir que todos somos Kithain pero vosotros actuáis como si tuvierais algo especial que de alguna forma os hace mejores que nosotros. Más incluso que los Sidhe, y no creo que eso sea posible. ¿Por qué… os comportáis así?
Lord Schul consideró la pregunta detenidamente.
PSICOLOGÍA DE LOS TRITONES
-No comprendemos cómo vosotros los de arriba podéis ignorar a Mar, o peor todavía, limitaros a tirarle basura como si así no volviera a aparecer. Los mares forman parte de vuestro mundo, vuestro planeta. ¡Debe resultar apretado y claustrofóbico habitar en sólo unos puñados insignificantes de tierra en medio de la inmensidad de los océanos! Además…
Apartó la cortina de la bañera y señaló a la ventana con desagrado.
-Ni siquiera parecéis preocuparos de mantener la tierra limpia. Todos lucháis y discutís por pequeños puñados de tierra, dejando que gobernemos el planeta en vuestro lugar. Es como… es como… Imagínate que tienes una mansión, y que tus hijos sólo viven en una habitación. Imagínate que tus hijos tienen su habitación tan asquerosa que quieres vomitar cuando los visitas. Y lo peor de todo es que su basura se extiende al espacio en el que vives. Con el tiempo terminas dándote cuenta que han vivido y crecido entre su basura y que ahora tus propios hijos son un veneno para ti. No puedes matarlos porque son tus hijos. ¿Y qué puedes hacer? Te apartas de ellos. Y desprecias a esas criaturas sucias. Los desprecias por haber ensuciado tu hogar. Los desprecias por vivir como animales, y por retorcerse como anguilas atrapadas en el fango. Y los desprecias por haberte obligado a renunciar a parte de tu casa con sus desechos.
Lentamente asentí.
-¿Y tú me consideras responsable…?
-Os consideramos responsables colectivamente. A vosotros, los Kithain, los hermanos mayores, por no haber hecho nada. A vosotros los humanos, los hermanos pequeños, por no daros cuenta. Todos. Todos vosotros.
Parecía bastante enfadado y apoyaba su mejilla en su puño cerrado.
Parpadeé al recordar de repente lo que quería preguntarle de verdad.
-Ey, Schul, ¿De verdad te crees toda esa basura de que los hombres no son importantes y que deben ser serviles? Puedes hablar con sinceridad entre nosotros.
LA SOCIEDAD DE LOS TRITONES
-Conozco mi lugar. La ponedora de huevos debe ser protegida para que la sociedad continúe.
-¿Sociedad?
-Eres extraño, caminante del polvo. Por supuesto que tenemos una sociedad. No es como tú la conoce, pero es una sociedad. Nos gobierna un sistema de nobles, pero como todos nosotros somos nobles, pueden surgir algunos conflictos. Así que estamos divididos en tres Casas que más o menos se equilibran entre sí. Yo pertenezco a la Casa Lorelei. Nuestro deber es proteger a los demás. Los miembros de la Casa Melusina son nuestros eruditos y sabios y la Casa Siringa es la casa más noble. Cada uno de nosotros cumple con su deber para el bien de todos. Trabajamos duro y jugamos. Medios y fines. El conjunto de la sociedad de los Tritones está orientada a hacer lo necesario para que podamos crear y cantar y bailar y disfrutar. Vosotros los habitantes de la tierra confundís eso.
Mostré mi desaprobación de ser el representante de todo el mundo con pies.
-Acepto que nos perdemos algunas cosas. Nos alimentábamos de los sueños humanos, como vosotros. Pero descubrimos que los humanos eran demasiado venenosos, y cuando su Frialdad se hizo más grande que sus sueños, tuvimos que recurrir a otra cosa. Tomamos nuestro poder del mar, como tomamos todo de Mar. Si no hubiera sido por el Ahogamiento puede que ni siquiera hubieras vuelto a saber de nosotros nunca más. Vivimos bien, o por lo menos vivíamos. En las ciudades de coral todos son artistas, y las ciudades son lugares de gran belleza. Yo mismo era un cantante famoso en mi hogar en Qlzua.
-¿Tú cantas?
Abrió su boca e hizo un sonido tan suave que casi no pude escucharlo. Y era suave incluso para mi linaje, los Sluagh. Frunció el ceño.
-Supongo que suena mejor bajo el agua.
-Posiblemente. Yo pensaba que hablaríais entre vosotros por lenguaje de señas o algo así.
-Oh, hablamos de la misma forma que vosotros, pero con una frecuencia sonora diferente. Cualquier Kithain puede hacerlo si aprende. ¿Cómo pensabas que aprendimos vuestro lenguaje?
-Tocado.
-Después de que vayamos a tu Castillo Tara-Nar, me gustaría preguntarle a Lady Qualyssa si le parece bien llevarte a Qlzua con nosotros. Personalmente opino que necesitamos restablecer contacto con vosotros los caminantes del pol…eh, de la tierra.
-¿No me ahogaría?
-¿Nunca has oído las historias sobre las sirenas que se llevan a pescadores a vivir bajo las aguas? Sólo porque ya no lo hagamos no significa que no podamos. ¿Recuerdas lo que te dije sobre la leche de sirena? No sólo sirve para ayudar a las nereidas a respirar bajo el agua. Cualquiera que la beba puede vivir bajo el agua durante un día, y con dosis frecuentes, de forma indefinida. Estoy seguro de que Qualyssa estará encantada de ayudar. Entonces podrías ver cómo vivimos y lo que hacemos, y por qué estamos en un peligro tan grave.
Mi cara blanca se enrojeció, pero comprendí.
-Creo que me gustaría, Schul.
Me volví a la cama y soñé con sirenas.
Querido Diario:
Vale, muy bien, no es mi diario de verdad. Tendría que disponer de alguna clase de “papel” especial tejido con algas para poder escribir. He aprendido mucho aquí en Qlzua, especialmente lo cabrones que podemos ser los habitantes de la tierra.
Intentamos entrar en Tara-Nar, pero la “nobleza” local estaba demasiado ocupada con sus propios intereses para hablar con nosotros. La situación tras la desaparición del Alto Rey ha provocado mucha tensión entre la gente y la corte dejó perfectamente claro que no iba a cambiar de prioridades. Posiblemente porque todavía estaban buscando a los responsables de su desaparición. Capullos.
Decidí aceptar la oferta de Schul. En aquel momento estaba completamente decepcionado con el mundo de la superficie.
Esa noche, Qualyssa y yo consumamos nuestra relación. Finalmente comenzaba a abadonar su complejo de superioridad y creo que la impresioné con mi actitud en Tara-Nar. Ella era todo lo que siempre había buscado en incontables clubes góticos y en docenas de calles de la ciudad. Espero que sea mera lujuria, pero parece algo más. No quiero revivir mis ligoteos de los ochenta. No quiero enamorarme de un pez.
Bien, de todas formas, ya es suficiente. Ahora vivo en Qlzua, y es algo fantástico. Me acostumbré al cambio de presión rápidamente, pero la sensación de falta de gravedad es irritante. Está bien si tienes un Apsara, pero algunos de nosotros tenemos piernas. Las ciudades de coral no tienen eso en cuenta.
Nos fuimos hasta el puerto. Me dieron una botella llena de, bien, leche de sirena, y tomé unos cuantos tragos. El sabor era…interesante. Entonces saltamos al agua. Pasé algún tiempo agarrado firmemente a Qualyssa y entonces, de repente, ya no necesité respirar, y las palabras, aunque raras, llegaron solas. Yo también podía hablar. El agua era de un color gris mugriento, y el fondo del mar bajo nosotros estaba cubierto de desechos. Fascinado, comencé a nadar, con Schul guardándome el culo con ese tenedor gigante que tiene. Sigue insistiendo en que lo llame tridente. Como quiera.
LOS NIDOS DE MURDHUACHA
El color gris de la superficie me llevó a pensar que estaba lloviendo arriba. Avanzamos un trecho hasta que de repente fui el primero en ver algo. Les dije que me siguieran mientras buceaba hacia una gran forma oscura en el fondo. Era un camión, una gran hormigonera oxidada por completo, que yacía deforme e inerte apoyada contra unas piezas dobladas de guardarraíles. Sentí un escalofrío ante este enorme cementerio de metal perdido y olvidado, tan lejos de su lugar en tierra firme. Entonces percibí la figura de una forma familiar ¿un perro? La verdad es que parecía un perro. Sin pensarlo, me acerqué nadando. Tenía razón, era un perro. El pobre chucho estaba medio podrido, con su pelaje deshilachado y agitándose con la corriente marina. Tenía hileras de burbujas del tamaño de pelotas de golf colgando a su alrededor desde la garganta. Me acerqué más y me di cuenta de que el perro estaba amarrado al camión por extrañas hebras orgánicas que parecían cables de plástico. Comencé a retroceder, sufriendo el primer caso de canguelo que jamás había experimentado. ¡Hasta el momento creí que los Sluagh éramos inmunes al miedo!
Me di la vuelta y mi cabeza golpeó la cabina el camión. Una calavera humana, con su mandíbula medio abierta y pequeños crustáceos correteando en las cuencas de sus ojos, me miró. Me golpeé la cabeza contra el retrovisor al retroceder. De repente, algo me tocó la pierna. Di un respingo y nadé frenéticamente, manoteando y pataleando.
Al mirar abajo pude ver que un enorme tentáculo se había aferrado alrededor de mi pierna. Otro se aferró a mi muñeca. Casi paralizado de terror, vi al... Murdhuacha surgir de un agujero oxidado en un lado del camión. Comencé a lamentar haberme reído de esos tíos.
Era una mujer. Debía de tener cerca de 6 metros de largo. Su cabello era verdoso, con el tono de las algas, una cara dulce y seductora, su piel era de un color gris blanquecino, sus pechos eran grandes y su esbelto vientre terminaba en un largo tentáculo. Sus brazos eran largos –demasiado largos, y terminaban en garras afiladas. Todo su cuerpo ondulaba cada vez que parecía respirar de un pequeño tubo justo en el centro de su clavícula. De repente, con la velocidad de un rayo, vi un tridente que golpeaba su tentáculo, que me soltó de inmediato. Nadé hacia arriba mientras ella oscurecía el agua que nos rodeaba con tinta negra. Miré hacia arriba y vi a Lord Schul y a otros tres Tritones a los que no pude reconocer. Uno era una mujer grande que montaba en el lomo de una tortuga marina, y que llevaba un escudo de concha con el símbolo de un diente de tiburón pintado en él. La mujer recuperó su tridente y lo golpeó contra su escudo para quitarle la arena que se le había pegado al clavarse en el fondo.
-Fue culpa mía –susurré, mientras miraba el camión-. Me metí en su nido.
-Por eso no la maté. Aunque ella no habría sido tan considerada contigo. Vámonos.
LAS CIUDADES DE CORAL
Cuando vi Qlzua por primera vez quedé sorprendido. La verdad es que me quedé sin aliento. Imagínate un cruce entre un arrecife de coral y Times Square. La luz y el color me asaltaron a mi llegada. De acuerdo con los Tritones sólo es visible quiméricamente, y para cualquier humano que pasa sólo parece un montón normal de roca y coral. No para los Kithain. Situada en lo alto de una montaña submarina, Qlzua parecía una estrella de mar gigante y brillante, con seis “brazos” o distritos que surgían de una ciudadela central. A pesar de la frialdad del agua que me rodeaba, la ciudad era agradablemente cálida.
Situada en el fondo de la Fosa de Hudson, Qlzua se encuentra en la cima de la Montaña Cairn en el Océano Atlántico. Los Tritones me dijeron que también existen otras grandes ciudades de coral. Atlane es situada frente a la costa del sur de California. Hiath está oculta en alguna parte del interior de la Gran Barrera de Arrecife de Australia, Drasch se encuentra en algún lugar del Mediterráneo, Qryll está en el Mar Caribe, la Puerta de Quaguin está cerca de Hibernia, y por supuesto, Xinqux se encontraba en el sur del Pacífico. Bueno, la ciudad todavía sigue allí, pero ahora…está en silencio.
A pesar de su arrogancia en tierra firme, fui tratado bastante bien…tiempo después. Cuando llegué por primera vez, hubo un montón de jaleo –la mitad de los nativos querían pellizcarme y tocarme para saber de qué estaba hecho, y la otra mitad querían matarme y a los Tritones que me acompañaban. Finalmente un mensajero de la reina dijo que se me permitía entrar en la ciudad, y que quería reunirse conmigo. Los Tritones, en cuanto superaron su temor hacia mí, resultaron ser Kithain medianamente decentes. La comida es increíble, aunque rara (y cruda, y a veces se sigue moviendo –eso no le importaría a un Red Cap, y tampoco me molesta mucho), pero no se te ocurre viajar a una ciudad submarina y habitada por hombres pez sin esperar cosas de ese estilo.
Hay un barrio comercial, un barrio de artistas, un barrio de alimentos y zonas militares. Los Tritones tienden a comerciar mediante el trueque. Cuando vi el lugar de lejos asumí que la luz estaba producida por energía robada de cables eléctricos tendidos en el fondo marino, pero no era el caso. Toda la ciudad está viva. Las paredes son de coral, las luces son emitidas por peces luminiscentes (criados para adoptar determinados colores o formas), los “vehículos” son animales o quimeras (Las tortugas marinas y los hipocampos son especialmente populares aquí abajo).
Los peces nadan por las calles como las palomas en una ciudad normal. Extraños olores, agua coloreada y voces forman parte de un ambiente hermoso pero desorientador.
La ciudad en sí es una obra de arte intencionada, interpretada de cientos de formas diferentes por sus habitantes. El arte se encuentra por todas partes. Los Tritones afirman que es algo inherente a su cultura, pero bajo toda esa belleza existe cierta pena que traiciona un sentimiento de pérdida. Creo que en secreto los Tritones añoran los sueños humanos y a los soñadores humanos. En el fondo este Glamour natural y crujiente del mar no es realmente lo que quieren. Son sueños de culturas extrañas del mar. No es sorprendente que nos odien tanto. Creo, que a pesar de toda su pose, nos envidian. Después de todo, nosotros tomamos los sueños directamente de la fuente.
Pasaré otro día más en Qlzua. Qualyssa y yo vamos a jugar esta noche y mañana me reuniré con la Reina. Nunca me he sentido tan importante en mi vida. Si no estuviera bajo el agua juraría que estoy sudando.
EPÍLOGO
La Reina sabía de mi llegada. La Corte del Rey David me había escuchado después de todo, y había enviado a un noble señor a ayudar. Debería llegar aquí unos pocos días después de que me vaya; se llama Señor… Señor Apoxys o algo así. Estará…espera… ¡Era él quien Saqueaba a los artistas de Londres! ¿Por qué enviaría el Rey a un Señor Oscuro a ayudar? Algo ocurre.
Necesito ayuda. He enviado una quimera Apsara con instrucciones para que lleve estas páginas al Feudo de tierra firme más próximo. Si las encuentras, por favor, traed a alguien que pueda ayudar. Todo un Linaje cuenta con vosotros. Por favor.
Por Sean Jaffe, Clayton Oliver, Ethan Skemp y Adam Tinworth
Fickley y Wittenberg observaron las inmensas profundidades por debajo de ellos mientras se dirigían al gélido fondo marino. Wittenger accionó la radio de la capucha de su equipo de buceo. Por lo menos no iban a descender tanto como para necesitar respirar fluido. A nadie le gustaba esa mierda. La voz de Davidson chisporroteó a través de la radio.
-Tíos, puede que os interese saber que he traducido las runas que encontrasteis en esos desechos.
-¿Por qué nos mantienes en ascuas? –contestó Fickley.
-Bien…todavía no sé lo que significa. Creo que es gaélico. Dice “Murdhuacha”.
-¿Mirucha? –preguntó Fickley.
-Bueno, algo así, pero no se escribe así. Levantad la cabeza, chicos. Llegaréis pronto al fondo.
Sus pies se posaron suavemente sobre la cubierta superior del Nada Jane. La embarcación estaba recubierta de una débil envoltura de algas que parecía una piel muerta, y un banco de peces nadaba en torno a la proa. Wittenger sonrió. No le había costado mucho a la naturaleza tomar posesión de este naufragio. Dio un paso adelante y Fickley lo siguió, descendiendo por las escaleras que llevaban bajo cubierta.
Los dos buzos se encontraron en una larga estancia. Una anguila pasó a su lado, revelando una forma a un lado. De repente, Fickley se detuvo, y entonces avanzó hacia delante. Su voz apenas era audible por la radio.
-Mira esto.
Wittenger se acercó, sorprendido y sintió que su estómago se revolvía.
Era un marinero, sin camisa, colgando de la pared por delgados filamentos, no muy distintos de los que aferran a los mejillones o a los percebes a las rocas. Su boca estaba paralizada en una sonrisa post mortem, completamente abierta, pero lo más inquietante eran las burbujas de brillante color anaranjado que ocupaban toda su boca. Wittenger se acercó más a mirar.
-Jesús, Fickley. Son humanos.
Fickley se acercó. Ciertamente, cada una de las burbujas era como una especie de huevo del tamaño de una pelota de tenis, y dentro de cada una de ellas había un inconfundible feto humano. Parecía como si se convulsionaran y murieran bajo la mirada asombrada de los dos científicos.
-¿Fetos? ¿Qué demonios es esto? ¿Qué demonios está ocurriendo aquí? Fickley retrocedió, con el pánico claramente visible en su rostro- ¡Esto no es posible, Wittenger! ¡Qué demonios! ¿Qué mierda está ocurriendo aquí?
Fickley comenzó a girarse para salir de allí, pero su mandíbula de repente se abrió con una fascinación y terror que sólo podía proceder del dolor humano. Se aferró sorprendido el vientre. Surgiendo de su traje de buceo, acompañado de una lenta nube escarlata, asomaban tres afiladas espinas de ¿concha? Miró a Wittenger, balbuceando algo incomprensible. Entonces cayó hacia delante, revelando la presencia de una horrible criatura que se encontraba detrás de él. Aquella cosa media por lo menos dos metros de altura, y parecía una especie de cadáver humano sin piel recubierto de una sustancia gelatinosa –por lo menos de cintura para arriba. La parte inferior de la criatura era una maraña de tentáculos que se agitaban como los de una medusa. Los músculos alrededor de su cintura latían, como una medusa, manteniéndolo erguido. El monstruo sonrió y relajó la mano que aferraba su tridente mientras aferraba el cadáver muerto de Fickley con sus tentáculos y le retiraba la capucha del traje de buceo.
Entonces Wittenger comenzó a gritar y a correr.
Mientras luchaba para impulsarse en las aguas traslúcidas, la radio chisporroteó.
-¿Qué demonios pasa, Wittenger? –la voz de Davidson era casi un grito- ¿Dónde está Fickley? ¿Qué fue ese ruido? ¿Qué mierda hablas de fetos humanos? ¡Joder, dime algo, Wittenger!
Wittenger ignoró la voz de Davidson mientras se impulsaba hacia la puerta más cercana y se metía por ella. Su corazón resonaba como si estuviera fuera de su pecho. Cangrejos y langostas paseaban sobre las tablas podridas y las mesas derrumbadas. Pero las paredes…las paredes estaban recubiertas de marineros muertos, con sus brazos y piernas retorcidos en ángulos obscenos, con las bocas desencajadas y abiertas, llenas de burbujas anaranjadas. Algunas de aquellas cosas naranjas eran del tamaño de balones de voleibol.
Wittenger se detuvo, derrotado, cuando las puertas que llevaban a la cocina se abrieron y apareció por lo menos una docena más de monstruos. Nadaban, caminaban, se escurrían por las tablas del suelo, las paredes y el techo, avanzando hacia él. Sintió algo que le tocaba el hombro y se dio la vuelta para ver un hermoso rostro de mujer, rodeado por un suave y tenue cabello verdoso, de la textura de las algas. Sus pechos eran grandes y firmes, y sus caderas terminaban en un único, largo y seductor tentáculo.
-Murdhuacha –susurró.
La mujer sonrió y se llevó un dedo a sus labios verde-azulados antes de golpear el cristal del visor de Wittenger. En un instante el aire salió de sus pulmones, y el miedo y el trauma del dolor dieron paso a un éxtasis puro. Sintió unas manos pequeñas y fuertes recorriendo su cabello. Sintió su fría y suave boca sobre la suya, y algo pequeño, redondo y duro entrando en su garganta. La mujer terminó su mortífero beso mientras uno de sus compañeros lo colocaba junto a Fickley en la pared, los dos sonriendo, con las bocas abiertas, mientras pequeñas hileras de burbujas anaranjadas del tamaño de perlas comenzaban a crecer en su interior…
LAS CORTES DEL MAR
Querido Diario:
Esta tarde, cerca de la noche, todo cambió por completo. Fiorello y yo asistimos a la Corte de Invierno en Greenwich Village, pues queríamos pedirle al Duque Justiniano derechos sobre el nuevo colectivo de artistas que ha sido creado en East Side. Parecía que un Oscuro llamado “Lord Apoxys” estaba saqueando el Glamour para él. La Corte celebró una sesión habitual, con toda la pomposidad y decoro de una ceremonia real y toda la sustancia de un paseo diario por el parque. Mientras Fio y yo esperábamos pacientemente nuestro turno, ambos escuchamos unos chapoteos húmedos, como si alguien que llevara ropa mojada caminara cerca. El guardián troll golpeó dos veces el suelo con el mango de su pica antes de anunciar a los recién llegados.
-Lord Schul y Lady Qualyssa de…ehmm…la Casa Lorelei y la Casa Siringa, respectivamente.
La estancia quedó en silencio. Le pregunté a Fiorello si alguna vez había oído hablar de la Casa Siringa. Murmuró algo sobre Pan y se mostró confuso. Miré hacia la puerta.
La primera cosa que percibió fue su belleza. Era irresistible; quería acercarme, quería tocarlos. Lejos de la belleza inalcanzable de los sidhe, el extraño atractivo de los dos no me inspiraba otra cosa que desear sentir su piel iridiscente y acariciar su cabello verdoso con mis dedos. Fio se sentía mucho peor, como se podía esperar de un sátiro. Los dos avanzaron con porte orgulloso y digno, a pesar de la sorpresa y fascinación ciersa que su extraña apariencia había provocado. Finalmente el Duque pidió silencio.
Un murmullo se extendió entre la multitud presente mientras los dos se dirigían al trono. No se arrodillaron. El Duque Justiniano esperó a que hablar, mirando a Lord Schul y evaluándolo.
Lady Qualyssa fue la primera en hablar. Explicó con gran detalle, como si cada palabra fuera un esfuerzo, que ella y Lord Schul era grandes nobles del linaje de los “Tritones”, y que los “Sueños Primogénitos de Vatea” eran los primeros entre todos los Kithain, y que por lo tanto estábamos obligados a dejar de inmediato todo lo que estuviéramos haciendo para ayudarles a enfrentarse a los invasores desconocidos de sus tierras.
Cuando las risas se extendieron por la sala, los dos se quedaron allí de pie, con expresiones tranquilas y expectantes, como si acabaran de ordenarles a unos niños que limpiaran su habitación. El Duque Justiniano les explicó con tranquilidad a través de su sonrisa que la Corte de Invierno del Alto Rey David posiblemente estaría gustosa de encargarse de esa tarea tan pronto como consiguieran detener toda la Banalidad, conciliado a plebeyos y nobles, eliminado a los vampiros de las calles y devuelto Concordia a los Nunnehi. Las risas comenzaron de nuevo. Comenzaron a escucharse burlas y las risas se elevaron.
-¡BASTA! –grité, bueno carraspeé. Era el sonido más fuerte que jamás había conseguido pronunciar. Toda la estancia quedó en silencio y todos me miraron. Me sentí como una mariposa atravesada por un alfiler.
-¡Ellos necesitan nuestra ayuda! –susurré con tanta fuerza como pude- ¿No podéis ver que nos necesitan?
El Duque Justiniano sonrió con su socarrona sonrisa salomónica.
-Que así sea. Necesitan la ayuda de un noble adecuado para esa tarea y la tendrán –sus ojos me midieron- Sir Draper.
El Viejo Scratch tenía razón. Nadie aprecia a un Sluagh listillo.
HISTORIA DE LOS TRITONES
Nos fuimos a mi apartamento. No me mostré sutil y grabé la conversación aunque no se habrían dado cuenta ni aunque la grabadora hubiera ocupado una pared entera. Lady Qualyssa cogió un mechero y lo examinó como si creyera que eso era la clave de todos los problemas del mundo; Lord Schul miraba a la bombilla del techo mientras se protegía los ojos. Intenté que me prestaran atención; ninguno parecía escucharme. Finalmente toqué a Qualyssa en el brazo para que me hiciera caso, y ella se apartó como si la hubiera cortado.
-¿Cómo te atreves?
Era una reacción más allá de la arrogancia. Estaba realmente sorprendida de que hubiera tenido el valor de tocarla. Inmediatamente volvió a hablar de los “Sueños Primogénitos de Vatea” otra vez. Tragándome mi orgullo (y mi deseo de apagar las luces), tranquilamente le pregunté de qué demonios estaba hablando. Ella suspiró –aunque no era nada nuevo; cada respiración era como un esfuerzo para ella- y comenzó su extraña historia.
LA LEYENDA DE DAGÓN Y VATEA
-Antes de los Kithain, antes del cielo y la tierra, existía el mar. Entonces sólo era el hogar de dos criaturas: Vatea y su hermano Dagón. Ambos se sentían cómodos en el cálido abrazo de Mar, pero muy pronto Vate sintió que su naturaleza curiosa e inquieta la llevaba más allá de las olas. Ansiaba ver lo que estaba ocurriendo en el nuevo “No Mar” que estaba surgiendo de sus queridas y familiares aguas. Le pidió a Mar permiso para ir a tierra, y Mar aceptó. Vatea invocó todo su poder y retuvo su aliento mientras viajaba por la tierra. No era como nada que hubiera visto –algo estático y yermo, no como el mundo colorido y dinámico al que estaba acostumbrado. La única cosa que vio que mereciera la pena de ese lugar era un fenómeno que hasta entonces desconocía: el fuego. No Mar le dio lástima y decidió que crearía hijos para No Mar. Vatea cerró sus enormes ojos y soñó con una raza bonita creada a su propia imagen. Esos primeros dioses eran de agua y de fuego, libres y siempre cambiantes y él los amaba. Sin embargo, el polvo y el fuego secaban sus enormes agallas, así que Vatea tuvo que regresar a su hogar bajo las olas. Sin embargo, se sintió incapaz de separarse de sus favoritos entre los hijos que había creado, así que les dio “Apsarae” –espíritus de pez- y se los llevó de regreso a su hogar.
Debo hacer una pausa. Estos tipos hacen que los sidhe parezcan boggans. Deben de ser las criaturas más pretenciosas, pagadas de sí mismas y egocéntricas del universo. Los sidhe, las quimeras, incluso los vampiros –nadie puede creerse esto. Sin embargo su historia, por presuntuosa que fuera, era intrigante, y arrojaba una extraña luz sobre los Tuatha de Danann y los Pródigos. Le pedí a Qualyssa que continuara.
-El envidioso Dagón también quería tener hijos propios y viajó a No Mar, ignorando a su hermano y a su madre. Salió del agua y aterrorizó a los hijos de Vatea, tanto que algunos le ofrecieron sus vidas de inmediato a cambio de la promesa de que no les hiciera daño. Durante esta época vivió como un dios en No Mar, y se convirtió en un dios corrupto y cruel. Finalmente, Vatea y sus hijos encontraron a Dagón y lo agarraron y lo arrastraron de vuelta a Mar, pero Dagón pataleó y gritó y se aferró al cielo, mordiéndolo para que no se lo llevaran. Finalmente le dieron un último empujó y Dagón fue devuelto a su hogar bajo las olas, aunque dejó un gran agujero sangrante en el cielo que secó y debilitó a los habitantes de No Mar para siempre.
Nobles o no, la verdad es que me estaban poniendo enfermo.
-Mientras tanto, Dagón, en su envidia, tomó a algunos de los hijos de Vatea y los corrompió con su sangre vil. Estas pobres almas condenadas se convirtieron en los retorcidos Murdhuacha, nuestros enemigos jurados…hasta ahora.
-¿Mirucha? –comencé a reírme- Cuidado con los terribles mirucha, ¡van a cogeros con sus terribles garras! Oh…sólo pensaba que era una palabra graciosa ¿sabéis? Mirucha. Pensad. Mirucha. No…no os ha hecho gracia. Ejem. Vale.
Me miraron como si estuvieran leyendo el Wall Street Journal. Qualyssa continuó su historia.
-Finalmente Dagón se durmió y Vatea se retiró a su más profunda Gruta.
No podía dejar de ignorar que había destacado especialmente su última palabra, como si fuera mayúscula. Levanté una mano e intenté preguntar.
-¡Eh! Oh, vale, continúa.
-Finalmente, Dagón se durmió y Vatea se retiró a su más profunda Gruta. Luchamos durante largo tiempo y encarnizadamente contra los Murdhuacha y los caminantes del polvo –vosotros, los marchitos y deformes habitantes de la tierra…
Hice un gesto de irritación.
LA LEYENDA DE LOS MURDHUACHA
Me gustaría estar
Bajo el mar
En el jardín de un pulpo
A la sombra…
-Ringo Starr, “El jardín del pulpo”
No resulta una sorpresa que los Murdhuacha tengan una versión ligeramente diferente de sus orígenes. De acuerdo con ellos, Dagón fue el primero de los dos hermanos en viajar a tierra, y fue devuelto al Mar por el envidioso Vatea. Dagón mordió a propósito el cielo, sabiendo que la herida debilitaría a los habitantes de la tierra y los prepararía para su inminente regreso. Cuando Dagón regresó a las aguas, Mar estaba muy furioso con Vatea y lo expulsó de su Gruta. Cansado por toda la pelea, Dagón cayó en un profundo sueño, y soñó a los Murdhuacha poniendo un trozo del cielo de la noche en una burbuja, creando el primer huevo Murdhuacha. De él surgió Nuck, el Primer Murdhuacha. Finalmente Nuck envolvió a su padre Dagón en el trozo de cielo que había arrancado. Las palabras de Dagón en sueños fueron una promesa de que despertaría y hundiría la tierra que tanto amaba en el mar para regalársela a sus hijos favoritos.
Ahora los Murdhuacha creen que Dagón se está moviendo y que pronto despertará para ayudar a sus hijos a cumplir su destino manifiesto. Los Tritones permanecen benditamente ignorantes de este nuevo capítulo de la saga…
LA RUPTURA
-Los caminantes del polvo continuaron haciendo incursiones en nuestro territorio. Nosotros estábamos contentos permitiéndoles vivir en sus pequeños terrones y que corrieran y se mataran entre ellos, pero parecían dispuestos a querer apoderarse de nuestro mundo.
-¿Perdón?
-La tierra sólo cubre tres décimas partes del planeta. Haz las matemáticas. Nosotros gobernamos el mundo. Ahora déjame terminar mi historia –se humedeció los labios-. La verdad es que hablas mucho para tener una voz tan irrisoria.
Resoplé. Creo que en aquel momento echaba humo por las orejas.
-Contraatacamos, pero pronto llegamos a una especie de acuerdo. Nosotros viviríamos bajo las olas y vosotros os quedaríais en la superficie. Así que os ignoramos a menos que estuvierais de humor para jugar. No podéis respirar en nuestro mundo a menos que os ayudemos, pero parece que disfrutáis ahogándoos. Oh, al principio no, pero al final, la asfixia parece produciros placer.
Comencé discretamente a mirar a mi alrededor buscando por la habitación algún anzuelo que hubiera perdido Angus el Duro en su última visita. Pero entonces me acordé de las responsabilidades históricas del linaje de Angus y me tranquilicé un poco.
-Estábamos contentos jugando con los caminantes del polvo cuando podíamos, y luchar contra los condenados Murdhuacha dondequiera que surgían sus nidos, pero algo más nos esperaba. Miles de años después de que Dagón fuera derrotado, apareció un nuevo problema. Mientras los caminantes del polvo comenzaban a deslizarse más sobre el océano, comenzamos a morir. En gran número sucumbimos al Frío que traían, hasta que aprendimos una lección de las Selkies, que lo habían aprendido de…vosotros.
Me crucé de brazos y les dirigí una sonrisa de autosuficiencia.
-Las Selkies habían aprendido a esconderse dentro de humanos. Decidimos que habían hecho lo correcto. Era preferible a hacer daño a cualquiera de los hijos de Vatea, y comenzamos a hundir sus barcos y a atraer a sus tripulantes con canciones para tener material de cría. Después de todo, sólo eran hombres…
-¿Sólo hombres? ¿No os apareasteis con mujeres humanas?
Lord Schul negó con la cabeza y mostró una expresión como si hubiera cometido un grave error.
-Los hombres son secundarios, y más débiles que las ponedoras de huevos. No serían echados en falta. No queríamos acabar con la raza.
Mis labios se quedaron pegados. Miré a Lord Schul.
-¿Estas…de acuerdo con esto?
Contempló la palma de su mano, esperando. No fue hasta que Lady Qualyssa asintió que respondió con un directo y tenso “Sí”. Estaba sorprendido. Era como en algunas culturas árabes pero al revés. Me pregunté que pensaría de verdad la mayoría moral.
-Tomamos tantos hombres humanos como pudimos y criamos con ellos. Fue asqueroso y degradante, y muchos se negaron. Por supuesto, ahora todos están muertos…la Frialdad.
-La Banalidad.
-Sí.
LOS MURDHUACHA
-Decidme algo: ¿Qué son esos Mirucha o lo que quiera de lo que hables? Los “Hijos de Dagón” o lo que sean.
Hizo un sonido de asco.
-Los Murdhuacha son tan horribles como nosotros somos hermosos, tan retorcidos como nosotros somos nobles…
-Si esa comparación continúa deben ser unos humildes cabrones –murmuré.
-¿Qué?
-Nada, continúa…
-Los Murdhuacha son animales. Infestan los restos de vuestros vehículos hundidos, y crían en vuestros cuerpos ahogados. Sus vidas sólo se basan en cazar y matar.
-Thallain –susurré. Comprendí su desprecio. Recordé el asco y el odio que experimenté en la primera ocasión que me encontré un Bogie. Aunque algunos Sluagh se llevan bien con esos cabrones, en aquel momento no quería otra cosa que arrancarle su cara chata. De repente todo tenía más sentido. Todo un océano lleno de Kithain que se odiaban entre sí tiñendo las aguas de rojo con sus batallas. Era una imagen de pesadilla.
-Sí; eso suena correcto. Los Murdhuacha toman sus Apsarae de las criaturas impuras del mar: los calamares, las medusas, los cangrejos y gusanos, mientras que nosotros tomanos los nuestros de los hijos de Vatea.
-Eg –arrugué la nariz ante la idea de un ser mitad hombre y mitad gusano. Sonaba como si nosotros y los Redcaps fuéramos unos recién llegados a la categoría de “pesadillas”.
-Crían en los cuerpos todavía calientes de sus presas. Les gustan los humanos y se aparean con ellos mientras el agua todavía esta roja con su sangre. Sus mujeres son vuestras “sirenas”: seductoras mortíferas que atraen a los humanos para ahogarlos e incubar sus huevos en ellos.
-¿Habéis hablado con Sigourney Weaver sobre esto? (Nota: una referencia a Alien)
-¿Quién?
-Nada –aunque tanto hablar sobre apareamiento me había dado curiosidad.
-¿Puedo preguntaros algo realmente ofensivo? Yo pensaba que vosotras, las hadas marinas, estabais todas cachondas y locas por el sexo, como sátiros marinos o algo por el estilo.
-Nos gusta jugar al sexo, pero el apareamiento es algo muy sagrado. Si quieres puedo…
Se desvistió sacándose el vestido por la cabeza. Mi boca se abrió de par en par. Era tan extraña y hermosa, tan perfecta y delicada, con piel brillante e iridiscente, y cabello ondulado de color verde. Me quedé a cuadros. Tenía que parar.
-¡No! No, está bien…Él…!nos está mirando¡ -señalé a Lord Schul.
-No le importará. De hecho, puede participar.
Lady Qualyssa se acercó y comenzó a desabotonarme la camisa. La mitad de mí deseaba eso más que nada en el mundo, pero… ¡era tan raro! ¡Si Fiorello pudiera haberme visto! ¡Sus cuernos se habrían puesto verdes de envidia!
-Yo…ehm…necesito escuchar toda tu historia –balbuceé, odiándome a mí mismo. Los secretos de estos Kithain eran demasiado excitantes. Joder con mi sangre Sluagh.
Sin molestarse en vestirse de nuevo, volvió a sentarse en su silla.
-Nos apareamos con los humanos hasta que conseguimos un buen material de cría y entonces la Reina Merasi decretó que nunca volveríamos a interactuar con los humanos. Desde entonces la ley raramente ha sido rota. Hasta ahora.
-Sígueme hablando de eso. ¿Qué está ocurriendo ahora que resulta tan jodidamente importante?
-El Ahogamiento.
EL AHOGAMIENTO
-Hace unos cincuenta años, sufrimos una tragedia tan grande que todavía me produce escalofríos hoy. De repente, de forma tan repentina que ninguno de nosotros estaba preparado, miles de nosotros…nuestros maridos, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros parientes fuimos asaltados por una marea de Frialdad –Banalidad- tan intensa que nuestros Apsarae se vaporizaron al momento. Algunos simplemente estallaron al regresar a sus formas humanas en las profundidades, otros se ahogaron y lucharon en medio del dolor y confusión a medida que sus agallas perdían su poder feérico y sólo les quedaban sus pulmones humanos para respirar. Todos murieron…horriblemente.
Su conducta de arrogante puta marina se resquebrajó mientras una lágrima se derramaba de uno de sus ojos. En ese momento me sentí miserable. No podía soportar odiar, sentir pena y desear algo al mismo tiempo.
-Mi madre estaba entre ellos. Naturalmente quisimos saber qué había ocurrido, y mientras lamentábamos su pérdida enviamos equipo tras equipo para buscar y encontrar la causa de tanta tragedia y destruirla. Sin embargo, irónicamente no supimos que habíamos encontrado el lugar hasta que nuestros equipos de búsqueda dejaron de regresar. Toda la ciudad de Xinqux, en lo que vosotros llamáis el Océano Pacífico, estaba muerta.
Contuve mi curiosidad de preguntar sobre las ciudades del mar.
-Un Rorcual fue el primero en descubrir lo que había ocurrido.
-¿Rorcual?
-Es lo que vosotros llamáis un Feudo.
-¿Qué? Pero me has dicho que descubrió…Oh, continúa y explícamelo.
-El Rorcual vino a nosotros, y nos explicó que los caminantes del polvo habían tomado la Fosa de Vatea, y que ya no podían tomar poder en ese lugar para traérnoslo. Debes saber que los Rorcuales son nuestros Feudos, pero no son las frías fuentes de poder que conocéis. Los Rorcuales son criaturas enormes, hermosas e inteligentes, los elegidos de Melusina.
-Yo…ehm…espera un minuto. ¿Vuestros Feudos son ballenas?
-Sí. Ballenas, y a veces delfines.
-Vaaa…leee. Ya entiendo.
-Los caminantes del polvo han construido un lugar llamado “Aguaprofunda” y planean vivir allí en gran número. Ese nido de metal sólo es el primero de muchos. Si los humanos vienen a vivir bajo el mar, moriremos. Su Frialdad te borra –te hace como ellos, y ya es bastante malo para vosotros. Sin embargo, para nosotros es una muerte segura. Cuando la Frialdad se apodera de nosotros ya no podemos respirar ni nadar. Sólo morimos.
-Ay. Ya veo. Yo…no sé qué decir. Lo siento.
-Por primera vez hemos convocado una reunión con los líderes del mayor de los nidos de los Murdhuacha. Aunque los odiamos, y ellos a nosotros, sabemos que ellos eran los únicos en los que podíamos confiar de verdad en esta situación. Sufren la misma amenaza que nosotros, y también han sufrido igual. En esa reunión alcanzamos un acuerdo común: por débiles y resecos que estéis los caminantes del polvo, sois nuestra única esperanza. Hemos venido a vuestras cortes en busca de ayuda.
-Pero yo soy…sólo soy un…
-Tienes que llevarnos aquí.
Señaló un dibujo de un castillo pegado en la puerta de mi nevera.
-¡Pero…eso sólo es un dibujo!
-Hemos oído hablar de un castillo en el castillo. La Montaña del Castillo.
-¿Un castillo en la montaña del castillo? Casti… ¿Cat-Skill? ¡El castillo en las montañas Catskills! ¡Tara-Nar! ¡Queréis ir a Tara-Nar!
Ella asintió.
LOS TRITONES Y LOS MURDHUACHA
Querido Diario:
Esto se está haciendo cada vez más raro. La pasado noche, después de que intentaran aprender a dormir sin agua alrededor de sus cuerpos, se lo jugaron a la pajita más corta y Lord Schul terminó durmiendo en la bañera. Nota mental: tengo que comprar más sal. En cualquier caso, Lady Qualyssa se fue a la cama conmigo, y descubrió una forma muy interesante de despertarme. Todavía atrapado en su hechizo me di la vuelta e intenté besarla, pero me dio una bofetada y salió furiosa de la habitación, comenzando otra vez con él “¿Cómo te atreves?” al que parece estar acostumbrada. Más confundido que enfadado me fui al baño como acostumbro a hacer cuando me despiertan en mitad de la noche y pegué un respingo al ver a Lord Schul tumbado de espaldas en la bañera. El agua casi rebosaba y su piel gris oscura temblaba suavemente cada vez que sus agallas respiraban. Al principio pensé que se había puesto una especie de capa para dormir, pero me di cuenta de que era…bien…él. Parecía un extraño cruce entre un hombre y una raya, con sus aletas envueltas a su alrededor como las alas de piel de un murciélago vampiro.
-Hola –murmuró medio dormido.
Me asusté un poco al verle. Orejas de conejo y cuernos de cabra son una cosa; esto era un hombre-raya tumbado en mi jodida bañera. No sabía si reírme o chillar.
-Hola –conseguí contestar.
El Dr. Vocabulario ataca de nuevo. Debo disculparme. ¿Qué le diríais vosotros a un hombre-raya gigante tumbado en vuestra bañera mientras os estáis bajando la bragueta del pijama? Además, mi linaje no es precisamente conocido por su locuacidad. La tensión se rompió con el sonido de Lady Qualyssa chocando con la lámpara.
-Intentaste besarla ¿verdad?
-¿Qué?
-Besar. Cuando os tocáis las bocas entre vosotros.
Asentí. El me miró con paciencia como si estuviera hablando con un niño pequeño.
-¿Qué? ¿Qué debería haber hecho?
-Ya te hemos contado que para nosotros el sexo es un juego ¿no? Es algo sencillo, no es importante. Sin embargo, besar es algo íntimo. No besamos a nuestros compañeros casuales de juego, ni siquiera a nuestros parientes. Ni siquiera besamos a nuestros compañeros más queridos salvo como una forma de juego amoroso previo al coito.
Parpadeé.
-Así que básicamente podría haber follado con Lady Qualyssa toda la noche y no lo consideraría íntimo, ¿y un besito en la mejilla es ir demasiado lejos?
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
-Al margen de tu lenguaje, sí. Una de los elementos importantes del beso es que…nos estimula de ciertas maneras que el sexo no puede. Las hembras no pueden concebir a menos que sean debidamente estimuladas de cierta manera. Para nosotros, besarnos es el primer paso al verdadero apareamiento.
Tosí. Eso sí sería ir demasiado lejos. Cambié de tema.
-¿Y cómo te sientes ante este salto cultural tan repentino?
-En una ocasión observé un trasatlántico durante varios días. Aprendí algunas cosas. No se lo digas a la Señora o me cortará la cabeza.
-Silencio es mi apellido. Virgil Silencio Draper. Ya de paso, si le dices a alguien que mi nombre es Virgil, te cortaré la cabeza.
Sonrió y movió su cola, terminada en un aguijón.
-Entonces te llamaré Silencio.
-Vale…guay. Así que…-me senté en la cómoda del baño e intenté conversar con el hombre-raya gigante de la bañera. Como Will Smith dijo una vez, esto marca un 9.0 en mi detector de rareza. Suspire.
-¿Así que eres una raya?
APSARAE
-Ésa es mi Apsara, sí.
-Yo creía que todos los Tritones tenían colas de pez.
-Las rayas son peces.
-Vale, ya sabes lo que quiero decir.
-Nacemos pareciendo humanos, o casi humanos. Nuestros niños, las nereidas –tanto de Tritones como de Murdhuacha- nacen con piel gris, ojos grandes y pies y manos palmeados.
-Y agallas.
-No, no tienen agallas. Las nereidas pueden respirar bajo el agua gracias a la leche de sus madres.
-Y por eso las mujeres pez siguen teniendo pechos.
-Sí, exacto. Cuando una nereida llega a cierta edad…
-Su voz se hace más grave y comienza a tener ciertos impulsos…
-¿Me dejas terminar, Silencio? Cuando una nereida se hace lo bastante mayor, normalmente tras un año, es llevada a una Gruta, un lugar muy sagrado y místico. Entonces los padres colocan a la nereida en la Gruta y esperan. El siguiente animal que entra en la Gruta se vincula con el niño y se convierte en su Apsara. En mi caso fue una raya. En el caso de Lady Qualyssa fue lo que vosotros llamáis un regaleco. Pero existen muchas clases de Apsara: tiburones, anguilas, salmones, atunes, peces león, peces escorpión, delfines…
-¿Y si entra un cangrejo o una medusa el niño se convierte en uno de esos Murdhuacha?
-Sí. Los Murdhuacha son realmente horrorosos. La mayoría habitualmente se parecen a nosotros, pero en lugar de una cola de pez, tienen un largo tentáculo…
-Agh. ¿Y qué ocurre después?
-El Tritón sale de su Gruta, convertido en un fresco y joven Nix. Algunos llaman a los jóvenes Tritones “Fry”. Este vínculo es muy importante. No se trata de un proceso aleatorio. El Apsara que conecta contigo en la Gruta es lo que eres. Antes de ese momento, no eres…no estás completo. Tu Apsara es parte de tu alma feérica. Es…como yo, por ejemplo. Soy una persona tranquila y calmada, pero cuando me enfado soy venenoso –meneó el aguijón de su cola para dar énfasis a sus palabras.
-Lady Qualyssa es un ser hermoso y fuerte, con un temperamento a juego. Y tú podrían ser un blenio, un pez de arrecife, tan curioso que puedes ignorar el peligro.
Sonreí. Era lo más próximo a un cumplido que iba a conseguir de estos frikis.
-Pasamos la mayor parte de nuestras vidas como Nixes. Tanto Qualyssa como yo somos Nixes. Sin embargo con el tiempo el pelo se volverá gris azulado o blanco como la espuma y la Frialdad se incrementará y nos convertiremos en Naugs.
-Gruñones.
-Sí, es un período desagradable.
-No, lo que quería decir es que nosotros lo…ah, olvídalo. No, no espera. Quiero preguntarte algo. ¿Por qué tenéis esa actitud? Quiero decir que todos somos Kithain pero vosotros actuáis como si tuvierais algo especial que de alguna forma os hace mejores que nosotros. Más incluso que los Sidhe, y no creo que eso sea posible. ¿Por qué… os comportáis así?
Lord Schul consideró la pregunta detenidamente.
PSICOLOGÍA DE LOS TRITONES
-No comprendemos cómo vosotros los de arriba podéis ignorar a Mar, o peor todavía, limitaros a tirarle basura como si así no volviera a aparecer. Los mares forman parte de vuestro mundo, vuestro planeta. ¡Debe resultar apretado y claustrofóbico habitar en sólo unos puñados insignificantes de tierra en medio de la inmensidad de los océanos! Además…
Apartó la cortina de la bañera y señaló a la ventana con desagrado.
-Ni siquiera parecéis preocuparos de mantener la tierra limpia. Todos lucháis y discutís por pequeños puñados de tierra, dejando que gobernemos el planeta en vuestro lugar. Es como… es como… Imagínate que tienes una mansión, y que tus hijos sólo viven en una habitación. Imagínate que tus hijos tienen su habitación tan asquerosa que quieres vomitar cuando los visitas. Y lo peor de todo es que su basura se extiende al espacio en el que vives. Con el tiempo terminas dándote cuenta que han vivido y crecido entre su basura y que ahora tus propios hijos son un veneno para ti. No puedes matarlos porque son tus hijos. ¿Y qué puedes hacer? Te apartas de ellos. Y desprecias a esas criaturas sucias. Los desprecias por haber ensuciado tu hogar. Los desprecias por vivir como animales, y por retorcerse como anguilas atrapadas en el fango. Y los desprecias por haberte obligado a renunciar a parte de tu casa con sus desechos.
Lentamente asentí.
-¿Y tú me consideras responsable…?
-Os consideramos responsables colectivamente. A vosotros, los Kithain, los hermanos mayores, por no haber hecho nada. A vosotros los humanos, los hermanos pequeños, por no daros cuenta. Todos. Todos vosotros.
Parecía bastante enfadado y apoyaba su mejilla en su puño cerrado.
Parpadeé al recordar de repente lo que quería preguntarle de verdad.
-Ey, Schul, ¿De verdad te crees toda esa basura de que los hombres no son importantes y que deben ser serviles? Puedes hablar con sinceridad entre nosotros.
LA SOCIEDAD DE LOS TRITONES
-Conozco mi lugar. La ponedora de huevos debe ser protegida para que la sociedad continúe.
-¿Sociedad?
-Eres extraño, caminante del polvo. Por supuesto que tenemos una sociedad. No es como tú la conoce, pero es una sociedad. Nos gobierna un sistema de nobles, pero como todos nosotros somos nobles, pueden surgir algunos conflictos. Así que estamos divididos en tres Casas que más o menos se equilibran entre sí. Yo pertenezco a la Casa Lorelei. Nuestro deber es proteger a los demás. Los miembros de la Casa Melusina son nuestros eruditos y sabios y la Casa Siringa es la casa más noble. Cada uno de nosotros cumple con su deber para el bien de todos. Trabajamos duro y jugamos. Medios y fines. El conjunto de la sociedad de los Tritones está orientada a hacer lo necesario para que podamos crear y cantar y bailar y disfrutar. Vosotros los habitantes de la tierra confundís eso.
Mostré mi desaprobación de ser el representante de todo el mundo con pies.
-Acepto que nos perdemos algunas cosas. Nos alimentábamos de los sueños humanos, como vosotros. Pero descubrimos que los humanos eran demasiado venenosos, y cuando su Frialdad se hizo más grande que sus sueños, tuvimos que recurrir a otra cosa. Tomamos nuestro poder del mar, como tomamos todo de Mar. Si no hubiera sido por el Ahogamiento puede que ni siquiera hubieras vuelto a saber de nosotros nunca más. Vivimos bien, o por lo menos vivíamos. En las ciudades de coral todos son artistas, y las ciudades son lugares de gran belleza. Yo mismo era un cantante famoso en mi hogar en Qlzua.
-¿Tú cantas?
Abrió su boca e hizo un sonido tan suave que casi no pude escucharlo. Y era suave incluso para mi linaje, los Sluagh. Frunció el ceño.
-Supongo que suena mejor bajo el agua.
-Posiblemente. Yo pensaba que hablaríais entre vosotros por lenguaje de señas o algo así.
-Oh, hablamos de la misma forma que vosotros, pero con una frecuencia sonora diferente. Cualquier Kithain puede hacerlo si aprende. ¿Cómo pensabas que aprendimos vuestro lenguaje?
-Tocado.
-Después de que vayamos a tu Castillo Tara-Nar, me gustaría preguntarle a Lady Qualyssa si le parece bien llevarte a Qlzua con nosotros. Personalmente opino que necesitamos restablecer contacto con vosotros los caminantes del pol…eh, de la tierra.
-¿No me ahogaría?
-¿Nunca has oído las historias sobre las sirenas que se llevan a pescadores a vivir bajo las aguas? Sólo porque ya no lo hagamos no significa que no podamos. ¿Recuerdas lo que te dije sobre la leche de sirena? No sólo sirve para ayudar a las nereidas a respirar bajo el agua. Cualquiera que la beba puede vivir bajo el agua durante un día, y con dosis frecuentes, de forma indefinida. Estoy seguro de que Qualyssa estará encantada de ayudar. Entonces podrías ver cómo vivimos y lo que hacemos, y por qué estamos en un peligro tan grave.
Mi cara blanca se enrojeció, pero comprendí.
-Creo que me gustaría, Schul.
Me volví a la cama y soñé con sirenas.
Querido Diario:
Vale, muy bien, no es mi diario de verdad. Tendría que disponer de alguna clase de “papel” especial tejido con algas para poder escribir. He aprendido mucho aquí en Qlzua, especialmente lo cabrones que podemos ser los habitantes de la tierra.
Intentamos entrar en Tara-Nar, pero la “nobleza” local estaba demasiado ocupada con sus propios intereses para hablar con nosotros. La situación tras la desaparición del Alto Rey ha provocado mucha tensión entre la gente y la corte dejó perfectamente claro que no iba a cambiar de prioridades. Posiblemente porque todavía estaban buscando a los responsables de su desaparición. Capullos.
Decidí aceptar la oferta de Schul. En aquel momento estaba completamente decepcionado con el mundo de la superficie.
Esa noche, Qualyssa y yo consumamos nuestra relación. Finalmente comenzaba a abadonar su complejo de superioridad y creo que la impresioné con mi actitud en Tara-Nar. Ella era todo lo que siempre había buscado en incontables clubes góticos y en docenas de calles de la ciudad. Espero que sea mera lujuria, pero parece algo más. No quiero revivir mis ligoteos de los ochenta. No quiero enamorarme de un pez.
Bien, de todas formas, ya es suficiente. Ahora vivo en Qlzua, y es algo fantástico. Me acostumbré al cambio de presión rápidamente, pero la sensación de falta de gravedad es irritante. Está bien si tienes un Apsara, pero algunos de nosotros tenemos piernas. Las ciudades de coral no tienen eso en cuenta.
Nos fuimos hasta el puerto. Me dieron una botella llena de, bien, leche de sirena, y tomé unos cuantos tragos. El sabor era…interesante. Entonces saltamos al agua. Pasé algún tiempo agarrado firmemente a Qualyssa y entonces, de repente, ya no necesité respirar, y las palabras, aunque raras, llegaron solas. Yo también podía hablar. El agua era de un color gris mugriento, y el fondo del mar bajo nosotros estaba cubierto de desechos. Fascinado, comencé a nadar, con Schul guardándome el culo con ese tenedor gigante que tiene. Sigue insistiendo en que lo llame tridente. Como quiera.
LOS NIDOS DE MURDHUACHA
El color gris de la superficie me llevó a pensar que estaba lloviendo arriba. Avanzamos un trecho hasta que de repente fui el primero en ver algo. Les dije que me siguieran mientras buceaba hacia una gran forma oscura en el fondo. Era un camión, una gran hormigonera oxidada por completo, que yacía deforme e inerte apoyada contra unas piezas dobladas de guardarraíles. Sentí un escalofrío ante este enorme cementerio de metal perdido y olvidado, tan lejos de su lugar en tierra firme. Entonces percibí la figura de una forma familiar ¿un perro? La verdad es que parecía un perro. Sin pensarlo, me acerqué nadando. Tenía razón, era un perro. El pobre chucho estaba medio podrido, con su pelaje deshilachado y agitándose con la corriente marina. Tenía hileras de burbujas del tamaño de pelotas de golf colgando a su alrededor desde la garganta. Me acerqué más y me di cuenta de que el perro estaba amarrado al camión por extrañas hebras orgánicas que parecían cables de plástico. Comencé a retroceder, sufriendo el primer caso de canguelo que jamás había experimentado. ¡Hasta el momento creí que los Sluagh éramos inmunes al miedo!
Me di la vuelta y mi cabeza golpeó la cabina el camión. Una calavera humana, con su mandíbula medio abierta y pequeños crustáceos correteando en las cuencas de sus ojos, me miró. Me golpeé la cabeza contra el retrovisor al retroceder. De repente, algo me tocó la pierna. Di un respingo y nadé frenéticamente, manoteando y pataleando.
Al mirar abajo pude ver que un enorme tentáculo se había aferrado alrededor de mi pierna. Otro se aferró a mi muñeca. Casi paralizado de terror, vi al... Murdhuacha surgir de un agujero oxidado en un lado del camión. Comencé a lamentar haberme reído de esos tíos.
Era una mujer. Debía de tener cerca de 6 metros de largo. Su cabello era verdoso, con el tono de las algas, una cara dulce y seductora, su piel era de un color gris blanquecino, sus pechos eran grandes y su esbelto vientre terminaba en un largo tentáculo. Sus brazos eran largos –demasiado largos, y terminaban en garras afiladas. Todo su cuerpo ondulaba cada vez que parecía respirar de un pequeño tubo justo en el centro de su clavícula. De repente, con la velocidad de un rayo, vi un tridente que golpeaba su tentáculo, que me soltó de inmediato. Nadé hacia arriba mientras ella oscurecía el agua que nos rodeaba con tinta negra. Miré hacia arriba y vi a Lord Schul y a otros tres Tritones a los que no pude reconocer. Uno era una mujer grande que montaba en el lomo de una tortuga marina, y que llevaba un escudo de concha con el símbolo de un diente de tiburón pintado en él. La mujer recuperó su tridente y lo golpeó contra su escudo para quitarle la arena que se le había pegado al clavarse en el fondo.
-Fue culpa mía –susurré, mientras miraba el camión-. Me metí en su nido.
-Por eso no la maté. Aunque ella no habría sido tan considerada contigo. Vámonos.
LAS CIUDADES DE CORAL
Cuando vi Qlzua por primera vez quedé sorprendido. La verdad es que me quedé sin aliento. Imagínate un cruce entre un arrecife de coral y Times Square. La luz y el color me asaltaron a mi llegada. De acuerdo con los Tritones sólo es visible quiméricamente, y para cualquier humano que pasa sólo parece un montón normal de roca y coral. No para los Kithain. Situada en lo alto de una montaña submarina, Qlzua parecía una estrella de mar gigante y brillante, con seis “brazos” o distritos que surgían de una ciudadela central. A pesar de la frialdad del agua que me rodeaba, la ciudad era agradablemente cálida.
Situada en el fondo de la Fosa de Hudson, Qlzua se encuentra en la cima de la Montaña Cairn en el Océano Atlántico. Los Tritones me dijeron que también existen otras grandes ciudades de coral. Atlane es situada frente a la costa del sur de California. Hiath está oculta en alguna parte del interior de la Gran Barrera de Arrecife de Australia, Drasch se encuentra en algún lugar del Mediterráneo, Qryll está en el Mar Caribe, la Puerta de Quaguin está cerca de Hibernia, y por supuesto, Xinqux se encontraba en el sur del Pacífico. Bueno, la ciudad todavía sigue allí, pero ahora…está en silencio.
A pesar de su arrogancia en tierra firme, fui tratado bastante bien…tiempo después. Cuando llegué por primera vez, hubo un montón de jaleo –la mitad de los nativos querían pellizcarme y tocarme para saber de qué estaba hecho, y la otra mitad querían matarme y a los Tritones que me acompañaban. Finalmente un mensajero de la reina dijo que se me permitía entrar en la ciudad, y que quería reunirse conmigo. Los Tritones, en cuanto superaron su temor hacia mí, resultaron ser Kithain medianamente decentes. La comida es increíble, aunque rara (y cruda, y a veces se sigue moviendo –eso no le importaría a un Red Cap, y tampoco me molesta mucho), pero no se te ocurre viajar a una ciudad submarina y habitada por hombres pez sin esperar cosas de ese estilo.
Hay un barrio comercial, un barrio de artistas, un barrio de alimentos y zonas militares. Los Tritones tienden a comerciar mediante el trueque. Cuando vi el lugar de lejos asumí que la luz estaba producida por energía robada de cables eléctricos tendidos en el fondo marino, pero no era el caso. Toda la ciudad está viva. Las paredes son de coral, las luces son emitidas por peces luminiscentes (criados para adoptar determinados colores o formas), los “vehículos” son animales o quimeras (Las tortugas marinas y los hipocampos son especialmente populares aquí abajo).
Los peces nadan por las calles como las palomas en una ciudad normal. Extraños olores, agua coloreada y voces forman parte de un ambiente hermoso pero desorientador.
La ciudad en sí es una obra de arte intencionada, interpretada de cientos de formas diferentes por sus habitantes. El arte se encuentra por todas partes. Los Tritones afirman que es algo inherente a su cultura, pero bajo toda esa belleza existe cierta pena que traiciona un sentimiento de pérdida. Creo que en secreto los Tritones añoran los sueños humanos y a los soñadores humanos. En el fondo este Glamour natural y crujiente del mar no es realmente lo que quieren. Son sueños de culturas extrañas del mar. No es sorprendente que nos odien tanto. Creo, que a pesar de toda su pose, nos envidian. Después de todo, nosotros tomamos los sueños directamente de la fuente.
Pasaré otro día más en Qlzua. Qualyssa y yo vamos a jugar esta noche y mañana me reuniré con la Reina. Nunca me he sentido tan importante en mi vida. Si no estuviera bajo el agua juraría que estoy sudando.
EPÍLOGO
La Reina sabía de mi llegada. La Corte del Rey David me había escuchado después de todo, y había enviado a un noble señor a ayudar. Debería llegar aquí unos pocos días después de que me vaya; se llama Señor… Señor Apoxys o algo así. Estará…espera… ¡Era él quien Saqueaba a los artistas de Londres! ¿Por qué enviaría el Rey a un Señor Oscuro a ayudar? Algo ocurre.
Necesito ayuda. He enviado una quimera Apsara con instrucciones para que lleve estas páginas al Feudo de tierra firme más próximo. Si las encuentras, por favor, traed a alguien que pueda ayudar. Todo un Linaje cuenta con vosotros. Por favor.