[Escenario] Colombia Nocturno

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Alexander Weiss
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[Escenario] Colombia Nocturno

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Mensaje por Alexander Weiss » 06 May 2021, 14:12

Imagen COLOMBIA NOCTURNO

Por “Alexander Weiss” [email protected]

Nota del autor: El siguiente suplemento para Vampiro: la Mascarada está ambientado en torno al año 1999.
Colombia se encuentra en la frontera de Sudamérica con América Central. Fue el corazón de los Estados Unidos de la Gran Colombia, una nación que creó el revolucionario Simón Bolívar tras derrotar a las tropas leales a la Corona de España en 1819, consiguiendo la independencia de gran parte de las colonias españolas. Sin embargo, el deseo del libertador se vio frustrado por las disputas internas, y tras un breve período de unificación en 1830 la Gran Colombia se disolvería en los países de Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela, (y Panamá en 1903) seguido por una serie de tumultos políticos, revolucionarios y sociales, cuyas consecuencias todavía siguen vigentes hoy.
Colombia no escapó a la espiral de violencia que afectó a gran parte de Sudamérica durante los siglos XIX y XX, con varios golpes de estado y enfrentamientos internos. A veces estos conflictos han sido espoleados o aprovechados por los Vástagos, pero a pesar sus deseos y afán de protagonismo enorgulleciéndose de manipular prácticamente toda actividad política o acontecimiento histórico, muchas veces se han visto tan sorprendidos por ellos como los propios mortales y se han limitado a carroñear sus amargos y corruptos frutos.
La tumultuosa historia y situación política de Colombia se ha reflejado en las diversas facciones Cainitas, que a pesar de disfrutar de mayor o menor poder, nunca han conseguido imponerse de forma completa sobre sus competidores. A grandes rasgos el país puede considerarse un campo de batalla que arrastra largos conflictos desde hace siglos, y no sólo posteriores a la independencia del país, sino incluso desde la llegada de los conquistadores. Camarilla, Sabbat, clanes independientes…prácticamente todas las grandes facciones vampíricas están representadas aquí con suficiente fuerza como para negarse arrogantemente a ceder terreno a sus adversarios, como perros rabiosos tirando de un trozo de carne desde direcciones distintas.
Es una lástima, porque el sueño de Simón Bolívar estaba bien fundamentado para construir un país próspero. Y aún hoy existen rayos de esperanza en algunos prometedores avances económicos y en el prestigio cultural y literario del país, su cultura y sus paisajes naturales. Los hábitos culturales de Colombia tienen especial afinidad con el resto de América Latina. La cultura de España ha sido la de mayor influencia, contribuyendo a la estratificación de la sociedad. Sin embargo, debido a la globalización, el país recibe influencias de culturas de todo el mundo. Como consecuencia del aislamiento geográfico y la dificultad de acceso entre las diferentes regiones del país, se desarrollaron con el paso del tiempo subregiones muy distintivas y variadas culturalmente, como lo son los "cachacos" (de la zona central), los "paisas"(del eje cafetero), "vallunos" (la zona azucarera), "costeños" (la costa caribeña) entre otras, cuyas costumbres varían de sus influencias y ascendencias africanas, europeas y otras de origen árabe.
Por desgracia, estos rayos son como rescoldos que brillan apagados en medio de las cenizas. Aún hoy en día, el país sigue convulsionado por diversos conflictos sociales: la corrupción política endémica, los enfrentamientos con la guerrilla arrastrados desde hace décadas, la influencia de los señores de la droga, y sobre todo la miseria que se ceba sobre los amplios sectores desfavorecidos de la sociedad.
Y la situación entre los vampiros no es mucho mejor. Aparte del enfrentamiento entre facciones, la corrupción está generalizada, y quizás sea uno de los lugares del mundo donde los descendientes de Caín hacen honor a su naturaleza parásita y a su condición de malditos y condenados. Y quizás por esta razón los vampiros colombianos deseen acallar su miseria personal en medio de una marea de sangre…

IDIOMAS
El español es la lengua oficial de Colombia, y con la excepción de algunas tribus indígenas especialmente aisladas, todos los colombianos lo hablan. El español se habla en una gran diversidad de dialectos, distinguidos por diferencias léxicas, morfológicas, sintácticas y de entonación, aunque el seseo y otras características del español americano son comunes en todos los dialectos. En la zona del Altiplano colombiano se habla uno de los dialectos más conservadores del idioma.
En Colombia se conservan aproximadamente unas 80 lenguas indígenas, aunque su ámbito suele limitarse a grupos indígenas concretos en territorios reducidos. Entre estos idiomas indígenas destacan el wayúu, el paez o nasa, el guambiano y el embera. El inglés está incluido en la educación, pero pocos colombianos lo hablan con fluidez.
Aparte, en Colombia existen minorías relevantes de emigrantes y sus descendientes de origen africano, árabe, judío, italiano, etc., aunque no siempre han conservado sus idiomas de origen.

LA CAMARILLA
Para la Camarilla, Colombia representa el recuerdo de un gran fracaso. Durante el período colonial español hubo varios intentos de la secta por instalarse en la costa, y muy especialmente en el asentamiento de Cartagena de Indias, una de las joyas coloniales de la Corona de España. Sin embargo, no obtuvieron éxito.
A comienzos del siglo XIX, cuando la efervescencia revolucionaria y los proyectos de independencia se extendieron por las colonias sudamericanas, un grupo de Vástagos de la Camarilla intentó utilizar el entorno de Simón Bolívar para apoderarse de varios dominios. Los comienzos fueron prometedores, pero en pocas décadas sus esfuerzos se derrumbaron debido a la resistencia de sus enemigos y a la llegada de otros competidores. Desde la desintegración de la Gran Colombia en 1830, la mayoría de los Vástagos fueron destruidos o se vieron obligados a huir.
La violencia se prolongó hasta bien entrado en el siglo XX. Una alianza entre la Camarilla y los Giovanni estuvo a punto de apoderarse del control de gran parte de los dominios de Colombia, pero la traición de los Nigromantes en el último momento provocó nuevamente la derrota de la secta, en esta ocasión frente a los Seguidores de Set.
Desde la década de 1960 la Camarilla ha actuado en el país mediante métodos indirectos, utilizando la presión e influencia del gobierno de los Estados Unidos. Los Vástagos colombianos han aprovechado esta situación como escudo frente a sus enemigos, para atrincherarse en Bogotá, que actualmente constituye el único dominio medianamente estable de la secta, aunque la mayoría de la Estirpe se considera, como mucho, parte nominal de la misma. Los Toreador constituyen el clan más poderoso de la Camarilla colombiana, seguidos en influencia por Ventrue y Tremere. Los vampiros del clan Brujah también son muy numerosos, pero no suelen mantener tanto poder como los linajes mencionados.

EL SABBAT
Para la Espada de Caín, Colombia es una herida abierta, produzco de la desorganización y el caos provocado por la Primera Guerra Civil del Sabbat, que a principios del siglo XIX permitió que sus rivales de la Camarilla derribaran a los Cainitas del poder. Sin embargo, el estallido de la guerra civil sólo fue el último acto de varios siglos de tensiones y enfrentamientos internos.
En los primeros años de la colonización española en el siglo XVI, los Lasombra se apoderaron rápidamente de los principales dominios de la zona, controlando la llegada de nuevos vampiros y marginando a otros linajes a las posiciones más desfavorables, apartándolos de las principales estructuras de la administración y la economía colonial. Muchos de estos otros Cainitas, principalmente de los clanes Brujah, Gangrel y Toreador se asentaron en los niveles más bajos de la sociedad: mestizos, mulatos, indígenas y esclavos, pero poco a poco fueron organizándose con la ayuda de linajes independientes y vampiros indígenas ajenos a la secta. Cuando los vientos del cambio comenzaron a circular entre los mortales y estallaron las primeras revueltas que llevaron a la independencia, estos Cainitas se rebelaron contra el dominio de los Lasombra.
Pero en el proceso la Camarilla consiguió apoderarse de Colombia, y aunque su dominio fue breve, su presencia quedó asentada durante los siglos siguientes. El poder de la Espada de Caín quedó fragmentado en varias facciones divididas y enfrentadas entre sí, que procuraban permanecer apartadas y sólo muy de cuando en cuando han conseguido cooperar de forma organizada.
Actualmente el grupo más poderoso y numeroso está constituido por los vengativos y crueles Lasombra, que desde su caída a comienzos del siglo XIX han conseguido rehacer su poder diversificando su perniciosa influencia en diversos ámbitos: narcotráfico, gobierno, guerrilla, etc. La principal fortaleza de los Lasombra (y del Sabbat colombiano) se encuentra en la antigua ciudad colonial de Cartagena, pero su dominio está lejos de ser absoluto.
Fuera de Cartagena existen varias manadas nómadas lideradas principalmente por vampiros de los clanes Gangrel y Tzimisce, que suelen atacar a los enemigos de la secta y de paso dedicarse a acumular suficiente poder personal para poder convertirse en una cofradía establecida, destruyendo o desplazando a otra manada asentada que a su vez se convierte en nómada, en una especie de ciclo.
Los principales códigos morales extendidos entre los Cainitas colombianos son La Senda de la Catarsis y La Senda de la Noche. La Senda del Acuerdo Honorable y La Senda del Poder y la Voz Interior también están extendidas, aunque no gozan de tanta popularidad.

LOS ANARQUISTAS
En Colombia el término “Anarquista” es realmente amplio y difuso, abarcando individuos con intereses muy diferentes. Como en muchos casos la fidelidad a las sectas es nominal, resulta muy difícil determinar cuándo un vampiro es “anarquista”, y algunos de hecho afirman pertenecer a uno u otro bando según les conviene. El único rasgo común que parece extendido entre los anarquistas colombianos es su juventud, pues en su mayoría son jóvenes Vástagos que simplemente carecen de poder y se dedican a sus existencias procurando desentenderse de los antiguos y sin reconocer más ley que su capricho.
La mayoría de los anarquistas habitan entre los grupos marginados de la sociedad, y pocas veces se convierten en un poder de relevancia en la lucha entre facciones, aunque no dudan en alquilar sus servicios mercenarios a su antojo. El idealismo y las ideologías son papel mojado frente a un directo y honesto oportunismo y egoísmo, y los intentos de organización han fracasado.
El último de los intentos de los anarquistas por establecer una presencia mínimamente organizada se produjo durante la década de 1960, cuando un grupo intentó asentarse entre la guerrilla colombiana y establecer su influencia para convertirse en un poder a tener en cuenta entre la Estirpe de Colombia. El intento fracasó desastrosamente, pues estos “guerrilleros anarquistas” se asentaron sin saberlo en el territorio de los Balam, los hombres jaguar, y los felinos cambiantes acabaron con todos ellos de forma rápida y expeditiva. No es que a los Balam les importaran los objetivos de la guerrilla (de hecho no desean otra cosa que los humanos se marchen) sino que simplemente no estaban dispuestos a compartir su territorio con otras facciones sobrenaturales.
Los Caitiff componen casi la mitad de los anarquistas colombianos, pues muchos de ellos son vampiros huidos de sus sires o el producto de Abrazos descuidados. Entre ellos se encuentra también una creciente población de vampiros de sangre débil, y su número se acreciente noche tras noche, para preocupación de los antiguos que creen en los rumores sobre la Gehenna. Les siguen en número Brujah, Gangrel, Nosferatu y renegados de otros clanes.

LOS “INDIOS”
Frente a la sociedad vampírica colombiana, dividida en facciones y sectas, existen una serie de grupos aliados en mayor o menor medida entre sí debido a su trasfondo cultural común y compartido entre los indígenas de Colombia. Hay pocos antiguos entre ellos, pues la mayoría fueron destruidos durante la colonización española, y aunque desprecian a los vampiros europeos en general, reservan la mayor parte de su odio para los Cainitas del Sabbat, que los cazaron directamente y destruyeron su poder, desterrándolos a los lugares más marginales y apartados, donde muchos perecieron bajo las garras de los Balam y otros peligros sobrenaturales.
Los supervivientes, y sobre todo sus descendientes, todavía habitan hoy en día en Colombia, sobre todo en el sur del país, donde son más numerosos, aunque por lo general prefieren permanecer entre las comunidades indígenas actuales, protegiendo ferozmente su territorio y mostrando un frente común contra los invasores.
Los Gangrel y los Seguidores de Set constituyen los linajes más numerosos entre los indígenas colombianos, aunque entre ellos también se encuentran Tlacique y Nosferatu. Aunque existen individuos Abrazados por otros clanes, por lo general su aceptación depende de su disposición hacia la sociedad indígena.
Los Seguidores de Set indígenas mantienen tratos regulares con sus congéneres de origen europeo, unidos por su adoración al dios oscuro, y a menudo cooperan y comparten información. Esta relación ha demostrado ser beneficiosa para el conjunto de su clan. Los Gangrel de origen europeo e indígena por lo general suelen mantener contacto de forma habitual, pero su relación no es tan estrecha como los Setitas, y de hecho, en ocasiones se enfrentan por cuestiones territoriales. Los Tlacique constituyen el único linaje que se aferra celosamente a su legado indígena mientras que los Nosferatu mantienen un odio ancestral hacia sus congéneres europeos, pues estos los consideran impuros o “Nictuku”.

LOS SEÑORES DE LA DROGA
Uno de los tópicos por los que Colombia es mejor conocida en el mundo es por el narcotráfico, que ha exportado a numerosos países occidentales, y si bien las cifras reales matizan algo esta situación de país proveedor de droga, no cabe duda de que se trata de un negocio con extensas ramificaciones que han afectado a todos los niveles de la sociedad e incluso han creado toda una “narcocultura” representada hasta en la música y el arte.
Y como es de esperar, ante un negocio tan fácil y lucrativo, los mortales no son los únicos que han sucumbido. En mayor o menor grado todos los clanes vampíricos han acudido a la llamada de sirena de un proceso que les puede proporcionar recursos, poder y sangre con bastante facilidad. Ahora bien, existe una amplia diferencia entre el camello que abastece a una pandilla de los barrios pobres de Bogotá hasta el señor de un cártel que vende su “mercancía” en Norteamérica y Europa.
Aunque a nivel individual vampiros de todos los clanes han participado en el narcotráfico debido a su lucro e intereses personales, existen algunos grupos que han clavado sus colmillos de forma más profunda y estable.
Seguidores de Set: Como no podía ser de otra forma, una herramienta tan útil para extender la corrupción social no podía permanecer ajena a las Serpientes de Arena. Actualmente son sin duda la facción vampírica más poderosa y asentada en el narcotráfico colombiano, pero también son cuidadosos. Gracias a la ayuda de otros miembros de su clan por todo el mundo, se aseguran de distribuir los cargamentos de droga en los destinos lucrativos o hacerla llegar a los lugares donde mejor pueden beneficiar al clan. No obstante, los Setitas son conscientes de que la moda de la droga bien podría pasar ante la aparición de nuevas sustancias o de nuevos proveedores en otros lugares, por lo que utilizan los beneficios de la droga para comprarse poder e influencia en otros ámbitos: prometedores políticos, empresarios e intelectuales están siendo impulsados mediante la influencia comprada por los Setitas.
Giovanni: A través de la familia Pisanob, los Giovanni han establecido cierta influencia sobre el narcotráfico. Sin embargo, aunque a nivel de cultivo y procesamiento su influencia es escasa, la situación varía cuando se trata de la distribución y venta. Mediante sus conexiones familiares en Norteamérica y Europa los Giovanni se benefician de un comercio lucrativo, aunque a diferencia de los Setitas, sus principales beneficios no suelen quedarse en Colombia.
El Sabbat: El narcotráfico es una de las principales fuentes de ingresos de la Espada de Caín. En las últimas décadas varias manadas se han desarrollado en torno a la cultura de las drogas, y aunque no suelen actuar de forma coordinada y en ocasiones incluso se enfrentan entre sí, su influencia sobre el mercado colombiano de la droga no es nada despreciable.
Otros: Existen muchos vampiros que a nivel individual participan en el ciclo de la producción y distribución de las drogas. Normalmente suelen aliarse con una u otra facción más poderosa, y pocos consiguen mantener un negocio independiente…los rostros de los narcotraficantes vampiros suelen cambiar con tanta frecuencia como los de los mortales.

PRINCIPALES DOMINIOS VAMPÍRICOS DE COLOMBIA
Colombia se encuentra habitada por unos 45 millones de habitantes, constituyendo el cuarto país americano más poblado. Aunque las ciudades están densamente pobladas de vampiros, los habituales enfrentamientos mantienen su número estable. Por otra parte, los dominios suelen estar bastante aislados, pues los viajes son peligrosos por la presencia de facciones rivales y la ferocidad de los hombres jaguar, que tienen poca paciencia con los intrusos vampíricos que se atreven a atravesar sus territorios.
Bogotá: Bogotá es una de las mayores ciudades de Sudamérica y una de las más disputadas por los vampiros. Considerada la Atenas de América, Bogotá alberga varias editoriales de prestigio, que suministran sus productos a toda Sudamérica y Europa. Vástagos de la Camarilla coinciden con los Seguidores de Set, Lasombra y Giovanni en una ciudad de alrededor de cinco millones de habitantes. Aunque reina una especie de paz, las numerosas escaramuzas entre los clanes estremecen ocasionalmente la ciudad. Aunque Bogotá no es la base de poder económico más sustanciosa del país, sí que genera más de un tercio del capital nacional.
Bogotá es la única ciudad colombiana gobernada por un Príncipe Toreador, que tiene tal poder financiero y político sobre su dominio que incluso los clanes ajenos a la Camarilla se ven forzados a atender sus órdenes. Los cuatro intentos de acabar con su existencia han fracasado estrepitosamente, y se sabe que hasta los Seguidores de Set están impresionados por la capacidad del “caballero español” para evitar la Muerte Definitiva.
Medellín: Medellín es la principal fortaleza de los Seguidores de Set en Colombia, y aunque permiten la presencia de otros “señores de la droga” vampíricos, todos deben respetar el poder y la influencia de las Serpientes de Arena, que deciden y arbitran en cuestiones territoriales. El Sabbat y los Giovanni también disponen de representantes en el “Consejo de Medellín”, y aunque no disponen de tanto poder como los Setitas, su influencia es considerable en sus respectivas facciones. Otros cuatro vampiros se sientan en el Consejo, pero su poder no es tan importante como el de las facciones mencionadas, y a menudo se alían con una u otra, especialmente con los Setitas.
Cali: El dominio de Cali también está gobernado por otro Consejo de señores de la droga, pero aquí el poder se encuentra más repartido, y ninguna facción consigue imponerse sobre las demás, aunque no ha sido por falta de intentos, que generalmente han provocado conflictos sangrientos. Actualmente el Consejo de Cali está formado por cinco vampiros, entre los que se encuentran Setitas, Giovanni, el Sabbat y dos independientes.
Barranquilla: La Diócesis de Antioquía está gobernada de forma precaria por un Obispo del Sabbat del clan Brujah, que no obstante gobierna de forma muy independiente y laxa, y participa poco en las actividades de la secta. Algunos Cainitas creen que realmente la política del dominio está dictada por un poderoso vampiro indígena que permanece en las sombras, mientras que otros temen que el infernalismo se haya extendido entre los vampiros del lugar.
Cartagena: Desde época colonial, Cartagena de Indias constituyó uno de los principales dominios del Sabbat en América, aunque su importancia ha decaído desde el siglo XIX. En varias ocasiones el dominio fue conquistado por otras facciones, bien la Camarilla o grupos independientes, pero desde 1957 la Espada de Caín ha asentado de nuevo su influencia con mano firme y ha convertido Cartagena en su principal base de poder en Colombia. El Arzobispo de Cartagena, del Clan Lasombra, es considerado el portavoz de la Espada de Caín en el país, y a menudo arbitra y media en los enfrentamientos entre manadas y cofradías.
Cúcuta: El dominio de Cúcuta está dominado por un antiguo Gangrel Abrazado durante la época colonial y de sangre mestiza, que gobierna su territorio de forma personal y al margen de las sectas. Disfruta de buenas relaciones con los vampiros indígenas y con los Seguidores de Set, que constituyen la población vampírica de su dominio.
Bucaramanga: Actualmente este dominio se encuentra afectado por el enfrentamiento a tres bandas entre tres facciones vampíricas: el Sabbat, los Indios y los Pisanob. De momento ninguna ha conseguido imponerse.
Ibagué: Aunque en principio parece que el dominio de Ibagué se encuentra bajo el control de un terrateniente del clan Ventrue que parece al margen de la guerra de sectas, lo cierto es que el territorio se encuentra en manos de los Setitas, que lo utilizan como escenario neutral para negociaciones.
Soledad: Este dominio es bastante peculiar, ya que está gobernado de forma comunal por cinco vampiros de distintos linajes, que se unen frente a la injerencia de las facciones y sectas, y aunque en ocasiones pueden colaborar con alguna de ellas, los acuerdos se adoptan en común.
Pereira: El dominio de Pereira ejemplifica mejor que ningún otro la guerra entre facciones que salpica Colombia frecuentemente. Ha cambiado varias veces de manos en los últimos años, aunque el Sabbat siempre ha conseguido mantener su presencia en el territorio. Los Seguidores de Set también disponen de un templo en el lugar, y entre ambos bandos suelen aparecer diversos vampiros que terminan convertidos en peones en la guerra que los enfrenta.

LOS CLANES

Assamitas- Los servicios de los Asesinos han sido muy solicitados, sobre todo a partir de la independencia de Colombia, por las diversas facciones vampíricas que compiten por el poder y por lo tanto, su presencia respetada, no resulta tan extraña. Unos pocos Assamitas incluso han sido reclutados en las últimas décadas entre los asesinos y mercenarios a sueldo de los narcotraficantes o entre los sicarios de los bajos fondos colombianos. Aunque no muy numerosos, sus servicios siguen siendo solicitados. Sólo los Setitas, que prefieren confiar en los asesinos de su propio clan, prefieren prescindir de los Assamitas, desconfiando de sus motivos.
Brujah- Aunque son un clan numeroso y presente en todas las facciones vampíricas de Colombia, los enfrentamientos internos de la Chusma evitan que raramente alcancen un poder considerable. A menudo se los encuentra al servicio de los vampiros que influyen en los cárteles de la droga, entre los anarquistas o en las manadas del Sabbat, pero no suelen alcanzar una posición elevada. Desde mediados del siglo XX un grupo de Individualistas Brujah apoyó la formación de las FARC y otros grupos guerrilleros de inspiración revolucionaria. Sin embargo nunca consiguieron establecer un asidero firme, debido a múltiples factores: no coordinaron sus esfuerzos y otras facciones como los Balam o los vampiros que influyeron en la guerrilla a través del narcotráfico les arrebataron la escasa influencia que podían conseguir a nivel individual.
Gangrel- En Colombia los Gangrel son numerosos, merodeando por las numerosas selvas y territorios salvajes del país. A menudo se concentran en el sur, cerca de la frontera con Ecuador, otro país donde su número es importante. La facción indígena de los Gangrel es numerosa, formada tanto por los descendientes de los vampiros precolombinos del clan, como por los indígenas que fueron Abrazados por vampiros europeos. Por lo general suelen ser ferozmente territoriales aunque las relaciones dentro del linaje son cordiales y las reuniones frecuentes por encima de las fronteras de secta o facción.
Tras la facción indígena, el único grupo individualizado importante está formado por Gangrel Urbanos del Sabbat, especialmente numerosos en las ciudades colombianas, incluso las que no cuentan con presencia de la secta. A menudo se alimentan de la miseria y la violencia de los barrios marginales, disfrutando de su posición como auténticos cazadores de las ciudades. Estos cazadores a menudo se unen a las filas de la Mano Negra y actúan como soldados y ejecutores de los altos cargos de la Espada de Caín.
Giovanni- Aunque la presencia de los Nigromantes italianos se remonta a la época colonial española, no sería hasta el siglo XIX que introdujeron con especial firmeza su influencia para invertir en las plantaciones de café, cacao y otros productos tropicales, siendo los principales representantes del clan son la familia Pisanob, inducida en el clan desde el siglo XVI y que desde mediados del siglo XX ha comenzado a influir en varios cárteles colombianos. Por lo general no se involucran tanto en el cultivo y procesado, como en su distribución, sobre todo a Europa, por lo que a menudo actúan como clientes de otras facciones y obtienen beneficios mediante la reventa en otros países.
A nivel secundario, muchos Nigromantes se benefician del clima de violencia del país para dedicarse a su negocio tradicional de cosechar y esclavizar las almas de los muertos, procedentes de un Inframundo tan agitado como su correspondencia en el mundo físico.
Lasombra- El más numeroso y poderoso de los clanes del Sabbat colombiano, el linaje de los Guardianes ha caído mucho desde su predominio de época colonial. Sin embargo, tras las guerras civiles que azotaron a la Espada de Caín en los siglos XIX y XX han aprendido de sus errores y han recuperado un lugar de preeminencia dentro de la secta. Su sangre se encuentra entre los líderes Cainitas y dirigen a sus seguidores en crueles y despiadadas operaciones contra sus enemigos. Los cárteles de la droga, la corrupta administración, las bandas de criminales callejeros, ahora todo vale para los Guardianes con tal de conseguir el poder que tanto anhelan y recuperar una tierra que consideran suya.
Malkavian- Los Locos, como suele ocurrir en la sociedad de la Estirpe, carecen de una estructura organizada, y su presencia se debe sobre todo a las acciones episódicas de determinados individuos que no obstante han generado diversos rumores entre los Vástagos e incluso leyendas urbanas entre los mortales. Se dice que un grupo de Malkavian se ha apoderado del control de un laboratorio de drogas y se dedican a desarrollar sustancias que producen desequilibrios mentales permanentes, incluso sobre los vampiros. También existen rumores sobre un Matusalén que se hace llamar Tezcatlipoca y que ha desarrollado un culto en torno a su presencia. La mayoría de los Vástagos creen que se trata de un antiguo que ha llevado sus desilusiones de grandeza a niveles divinos. Y señalan a la misteriosa presencia de un misterioso vampiro que ha adoptado una u otra identidad y desarrollado cultos personales a lo largo de los siglos.
Nosferatu- Las Ratas de Cloaca son escasas en Colombia. La razón se debe a que durante los días de la colonización, los Nosferatu europeos se encontraron con sus congéneres precolombinos y se enfrentaron a ellos, acusándolos de descender de “la Aulladora”, uno de los Nictuku. Las feroces batallas entre los miembros linaje concluyeron en el siglo XIX, cuando la retirada de la Camarilla hizo que la mayoría de los Nosferatu europeos abandonaran Colombia, salvo unos pocos que permanecen en Bogotá o entre los anarquistas.
Los Nosferatu indígenas son algo más numerosos, pero su número también se ha reducido con el paso del tiempo. Aunque son bastante retraídos, en los últimos años han comenzado a dar muestras de actividad…al parecer su diosa y ancestro ha despertado y se preparan para seguir sus órdenes y cobrarse venganza sobre los Nosferatu europeos.
Ravnos- Colombia dispone de cierta minoría gitana procedente de la emigración, y una kumpania de Ravnos llegó con ellos a finales del siglo XIX. Su número se incrementó tras la Segunda Guerra Mundial, con refugiados llegados de Europa. Aunque no eran especialmente numerosos los Ravnos llegaron a una alianza con los Seguidores de Set, actuando como correos y mensajeros. Sin embargo, de forma misteriosa, la mayoría desaparecieron en 1999. Ninguno ha sobrevivido, o por lo menos ninguno ha vuelto a ser visto. Los Seguidores de Set simplemente sonríen cuando se menciona la desaparición de sus servidores, como si era algo que se esperaran, y algunos vampiros creen que las Serpientes de Arena son las responsables de la desaparición de los Embusteros.
Seguidores de Set- Individualmente, los Seguidores de Set constituyen el clan más poderoso de Colombia, hasta el punto que constituyen toda una facción en sí misma. Aunque los demás linajes pueden considerar que el Setita “típico” de Colombia es un narcotraficante, están muy equivocados, pues el número de las Serpientes de Arena va acompañado de una gran diversidad. Cierto que en conjunto los Seguidores de Set colombianos constituyen la facción sobrenatural con mayor influencia sobre los señores de la droga, pero están lejos de ser los únicos (para su desencanto), y su poder corruptor se extiende por todos los niveles de la sociedad, y especialmente entre las clases más bajas, de donde están extrayendo una creciente masa de adoradores, impulsados por la miseria y la desesperación. Sin embargo, puede decirse que sus redes de corrupción no ignoran ninguno de los ámbitos de la sociedad colombiana.
Existe una importante facción de los Setitas colombianos presente entre los indígenas, a los que han ayudado a conservar sus tradiciones al mismo tiempo que han ayudado a los vampiros precolombinos a sobrevivir. Actualmente se encuentran entre los líderes de la sociedad vampírica indígena, y adoran a Set bajo la apariencia de varios dioses precolombinos locales.
El enfrentamiento entre facciones y la violencia desatada entre los no muertos ha atraído a numerosos Setitas Guerreros a Colombia. Este linaje interno del clan, que adora a Set como cazador y guerrero, protegen los intereses de las Serpientes de Arena en el país, constituyendo efectivos agentes y ejecutores, y toda una terrible sorpresa para los que creen que los Setitas están indefensos fuera de las sombras.
Toreador- El más poderoso y numeroso de los clanes de la Camarilla colombiana, el poder del Clan de la Rosa se concentra sobre todo en el dominio de Bogotá, donde influyen en el mundo cultural y literario, pero quien los considere meros adornos está muy equivocado. El linaje cuenta con numerosos arcontes y sicarios que son capaces de matar con una habilidad y elegancia que nada tiene que envidiar a la capacidad necesaria para crear una obra de arte. Otros han convertido la política en su ámbito artístico, manipulando peones con una maestría que deja sorprendidos a otros Vástagos que los consideran inútiles decadentes. Sin embargo, fuera de Bogotá, se encuentran a la defensiva, y su presencia a menudo aparece en las filas de otras facciones.
Los Toreador también están bien representados en el Sabbat, donde a menudo actúan como segundos en el mando de los Lasombra o en las facciones independientes y los cárteles vampíricos de la droga, aunque raramente asumen posiciones visibles de autoridad.
Tremere- Los Brujos no son muy numerosos en Colombia, un país en el que han realizado varios intentos de conseguir poder e influencia, pero muchos de ellos han fracasado, simplemente porque en la zona el poder se encuentra demasiado disputado y en manos de otros clanes. Actualmente actúan como apoyo de los Toreador en Bogotá, y son conscientes de que si no fuera por ellos tanto la Camarilla como el poder de los Tremere quedaría reducido a su mínima expresión, por lo cual prefieren evitar los juegos de poder internos y se dedican a atacar a los enemigos de la secta.
Muchos de los Tremere de Colombia proceden de Venezuela, donde el clan mantiene un poder mayor. La mayoría son enviados para cubrir las bajas de las capillas colombianas.
El Señor de Colombia reside en Bogotá, donde se encuentra la principal capilla de los Brujos en el país. Las principales facciones pertenecen a las sociedades de los Hijos de la Pirámide y la Orden del Wyrm. Fuera de Bogotá, varias capillas han sido destruidas y reconstruidas en diversos momentos. Actualmente disponen de al menos otras tres, situadas en lugares discretos como el archipiélago de San Andrés y en fincas particulares y se rumorea que disponen de “capillas itinerantes” para evitar la detección de sus enemigos.
Tzimisce- La presencia del Clan de los Demonios ha estado subordinada al poder de otros Cainitas del Sabbat colombiano, aunque unos pocos se han abierto camino y conseguido destacar en las manadas nómadas. En cualquier caso, su linaje carece del poder y el peso político del que disfruta en otros lugares dominados por la Espada de Caín.
Ventrue- Los Sangre Azules se encontraban en la vanguardia de la Camarilla durante el intento de la secta de tomar el control de Colombia a principios del siglo XIX. Sin embargo, tras el fracaso de la secta, su número ha ido descendiendo por otros lugares más prometedores, dejando gran parte del poder político en manos de los Toreador. No obstante, aunque de forma secundaria, disponen de una presencia importante en Bogotá, y muchos de ellos forman parte de las filas de arcontes de la Camarilla. Otros se dedican a extender indirectamente su influencia sobre la economía colombiana –tanto en el ámbito legal como clandestino.

LAS LÍNEAS DE SANGRE

Baali- El descubrimiento del Nuevo Mundo no sólo atrajo a conquistadores y exploradores europeos ávidos de riquezas, sino también a refugiados del Viejo Mundo. Entre ellos se encontraba un puñado de infernalistas que se alimentaron bien con las calamidades y devastación producidas por la colonización europea. A principios del siglo XIX, durante la confusión de las guerras de independencia, un miembro del temido linaje de los Baali Abrazado entre los indígenas de América Central llegó a Colombia y consiguió crear un culto de seguidores en torno a la adoración de diversos espíritus malignos de la corrupción, la avaricia y la violencia.
Resulta ingenuo culpar a los Baali de todos los conflictos y problemas que han afectado a Colombia, pero es innegable que han contribuido a avivarlos y se han alimentado de ellos en un continuo círculo vicioso. Su influencia es discreta y normalmente prefieren permanecer alejados del territorio controlado por los Setitas, a los que consideran sus principales enemigos y competidores, por lo que colaboran sigilosamente con otras facciones para debilitar el poder de las Serpientes de Arena en el país. Actualmente el principal nido de los Baali se encuentra en Cartagena, donde han corrompido a muchos vampiros, aunque también disponen de otros nidos secundarios en Barranquilla y Cali.
Caitiff- Los conflictos entre las facciones vampíricas han causado numerosas víctimas y provocado Abrazos indiscriminados que han producido un gran número de vampiros sin clan, que prosperan en las zonas donde la influencia de las sectas es débil. Muchos son aceptados por el Sabbat o actúan como mercenarios para los Seguidores de Set, y en algunos casos incluso han conseguido convertirse en poderes a tener en cuenta, controlando pequeños dominios o compitiendo en el mercado del narcotráfico. Actualmente conforman la mayoría de los anarquistas colombianos, y entre sus filas se encuentran cada vez más vampiros de sangre débil.
Samedi- No es de extrañar que la naturaleza mercenaria de muchos miembros de esta línea de sangre los haya atraído a Colombia. Actualmente hay al menos cuatro Zombis actuando en Colombia, aunque de forma aislada e independiente para las diversas facciones del país. Se dice que uno de ellos ha convertido una de las prisiones colombianas en su dominio personal, y no tolera las interferencias de los demás vampiros.
Tlacique- Antes de la llegada de los conquistadores españoles esta línea de sangre no era especialmente numerosa en el territorio colombiano, prefiriendo los grandes imperios al norte y al sur. Sin embargo, con la llegada de los europeos, muchos refugiados Tlacique se ocultaron en las selvas colombianas, donde fueron destruidos compitiendo con otros vampiros autóctonos –especialmente Gangrel y Nosferatu- o los territoriales hombres jaguar. Los que sobrevivieron han conseguido llegar hasta las Noches Finales, guardando un intenso odio hacia el Sabbat.
Actualmente los Tlacique de Colombina componen una quinta parte de los vampiros indígenas del país, aunque existe una importante minoría de origen mestizo o criollo. Muy pocos vampiros conocen la existencia de esta línea de sangre y a menudo se les confunde con Gangrel o Seguidores de Set.

LAS FAMILIAS DE APARECIDOS
D´habi- No es seguro cuándo esta familia de adoradores del diablo llegó a América, pero sin duda lo hicieron siguiendo a los demoníacos Baali que los utilizaban como esclavos. Desaparecieron durante las guerras de independencia americanas, pero no se extinguieron. Actualmente sobreviven en algunos lugares de Colombia, principalmente en los barrios marginales de las grandes ciudades, donde practican repugnantes costumbres y escuchan las silenciosas órdenes de vampiros…y demonios.
Salamanca (Grimaldi)- La familia Salamanca es la más poderosa de los linajes de aparecidos presentes en Colombia. Llegaron en el siglo XVI, acompañando a los conquistadores españoles, y convirtieron la importante ciudad colonial de Cartagena de Indias en su principal fortaleza familiar. Aunque durante la independencia del país perdieron gran parte de su poder e influencia, aprendieron la lección y poco a poco comenzaron a curar sus heridas y a recuperarse de las pérdidas. Actualmente constituyen una de las principales familias empresariales de Cartagena y de Colombia, y constituyen una valiosa arma para el Sabbat, aunque se dice que algunos han sido tentados por otras facciones para que cambien de bando llegado el momento.
Santana (Zantosa)- Si los Salamanca utilizan la economía legal para ayudar a la Espada de Caín, los Santana constituyen su mano sobre los negocios clandestinos, especialmente el narcotráfico. Aunque llegaron a Colombia tras la independencia del país, acompañando a una Diaconisa del Clan Tzimisce que según se dice introdujo la Senda de la Catarsis entre los Cainitas colombianos, han conseguido adaptarse bastante bien y aunque su poder e influencia no son tan importantes como los de la familia Salamanca, constituyen un valioso apoyo para los vampiros del Sabbat infiltrados en el narcotráfico. No obstante, los decadentes Santana no desdeñan otro tipo de operaciones ilegales o de cualquier otro negocio que satisfaga sus vicios.

EL INCONNU
En medio de la confusión política reinante en Colombia y el enfrentamiento entre facciones, pocos tienen tiempo para ocuparse de la presencia de esta enigmática secta. Aunque a primera vista parece que Colombia tiene poco que ofrecer a un grupo de antiguos dedicados a mantenerse al margen de los conflictos vampíricos y buscar la Golconda, lo cierto es que están muy atentos a los cambios políticos del país. Los Seguidores de Set sospechan que la firme presencia de la Camarilla en Bogotá no es casualidad, y creen que la secta es apoyada desde las sombras por un misterioso Matusalén que por un motivo desconocido se opone a los planes de Set. Pero a pesar de que ocasionalmente han intentado descubrir la existencia de este hipotético adversario, hasta el momento todos sus esfuerzos han sido en vano. Lo único que han conseguido hasta ahora son rumores y leyendas inconsistentes sobre la presencia en la zona de una mujer hermosa u horrible según las versiones que parece aparecer en medio de los principales acontecimientos que han marcado la política de la Estirpe colombiana.

LOS CAZADORES
La Inquisición dispone de varios Cenáculos dispersos por toda Colombia, que responden ante el Inquisidor Provincial de Cartagena. Los Inquisidores colombianos se muestran muy preocupados por el bienestar de la población, y cuando no se dedican a proteger a la humanidad de las amenazas sobrenaturales se dedican a labores caritativas u obras sociales. Aunque suelen ser profundamente devotos, prefieren la acción y los hechos, y muchos están debidamente entrenados en diversas formas de combate, pues muchas veces los males que afectan a la sociedad proceden de la corrupción de la misma. Muchas “Espadas de Dios” (Gladius Dei) están presentes en Colombia, protegiendo a los necesitados, y los Hijos de Lázaro y las Hermanas de Santa Clara son también bastante numerosos. Curiosamente, en ocasiones los inquisidores han sido abordados por narcotraficantes y guerrilleros, que han solicitado su ayuda para librarse de la presencia de lo sobrenatural, que en ocasiones han presenciado con sus propios ojos.
La DEA, el Departamento de los Estados Unidos contra el narcotráfico, ha colaborado estrechamente con el gobierno colombiano en la lucha contra las guerrillas y los narcotraficantes. Algunos agentes recientemente se han tropezado con una extraña red de narcotráfico dirigida por un extraño individuo que se hace adorar como el dios Tezcatlipoca. Extravagantes rumores sobre la existencia de un culto y sacrificios de sangre parecen indicar que quizás debido a las drogas o por alguna otra causa todavía más siniestra, ese individuo puede constituir una amenaza más peligrosa que los narcotraficantes habituales.
El Arcanum de Colombia dispone de una Casa Capitular en Bogotá, estrechamente vinculada con la universidad local y el ambiente intelectual de la ciudad. Sus principales intereses constituyen la investigación de las culturas indígenas y los abundantes rumores sobre la presencia de hombres jaguar y chamanes. Recientemente han recibido informes sobre la existencia de “serpientes bebedoras de sangre” que son capaces de asumir forma humana.

LA SITUACIÓN POLÍTICA ACTUAL
Hoy en día Colombia es un país inestable y violento para los vampiros. Vampiros de la Camarilla y el Sabbat (en su mayoría con una lealtad muy tenue a sus respectivas sectas) compiten por el control con los Seguidores de Set. Muchos de los conflictos estallan por el control sobre los cárteles del narcotráfico colombianos. Camarilla, Sabbat y Seguidores de Set constituyen las principales facciones del país. Aunque habitualmente las distintas facciones prefieren mantener distancias o llegar a acuerdos para no interferir en sus territorios, los pactos no siempre son posibles y a menudo degeneran en conflictos sangrientos que en un efecto dominó acaban afectando a otras facciones y provocando cambios en el poder. Los antiguos más veteranos creen que han aprendido a percibir los lugares en qué presionar para alterar los equilibrios y modificar la situación en su favor, pero a medida que se acercan las Noches Finales, estos mecanismos son cada vez más inestables, sucesos inesperados estropean los planes meticulosos y la maquinaria de sangre y violencia gira cada vez más descontrolada. Los vampiros más manipuladores consideran que esto les permitirá dirimir sus diferencias de una vez por todas y adquirir un control estable sobre toda Colombia…pero se trata de ingenuas ilusiones para engañarse y aparentar que todo está previsto. Lo cierto es que la crisis bien podría dejar desprotegidos a todos los participantes de la Yihad colombiana y destruirlos a todos con la llegada de la Gehenna.

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