[V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

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Alexander Weiss
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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#11

Mensaje por Alexander Weiss » 16 Oct 2021, 19:46

Imagen LOS CULTOS
Frente a la incertidumbre de las Noches Finales, resulta difícil mantener un escepticismo cínico, con señales como la Llamada, los ataques de la Segunda Inquisición y una situación precaria que lleva a muchos Vástagos a refugiarse en la fe, ya sea de una forma personal, o formando parte de cultos que no hace mucho eran observados con una sonrisa cínica, o incluso perseguidos. Sin embargo, eso ha cambiado en estas noches inciertas, y grupos de no muertos forman grupos religiosos organizados, o se unen a los ya existentes, buscando respuestas, conocimiento, protección, o como un simple instrumento de supervivencia.
-La Iglesia de Caín: El clan Lasombra siempre ha disfrutado de una conexión importante con la Iglesia Católica desde sus inicios, y esa conexión acompañó al linaje al Sabbat, de forma retorcida y corrupta. Ahora que se ha unido a la Camarilla, varios miembros del clan utilizan sus conexiones eclesiásticas para mantener vigilada a la Segunda Inquisición, así como emplear su considerable influencia social.
Por otra parte, más allá de las vestiduras religiosas, varios Lasombra traen con ellos un legado Nodista, y han desarrollado la adoración hacia Caín para sus propios fines. La Iglesia de Caín cuenta con varios adeptos entre la Estirpe, que la consideran una salvaguarda y una forma de buscar la redención.
-Las Bahari: Si el Sabbat siempre se consideró una secta al servicio del Primer Vampiro, quienes rechazaban los principios de la Espada de Caín a veces encontraban un camino en la adoraciónn de la Madre Oscura. En la periferia de Madrid se formó un culto dedicado a Lilith, en torno a las visiones y profecías de una Malkavian llamada “La diosa roja”, y además de reclutar adeptos entre los descontentos del Sabbat, ahora también se ha convertido en una facción importante e influyente entre los Anarquistas.
-El Culto de Shalim: La desesperación lleva al nihilismo, y en las Noches Finales, y a medida que el Sabbat se desmoronaba, muchos Cainitas cayeron en la desesperación. Parecía que sus continuas luchas, su autoproclamado orgullo como “guerreros de Caín” y sus cruzadas no habían servido para nada. Estos Cainitas desesperados, traicionados, expulsados han decidido buscar la paz a través del Culto de Shalim. Puede que ya no hereden la tierra, puede que ya no lleguen a ocupar un lugar a la derecha del Primer Vampiro, pero pueden ser capaces de arrastrar el mundo a las tinieblas, poner fin a la existencia, un regreso a la nada primordial.
Muchos de estos Cainitas desesperados forman ahora parte de las filas del Sabbat de Madrid. Consideran que ya no tienen nada que perder, y ante esa revelación buscan la destrucción de lo que les rodea, bien de forma directa o de forma más insidiosa, corrompiendo el orden estableciendo y llevando la desesperación a todos los que les rodean para que se unan a ellos en busca de la paz definitiva.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#12

Mensaje por Alexander Weiss » 16 Oct 2021, 20:14

Imagen UNA MIRADA A MADRID
Hasta donde se tiene constancia, Madrid comenzó a tomar forma como recinto fortificado, posiblemente de origen visigodo, con un castillo o alcázar en su interior, rodeado por una cerca en la que se refugiaban los vecinos. El núcleo originario de Madrid formaba una gran V entre los ríos Jarama y Manzanares, para poco a poco ascender el río principal. El primitivo recinto amurallado parece que abarcaba desde la Puerta de la Vega, subía al Arco de Santa María, y daba la vuelta por el Alcázar y la calle de Noblejas. En la actualidad se ha convertido en el centro de una comunidad con cerca de siete millones de habitantes, vecinos y no censados, que conviven en una gran urbe industrial que ha crecido a costa de los municipios vecinos, integrados en su área metropolitana, y que han conservado parte de su carácter, convirtiéndose en pequeñas ciudades dentro de la gran ciudad.
En los últimos años Madrid también ha visto la afluencia de gran número de emigrantes, sobre todo marroquíes, sudamericanos, rumanos, etc. que han generado cierta alarma social e incluso algunos brotes de racismo violento, fomentados por el populismo y los mensajes de odio de la clase política de extrema derecha y otros colectivos sociales.
Como capital española Madrid está muy identificada con la Historia del país, viendo numerosos acontecimientos históricos como los reinados de Austrias y Borbones, la invasión napoleónica, los golpes de estado del siglo XIX, la guerra civil y la transición democrática, entre otros. Los comienzos del siglo XXI han estado marcados por el recuerdo doloroso del atentado del 11-M, el reinado de un nuevo monarca, la agitación social y política derivada del descontento de las crisis económicas, y la reciente pandemia del coronavirus.
Aparte de ser un gran centro cultural, con museos de referencia internacional, Madrid también destaca en los ámbitos de industria, empresa y finanzas. Estratégicamente situada en el centro neurálgico de la península ibérica, de ella parten carreteras, autopistas y autovías que se extienden como una telaraña de asfalto por toda España.
Pero a principios del siglo XXI Madrid sufre agobiantes problemas de vivienda, cuyos precios están por las nubes, y las congestiones de tráfico han sido y son una constante sin solución. Al mismo tiempo, el encarecimiento de la vida y el aumento del desempleo se están convirtiendo en una dura realidad para muchos madrileños.

VIAJAR A MADRID
Como capital de España, Madrid se encuentra bien comunicada por tierra y aire. Su principal aeropuerto es el Adolfo Suárez, Madrid-Barajas, conocido por sus numerosos retrasos y pérdida de equipajes, sobre todo en los períodos de mayor facturación. También cuenta con el aeropuerto de Cuatro Vientos, destinado al uso militar y como escuela de vuelo. La red de carreteras y ferrocarriles se extiende desde Madrid como una telaraña, principalmente a través de las estaciones de Atocha y Chamartín, permitiendo llegar a la mayoría de las ciudades españolas en sólo unas pocas horas. La reciente instalación del AVE (Tren de alta velocidad), ha reducido todavía más los períodos de trayecto. El objetivo a largo plazo es comunicar Madrid mediante el ferrocarril con todas las capitales de provincia en menos de cuatro horas.
Aunque las comunicaciones de los vampiros de Madrid con el resto de los dominios españoles son bastante fluidas, en general, y teniendo en cuenta la amenaza de la Segunda Inquisición y del Sabbat, los Vástagos son bastante reacios a aventurarse fuera de la ciudad. Las estaciones y aeropuertos son vigilados, simplemente para controlar la llegada de extraños, pero el tamaño de la metrópolis impide una vigilancia estricta y total en todos los puntos de acceso.

MOVERSE POR MADRID
El tráfico urbano es una de las asignaturas pendientes de Madrid, con numerosas congestiones, atascos y embotellamientos. La forma más rápida de desplazarse es el Metro, con mejor continuidad y carencia de atascos. Nuevas líneas son añadidas cada año y la red madrileña de metro es una de las mejores de Europa. Los vampiros más jóvenes lo consideran un ejercicio para seguir y acechar a sus presas.
Las líneas urbanas e interurbanas de autobuses y la línea de taxis, están bastante extendidas por toda la ciudad, aunque una vez más, los problemas de tráfico limitan su eficacia. En Madrid circulan casi 200 líneas de autobuses urbanos.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#13

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 15:25

Imagen LIBRO DOS: HISTORIA DE LUCES Y SOMBRAS Madrid es tener un gabán que abriga mucho y con el que se puede ir tranquilo hasta a los entierros con relente. Madrid es no admitir lo gótico. Madrid es la improvisación y la tenacidad. Madrid es quedarse alegre sin dinero y no saber cómo se pudo comprar lo que se tiene en casa.
-Ramón Gómez de la Serna


Los cimientos de Madrid se asientan profundamente en la Historia de España. Este libro proporciona una visión somera de la ciudad, con acontecimientos históricos y mundanos, y al mismo tiempo un comentario sobre la visión vampírica del mundo, todo ello de la mano de los Cronistas Oscuros, Andrés Roel y Abel García, escribanos que por orden de los gobernantes no muertos recopilaron la visión en las sombras de la ciudad.

DE LOS ORÍGENES A LA RECONQUISTA CRISTIANA
Las excavaciones arqueológicas indican que el actual territorio situado entre los ríos Jarama y Manzanares ya se encontraba habitado desde el Paleolítico, pero no se tiene noticia de asentamientos permanentes en la zona hasta bien avanzada la época romana, donde se dice que se alzaban Miacum, Titulcia, Villamanta y Mantua. Griegos, romanos y visigodos desparramarían huellas arqueológicas, en su mayoría desaparecidas, pero nunca llegó a crearse un asentamiento de gran importancia.
No es hasta después de la invasión musulmana desde el Norte de África que se alzan las primeras murallas, convirtiendo Matrice o Mayrit (Madre de las aguas), por aquel entonces un asentamiento visigodo, en una fortaleza fronteriza erigida por los musulmanes de Al-Ándalus, que custodiaba las rutas hacia la ciudad de Toledo. El rey Ramiro II de León saqueó por primera vez la ciudad en el año 932, pero no sería hasta el año 1083 que Alfonso VI de Castilla la conquistó definitivamente.

Los orígenes de la villa de Madrid son, cuando menos, nebulosos. Las escasas evidencias arqueológicas y las leyendas no aportan demasiado, pero después de muchos años he llegado a la conclusión de que todos los registros anteriores a la presencia cristiana de Madrid han sido ocultados o destruidos de forma deliberada.
A partir de evidencias muy vagas, sólo puedo teorizar que en el territorio donde se asienta actualmente la ciudad se alzaba en épocas remotas un santuario o lugar sagrado, en el que moraban extrañas criaturas. En algún momento dado este santuario desapareció, tal vez debido a una catástrofe que no fue registrada por los mortales, pero sus ruinas permanecieron. En las catacumbas de la Catedral de las Tinieblas se conservan restos visigodos y romanos, así como galerías y túneles de origen desconocido. Si algún vampiro habitaba este lugar antes de la conquista cristiana, su nombre se ha perdido…u ocultado.
Entre las tropas castellanas que conquistaron la villa se encontraba un poderoso Cainita: Silvestre Ruiz, un excelente estratega que había sido Abrazado por los Lasombra más de tres siglos antes, poco después de la batalla de Covadonga, y cuya intervención fue decisiva para la victoria cristiana.
Creo que la presencia de Silvestre Ruiz no fue casual. Este antiguo Cainita acudió a Madrid conociendo la existencia de catacumbas y pasadizos secretos bajo la fortaleza árabe…si había alguien que en verdad conociera lo que se ocultaba bajo la villa era él, pero no han quedado evidencias.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#14

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 15:27

Imagen LA EDAD MEDIA
Poco después de la conquista de Madrid, la importante ciudad de Toledo fue conquistada por las tropas castellanas (1085). Para asegurar sus conquistas, el rey Alfonso VI y sus sucesores emprendieron una intensa labor de repoblación y construcción. Madrid fue rodeada por una muralla de dos kilómetros. Asimismo, también fueron construidas numerosas iglesias y monasterios: la Virgen de la Almudena, San Nicolás, San Juan Bautista, San Martín, etc. Santo Domingo y San Francisco dejarían personalmente su huella en Madrid, creando dos monasterios en el siglo XIII.
Para la ordenación de la villa, el rey Alfonso VIII promulgó en 1202 los Fueros de la villa, donde se recogían una serie de privilegios para los madrileños, confirmados por Fernando III el Santo. Durante esta época, la ciudad de Segovia se convertiría en la principal rival de la creciente villa, y no cesarían los litigios por la delimitación de los límites de los municipios y tierras comunales.
Madrid prosperaría con el tiempo y sus habitantes participarían en las sucesivas campañas de la Reconquista, entre ellas la batalla de las Navas de Tolosa (1212), y en la conquista de Sevilla (1248). Sin embargo, la creciente importancia de la ciudad no quedaría reconocida hasta que en el año 1309 el rey Fernando IV el Emplazado celebró en Madrid las Cortes reales, a la vez que se ampliaban los privilegios de los madrileños, librándolos de algunos impuestos. En 1327 el rey Alfonso XI celebró nuevamente Cortes en la villa, buscando apoyos para reanudar la guerra contra los musulmanes.
Aunque los cristianos pronto constituyeron mayoría en Madrid tras la conquista, quedaba una importante minoría de judíos y musulmanes, que debido a su posición marginal pronto despertaron recelos y odios. El robo de la Iglesia de San Ginés en 1353 aumentó las tensiones entre las comunidades, y finalmente en el año 1391, bajo el reinado de Enrique III, se produjo una importante matanza de judíos, que se había extendido por todo el reino de Castilla. La judería quedó destruida.
El rey Enrique III comenzó a transformar el Alcázar de Madrid y la construcción de un palacio en El Pardo, y bajo su reinado la villa fue distinguida por la presencia del monarca castellano en numerosas ocasiones. Este período coincidió con un amplio crecimiento, reflejado en la gran solicitud y demanda de solares y tierras. Fueron fundados nuevos monasterios como Santa Clara o Nuestra Señora del Paso.
El reinado del rey Enrique IV se caracterizó por las guerras entre facciones políticas y la criminalidad, que afectó especialmente a Madrid, lo que llevó al nombramiento de un corregidor real. En esta época son numerosos los testimonios de homicidios, asaltos, profanaciones y violaciones.

Silvestre Ruiz instaló su dominio en Madrid, donde durante un tiempo dirigió los esfuerzos de los Lasombra a favor de la Reconquista cristiana en solitario. Fue entonces cuando sus ojos se cruzaron con la figura de Ambrosio Luis Moncada.
Muchos son los rumores y leyendas que han surgido con el paso del tiempo en torno a Moncada. Se ha dicho que fue Arzobispo en vida, e incluso que aspiró a convertirse en Papa de Roma, pero gran parte de estos rumores son simples exageraciones creadas con posterioridad. En la época de su Abrazo, en torno al año 1153, ninguno de los Arzobispos de los reinos ibéricos llevaba ese nombre, aunque no es descartable que lo hubiera cambiado después de haber recibido la sangre de Caín.
A mis preguntas directas sobre su origen mortal, el Arzobispo se limitó a sonreír y me dijo: “Dios ha decidido que esa vida haya quedado atrás, hijo mío. Busca y separa lo verdadero de lo falso, pues para eso te he nombrado Cronista Oscuro de mi ciudad.”
No volví a mencionar el tema. En un documento del rey Alfonso VII de Castilla fechado en torno a 1126 y dirigido a Don Sancho, prior del monasterio de San Martín de Mayrit, aparece un tal “Ambrosio” como testigo, y el resto de manuscritos de la época no aportan nada más. Ni siquiera mis conversaciones con Don Eliécer de Polanco, que vivía en Toledo por esa época, han resultado fructíferas. Su pasado es prácticamente una tabula rasa hasta que fue Abrazado por Silvestre Ruiz.
A partir de mis propias investigaciones puedo decir que aunque no hubiera sido Arzobispo en vida, posiblemente sus orígenes tampoco fueran humildes. Su propio lenguaje y algunas notas extraídas de su conversación indican que debió nacer en un ambiente nobiliario, posiblemente en la familia Moncada, de origen catalán, y que recibió las órdenes sacerdotales, ya fuera por decisión propia o impuesta por su familia. En mi opinión creo que pronto se convirtió en confidente, consejero y confesor del rey Alfonso VII de Castilla. Parece ser que creó una red de espías y agentes ocultos, que utilizó con astucia para extender su influencia a través de numerosas abadías, monasterios, iglesias y catedrales, y sin duda fue su maestría política lo que atrajo la atención de los Lasombra.
Según varios Amici Noctis, el Abrazo de Moncada fue decidido hacia el año 1140, pero el astuto sacerdote consiguió evitar a los Cainitas durante más de una década. Aunque por entonces Moncada desconocía la existencia de los vampiros, posiblemente no le faltasen enemigos en la Corte real, lo cual explicaría su cautela y recelo frente a las sombras acechantes. Comúnmente se cree que Silvestre Ruiz lo Abrazó en torno al año 1153.
Poco después de su Abrazo, su maestro lo envió al creciente Reino de Aragón, para afirmar la presencia del Clan de las Sombras frente al poder del Clan de los Reyes, establecidos en la zona desde época romana. Actuó de forma admirable introduciéndose de lleno en el ambiente cortesano de la familia real aragonesa, asumiendo el papel de confesor real del rey Alfonso II de Aragón, puesto en el que permaneció durante mucho tiempo. Su habilidad y méritos lo hicieron ganarse la confianza de los antiguos Lasombra y pronto se sentó entre los Amici Noctis, la élite gobernante del clan. La misma noche diabolizó a su predecesor en el puesto, un antiguo Magíster de origen visigodo que había enloquecido con la edad.
Durante su estancia en Aragón, Moncada conoció a Doña Lucía, hija ilegítima del rey Alfonso II, de la que se enamoró perdidamente, si amor puede llamarse a los turbios y obsesivos sentimientos que albergaba en su corazón por ella. Hacia 1190 la convirtió en su chiquilla y poco después regresó a Madrid, al lado de su sire.
Silvestre Ruiz había destacado por sus esfuerzos en la Reconquista, atacando los dominios de los Cainitas musulmanes, y ayudando a los reinos cristianos a extenderse a costa de sus enemigos. Su chiquillo fomentó todavía más la tendencia a favor de los cristianos, reuniendo apoyos y recursos a favor de la Reconquista y paralelamente atacando a los vampiros de la Herejía Cainita, que corrompían la estructura eclesiástica. Moncada Abrazó a muchos de sus discípulos y protegidos esparcidos por toda la península ibérica, plagando monasterios e iglesias con sus seguidores. Aunque a Moncada le desagradaba la influencia de la Herejía Cainita sobre la Iglesia, él mismo no dudó en utilizarla para sus propósitos y a medida que transcurría el tiempo sus manejos se volvieron cada vez más corruptos y siniestros, no muy diferentes de las acciones de sus enemigos.
Aunque los Lasombra eran el principal poder vampírico en Madrid, otros vampiros parasitaban las noches de la ciudad. Don Anastasio el Gallego, del Clan de los Reyes, servía como mercenario a las órdenes de Silvestre Ruiz y Moncada, dirigiendo tropas y ejércitos en las batallas de la Reconquista. Doña Melisenda, del Clan de la Rosa, también permaneció durante un tiempo en Madrid, aunque terminaría viajando al Nuevo Mundo.
Comúnmente se toma la muerte del antiguo Hardestadt en 1395 como el inicio de la Revuelta Anarquista, pero en los reinos ibéricos los problemas comenzaron desde mucho antes. Los Lasombra y Brujah habían Abrazado numerosos neonatos para que lucharan en los campos de batalla, y cuando los cazadores de vampiros de la Inquisición se volvieron contra los vampiros, estos jóvenes se convirtieron en las primeras víctimas. Los neonatos reaccionaron atacando con ferocidad. En 1353 una cuadrilla de Cainitas profanó la Iglesia de San Ginés, que era un santuario de los inquisidores y los mataron a todos. El incidente fue atribuido a ladrones judíos y moriscos.
En los años siguientes se producirían nuevos ataques, pero no sólo contra los eclesiásticos, sino también contra los vampiros. Durante los disturbios producidos durante el ataque contra la judería madrileña en 1391 algunos vampiros rebeldes aprovecharon su oportunidad y mataron a dos chiquillos de Moncada. Silvestre Ruiz y el Arzobispo reaccionaron con contundencia y los rebeldes fueron quemados en su refugio de la judería.
La muerte del Antediluviano Lasombra hacia 1405 (las fechas varían) constituyó un duro golpe contra el bando de los antiguos. Silvestre Ruiz comenzó negociaciones con los Fundadores de la Camarilla, tratando de lograr una alianza con los antiguos de otros clanes. Lo que hubiera ocurrido si esta alianza hubiera llegado a buen puerto, es imposible de predecir, pero a raíz de lo expuesto en algunas cartas personales, parece que Silvestre Ruiz fue invitado a unirse a los Fundadores como uno más.
Nadie está seguro de cuándo Moncada decidió unirse a los rebeldes, aunque posiblemente planeó su traición durante largo tiempo. Sin duda alguna la muerte de Lasombra a manos de su chiquillo Graciano constituyó una inspiración, y el detonante para que decidiera actuar. En los años posteriores a la destrucción de Lasombra, Madrid se convirtió en un refugio para los antiguos del clan que no se habían unido a la rebelión, entre ellos los griegos Cleóbolos y Karobos, ancestros de Silvestre Ruiz y Moncada. Y de improviso, en 1424…
Fue llamada la Noche de la Lluvia Negra. Los pocos testigos que sobrevivieron se muestran reticentes a hablar al respecto. Fray Martín de Silos, que se encontraba en Madrid, afirmaba que Moncada y el resto de los antiguos Lasombra españoles se encontraban reunidos en las catacumbas de La Catedral de las Tinieblas. Estalló una terrible tormenta de agua y nieve que arruinó las cosechas, desbordó el río Manzanares y derribó casas enteras. En la oscuridad pocos percibieron el color negro de la lluvia y el agua. La noche se llenó de sombras que revoloteaban sobre Madrid, formando extrañas figuras. Varios mortales enloquecieron. Sin duda alguna los antiguos allí reunidos vendieron cara su existencia.
Antes de que el año concluyera Ambrosio Moncada envió un mensaje a Graciano y los Amigos de la Noche, anunciando la destrucción de Silvestre Ruiz y los antiguos Lasombra, proclamándose Arzobispo de Madrid y asumiendo el liderazgo de su linaje en España. Nadie se atrevió a discutir al respecto, y no era momento para ello, con los antiguos de la Camarilla contraatacando a los anarquistas.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#15

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 19:26

Imagen LOS REYES CATÓLICOS
Isabel y Fernando, convertidos ya en reyes de Castilla y Aragón, entraron en Madrid en 1477, después de vencer a Alfonso V de Portugal y a los partidarios de la reina Juana la Beltraneja. Descansaron unos días antes de emprender la marcha para dedicarse a otros asuntos. Posteriormente regresarían durante breves ocasiones.
Como recompensa por el apoyo de los madrileños, la reina Isabel concedió a la villa numerosas exenciones fiscales y tributarias, que atraerían a numerosas gentes, con el consiguiente incremento de población. Al mismo tiempo la reina también emitió una serie de ordenanzas para terminar con los disturbios y desórdenes heredados del reinado de su hermano Enrique IV. Entre estas ordenanzas se encontraban numerosas limitaciones sobre los movimientos de moros y judíos. El Alcázar, símbolo de opresión, fue reformado, y se creó un tribunal de justicia en la villa.
Los Reyes Católicos iniciaron una compleja serie de alianzas matrimoniales a través de sus descendientes, que se desmoronaron por las inesperadas muertes de los herederos. La última esperanza de la Corona para mantener la unidad de sus dominios quedó en manos de la princesa Juana y su esposo el Archiduque Felipe el Hermoso, que llegaron a Madrid en 1502 y poco después serían jurados en Castilla y Aragón como legítimos sucesores.
En 1504 moría Isabel la Católica y su esposo Fernando la acompañaría en 1516. Bajo su reinado Madrid experimentó un notable crecimiento. Las viejas murallas medievales fueron derribadas, y los arrabales de extramuros fueron añadidos a la villa, que según un censo de finales del siglo XV contaba con unos 3.400 habitantes.
Pero la cuestión sucesoria no quedó completamente aclarada por la repentina muerte de Felipe el Hermoso en 1506 y la locura de su esposa Juana. El Cardenal Cisneros, regente de Castilla, se trasladó a Madrid, y ordenó al corregidor de la villa que proclamara rey a Carlos I Habsburgo, hijo de Juana y Felipe. El cardenal mantuvo firmemente su autoridad frente a los nobles, recelosos ante la perspectiva de un rey extranjero.

La muerte de Silvestre de Ruiz provocó el rechazo de numerosos antiguos. Anastasio el Gallego, que se había instalado en Asturias, renegó de todos los pactos y alianzas que había mantenido con el Arzobispo Moncada, y se convirtió en líder de una alianza de los vampiros españoles del clan Ventrue, a la que pronto se unieron otros Vástagos, aliados con la naciente Camarilla.
Pero no era la Camarilla el único poder al que tenía que enfrentarse el Arzobispo en aquella época. Algunos antiguos Lasombra como el Príncipe Eliécer de Polanco de Toledo o el Sultán Badr de Granada, no estaban dispuestos a apoyar al Arzobispo de Madrid, aunque ya la mayoría del clan Lasombra se había decantado hacia el bando anarquista.
El Arzobispo afrontó el problema con firmeza y en las noches siguientes comenzó a mover ejércitos y a concertar matrimonios. Ahora, después de tantos siglos, es difícil saber qué tenía Moncada en mente en aquellos momentos, pero parece que sus manipulaciones estaban orientadas hacia conseguir la unidad política de la península ibérica, aunque su éxito no fuera completo. Existen algunas dudas, pero casi todos los testimonios coinciden en que fueron los confesores y mediadores bajo la influencia del Arzobispo de Madrid quienes consiguieron el matrimonio de los Reyes Católicos. Los rumores más exagerados afirman que el propio Moncada ofició y dio su bendición al matrimonio secreto de los monarcas, pero no resulta creíble.
Muchos logros del reinado de Isabel y Fernando beneficiaron enormemente a Moncada y los Lasombra, ya fuera debido a las manipulaciones políticas o a efectos circunstanciales. Los musulmanes y muchos antitribu Lasombra que vivían entre ellos, fueron expulsados de España, minando la influencia del Sultán Badr de Granada. Los judíos también fueron expulsados, privando a los Ventrue y Toreador de varios de sus agentes y de su influencia económica. Asimismo, durante la regencia del Cardenal Cisneros se pusieron límites a las ambiciones de la nobleza, lo que privó a Eliécer de Polanco de parte de su poder.
Aunque tradicionalmente se ha sugerido que fue el Arzobispo Moncada quien movió los hilos que descorrieron el telón que ocultaba el Nuevo Mundo, el viaje de Cristóbal Colón y el “descubrimiento” de América fueron producto de la casualidad más que de una dirección intencionada. No obstante, muchos de los primeros vampiros que viajaron con los conquistadores pertenecían al linaje del Arzobispo de Madrid, y entre los evangelizadores y eclesiásticos que acompañaron a los colonizadores se extendía su influencia.
Finalmente, en 1493, la Camarilla anunció su victoria sobre los anarquistas en la Convención de Thorns, pero la rebelión que estalló justo después, y la existencia de numerosos enclaves en manos de los rebeldes, anunciaban el inicio de una nueva y sangrienta guerra que se extendería en los siglos siguientes y continuaría hasta las Noches Finales. Las primeras batallas no tardarían en comenzar.
Apenas un año después, varios Cainitas madrileños fueron asesinados, pero los vampiros del Sabbat contraatacaron con celeridad, descubriendo a una cuadrilla de vampiros Assamitas que se habían asentado en Madrid. La Cofradía de la Lanza Sagrada actuó con firmeza y destruyeron a los Asesinos, aunque su líder consiguió escapar. Más tarde se descubrió que los Asesinos se habían sacrificado para crear una distracción que permitiera a su líder alcanzar a Moncada en su refugio. Sin embargo, las defensas de la Catedral de las Tinieblas, y se rumorea que el poder del propio Moncada, le habían obligado a retirarse.
Hacia 1500 emisarios de los clanes Lasombra y Tzimisce, entre los que se encontraba un enviado del propio Moncada, se reunieron en la isla de Mallorca para firmar un pacto y alianza, que constituyó de facto la creación de la nueva secta que sería conocida como el Sabbat posteriormente, y a la que se unirían rebeldes y descontentos de todos los clanes. En una muestra de buena voluntad, los Tzimisce pusieron a sus servidores aparecidos al servicio del conjunto del Sabbat. En España los Salamanca (Grimaldi) fueron especialmente utilizados por los Lasombra para manejar sus negocios mundanos.
A finales del siglo XV Madrid contaba con cerca de 4.000 habitantes, lo cual no permitía la presencia de una excesiva población de Cainitas. Aunque la villa se convirtió en un centro de peregrinaje y reunión habitual para los Lasombra, sólo Moncada y sus seguidores más devotos residían de forma permanente en ella, formando la Cofradía de la Lanza Sagrada, dirigida personalmente por el Arzobispo y con varios templarios a su servicio. Otras Cofradías del Sabbat a las órdenes de Moncada eran la Cofradía de San Blas, con dominio en Guadalajara, compuesta por monjes Lasombra y dirigida por Fray Martín de Silos, y la Cofradía de los Leones de Rodrigo, una Cofradía nómada compuesta por Lasombra, Brujah y Gangrel antitribu, que aterrorizaban las aldeas y pueblos de Castilla.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#16

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 19:28

Imagen EL REINADO DE CARLOS I
El rey Carlos I llegó a España en 1517 y poco después moría el cardenal Cisneros, cuando acudía a su encuentro. El nuevo monarca originó numerosas tensiones debido a los excesos de los nobles flamencos que lo acompañaban. Tras partir de España en 1519 para ser elegido Emperador del Sacro Imperio Germánico, no regresaría hasta 1522. En su ausencia varias ciudades castellanas se levantarían en armas, organizando milicias, exigiendo la destitución de los extranjeros y el respeto a sus derechos, iniciando el movimiento comunero.
En Madrid los comuneros y los partidarios del rey Carlos I se enfrentaron en las calles de la villa. Los rebeldes nombraron su propio alcalde y tomaron el Alcázar, pero finalmente, tras la batalla de Villalar, en la que los comuneros fueron derrotados, las ciudades castellanas se fueron apaciguando y Madrid volvió al dominio real en 1521. El regreso del monarca un año más tarde y su política de perdón, después de los duros castigos iniciales, aplacaron en parte la intranquilidad del reino.
Durante los años siguientes Madrid recuperaría su prosperidad, alcanzando unos 15.000 habitantes, debido sobre todo a las exenciones fiscales. El monarca otorgó nuevos privilegios, como derecho a voto en las Cortes a partir de 1534.
Durante el reinado de Carlos I fueron construidos numerosos edificios: se reconstruyó el Alcázar (1540), muy dañado tras la rebelión de los comuneros, se construyó la Capilla del Obispo (1535) para alojar los restos de San Isidro, patrón de la ciudad, y se utilizó el viejo pabellón de caza de Enrique III de Castilla para levantar el Palacio del Pardo (1547), la Iglesia de San Felipe el Real (1547) y el Hospital de San Juan de Dios (1552).
Tras una intensa vida guerreando en Europa para mantener su extenso Imperio, en 1556 Carlos I abdicaba de todos sus dominios españoles y Sicilia a favor de su hijo Felipe II, que ya era rey de Nápoles. Carlos I moriría retirado en el monasterio de Yuste tres años después.

Tras la expulsión de los musulmanes de España, y limitada la amenaza de los antitribu Lasombra, Moncada reorientó su mirada hacia la Camarilla. El Príncipe Anastasio, del clan Ventrue, había conseguido hacerse con el poder en varias ciudades castellanas, siguiendo la estela de los Comuneros. Incluso había llegado a amenazar Madrid, destruyendo a varios Cainitas, pero finalmente se vio obligado a retirarse, instalando su refugio en la ciudad de Valladolid.
El Arzobispo Moncada reaccionó con frialdad, lanzando incursiones de castigo, y comenzando una política de expansión, situando a sus chiquillos y descendientes en distintos dominios esparcidos por toda la península, los primeros pasos para establecer su Hegemonía. Durante esta época Moncada dio su sangre a destacados personajes que con el tiempo se convertirían en poderosos antiguos como Don Miguel de Medinaceli o Doña Beatriz Galindo. Al mismo tiempo, mantuvo excelentes relaciones con destacados Cainitas del clan Lasombra, como Giangaleazzo de Milán, que acudieron a Madrid para confesarse y escuchar los consejos del Arzobispo de Madrid.
Por lo que respecta a la colonización del Nuevo Mundo, los vampiros del Sabbat vieron en las tierras descubiertas un lugar libre de la problemática Camarilla, si se esforzaban por mantener la iniciativa y donde la secta podría desarrollarse. El Arzobispo Moncada intervino poco en el proceso, aunque animó a muchos de sus descendientes a viajar al Nuevo Mundo e instalar sus propios dominios. En principio los Lasombra se reservaron el derecho exclusivo de viajar a las colonias, hasta que la inesperada resistencia de los vampiros precolombinos y la aparición de agentes de la Camarilla en los territorios americanos les obligaron a permitir el paso al resto del Sabbat.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#17

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 21:01

Imagen EL REINADO DE FELIPE II
Felipe II inició su reinado con una carga muy pesada, debido al endeudamiento ocasionado por las guerras de su predecesor, y los extensos dominios que había heredado. Su primera gran decisión fue trasladar la residencia de su Corte desde Toledo a Madrid en 1561, traslado que se concluyó en ese mismo año.
La Corte atrajo rápidamente a altos funcionarios, dignatarios, trabajadores, y gentes de todas las clases sociales, que en apenas cuatro años estuvieron a punto de duplicar la población, llegando a los 35.000 habitantes en 1569. Como resultado de este crecimiento, se emitieron numerosas ordenanzas para limitar la ostentación y el comercio de bienes de lujo. A fin de evitar el desbordamiento de la villa, debido a la afluencia de tantas personas, se impusieron ciertos límites sobre la forma de las construcciones. Se construyeron nuevos edificios y fundaciones como el Monasterio de El Escorial, el Convento de las Descalzas Reales, la Casa de Campo, el Puente de Segovia, etc.
En 1578 fue asesinado Juan de Escobedo, secretario personal de Don Juan de Austria, el hermanastro y hombre de confianza de Felipe II. El escándalo suscitado salpicó a grandes personalidades, entre ellas al secretario de estado, Antonio Pérez, y a Ana de Mendoza, la Princesa de Éboli, que habían tejido intrigas cortesanas en torno a la Corte real para acrecentar sus fortunas mediante el tráfico de secretos oficiales. La Princesa de Éboli fue recluida, pero el secretario Antonio Pérez consiguió escapar, primero a Aragón, donde fue detenido por la Inquisición, y después a Francia, donde comenzaría una campaña de difamación y desprestigio contra el monarca español que terminaría por acrecentar la Leyenda Negra, una serie de mitos y exageraciones sobre el Imperio Español, que se extendió por Europa.
Los años siguientes verían la aparición de una serie de epidemias, pero también el nombramiento de Felipe II como rey de Portugal en 1580, con lo que durante un breve período se alcanzaría la unidad política de toda la península ibérica. La unión de las dos Coronas fue motivo de grandes festejos en Madrid.
1588 fue el año de la Armada Invencible con miras a la invasión de Inglaterra. Con tal motivo se ordenaron procesiones y rogativas en la villa. Pero ni ruegos ni rezos fueron suficientes para impedir el desastre de una expedición que comenzaba mal: los objetivos militares no se mantuvieron en secreto, y sobre todo la insistencia de Don Felipe II de atacar a pesar de las condiciones desfavorables, fueron los factores que terminaron provocando el desastre. Tras encuentros infructuosos contra las flotas inglesas y holandesas, los barcos españoles se vieron obligados a regresar rodeando Inglaterra y las tormentas provocaron numerosos naufragios. Este fracaso militar marcó el principio del declive de Felipe II. Aunque los ingleses no supieron sacar partido del desastre, y de hecho apenas un año después una expedición inglesa a las costas españolas terminó igualmente en desastre, España no consiguió imponer su hegemonía en Europa.
Los últimos años del reinado de Felipe II estuvieron marcados por sequías y epidemias. La peste mató a más de 12.000 madrileños en 1596, aunque la continua emigración hacia la capital del reino atenuó el declive. Según un censo efectuado en 1598, la villa había alcanzado los 60.000 habitantes. Ese mismo año Felipe II, ya muy enfermo y debilitado, se trasladó al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde falleció, siendo sucedido por su hijo Felipe III.

El reinado de Felipe II fue un período de gran esplendor para el Arzobispo Moncada. Después de una serie de enfrentamientos con Eliécer de Polanco, Príncipe de Toledo, sus manejos diplomáticos y sobre la voluntad del rey, hicieron que la capital del reino y la residencia de las Cortes fueran trasladadas a Madrid. Enfurecido, Eliécer de Polanco, dejó las tareas de gobierno de Toledo en manos de sus chiquillos y emigró al Nuevo Mundo, en busca de dominios mejores. Apenas unos años después, Moncada consiguió la adhesión de los vampiros de Toledo, y la ciudad pasó a formar parte del Sabbat.
En 1566 llegaron a Madrid rumores de que el antiguo Montano, uno de los chiquillos de Lasombra que se había negado a unirse a la rebelión, se encontraba en Granada, ayudando al Sultán Badr y a los antitribu del clan ocultos entre los moriscos. Se rumoreaba que la Camarilla les enviaría ayuda provocando que la península fuera invadida por los turcos y berberiscos del Norte de África. La temida invasión nunca llegó a producirse, pero el Arzobispo Moncada se tomó la amenaza muy en serio. Movilizando a sus peones envió a la Inquisición española a Granada y su propia chiquilla, Beatriz Galindo, dirigió la fuerza del Sabbat. La guerra duró casi cuatro décadas, y fue especialmente sangrienta. Primero Sevilla y después Granada serían el comienzo de la Hegemonía de Madrid sobre el resto de las Diócesis españolas del Sabbat.
Los Lasombra no fueron ajenos a las intrigas palaciegas que se formaron en torno a la Corte Real. Ante los rumores sobre las manipulaciones de Antonio Pérez y la Princesa de Éboli, el Arzobispo Moncada se sintió curiosamente atraído. Algunos testigos creen que el Arzobispo provocó la caída de Antonio Pérez y su cómplice para comprobar si eran dignos de la sangre de las sombras. Antonio Pérez consiguió escapar de la justicia real y de la oscuridad, no así Doña Ana de Mendoza, que terminaría recibiendo el Abrazo de los labios de Don Miguel de Medinaceli.
Aunque puede interpretarse que los triunfos militares de la Corona de España en Europa beneficiaron al Sabbat, se trata de una generalización que debe tomarse con cautela. Aunque sin duda el Sabbat y sus aliados eran el principal poder dentro de España, existían y existen dominios en manos de la Camarilla, como algunas ciudades castellanas o catalanas, y Austria, tradicional aliado de España en la política europea durante esta época, era un dominio en manos de los Tremere. Aunque no cabe duda que el Arzobispo de Madrid era un estratega y político muy capaz, querer ver su mano en todos y cada uno de los actos tomados por los reyes de España resulta absurdo. Sin embargo, es cierto que los vampiros de la Espada de Caín aprovecharon los movimientos de los ejércitos españoles para atacar los dominios de la Camarilla.
La derrota de la Armada Invencible en 1588, constituyó un duro golpe para el orgullo de los Lasombra, aunque ahora lo minimicen. Muchos vampiros madrileños se enojaron, y el propio Moncada tuvo que apaciguar a los más exaltados, que pretendían torturar y asesinar al rey Felipe II. Sin embargo, el Arzobispo de Madrid consideraba que el monarca merecía algún castigo por su responsabilidad y mandó acudir a su chiquilla Beatriz Galindo para que se encargara del mismo. Doña Beatriz Abrazó a Don Alonso Pérez de Guzmán, el Duque de Medina Sidonia y Almirante de la Armada Invencible. y lo llevó hambriento a los aposentos del rey. Mientras el Cainita rugía enloquecido, Doña Beatriz lo retenía con fuerza, reconvino a Felipe II y lo instruyó calmadamente sobre las obligaciones propias de un rey. La impresión marcó el carácter melancólico del monarca, que moriría diez años después. Al menos eso dice la leyenda, pues realmente el duque de Medina Sidonia sobrevivió a Felipe II, aunque hay quienes dicen que utilizó a un ghoul de su imagen y semejanza para manejar sus asuntos mortales durante unos años más, antes de unirse definitivamente a las sombras de Madrid.
El crecimiento de Madrid permitió el establecimiento de nuevas Cofradías Cainitas en la ciudad. Por esta época aparecieron la Cofradía de San Rafael de Madrid, formada íntegramente por templarios Lasombra, y la Cofradía de las Madres Solitarias, tres antiguas monjas Cainitas que se instalaron en el Convento de Nuestra Señora de la Soledad. En 1592 llegaron a Madrid varios antitribu Tremere de la Casa Goratrix, que con la aprobación del Arzobispo instalarían una capilla en Alcalá de Henares, en las proximidades de la Universidad Complutense. Por otra parte, Don José Pérez de Castro, uno de los chiquillos de Moncada, se instaló por órdenes del Arzobispo en el Monasterio de El Escorial, con el objetivo de crear una Biblioteca de conocimiento mundano y oculto al servicio de la Espada de Caín. Don José Pérez de Castro se convirtió en el primer Cronista Oscuro de Madrid, y dirigiría la Cofradía de los Códices Ocultos.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#18

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 21:02

Imagen EL SIGLO XVII
Felipe III pronto demostró un carácter débil, irresponsable y abúlico tal y como había previsto su padre Felipe II: “Dios, que me ha dado tantos reinos, no ha querido darme un hijo capaz de gobernarlos.” Pronto se desentendió de las labores de gobierno, que dejó en manos de su valido: Don Francisco Gómez de Sandoval y de Rojas, el Duque de Lerma, un siniestro y corrupto personaje que sin sonrojo alguno utilizó su posición para beneficiar a sus familiares. Sin embargo, su mayor negocio tuvo lugar en el año 1600, cuando convenció al monarca de que trasladara la Corte real a la ciudad de Valladolid, a pesar de las protestas del ayuntamiento madrileño, que temía una reducción de sus rentas y del comercio. Sin embargo, breve fue la estancia del rey y la Corte en Valladolid, pues en 1606 Madrid acogió con júbilo el regreso del monarca…que recibió una donación de 250.000 ducados del ayuntamiento.
Frente al comienzo de la decadencia política y económica, el país atravesaba una gran prosperidad literaria: En 1605 Miguel de Cervantes publicaba El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, y en Madrid escribieron e intercambiaron sátiras, eminentes escritores como Félix Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Luis de Góngora.
No obstante, Madrid continuaba su crecimiento demográfico, con una afluencia masiva de emigrantes nacionales y extranjeros. Los desórdenes públicos consiguientes llevaron a la división de la villa en seis cuarteles y la creación de un sistema de vigilancia de alguaciles en cada barrio. Franceses y portugueses se convirtieron en personajes asiduos de la Corte. Felipe III recibió embajadas de países europeos y de algunos tan lejanos como Japón.
Durante el reinado de Felipe III se construyó la Plaza Mayor de la villa y también se levantaron numerosos monasterios, aunque la calidad no acompañó a la cantidad: el Convento del Noviciado, el de Corpus Christi, el de las Carboneras, el de San Gil, el de Don Juan de Alarcón, el de San Ildefonso, el de la Encarnación y otros muchos.
Felipe III moría en 1621, siendo sucedido por su hijo Felipe IV, con el que el Imperio Español iniciaría su declive. Al igual que su padre, el nuevo rey se desentendió de las labores de gobierno, que quedaron en manos de Don Baltasar de Guzmán y Pimentel, el Conde Duque de Olivares. Su reinado se caracterizó por la exaltación religiosa y la disipación, intriga y corrupción de las costumbres cortesanas.
Bajo el gobierno del valido su empeño por modificar la hacienda española para aliviar la carga sobre las arcas de Castilla provocó que se alzaran en armas Cataluña y Portugal, que se separó del reino en 1640. En política exterior España participó al lado de Austria en la Guerra de los Treinta Años, a favor de los estados católicos del Sacro Imperio. Las tropas españolas sufrieron una tremenda derrota en Rocroi (1643) ante Francia, que provocó la caída del valido. Al final de la guerra (1648) España tuvo que ceder parte de sus posesiones europeas y reconocer la independencia de los Países Bajos. Finalmente, en 1665, prematuramente envejecido, maniático y demente, moría Felipe IV en el Palacio del Buen Retiro, que había hecho construir para su recreo.
El sucesor fue su hijo Carlos II, que no aprendería a leer y escribir hasta los nueve años y que viviría su infancia rodeado de hechizos y milagrerías para que su salud enfermiza consiguiera sobrevivir. De la regencia se encargaron su madre Doña Mariana de Austria y el confesor Don Juan Everardo Nithard, a los que se opusieron los dominicos y Don Fernando Valenzuela, afanoso de enriquecerse, que se convertiría en favorito real, y que sería expulsado del poder en 1677 por Don Juan José de Austria, hermanastro del monarca.
Gran preocupación suscitó la sucesión del enfermizo rey, que heredó las deficiencias de matrimonios endogámicos. Pero ningún hijo nació de los dos matrimonios de Carlos II. Al final de sus días nombró heredero de su reino a Don Felipe de Anjou, nieto de Doña María Teresa de Austria y Luis XIV de Francia. En 1700 moría el último de los Habsburgo españoles, en medio de un aquelarre de reliquias sagradas, entrañas de cerdo, amuletos y aguardiente para curar sus ataques de epilepsia. En su agonía llegó a tomar a sus perrillos falderos por brujas que le acosaban en la cama.

El inesperado traslado de la Corte Real a Valladolid fue un golpe inesperado para los Lasombra. El Príncipe Anastasio de Castilla había sabido jugar muy bien sus cartas, y a través del ambicioso Duque de Lerma consiguió su objetivo. Pero el Arzobispo Moncada supo vencer la jugada utilizando los mismos medios: muchos de los 250.000 ducados que sirvieron para sobornar a Felipe III y trasladar nuevamente la Corte a Madrid salieron de arcas anónimas…de propietarios inmortales. Tras este incidente el Arzobispo prestó mayor atención al ambiente cortesano, situando a varios agentes entre los servidores de confianza del rey, y en ocasiones señaladas presentándose él mismo. Su presencia no pasó desapercibida, y en algunos documentos y cartas de la época se hace mención de la presencia del “Padre Ambrosio”, como confesor de distintos personajes relevantes. Estos testimonios aparecen de forma aislada y secundaria a lo largo de todo el siglo XVII.
Con la expulsión de los moriscos en 1611 y la destrucción del Sultán Badr de Granada en 1619 se completó la purga de los antitribu españoles del clan Lasombra. Pero Moncada miraba en otra dirección. De la misma forma que España no era capaz de imponer su hegemonía política sobre el continente europeo, el Sabbat se encontraba en desventaja frente al poder de los siete clanes de la Camarilla. Era necesaria una discreta retirada, un lugar donde prosperar y afianzarse a salvo antes de lanzar un contraataque. La Cofradía de San Rafael de Madrid fue enviada al Nuevo Mundo, y otras cofradías españolas de la Espada de Caín seguirían su ejemplo.
Convocados por el Arzobispo de Madrid, en 1625 representantes del Sabbat de toda Europa se reunieron en la villa, acordando el desplazamiento de la secta hacia el Nuevo Mundo. Algunos vampiros permanecerían en Europa para cubrir el éxodo y resistir el empuje de la Camarilla en la medida de lo posible. Moncada decidió permanecer en el Viejo Mundo, a pesar de las peticiones de algunos de sus correligionarios. En muestra de respeto, los Amigos de la Noche acordaron que celebrarían corte en Madrid cada diez años.
Moncada también consiguió importantes logros diplomáticos durante este período. El poderoso Goratrix, líder de los antitribu Tremere, visitó al Arzobispo en las catacumbas de Madrid, y poco después partió a México con su bendición. Por lo que ha traslucido, Goratrix deseaba un refugio seguro frente al resto de su clan, pero a Moncada la presencia del antiguo Hechicero en Madrid le intranquilizaba, pues podía suponer una peligrosa competencia y todavía recordaba el papel que Goratrix había jugado en el siglo XIII en el derrocamiento del Príncipe de París. El Nuevo Mundo sería un dominio adecuado para los antitribu Tremere –razonó y sugirió- lejos de los Tremere de la Camarilla, y suficientemente entretenidos con los problemas de la colonización.
Otro de los logros diplomáticos del Arzobispo fue lograr la adhesión del antiguo Eliécer de Polanco a la causa del Sabbat. Don Eliécer fundó la Cofradía de los Reyes de la Sombra, un movimiento en el clan Lasombra que pretendía rescatar su silenciosa y sutil manipulación de la humanidad al servicio del Sabbat. Poco después de la fundación de los Reyes, Don Eliécer se trasladó al Nuevo Mundo, pues no podía soportar la opresora presencia de Moncada. La Cofradía de los Reyes de la Sombra quedó bajo el liderazgo de Doña Ana de Mendoza, la Princesa de Éboli.
A través de su actuación como confesor, Moncada utilizó los recursos de la Corona a su servicio. Irónicamente la apatía de los monarcas españoles le ayudó en sus esfuerzos. Aunque la guerra contra la Camarilla estaba perdida en Europa, muchas cofradías del Sabbat lograron escapar al Nuevo Mundo. Siguiendo los consejos del Arzobispo muchos Cainitas siguieron a los misioneros y colonos dispuestos a explorar las nuevas tierras para extender la palabra de Cristo. Muchos miembros de la Espada de Caín se hicieron pasar por misioneros religiosos y colonos devotos.
A partir de 1665 el Arzobispo descubrió una nueva amenaza en sus propios dominios: los vampiros Tremere de la Camarilla, dirigidos por Doña Mariana de Teixeira, habían instalado una capilla secreta en Madrid y poseían agentes que merodeaban en torno a la Corte real. El rey sólo era un niño, pero su madre y los cortesanos eran muy influenciables. Se rumorea que los Brujos lanzaron maldiciones sobre el monarca que debilitaron su enfermiza constitución física y le imposibilitaron para tener descendencia, pero sin duda se trata de exageraciones. El Arzobispo utilizó el descontento popular contra sus enemigos: el confesor austriaco Juan Everardo Nithard fue obligado a regresar a Austria.
Durante el enfrentamiento entre los Lasombra y los Tremere, Moncada ordenó la creación de una Cofradía de espías dedicada a recoger y extender rumores y secretos entre los cortesanos: Los Duendes de Palacio. El intrigante Fernando Valenzuela recibió la sangre de los Guardianes y quedó al frente de la Cofradía. Hubo asesinatos e intrigas en la noche, pero finalmente en 1697 los Guardianes consiguieron prevalecer y la capilla de los Brujos fue expuesta y destruida. Doña Mariana de Teixeira fue capturada y ejecutada en una grotesca parodia de auto de fe.
La lucha contra los Tremere llevó al descubrimiento de un inesperado enemigo: desde Toledo, los Brujos habían recibido ayuda de un grupo de antitribu Brujah que practicaban la alquimia y magias infernales. Los Sabbat de Toledo destruyeron inmediatamente a los traidores. Entre sus escritos se encontraron referencias en torno a un poderoso demonio conocido como El Ángel Negro.
Ya fuera debido a los hechizos de los Tremere o a su propia constitución enfermiza, Carlos II murió sin herederos directos. El Arzobispo de Madrid sabía que un rey extranjero sin duda traería nuevos enemigos a su territorio, por lo que decidió aguardar y capear el temporal.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#19

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 21:04

Imagen LA LLEGADA DE LOS BORBONES
En abril de 1701, cinco meses después de la muerte de su predecesor, entraba en Madrid Felipe de Anjou, el heredero a la Corona de España designado por el último de los Austrias. Tenía poco más de diecisiete años. Heredaba Felipe V un país arruinado, en decadencia, y disputado por otro pretendiente: El Archiduque Carlos de Austria.
El entendimiento entre ambos fue imposible, y las potencias europeas se dividieron en la Guerra de Sucesión Española. En principio la fortuna no fue favorable a Felipe V, pues los partidarios del Archiduque Carlos consiguieron tomar varias poblaciones y entraron en Madrid en 1706, donde fue aclamado como Carlos III. Sin embargo, los madrileños, desde los más encumbrados nobles hasta las prostitutas, no apoyaron al pretendiente austriaco, sino que combatieron a sus tropas hasta obligarlas a abandonar el Alcázar. Obligado a retirarse, lo intentó nuevamente en 1710, pero los madrileños nuevamente lo rechazaron, a pesar del mal ejemplo de algunos nobles desleales. Felipe V regresó cuarenta y dos días después, siendo nuevamente aclamado.
La Guerra de Sucesión Española terminó con el tratado de Utrech (1713), por el que Felipe V era reconocido rey de España por las potencias europeas a cambio de la liquidación de sus posesiones en Europa y de la pérdida de territorios como Gibraltar y Menorca. Sin embargo, el reinado de la nueva dinastía comenzaba con prometedores inicios de reconstrucción y reformas.
Bajo la influencia de ministros, consejeros y personajes franceses como el jesuita Daubenton, el Duque de Grammont, el Marqués de Gournay, Jean de Orry, y las ordenanzas del propio Felipe V, Madrid y España conocieron una rápida recuperación interna, a pesar del declive político del país en la esfera internacional. Fueron creadas numerosas instituciones académicas como la Real Academia Española (1714), la Real Academia de la Historia (1738), la Biblioteca Real o el Seminario de Nobles. Al mismo tiempo también fueron construidos varios palacios como el de Miraflores, el de Perales o el de Goyeneche y en la Corte se generalizó la moda francesa. Hacia 1723 la capital española había alcanzado los 130.000 habitantes.
Felipe V, de carácter melancólico, abdicó en 1724 en su joven hijo Luis I, que tras un brevísimo reinado de siete meses, murió, obligando a su padre a retomar las tareas de gobierno. Ardió en 1734 el Alcázar de Madrid, llevándose tesoros artísticos e históricos de valor incalculable, pero pronto se tomaron medidas para levantar sobre sus cenizas un nuevo Palacio Real. Madrid se convirtió en una cantera, y no sólo para satisfacer las demandas reales.
Moría Felipe V en 1746, siendo sucedido por su cuarto hijo Fernando VI, cuyo reinado se caracterizó por la paz y la prudencia, un período laborioso y honesto que constituyó la cumbre del estilo barroco en Madrid. El reino vivía una situación de prosperidad hasta la repentina muerte de la reina Doña Bárbara (1758), que sumió al monarca en la depresión y la locura, lo que lo llevó al lecho mortuorio apenas un año después, sin dejar descendencia directa. Fue sucedido por su hermano Carlos, soberano del reino de Nápoles.

Tal y como había esperado el Arzobispo Moncada, a la muerte de Carlos II la Camarilla tomó medidas para atacar al Sabbat en los territorios del Imperio Español, donde su presencia era más fuerte. Acompañando a la Corte de Felipe V llegó en 1701 Louis Gaullert, descendiente del Príncipe de París, acompañado de una numerosa cuadrilla de arcontes, que se autoproclamó Príncipe de Madrid con el beneplácito de los Toreador parisinos. Aunque el Príncipe Anastasio de Castilla también ambicionaba convertirse en Príncipe de Madrid, finalmente prevaleció su voluntad de expulsar a Moncada y el Sabbat de la villa, y se alió con Don Louis, tras recibir la promesa de numerosas concesiones por parte de los Toreador. Aunque parecía que el bando de la Camarilla salía fortalecido con esta alianza, la resistencia del Sabbat fue mucho más fuerte de lo que se había pensado en un principio. Moncada y sus seguidores no estaban dispuestos a exiliarse al Nuevo Mundo ni a renunciar a lo que con tanto esfuerzo habían construido con el paso de los siglos.
La lucha contra las Cofradías de la Espada de Caín fue feroz, y la Academia de Mercurio, la capilla de los antitribu Tremere, fue destruida durante el conflicto. Durante varios años la situación parecía encontrarse en tablas, hasta la llegada de un nuevo enemigo en liza.
Los Tremere también ambicionaban apoderarse de la capital de España y en 1706, acompañando al Archiduque Carlos de Austria, entró en Madrid Don Francisco Pacheco, apoyado por los Brujos españoles y austriacos. Sin embargo, la resistencia de los madrileños a reconocer al Archiduque Carlos como soberano, debilitó seriamente su posición y apenas un año después se vio obligado a pactar una apresurada alianza con Don Louis Gaullert frente a la presión de la Espada de Caín.
Pero ante la poderosa alianza de Toreador, Tremere y Ventrue, el Arzobispo Moncada supo una vez más maniobrar con astucia. Utilizó a sus agentes y desveló que Don Louis Gaullert iba a reconocer la Hegemonía del Príncipe de París, sometiéndose a su vasallaje. Esta situación incomodó a sus aliados, y los Tremere fueron los primeros en atacarle abiertamente, retirándole su apoyo. Anastasio de Castilla se esforzó por conciliar los ánimos e intentó que Don Louis renunciara a todo sometimiento a la Corte parisina, pero fue imposible. La alianza se debilitó y el Arzobispo Moncada aprovechó para golpear con toda su fuerza. En 1710 la Cofradía de la Lanza Sagrada asaltaba el refugio del Príncipe de Madrid, y cuando los arcontes de la Camarilla consiguieron repelerlos se dieron cuenta de que Don Louis había desaparecido de sus aposentos. A la noche siguiente apareció una bolsa llena de cenizas en el mismo lugar, lo que constituyó un golpe desmoralizante. Poco a poco la Camarilla se retiró de sus posiciones y los últimos vampiros de la secta abandonaron la villa a finales de 1712.
El Arzobispo Moncada había conseguido conservar su posesión más valiosa, aunque no podía decirse lo mismo de otros dominios del Sabbat en los territorios europeos. Casi todas las fortalezas de la Espada de Caín en Europa Occidental habían caído o se encontraban en una precaria situación. Sólo en España y en algunos enclaves europeos aislados como Milán, la secta consiguió permanecer con fuerza. La mayoría de los supervivientes huyeron al Nuevo Mundo, donde reconstruyeron posiciones.
La nueva dinastía de los Borbones despertaba en Moncada cierto rechazo, aunque pronto se amoldó a los cambios y acogió la reconstrucción y expansión de Madrid con agrado. Aunque mucho más espaciadas que en el siglo anterior, se produjeron algunas apariciones del “Padre Ambrosio” en la Corte Real, reuniéndose con importantes personajes.
El incendio del Alcázar de Madrid, en 1734, que destruyó numerosas obras de arte y riquezas, parece que fue deliberadamente provocado. El palacio albergaba innumerables tesoros acumulados por la dinastía de los Austrias, pero algunos vampiros consideraban que los Borbones no eran dignos herederos, y temían, no sin razón, que muchos fueran vendidos o destruidos ante la imposición de las modas y gustos franceses. No han quedado evidencias al respecto, e incluso parece que en el incendio perecieron algunos Cainitas, pero se rumorea que algunas de las obras que se consideran desaparecidas de la vista de los mortales se podrían encontrar en los refugios de algunos antiguos y Cofradías de Madrid.
Aunque para España los reinados de los Borbones fueron un período de relativa calma, reconstrucción y prosperidad, el Arzobispo Moncada no descansaba, y desde las catacumbas de la Catedral de las Tinieblas enviaba a sus peones a las Diócesis de toda España, América y Europa para ejercer su voluntad. Varios antiguos de la Espada de Caín, como el Drac, líder de los Tzimisce de la península, habían caído durante la Guerra de Sucesión, y su vacío fue ocupado con peones al servicio del Arzobispo de Madrid. Durante el siglo XVIII las Diócesis de Valencia y Zaragoza terminarían reconociendo la Hegemonía del Arzobispo de Madrid, aunque con gran resistencia. También recibiría las visitas y embajadas de numerosos vampiros del Sabbat como el Arzobispo Giangaleazzo de Milán, el Priscus Sasha Vykos, o el prometedor Obispo Francisco Domingo de Polonia.
A mediados del siglo XVIII Moncada recibió por primera vez una embajada de Emmanuel Giovanni, representante del clan de los Nigromantes. Los vampiros Giovanni deseaban introducir su influencia comercial en España, con el beneplácito del Arzobispo de Madrid, prometiendo una estricta neutralidad en los asuntos del Sabbat y la Camarilla. Aunque desconfiaba de las promesas y manejos de los Nigromantes, Moncada accedió a la petición, a cambio de numerosas concesiones. De hecho, poco después, algunos Cainitas de la Cofradía de los Códices Ocultos comenzaron a realizar experimentos nigrománticos, y sin duda su adoctrinamiento fue el resultado de los negocios de la Espada de Caín con el clan Giovanni.

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Re: [V5] Madrid Nocturno: El laberinto de las tinieblas

#20

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2021, 21:05

Imagen EL MEJOR ALCALDE DE MADRID
Con malos augurios sobre una pronta muerte en seis años, llegó a Madrid Carlos III, hermanastro de Fernando VI en el año 1760, recibiendo una tibia bienvenida. Pero tras este poco prometedor inicio de su reinado, el monarca, con más de veinte años de experiencia como soberano de Nápoles, inició un vigoroso período de reformas legisladoras y urbanísticas. Madrid tuvo en los años siguientes calles pavimentadas y alcantarillado, por primera vez papel moneda, y España su bandera nacional e himno. Todas estas reformas se realizaron en el marco de la Ilustración, que se extendía por las capitales europeas más avanzadas.
Carlos III, amante de la acción y el ejercicio físico, seguía la doctrina del Despotismo Ilustrado:”Todo para el pueblo, pero sin el pueblo.” Su idea del absolutismo establecía que el monarca era la fuente de toda ley. Al principio de su reinado se rodeó de ministros extranjeros: Wall, Grimaldi y Esquilache, pero esta etapa terminó con el motín de 1766, que provocó la huida y destitución del ministro Esquilache, y con el rey refugiado en su propio palacio.
Aprendiendo de los errores pasados Carlos III se rodeó de ministros españoles como el conde de Aranda o el de Floridablanca. El inicio de esta nueva etapa fue marcado por la expulsión de los jesuitas en 1767. Aunque varias colonias se habían perdido en las guerras contra Inglaterra, posteriormente fueron recuperadas, y asimismo fue recuperada Menorca, restableciendo en parte la deteriorada influencia española en la política internacional. Estos éxitos también se consiguieron en el ámbito económico, con rentas jamás alcanzadas por monarcas anteriores, y las finanzas se estabilizaron, tomándose medidas para estimular la iniciativa industrial.
Sobre Madrid el rey realizó numerosos e importantes cambios. Aunque pasaba la mayor parte del tiempo en sus palacios de El Escorial, El Pardo o la Granja, participó de forma activa mediante ordenanzas renovadoras. Se inauguró alumbrado público de aceite, se abrieron pozos de saneamiento y las calles fueron empedradas. La renovación más espectacular fue la del Paseo del Prado, que anteriormente era una alameda, y que se convirtió en el mejor ejemplo de la renovación urbanística de la villa. Se construyó un Gabinete Natural, un Jardín Botánico y se ornamentó la ciudad con numerosas estatuas. Entre los edificios de este período destacan la Iglesia de San Francisco el Grande (1768), la Real Aduana (1769), el Hospital General de San Carlos (1776), el Palacio del Marqués de Grimaldi (1776) y la Puerta de Alcalá. Numerosos conventos y edificios religiosos fueron evacuados tras un acuerdo con Roma. En 1788 Carlos III moría en el Palacio Real, rodeado de las muestras de afecto de los madrileños, que lo consideraron “El mejor alcalde de Madrid.” Si Felipe II había convertido Madrid en la capital de la mayor monarquía de su tiempo y Felipe IV la había situado entre los centros culturales, Carlos III convirtió la Villa y Corte en una gran capital europea.

Si bien puede decirse que la segunda mitad del siglo XVIII fue una continuación del período de prosperidad anterior, en el ámbito vampírico surgieron nuevas complicaciones. El Arzobispo Moncada había conseguido convertir su ciudad en el mayor dominio europeo de la Espada de Caín, lo que atrajo a numerosos refugiados de la secta, expulsados de las guerras contra la Camarilla, que había conquistado casi todas las fortalezas del Sabbat en Europa Occidental. Sólo en España, Escandinavia, Europa Oriental y algunos reductos aislados los Cainitas mantenían cierta fuerza. La mayoría de los refugiados eran despachados hacia el Nuevo Mundo, donde el proceso de colonización continuaba, con la bendición de Moncada. Sin embargo, algunas Cofradías de carácter nómada permanecieron recorriendo a su antojo la península ibérica. Los Topos del Carbón, un grupo originalmente Abrazado entre mineros de las Islas Británicas, y dirigido por un antitribu Brujah llamado Patrick Roach, se mostraban rebeldes hacia el dominio del Arzobispo de Madrid, criticando especialmente a otras Cofradías como los Reyes de la Sombra, considerando que sus manipulaciones de los mortales no estaban demasiado alejadas de los antiguos de la Camarilla, lo cual era cierto en gran medida. Moncada toleró estas pequeñas muestras de desafío hacia su persona, y prosiguió imperturbable con su política habitual introduciendo a sus peones en el seno del ambiente cortesano, como el Marqués de Grimaldi.
Cuando estalló el Motín de Esquilache en 1766, varios de los servidores de Moncada fueron perseguidos y asesinados y apenas un año después, en 1767, la Compañía de Jesús fue acusada de instigar los desórdenes y sus componentes fueron expulsados de forma fulminante de España y de las colonias americanas de la Corona.
Este movimiento aturdió a los Lasombra, especialmente en América, cuya infraestructura política casi se vino abajo con la disolución de la Compañía de Jesús, al ser confiscadas todas las tierras y riquezas de los jesuitas. Los Lasombra de Nueva España culparon a los Tzimisce de la situación, acusándoles de conspirar con la Camarilla. Los Tzimisce respondieron atacando a los Lasombra y llamaron a sus aliados a las armas para tomar lo que los Lasombra les “habían negado”, al relegar al resto de los linajes fuera de la élite colonizadora. Así comenzó la Primera Guerra Civil del Sabbat.
El tradicionalismo de Moncada le salvó de este inesperado golpe durante un tiempo. Aunque algunos de sus servidores fueron expulsados junto con la Compañía de Jesús, la mayoría de sus peones eclesiásticos se encontraban en órdenes más antiguas, como benedictinos, dominicos y franciscanos, y las Cofradías de la Catedral de las Tinieblas actuaban en ámbitos demasiado diversos como para que la disolución de los jesuitas les afectara en conjunto. De hecho, los Reyes de la Sombra acrecentaron sus riquezas adquiriendo parte de las propiedades confiscadas.
Por otra parte, en principio la Primera Guerra Civil del Sabbat no afectó demasiado a la península ibérica. Los Tzimisce españoles o “Dracs” se encontraban asentados sobre todo en los territorios de la antigua Corona de Aragón, aunque tenían representantes en otras Diócesis españolas, y pertenecían a la Orden del Drac, opuesta a la rama central de su linaje, por lo que no apoyaron las reivindicaciones de sus parientes del Nuevo Mundo.
El Arzobispo estaba furioso, pues aprovechando la Primera Guerra Civil, la Camarilla se estaba extendiendo a partir de sus asideros en América. Moncada tomó entonces partido por sus chiquillos y su linaje, esperando poder finalizar el conflicto antes de que fuera demasiado tarde…pero la guerra, lejos de detenerse se extendió desde las colonias hasta el Viejo Mundo.
Para consolidar su poder sobre las Diócesis españolas del Sabbat, Moncada había enviado a varios de sus descendientes, con el rasgo de Prisci, para aconsejar a los demás Arzobispos y coordinar al Sabbat español…bajo su voluntad. En 1787 se creó oficialmente el Consejo de los Evangelistas, formado por cuatro de los más poderosos descendientes de Moncada, aunque sólo fue la confirmación de una situación ya extendida siglos antes, desde que la Diócesis de Sevilla reconociera la Hegemonía de Madrid.
En 1788 los Topos del Carbón dieron el primer golpe. Patrick Roach diabolizó a Doña Margarita de Monterrey, perteneciente a los Reyes de la Sombra, y las dos Cofradías se enzarzaron en una batalla sin reglas. Los Cainitas de la Catedral de las Tinieblas no consiguieron detener la violencia, y varias Cofradías nómadas de Castilla, Extremadura y Andalucía acudieron en ayuda de los Topos, que acusaban a Moncada de haberse acomodado y engordado como los antiguos de la odiada Camarilla.

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