Otros Mundos de Tinieblas

Moderador: Sebastian_Leroux

Sebastian_Leroux
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#1

Mensaje por Sebastian_Leroux » 06 Jul 2017, 00:44

Otras calles, otros personajes, otros brillos en los ojos destelleando en la noche catalana. Por aquí, cierta explicación. Pero francamente, yo que tú, seguiría leyendo...


Sebastian_Leroux
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#2

Mensaje por Sebastian_Leroux » 06 Jul 2017, 00:55

Efecto Margo, por @Oniric404

Cita:
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2-

Margo bajó del coche riéndose a carcajadas. Había sido un viaje relajado y delirante. Sus compañeras le ayudaron a salir riéndose a su vez, mientras una seguía con la absurda, pero increíblemente certera imitación del jefe de planta.

Miró la macrodiscoteca en la distancia del parking. No era ciertamente el lugar que ella hubiera elegido (quiero decir ¿quien llama ESPAÑA a su garito en medio de Barcelona?), pero cuando sus compañeros de la oficina le contaron sobre la quedada hace un par de días, Margo necesitó menos de dos décimas para decir "Sí, por dios". Por lo visto Carles había conseguido listas por el primo de la cuñada de blablablá... para este sitio, que pecaba de exclusivo. Pero esta noche daba igual.

Se dirigieron hacia la entrada mientras los focos iluminaban la piel de Margo como si fuera chocolate fundido. Se movía con comodidad enfundada en un mono de gasa roja, a juego con el carmín; con unas altas (y elegantes) sandalias con los detalles en el mismo tono que su gargantilla y brazaletes y triangulares pendientes: doradas. Se arrepintió de solo traer una americana blanca como abrigo, supuso que el tiempo sería más clemente. Frotó sus brazos bajo ella mientras seguía el movimiento del grupo.

Tras un rato de cháchara entre Carles y sus amigos y el portero, éste les hizo un gesto para que entraran. La música les inundó según cruzaron el arco como un chaparrón. Se movieron por la sala que les recibió primero durante un rato, buscando un sitio. No es que Margo estuviera poco acostumbrada a la multitud nocturna, pero no fue un paseo fácil. Un pivonazo (aunque eminentemente fuera de su alcance sexual) rubio la miró con aprensión al chocar con ella. Gilipollas. Eres tú el que va con prisa.

Alcanzaron una pequeña madriguera al lado de la barra, dispuestos a pedir unas cuantas copas.

Margo aceptó distraídamente su ron con bebida energética ("¡Alguien quiere estar muy despierta!" bromeó Carles al pasársela con un guiño), analizando con el ojo de un animal de la noche el sitio. La gente no parecía gran cosa, pero la música y el ambiente lo hacían un lugar que hubiera podido explotar con el Culto.

Pensó distraídamente en ellos. Hacía un mes que no acudía a las llamadas, pero simplemente, no podía. No se sentía agusto en el grupo sin Santi. Se preguntó, cada vez menos ilusionada, donde estaría su maestro y mentor mientras bebía. Las burbujas la sacaron de su trance, recordándole que esta noche, eso daba igual. Miró suspicaz a los hombres de negro que cruzaban el gentío, clasificándolos finalmente como guardaespaldas de un grupúsculo de chavalines que cruzaban la discoteca. Se relajó y volvió con sus compañeros.

El tal Carles era un baboso integral. Tras un buen rato de conversación grupal y evidentes signos de esquive por silencio a cada tejo que lanzaba hacia ella, pareció tomar otra estrategia. Reunió a un grupillo confidente antes de reclutar a la propia Margo y apartarles, sacando una bombeta blanca de un bolsillo y ofreciéndoles. Algunos se rieron nerviosos mientras cogían una pizca con el dedo. Margo se lamió el suyo con calma y lo mojó en el montoncito de polvo antes de examinarlo con ojo clínico un par de segundos. Realmente parecía MDMA, pero quería cerciorarse de lo que le diera el sujetos este. Chupó su dedo, expectante.

Coño, y no era cualquier MDMA. La ola amarga invadió sus papilas, haciendo que fuera a recuperar su copa con un copioso "gracias" por la invitación. Casi se choca por el camino con el mismo chaval, esta vez acompañado por un amigo de aspecto huraño. Bebió para quitarse el mal sabor y volvió a pedirle un tiro más. Margo sonrió, orgullosa de su propio magnetismo cuando el otro sonrío volviendo a sacar la bolsita.

La noche avanzó y con ella el humor de unos cuantos. Charlaron, rieron, bailaron. Sí que hubo un encontronazo con el tal Carles, que había intentado cobrarse un agradecimiento, pero la lengua de Margo fue tan afilada como acertada, haciendo del rechazo una elegante humillación. Cogió a sus dos compañeras más allegadas, y se fue a explorar la discoteca.

Acabaron en una sala tan hortera como mal (¿o bien?) iluminada. Una efigie taurina vigilaba la pista de baile. Ni 20 años criándose en este país la hacían capaz de admirar los símbolos folklóricos, y sonrió cuando vió una una bolsa de snack en uno de sus cuernos. La música, aun así, era impresionante. Cogió a sus amigas y se lanzaron a la pista.

Margo bailó, bailó durante segundos, minutos y eones. Cada subida y bajada, cada roce con su propia piel la hacían volar un poco más alto, dejándose llevar en sus movimientos perfectamente ejecutados. Sus amigas, y, según avanzó la noche, muchos más, la siguieron en su homenaje a la fiesta, a la propia vida.

Y algo hubiera dado de que hablar, si a alguien le hubiera parecido realmente importante, pues los deja-vús, que a pesar de lo extraño, son un tema ciertamente falto de interés; se extendieron por todo el local. Borrachos que habían perdido las llaves del coche, amantes sin un método de protección, amigos pensando en qué decir a la pandilla que le había dejado con poca confianza la poca droga que quedaba. Todos recordaron vagamente que quizá estaba en ese bolsillo. Y todos acertaron. La propia Realidad iba borrando y reescribiendo notas a pie de página, fundiendo sus propias tintas con el tono del Avatar de Margo. Esa noche, la Realidad podría haberse apartado como un harapiento velo al zote de un manotazo. Pero Margo tenía una misión mucho más importante. Nada podría arruinarlo. Ni los cultistas, ni Santi, ni Carles, ni el trabajo, ni esa pelea de la que apenas era consciente al otro lado de la sala. Margo bailó, fundiéndose en uno con la música.

Solo el desalojo pudo parar a Margo de su danza a través del universo.

Sebastian_Leroux
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#3

Mensaje por Sebastian_Leroux » 30 Jul 2017, 13:06

Meetic chick lit, por @Jebediah_Gogorah

Cita:
Era una tarde cualquiera de un día laborable cualquiera, de un otoño indeterminado, en la Ciudad Condal. Amanda Fábregas, abogada de éxito, salía de su despacho cuando justo Francesc Fornals entraba. Se saludaron fríamente. Llevaban unos días de morros, por discrepancias socio-laborables. Sí Laura Cambrils merecía un nuevo contrato no formativo, si debían tomar una estrategia más agresiva en el caso Gratacós, si aceptar aquella entrevista para el diario Ara era posicionarse demasiado con el tema independentista... todo un abanico de temas que le habían hecho discutir y que hacían que Amanda, se rompiera por dentro. Estaba profundamente enamorada de Francesc desde la facultad, pero ese amor no había sido correspondido. Por él, había montado aquel despacho de abogados con el dinero de papá, para tenerlo cerca y observarlo cada día.

Bajó las escaleras, pensando en lo raro que estaba Cesc de un tiempo a esta parte. De los hábitos que había empezado a cambiar. Le había contado aquella historia de la fotofobia, y la patraña de que de noche enfocaba mejor los casos y se sentía más inspirado.-Será capullo... -pensó... - ¿Es que acaso no va a presentarse a los juzgados?... pues la lleva clara... me va oír... - las quejas replicaban en su conciencia, aunque una parte de ella sabía que no se atrevería a ponerlo entre la espada y la pared. No. Tenía miedo a perderlo. Salió del portal y apuró el paso. Llegaba tarde a una cita con un tipo que conoció en Meetic. - Un clavo saca a otro clavo -. Aunque no tenía claro si quería establecer una relación o simplemente echar un polvo. Lo primero le aterraba. Todo lo que no fuera un compromiso con Francesc o con su oficio le daba escalofríos. Ella tenía muy claro que jamás tendría hijos. La sola idea le daba vértigos.

Cuando llegó al bar donde habían quedado para tomarse una caña, el tipo ya la estaba esperando. Nada que le sorprendiera ya a estas alturas. Bastante más feo que su foto de perfil en Meetic. -La realidad no tiene distintos perfiles, majo... - Tras la presentación empezaron a charlar aunque tras apenas cinco minutos, Amanda ya sabía que allí no había nada que rascar. Acabó la cerveza con cierto apuro y ante el estupor del citado, se levantó, le dió dos besos y se despidió con un mentiroso "-seguimos en contacto."

-Qué bonita es Barcelona en esta época del año... - El viento otoñal le lamía la cara, mientrás se pasaba el pañuelo por el cuello y caminaba por las tan características calles de aquella ciudad de tan peculiar arquitectura. Se encendió un Marlboro y se dispuso al encuentro de algún taxi. - ¿Y si vuelvo al bufete y me abalanzo sobre él...? - A Amanda se le empezó a pasar por la cabeza todas las escenas de una novela erótica, que le habían recomendado llamada "50 sombras de Grey", y que llevaba aún el bolso, pendiente de finiquitar las apenas últimas 20 páginas.-Que imbécil eres Amy... ya lo hiciste una vez y te rechazó... ¿aún no recuerdas cuando te declaraste...?... ¿El ridículo que hiciste?... Que estuviste una semana sin venir a currar... maldita idiota...-Amanda levantó la mano para parar uno de aquellos genuinos taxis amarillos y negros de la capital catalana, pensando en que la siguiente peli de Bridget Jones se inspiraría en su vida...

El taxi, paró y abrió la puerta trasera. -Al passeig de Pujades si us plau... - dijo a la vez que sacaba el móvil del bolso, cerciorándose de que estuviera a la distancia correcta de su cara y en la línea visual del espejo retrovisor del taxista... lo último que deseaba era entablar una conversación con el chófer.

Pasó dos pantallas con el pulgar de su mano izquierda y abrió la aplicación de Facebook. Tras un par de publicaciones de Venca, de Yoga en Barcelona y de Masterchef, se paró en una noticia...- Joder, varios extraños entran en el Mare Nostrum y hacen saltar la alarma de incendios... Madre mía, cómo está el patio...






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Sebastian_Leroux
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#4

Mensaje por Sebastian_Leroux » 30 Jul 2017, 16:44

Arte en clave, por @Victoria_Rain

Cita:
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- Esteban García Gallego. Adelante con la exposición.

Sólo bastaron esas pocas palabras para que al pobre estudiante se le acelerase el corazón a 1000 por hora. Pero se contuvo. Se repetía a sí mismo el mantra "tu directora de proyecto es una puta genio loca" y eso le provocaba la sensación primaria de tranquilidad al sentir que aunque a esa hora ella no aparecería, estaba en cada palabra y cada archivo de imagen de su Trabajo Fin de Grado, el cual, exponía despacio y haciendo el esfuerzo de vocalizar un castellano coherente. De esto pasó una hora y el tribunal se fue a dilucidar, saliendo él de la sala.

Con él salieron sus padres y algunos familiares. Había venido su tío Emilio, EGO; un artista de la vanguardia poco conocido en España pero que lo estaba petando en Nueva York.

- Lo has hecho fenomenal - dijo Emilio colocando la palma de su mano en el cuello de Esteban - Y estoy muy orgulloso de ti, eso sí, no me preguntes qué me ha parecido porque no he entendido nada, jejeje.

- Tito, que estés aquí ya es un regalo, realmente me he sentido muy apoyado, sé de sobra que has hecho un esfuerzo inmenso por venir con tu apretadísima agenda de artista famoso y eso ya es todo lo que podía pedir, no puedo estar más feliz.

- Hablando de regalos y felicidad...- se descolgó del hombro una maleta negra y se la puso en las manos - Ábrelo.

Esteban miró a su tío asombrado y maravillado, pues aunque no sabía exactamente el contenido sabía que lo que había en esa maleta era una pintura hecha por su tío para él, por haber acabado la carrera. Cuando levantó la tapa superior y retiró el papel protector abrió la boca y sonrió como no lo había hecho en su vida. EGO, el artista, le había pintado una placa base que tenía los componentes como si formasen un laberinto de dungeon, eso era lo que se veía si prestabas atención de cerca, porque si te alejabas un poco, era la cara de Esteban.

- Te lo mereces, campeón- sonrió Emilio - espero que el cuadro te recuerde siempre tu verdadero yo, tu EGO - y le guiñó el ojo.

- Ostras, tito, decirte "muchísimas gracias" es quedarme injustamente corto con lo que me has regalado.

- No hijo, fuiste de los pocos García que me apoyó cuando decidí probar el sueño americano, esto te lo debía. Y dime... ¿qué tienes pensado hacer ahora? Porque ya he hablado con colegas míos del Museo Nacional de Arte de Cataluña y necesitan un experto en informática para la Seguridad del Museo.

- Joder tito, ¿eres mi hado padrino o qué? - el muchacho hizo un ademán con la mano riéndose - ¡Por supuesto que acepto la oferta!

- Pero eso sí, la próxima vez que vayas a una fiesta de postín con gerifaltes barceloneses de la esfera del arte, avísame, que los trajes que tengo aquí en Barcelona empiezan a coger olor- y le echó el brazo por los hombros.

Esteban sólo sonrió. Por su cabeza pasaron momentos de los que prefería no hablar, sobretodo el último encuentro con su directora. Al fondo del pasillo se asomó una de los profesores del Tribunal y el muchacho se apresuró a conocer la decisión.

- Matrícula de Honor - sonrió dicha profesora. Y Esteban entonces pensó que todo había merecido la pena.

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#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 22 Abr 2018, 17:44

Las "Pinturas Negras" de Verónica por @Jebediah_Gogorah :

Cita:
{ https://www.youtube.com/watch?v=27inffaNVps - Pardon me I've got someone to kill by Diamanda Galas }

Un trazo negro seguía a otro en aquel enorme lienzo blanco, en el que Verónica Soldevilla expresaba quizás la negrura que ahora recorría su alma sin redención. La lluvia golpeaba las enormes cristaleras de aquel estudio de pintura, abierto a aquella hora de la madrugada, quien sabe si expresamente para Verónica. El lugar, indeterminado. No importa para esta historia.

- ¿ De verdad, que es esto necesario? - dijo un muchacho desnudo, imitando el "Pensador de Rodin" a apenas 5 metros del lienzo que Soldevilla garateaba. Un chico guapo y de escultural cuerpo, cuya posición perfectamente medida, impedía que sus partes nobles fueran vistas. El chaval, bastante más joven que Verónica, se preguntaba en que berenjenal se había metido, para ahora permanecer a las tres de la madrugada, en bolas, pasando frío al tiempo que el pedo que llevaba se le iba bajando. No era la primera mujer mayor que él que se ligaba, y sabía que muchas tenían sus extrencicidades, pero no solía llevarle más de una hora después de la discoteca, llevarles a la cama y echarles un buen polvo, que era al fin y al cabo lo que el joven buscaba. Y en parte, aguantaba aquel chaparrón, con esperanza que la muñequita de pelo corto rubio y pintura de labios azul, de medidas de modelo, y con una atracción magnética, casi mágica, se cansara de darle al pincelito, y se lo montaran allí mismo, entre sábanas gastadas y botes de pintura. Lo había visto en aquella famosa película antigua... y era bastante sexy. Ghost... eso era. ¿O era cerámica?... que más daba. Lo que el joven catalán sabía es que solo de pensarlo, su pene empezaba a erigirse erecto, y solo deseaba que llegase el momento.

- Shhh... calla gatito... no tardaré mucho. Esa postura la tengo más que pintada. Es de mis favoritas ¿sabes?. - respondió Verónica - Y si eres bueno... habrá más posturitas que tu y yo podremos practicar... - dijo asomando la cabeza bajo el lienzo con una sonrisa pícara y guiñando un ojo.

El muchacho se ruborizó al tiempo que la efervescencia juvenil daba paso en su mente, a escenas de todo tipo con aquella mujer, inclasificables probablemente. Era cuestión de tiempo y de paciencia.

Soldevilla seguía con trazos gordos con un pincel ancho, como la que pintaba por inspiración divina. Ella era una artista de postín en su vida antes de la maldición. Una artista imbuida por el color, cuyos cuadros eran reconocidos por el intenso colorido que aplicaba a su arte. Sin embargo ahora en su paleta, apenas dos enormes goterones negro y blanco, y unos más pequeños grises, formado por la mezcla de ambos.

Las líneas se sucedían, casi movidas automáticamente, sin pensamiento, con una rapidez inusual, como si de pintar un cuadro express se tratara. En un determinado momento, Verónica paró de pintar. Arrojó con furia la paleta y los pinceles, sacando al muchacho del sopor en el que se encontraba. No había frustración en su mirada, sino conformidad. - Ven, gatito, voy a enseñarte mi arte. - dijo Verónica sin dejar de sonreír con una malicia sensual y un ronrroneo continuo, mientras los tacones de aguja de sus botas resonaban en la quejumbrosa madera, cuando dio un par de pasos atrás dando espacio al joven que con una pequeña toalla blanca cubriendo sus partes, se acercaba desde la parte trasera del cuadro.

La cara del muchacho fue un poema al ver la pintura. Intentaba encontrar la similitud a la postura que había mantenido durante el posado. Giraba la cabeza, incapaz de comprender lo que sus ojos veían. Pero algo le sacó de aquella concentración. Las manos frías de Verónica, abrazándolo desde atrás, acariciaron sus tersos pectorales, e iba bajando mientras le besaba la espalda. Llegó a su miembro erecto y la toalla cayó. - ¿Te gusta, gatito? - dijo Verónica, sin parar de dejar el rastro de su carmín azul en la espalda. - Mmm no lo sé... - respondió el muchacho sin ningún ánimo de entrar en una discusión artística en aquel momento - ¿Es una de esas pinturas negras como las de Goya?... - agregó. - No, gatito... - Verónica empezó a masturbar al joven cuya respiración se iba acelerando desmedidamente... - Yo siempre pinto así... - dijo Verónica Soldevilla - Y ahora... Perdón pero tengo alguien a quien... - Y los colmillos de Verónica se clavaron brutalmente en el cuello del joven, sin el tacto erótico y pausado que había tenido hasta ahora. Con una brutalidad inhumana, como una hiena desfilando la carroña. El muchacho apenas pudo mantenerse en pie, hincando una rodilla y la otra después, aún con la boca de Verónica en su cuello. Incapaz de hacer nada... salvo ver aquel cuadro con aquella figura, que ante sus ojos se iba nublando.

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#6

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 10 May 2018, 11:24

Un baile prohibido por @Jebediah_Gogorah :

Cita:
{ https://www.youtube.com/watch?v=PImseK9jP_I - Slowly by Luis Eduardo Aute }
La barra de labios de aquel curioso color, recorría sus finos labios, para acabar con un beso contra su propia imagen reflejada en el espejo. Aquel extraño colorete que realzaba tanto su pálida piel. Aquellos cabellos rubios que brillaban casi con destellos, cuando el haz de luz la enfocó al entrar en aquella solitaria sala de suelo de parqué, abandonada para ellos. Para ella, radiante, y para la otra figura que esperaba en el centro de la improvisada sala de baile.
Una pareja que tal vez ni siquiera necesitara música para bailar, pues tras cogerle la mano, se fundieron en un abrazo improvisado. Ella jugueteaba con la perfecta coleta del pelo de él y la otra mano, con aquel esmalte de uñas tan característico acariciaba su espalda, mientras el colocaba sus manos en las caderas de ella, y empezaron a contonearse en un movimientos perfectamente rítmicos, con sus mejillas pegadas, y los ojos cerrados, disfrutando cada uno del olor del otro. Una escena capaz de ausentarlos del resto del mundo, aunque fuera durante el tiempo que durara la pieza.
Ambos abrieron los ojos, y movidos por una inercia sincronizada, pegaron ambas frentes, clavandose la mirada el uno al otro. Una magia invisible, la del deseo, que los incita a aproximar sus labios a una distancia capaz de derretir cualquier defensa. Una distancia insalvable incluso para lo prohibido. Ambos se tuvieron que conformar con rozar sus comisuras, e ir subiendo besos de nuevo hasta juntar las mejillas. Él se acerco a su oído y le susurró:
- Estas preciosa esta noche, nena...
- Gracias, Señor Fornals... usted también está especialmente... atractivo - contestó con una pícara sonrisa, Sandra, mientras su rostro se acomodaba en su pecho.
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#7

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 23 Jul 2018, 15:52

De advertencias tardías y dedicadas canciones por @Jebediah_Gogorah:

Cita:
El piloto rojo de la parte trasera de la Vespa rosa de Verónica se encendía fogosamente, frente al 305 del Carrer de Mallorca. Cesc descendía del paquete de la moto, con todo el garbo que la concentración para no quedar en ridículo frente a la chica que le gustaba, le permitía.

Cogió el bastón del lateral del scooter, colocado estratégicamente como si de un arma de los vehículos de las pelis de Madmax se tratara. Luego se quitó el casco y se lo devolvió a ella, que no llevaba ninguno. Y es que eran tan diferentes, que no podían sino atraerse. Ella tan salvaje, tan radical, tan rebelde... él tan comedido, tan recto, tan diplomático...

- Entonces... gatito, ¿no conoces el "Sweet Dreams"?... - preguntó inquisitavemente la piloto con el motor en ralentí y un pequeño hilo de humo blanco, que rápidamente se esparcía por el aire nocturno y ahora solitario de la calle - Pues no me extraña que estés tan desfasado Franqui... ese club es la leche... te lo digo entre otras cosas, porque yo lo regento... hahahaha... - le guiño un ojo - Aparte es el único club que permite que una rompecristales como yo cante de vez en cuando hahaha... Pásate el viernes anda, y podemos seguir arreglando el mundo... ¿que me dices?.

- Claro, Vero... me gustaría verte de nuevo - dijo dócilmente Francesc.

- Así me gusta, gatito - Y de sopetón cogió al ventrue por la corbata y tiró hacia ella, para plantarle un potente beso en los labios - Te veo el viernes, abogado - El rugir del característico motor de la vespa resonó rúa arriba... Fornals, se quedó esperando a que la última imagen de ella, desapareciera al doblar la esquina, como las personas a las que les importan otras personas. Cómo si quien sabe, aquel pudiera ser el último momento que fuera a verla.

El resto de la semana, Cesc estaba ausente en el despacho, llevándole los demonios a su socia Amanda, que no hacía sino reprocharle lo acarajado que estaba. Repasaba los casos, pero cada dos por tres se encontraba dibujando corazoncitos, o iniciando una V con una fuente estilizada... aquella boca de carmín azulado rebotaba en cada rincón de su cabeza. Aquella mirada felina que le taponaba el estómago.

Y así llegó el viernes. Y Francesc Fornals dejó su vestido de abogado y de ventrue en el armario y se vistió de tío joven, con su chaqueta de vestir de cuero, y unos vaqueros acordes al ambiente, al que creía iba a encontrarse. El resultado: Una risa alborotada de Soldevilla al verlo aparecer por sus dominios.

El Sweet Dreams, era un bar con dos ambientes. Uno dedicado al rock, el soul y el jazz, donde ambos se encontraban, y otro dedicado a la ópera y la zarzuela. Tenían diferentes entradas e incluso parecían que eran dos locales diferentes pero anexos y con un mismo propietario, en éste caso Verónica Soldevilla. Desde que lo adquiriera, aún de neonata y tras salir del ala de Socías, le había dado un toque canalla a este ambiente. Una enorme barra americana, con una pared vidriosa en uno de los laterales. Un pequeño hall con tres billares, iluminados por enormes y típicas lámparas verdes, y luego una zona de mesitas pequeñas y taburetes altos que apuntaban hacia un mediano escenario, donde una banda amenizaba con temas de rock pausado y ambiental, la velada.

Fornals se sentía cómodo en aquellos taburetes. Le permitían que su pierna sana estuviera totalmente estirada, mientrás la menos buena descansaba sobre el acolchado asiento. Pero sobre todo se sentía cómodo por la compañía. No sabía el porqué. Nunca se había sentido así, al menos no tan intensamente. Tenía que cuidarse de no parecer un bobalicón, porque se quedaba envelesado escuchándole hablar, tan dicharacheramente, que a los dos minutos, ya había pérdido el hilo de lo que te contaba.

- Y ahora, el momento que muchos estabamos esperando... Verónica, por favor... - anunció una voz tras el término de una canción, invitando a Soldevilla a subir al escenario.

Los aplausos se sucedían, mientras Verónica y su estilosa figura, con aquellos pitillos tan ajustados y rotos, con aquella chaqueta de cuero arremangada, y aquellas vertigionosas botas de tacón de aguja. Atuzándose su corto y rubio cabello.

En ese momento, un mensaje llegó al móvil de Cesc, que enseguida lo abrió, aprovechando aquel momento de soledad.

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Verónica subió la pequeña escalinata al escenario, aún entre el sonido de las últimas palmas. Dio un par de indicaciones a la banda mientras la misma camarera que la había anunciado colocaba una pequeña mesa alta donde disponía algo parecido a un Bloody Mary, al que enseguida Vero dio un largo trago, que convirtió su carmín azulado, en un llamativo púrpura. Dos chicas negras que hacían la vez de cantantes alternando los temas, se colocaron en la parte trasera, a modo de coro gospel.

- Esta canción - dijo ya al micrófono; un micrófono totalmente rodeado de flores de todo tipo - Esta canción te la quiero dedicar, Franqui... - y la música empezó a sonar:

{ https://www.youtube.com/watch?v=y7plR4_urZE - Many Rivers to cross by Sia }

Al acabar entre vitores, silbidos y aplausos, Verónica abría las manos en señal de agradecimiento. Unas manos ensangrentadas. Había apretado con tanta fuerza el pie del micrófono, que las espinas de la rosa le habían abierto sendas heridas en las palmas de las manos.

Mientrás, un Francesc Fornals contemplativo, absorto y entregado, guardaba el móvil en la chaqueta, sin contestar a su Sire, y preguntándose: - ¿Qué ríos son los que te quedan por cruzar, Verónica Soldevilla?...
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#8

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 12 Nov 2018, 17:56

Soldevilla dixit por @Jebediah_Gogorah:

Cita:
{ https://www.youtube.com/watch?v=PjLTGfG14Y8 - Sad Eyes by Bruce Springsteen }
- Y desde la azotea de ese edificio que ves ahí, es desde donde mi Sire se corre, y esparce su esperma de mentiras y demagogia barata, para que muchachas desesperadas como yo, acaben sucumbiendo ante las ansías de un poder que nunca llega... - Las palabras de Verónica estaban cargadas de ira, mientras sus dedos con uñas no muy largas de color negro, volteaban rápidamente la rueda del volumen de la radio, apagando la voz del Boss y de su melancólica guitarra.
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El mini cooper negro permanecía aparcado en doble fila en el paseo de Gracia, mientras la noche efervescía en un bullicio de gentes y tráfico. Soldevilla apuntaba con el dedo al edificio Batlló, mientras su mirada mostraba un rencor perceptible por Francesc que pemanecía analizando la extraña fachada, justo en el asiento del copiloto.
- Todo es mentira Franqui... palabrería barata. No creas nada de lo que te digan... sólo buscan confundirte. Desviarte del camino... extirpar nuestra propia naturaleza... subyugarla con leyes estúpidas... privarnos del mejor de los regalos... negarnos la ambrosía que estas personitas tienen corriendo por las venas... - la serpentina lengua de Verónica se animaba a disparar contra la camarilla, centrándose en su propio sire, Arpía de Barcelona, Marc Socías - Todo... ¿para qué?... para su propio interés. - El ruido de la piedra de un mechero, dio paso a una pequeña llama azulada, que prendió el cigarrillo que posaba sobre sus azules labios. - No se cansan jamás de tratarte como una jodido recadero, con promesas estúpidas, y lo único que conseguirás será una palmadita en la espalda y un "buen chico" - su cara burlona imitaba ahora la de un perro - te darán un huesito y hasta la próxima vez que necesiten que arrastres tu culo ante ellos, y hagas las cosas que ellos no pueden hacer. Si la cosa sale bien, llevarán su sello, pero si sale mal... ¡amigo! - una sonora carcajada sonó en el interior del pequeño coche - entonces estarás solo... tirado como una colilla - como la que, arrepentida, estrujaba contra el cenicero del coche.
Francesc observaba como su amada chica, vomitaba aquellas palabras cargadas de odio hacia su propia casa. Para el ventrue aquello era inconcebible. Había entendido que la lealtad a su clan era innegociable, más allá incluso que de la propia estirpe, si quería mantener su culo a salvo. Apenas un -... pero... - asomaba por los labios de Cesc cuando la Toreador siguió con su soliloquio.
- Pero no todos son así, Franqui... The times... they're changin... si lo dice Dylan, coño. - El dedo de Verónica acariciaba la lampiña barbilla de Fornals, totalmente afeitada, perenne e intacta, como aquel fatídico día que acudió a la cita con Creus. - Hay otros de nuestra especie que nos proporcionan la absoluta libertad, Franqui. Que no nos atan con ridículas reglas que enmascaran nuestra supremacia. Hay otros que nos permiten vivir como somos; sin autonegar nuestra naturaleza una y otra vez como hacen estos gilipollas - de nuevo el dedo acusador apuntaba a la fachada de la casa de Socías - Franqui... Barna no es más que un caldero en plena ebullición. La espada, anarcas y estos carcas... cociendo a fuego lento... es solo cuestión de tiempo que el agua rebose el caldero... se derrame y la olla acabe explotando... y cuando eso pase, Cesc, quiero que estes conmigo... ¿Harás eso por tu querida gatita?...
Cesc se limitó a callar, y por primera vez en mucho tiempo, Verónica Soldevilla, respetó aquel silencio. No quisó insistir. Ya había plantado la semilla en la cabeza de Cesc. Ahora solo tenía que regarla con algo de amor, ocultarla del sol, y dejar que poco a poco, germinara en otra deserción de la Torre. Se limitó a besarle con lascivia, ahogando los pensamientos del atosigado abogado, luego le guiño un ojo, embragó la primera del coche, y las ruedas chirriaron sobre el asfalto barcelonés.
- Hay muchos ríos que cruzar Franqui... pero siempre es mejor cruzarlos por un puente. - Sentenció la chiquilla de Socías - Y ahora, vamos a follarnos la noche, gatito...
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Victoria_Rain
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#9

Mensaje por Victoria_Rain » 22 Dic 2018, 19:22

Cita:
Pasillos. Más pasillos....pasillos infinitos. Un laberinto hecho a medida para seres taumatúrgicos. Severos, solitarios, perfeccionistas, competitivos...y atrapados. En ellos una figura avanza en silencio, teniendo cuidado de que cada paso que da no descubra su localización, aunque...últimamente le está siendo imposible. Porque por mucho empeño que ponga, sigue siendo un neonato.

Daren asciende desde el subterráneo de la casa de la Alcudia buscando huir de aquellas paredes opresivas que ocultan los pensamientos de los monstruos. Hoy al menos las siente así. Hoy sí que busca la luz que disfrutan los vástagos, esa luz amarilla de las farolas del mundo que abre un pequeño camino de esperanza a su humanidad entre las calles estrechas peatonales que rodean la Capilla. Y tras callejear un poco más, la Rambla.

Y de bruces...los árboles que flanqueaban la zona peatonal central estaban vestidos con luces de color azul que subían por ellos serpenteando fijando su silueta en medio de grandes edificios. No se había dado cuenta...tanto tiempo sin salir. Ya era Navidad.

Sintió unas terribles ganas de volver a la biblioteca y encerrarse a su estudio porque aquello empezaba a agobiarle como nunca. Se sentía extraño entre la alegría comercial, los grupos de gente joven con gorros de Papá Noel y aquel ambiente cargado de transeuntes por la calle que se afanaban en ultimar los detalles del día de Nochebuena y los regalos. Pero Cesc Constantí había sido demasiado claro y explícito.

- Egwu, tienes que traerme dos trozos de granates.

“Tener que”...deber, el deber de un tremere que vive en la base de la Pirámide, sintiendo el peso de esta como una tumba encima. Y sin quejarse. Pero el albino se quejaba en sus pensamientos porque no le apetecía salir con toda aquella estrafalaria fiesta en la ciudad. Sacó el móvil y buscó algún sitio lo más cerca posible, si tenía que sufrir aquello, al menos que durara poco.
Mandragora. El nombre de la tienda le llamó la atención.

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Al llegar, el tintineo de la puerta hizo que una muchacha rubia tras la recepción levantara la cabeza y se quedara absorta mirando a un negro albino vestido de gris y con un chaquetón de grandes solapas pasearse en silencio entre los estantes.

- ¿Puedo ayudarte en algo?- preguntó educada ella, aunque tuteándole nada más empezar.

El tremere, algo despistado y viendo que a priori no encontraba lo que buscaba se acercó a ella.

- Sí...disculpe, espero no haberla asustado a esta última hora...es que...tengo que hacer un regalo y

- ¿Para quién es el regalo?

- Para mi padre...es un coleccionista de minerales...

Hacía mucho tiempo que no pronunciaba la palabra “padre”. Algo ya tan lejano...y tan doloroso. Como una invocación, a su mente volvieron las calles de Iringa, el sonido del jeep llegando a casa a la hora de comer, las horas en las que le escuchaba cantar soul siguiendo el sonido de sus cintas de casette y la imagen de su risa blanca cuando comían juntos y le contaba las anécdotas del Parque.

El cambio en su rostro fue percibido por la dueña del local, que haciendo gala de una tremenda empatía y un acercamiento poco ortodoxo, acercó su mano a la de él en el mostrador.

- ¿Te encuentras bien? Perdona si me meto donde no me llaman, pero es que por tu acento no eres de aquí y .no sé, se te ve tristón.

- ¿Tristón?¿qué es tristón? - contestó el albino con un acento británico muy marcado. Lo había dicho más absorto por el acercamiento que por el significado en sí de la palabra.

- Pues triste...más que triste.

- Ah – él bajó la cabeza – bueno, es que

- ¿Tu padre está bien? Es que me da la sensación de que estás buscando algo para sanar el plexo solar...por lo del granate, ¿sabes?

- Señorita...- insistió el tremere – no quiero ser brusco, pero esto es una cuestión personal.

Lo había dicho con toda la flema del mundo con un tono de impaciencia. Y también lo había dicho triste. Ella bajó la cabeza y no dijo nada más, excepto el precio del mineral. El tremere pagó, cogió las vueltas y salió de la tienda.

Pero estando en la calle una voz femenina brotó de sus recuerdos, riñéndole.

“Llegará el día en que te darás cuenta de que te has quedado solo porque te estás volviendo como ellos”.

Daren paró de andar. La Rúa Entrepeñas le bufó en la cara la intensidad de esas luces que no quería ver junto con la voz de su conciencia. Notaba en su mano las dos piedrecillas de los granates envueltos en una bolsa de cartón y se quedó mirándola como un tonto mientras alguien chocaba con él por haberse parado de repente. Apretó los labios. Se dio la vuelta y volvió a entrar en la tienda. Volvió a sonar el tintineo. Ella miró hacia él extrañada.

- Lo siento. Sé que sus intenciones eran otras. Lo siento.

- No pasa nada...a veces, cuando lo estás pasando mal, estás tan obcecado en el problema que no puedes ver lo bueno que te rodea ahora.

Él se la quedó mirando pensando en lo que le había dicho, intrigado por aquella profunda emocionalidad de ella y aquella capacidad de ver con empatía las emociones sin saber a qué se debían.

- Me llamo Joanna – sonrió - ¿y tú?

- ...Daren.

- Bueno, Daren...espero que vengas más veces aquí, aunque se nota que no eres de Barcelona.

- No, no lo soy – el albino seguía mirándola intrigado – ehm...¿puedo hacerle una pregunta?

- Sí, claro.

“Soy un tipo al que no conoces de nada, tengo una pinta rara para lo que sueles ver por aquí, ¿por qué me tratas como si fuera una persona cercana?”

Eso es lo que pasó por su mente, pero esto no fue lo que le preguntó.

- ¿Por qué espera que venga más veces aquí?

- Pareces un tío interesante...no todos los días me pasa por la tienda alguien como tú, que me trata de usted y que me pone tanta distancia de por medio – volvió a sonreir.

El tremere entendió a qué se refería.

- Perdona, pero a mí me parece correcto y normal.

- Eso es porque eres inglés, pero ya he conseguido que dejes de tutearme. Mister Daren.

- Lo siento, pero

- Lo próximo será que dejes de disculparte tanto, no estamos en el siglo XIX, hombre, solo bromeo...es Navidad.

- Navidad...- repitió él cada vez más agobiado por el acercamiento.

- Sí, Navidad...hoy es Nochebuena, jeje, ¿tienes familia aquí?

- No, la verdad es que no...pero realmente hoy trabajo y aunque estuvieran aquí, no podría estar con ellos.

- ¿Sales muy tarde? Jolín, estoy por invitarte a una caña, a ver si se ilumina esa cara, que me imagino que debes estar muy solo aquí, en Barcelona.

- Ni siquiera tengo hora de salida – le cortó rápido el albino, sufriendo aún el acercamiento – mira...si quieres, dime dónde estaréis y me paso un rato – negoció al final.

- No sé dónde estaremos, mejor dime tu número y yo te aviso, anda, si somos un grupo variopinto de gente, vente.

El tremere se quedó parado, maldiciendo su escaso poder de negociación. Ya había pasado de saber su nombre a estar a punto de conseguir su número y no se le ocurrían excusas. Dudó, pero al final...

- 654

Total, siempre podía apagar el teléfono o simplemente no ir. Y no volver a esa tienda. Con eso fue suficiente para que ella volviera a sonreir y le apretara levemente el hombro como señal de colegueo.

Apretarle el hombro...a él...quien jamás dejaba que nadie le tocase.

Se despidió de ella y salió de allí con una sensación cruzada de haber roto su propia regla de cero contacto afectivo con mortales y de sentir que algo bueno le había pasado en mucho tiempo. Y pensó en que Laren se lo habría hecho igual. Él solo se montó un estúpido río de metáforas en las que ahogar aquel pequeño cambio poco conveniente. Un río de aguas turbulentas que cruzar en una barca con luces de Navidad.


Pero el brillo de aquellas luces le había hecho sentirse persona importante, otra vez, aunque fuese por poco tiempo. Parecía que esta noche empezaban a molestarle menos.

Por el camino áspero, a las estrellas.

Sebastian_Leroux
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#10

Mensaje por Sebastian_Leroux » 20 Feb 2019, 15:29

Por Jebediah_Gogorah:
{ https://www.youtube.com/watch?v=y9Gf-f_hWpU - There is a light that never goes out by The Smiths }

- Y ... ¿que me dices de tu abuelete? - Los pasos decididos de Verónica, con aquellos tacones de aguja, intentaban acompasarse al caminar errático de Francesc, creando un asíncrono eco, casi molesto. El paseo marítimo estaba prácticamente vacío a aquellas horas de la madrugada, y el aire otoñal, no invitaba a otra cosa que no fuera estar a resguardo en casa.

Solapas del abrigo subidas, guantes y bufandas, y brazos entrelazandos, más por una muestra de afecto y cariño, que por buscar un calor corporal inexistente.

- ¿Que pasa con él?. - Contestó Cesc.

- Menudo hijo de puta. ¿Te tratan bien los patricios?... Que no me entere yo que ese culito pasa hambre.

- Supongo que no puedo quejarme. Ellos planean, yo ejecuto. ¿Como iban a estar descontentos?. Eso sí, como se enteren que ando con la chiquilla de la Arpía, seguro que me cortan las pelotas, y las ponen de adorno en el próximo árbol de navidad del Mapfre.

- Nada. Otro fantoche. Se cree con un poder que no tiene... pero eso según tengo entendido, es propio de tu clan... jaja. ¿No te creeras con poder sobre mí, verdad?... Porque borratelo de la cabeza. - Soldevilla sonreía con cierto desaire, intentando en cierto modo detener la diarrea verbal. - Eso sí... sabe rodearse de gente buena y muy válida - asentía con su enguantada mano en el mentón - El marica de tu sire, fue un tipo muy solicitado... un auténtico desperdicio... esa polaca... ¿es polaca? ... menudo bicho... se de buena mano que le cubre bien las espaldas.

Las dos figuras seguían paseando tranquilas, pero con cierta guardia alta. Las olas rompían furiosas, y la espuma salitrosa, a veces les alcanzaba el rostro, en forma de efímeras gotas.

- Y ya no te cuento tu hermanita... menuda perra... una mala pécora de cuidado... pero me cae bien esa mocosa. Tiene un par de ovarios bien puestos. Llegará alto, si no se despeña primero...

Una pareja aparece de frente a unas buenas decenas de metros... - ¿Tienes hambre?... me suena el estómago.

- Vero... ya sabes que yo... no puedo así... siempre tengo hambre, pero no puedo así...

- Tranquilo Frankie... tal vez pronto, puedas librarte de toda esas taras... tal vez pronto.

- ¿A que te refieres?

Francesc solo obtuvo una pícara sonrisa por respuesta... ella soltó su brazo, y los pasos de Soldevilla, empezaron a coger sincronismo y velocidad. Agoreros tacones para aquella pareja que pronto estarían adormilados en la parada del bus, pensando en que podía haber pasado.

El teléfono de Cesc sonó con un doble beep. Un mensaje a aquellas altas horas de la madrugada.

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