EPÍLOGO COMÚN

Moderador: Sebastian_Leroux

Sebastian_Leroux
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#1

Mensaje por Sebastian_Leroux » 29 Oct 2016, 13:53

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Sebastian_Leroux
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#2

Mensaje por Sebastian_Leroux » 29 Oct 2016, 14:30

La noche siguiente al fin de la aventura...
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Sebastian_Leroux
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#3

Mensaje por Sebastian_Leroux » 29 Oct 2016, 17:56

Unas cuantas noches después del fin de la aventura, en un lugar indefinido...




Algo para escuchar mientras:


-Plas, plas, plas
Unas palmadas secas, espaciadas, solitarias e irónicas, sobre todo irónicas, saludaron a la nueva figura que entraba en el enorme salón de baile, las paredes forradas con múltiples espejos, una espectacular mesa rectangular en uno de los extremos, sillas Luis XVI a juego, del mismo estilo que el resto de muebles que acondicionaban la estancia con un tan exquisito como antiguo gusto estético.
-Brrravoo, bravo, damas y caballeros, saludemos en su propia lengua a la inefable y orgullosa Veguer Condal – la mujer que aplaudía, ataviada con lujosas ropas de época para varón (medias blancas hasta las rodillas, chaqué, peluca) habló así a la recién llegada - La ocasión bien lo merece, dado que el juego ha acabado, y hoy la Veguer ha aprendido que es un poco menos inefable de lo que creía. ¿Y para qué jugamos, si no es para aprender? ¿O me equivoco, Dolors?
Dolors Barceló, Veguer Condal de Barcelona, acabó la profunda reverencia salutatoria al resto de los presentes, media docena de los vástagos políticamente más influyentes del viejo continente, para después encarar a su interlocutora, Victoire de Talleyrand-Picard, mano derecha del Príncipe de París. Recogiendo ligeramente con ambas manos la falda sobre el miriñaque, y con toda la gracia que su grueso cuerpo le permitía repitió humilde el saludo, añadiendo:
-Saludos, Victoire, tía queridísima, es un honor que al fin me hayas invitado a una de tus pequeñas reuniones. Tu primo, el Príncipe de Barcelona, te manda el más grande de los saludos y pregunta por la salud de tu sire, el Prínc
-Basta, basta te digo. No te he invitado para que me recuerdes la genealogía de la sangre de Villon ni para intercambiar zalamerías, Dolors. Te he invitado porque hay urgencia en nuestros planes y para que reconozcas tú derrota, delante del representante del Círculo Interno – Victoire señaló a un vástago de casi dos metro y de aristocrático porte – y del resto de los enviados de las ciudades – Victoire empezó a rodear a Dolors, como el gato que está eligiendo por dónde empezar a devorar su queso - Dijiste que Barcelona era tan segura como cualquier otra ciudad europea. Dijiste que podríais aguantar otros quinientos años el empuje del Sabbat. Dijiste que querrías encabezar nuestra recién nacida Alianza, la Alianza que durante tantos años habéis perseguido, “no sólo para parar al Sabbat”, dijiste, “si no para echarlo al mar y expulsarlo de la península y de todo el continente”. Y bien ¿qué nos dirás ahora? En menos de un mes y casi sin esfuerzo hemos conseguido una lista completa de vástagos de tu ciudad, de sus agentes mortales, de las redes de información que empleáis. Todo es nuestro. Si en lugar de nosotros hubieran sido esos salvajes... ¿aún vas a insistir en tu fantasía de que os dejemos liderar el esfuerzo bélico? – Victoire seguía rodeando a Dolors, mientras sus palabras cada vez dejaban traslucir más el desprecio que sentía por su homónima catalana en el momento de su victoria.
- Esos datos, tía queridísma, os los habríamos proporcionado si los hubieses pedido – le contestó Dolors, aún mirando al suelo, en actitud humilde.
- Ja, convenientemente retocados y recortados por tu eficiente Administración. Cogiéndolos nosotros, no sólo probamos que vuestra seguridad no es de fiar, querida sobrina, si no que la autenticidad de los mismos queda así fuera de toda duda.
- ¿Estás segura de eso, Victoire, querida? – por primera vez Dolors levantó la mirada del suelo, y fue evidente para todos los presentes que hasta ahora había evitado hacerlo para ocultar una media sonrisa, retorcida y hambrienta y unos ojos brillantes y maliciosos.
La toreador francesa, por primera vez en la noche, vaciló en su empuje retórico. No era posible...
- Cualquier teórico ataque del Sabbat sobre nuestro humilde principado con la inteligencia con la que os habéis hecho ahora estaría condenado al fracaso. Los datos están convenientemente falseados, tía querida, y si la mismísima Mitra de Villon ha sido incapaz de detectar el ardid, mucho menos lo harían esos monstruos sin refinimiento de la Espada de Caín, como supongo que acordarás conmigo.
- En menos de una mes, como bien dices, la Administración del Príncipe Solá i Cortés ha abortado tres ofensivas Sabbat, eliminando medio centenar de esos monstruos, ha capturado uno de tus Varegos, el cual liberaremos en cuanto lo ordenes, por supuesto, tía – y ahora era Dolors la que rodeaba en un predatorio movimiento circular a Victoire - eliminado definitivamente otra de ellas, sentimos la pérdida de tu peón, y liberado controladamente información falsificada en una medida operación de contrainteligencia mediante la tercera de tus enviadas vikingas. Cualquier ofensiva basada en esa información estaría condenada al más estrepitoso fracaso. Luego sí, hemos aprendido algo.
- Hermanos y hermanas de la Camarilla Europea y el Círculo Interior – Dolors levantó la voz y pronunción con ceremonial orgullo las siguientes palabras - Barcelona es un aliado tan fiable en futura la guerra contra la Espada de Caín como lo ha sido ya en el pasado. Creo que eso ha quedado hoy claro esta noche. Agradecemos vuestro ofrecimiento para aconsejarnos en los asuntos domésticos de nuestro principado, pero lo declinamos. Por lo tanto, reclamamos tener voz y voto en el inminente conflicto que se librará en nuestro suelo. Y sabremos agradecer la colaboración del resto de ciudades cuando este haya acabado. Así que ahora, si a mi amantísima tía le parece bien, - y de nuevo desplegó su retorcida sonrisa, esta vez frente al resto de vástagos de la sala - negociemos.

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