Preludio: Lazos del Pasado

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#1

Mensaje por Mu_ » 03 Feb 2017, 00:54

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Una noche más en esta ciudad:
Caminaba hacia por fin hacia casa, tras una fugaz visita a la redacción, donde un par de chicos aún trabajaban aunque había caído ya la noche. Volvía con un pequeño portátil en el que tendría que terminar los documentos necesarios para mañana.

Al pasar por mi calle, di un rodeo para esquivar a los jóvenes que se estaban pinchando con una jeringuilla. Todavía me acuerdo de cuando éste era un barrio bien.

No veía el momento de llegar, pero por fin el viejo ascensor culminó su lento ascenso. Pasé a mi apartamento y cerré la puerta. Dejé mis cosas un momento sobre la mesa de café y me quité los tacones con un sonoro gemido de alivio. Al fin. No suelo vestir ese calzado, pero cuando tienes que convencer a unos viejos empresarios de que se anuncien en un periódico anticapitalista, toda ayuda es poca.

Me dejé caer en el sofá, espatarrada y fofa como una muñeca de goma. Mi jornada todavía no había acabado, pero necesitaba quedarme un rato como tonta sin hacer nada antes de volver a la batalla de las hojas de cálculo.

¡Ding, dong!

"¿Pero quién?". Me levanté acompañada por un profundo suspiro de protesta. Y se me metió un poco de miedo al acercarme a la puerta. Miré por la mirilla y vi a un pequeño hombre barbudo, al que abrí.

─ ¡Jordi! ¡No puedo creer lo que ven mis ojos!

Jordi estaba plantado frente al umbral mirándome intensamente. No sabría decir por qué, pero me parecía más como un fantasma que como mi amigo, pálido, ausente y a oscuras en el rellano.

─ Carme. Hola.

─ ¿Cómo es que vienes por aquí?

─ ¿No me vas a dejar pasar?

Me aparté y le hice un gesto, y el entró lentamente como si estuviera atravesando una barrera. Pasó directo hasta el salón, ya que conocía bien la casa. Lo miré por fin a la luz.

─ Tienes mejor aspecto que la última vez.

─ Es que he cenado antes de venir ─no comprendí demasiado su respuesta, pero no tenía ganas de tratar con sus cosas raras.

─ ¿Qué es, Jordi ─dije ya algo cortante─?

─ Me gustaría que me ayudases con una cosa.

─ ¿Qué te pasa ─lo dije con toda la intención─?

─ Necesito ropa.

─ Pueees... cómprala.

─ Me gustaría que me ayudases a comprarla.

La propuesta me dejó muy descolocada. ¿Después de meses evitándome ahora venía aproponerme planes? Le vi vestido con una camisa de manga corta a pesar del frío de diciembre y unos pantalones gastados que necesitaban un lavado. Quizás sí era que necesitaba ropa y nada más.

─ Pensaba que te comprabas ya tu propia ropa. Joder tío, que tienes 42 tacos ya.

Él se giró y miró hacia la pared. Supe que echaría de menos la foto nuestra que ya no estaba colgada. Se quedó un rato en silencio, diría que no le sentó nada bien comprobar que la vida seguía sin él.

─ Carme, necesito tu ayuda. Ríete de mí si quieres. Me compro mi ropa, de vez en cuando. Pero necesito ropa para una fiesta de postín y no quiero hacer el ridículo.

─ ¿Una fiesta de postín ─dije con toda la extrañeza en la cara─? ¿A qué fiesta vas tú? Quiero decir, ¿a qué fiesta "de postín"?

Jordi se volvió a girar un poco hacia mí, pero bajando los ojos. Desde que dejó de venir al periódico y empezó con asuntos raros, tenía dos formas de estar frente a mí: o me lanzaba una mirada intensa y perforante, o miraba para otro lado esquivando mis ojos.

─ Es una fiesta en el consulado francés. La invitación pide acudir en "traje, chaqué o esmoquin".

─ ¿Qué? ¿Qué pintas tú en el consulado? ¿Tú sabes la gente que va ahí?

─ No lo sé. Me han invitado. Supongo que como director del periódico...

─ ¿Pero tú sabes la gente que va allí? ¿Tú crees que les gusta lo que escribimos?

De repente volvió a clavar sus ojos en los míos. Lo hizo con tal velocidad y fuerza que me asustó.

─ ¡Carme! Necesito que me ayudes, por favor. No tengo a nadie más en quien confiar.

─ Tú no confías en mí ─prostesté─.

─ Carme, por favor, esto es importante para mí.

Lo contemplé, con su mirada intensa y magnética, pero a la vez suplicante. Más que pena, sentí enfado de que, después de todo lo que había pasado, recurriera a mí cuando necesitaba cualquier cosa.

Pero luego pensé que quizás podría ayudarle. No a comprar ropa, pero si le apoyaba con esto quizás empezara a confiar de nuevo en mí y me hablase de lo que fuera el lío en el que estaba metido. Y le estaba perdiendo la paciencia a Jordi y sus vaivenes, pero de veras quería salvarle, aunque no supiera de qué.

─ Tranqui, tío. Mañana si quieres después de comer puedo acercarme contigo al Passeig de Gràcia.

─ Tan pronto no puedo, te recojo a las siete en la redacción.

─ Ya empezamos.

─ Gracias, Carme.

Antes de que pudiera reaccionar me dio un beso en la frente y salió del salón y escuché la puerta. Después de tomarme un momento, miré al ordenador y decidí llenar la bañera y mandar al trabajo a tomar por culo.
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#2

Mensaje por Sebastian_Leroux » 05 Feb 2017, 00:31

Era apenas las 8 de la tarde y el centro comercial, un bonito edificio modernista del Paseo de Gracia reformado para ser rellenado de tiendas y franquicias, rebosaba visitantes. La liberalización de horarios comerciales, el húmedo frío de diciembre y la fiebre consumista de las fiestas hacían que ya no admitiese un alma más. Tal vez por eso mismo, Jordi entró sin problemas por la puerta principal del edificio, y empezó a buscar con la mirada a Carme. Ayer la había visto muy guapa, cansada, pero muy guapa. Cuando estaba con él casi nunca se arreglaba, y le sorprendió encontrarla tan tarde en casa pero maquillada y con un vestido formal. Siempre le habían sentado muy bien los vestidos a Carme.
Hoy, en cambio, llevaba un atuendo menos formal y más habitual en ella. Cuando le vió, le saludó en la distancia y le indicó con la cabeza una escalera a medio camino de sus posiciones. Así era ella, antes si quiera de entablar conversación, ya había que empezar a hacer algo útil.
-Hola Jordi.
Los dos periodistas empezaron a subir la escalera, algo menos atestada de clientes que el resto de la superficie, hacia la cuarta planta.
- Mira, tal y como te conté por móvil María nos hace un favor, al fin y al cabo no lleva tanto tiempo trabajando en la tienda esta, y los encargos se hacen siempre con más tiempo. Y ella sólo es amiga de mi hermana, no somos íntimas, así que intenta ser generoso con la propina, que les pagan una miseria. ¿Te has decidido por smokin o por traje? Yo creo que
Las indicaciones siguieron todo el trayecto, peldaño tras peldaño. Jordi estaba inseguro de si la colección de instrucciones tenía como objetivo tratarle como un niño, castigo apropiado a su crimen, o llenar el tiempo para evitar más recriminaciones y frases con dobles sentidos.
La tienda (autodenominada poco modestamente sastrería) pertenecía a una cadena internacional de ropa pret a porter, pero con ínfulas. Una vez elegida la talla y el modelo adecuado, en la propia tienda se realizaban las medidas destinadas para que en un tiempo exprés se produjeran los ajustes adecuados, probablemente en un taller clandestino de inmigrantes ilegales del extrarradio barcelonés. Carme se adelantó para saludar a su conocida, la tal María; mientras, Jordi empezó a pasear entre filas de trajes y conjuntos. Fue entonces cuando sintió una mano en su hombro.
- Señor López, siento molestarle, pero es usted una persona difícil de contactar, y lamentablemente no andamos sobrados de tiempo- Mismas gafas cuadradas, mismo aspecto de funcionaria aburrida: Alicia Giner, ghoul toreador, sostenía un traje negro aún con la percha, de aspecto tan anodino como ella misma.
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#3

Mensaje por Mu_ » 05 Feb 2017, 12:17

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Eran apenas las 8 de la tarde y el centro comercial, un bonito edificio modernista del Paseo de Gracia reformado para ser rellenado de tiendas y franquicias, rebosaba visitantes. La liberalización de horarios comerciales, el húmedo frío de diciembre y la fiebre consumista de las fiestas hacían que ya no admitiese un alma más. Tal vez por eso mismo, Jordi entró sin problemas por la puerta principal del edificio, y empezó a buscar con la mirada a Carme. Ayer la había visto muy guapa, cansada, pero muy guapa. Cuando estaba con él casi nunca se arreglaba, y le sorprendió encontrarla tan tarde en casa pero maquillada y con un vestido formal. Siempre le habían sentado muy bien los vestidos a Carme.
Hoy, en cambio, llevaba un atuendo menos formal y más habitual en ella. Esto le produjo un poco de amargura. La noche anterior quiso pensar que Carme estaba cambiando su look al hacerse mayor, algo que siempre sospechó que haría, pero ahora sólo podía pensar que se había visto con alguien. Esto, junto con la fotografía de ambos quitada de la pared, era la constatación de que la vida seguía sin él. Jordi sabía que debía alegrarse por su amiga, pero no lo conseguía.
Cuando le vio, le saludó en la distancia y le indicó con la cabeza una escalera a medio camino de sus posiciones. Así era ella, antes si quiera de entablar conversación, ya había que empezar a hacer algo útil.
-Hola Jordi.
- Hola Carme. Perdona por plantarme ayer en tu casa de esa forma. Estoy muy nervioso con este tema y no tengo a nadie a quien recurrir para consejos de moda.
Eso no era técnicamente cierto. Jimena de Urquijo, la Condesa Roja, probablemente le vestiría de forma más extraordinariamente adecuada que Carme, que no pasaba de ser una chica con buen gusto. Pero la posibilidad de pedir esto a su sire le avergonzaba profundamente, se sentía como un niño pequeño al que le tiene que poner la ropa su madre.
Los dos periodistas empezaron a subir la escalera, algo menos atestada de clientes que el resto de la superficie, hacia la cuarta planta.
- Mira, tal y como te conté por móvil María nos hace un favor, al fin y al cabo no lleva tanto tiempo trabajando en la tienda esta, y los encargos se hacen siempre con más tiempo. Y ella sólo es amiga de mi hermana, no somos íntimas, así que intenta ser generoso con la propina, que les pagan una miseria. ¿Te has decidido por smokin o por traje? Yo creo que
- No sé, el traje podría servirme para un futuro, pero siempre he querido verme de esmoquin, ¿y cuándo voy a poder -dijo Jordi, intentando aportar algo de humor-?
Las indicaciones siguieron todo el trayecto, peldaño tras peldaño. Jordi estaba inseguro de si la colección de instrucciones tenía como objetivo tratarle como un niño, castigo apropiado a su crimen, o llenar el tiempo para evitar más recriminaciones y frases con dobles sentidos.
La tienda (autodenominada poco modestamente sastrería) pertenecía a una cadena internacional de ropa pret a porter, pero con ínfulas. Una vez elegida la talla y el modelo adecuado, en la propia tienda se realizaban las medidas destinadas para que en un tiempo exprés se produjeran los ajustes adecuados, probablemente en un taller clandestino de inmigrantes ilegales del extrarradio barcelonés. Carme se adelantó para saludar a su conocida, la tal María.
Mientras, Jordi empezó a pasear entre filas de trajes y conjuntos, mirándolos pero no viéndolos. Su mente no podía evitar ignorar algo tan banal como la ropa y pasearse por la fiesta del consulado, la Condesa, el novio de Carme y hasta los pobres inmigrantes, el último eslabón de una cadena de explotación que empezaba en los colmillos de los Vástagos. Fue entonces cuando sintió una mano en su hombro.
- Señor López, siento molestarle, pero es usted una persona difícil de contactar, y lamentablemente no andamos sobrados de tiempo-Mismas gafas cuadradas, mismo aspecto de funcionaria aburrida: Alicia Giner, ghoul toreador, sostenía un traje negro aún con la percha, de aspecto tan anodino como ella misma.
A Jordi casi se le salieron los ojos de las órbitas al ver a... ¿podía ser la persona que le producía más tirria del mundo? Miró hacia Carme y vio que seguía enfrascada en una conversación de cortesía con su amiga. Entonces hizo algo tremendamente inapropiado.
Agarró rápidamente a la esbirra del hombro y la empujó hasta un rincón, desde el cual estaban protegidos de la vista por un perchero de trajes.
- ¿Qué cojones estás haciendo aquí -le gritó en voz baja-? ¿Y cómo sabiáis dónde iba a estar?
El Brujah disfrutó viendo a Alicia perder, aunque sólo fuese por un momento, su eterna pose fría y profesional, y contemplar su cara soprendida, quizás asustada, con las gafas descolocadas. Infantilmente satisfecho con eso, la soltó y retrocedió un paso, al fin y al cabo no quería más líos aunque estaba muy cabreado y preocupado porque la Camarilla le estuviera siguiendo.
En ese momento Carme miró y se extrañó de no ver a su amigo en el sitio donde estaba justo hace un segundo.
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#4

Mensaje por Sebastian_Leroux » 05 Feb 2017, 20:52

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#5

Mensaje por Sebastian_Leroux » 06 Feb 2017, 02:53

- Señor López, siento molestarle, pero es usted una persona difícil de contactar, y lamentablemente no andamos sobrados de tiempo-
A Jordi casi se le salieron los ojos de las órbitas al ver a... ¿podía ser la persona que le producía más tirria del mundo? Miró hacia Carme y vio que seguía enfrascada en una conversación de cortesía con su amiga. Entonces hizo algo tremendamente inapropiado.
Agarró rápidamente a la esbirra del hombro y la empujó hasta un rincón, desde el cual estaban protegidos de la vista por un perchero de trajes.
- ¿Qué cojones estás haciendo aquí-le gritó en voz baja-? ¿Y cómo sabiáis dónde iba a estar?
El Brujah disfrutó viendo a Alicia perder, aunque sólo fuese por un momento, su eterna pose fría y profesional, y contemplar su cara soprendida, quizás asustada, con las gafas descolocadas. Infantilmente satisfecho con eso, la soltó y retrocedió un paso, al fin y al cabo no quería más líos aunque estaba muy cabreado y preocupado porque la Camarilla le estuviera siguiendo.
En ese momento Carme miró y se extrañó de no ver a su amigo en el sitio donde estaba justo hace un segundo.
Le tocó entonces sorprenderse a Jordi cuando comprobó que el gesto de la ghoul, que él había tomado por miedo, demostró ser un rictus de cierta tensión por si la situación se descontrolaba. Alicia miró con cierta atención el entorno de la tienda, incluídos las cámaras de vigilancia, ignorando por una fracción de segundo al brujah y su reacción. Aparentemente satisfecha, retomó la conversación:
- Señor López, por favor, no sabe lo que cuesta después limpiar un incidente en un lugar tan transitado como este, hay que entrevistar a decenas de personas y revisar cientos de horas de material de videovigilancia, así como gastar miles de euros en sobornos. Es ciertamente tedioso - Ahora le tocó a Jordi ser agarrado del brazo, con contudencia pero sin violencia, y empujado hacia un probador anexo en busca de mayor discrección - Recuerde, así mismo, que mi capacidad de decisión sobre seguir o no a alguien como usted es próxima a cero, esa decisión queda por encima de mi responsabildiad; pero si quiere ponernos las cosas difíciles en el futuro, considere los siguientes consejos: no concierte citas por móvil y responda a tiempo a nuestros intentos de comunicación - efectivamente, Jordi había ignorado varias llamadas que pensaba eran de la Administración en la noche anterior y la presente, precisamente con la esperanza de que no le molestaran en su cita de hoy con Carme, que había quedado con él mediante una llamada a su móvil.
- Y ahora, escúcheme, cuanto antes acabemos, antes le dejaremos en paz - Alicia hablaba en un tono desapasionado pero vivo, como quien realiza una prueba de dictado ultrarápido- Me satisface comprobar que ha empezado a ocuparse de algunos de los aspectos de la etiqueta requerida en la fiesta; sí, por si tenía alguna duda, la invitación para este acto social ha sido cursada por los deseos de la organización a la que pertenezco. No obstante, necesitará algo más que un esmokin barato para satifisfacer la etiqueta de un toreador de la corte de Villon, Emisario Plenipotenciario, nada menos, de su Majestad; y sobre todo querrá tener un mínimo de información sobre lo que se espera de usted, tanto por parte de la Administración como de los suyos. No va a ir a esa fiesta sólo como director de su periódico, me temo, y...
- Jordi... ¿molestamos?
Carme, junto con una mujer rubia en traje coorporativo que debía de ser María, observaban ojipláticas desde la puerta del probador, probador en el que Alicia sostenía el brazo de Jordi, los rostros a escasos centímetros dada la estrechez del espacio, los cuerpos más pegados de lo que el brujah había sido consciente hasta hacía una mínima fracción de segundo.

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#6

Mensaje por Mu_ » 06 Feb 2017, 19:38

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Mensaje por Sebastian_Leroux » 06 Feb 2017, 21:00

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#8

Mensaje por Mu_ » 07 Feb 2017, 21:52

Le tocó entonces sorprenderse a Jordi cuando comprobó que el gesto de la ghoul, que él había tomado por miedo, demostró ser un rictus de cierta tensión por si la situación se descontrolaba. Alicia miró con cierta atención el entorno de la tienda, incluídos las cámaras de vigilancia, ignorando por una fracción de segundo al brujah y su reacción. Aparentemente satisfecha, retomó la conversación:
- Señor López, por favor, no sabe lo que cuesta después limpiar un incidente en un lugar tan transitado como este, hay que entrevistar a decenas de personas y revisar cientos de horas de material de videovigilancia, así como gastar miles de euros en sobornos. Es ciertamente tedioso - Ahora le tocó a Jordi ser agarrado del brazo, con contudencia pero sin violencia, y empujado hacia un probador anexo en busca de mayor discrección -Recuerde, así mismo, que mi capacidad de decisión sobre seguir o no a alguien como usted es próxima a cero, esa decisión queda por encima de mi responsabilidad; pero si quiere ponernos las cosas difíciles en el futuro, considere los siguientes consejos: no concierte citas por móvil y responda a tiempo a nuestros intentos de comunicación- efectivamente, Jordi había ignorado varias llamadas que pensaba eran de la Administración en la noche anterior y la presente, precisamente con la esperanza de que no le molestaran en su cita de hoy con Carme, que había quedado con él mediante una llamada a su móvil.
- Tal vez es mucho pedir tener, entre patrulla y patrulla, algo de tiempo para mí -contestó el Brujah, secretamente escocido al comprobar que la "Señorita Pepis" tenía más fuerza que él mismo.
- Y ahora, escúcheme, cuanto antes acabemos, antes le dejaremos en paz- Alicia hablaba en un tono desapasionado pero vivo, como quien realiza una prueba de dictado ultrarápido-Me satisface comprobar que ha empezado a ocuparse de algunos de los aspectos de la etiqueta requerida en la fiesta; sí, por si tenía alguna duda, la invitación para este acto social ha sido cursada por los deseos de la organización a la que pertenezco. No obstante, necesitará algo más que un esmokin barato para satifisfacer la etiqueta de un toreador de la corte de Villon, Emisario Plenipotenciario, nada menos, de su Majestad; y sobre todo querrá tener un mínimo de información sobre lo que se espera de usted, tanto por parte de la Administración como de los suyos. No va a ir a esa fiesta sólo como director de su periódico, me temo, y...
- Jordi... ¿molestamos?
Carme, junto con una mujer rubia en traje coorporativo que debía de ser María, observaban ojipláticas desde la puerta del probador, probador en el que Alicia sostenía el brazo de Jordi, los rostros a escasos centímetros dada la estrechez del espacio, los cuerpos más pegados de lo que el brujah había sido consciente hasta hacía una mínima fracción de segundo.
El periodista se sonrojó, figuradamente hablando, ante la situación, cabreado, además, de que entre todas las personas del mundo fuera con "la Giner" con la que tuviera un equívoco sexual.
- Ejem... aquí Alicia me estaba dando consejos de moda para fiestas de gente importante.
Intentó poner la mano en la espalda de ella y empujarla, a ver si le soltaba.
- Alicia es... es la funcionaria que me consiguió la invitación. Pero ya se iba, porque le estaba comentando que se me han quitando las ganas de ir a la dichosa fiesta.
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#9

Mensaje por Sebastian_Leroux » 08 Feb 2017, 04:31

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Alicia le soltó el brazo a Jordi, y tras provocar la huída de la chica rubia con un mirada impertérrita ("ehh, perdón, ahora vuelvo, tengo que atender a alguien en el otro extremo de la tienda"), se adelantó y le ofreció una mano a Carme con la mayor naturalidad del mundo.
- Alicia Giner, Subsecretaría Segunda de Relaciones Institucionales del Departament d'Interior, un placer - Carme la estrechó sin dejar de mirar a Jordi con un un gesto críptico, al menos para un observador casual, y tardó aún un par de segundos en dirigirle la mirada a Alicia, que continuó su saludo - es Ud la subdirectora del Lliures, la he visto en alguna rueda de prensa de jefes míos de la Consejería. Disculpe la intromisión, pero al ver al señor López no pude evitar acercarme para interesarme por si ya tenía todo listo para la fiesta. Las invitaciones al evento son difíciles de conseguir, y la última vez que hablamos, no sólo le faltaba el traje, si no que aún no tenía acompañante, que es tan obligatorio en la etiqueta como el primero - Alicia pronunció esta última frase dirigiéndole la mirada a Jordi - sería una pena que la invitación se perdiera después de lo que costó conseguirla.
- En fin, no quisiera molestarles más. De nuevo, acepte mis disculpas, pero usted como periodísta entenderá que el señor López tenga que proteger la identidad de sus... fuentes - y teatralmente bajó un poco su tono de voz hacia el final de la frase - y para ello bien vale un probador. Creo que al final no me lo voy a llevar - Alicia dejó en uno de los percheros el vestido negro con el que había abordado a Jordi - el sueldo de funcionaria no da para tanto. Ni tengo una ocasión social próxima para lucirlo. Señor López, señorita, tengan muy buena tarde. Señor López, por favor, esté atento a su teléfono móvil. Buenas noches.

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#10

Mensaje por Mu_ » 09 Feb 2017, 00:38

Jordi se quedó mirando cómo la ghoul se marchaba, con esa fuerza que ahora tenía en sus ojos. La odiaba. Probablemente no era justo tomarla con una mandada, pero con todo su servilismo, su complaciencia y su pose inalterable, era en la mente del Brujah un símbolo de todo lo malo de su nueva situación. Por no hablar de que era ella la que siempre transmitía las órdenes de la Administración, el gobierno de la élite en la que él estaba atrapado y no podía salir.

La situación era peor de lo que pensaba. Sabía que la invitación no era casual, pero había dado por hecho de que se trataba de algo de su sire, poníendole a prueba o preparándole para situaciones sociales más exigentes. Ahora que sabái que era un trabajo para la Administración, era cierto que había perdido todas la ilusión por el evento.

- Bueno, creo que tienes ya quien te asesore, y no te hago falta para nada. Si necesitas cualquier cosa, se lo puedes decir a María.

El vampiro miró a su amiga darse la vuelta y marcharse andando rápido y se preguntó qué le había pasado de repente. Oh, por supuesto que estaba enfadada.

Salió tras ella, esquivando al gentío que atestaba el centro comercial en en plena campaña de navidad, con una agilidad y gracia que nunca tuvo en vida. La alcanzó a unos metros de la tienda.

- Carme... Carme... Carme...

La periodista seguía andando sin hacer caso a las llamadas.

- ¡Carme!

Jordi agarró el brazo de su compañera y la obligó a volverse hacia él. Vio el miedo en sus ojos y maldijo su nuevo temperamento. No le gustaba que su amiga le mirase así, pero cada vez era más frecuente perder las formas ante ella.

- Carme, por favor, escucha.

- No quiero que me cuentes excusas, ¿me tienes una tarde liada porque no sabes comprarte un traje con el que impresionar a tu acompañante? Tío, búscate a otra idiota que te ayude a ligar, que yo tengo cosas mejores que hacer.

Con esto hizo ademá de irse, pero el Brujah se interpuso, aunque menos violentamente que hace un segundo.

- Te juro que me acabo de enterar de tenía que llevar una acompañante.

- Ah, bueno, ¿y a quién vas a llevar, a la jovencita ésa -parece que no se acababa de tragar el rollo de la funcionaria-?

- ¿Qué? ¿A ésa? Joder, no te imagines cosas raras. No, no tengo que pensármelo dos veces, si te quieres venir te prefiero antes que a nadie más.

Carme se quedó un momento callada, descolocada por la respuesta. Jordi, que la conocía bien, sabía que estaba calibrando las consecuencias, sopesando cosas que no había calibrado antes.

- No... no sé si puedo...

- Mira, sé que últimamente he estado distante, y que como pareja no valemos, pero para mí eres muy importante, y siempre lo serás. Si puedo elegir, querré tener a mi lado a mi compañera, a mi subdirectora. No conozco a nadie más inteligente y no confío en nadie más.

Jordi vio los ojos de Carme humedecerse. No lo había planeado, pero había entrado en la zona emocional. Se dio cuenta de que estaba a punto de llorar, y de los problemas que conllevaría más allá de su orgullo masculino. Bajó la cabeza y miró a otro lado, limpiándose la humedad de los ojos con las llemas de los dedos.

- Anda, ¡tira para la tienda que no podemos tener a María esperando toda la noche -dijo con la voz medio quebrada, pero empujándole con gracia para romper el momento emotivo-!

El Brujah se dejó manejar, mientras pensaba que esperaba que ella no se viera en ningún enredo por acudir a la fiesta, aparentemente, de un Toreador. No imaginaba hasta qué punto se arrepentiría de meterla en el asunto del consulado.

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