504c Una mañana en Fábregas & Fornals

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Jebediah_Gogorah
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#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 04 Ago 2018, 19:47

{ https://www.youtube.com/watch?v=vmDDOFXSgAs - Take five by Dave Brubeck }

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Marc Castro era un tipo cosmopolita. De esos que se empapaban el programa cultural de Barna de pe a pa. Que exprimía los días al máximo, siempre que su puesto como Jefe de Gabinete en Fábregas & Fornals (Organigrama) se lo permitiese. Pero el puesto que ostentaba, a pesar de su juventud, no era fruto de la casualidad. Marc estaba hecho a imagen y semejanza de Cesc. Metódico, perfeccionista, ordenado, pulcro y con la dosis justa de agresividad y mano izquierda.
El muchacho llegó a la oficina, como siempre, en bicicleta. Había cogido ese hábito en sus múltiples viajes a Amsterdam, donde se escapaba dos veces por año, para reiniciarse, y tal vez foguear los ecos de juventud, que su rígida profesión no le permitía en el día a día. Hacía tiempo que se había convertido en la mano derecha de Francesc. En su hombre de confianza dentro del organigrama. Sólo Amanda, y según para que, y su secretaria Rosa Ledesma, podrían ocupar para Cesc una posición de mayor confianza. Pero aquella confianza no era gratuita. El joven tenía un sueldo que muchos de su edad quisieran, pero el curro estaba pasandole factura en su vida social, con jornadas con inicio fijado y salida estimada... donde una manzana y una barrita energética, con un te verdé para bajarlo, compusieran toda su ingesta del día entre montones de expedientes apilados.
Marc estaba sumido en una crisis personal y laboral. Por un lado estaba contentísimo en su trabajo y hacía cosas que le apasionaban y además bien remuneradas, por otro lado, el desgaste era mayúsculo. Lo había hablado varias veces con Francesc, que le prometía aligerarle trabajo, pero aquella promesa nunca se ejecutaba, y aquel momento nunca llegaba. Pero él no perdía la esperanza... conocía a Cesc y los juramentos en saco roto, pero tambien sabía de su importancia en el gabinete.
Estaban siendo unos días extraños en el bufete. Ambos jefes llevaban un par de días sin pasar por allí. No era extraño, pero normalmente mandaban un correo interno informando de su estancia en el congreso de Legisladores de Burdeos o en las jornadas de Constitucionalidad Europea de la Haya de turno.
Castro se sentó frente a su iMac, y procedió metódico a su ritual de trabajo inicial. Botella de agua de medio litro a la izquierda del monitor, los cascos con el manos libres del teléfono voIp, y una suave y casi imperceptible música de jazz que mandó a reproducir como primer mandato al ordenador. Luego, como siempre arrancó el gestor de correo electrónico, mientras daba su primer sorbo, y echaba un poco del mismo agua en el ficus de su izquierda. Las reglas del correo se ejecutaron y automáticamente, uno del jefe se colocó en su respectiva carpeta.
- Vaya, jefe... ¿donde estas metido, mamón?... a ver... ¿las 5:50 de la mañana?... jooooder... veamos:
Email:
From: [email protected]

To:[email protected]

Asunto: Favor...

Texto:


Hola Marc... ¿como va todo, neng?... A ver. Como te habrás dado cuenta llevo un días sin pasarme por la oficina. Estoy con unos asuntillos de salud, nada grave, ya sabes. Y encima tengo a Amanda de morros... ¿por cierto sabes si sigue sin pasar por la oficina...? ¿La habéis llamado?...

Bueno, espero que éste todo bien, a mi no me lo coge... ya sabes como es. Hasta que no se le pasé, la lleve a cenar o le regale bombones o algo así.

Al grano, ¿recuerdas al Pantxo?... ¿al hijo de De la Feltrera?... necesito saber en que anda metido este tipo... es posible que nos lo comamos... he oido que anda diciendo cosas por ahi de mí que no me gustan un pelo, y ya sabes que pasa cuando me tocan los collons... Estoy seguro que su padre está deseando que deje la abogacía y se retire a una masía a pelar calçots. Entonces a ver si puedes averiguar lo siguiente, de mayor a menor importancia:

- Casos en los que curra.
- Su cartera de clientes.
- Posible valor de su empresa.

Y no me vengas con moralinas, Marc... que te conozco.

P.D: Ni media a nadie.

P.D. 2: Ah, Marc. PARA AYER.

Gracias amic. Esto te lo agradeceré personalmente.
El joven abogado, releyó una y otra vez el correo, pensando en que estaría metido el gran jefe. Pero dispuesto, como siempre a complacerlo. Al fin y al cabo, tal vez aquello trajera un nuevo cambio para bien y eso supusiera la tan ansiada mejora en su calidad de vida... o al menos quería pensar eso, lo mismo que siempre pensaba con este tipo de peticiones...
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Sebastian_Leroux
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#2

Mensaje por Sebastian_Leroux » 04 Ago 2018, 22:22

A media mañana Marc ya tenía la mitad del trabajo hecho. El microdespacho del tal Pantxo estaba asociado a una de esas multinacionales judiciales que se habían puesto últimamente de moda, empresas low cost de lo legal que por una cómoda cuota trimestral te ofrecian una tarifa plana de servicios mínimos. Derecho barato que se podían permitir todos pero que era el equivalente gastronómico a un telepizza: estomago saciado hoy, ardor asegurado mañana, problemas vasculares pasado. Con un par de llamadas contactó con uno de los asalariados de la firma multinacional, colega de un colega, que coordinaban los diferentes despachos franquiciados del país desde Madrid, y que bajo cuerda le dió unos datos bastante precisos sobre el tamaño del buffete del hijo de De la Feltrera (infimos) y de la calidad de sus casos (paupérrima); eso sumado al prestigio del letrado entre la profesión (inexistente) le hizo plantearse si el plan era que en un compra por parte de Fábregas&Fornals el que tuviera que pagar fuera Pantxo; no obstante, terminó de redactar el informe para el jefe esforzándose al máximo en mantener una mínima profesionalidad.
Un par de llamadas adicionales a un procurador que le debía un favor le consiguieron también la lista de casos que actualmente se estaban procesando en los juzgados de la ciudad, poco más que una lista de demandados y demandantes y tipo de contencioso. Expedientes de separación, juicios viales, agresiones físicas, desfalcos de poca monta, estafas inmobiliarias... el despacho de marras era una galería de los horrores judicial, una colección de casos-basura que daban mucho trabajo y poco dinero. Ante la mera posibilidad que una eventual compra derivara en que esos casos tuvieran que ser gestionados por él y sus compañeros Marc tuvo que hacer gala de todo el sentido de la profesionalidad que pudo para no redactar un informe a Francesc encabezado por un rotundo NI SE TE OCURRA. En rojo. Y con tres pares de exclamaciones.
Una hora después, volcado ya en las tareas regulares mientras torturaba una pelotita antiestrés la cara risueña de Miquel Font, de Soporte y NNTT se asomó por la puerta acristalada del despacho previo un golpe rítmico de nudillos que recordaba alguna canción de moda.
- Ey Marc, ¿muy liado? - una mirada ceñuda a las montañas de informes que cubrían la mesa fue la única que consiguió Miquel - te lo digo porque vamos a ir a comer a Can Roses unos cuantos: el Pedro, la Elsa y la Sara - y subrayó este último nombre con una sonrisa - que por cierto me ha dicho que si no te animabas... Tio, así se las ponían a Felipe V, no me seas capullo y vente, que total, los jefes ni están ni se les espera, que es agosto y nos merecemos una canita al aire....
Antes de que Marc pudiera decirle al informático que sabía lo que estaba haciendo, que era aprovecharse de que le había contado que Sara le gustaba para poder permitirse una comida en un buen restaurante con amplia sobremesa (si iban al Can Roselló no estaban de vuelta en el curro antes de las 5 ni de coña), una cara con un gesto mucho menos amable se asomó también por la puerta.
- Precisamente porque los jefes no están no se a qué estás jugando, Font - las facciones angulosas de Susana Roselló, de laboral, asetearon al informático con claro desprecio - que tenemos videoconferencia con Montreal a las 6 y no podemos permitirnos cagarla como la última vez, joder.
- Susana, yo ya os lo dije, si me pagais un viaje a California para que les pegue a los de Google con un palo, esa sería la única manera que tengo de hacer que el programa que no depende de nosotros se caiga o se deje de caer - Miquel no perdió la sonrisa de guasa, pero la sustituyó con una más pícara cuando volvió a dirigirse a ti - en una hora, abajo en el portal, Can Roses, Sara- la última palabra sólo la pronunció con los labios, y tras guiñarte un ojo salió corriendo.
- Trabajo con putos crios, es increíble - Susana bufó, entrando en el despacho para dejar un nuevo taco de papeles - Marc, a ver si les pones firmes, que desde que no está Amanda esto es un sindios - el joven abogado corría el riesgo de convertirse en el nuevo tentetieso en el que Roselló se cebara -que yo no me espera esto de ella la verdad. Fornals ya sabemos de que pié cojea, pero joder, creía que Amanda era más seria. ¿Tú sabes cuando vuelve? ¡Que nos van a comer los papeles sin firmar, coño!

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Jebediah_Gogorah
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#3

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 04 Ago 2018, 22:53

Marc no pudo evitar mostrar una sonrisa a camino entre la tensión y la burla, cuando Susana mencionó lo del pie del que cojeaba Cesc... pero en seguida se le borró cuando recordó las ausencias de Amanda...
- No tengo ni puta idea, Susi. - dijo descansando la vista de la pantalla del Pc y mirando a Susana con una mirada más amable que a Miquel - La he llamado hace una hora o así por lo del ERE de GM y me ha saltado el contestador de nuevo... - se crujió los dedos, y se estiró sobre la silla - ¿No te parece extraño?... Como le de por pasar al Papa... verás tú la que se lía - dijo en referencia al Señor Jaume Fábregas, padre de Amanda, y primer socio inversor de los inicios de la empresa, pero que por el hecho de poner la pasta en su día y aún devuelta con creces, se veía con arrojo para pasar por allí de vez en cuando con sus aires de superioridad y barbilla al techo. Y aquello a Cesc, aunque lo quería casi como a un padre, le tocaba mucho los huevos.
Susana era una tia trabajadora. De esas que se desviven y no dicen ni pio si tienen que quedarse más rato. Al menos no lo dice en la oficina. Su eficencia está muy por encima de la de su hermano Albert, también en el mismo departamento. Reconoce en Francesc un buen abogado y un tío con ideales, pero cree sin embargo que es un mal jefe, con ese afán de buen rollismo y querer caer bien a todo el mundo. No obstante, Amanda muestra debilidad a veces, según su estado moral, y eso la hace cercana y por lo tanto una buena lider, que no duda en aplicar mano de hierro cuando las cosas se tuercen. Para Susi, como le dicen coloquialmente en el bufete, es fácil ser el poli bueno como Cesc, cuando no fue la pasta de tu padre la que se metió en el ajo al iniciar esta loca aventura. Y para más inri, como si de una paladina de las mujeres atormentadas se tratara, no soporta el conocer que Amy está loca por sus huesos, y él pasa de su culo. Está convencida de que tarde o temprano esa relación acabará por explotar y los salpicará a todos.
Precisamente por conocer éste posicionamiento de Susana, él como neutral legal (como los guerreros que se hacía en sus etapas juveniles de dragones y mazmorras rocíados de ganchitos y mahous) no quiso enseñarle en lo que estaba trabajando, y minimizo la pantalla. Lo que menos quería ahora, era una revuelta. Además, el boss lo decía claro en el mail, y no iba a jugársela por un cotilleo insano. Guardó el correo en borradores, y minimizó la bandeja de entrada.
- Tienes razón, Susana... pero es normal que los chicos se sientan así... es como cuando el profe se ausentaba en mitad de la clase... - dijo sonriendo y buscando la complicidad en su mirada - Dáles un poquito de cancha... Además para que Miquel esté dándole al twitter en su oficina, que le de en la puta calle, y con su tarifa de datos. - Luego se pusó serio y su rostro cambió - Ahora, cómo la caguemos con los canadienses, te juro por dios que se come todas las letras del teclado.
Éste comentario relajó a Susana, que soltó una carcajada al pensar en el gafotas de Font, con la boca llena de teclas negras y suplicando un perdón (cómo tantas veces lo había hecho la media docena de veces en las que Fornals le había dado un toque de atención).
- Entonces... ¿vamos a comer?... ánimate... total, tenemos que comer igual... - dijo recordando su dieta diaria de manzana, té y barrita insipida - Eso sí, les propondré un sitio cercano. En una hora de vuelta al curro...
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Sebastian_Leroux
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#4

Mensaje por Sebastian_Leroux » 05 Ago 2018, 01:52

"Entonces... ¿vamos a comer?... ánimate... total, tenemos que comer igual..." Marc masticó sus palabras en voz baja, arrepintiéndose por enésima vez de haberlas pronunciado en voz alta. Como si de una maldición china se tratase, la mañana se había ido terminando y la pila de trabajo pendiente no disminuía al ritmo deseado. Miró el documento que tenía abierto (página quince de doscientos trenita y tres) y con un cálculo rápido tuvo claro que si bajaba con Miquel, Sara y el resto a comer, después la jornada se le alargaría hasta las tantas. Aunque había conseguido negociar una opción más económica en tiempo para la comida (un restaurante griego de la zona cuya elección había intentado convencerse de que no tenía nada que ver con que él supiera que le gustaba especialmente a Sara) dos horas de lunch break no se las quitaba nadie. Y luego tenía que asistir a la videoconferencia con los canadienses... No dejar rematado lo que tenía ahora entre manos suponía retomarlo sobre las ocho de la tarde. Y eso significaba que otro día vería ponerse el sol en el buffette. Mierda.
Cabreado con sigo mismo se levantó a mirar por la ventana mientras apuraba el resto del agua y estiraba un poco las piernas. El sol de agosto caía a plomo en la ciudad mediterranea por excelencia de la península, y mirara donde mirara Marc sólo veía gente disfrutando y viviendo sus vidas. Esa pareja que compartía un helado, el con camiseta de asas luciendo tatuajes, ella con una falda preciosa que parecía flotar a medida que caminaba. El grupo de señoras pintadas como puertas que volvía de echar la partida, más felices que nada. El padre encorbatado que volvía de recoger a los niños en el colegio, con cara cansada pero a la vez realizado. La chica hipster-intensa tecleando furiosamente en el StarFucks de enfrente de la oficina. Y él encerrado en su despacho, un día más, por una promesa vaga... ¿de qué? ¿realmente podía ascender ya más en esta empresa? ¿hacerle socio, como el soñaba, era si quiera una opción realista? ¿mejorar unas condiciones labores cuando cada vez ejercía más de jefe y cobraba sólo como empleado?
Marc suspiró, pellizacándose el puente de la nariz. Este berrinche no era productivo. Repasa tus opciones... pensó.
Si comía un sandwich de máquina en la oficina podría adelantar el curro, y marcharse a casa sobre las 8, sólo con el trabajo imprescindible, gran parte de él lo suficientemente mecánico como para hacerlo mientras cenaba viendo una serie. Lo de siempre. Pero al menos se acostaría a su hora y el trabajo estaría hecho.
O podía mandarlo todo a la mierda e ir a comer con estos al griego. Unas risas, la mayoría de los que iban eran majos, y Sara había expresado interés... Por una vez no pasaría nada. Luego tendría que quedarse hasta las tantas y no pillaría la cama hasta la madrugada, y con un estrés del quince. Pero al menos no habría pasado el día encerrado y sin gastar un sola risa sincera.
Y había una tercera opción. A regañadientes el abogado se volvió a sentar en su puesto de trabajo y maximizó las ventanas de los documentos que iba mandarle a su jefe sobre el tema del buffette de Pantxo De La Feltrera. Incluso había escrito ya el mail. Parecía que estaba todo lo que le había pedido Fornals... Y sin embargo, le parecía que faltaba algo. Un toque más... cercano. Había intentado llamar al despacho media docena de veces durante la mañana, pero siempre saltaba el contestador. Una visita podría dar algo más de información de primera mano. Hablar con alguno de los empleados, de abogado en abogado, con cualquier excusa... Si cogía la bici podía estar en la calle del Bruc en 15 minutos. En circunstancias normales ni se habría planteado hacer él este trabajo de campo, pero el jefe le había pedido discreción máxima.
Un rugido salvaje procedente de sus entrañas le recordó que era el momento de tomar una decisión.
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Mensaje por Jebediah_Gogorah » 05 Ago 2018, 02:38

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Sebastian_Leroux
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Mensaje por Sebastian_Leroux » 05 Ago 2018, 12:15

Escrito originalmente por @Jebediah_Gogorah
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#7

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 05 Ago 2018, 12:35

{ https://www.youtube.com/watch?v=V5YOhcAof8I - The Trip by Still Corners }
Siempre pasaba lo mismo. La puta máquina de sandwich era un fiel reflejo de la mierda de oficio que había escogido, y de la cual prácticamente ya no quedaba ni rastro de pasión. Brillante, llamativo y jugoso por fuera; paupérrimo y decepcionante por dentro. Apenas media loncha de algún sucedáneo de jamón york y una ridícula de queso.
Se encogió de hombros, mientras abriá el envoltorio triangular de plástico y descendía las escaleras hacia la calle. Con su mochila negra en la espalda y su casco quitamultas en el codo. No era ni las mejores fechas, ni el mejor hora para coger la bicicleta en Barna, pero Marc era un tío precavido. Una camisa nueva y perfumada, perfectamente doblada en la mochila, y un bote de desodorante EXA que no cumplía para nada el efecto feromona que hacía que las mujeres se acercaran a querer sobar su lampiño pecho.
-0-
[ La cámara asciende desde el asfalto, sube por los radios de la bicicleta, los pies pedaleando de Marc, y muere en los reflectantes traseros. En la carretera, un sol de justicia proyecta la sombra en movimiento del abogado. ]
Imagen
Dos enormes lamparones recorrían las axilas de Marc, a la vez que se quitaba el casco y ataba con el cable de seguridad, la bicicleta a una farola de enfrente del número ocho del Carrer del Bruc. La temperatura no era para nada ideal. Se superaban con creces los treinta grados y la sensación térmica, aún era mayor. La ausencia de brisa, hacía menos llevadera cualquier actividad, y la sensación de asfixia era constante. Nuestro hidratado legalista, finiquitó otra botella de agua de cincuenta centilitros que sacó de la mochila, casi del tirón. La tiró a la papelera correspondiente y se giró a observar el portal.
No dejó de pensar en el simil de los bufetes de abogados y los sandwiches. La fachada del despacho de De la Feltrera era bastante parecido al de Efe y Efe. Ambos usaban pan de molde como elemento externo, pero ellos eran un sandwich de máquina, y Fábregas y Fornals, un jodido sandwich club de esos que te clavan treinta pavos en Nueva York.
Se benefició de la sombra de un árbol mientras dejaba que el agua se asentara en su estómago. Se preguntó que hacía allí autoconvenciéndose de nuevo, que tal vez conseguirle esto al jefe le valiera para de una vez por toda, hacer escuchar sus peticiones, y ganarse de verdad, el estatus que tenía. Quería una vida, quería una novia, quería ser padre... y para eso no podría prescindir de su sueldo en el bufete, pero sí, si podia plantearse una vida más relajada. Le habían llegado cantos de sirena del bufete de De la Cruz... los mismísimos Santana & Sabater le habían tanteado en el juicio de Salvat, con una oferta casi irrechazable... pero él se había negado una y otra vez, por la misma causa. La lealtad... La puta lealtad que le hacía permanecer al lado de su adorado pero tambien odiado jefe. Y es que a veces Marc, se odiaba a sí mismo.
De nuevo su índice y pulgar en la parte alta de la nariz, le permitía centrarse. Salió de debajo de la sombra y andó los apenas nueve pasos hasta el portal. Una pequeña placa del color del cobre anunciaba en el muro exterior el número de piso y puerta del hijo de De la Feltrera. Se acercó al timbre y no tardó nada en localizar el botón que accionaba el llamador. Pulsó y sonó aquel ruido tan característico a la par que molesto. Ahora era cuestión de esperar que alguna voz saliera del otro lado del intercomunicador.
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Mensaje por Sebastian_Leroux » 05 Ago 2018, 13:43

Al tercer intento fallido de establecer una comunicación vía interfono, Marc reculó en la acera, intentando ganar algo de ángulo para ver alguna luz o alguien asomado al cuarto piso, que era donde se suponía que estaba el despacho. El solazo de agosto apenas le permitía distinguir las formas de algún balcón, y por supuesto hubiera sido mucho pedir que justo en ese momento hubiera algo de actividad. Si parecía que en ese piso había un par de ventanas abiertas... ¿De verdad había ido hasta allí para nada?
La puerta -labrado metálico en negro, cristales verdes y blancos componiendo figuras- chasqueó con el habitual latigazo mecánico y dejó paso al carrito de un bebé empujado por una mujer que luchó por sacarlo a la calle. En un par de saltos Marc se plantó de nuevo en el portal y ayudó a la vecina en la maniobra, que se lo agredeció con un sonriente "Bon día y gracies, maco". Con eso, y con el acceso al portal franco para el joven abogado. El interiro del edificio era también parecido al de Efe y Efe, pero le hacía falta acometer la reforma integral que en su día experimentó el edificio de la diagonal. "En este caso el sandwich podía estar hasta mohoso", pensó. El ascensor era aun un modelo antiguo, de esos cuyas puertas había que cerrar manualmente, y en general el estado de escaleras y rellanos, aunque limpios, dejaba bastante que desear, como por otra parte solía ocurrir con esos inmuebles de casi siglo y medio de antiguedad. En el cuatro piso, un cartel de plástico con un horrible logotipo azul sobre fondo amarillo (JUSTICIALIA, que incorporaba una versión de la Dama de la Justicia levantandose la venda y guiñando el ojo), había sido instalado con poco cuidado sobre la placa original de color dorado en la que podía leerse "Francisco de la Feltrera, Abogado". Ambas señales estaban sobre la puerta correspondiente a la letra C, que se encontraba semiabierta. El timbre había sido arrancado ¿hace tiempo?, y dos cordones de aspecto muy inseguro salían del hueco de la pared. Desde el interior Marc creyó escuchar algún tipo de ruido sordo. A su espalda, otro de los vecinos salió de su casa y le saludó, en esta caso menos entusiasmo, mientras enfilaba las escaleras de bajada.

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Mensaje por Jebediah_Gogorah » 05 Ago 2018, 16:05

- Bona tarda - contestó educado Marc al vecino que descendía. Pensó en preguntarle si el despacho seguía en activo, pero lo descartó ante la cara de pocos amigos del susodicho. Se encontraba algo nervioso. Su intuición le decía que algo no iba bien en todo aquello... pero presto a continuar con su propósito, cerró su puño y golpeo con los nudillos la robusta puerta de madera. Una puerta, que extrañamente, estaba cubierta por una enorme reja metálica negra, abierta en aquellos momentos, pero que se notaba era algún tipo arcaico de protección antirrobo. La habían anclado a la pared rugosa con aquel gotelé amarillento tan característico de los 50 y 60.
No pudo sino negar con la cabeza, cuando vio aquel cartel de afranquiciado. - Tarifa plana... que horror - pensó mientras pensaba en las limitaciones que aquello suscitaba, y en todas las desventajas y pocas ventajas que planteaba aquel rancío y abusivo modelo productivo.
Al ver que no obtenía respuesta desde dentro, y al estar abierta la puerta, tras revisar rápidamente, de un vistazo fugaz el móvil, accedió al bufete de Pantxo. Otro mundo, otro sandwich.
-0-
El Notris Barcelona era un restaurante griego a apenas diez minutos a pie del bufete de Amanda y Francesc. A tiro de piedra de la Sagrada Familia. Un fronte totalmente acristalado y un cartel azul con la más que trillada tipografía griega, daban paso a un local estrecho, con una barra de bienvenida azulejada con varios colores que le daban un aspecto fresco y mediterráneo, transportándote a las costas del Egeo, sobre todo cuando el fuerte aire acondicionado te golpea en contraste con el poco socorrido aire caliente de la calle.
En una de las mesas del fondo, cuatro compañeros de trabajo terminaban el segundo plato del menú de 10,75€, mientras conversaban del tema favorito de cualquier grupo de trabajo, despellejar a otros compañeros y/o jefes.
- Y al final... ¿Marc no ha venido... no? - preguntó Elsa Miró, de penal. Una treintañera cumplidora y poco más. Afrontaba su segundo año en el bufete, y aún así algunos no habían cruzado palabra con ella.
- ¿Ese capullo? - contestó el informático Miquel de Nuevas Tecnologías - ese seguro que está como Tom Cruise en Cocktail, medio en bolas en la oficina, ahora que se habrá quedado solo - buscaba la risa en sus compañeros, y viéndose con toda la atención del grupo, siguió acidulando aún más su comentario - O haciéndose una paja en el sillón de Cesc... jajajaja.
- No os metáis con el chaval anda... - contestó Sara de Mercantil. Aquella cuarentona más cerca del medio siglo, empeñada en ser madre soltera, y a la que Cesc le había solicitado los datos de la Urbanización de Patgés - Y es Risky Business, inculto... - soltó como una fría guadaña sobre la sonrisa de Miquel Font - Y no os metáis con el jefe, que bastante tiene con aguantaros.
- Psss... - soltó sin más aporte y en tono de fastidio, Pedro Zubeldía. Un guipuzcoano que llegó a la Barcelona efervescente de los 80 siendo un chaval y que días atrás había celebrado su cincuenta cumpleaños. Rebañaba, a la vieja usanza, el pan en el plato de la musaka, ante el mosqueo de sus compañeros que tenían que pagar el suplemento de 1,50 por el pan, sólo para que el señorito no perdiera las constumbres de una buena mesa.
- Pues a mi más que lo de Cesc... - volvió a tomar la palabra Sara, mientrás que presa de una fuerte educación patriarcal, recogía inconscientemente los platos vacíos de los compañeros y los apilaba en un lateral de la mesa; en parte para facilitarle el trabajo a la camarera, y en parte para agilizar el proceso de llegada del postre, pues las glándulas salivares estaban ya sobreestimuladas ante el pensamiento del contraste entre la acídez del yogur griego y la dulzura de las nueces caramelizadas - ... me tiene mosca lo de Amanda. Ya sabemos lo que hay con Fornals. Llega te deja un poco de su magia, te ventila tres casos en una hora y te quedas con cara de lerda... pero Amy no es tan talentosa. Necesita de codos y codos para sacar los casos, pero tiene dos ovarios como las campanas de la catedral, y la tía lo saca. - Exponía Sara mientras acompañaba su parlamento con gestos en las manos - Ya sabéis que no es santa de mi devoción, pero las cosas como son. Es una curranta nata, que parece que no puede vivir sin sentir la jodida presión del despacho. Ya os lo digo, ayer lo leí en el Cosmopolitan... ese stress tiene algo de adictivo... ahi lo dejo.
- Es muy mosqueante... - dijo Miquel ya más serio - Ayer la llamé por tercera vez desde que no pasa por la oficina. Los de Radio EuroLibertad me están apretando las tuercas por lo de los insultos por redes sociales a ese soplapollas de Torres... que no se que cojones ha dicho de los peces payaso en una tuba y un piano que se hunde y no se que mierdas de que los de Madrid tal y los de Madrid cual... que vamos se ha metido en un fregao de mil pares de cojones... y el tipo, !ja!... - dio un puñetazo en la mesa de forma leve, pero que ante la calidad de la mesa, las cucharillas se despegaron levemente de la mesa, produciendo un tintíneo seco - ...¡¡ que quiere denunciar a medio internet!!...
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Mensaje por Sebastian_Leroux » 05 Ago 2018, 17:45

- ¿Y vamos a representar a ese soplagaitas? - Zubeltia mascaba el pan que había sobrado mientras esperaban los postres - No creo que Amanda trague, es mala imagen para la firma...
- Ya te digo yo que si la decisión depende del jefe nos tocará pringar - volvió a interrumpir Miquel - ¿O no acaso no sabeis de quién es la mitad de EuroLibertad? - el informático se hizo el interesante durante unos segundos - Del Grupo Avillón, nada más y nada menos. Y ya sabeis quien sostiene la correa de Avillón...
- Creus - contestó Sara por lo bajo. El político le caía fatal a la mujer, no tanto por sus ideas como porque no le gustaba ni un pelo las pocas veces que había podido tratarle. Había algo... inquietante, indefiniblemente frío en Joan Creus. Y además desde que había empezado a rondar a Cesc los problemas de salud de Francesc se habían empezado a manifestar. Nada que ver, claro. Pero Creus era un pájaro de mal agüero.
- Exacto, Creus - Miquel chasquó los dedos, disfrutando de su protagonismo - Así que si depende sólo de Cesc, ya me veo copiando cienes y cienes de tuises al día para adjuntarlos a la demanda. Creí que nunca diría esto, chavales, ¡pero hay que encontrar a Amanda! ¿De verdad nadie sabe dónde puede estar?
- Yo... me la encontré hace un par noches paseando. Con un hombre - la respuesta dubitativa de Elsa le hizo a todos girar la cabeza hacia la mujer.
-
La puerta se abrió con un chirrido muy poco acogedor, dando paso a un pequeño recibidor más propio de una vivienda humilde que de un negocio. Interrumpiendo el gotelé de las paredes unos cuantos cuadros de motivos marineos tampoco contribuían mucho a alegrar el ambiente. Alguien había clavado con una chincheta una cuartilla de papel en la pared con las palabras SALA DE ESPERA escritas a bolígrafo y una flecha que señalaba un angosto pasillo. Marc avanzó por el mismo, pensando en sandwiches pasados de fecha, y fue a desembocar en una sala de un tamaño más decente pero estética acorde al resto del piso, que debía ser la tal sala de espera. Tras un mostrador, un hombre pequeño con un corte de pelo asimétrico y un problema de acné importante susurraba divertido a un pequeño micrófono de diadema que llevaba unos cascos incorporados. Era capaz de simultanear la conversación con ignorar de forma bastante eficaz las quejas de un cincuentón de imponente bigote, que acodado en el mostrador soltaba uns bufidos proporcionales a su falta de paciencia.
- Perdone, caballero ¿sabe cuando volverá el abogado? - la que se había dirigido de forma tan educada a Marc era una anciana arrugada como una pasa y que no debía pesar más de 40 kilos, y que sentada en una de las sillas que formaba una fila contra la pared de la habitación sostenía una carpetita rellena de documentos.
- Señora Urbano, ¿pero qué hace usted por aquí otra vez? - la que había intervenido sin dejar que respondieras era una mujer rondado la cuarentena y de hemisférica cabellera rizada, que con paso firme había salido de uno de los despachos acompañando a una pareja - ya le dije ayer que hasta que no tenga el informe pericial no puedo hacer nada más - la mujer se agachó al lado de la anciana, que le miró con cara de angustia - tiene que hablar con sus hijos, yo ya no puedo hacer nada más por usted hasta que me llegue ese informe.
- Y después de que llegue, tampoco - escupió con desprecio el hombre que había salido del despacho, echándole el brazo por encima a la que probablemente era su mujer mientras se encaminaban a la salida - está visto que en este despacho nadie es capaz de hacer nada...
- Oiga, señorita - continuó el hombre del mostrador, señalando el recepcionista que seguía susurando muy acaramelado a su microfono de teleoperador - que llevo aquí media mañana, ya...
La mujer de cabellos rizados estuvo a punto de soltar algún improperio, pero con evidente esfuerzo se contuvo, y con pasos cortos y visiblemente alterada se volvió al despacho de donde había salido haciendo visibles ejercicios de respiración.
- Pero entonces... ¿sabe cuando volverá el abogado? - le volvió a preguntar a Marc la anciana de suaves modales.

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