401b En la azotea de la Casa Batlló...

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Sebastian_Leroux
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#1

Mensaje por Sebastian_Leroux » 10 Abr 2018, 22:57

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Sandra se había retirado brevemente al servicio después de darte entre susurros la información que habías estado ansiando toda la noche. La sheriff te había estado vigilando los primeros meses tras la fuga de Verónica, pero hasta donde Elisa había podido averiguar en la actualidad no había ningún dispositivo específico ("más allá de la habitual", habían sido sus palabras exactas) sobre ti. Antes de ausentarse también te había pedido que la esperaras para seguir hablando de otros temas de interés mutuo ("para Elisa y para Ud., señor Fornals"). Además había quedado en revelarte la identidad de alguno de los asistentes al evento. Mientras la esperabas, escuchaste a un "camarero" susurrarle a otro que "...ella ya ha llegado...", así como cierto tumulto en el piso inmediatamente inferior. Tal vez era el momento de poner en orden tus pensamientos y decidir tus próximos pasos...

Sebastian_Leroux
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#2

Mensaje por Sebastian_Leroux » 11 Abr 2018, 18:59

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Jebediah_Gogorah
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#3

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 11 Abr 2018, 19:38

{ https://www.youtube.com/watch?v=sw-LdbJgcHs - La vie en rose (Version) by Grace Jones }
Tras el abrazo sentido entre Cesc y Sandra, el primero se recostó sobre la barandilla que recorría la azotea. Una barandilla de hierro forjado negro, que con su enrevasamiento en ciertos puntos, mantenía la estética del edificio. Una especie de metacrilato la revestía hasta el suelo de la acogedora azotea. Sandra, como si fuera capaz de ver a través de los ojos de Cesc, le dejó cierto margen de tiempo para digerir la información, que la seria pero amable, Neus Ginesta, le había proporcionado.
Fornals, oteaba la zona noreste del horizonte barcelonés. Escudriñaba el cielo limpio ahora de Barcelona, en busca de nuevos peligros, cómo si de un superhéroe de aquellos comics que leía con avidez de crío, se tratara. Badalona parecía ser la caldera burbujeante a punto de estallar.
La Urbanización Patgés y el Estat Lliure... no podía ser casualidad que ambos estuvieran en zonas colindantes, o al menos cerca. Aquello respondía a algún movimiento que era incapaz de ver. ¿Estaría la persona infiltrada en la Torre, apoyando la causa del movimiento anarquísta?... todo parecía indicar que sí. En cualquier caso, Francesc pensaba que el tema del Estado Libre, era una bomba de chicle que le había explotado en la cara del Principado y ahora como si del jamón de un sandwich se tratara, se encontraba al sur con la amenaza Sabbat y al norte con la cada vez más latente del movimiento anarquista. El ventrue empezó a pensar, si el bueno de su Sire, ya sabía algo de esto y de ahí su ferviente obsesión por la defensa del movimiento Unionista con Francia. Al abogado nunca le interesó la política, tal y como confesó a la Arpía Socías, pero le escamaba que, según sabía, el país galo era una especie de latifundio del clan de la rosa, y volviendo a los intereses de su sire, parecía que eso era del todo contrapuesto con los de su Casa. Sin embargo, cabía la posibilidad de que Creus y él no fueran tan diferentes. Ambos buscaban la supervivencia. La noche siguiente a la siguiente noche. Y si el primogenito no aprobara los movimientos de su hijo vástago, por seguro que hace tiempo lo hubiera descarriado de ese camino.
Algo no cuadraba. Como si de una pieza de un puzzle se tratara, Cesc se maldecía de no tener toda la información necesaria, o al menos no hacer la correcta lectura de ella. Sentía que faltaba algún engranaje que al colocarlo en el sistema, las cosas empezaran a girar y a funcionar y cómo si de una especie de reloj cósmico se tratara, dieran respuesta a todas sus preguntas con hechos claros y concisos. Pero aquel no era el caso. Demasiadas cosas y demasiados frentes abiertos. Y encima parecía que se encontraba solo ante aquello. No parecía que la secreta coterie creada por la Sheriff Durán fuera a volver a colaborar activamente. Tenían que cambiar muchas cosas en muy poco tiempo, y a pesar de que se había jurado no caer en el orgullo vanidoso de su clan, todo parecía que había sido una falta autopromesa. Eso, o aquella especie de ardor en el pecho, esa necesidad imperiosa de mantener la barbilla erguida, que le impedía descolgar el teléfono e intentar arreglar las cosas con algunos de sus quien sabe ex-compañeros, era parte del cambio, de la maldición.
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Una caricia suave en la espalda, rompió el ensimismamiento de un Cesc con la mirada perdida en el horizonte. El abogado intuyó en la mirada de Sandra cierto interés por saber si estaba bien. Él respondió con una leve sonrisa, para seguidamente, ponerle el sombrero de copa a Sandra, en un pequeño acto cómico, y recuperarlo enseguida para que la pérdida de etiqueta de ambos, no fuera sino momentánea. No obstante, ella respondió con otra sonrisa, cercana a la carcajada. Sin dejar de mirarle a los ojos, Sandra recorrió el brazo de Fornals hasta la mano que sujetaba el bastón, y con una caricia prolongada, le obligó a dejar el bastón apoyado en la barandilla. Luego, entrelazaron los dedos y ella estiró el brazo. Francesc correspondió con su otro brazo tras su cintura y movidos por una fuerza extraña, ambos empezaron a bailar lentamente, al ritmo de la música. A pesar de la prominente cojera del ventrue, se defendía bastante bien, aunque era cierto que aquella danza no exigía demasiado.
No dejaba de ser otra de las paradojas de aquella Barcelona nocturna, de aquel mundo paralelo que manejaba los designios de los humanos, que un Ventrue y la ghoul de una de las Arpías Toreador bailaran en la azotea del dominio de la otra Arpía Toreador, mientras ella, le confesaba que no se había ejercido ninguna investigación más allá de lo habitual sobre su persona, por su affaire con la chiquilla de éste último, ahora en manos, volutariamente o no, de la Espada.
Tras el agradecimiento a Sandra por aquella información, con un susurrante, cálido y juguetón "-Gracias" al oído, un posterior beso en la mejilla, y la unión de ambas cabezas, en dos cuerpos pegados al son de la música, Cesc empezó a obsesionarse con el Beso. No estaba especialmente hambriento, pero el contemplar aquel cuello de cisne tan hermoso, con aquella carótida tan marcada, hizo que le empezara a apetecer beber vitae. No tenía permiso de Elisa para alimentarse de ella, ni siquiera se atrevía a pedírselo. Tuvo la oportunidad, supuestamente consentida, una vez, y la dejó escapar, y ahora no podía hacerlo sin el consentimiento de la dama Arpía. Aquello solo empeoraría las cosas. Así que intentó retomar las cosas con cabeza y no con corazón, y poco a poco fue rompiendo el mágico momento, separando con disimulo sus cuerpos, a la par que afortunadamente, acababa la pieza músical.
Sandra se ausentó a los servicios tras la petición a Cesc de seguir hablando de negocios a su vuelta y de seguir poniéndole nombre a los rostros importantes de la fiesta. Francesc le guiñó el ojo mientras ella se alejaba y apoyó su cuerpo sobre la barandilla. Mientras aquella mente incapaz de parar seguía cavilando, pudo escuchar como la brisa estival arrastraba las palabras de un camarero que decía "...ella ya ha llegado..." para seguidamente oírse un tumulto en el piso inferior. Fornals cogió el bastón y se dispusó a interceptar a Sandra, cosa que consiguió justo en el dintel de la puerta que daba acceso a la azotea, y la cogió de la muñeca.
- Luego hablamos... parece ser que alguien de interés ha llegado... - empezó a caminar escaleras abajo, pero ahora era ella quien le soportaba con el brazo... - Me puede la curiosidad...
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Sebastian_Leroux
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#4

Mensaje por Sebastian_Leroux » 14 Abr 2018, 18:31

Bajasteis del brazo y con cierta gracia por la escalera hasta el piso inferior, más repleto de miembros de la estirpe y la grey que cuando lo abandonasteis hace unos minutos. Alguien había parado el proyector de cine y la iluminación plena de la sala resaltaba ahora la belleza del espacio: los marcos de madera de los balcones, el mobiliario modernista, los arcos de los acesos o el dibujo de los azulejos de suelo. Los distintos grupos de conversación se habían fundido en uno sólo, que con forma de de semicírculo ocupaba la mayoría de la habitación y parecía rendir pleitesía a dos figuras centrales. Socías, por un lado, recitaba algo en italiano, tal vez de manera demasiado relamida, mientras alzaba la mano de la recién llegada, nada más y nada menos que la justicar Madison Dahl, de forma delicada. La vástago había elegido un vestido conservador y de diseño actual en un tono verde apagado que sin embargo no desentonaba entre el resto de vestimentas de época. Aunque recibía el agasajo con un gesto amable, también te daba la sensación de que Madison no estaba del todo cómoda en su actual situación.
- "Certo non si scoteo sì forte Delo,
pria che Latona in lei facesse'l nido
a parturir li due occhi del cielo.
Poi cominciò da tutte parti un grido
tal, che'l maestro inverso me si feo,
diciendo: Non dubbiar, mentr'io ti guido"
Un educado aplauso del público y una inclinación de cabeza mutua de Socías y Dahl reanudó la música ambiental, disgregando a la concurrencia de nuevo en grupos pequeños, aunque el centro de gravedad social siguiera siendo el formado por ambos vástagos, a los que en seguida se unió Silvia Llach, la tal Elaine, y una quinta desconocida.
- Es la nueva chiquilla de Socías - te susurró al oído Sandra, siguiendote la mirada hasta el grupo - o al menos eso se rumorea que será en breve. No es la primera candidata, pero parece que es la que ha llegado más lejos. Hasta ahora. Se llama Nines Garmendia.
La mujer tenía un porte elegante y distinguido como Verónica, pero ahí se acababan las similitudes con la otra chiquilla de Socías, al menos en la versión que tú conociste. Con los brazos cruzados en su regazo y una mirada mansa, recibía con amabilidad los comentarios de Elaine, que fingía susurrarle al oído maldades para aparente regocijo de la arpía, que intentaba hacer participe a la justicar del chiste. Madison, por su parte, aparentaba interés con poca habilidad mientras escaneaba la sala en busca de algo o alguien. Vuestra mirada se cruzó brevemente, y algo cambió en su semblante. Justo ese fue el momento que Sandra eligió para seguir hablando.
- Y parece que siguen llegando maderos a la hogera de las vanidades - ahora fue tu turno para seguir con la mirada los ojos de Sandra, que se habían descolgado por uno de los balcones del Elíseo, y se fijaba en una pareja de mujeres de similar tamaño reducido, y que conversaban brevemente en la calle frente a una gran furgoneta de color negro brillante - aunque no se si este arderá a gusto del anfitrión.
Inexpresiva como era su costumbre, Paula Durán se despidió sobriamente de Neus Ginesta, que se alejaba de la fiesta, para encaminar sus pasos al interrior de la casa Batlló.
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Jebediah_Gogorah
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Mensaje por Jebediah_Gogorah » 14 Abr 2018, 19:09

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Sebastian_Leroux
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Mensaje por Sebastian_Leroux » 14 Abr 2018, 19:20

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Mensaje por Jebediah_Gogorah » 14 Abr 2018, 20:42

Francesc reconoció rápidamente los versos recitados por Socías como los de la Divina Comedia. No sabía, eso sí, a que parte de la estructura del poema de Dante se refería, aunque no le extrañaría nada que aquellas letras se alojaran en la parte del Infierno, que era en lo que Barcelona se iba a convertir en los próximos... tal vez meses, tal vez semanas, tal vez días. Pero si fuera así, sería demasiado descarado por parte de Socías, en caso de concretarse las sospechas que Cesc mantenía. Por que sí. A veces las cosas estan tan claras que pasan por delante de uno y las desechamos por simples. Y para el bueno de Fornals, éste era un ejemplo claro. Para Francesc, Socías era el principal sospechoso de ser el fill de puta que dificulta la investigación de Paula.
Lógicamente era una información que no había compartido con nadie, y que dudaba que lo hiciera. Sin embargo era una mezcla de certeza y pálpito... o quien sabe si la animadversión personal, también influyera en ello. De cualquiera de las maneras, el Ventrue se unió al aplauso casi unánime de la sala, al término del recital.
La presencia de la justicar Madison Dahl, había puesto algo nervioso al abogado, más por inesperada que por otra cosa. En el fondo pensaba, que tal vez, de ninguna de las maneras, ninguna posible interacción social, podría presentarse peor que en el juicio. Así que decidió a saludarla cuando esta se liberara algo, y más cuando ambos cruzaron la mirada, y Cesc intuyó cierta parte de curiosidad por parte de la anglosajona.
Pero algo había captado la total atención de Fornals, y no era otra cosa que la presencia de la Sheriff en la fiesta. Parecía que la noche se iba enderezando después del pésimo inicio de ella. Ahora era cuestión de encontrar el momento adecuado.
- Sandra, querida. Vuelvo enseguida... no te vayas muy lejos eh. - Y con una sonrisa y un amago de acaricia en su mentón, se dirigió hacia los servicios, con calma. Calma que se vio disuelta cuando cerró la puerta tras de sí. Rápidamente y con cierta intraquilidad, sacó su tarjetero y su pluma de la chaqueta, y se dispuso a escribir algo en el dorso de una de ellas. La misma que volvió a colocar ordenadamente, la primera del mazo. Luego se recompuso ante el espejo. Comprobó que su expresión no denotaba nerviosismo ni nada por el estilo. Sabía que aquello que iba a realizar le iba a comprometer tanto a él como a Durán... y más teniendo en cuenta que en aquella fiesta, habían vástagos con poderes especiales para poder verle el culo a una hormiga. Sabía de todas que se llevaría la reprimenda de la sheriff, pero que diablos... ¿acaso no eran él y Bruno los únicos que parecían remar a corriente ahora?. Debía comunicarle a Paula el nuevo estado de la coterie, y el avance casi nulo de la investigación... Francesc no le gustaba pensar en el fracaso... se lo prohibió tras el incidente. Un nuevo día, ahora una nueva noche, es un regalo que hay que aprovechar, y atascarte en la derrota no era nada provechoso. Pero quizás era hora de afrontarlo... quizás aquella coterie había fallado. Y si la salvación de Barcelona pasaba por entregar su espada, así lo haría. Tal vez, la Sheriff pudiera encontrar una coterie competente y unida, y no sumergida en sus propios demonios. Quizás Barcelona aún podía ser salvada.
Salió del baño decidido al encuentro. Con aquel caminar tan característico. A lo mejor con un porte demasiado erguido y una barbilla demasiado levantada. Pero así fue como llegó hasta la Sheriff que justo se giraba tras terminar de conversar con un grupo.
- Señorita Durán, que agradable sorpresa encontrarle por aquí. - Le besa la mano aún sabiendas que cabía la posibilidad de que la retirara o que quizás luego también se lo reprochara. - No podía perder la oportunidad de saludarla.
- Fornals... - dijo con la sobriedad que caracterizaba a Paula.
- No le quiero quitar mucho tiempo Señorita Durán, mi agenda queda en agenda escolar comparado a la que usted le atañe, estoy seguro. - Echó mano al bolsillo y sacó el tarjetero, y luego la primera de las tarjetas - Sé que es de mal gusto, pero ya saben como somos los de nuestra familia... hay que aprovechar cualquier momento para hacer negocios... ¿no cree?. - Le entrega la tarjeta - Sí se precia cualquier asunto donde un servidor pueda ser de utilidad... sé de primera mano, que hay asuntos de la grey que son tediosos, judicialmente hablando, pero debe saber que en esas aguas es donde mejor me muevo...
-Tarjeta y reverso:
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- Muy bien Fornals, tendremos en cuenta sus servicios... - y con cierto aire de dejadez, Paula dio a entender que la conversación había terminado. Pasó a su lado con indiferencia.
- Señorita Durán... - contestó Cesc a modo de despido.
Bueno. La tirada ya estaba hecha. Ahora era cuestión de esperar y presentarse en su despacho en un par de horas. Aguantar el chaparrón y luego poner a Paula al día de todo lo que estaba pasando... y claro está, intentar profundizar en algo más. Cualquier cosa que la sheriff pudiera decirle, cualquier nuevo aporte que le brindara... cualquier salvavidas al que agarrarse.
Se dirigió con la misma seguridad hacia la Justicar, con una contemporación de los momentos, digna de admirar. Cómo si aquello no fuera más que una genial obra de teatro, donde cada paso estaba medido. En realidad, Cesc se dio cuenta de que Madison lo miraba, como probablemente él la miraba a ella. Con la misma curiosidad que dos leones se miden en la sabana, antes del combate. La diferencia es que aquí el combate había venido antes, y al parecer no había habido un vencedor claro. Era ahora cuando ambos parecía que se escudriñaban en busca de puntos débiles más alla de una visible cojera. Era hora de medirse con su mejor arma... la palabra.
- It's a great pleasure for me, to find you at this party, Miss Dahl - dijo en un casi perfecto inglés al tiempo que le besaba la mano caballerosamente - I must confenss that you were great the day of the trial...
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#8

Mensaje por Sebastian_Leroux » 14 Abr 2018, 23:07

- So were you... - Madison devolvió la cortesía profesional con un asentimiento de cabeza - ... until your client decided to shot himself in the head. Not the first time I've seen such a spectacle in court, not at all, but it never grows old... Y hablando de su cliente - una vez más comprobaste que la mujer tenía un castellano perfecto: o bien tenía un talento natural para los idiomas o bien había pasado un tiempo conviviendo con castellano parlantes o directamente en el país. Sin un proceso legal de por medio no parecía que fuera particularmente agresiva; o tal vez las exigencias sociales le habían agotado en los pocos minutos que llevaba en la danza de apariencias y medias verdades - nadie en la ciudad me sabe decir la localización de ese portento de la naturaleza ¿supongo que ud tampoco va a sacarme de mi miserable ignorancia?
El grupo estaba ahora formado por Lluch, Elaine y Socías con uno de sus ghoules cuyo nombre desconocías. Por supuesto fue Socías el que interrumpió tu respuesta
- Sí, pareciera como si alguien hubiera hecho desaparecer al monstruo para que no pudiera volver a cantar tantas dolorosas verdades, no es cierto, Fornals... una conspiración contra el Príncipe, nada más y nada menos ¿y me pregunto... quién estaría interesado en que tal desaparición ocurriera?
Todos giraron la cabeza hacia ti de nuevo a la espera de tu réplica. Todos, salvo el propio Socías, que dirigió de soslayo una mirada cargada de veneno a Sandra, para después unirse al resto en tu contemplación. Madison, de nuevo, compuso en su rostro una mueca apenas sugerida y de dificil interpretación, esta vez ante la intervención de la arpía.

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#9

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 14 Abr 2018, 23:45

- Siento no colmar vuestras expectativas - replicó Fornals intentando mantener la calma - pero desconozco el paradero de la criatura. Sí ustedes consiguen contactar con él, por favor, hacedle saber que lo estoy buscando. Hay una segunda sesión que preparar, cuando el Senescal tenga a bien retomar la vista... y creanme si les digo que su cabeza es tan dura como su piel. - Una sonrisa de lado recorrió su rostro - Jamás, en toda mi carrera he defendido a alguien tan... testarudo.
Miro a Socías con cierta asombro sobreactuado... y tras sus palabras respondió: - ¿Entonces me confirman de que la gárgola está en paradero desconocido? - Fornals sabía muy bien como hacerse el loco, aunque en realidad aquella afirmación, no tenía por que ser descabellada. Aquella criatura era tan rara, que quien sabía si podría haber huído de la misión en el sudeste andaluz, vuelto a París, o peor aún que se hubiera unido al Sabbat... por lo que a Fornals le respectaba ya no era asunto suyo, pues según le había dicho el Primogénito Gispert, el monstruo había dejado de ser su problema.
Cesc tras el parloteo de Marc, giró la cabeza hacia Madison, con una gran sonrisa y una expresión jocosa: - ¿Lo vé, dear mate?... así es imposible ejercer el oficio de la abogacía... desaparecen los clientes sin un triste burofax. Lo dicho, algunas criaturas, y porque no decirlo, algunos de nuestra estirpe, ponen en tela de juicio el derecho al libre albedrío que se nos otorga... enseguida se descarrilan... - dijo Fornals en clara alusión a la chiquilla de Socías, pero con la suficiente ambigüedad para poder defenderse. Si la Arpía se sentía ofendida, destaparía el mismo sus propias vergüenzas nada más y nada menos, que en su propia casa. En cualquiera de los casos, suficientemente camuflada la respuesta o no, Francesc empezaba a sentir que se metía en terreno pantanoso. Empezaba a sentirse incómodo, e incluso pensó que una vez realizado el cometido de localizar a Paula, poco más le quedaba que hacer en la fiesta. Eso sí, tenía que buscar el momento preciso para salir cordialmente del corrillo, y luego pasar el suficiente tiempo con Sandra, para que su marcha no fuera abrupta. Aún tenía un par de horas... y ahora probablemente tocaba esquivar la embestida dialéctica de Socías.
Añadió: - En cuanto a la criatura... volverá... estoy seguro... por su propio interés... volverá.
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#10

Mensaje por Sebastian_Leroux » 15 Abr 2018, 16:29

Madison respondió a tu reflexión sobre la gárgola y su paradero desconocido afirmando con la cabeza y con una sonrisa de compromiso y resignación con sus finos labios, como si tampoco esperara una respuesta diferente de ti. A la par, al ghoul de Socías no se le ocurrió otra cosa que soltar una risita extemporánea que mereció sendas miradas de burla por parte de Elaine y Llach, el tipo, un moreno delgado y de barba rala, no parecía haberse enterado de qué iba la conversación.
- Marco, la sheriff ha llegado al Elíseo, se tan amable de ver en qué podemos ayudarla - le fulminó Socías con un tono helado - de momento no necesitaré más de tu presencia esta noche. Ultimamente la garante de nuestra seguridad y defensora última de la Torre no está pasando por su mejor momento. Aunque debo reprimir mi lengua frente a una representante de poderes externos - Socías, que no sabías muy bien si había entendido tu comentario sobre Verónica, parecía haber optado por cambiar de tema para recuperar el control de la conversación - no quisieramos que desde fuera se interpretara una mala racha personal, de la que al fin y al cabo no es si no una vástago joven a la que tanto queda por aprender, por un fallo estructural de la Estirpe en la ciudad. Barcelona sabe cuidar de ella misma, le ruego que no nos juzgue a todos por los fallos de unos pocos, Madison.
- Y sin embargo aquí estoy yo, Marc, como demostración de que hay quien piensa entre nosotros que esas grietas suyas no son tan anecdóticas. En menos de un año son tres los representantes internacionales que han encontrado la Muerte Definitiva, o un destino peor. Y cuando yo llego sólo he encontrado puertas cerrradas...
- Desde luego no la mía, querida - contestó Marc en seguida, haciendo un gesto algo sobreactuado hacia la sala que ocupabais con la mano con la que sostenía su sombrero de copa, de un bonito tono azul oscuro.
- No. No la tuya, Marc - concedió la Arconte no del todo convencida, casi como si se viera obligada a reconocer públicamente para no parecer desagradecida - aunque sigo esperando cierta información que me sería muy útil para informar a mis superiores. No son gente paciente, y la pila de asuntos pendiente no hace si no crecer en mi ausencia.
- Mi gente trabaja a toda prisa, Madison. Pero precisamente la situación de seguridad aconseja prudencia. A diferencia de mi hermana, yo sí me tomo seriamente la seguridad de los invitados del príncipe. Y después de los acontecimientos de esta noche, más si cabe.
- Precisamente después de lo de esta noche...
- ¿Que canto era? - interrumpió Elaine a Dahl a mitad de pregunta, dirigiendose directamente a Socías. Con su rostro pecoso y un tanto pícaro, su voz había sonado algo más aguda de lo que la recordabas en la fiesta de Villegas- ¿El Canto de antes? Deliciosamente declamado, déjame decirte, seguro que todos estaremos deacuerdo - se dirigió Elaine al resto de los presentes - ¿Cual era, Marc, cariño?, me temo que mi memoria ya no es la que era y hace años que no converso en italiano.
- Era el vigésimo- le contestó Socías, con la atención dividida, mientras miraba hacia la puerta del gran salón que daba a las escaleras que comunicaban con el piso inferior.
- ¿El vigésimo? ¿Seguro? Que extraño... tuve una época en la que me encantaba el vigésimo y no recuerdo esos versos. Es el canto contra los adivinos y los falsos profetas, ¿cierto? Dante situaba a todos esos locos en el octavo círculo, el penúltimo nada más y nada menos, y no se mostraba nada clemente con ellos, como hacía con otros pecadores. Con algunos lujuriosos, sin ir más lejos - la mujer se relamió, coqueta.
Madison, que parecía haber asumido la interupción con desgana y cierto punto de desesperación, miró de repente a la vástago pelirroja con renovada interés.
- Eh... no. Era el vigésimo canto del Purgatorio, no del Infierno - aclaró la Arpía, aun mirando hacia la escalera, pero de repente interesado en contestar también a la vástago de delicado aspecto.

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