OTRAS CIUDADES IMPORTANTES
COLOFÓN
Según la leyenda, tras la Guerra de Troya el vidente Calcas consultó a un oráculo que le dijo que moriría cuando encontrara a un vidente mejor que él. Mientras regresaba a casa desde Troya se encontró con el vidente Mopso y los dos compitieron para ver quién era el mejor, pero Calcas no pudo igualar la habilidad de Mopso, que era hijo del dios Apolo, y murió.
Dos hijos de Codros, rey de Atenas, establecieron una colonia en el lugar, donde creció Colofón, la más poderosa de las ciudades jónicas, famosa por sus caballos y su prosperidad, hasta que el rey Giges de Lidia la conquistó en el siglo VII a.C. Comenzó entonces el declive de Colofón, que fue eclipsada por sus vecinas Éfeso y Mileto.
Tras la muerte de Alejandro Magno en el siglo IV a.C. la ciudad recibió a varios colonos atenienses que habían sido expulsados por el rey Perdicas.
Colofón fue destruida en el siglo III a.C. por el rey Lisímaco, uno de los sucesores de Alejandro. La ciudad no consiguió recuperarse y perdió importancia. Su nombre fue transferido a su puerto, y la ciudad vieja quedó despoblada en el siglo I a.C.
CUMAS
Según la leyenda la ciudad fue fundada por la amazona Cime o Friconis, donde se asentaron eolios procedentes de la isla de Eubea que huían de las invasiones dorias hacia el 1050 a.C. Tras la Guerra de Troya llegaron nuevos colonos procedentes de Locris.
Cime prosperó y se convirtió en la más destaca de las ciudades eolias de la zona. Sus habitantes a menudo recibieron burlas por no cobrar impuestos a los barcos que utilizaban su puerto, que a menudo comerciaba con Grecia. Durante siglos consiguieron mantener la paz con sus vecinos, sin participar en los conflictos locales salvo para su defensa. Mientras en el siglo VII a.C. muchas ciudades habían adoptado una forma de gobierno oligárquica, Cime consiguió mantener su democracia. Sin embargo, cuando el reino de Lidia se desmoronó en el siglo VI a.C., Cime quedó bajo el dominio de los persas, convirtiéndose en un importante puerto para la flota real persa.
En el siglo V a.C. Aristágoras de Cime rompió la neutralidad de la ciudad para rebelarse contra los persas, aliarse con los atenienses y liberar la Jonia del dominio persa. Sin embargo, la revuelta de Cime fue aplastada y la ciudad fue sometida.
Sin embargo, tras la Batalla de Salamina, los habitantes de Cime se rebelaron con éxito y se unieron a la Liga de Delos en el 452 a.C. hasta que los elevados tributos de Atenas llevaron a abandonarla. En represalia, los atenienses saquearon la ciudad en el 408 a.C. Aprovechando los conflictos entre atenienses y espartanos, los persas recuperaron la ciudad en el siglo IV a.C., permaneciendo en su poder hasta la llegada de Alejandro Magno hacia el 334 a.C.
Después de la derrota del rey seléucida Antioco III, Cime se alió con Roma, convirtiéndose en una ciudad libre de impuestos, y en el año 133 a.C. fue incluida en la provincia romana de Asia, tomando el nombre de Cumas.
Los elevados impuestos de los romanos y un terremoto en el siglo 17 redujeron la importancia de la ciudad, que mantendría una posición discreta en los siglos siguientes hasta desaparecer durante el Imperio Bizantino.
HALICARNASO
Hacia el 1500 a.C. un asentamiento micénico estaba presente en el territorio de Halicarnaso. Sin embargo, la ciudad comenzó hacia el año 1000 a.C. siendo una colonia dórica de las ciudades griegas de Argos y Trecén. Según la leyenda, su fundador fue Anthes, hijo de Poseidón, y al principio recibió el nombre de Céfira.
Formó parte de la Liga Dórica, pero fue expulsada en el siglo VII a.C. debido a que un conflicto deportivo (un ciudadano de Céfira, Agasicles se llevó el trípode que había ganado en los juegos triópicos en lugar de ofrecerlo al dios Apolo) y sus afinidades con sus vecinos jonios. Fue por esa época cuando adoptó el nombre cario de Halicarnaso. A principios del siglo V a.C. era gobernada por la reina Artemisia, que ganó fama como comandante naval en la Batalla de Salamina, aliada de los persas. Tras la derrota de los persas, las ciudades carias se liberaron temporalmente, pero en unas décadas volvieron al antiguo dominio. Su nieto Ligdamis II es conocido por haber perseguido a poetas y escritores, provocando que el historiador Herodoto abandonase su ciudad natal.
La dinastía de Artemisia fue derrocada por los lidios, que a su vez fueron conquistados por los persas, situado al rey Hecatomno y su familia como gobernantes de la satrapía de Caria. Su hijo Mausolo y su esposa y hermana Artemisia trasladaron la capital del reino a Halicarnaso. Sus artesanos ampliaron el puerto y lo fortificaron. En tierra se pavimentaron calles y plazas, y se construyeron nuevas viviendas. También se construyó un teatro griego y un templo dedicado al dios de la guerra Ares.
Artemisia y Mausolo invirtieron grandes sumas en embellecer la ciudad y cuando Mausolo murió en el 353 a.C., su esposa comenzó la construcción de una tumba magnífica, y los artesanos continuaron la construcción después de su muerte hasta completarla, que fue considerada una de las Siete Maravillas del Mundo y recibió el nombre de Mausoleo.
La dinastía de Hecatomno continuó hasta que en el año 335 a.C. un persa llamado Oronbates, yerno del rey Pixodaro, recibió el gobierno de la satrapía de Caria del rey Dario III de Persia.
En el año 334 a.C. Alejandro Magno puso sitio a la ciudad de Halicarnaso, que fue incendiada por los persas en retirada, como nueva gobernante situó a la reina Ada, hermana del rey Pixodaro, y que contaba con el favor del pueblo. No mucho después de la muerte de Alejandro Magno el faraón Ptolomeo II de Egipto ocupó la ciudad, construyendo un gimnasido como regalo a los ciudadanos.
Sin embargo, la ciudad nunca llegó a recuperarse del todo del incendio del siglo IV a.C. Fue ocupada por los romanos en el siglo II a.C. sin apenas resistencia, y en el siglo I a.C. se encontraba casi desierta. En las proximidades se construyó un pequeño asentamiento romano llamado Petronium.
ILIÓN (TROYA)
Desde el 3000 a.C. Troya comenzó siendo un asentamiento mercantil, debido a su posición estratégica en las rutas comerciales entre el Mar Egeo y el Mar Negro, entre Asia y Europa. Sin embargo, la ciudad antigua fue saqueada y destruida por un terremoto, después de que los griegos entraran en conflicto con el rey Príamo de Troya, un evento que sería registrado en los poemas de Homero.
Sin embargo, la ciudad no murió, sino que fue reconstruida, pero sus habitantes terminaron abandonándola. Hacia el año 750 a.C. llegaron griegos eolios procedentes de Beocia, que fundaron una nueva ciudad llamada Ilion y establecieron un santuario dedicado a la diosa Atenea. Como emplazamiento de la Guerra de Troya, la ciudad pronto atrajo peregrinos y visitantes ilustres, especialmente en torno a la tumba de los héroes Aquiles y Patroclo.
En el año 480 a.C. el rey persa Jerjes se detuvo en el santuario de Atenea y realizó un sacrificio de 1.000 reses antes de emprender la conquista de Grecia, pero tras su derrota, Ilion se convirtió en parte de las posesiones de la ciudad griega de Metilene, hasta que fue liberada por Atenas en el 427 a.C. e incorporada a la Liga de Delos. Los espartanos liberaron Ilión de la influencia ateniense en 411 a.C. y el general Mindaros realizó sacrificios y donaciones al santuario de Atenea. De esta manera Ilión quedó bajo el gobierno del rey Zenis y sus descendientes, que la administraron en nombre del sátrapa persa Farnabazos, pero apenas unos años después los espartanos regresaron y derrocaron a la familia real. Por la Paz de Antalcidas en el año 387 a.C. Ilión paso de nuevo al dominio persa, pero los atenienses regresaron en el año 359 a.C. y liberaron de nuevo la ciudad.
En el año 334 a.C. Alejandro Magno llegó a la ciudad e hizo sacrificios a los héroes de Troya, y declaró la ciudad libre de impuestos y reformar el templo de Atenea. En el año 311 a.C. Antígono Monoftalmo creó la nueva ciudad de Antigonia Troas uniendo varias ciudades de la Tróade, prometiendo respetar su autonomía y libertad. Esta nueva unidad de la Tróade se mantuvo durante el siglo I a.C., llegando a incluir las ciudades de Mirlea y Calcedonia, gobernada por un consejo de las ciudades. El propósito principal era mantener los festivales a la diosa Atenea, que atraían a numerosos peregrinos y financiar nuevos proyectos de construcción, como un teatro y una expansión del santuario.
Nominalmente la Tróade pasó al reino de Lisímaco, y posteriormente al Imperio Seléucida en el 281 a.C. sin verse involucrada en los conflictos, pero en el año 278 a.C. los gálatas invadieron Anatolia y saquearon la Tróade a su paso. Los reyes Seléucidas mantuvieron buenas relaciones con las ciudades de la Tróade y ayudaron en la reconstrucción.
Antígona Troas fue destruida por el general romano Fimbria en el año 85 a.C. en su guerra contra su rival Sila. Ese mismo año Sila proporcionó donativos y beneficios a la ciudad por su lealtad para su reconstrucción, adoptando el nombre de Ilium. Sin embargo, a pesar de su posición favorecida, la ciudad se mantuvo en una situación ruinosa durante muchos años, siendo atacada por piratas y no disponiendo de fondos para celebrar el festival de Atenea. Otros generales romanos como Pompeyo y Julio César renovaron los beneficios de Ilium.
Durante el reinado del emperador Augusto, que visitó Ilium en el año 20 a.C., la ciudad fue renovada, pero se trataba de un asentamiento discreto que no floreció hasta el siglo IV, sin embargo, volvió a declinar gradualmente durante el Imperio Bizantino.
LAODICEA
La ciudad de Laodicea se encuentra situada en una columna entre los valles de los ríos Asopo y Capro, que son afluentes del río Lico. En sus orígenes fue llamada Dióspolis (“Ciudad de Zeus”) y posteriormente Rodas. Sin embargo en el siglo III a.C. la ciudad se encontraba bajo el dominio del Imperio Seléucida y el rey Antíoco II Theos renombró la población en homenaje a su mujer Laodice. Se encuentra a 10 km al sur de Hierápolis y a 160 km al este de Éfeso.
Al principio Laodicea no era un lugar muy importante, pero pronto comenzó su prosperidad. En el año 188 a.C. la ciudad pasó al reino de Pérgamo y en el año 133 a.C. quedó bajo el dominio romano, beneficiándose de su posición en una ruta comercial, en el que se realizaban importantes transacciones y cuyo principal producto de comercio era la lana negra. La prosperidad atrajo interés por la ciencia y el arte, y también permitió la acuñación de su propia moneda.
La ciudad fue afectada por sucesivos terremotos, especialmente el que se produjo durante el reinado de Nerón en el año 60, que la destruyó por completo. Los laodiceos rechazaron la ayuda imperial y reconstruyeron la ciudad con sus propios medios. Entre los principales dioses de la ciudad se encontraban Zeus, Apolo y Asclepios.
Muchos de los habitantes de Laodicea son judíos, descendientes de las familias trasladadas a Frigia desde Babilonia por el rey Antíoco el Grande. Cada año la población judía enviaba 9 kg de oro como donativo para el templo de Jerusalén.
MILETO
Mileto es una ciudad muy antigua, que se benefició desde época temprana del comercio con la isla de Creta hacia el 2000 a.C. y fueron los cretenses quienes fundaron y fortificaron la ciudad. Ya aparece mencionada en los registros de los hititas.
Desde 1450 a.C. la ciudad se convirtió en una fortaleza micénica, apoyando una rebelió contra los hititas de la cercana Assawua. En represalia los hititas conquistaron la ciudad, arrasándola en parte y construyeron una nueva fortaleza. Durante la Guerra de Troya se convirtió en una aliada de los troyanos, sin embargo, fue destruida de nuevo en el siglo XII a.C. Según la leyenda, los jonios habrían matado a todos los hombres de Mileto y se casaron con sus viudas, convirtiéndola en parte de la Liga Jonia.
En el siglo VII a.C. Mileto estableció una alianza con la ciudad griega de Megara, actuando bajo la dirección del oráculo de Apolo de Delos. Hacia el 600 a.C. la ciudad fue amenazada por el reino de Lidia, pero el tirano Trasíbulo consiguió mantener su independencia, convirtiéndose en un importante centro de filosofía y ciencia, además de construir un poderoso imperio marítimo con sus colonias.
Cuando el rey Ciro de Persia derrotó a los lidios a mediados del siglo V a.C., también conquistó Mileto y la Jonia. En el año 499 a.C. el tirano Aristágoras de Mileto se convirtió en el líder de la revuelta jonia contra los persas, que aplastaron la rebelión y castigaron a la ciudad vendiendo como esclavos a todas las mujeres y niños, matando a todos los hombres y convirtiendo a los jóvenes en eunucos, asegurándose de que no volviera a nacer ningún ciudadano de Mileto, un hecho que conmocionó al mundo griego.
En el año 479 a.C. los griegos derrotaron a los persas en la Batalla de Platea y Mileto fue liberada del dominio persa. Durante esta época la ciudad fue restablecida por milesios que habían huido o sobrevivido en las colonias. La nueva ciudad fue diseñada por el arquitecto Hipodamas. Sin embargo, los persas recuperarían el control de Mileto y toda la Jonia en el año 387 a.C., tras la Paz de Antálcidas.
En el año 334 a.C. el ejército de Alejandro Magno liberó Mileto del dominio persa, junto con el resto de Anatolia, que quedó bajo el control conjunto del gobernador Ptolomeo de Caria y el sátrapa Asandro. En el año 312 a.C. el general macedonio Antígono Monoftalmo envió a sus lugartenientes Dócimo y Medeio para liberar Mileto y restaurar el gobierno democrático. Después de la muerte de Antígono en el 301 a.C., Mileto mantuvo buenas relaciones con el Imperio de Seleuco y sus sucesores, que realizaron donaciones al santuario de Dídima y devolvieron la estatura de Apolo que había sido robada por los persas.
Sin embargo, no terminaron los problemas para Mileto, situada entre los enfrentamientos entre los generales sucesores de Alejandro Magno. El rey Lisímaco se apoderó de la ciudad y la mantuvo hasta el año 281 a.C., cuando fue derrotado por el rey Antíoco II de los Seléucidas. En el año 279 a.C. el faraón egipcio Ptolomeo II Filadelfo conquistó la ciudad y permaneció durante varias décadas bajo el dominio de Egipto, entrando en un período de esplendor que la convirtió en un centro de arte y ciencia.
Cuando los romanos adquirieron el reino de Pérgamo en el 133 a.C., Mileto mantuvo su situación como ciudad independiente, aunque entró en conflicto con otras ciudades por derechos de navegación. El emperador Augusto visitó Mileto en el año 19 a.C. se levantó un templo dedicado al emperador y el dios Apolo. Otro templo imperial fue contruido durante el reinado de Calígula y todas las calles fueron pavimentadas y la ciudad extendida con nuevos edificios en el siglo II, entre ellos un teatro de 15.000 espectadores.
Mileto no escapó a la decadencia provocada por terremotos e invasores bárbaros, aunque resistió mejor que otras ciudades, adquiriendo gran importancia durante la época del cristianismo.
RODAS
Según la leyenda la isla de Rodas nació del amor entre el titán Helios y la ninfa Rodos. La isla fue colonizada por minoicos procedentes de Creta en el siglo XVI a.C., y posteriormente invadida por los micénicos en el sigloXV a.C., que le dieron el nombre de Ofiusa. Los ofiusos participaron en la Guerra de Troya bajo el liderazgo de Tlepolemo.
En el siglo VIII a.C. la isla fue invadida por los dorios, que contruyeron tres ciudades importantes en Lindos, Ialissos y Kameiros, que junto con Cos, Cnido y Halicarnaso formaron la Hexápolis doria. Hacia el 750 a.C. el santuario de Atenea en Kameiros era el principal centro religioso de la isla.
Los persas invadieron y arrasaron la isla en el siglo VI a.C., pero a su vez fueron derrotados por los atenienses en el 478 a.C. Las ciudades rodias se unieron a la Liga de Delos. Cuando estalló la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta en el 431, en principio los rodios se mantuvieron neutrales, separándose de la liga en el 404 a.C. Durante esta época las tres ciudades se unieron en un único territorio y construyeron la ciudad de Rodas, que daría nombre a la isla, que sería conquistada por el rey Mausolo de Caria y después nuevamente por los persas hacia el 340 a.C., aunque durante un breve período.
En el año 332 a.C. Rodas pasó a formar parte del Imperio de Alejandro Magno después de derrotar a los persas, pero tras su muerte diez años después sus general se disputaron los territorios, dividiendo el imperio entre ellos. Rodas estableció estrechos lazos comerciales con los faraones de la dinastía Ptolemaica de Alejandría, formando una alianza que controló el comercio del Mar Egeo en el siglo III a.C.
La ciudad se convirtió en un centro marítimo, comercial y cultural, con famosas escuelas de filosofía, ciencia, literatura y retórica influenciada por Alejandría. El retórico Esquines creó una escuela en Rodas, así como Dionisio el Tracio. Sus escuelas de escultura también se hicieron famosas en el mundo helenístico.
En el año 305 a.C. Demetrio de Macedonia asedió Rodas para tratar de romper su alianza con Egipto, pero después de un añó renunció y firmó un acuerdo de paz, dejando muchas máquinas y pertrechos militares en su retirada. Los rodios vendieron el equipo y utilizaron el dinero para levantar una estatua gigante al dios del sol, Helios, que sería llamada “El coloso de Rodas” y considerada una de las Siete Maravillas del Mundo.
Durante el siglo III a.C., Rodas intentó mantener su comercio y su independencia, especialmente su control sobre el comercio de trigo en el Mediterráneo Oriental, por lo que trataron de mantener el equilibrio entre los reinos de Macedonia, Egipto y el Imperio Seléucida, un objetivo que consiguieron a lo largo del siglo.
Sin embargo, a medida que el equilibrio se desmoronaba y el reino de Macedonia amenazaba sus costas, los rodios recurrieron a la ayuda de la República Romana, con una petición formal de ayuda en el 201 a.C. A pesar de su reciente guerra contra Cartago, los romanos aceptaron intervenir, declarando la guerra a Macedonia, que terminó con la derrota de los macedonia y la independencia de los rodios, que no obstante ahora dependía de las buenas relaciones con Roma. En el año 164 a.C. Rodas se convertía en aliada perpetua de Roma, en la práctica terminando con su independencia.
Bajo dominio romano, Rodas se convirtió en un centro cultural y educativo para las nobles familias romanas, especialmente debido a sus escuelas de retórica. Al principio disfrutó de varios privilegios como aliada de Roma, pero progresivamente los fue perdiendo en las maquinaciones de la política romana. Durante una conspiración para derrocar al triunvirato formado por Octavio, Marco Antonio y Lépido, Rodas fue invadida y saqueada por el general Casio Longino en el 43 a.C., perdiendo gran parte de su importancia. En el siglo I la ciudad se convirtió en un lugar frecuente para enviar exiliados políticos, como el emperador Tiberio antes de su acceso al trono. El emperador Claudio la incorporaría a la provincia de Asia.
Poco a poco la ciudad fue recuperando su prosperidad, recibiendo también durante el siglo I a Pablo de Tarso, que creó una comunidad cristiana. La ciudad se convirtió de nuevo en una importante urbe en el siglo III, convirtiéndose en capital de provincia a finales del siglo IV, con el Imperio Bizantino.
SAMOS
Desde la antigüedad la isla de Samos era conocida por ser un centro de cultura de los jonios, por sus vinos y su cerámica roja. Su edificio más famoso era un templo jónico dedicado a la diosa Hera, el Heraion. La ciudad de Samos había sido fundada hacia el siglo X a.C. por Epidauro de Argos.
Hacia el siglo VII a.C. se había convertido en una de las ciudades jonias más importantes, debido a su posición en las rutas comerciales, exportando tejidos adquiridos en Asia. Los samios también establecieron relaciones comerciales con el Mar Negro, Egipto y Cirene, convirtiéndose en rival de la ciudad de Mileto. Consiguió resistir el avance de los persas gracias a su poderosa flota y alianza con los egipcios.
La rivalidad entre Mileto y Samos terminó provocando la guerra, en la que vencieron los milesios, pero en el siglo VI a.C. el aislamiento de Samos le permitió evitar los ataques de los persas. En el año 535 a.C. el tirano Polícrates tomó el poder, protegiendo la isla de los ataques persas y embelleciendo la ciudad con obras públicas. A su muerte los persas consiguieron conquistar la isla, destruyendo la ciudad en parte, por lo que se unirían en el año 499 y en el 479 a.C. a las sucesivas rebeliones de las ciudades jónicas.
Tras la derrota de los persas en las Guerras Médicas, Samos se unió a la Liga de Delos y se alió con Atenas, ocupando una posición privilegiada. Sin embargo, en el año 440 a.C. tras un desencuentro a favor de Mileto, los samios decidieron abandonar la liga. Después de un prolongado asedio se vieron obligados a rectificar y a pagar los daños causados.
Durante la Guerra del Peloponeso Samos se alió con Atenas contra Esparta, apoyando a la flota ateniense, manteniendo su lealtad a pesar de la derrota de los atenienses, apoyando a los demócratas expulsados de la ciudad. Los espartanos ocuparon Samos hacia el 404 a.C. e impusieron el gobierno de una oligarquía. Tras la retirada de los espartanos recuperaron brevemente la independencia, antes de ser sometidos de nuevo por los persas, aunque los atenienses¡s conseguirían recuperar la isla en el 366 a.C.
Tras la muerte de Alejandro Magno la isla de Samos fue disputada por macedonios y egipcios, quedando en manos del faraón Ptolomeo II en el 275 a.C. En el año 189 a.C. los romanos la cedieron a su aliado, el reino de Pérgamo, que pasaría a constituir la provincia romana de Asia. Samos se rebeló sucesivamente contra el dominio de Roma y perdió su autonomía en el 88 a.C. por haber apoyado al rey Mitrídates del Ponto, que no recuperaría hasta el siglo I. De todas maneras, la ciudad continuó prosperando y compitiendo con Esminra y Éfeso por ser la primera ciudad de la Jonia. En época romana se construyó un santuario de curación y una fábrica de cerámica.
SARDES
Según la leyenda, la ciudad de Sardes fue fundada hacia el 1220 a.C. por Agrón, hijo de Heracles, que estableció una dinsatía que terminó con Candaules en el 716 a.C., que fue derrocado por el rey Giges, que dio comienzo a la dinastía Mermnáda y terminó con Creso en el 546 a.C. Al margen de la leyenda se convirtió en la capital del poderoso reino de Lidia en el siglo VIII a.C. La ciudad fue conquistada y saqueada en varias ocasiones, por los cimmerios en el sgilo VII a.C., por los persas en el VI a.C., por los atenienses en el V a.C. y por el rey seléucida Antíoco III el Grande a finales del siglo III a.C. En Sardes durante el dominio persa se construyó el final del Camino Real que comenzaba en Persépolis.
Durante el período del reino de Lidia, Sardes era una ciudad de producciones artesanales. La industria más importante era la del tejido y la elaboración de delicadas alfombras de lana. En el río Pactolo fluían arenas de oro, que dieron lugar a la fabulosa riqueza del rey Creso, bajo cuyo reinado se desarrolló la metalurgia, y también el acuñado de monedas en función de la pureza de su metal. La principal divinidad de la ciudad era la diosa Artemisa.
En el año 17 la ciudad fue destruida por un gran terremoto, pero fue reconstruida con la ayuda de un donativo de diez millones de sestercios del emperador Tiberio, y quedó exenta del pago de impuestos durante cinco años. Tras su recuperación continuó prosperando mediante el comercio, que se mantuvo hasta el siglo IV cuando al convertirse Constantinopla en la gran capital del Imperio Romano se creó un nuevo sistema de rutas comerciales que dejó a Sardes al margen.