GAROU
Entiendo que es fácil perderse por estas callejas, de manera que te daré unos segundos para que salgas corriendo de nuestro territorio.
Cuando el hombre abandonó los campos y se hacinó en las ciudades, no solo abandonó el modo de vida que sus antepasados conocieron, también las supersticiones de estos y el amor a la tierra. Solo resistentes hierbajos sobrevivían en las empedradas calzadas de la Ciudad, tímidos testigos de que debajo de la sociedad del hombre existía la tierra. Cuando el asfalto llegó, como un vómito de alquitrán humeante, la tierra gritó. En las frías calles de Montreal, entre cubos de basura, rascacielos y callejones, los Garou contestaron con rabia. Cuando la tierra tembló y el cielo se abrió de indignación en Nuevo México tras la prueba Trinity, los Garou encontraron un motivo por el que luchar con dientes, garras y sed de sangre. Pero esos tiempos han caído en el olvido y la degeneración, una degeneración no tan extrema como muchos pudieron pensar. El eco de la revolución ecológica de los sesenta apoyada por los Garou resuena todavía con fuerza entre los miembros más jóvenes de la línea, que viven como lobos cazando en grupo al amparo de la noche montrealesa, marcando su territorio con la sangre de sus víctimas y defendiendo su lugar en la ciudad como los mejores cazadores urbanos de la estirpe. Silenciosos y distantes excepto con sus compañeros de manada, los Garou han hecho mucho más peligrosa la noche de Montreal.
La extraña mezcla de caza nocturna, eco-terrorismo y vampirismo que conforma a los Garou tuvo sus inicios en la persona de un vástago del clan Mekhet a principios del siglo XX. A medio siglo de cualquier posible inicio de un primitivo movimiento ecologista y mucho más lejos aún del movimiento Hippie que convirtió a la ecología y a la conservación del planeta en un tema a tener en cuenta, Ethaine Garou ya luchaba contra todo intento de progreso en Canadá. A la fundadora de la línea de sangre se le supone abrazada en la década de 1860 en la provincia de Québec por un vástago desconocido del clan Mekhet. Hija de leñadores, Ethaine escapó, gracias al Abrazo, de su futura boda con un hombre de la región de La Sarre, poco más se sabe aparte de esto de su vida como mortal. Ya en su no-vida, Garou vagó por regiones inhóspitas de Canadá, desde su Québec natal hasta Alaska, donde muy posiblemente conoció a un Gangrel llamado Kenward, de quien se convirtió en amante. El salvaje y Ethaine viajaron juntos hasta más al sur de los Estados Unidos, hasta las profundas selvas donde los frondosos árboles no permitían a la luz del Sol herir a los vástagos. Durmieron juntos en ruinas de olvidadas civilizaciones precolombinas cuyo recuerdo ha sido tragado hace mucho por la jungla. Cazaron animales salvajes y bebieron de ellos con tanta pasión como de los habitantes de la zona. Eran noches eternas que bien pudieron haber durado años. Ethaine siempre fue incapaz de calcular cuántos años pasaron ella y Kenward en el Amazonas, pero nunca olvidaría la noche en la que buscando presas se encontró con el chamán. Difícil es encontrar sustento para un no-muerto en la selva, excepto alimañas, raras eran las ocasiones en las que Kenward y Ethaine podían alimentarse de humanos. Tanto ella como él evitaban acercarse demasiado a las pequeñas aldeas por temor a que rumores sobre “bestias que surgen de la selva para atacar a lo nativos” atrajesen demasiada atención sobre la zona y sobre ellos. Cuando Kenward divisó a lo lejos un grupo de jóvenes acompañados por un anciano no pudieron desperdiciar la oportunidad. Con un sigilo perfeccionado tras años de caminar sobre ramitas secas y alfombras de hojas, los dos vástagos estuvieron presentes al inicio del rito de iniciación que convertiría a esos muchachos en hombres. Ethaine, curiosa, retuvo las ansias de su compañero y esperó hasta que los muchachos, tras tomar un extraño bebedizo, fueran cayendo en el suelo como víctimas de envenenamiento. El chamán debió de darse cuenta de la presencia de los vampiros, pues miró hacia su dirección y les hizo señas para que saliesen hasta el claro donde los cuerpos de cinco jóvenes temblaban y gemían febrilmente acosados por alucinaciones. El chamán al ver a los dos pálidos vástagos trató de comunicarse en su lengua, pero un gesto de Ethaine le calló, indicándole que no conocían su lenguaje. A continuación el chamán habló en el lenguaje de las bestias que Kenward comprendía y así los tres hablaron. El chamán contó a los “demonios pálidos” que la tierra misma protegía a los miembros de su tribu, de ahí que no hubiese tenido miedo de ellos. Ethaine, interesada cada vez más sobre todo lo que el chamán pudiese decir, acosaba a Kenward con preguntas para que se las tradujera al brujo. Este sin embargo la calló con un movimiento de la mano e hizo saber a Kenward que pronto sería su momento para beber la poción, ya que debía guiar a los suyos en el otro lado a fin de que pudiesen pasar el rito. Ethaine preguntó entonces si podía unirse al brujo en su rito, provocando que Kenward se volviese incrédulo ante lo que acababa de oír. Sin necesidad de traducción, el brujo asintió y tomó la poción. El Gangrel habló secamente prohibiéndole a Ethaine tomar la sangre de cualquiera de los seis nativos, pero Garou estaba decidida. Kenward solo pudo suspirar y ofrecerse a acompañarla. Ambos bebieron del cuello del joven más fuerte de los presentes y fueron víctimas del mismo veneno que había lanzado a los jóvenes a la inconsciencia y al sueño.
Kenward abrió los ojos cubierto por un montón de hojas. Quién sabe cuánto tiempo habría pasado en ese estado. A su alrededor no había ningún muchacho ni el anciano brujo, solo Ethaine desnuda, cubierta de grifos pintados sobre su cuerpo con lo que olía como una mezcla de arcilla, sangre y savia de plantas tóxicas. En su níveo cuello un extraño collar, sin duda alguna poseído antes por el chamán, parecía guardar cierta armonía con lo pintado sobre su piel. Ethaine abrió los ojos y contempló la luna mientras el Gangrel apartaba las hojas caídas sobre el cuerpo de la Mekhet con preocupación en su rostro. El comportamiento de Ethaine cambió radicalmente tras el ritual. Comenzó a aullarle a la luna, a comportarse más como un animal que como un vástago. Tanto ella como Kenward siempre cazaban juntos pero ahora ella siempre esperaba a que el Gangrel bebiese primero para beber ella al mismo tiempo. Cuando comenzó a contarle a Kenward lo que le había sido revelado en la visión, el Gangrel empezó a comprender. Lo que había visto había otorgado a Garou un sentido en su no-vida, una misión sagrada que tenía que realizar. De las visiones que Kenward pudo haber experimentado nada se sabe, mas las de Ethaine son bastante conocidas entre casi todos los Garou modernos.
Ethaine salió de su cuerpo tras probar la sangre del muchacho. Contempló con desconcierto lo diferentes que parecían los vampiros de los humanos usando como ejemplo cuerpo y el del muchacho del que se había alimentado. Comenzó a elevarse con algo de miedo y comenzó a sentir algo, una tristeza absoluta que lo impregnaba todo. Una tristeza mezclada con una alegría y euforia pocas veces sentida por alguien, mucho menos por un vástago. Siguió elevándose extasiada por esas sensaciones hasta comprender que todas surgían de la tierra de la que se estaba alejando. Trató de descender moviendo los brazos con desesperación, pero era completamente imposible. La visión la alzó hasta que pudo ver el mundo entero. No era el familiar y ovalado planeta azul lo que vio Ethaine, ella vio el mundo con los ojos del brujo. Un mundo interconectado entre sí donde todos tenían un lugar, incluso ella, que fluía del corazón de la tierra. La Madre Tierra abrazó entonces a la Mekhet y ella maravillada y con lágrimas de sangre surcando sus mejillas devolvió el abrazo. Pero entonces algo ocurrió, un imperceptible temblor sacudió a la madre tierra. Ethaine abrió los ojos y contempló cómo los humanos abrían agujeros en la piel de la Madre para sacar piedras preciosas y serraban los gloriosos bosques que habían servido como cobijo tanto a ella como a Kenward. Garou habría entrado en frenesí de no ser porque el chamán apareció junto a ella y susurró con palabras calmas a su oído. De lo que hablaron no se sabe, pero Ethaine volvió junto a Kenward convencida de que los humanos terminarían amenazando a la Madre Tierra y de que ella podía ayudar a evitarlo. Kenward, a pensar del cambio de comportamiento de Ethaine no le dio más importancia. Cuando la Mekhet acabó con la vida de un grupo de leñadores que trataban de limpiar una parcela de jungla para el cultivo, el Gangrel comprendió que Garou iba completamente en serio y se marchó.
El asesinato de varios obreros y un empresario alrededor de los años 20 en Québec durante el asfaltado de una vieja carretera pasó desapercibido para casi toda la sociedad mortal, por aquel entonces muchos criminales de Nueva York viajaban hasta Montreal para esconderse, muy posiblemente el asesinato del empresario fuese un ajuste de cuentas. Pero en el mundo vampírico montrealés este fue el primer ataque de los Garou en suelo canadiense. Ethaine, rodeada de algunos de sus chiquillos que habían seguido su modo de vida, regresó y contempló el asfaltado de carreteras y los rascacielos con angustia, la obra del hombre moderno cubría los antaño verdes prados que ella recorrió bajo la luz del Sol cuando mortal. Esos primeros y escasos Garou vivían juntos en una casa abandonada en L’Islet, cerca de los Apalaches, saboteando compañías madereras. Muchos vampiros, mayormente Invictus con intereses económicos en esas compañías, lanzaron una gran campaña de desprestigio contra Ethaine y los suyos, pero estos vampiros solían desaparecer a las pocas noches para no ser vueltos a ver nunca más. Cuando Ethaine volvió del Amazonas no solo había encontrado algo por lo que existir, también se había convertido en una cazadora imparable. No le costó mucho adaptar las tácticas de cazar en la jungla al suelo urbano. Como lobos, los Garou perseguían a su víctima hasta que esta se cansaba o se quedaba atrapada en un callejón, entonces todos saltaban sobre ella como animales. No es de extrañar que la mala fama de los Garou en Montreal tuviese su inicio en esos tiempos.
Entonces todo cambió.
El dieciséis de julio de 1945, la primera bomba atómica explotó en Nuevo México. Muchos Mekhet comenzaron entonces a interesarse en lo que la misteriosa Ethaine y los Garou tenían que decir, engrosando sus filas considerablemente hasta llegar a los treinta miembros. Chiquillos de sus chiquillos ingresaron en los Garou convencidos ahora de las palabras de Ethaine. Horrorizada, esta y los Garou comenzaron a luchar contra lo que para ellos era el inevitable Apocalipsis nuclear. Trataban de concienciar a los humanos de lo que estaba pasando, de lo que podía pasar, y en algunos sitios solo sirvió para amplificar un movimiento surgido a espaldas de los Garou. Comenzó a hablarse de ecologismo y de la salud de la tierra. Los siguientes años fueron una época dorada para los Garou. La ecología y la protección de la tierra eran asuntos importantísimos que necesitaban la atención y ayuda de todos. Juventudes criadas en ciudades comenzaron a interesarse en culturas antiguas y en las drogas alucinógenas como medio para una mayor comprensión del universo. Los Garou estaban en su mejor momento y la ciudad de Montreal pasó a ser su centro de operaciones desde donde organizaban ataques a empresas contaminantes y apoyaban panfletos subversivos mientras muchos vástagos murmuraban sobre ellos y sus cacerías nocturnas. Grupos de Garou (que comenzaron a llamarse manadas como broma privada) se reunían en manifestaciones no solo en Canadá, también en la parte norte de los Estados Unidos. Pero cuando el movimiento Hippie terminó en un gran clímax orgiástico durante el Verano del Amor, los Garou vieron como su única gran oportunidad para cambiar el mundo se iba para no volver. Que Ethaine entrase en letargo unos años más tarde no sirvió para ayudar a un grupo tan necesitado de compañía y objetivo como los Garou. Y estos se fueron separando poco a poco y pasando a un segundo plano en el paisaje vampírico de Montreal. Los años setenta pasaron y los Garou no llegaron a sentirlos como propios. Las nuevas drogas de moda no servían para ampliar los sentidos y experimentar sensaciones nuevas, solo servían para hacerte sentir mejor y aliviar el dolor. El dinero había pasado a ser lo más importante y la cuestión del cuidado de la tierra había sido olvidada por las modernas generaciones. El desánimo y la rabia se llevaron a muchos Garou entonces, alejándolos de su objetivo y descuidando la defensa de la tierra. Los únicos que experimentaron un auge en esa época fueron los Garou centrados en su papel de cazador.
Surgían nuevas manadas Garou más interesadas en vivir su Réquiem que en entregarse a la misión de la Madre Tierra. En la solitaria sociedad de los vástagos, saber que tienes a un grupo detrás en el que puedes confiar pase lo que pase ayuda a escalar rápidamente en la jerarquía nocturna. Estos nuevos Garou tomaban territorios como suyos y los defendían contra vástagos extraños, incluso contra otros Garou y llegaron al extremo de cazar vampiros solo para beber su sangre. Cuando los demás Garou se enteraron de la existencia de estos grupos estalló una auténtica guerra civil dentro de la línea de sangre. Garou contra Garou, hermano contra hermano. Mientras tanto, los Invictus de Québec hicieron un buen dinero gracias al buen año de sus compañías madereras, al superávit que produjeron sus contaminantes empresas al no tener que invertir en medidas ecológicas. Los Garou se habían olvidado por completo de su misión, incluso aquellos que presumían de defender la filosofía de Ethaine por encima de las ansias de caza que la línea porta en su sangre. Se hizo necesaria una reunión entre las dos facciones. Los Garou no podían seguir anclados en viejas tácticas y filosofías, pero no podían olvidarse tampoco de la misión. Los más antiguos hablaron de la línea de sangre se había convertido en una sombra de lo que fue. El entorno urbano se había convertido en un hogar para ellos y necesitaban adaptarse a él, ignorarlo era suicida. Los Garou debían de reinventarse o morir. Surgió un nuevo líder de los Garou montrealeses, un chiquillo de Ethaine llamado Darinth. Este vástago afro-americano medió entre ambas facciones. Darinth pensaba que debía mantenerse la misión encomendada por su sire, pero no debía olvidarse la relación de los Garou con el resto de vástagos. Así pues, aunque el príncipe seguía mirándoles con ojos sospechosos, Darinth negoció con este la posibilidad de mantener la subcultura Garou a cambio de lealtad para con el consejo. Darinth pasó a convertirse en sabueso del príncipe de Montreal para desgracia de sus enemigos. Los Garou entonces sí que se convirtieron en la sombra de sí mismos. La que era recordada por algunos como una línea de sangre optimista e idealista, involucrada con la conservación del planeta, resucitó como un extraño grupo de vástagos con excéntricas costumbres sociales que se comportaban de forma distante y callada.
Cuando Ethaine salió de su letargo en un viejo almacén alrededor de 1991, fue incapaz de reconocer a los suyos. Podía verlos y sentirlos parte de su sangre mientras caminaba confundida por una Montreal que no había visto desde 1967. Estos nuevos Garou vestían completamente de negro, se movían en silencio y se comunicaban entre sí mediante gestos como un grupo de animales mientras acechaban a humanos. Lejos habían quedado las camisas teñidas y los abalorios de los años sesenta. Sus territorios estaban marcados con símbolos similares a los que tanto tiempo atrás Ethaine llevó sobre su cuerpo en la jungla. Estos símbolos estaban marcados con sangre humana en las paredes, así pudo olerlo la Mekhet, y cada manada parecía tener el suyo propio. Curiosa, espió a una manada en su refugio. La azotea de un viejo edificio había sido llenada de plantas y flores que eran atendidas por los miembros de esa manada. El dinero que conseguían de sus víctimas era enviado a grupos ecologistas radicales como Earth First! o el Frente de Liberación de la Tierra con los que muchas veces compartían objetivos. Algunas manadas participaban saboteando a grandes compañías desde dentro y los tentáculos de los Garou se extendían hasta fuera de Québec gracias las manadas asentadas en otros lugares del globo. Otras manadas se dedicaban a su Réquiem cazando como uno solo y alimentándose de la misma presa. Ethaine, incapaz de comprender a este grupo de vástagos se marchó pensativa.
Recién iniciado el siglo XXI, muchos Garou decidieron poner fin a los rumores. ¿Seguía Ethaine en letargo o habría despertado? ¿Quién era Kenward? ¿Seguiría este Gangrel vivo en alguna parte? Dos manadas partieron al sur para nunca más regresar. Los rumores por Internet dicen que hay un vampiro muy antiguo y poderoso atacando a lobos solitarios a lo largo y ancho de los Estados Unidos y que las últimas informaciones sobre Kenward le sitúan en México D.F.
Clan Padre: Mekhet
Apodo: Perros
Alianza: La lealtad de un Garou hacia su manada y hacia su causa está por encima de todo, de ahí que la línea de sangre esté compuesta en su mayoría por vástagos No Alineados, aunque por supuesto hay excepciones. Raras son las ocasiones en las que un Garou dentro de una manada decide unirse a una alianza, y esto se debe a que otros Garou podrían ver al vástago como un traidor. La práctica más normal es que una manada entera decida unirse a una alianza, de manera que todos sigan manteniendo las metas claras. Los lobos solitarios, por otra parte, no sufren la presión de una manada y pueden decidir libremente sobre si pertenecer o no a una alianza. Tras la negociación de Darinth con el Príncipe de Montreal muchos Garou se unieron al Invictus. Esta avalancha fue recibida con una mezcla de satisfacción y reserva por parte de los miembros de la alianza en la ciudad, pues contar con contactos dentro de esta belicosa y desconocida línea de sangre era una bendición, pero uno nunca sabía qué podrían traerse entre manos los Perros. Los Garou del Invictus usan su dinero para subvencionar a otras manadas en ese extraño estilo de solidaridad tan típica de los Garou y sirven como espías en las altas esferas económicas de la ciudad. Los Lancea Sanctum son una alternativa viable para los silenciosos y en ocasiones siniestros Garou, algunos de los cuales han mezclado sus creencias en la Madre Tierra con el concepto de Dios predicado por la iglesia católica, aunque el número de vástagos de esta línea de sangre entre los santificados no es ni la mitad de los que hay en el Círculo de la Bruja, mucho más acorde con las creencias Garou de la Madre Tierra. Los Perros pertenecientes tanto al Círculo de la Bruja como al Lancea son los más fanáticos en su causa ecologista, dejando de lado incluso diferencias entre ellos para conseguir el bien común. La presencia de los chiquillos de Ethaine en el Movimiento Cartiano es mayor que en el Lancea o en el Círculo de la Bruja, aunque la línea de sangre prefiere mantenerse más cercana a los No Alineados debido a que muchos Garou consideran el Movimiento demasiado idealista como para serles beneficioso. Gran parte de los Garou centrados en la búsqueda de respuestas sobre su historia como linaje y quizá inspirados en el encuentro entre Ethaine y el brujo han tomado la ideología de la Ordo Dracul como propia. Estos son los Garou más extraños y siniestros de todos y mentirían si dijesen que no lo disfrutan.
Apariencia: Los Garou en manada de Québec visten con ropa oscura y lo suficientemente cómoda para permitirles correr con libertad por el paisaje urbano y pasar desapercibidos. Con el tiempo, muchos Garou tienden a “mimetizarse” con sus presas para pasar desapercibido, y una manda de Garou que cacen entre vagabundos inevitablemente tendrán que adoptar su aspecto para pasar desapercibidos. Jerséis con cuellos de tortuga tampoco son infrecuentes entre los miembros de la línea, pues los más antiguos de la línea fueron abrazados entre bohemios e intelectuales ecologistas. Muchos Perros más tradicionales visten como neobeatniks, aunque no por ello dejan de vestir unas útiles zapatillas deportivas en caso de tener que unirse a una rápida caza por el centro de la ciudad. En los Garou más veteranos puede verse una expresión de cazador, permanentemente oteando en busca de posibles presas a las que perseguir junto a su manada. Los lobos solitarios mantienen muchas veces estas prácticas a la hora de vestirse, aunque están más dados a individualidades.
Refugio: Los refugios de los Garou son comunales, ya que la manada vive y se alimenta junta. Estos suelen ser edificios ocupados en el centro de la ciudad, almacenes abandonados o sencillos pisos en algún bloque de apartamentos de los suburbios. Si hay algo que todos los refugios de Garou tienen en común es un cuidado jardín. Los Garou siempre ponen por pura tradición un par de plantas en el lugar donde se refugian. Esto puede ir desde una maceta donde florece un geranio, hasta un jardín en mitad del apartamento. Todos los miembros de esta línea de sangre se encargan de cuidar el refugio y regar el jardín, aunque se comprende que no siempre es el momento de preocuparse por ello. Muchos Garou gustan de guardar recuerdos de sus rivales vencidos y muchos de estos fetiches son expuestos en estanterías o colgados de la pared. Cuando una manada visita a otra los miembros de la manada anfitriona suelen presumir de las hazañas realizadas y usan estos objetos como demostración de sus palabras, como por ejemplo la tarjeta de identificación de un gran jefazo de cierta compañía petrolífera que la manada se encargó de sabotear el mes pasado.
Trasfondo: Entre los Garou hay muchas clases de vástagos, pero la clase de Mekhet que compone esta línea de sangre es muy atípica. Muchos estudiosos Abrazados, preocupados por el destino del planeta y la contaminación saben que los Garou tienen sus puertas abiertas a todo aquel que quiera luchar por la tierra y que tenga habilidades que puedan ser útiles para tal efecto. Otros vástagos se unen a los Garou buscando compañía. La vida del vampiro es muchas veces solitaria, y saber que en un lugar tan frío como Montreal hay grupos de no-muertos que se relacionan entre sí como si de una familia se tratase atrae a muchos Mekhet. Otra clase de Mekhet que busca a los Garou es un vástago cansado de observar cómo el mundo se pudre sin poder evitarlo, los Perros ofrecen la esperanza de que incluso un monstruo que se alimenta de la sangre de los vivos tiene su lugar en la naturaleza como depredador.
Creación del personaje: Invertir en Mentales y Sociales una buena manera de gastar los puntos de atributos, porque sinceramente, no hace falta ser muy fuerte si sois cinco contra uno. Muchas de las acciones de un Garou tienen que ver con la infiltración, el sabotaje y la caza, y para todas y cada una de ellas se necesita tanto una mente ágil como la capacidad de caerle bien a las demás personas. Aún así, al estar organizados en manadas, algunas personas tienden a especializarse en algún campo de atributos por encima de los demás. Una manada puede requerir a un vástago fuerte para compensar al genio informático del grupo. Las habilidades que más se usan entre los Garou son Callejeo, Atletismo, Sigilo, Pelea y Supervivencia. Los Garou se precian de ser los mejores cazadores urbanos de la estirpe y en verdad no están muy desencaminados. Un Garou incapaz de alcanzar a su manada cuando está de caza suele ser visto con malos ojos por el resto, y qué decir de aquél que necesita ser cuidado por los demás. A pesar de agruparse en manadas, los Garou son bastante darwinistas, algo que está en sus naturalezas vampíricas y de ahí que se valoren las altas puntuaciones en Callejeo y Supervivencia. La Humanidad de los Garou debería ser alta para empezar, pues muy posiblemente y debido a su debilidad termine bajando alarmantemente rápido. Sobra decir que se requiere un punto Potencia de Sangre extra para poder adentrarte en el oscuro y feroz universo urbano de los Garou.
Disciplinas de la Línea de Sangre: Auspex, Celeridad, Ofuscación, Protean.
Debilidad: Los Garou arrastran una extraña maldición, por si no fuese suficiente la que arrastran del clan Mekhet. Quién sabe si debido a su comportamiento grupal, los miembros de esta línea de sangre no pueden alimentarse solos. Esto tanto perpetúa la organización de la línea de sangre como condena a los chiquillos de Ethaine a tener que confiar en otros vampiros para poder alimentarse. Un Garou solo ganará sustento de la sangre que beba si esta es compartida por otro vampiro. Es decir, un vástago perteneciente a esta línea de sangre podría cazar a una presa para recuperar la sangre perdida, pero su sangre será como agua para él si no está acompañado de otro vástago que beba a la vez del mismo recipiente. Un momento tan íntimo como la alimentación se convierte en un corrupto menage-atroix. Y esto en el mejor de los casos, ya que es bien sabido que las manadas de Perros, frecuentemente de cuatro o cinco miembros, cazan y beben juntas. Esta debilidad no solo ata al Garou a tener compañía, también obliga a este a depender de presas, ya que el vástago no puede servirse de sangre almacenada (como la que se puede encontrar en un banco de sangre) para su sustento. El recipiente del que se alimenten tanto el Garou como su compañero tiene que estar vivo, de lo contrario tampoco funcionará. En el caso de que esta costumbre provoque la muerte al recipiente, ambos vástagos tendrán que tirar Humanidad, de ahí que muchas veces los Garou vayan de “flor en flor” cuando salen a cazar en manada.
Organización: La unidad más básica de organización de los miembros de esta curiosa línea de sangre es la manada. Cada manada puede estar compuesta por tres, cuatro o hasta cinco Garou. Se conoce la existencia de manadas con seis miembros, pero es algo anecdótico. Cada manada ocupa un territorio de manera que algunas partes de Montreal pertenecen a estos vástagos y se consideran con el derecho de impartir su justicia en esos límites a la hora de castigar a vampiros intrusos, para enojo de la primogenitura y el Príncipe de la ciudad. El territorio de una manada Garou, o incluso el de un lobo solitario, se marca con la sangre de sus víctimas o con la del Garou mismo. Algunas manadas usan plantillas y brochas para ello, otras manadas prefieren orinar sangre en las paredes como si de perros se tratase (de ahí viene el apodo) de manera que todo vástago se entere de cuándo está entrando en territorio de la manada. Los lobos solitarios son Garou que han elegido llevar su Réquiem de forma solitaria, ya sea por haberse convertido en parias entre los demás Perros o sencillamente porque sí. Normalmente las manadas de Montreal se reúnen una vez cada mes para presumir de hazañas y enemigos batidos, y para hablar sobre territorios y políticas vampíricas contrarias a los Garou en la ciudad. Las acciones contra empresas contaminantes y que tienen como objetivo la misión de proteger la Madre Tierra son organizadas desde Internet por una manada de Nueva York que se hace llamar Los Cenobitas en una lista de correo privada.
Conceptos: Pandillero concienciado, eco-terrorista psicópata, neo-hippie, vagabundo del dharma, cazador urbano, erudito ecologista, skater afiliado a Greenpeace.
El anteriormente (des)conocido como Jay Done.