A lo largo del tiempo la humanidad no sólo ha estado fascinada por el más allá, sino que ha elaborado una serie de mitologías y dioses, hasta el punto que determinados lugares eran considerados portales al inframundo -o el infierno.
En la antigüedad grecorromana un plutonio era un santuario especialmente dedicado al dios del inframundo Hades/Plutón. Normalmente solían estar situados en lugares con emisiones venenosas, que se consideraba que procedían del mundo de los muertos.
En la ciudad griega de
Eleusis, el plutonio se encontraba cerca de la entrada norte del barrio sagrado. Fue construido por Pisístrato en el siglo VI a.C. y reformado dos siglos después, cuando los Misterios Eléusicos se encontraban en el auge de su influencia. El plutonio se encontraba en una cueva, que según la tradición, era el lugar donde había nacido Pluto, dios de la riqueza e hijo de Hades, llamado “El Niño Divino.”
El geógrafo griego Estrabón menciona en sus obras tres plutonios. Uno se encontraba en Acharaca, en una colina situada entre Trales y Nisa (actual Turquía). Consistía en un bosque sagrado, un templo dedicado a Hades y Perséfone y una cueva llamada el Carontion, derivada del barquero de los muertos. Según Estrabón “posee ciertas propiedades físicas peculiares” y servía como santuario curativo y en él residía un oráculo que interpretaba los sueños. Cada año se celebraba un festival, durante el cual los jóvenes y efebos, desnudos y ungidos con aceite, llevaban un toro a medianoche hasta la cueva, y lo soltaban allí, esperando a corta distancia a que cayera muerto.
Las Puertas de Hades era el plutonio de la ciudad de Hierápolis en Frigia (actual Turquía), que estaba relacionado con el culto a la diosa Cibeles. Se creía que inhalar sus vapores era letal para todos los seres vivos excepto los galli, los sacerdotes eunucos de la diosa. Durante la época imperial romana el culto al dios Apolo absorbió todos los lugares religiosos de la ciudad, incluyendo el plutonio. “Consistía en una abertura natural a lo largo de un muro, que llevaba a una gruta con fuentes de agua caliente que emitían vapores fétidos.” Este lugar también estaba asociado a un oráculo que interpretaba los sueños.
El plutonio de Hierápolis (actual Turquía) es el mejor conservado y se ha excavado desde 1965, y todavía sigue arrojando nuevos datos. Se utilizaba para realizar ceremonias rituales de viajes al inframundo. Con frecuencia se realizaban sacrificios de animales que eran arrojados al interior de la gruta, donde morían y eran retirados tirando de cuerdas con las que habían sido atacados. Los arqueólogos señalan que los gases tóxicos de la gruta siguen siendo mortales, incluso afectando a los pájaros que se acercan atraídos poir el calor del lugar.
El Plutonio fue descrito por Estrabón, Dión Casio y Damascio. Consiste en una pequeña cueva, lo bastante grande para que una persona pueda entrar, más allá de una verja se encuentran unas escaleras que descienden hasta un espacio invadido por dióxido de carbono emitido por la actividad geológica subterránea. Detrás de una cámara de unos tres metros se encuentra una hendidura profunda en roca, de la fluye agua caliente con un profundo hedor. Como el vapor era venenoso, se creía que procedía del inframundo.
Durante los primeros años de Hierápolis, los galli, los sacerdotes eunucos de la diosa Cibeles, descendían al interior del Plutonio, y salían sin sufrir ningún daño, haciendo creer a la gente que se encontraban bajo protección divina. Supuestamente se arrastraban por el suelo, donde quedan bolsas de oxígeno o contenían el aliento para no inhalar los vapores.
Junto a la entrada del plutonio había una zona cerrada de unos 2.000 metros cuadrados, llena de los vapores venenosos, que mataban a cualquiera que entrara en ella. Los sacerdotes vendían pájaros y otros animales a los visitantes, para que pudieran comprobar el peligro. A cambio de una ofrenda, los visitantes también podían hacer preguntas al oráculo de Hades, lo que proporcionaba considerables ingresos al templo. El templo fue cerrado en el siglo IV, con la oficialización del cristianismo. En el siglo VI sería destruido por una serie de terremotos.
Estrabón también menciona el Lago Averno en Italia, donde también se encontraba un plutonio, en el que los vapores venenosos eran tan intensos que mataba a los pájaros que sobrevolaban el lugar. Según algunas fuentes, el oráculo del Averno es el lugar donde Ulises consulta a los muertos en la Odisea.