[Libro] Simba: los hombres león
Publicado: 17 Jul 2019, 00:34
[align]LIBRO DE TRIBU: SIMBA[/align]
[align]Por Phil Brucato, Bill Bridges, Bjorn T. Boe, Brian Campbell, Jackie Cassada, Richard Dansky, Matt McFarland y Nicky Rea. Recopilado y completado por Magus.[/align]
CALIAH
Hace mucho tiempo…
¿Cómo? ¿Qué ya has oído esto antes? Bueno, está bien. Sin embargo, si vuelves a interrumpirme cuando estoy hablando, te arrancaré la garganta.
Además, tus modales me indican que sin duda puedes soportar oírlo de nuevo. En fin, hace mucho tiempo nosotros no éramos como somos ahora. Con “nosotros” me refiero a todo el pueblo de los gatos, a todos nosotros. En aquellos días no había Swara escondiéndose entre los arbustos y quejándose de ser unos incomprendidos y los Ceilican aún no daban problemas. Teníamos nuestro pequeño proyecto, y todo el pueblo de los gatos formaba parte de él. Todos conocían su lugar y nuestro sitio estaba por encima de los demás.
A mi modo de ver, fue la propia Madre Seline la que estableció la forma en que serían las cosas. Nos miró desde los cielos y decidió qué tribus eran más aptas para según qué misión. Los Khan se convirtieron en soldados, los Swara en mensajeros y centinelas, los Qualmi en chamanes y nosotros…nosotros en los señores. Seline se fijó en nosotros y se dio cuenta de que éramos los únicos que reuníamos las características necesarias (el ímpetu, la dedicación, la nobleza innata) para liderar a los demás, que por triste que parezca, necesitaban a alguien que les mostrase la luz.
Así que nos declaramos los reyes del pueblo de los gatos, aunque no sin ciertas protestas. A aquéllos que se quejaban (sobre todo los Bagheera y los Khan) se les demostró lo equivocados que estaban.
Les dijimos: si sois mejores reyes que nosotros, venid y coged la corona. Para que no les perdieran el respeto, lo intentaron.
Habíamos establecido la gran sociedad de los gatos, pero cometimos el error de suponer que todos estaban de acuerdo con nosotros. Pensamos que una vez que hubiéramos demostrado de una vez por todas lo bien que iban las cosas, los demás dejarían de protestar y asumirían el papel que Seline les había asignado.
Nos equivocamos. Escucha las consecuencias de aquel error.
Llegó el día en el que el rey y la primera esposa de todas las manadas tuvieron una camada de herederos. Fue una prole de siete cachorros, entre los que sólo había nacido un macho. Y era él, el hijo mayor del más poderoso de los Simba, el que podría haber unificado de verdad a todos los hijos de Seline. Así se había profetizado; el más grande de los Qualmi lo había predicho arrojando ramitas al suelo cuando nacieron los cachorros.
Pero un chamán debería conocer el silencio; no así el lince adivino. Extendió por todas partes la noticia de su revelación, quizás para ganar un poco de la gloria del rey que estaba por llegar.
Los Qualmi se lo dijeron a los Bagheera, los cazadores, antes de la primera caza del día, así que los Bagheera se llevaron el secreto a las praderas con ellos.
Los Qualmi se lo dijeron a los Pumonca, los guardianes, de modo que sus ojos dejaron de vigilar a los enemigos para empezar a imaginar futuras glorias.
Los Qualmi se los dijeron a los Balam y a los Khan, a los Ceilican que atrapaban alimañas, a los Bubasti que se guardaban los secretos para sí, y a los Swara que extendieron las nuevas en todas direcciones.
Entonces las Ajaba de las planicies vieron cazar a los Bagheera, y se percataron de que aquel día los cazadores recogían mucha más comida de lo normal, por lo que sintieron curiosidad. Así que se prepararon para la emboscada y pronto les llegó su oportunidad: un Swara venía desde la corte del rey con noticias para los Bagheera acerca de que la caza debía terminar.
Las Ajaba se abalanzaron sobre el mensajero y lo capturaron. Le dijeron:
-No te haremos daño. Sólo queremos saber por qué los Bagheera están cazando tanto; hoy nos van a dejar sin una sola presa.
El Swara, que era joven e insensato y no sentía ningún miedo, le habló a las Ajaba sobre el nacimiento del heredero del trono de las manadas.
-Ahhh…-el rey de las Ajaba había comprendido-. Un acontecimiento tan feliz y no nos han invitado. Iremos esta noche a presentarle nuestro respeto al que será el rey de todas las manadas. Y tú, pequeño Swara, no digas nada de nuestra visita. Nos acercaremos en paz, pues deseamos rendirle honores a vuestro nuevo rey. No permitiremos que nuestras rencillas nos impidan cumplir con nuestro deber.
Y lo dejaron marchar.
El Swara, imprudente, creyó a las Ajaba y guardó el secreto. Fracasó como mensajero, puesto que su deber era transmitir las noticias.
Convocados por el Swara, los Bagheera regresaron de la caza y amontonaron las piezas que habían cazado ante el rey, la primera esposa, la primera cazadora y el joven príncipe. Pero algunos de los cazadores seguían despreciándonos por ocupar el cargo que creían que les pertenecía a ellos, porque alguien trajo carroña como ofrenda, una bestia que las hienas habían despedazado. Antes de que todo el mundo descubriera el insulto, el príncipe comió la carne muerta y al instante cayó enfermo. Fracasó el cazador, puesto que su deber es alimentar a la tribu.
La madre alejó al príncipe de la celebración, que se iba alborotando a medida que el sol se ponía. Los Pumonca abandonaron sus puestos para unirse a los celebrantes; así fracasó el guardián. Los Khan devoraron las presas que se habían cazado, y hartos, se repantigaron en el suelo. Demasiado llenos como para luchar, se apoltronaron bajo el sol poniente. Fracasó el guerrero, puesto que se había atiborrado y no podía luchar.
De esta manera, cuando el rey de las Ajaba hizo su aparición para rendir homenaje, pudo contemplar todo aquel caos. También vio que los oteaderos donde debían encontrarse los vigilantes, no estaban ocupados, y que los guardianes no podían moverse de puro empacho. Y lo más importante, vieron al príncipe de los Simba y de todo el pueblo de los gatos enfermo y atendido sólo por su madre.
El cuerpo de la primera esposa no fue encontrado hasta la mañana siguiente, destrozado por los colmillos de las Ajaba. El rey no encontró el cadáver de su hijo hasta el atardecer.
Su ira fue devastadora; una a una fue llamando a las otras tribus para pedirles cuentas por sus negligencias. No recibió respuestas de ninguna tribu. Los Qualmi y los Pumonca, avergonzados, se alejaron hasta el otro extremo del mundo. Los Swara se ocultaron entre las altas hierbas del monte y se quedaron a vivir para siempre a medio camino entre nosotros y las Ajaba. Los Khan negaron toda responsabilidad y se marcharon, sin que ya nunca se los volviera a ver por nuestras tierras.
Así aprendimos la amarga lección. Descubrimos que tanto sus errores como nuestra fuerza son lo que nos otorga el derecho a gobernar y que no podemos confiar en nada más que en dicha fuerza. A las Ajaba las hemos cazado hasta la extinción; porque ya que han acabado con nuestro futuro, nosotros destruiremos el suyo. Así permanecemos en nuestras tierras, porque nos pertenecen, y nuestra fuerza las protege. No permitimos el paso a ningún intruso porque ¿existe alguien que nos haya demostrado su lealtad?
Nadie, excepto nosotros mismos.
Los hombres león constituyen un símbolo de la excelencia que Gaia ofrece, pues están rodeados por un aura innata de majestad, orgullo y poder incomparables a ninguna otra criatura. Sin embargo, también muestran los vicios de la arrogancia, la tiranía y la maldad, incluso en las mejores circunstancias. Muchos Bastet consideran que esta oscura faceta es un legado del terrible poder salvaje y ferocidad descontrolada de los Khara, la primera tribu de felinos dientes de sable.
El legado oscuro de los Simba ha constituido durante siglos la fachada más visible de los hombres león y en las últimas décadas la tiranía del rey Diente Negro y su manada, la Tormenta Eterna, oscurecieron la reputación de la tribu casi más allá de cualquier recuperación. Casi pusieron fin a su milenaria guerra con las Ajaba mediante la vía del exterminio, pero en el proceso se convirtieron en unos tiranos que ofendieron al resto de las Razas Cambiantes de África, que se unirían contra ellos y terminarían provocando su caída. Sin embargo, la llegada de Hakimu y los Simba del sur de África para acabar con la tiranía de la Tormenta Eterna, ha permitido en parte compensar la crueldad de los hombres león, demostrando que al margen de sus defectos, la tribu sigue en el bando de Gaia.
Dentro de las tribus Bastet, los Simba son los más sociables de los hombres felino, y en cierto sentido son muy similares a los Garou, constituyendo un símbolo de fuerza, unidad y perseverancia para todas las Razas Cambiantes, actuando como referencia para unir y dirigir a todas las Fera de África, un papel que creen ordenado por Gaia. Como resultado, la tribu considera que debe estar siempre al mando y los hombres león están dispuestos a luchar por el dominio hasta que los demás se sometan. Por esta razón, aunque los Simba no actúan muy bien en equipo, existen pocas cosas más inspiradoras que una manada de hombres león en acción.
Los Simba no son unos villanos, sino unos espléndidos reyes (“Los Señores de la Luz del Sol” como se hacen llamar) y cazadores de demonios, pero el mundo ha cambiado demasiado y es demasiado turbulento para reinar en paz, por lo que se han convertido en “los Reyes Oscuros”, como les llaman sus adversarios. Cuando se restaure el equilibrio, cuando los humanos sepan cuál es su lugar y las ciudades se conviertan en cementerios, se demostrará la verdad de los leones y se corregirá la dejadez de las Razas Cambiantes. Los Simba desean ordenarlo todo, y si para eso es necesario derramar sangre, que así sea. La guerra es el deporte de los reyes.
DESCRIPCIÓN
Habitualmente los Simba son individuos enormes, atractivos y carismáticos que emanan poder en todas sus formas, que son toda una inspiración para la vista. Los machos suelen tener melenas de distinta longitud en sus formas Crinos, Chatro y Felino, y un cabello lustroso en sus formas Homínido y Sokto. En los hombres león de origen europeo el cabello cae en cascada y se convierte en una melena durante la transformación, mientras que los individuos de origen africano suelen peinarlo al estilo afro o en rastas. Aunque las hembras Simba no lucen melena en sus formas felinas, en forma Homínida y Sokto suelen lucir una cabellera tan lustrosa como la de los machos. Esto suele hacerlas destacar entre las tribus africanas, muchas de las cuales creen que la ausencia de pelo es lo que diferencia a los hombres de las bestias.
Étnicamente, los Simba Amadu’o se han reproducido de forma habitual con las tribus africanas más belicosas, especialmente bantúes y zulúes, mientras que los Mayi’o prefieren las tribus de cazadores y recolectores del sur de África, especialmente los san o bosquimanos. Durante el período de colonización y en los “Mundos Esclavos” (Europa y América) los hombres león han tomado como Parentela a algunos hombres blancos, especialmente ingleses y alemanes. Al margen de su origen étnico, todos los Simba están rodeados de un aura tangible de autoridad, a menudo fomentada por su comportamiento.
A lo largo de los siglos los Simba se han apareado con todas las especies y subespecies de león (Panthera leo) de África, Eurasia y durante un tiempo incluso América. Actualmente la gran mayoría de la tribu está constituida por los hombres león que nacen entre las subespecies del este y el sur de África.
En África los hombres león suelen utilizar vestimentas tribales, aunque algunos se decantan por los trajes de los europeos o modas modernas. Suelen mostrarse recelosos ante la tecnología (ya que no pueden someterla con fuerza y autoridad) y se exponen a la naturaleza con tan poca ropa o equipamiento como les sea posible.
HISTORIA
Aunque no son la Primera Tribu, pues ese honor corresponde a los Khara, los Simba afirman que son los justos herederos de su legado, y que los últimos felinos dientes de sable habitaron entre ellos, transmitiéndoles su herencia. Durante mucho tiempo impusieron el Impergium en África, Asia y Europa. Según los relatos más antiguos los primeros Simba crearon una corte unificada en el corazón de África, con representantes de todos los Bastet, gobernando a todas las Fera del continente. Sin embargo, esta corte –que muchos consideran una mera leyenda- terminó por caer por los defectos de los demás Bastet o de las Razas Cambiantes. Muchos remontan el inicio de las hostilidades entre los hombres león y los hombres hiena a la caída de la corte.
Las Ajaba a menudo se encontraban enfrentadas en guerras intestinas, debido a las diferencias entre las sociedades de hombres y hienas y los Simba razonaron que los hombres hiena estaban traicionando su deber a Gaia e intentaron corregirlos. Cuando fueron rechazados por las Ajaba, los hombres león y las demás tribus Bastet tuvieron que ocupar el papel de las hienas –los guerreros africanos de Gaia- y se enfurecieron y decidieron castigarlas. La guerra entre Ajaba y Simba fue terrible, pero también se cobró una sangrienta factura entre los hombres león, cuya Rabia se incrementó a niveles inimaginables y convirtió a los orgullosos reyes en las mismas cosas que querían destruir. Cuanto más desafiantes se volvían las Ajaba, más tiránicos se volvían los Simba. Cuanto más rebeldes se volvían las Ajaba, más despóticos se volvían los Simba. Nadie estaba a salvo de su ira, y esperaban que todos participaran en sus guerras genocidas, que no sólo afectaban a leones y hienas. El asesinato del “príncipe de todas las manadas” fue la gota que colmó el vaso y cuando los Simba decidieron declarar la guerra total contra las Ajaba, las demás tribus Bastet les dieron la espalda, un acto que los hombres león siguen considerando la mayor de las traiciones. Desde entonces los “Señores de la Luz del Sol” –o “Reyes Oscuros”, como los llaman sus detractores- continuaron su guerra en solitario. Durante un tiempo incluso lucharon contra los Bagheera y los Swara, pero finalmente incluso la propia Seline intervino a favor de sus hijos, poniendo fin a las hostilidades.
Según las leyendas, tras la muerte del “príncipe de todas las manadas”, tres hermanos llamados Amadu, Mayi y Abuja combatieron entre sí para liderar a los restantes Simba. Amadu ganó la primera batalla, y se rodeó de los hombres león más fuertes y feroces, los Amadu’o; Mayi derrotó a Abuja, así que se rodeó de los más inteligentes y sabios, los Mayi’o. Abuja se dirigió al norte con sus seguidores, donde formó una tercera familia, los Mor Grian, más pequeña y menos belicosa. A lo largo de los siglos, los hombres león que perdían en los conflictos internos de la tribu o se cansaban del gobierno de otros a menudo emprendían la vida el exilio, asentándose fuera de África, en Europa o Asia, donde surgieron otras cortes “menores”.
Cuando los Garou anunciaron el final del Impergium hubo divisiones entre los Simba. Los Mayi’o y los Mor Grian aceptaron, pues vieron que era una decisión sabia. Sin embargo, los Amadu’o lo rechazaron, pues consideraban que era necesario mantener el sometimiento de la humanidad y en parte por su propio orgullo, ya que se consideraban por encima de los hombres lobo. En las tierras en las que dominaban, los Amadu’o siguieron imponiendo el Impergium, y cuando no podían ejercerlo directamente, a menudo enfrentaban a las diversas tribus humanas entre sí, causando grandes derramamientos de sangre.
Cuando estalló la Guerra de la Rabia los Simba participaron gustosos, luchando al lado de las demás tribus Bastet contra los Garou. Sin embargo, sufrieron una terrible derrota. La tribu de los Khara se extinguió. La corte de los Mor Grian en Europa fue destruida –o se convirtió en la tribu de los Ceilican, según los rumores, y las cortes menores de Asia quedaron sometidas al dominio de los sultanes Khan. Sólo en África, donde la presencia de los Garou no era importante, consiguieron mantener el poder, aumentando su arrogancia y su actitud tiránica.
De esta forma África se convirtió en el trono de los Simba, liderados por los Amadu’o, que reclamaron el gobierno de toda la tribu. Los Mayi’o se recluyeron en el sur de África, aunque no hicieron nada por contradecir a sus belicosos hermanos. Por fortuna para los demás Bastet y las demás Razas Cambiantes, las periódicas guerras contra las Ajaba evitaban que los Amadu’o acumularan suficiente poder como para imponer su tiránico dominio sobre las demás tribus felinas.
Cuando comenzó a formarse la civilización egipcia, algunos extremistas Amadu’o descubrieron a los corruptos vampiros que se ocultaban en ella y la consideraron una amenaza para Gaia. Contra la opinión de la tribu Bubasti, que prosperaba entre los antiguos egipcios, una poderosa reina Amadu’o conocida como Sakhmet decidió destruir a los egipcios y borrar su civilización del cuerpo de Gaia. Utilizando poderosos dones y ritos hizo brillar un terrible sol sobre el cielo de Egipto, que brillaba tanto de día como de noche. La luz destruyó a varias poderosas sanguijuelas, entre ellas un tirano no muerto llamado El Rey Escorpión, pero los mortales egipcios fueron atormentados por una sequía que agostó sus cosechas y por los ataques de los hombres león.
Se desconoce cómo Sakhmet y sus seguidores fueron derrotados. Algunos dicen que los vampiros contraatacaron y la asesinaron; otros dicen que los Bubasti la traicionaron y volvieron su propia magia contra ella. No obstante, la versión más extendida es que el poder que había convocado era demasiado incluso para Sakhmet, y terminó consumiéndola. La hazaña de Sakhmet no pasaría desapercibida, y con el tiempo se convertiría en una leyenda y los egipcios la adorarían como la diosa leona de la guerra.
El Sol de Sakhmet fue el último intento de los Simba de imponer el Impergium a gran escala. Tras la desaparición de Sakhmet la tribu se redujo y los hombres león comenzaron a replegarse hacia el sur del continente, manteniendo el Impergium por donde quiera que fueran.
Durante siglos los leones permanecieron en África, gobernando en ocasiones mediante la sabiduría y en otras mediante la tiranía. Fuera de África su número se redujo cada vez más, reducidos a individuos o pequeñas manadas aisladas que iban cayendo desunidas ante el empuje de sus enemigos y competidores.
La llegada de exploradores blancos y esclavistas a las tierras de los Simba cercó a los hombres león. Fueron diezmados por las enfermedades europeas, y algunos valerosos individuos acompañaron a su Parentela esclavizada más allá de las tierras y mares que conocían. Desde comienzos del siglo XVI sus fronteras africanas comenzaron a retroceder.
No eran los únicos preocupados por la llegada del hombre blanco. Los hechiceros y chupasangres nativos contraatacaron a los europeos que comenzaban a llegar al continente mediante un aluvión de maldiciones y horrores. Los Simba y los demás Bastet se sumaron a la matanza y convirtieron las cálidas noches africanas en pesadillas, pero los invasores no venían solos.
Los exploradores blancos estaban acompañados por unos extraños hechiceros cuyo propósito era “civilizar” las tierras salvajes y que no temían la furia de “los Señores de la Luz del Sol”. Sus máquinas devastaron las selvas y sus armas con munición de plata o de magia sembraron la muerte entre las filas de las Razas Cambiantes. Otros actuaron más sutilmente, reviviendo los antiguos odios tribales y enfrentando a las facciones sobrenaturales de África entre sí. Los ataques y cazas de brujas acabaron con muchos hechiceros africanos y otras criaturas, y los Simba y sus aliados se vieron obligados a retirarse a las selvas y parajes más apartados. La mayoría de los hombres león luchó hasta la muerte y al final, la encontraron. Se sucedieron muchos reyes en la tribu, casi todos Amadu’o. Casi todos cayeron en batalla.
A comienzos del siglo XX los Amadu’o habían sido reducidos a una docena de manadas que detestaban a los humanos y se apareaban con los leones. Su rabia se recrudeció volviéndose más mortífera que la de humanos y leones juntos. Por lo que se refiere a los Mayi’o, el empuje de la colonización los empujó hacia el Kalahari, donde tres manadas sobrevivían junto a la cuenca del río Okavango tratando también de calmar su furia. En el resto del mundo unos pocos Simba habían emigrado a los Mundos Esclavos o sobrevivían en Asia, pero eran demasiado pocos y muchos vagaban en solitario durante toda su vida sin ver a ningún miembro de la tribu.
En su retiro los Simba templaron su odio y aguardaron su momento. Cuando comenzaron los disturbios de la descolonización algunos participaron gustosamente en los tumultos y matanzas provocados por la turbulencia política que se extendió por África, deseosos de ajustar cuentas. Poco a poco comenzaron a regresar a escena. De entre las ruinas de la tribu surgió un nuevo líder.
Diente Negro.
Conocido como “El Rey Oscuro de las Tormentas Infinitas”, este caudillo logró restaurar la gloria de la tribu –y se ganó una infamia desalmada y genocida. Tras llevar a los Amadu’o a una serie de victorias por el centro y sur de África, restauró las antiguas alianzas con vampiros y hechiceros, de buen grado o por la fuerza y finalmente en 1984 dio el siguiente paso, decidido a poner fin a la antigua rivalidad con las Ajaba. En un ataque despiadado, destruyó la corte de los Reyes Hiena a los pies del monte Kilimanjaro, reduciéndola a escombros y expulsando a sus miembros. Los demás Bastet quedaron sorprendidos y horrorizados a la vez. Los Swara se ocultaron todavía más, temerosos de ser los siguientes en la lista de objetivos de Diente Negro.
En principio, nadie reaccionó, pues la larga rivalidad entre leones y hienas no era una novedad, pero a medida que pasó el tiempo el gobierno de Diente Negro incrementó su nivel de tiranía y crueldad. Ya no se conformó con gobernar a los Simba y a sus aliados, también determinó que impondría su dominio sobre el resto de las Razas Cambiantes y criaturas sobrenaturales de África, imponiendo su autoridad y unificándolas a la fuerza. Sin embargo, en el proceso generó una atmósfera de animadversión, enemistándose innecesariamente con otras Fera. Irónicamente, la unidad que anhelaba comenzó a forjarse entre la oposición a su tiranía.
La guerra contra Diente Negro fue larga y sangrienta, pero finalmente terminó con la completa aniquilación de la Tormenta Eterna, su manada y de todos los que lo apoyaban. Sus parientes felinos fueron eliminados por la enfermedad y sus aliados vampíricos destruidos por los hombres lobo. Su magia le fue arrebatada por los demás Bastet y los Amadu’o cayeron en desgracia. Sólo quedó el cráneo de Diente Negro, su cuerpo hecho jirones y su alma destruida para toda la eternidad.
Cuando terminó la batalla los Mayi’o, que habían colaborado con los enemigos de Diente Negro, surgieron del Kalahari para ocupar su lugar entre los defensores de Gaia.
HISTORIA RECIENTE
El líder de los Mayi’o es el Señor Hakimu, que se convirtió en monarca gobernante de los Simba, el primer miembro de su familia que ocupaba ese puesto en mucho tiempo. Si Diente Negro ejemplificaba el lado oscuro de los hombres león, Hakimu es un líder noble y capaz, que con su diplomacia y claridad de visión está dispuesto a reenfocar los esfuerzos de las Razas Cambiantes para que cooperen juntas. Sin embargo, su gobierno se ha encontrado con la oposición de los Amadu’o supervivientes, que están dispuestos a derrocar al rey Mayi’o incluso en su actual estado, pero para bien o para mal las Razas Cambiantes de África se están aproximando gracias a los esfuerzos concertados de los Mayi’o. La creación de la alianza conocida como Ahadi sólo es el primer paso.
El actual centro de poder de los Simba se encuentra en el hogar ancestral de los Mayi’o en el desierto del Kalahari, desde donde se dedican a coordinar la actividad de las Fera en otros frentes. Su principal tema de debate en estos momentos es la extraña presencia de un terrible y extraño mal que ha surgido de las arenas del desierto del Kalahari, que consideran una manifestación del Wyrm, aunque realmente su verdadera naturaleza es desconocida.
Actualmente y fuera de África los hombres león sólo muestran una influencia apreciable en otro lugar del mundo: la India. Poco se sabe sobre estos Simba, que han permanecido aislados del resto de la tribu desde que la Guerra de Rabia exterminó a los hombres león que habitaban la mayor parte de Eurasia. Los demás creen que pueden ser supervivientes de la familia de Abuja, o los restos de alguna corte formada por renegados o exiliados de África. La caída de los Khan provocada por sus guerras internas y la debacle producida entre las filas de los hijos de Gaia por la Semana de las Pesadillas han creado un importante vacío de poder, y según algunos Fera locales, es posible que quieran unirse al resto de las Razas Cambiantes de la India.
ESTEREOTIPOS
Garra del Sol, de la familia Amadu’o, expresa su opinión sobre quienes considera sus súbditos:
Bastet: Nuestros watua (hijos) y nuestra responsabilidad. Sus defectos han demostrado que necesitan una mano que les guíe o caerán divididos. Nuestra existencia es una bendición para todos ellos, la acepten o no.
Bagheera: Me gusta su estilo, pero son demasiado refinados para ser unos líderes de verdad.
Bubasti: Me compadezco de esos miserables perdedores y aprendices de mago. Dicen que quieren nuestro trono. Muy bien, amigos, sois libres de ocuparlo…si podéis.
Swara: Cobardes, hasta el último de ellos. A través de nosotros aprenderán a ser valientes.
Garou europeos: Buenos soldados y guerreros, pero no sirven para gobernar. El fin del Impergium fue su primer error y el comienzo de la historia de su fracaso. Puede que acabaran con las débiles hermanitas de Abuja en Europa, pero no te equivoques: nunca han tenido la oportunidad de luchar de verdad contra nosotros. Sus reyes y reinas en el mejor de los casos sólo son débiles reflejos de la verdadera majestad que representamos.
Caminantes Silenciosos: Una tribu de perros perdedores y cobardes. Cuando fueron derrotados en Egipto ni siquiera tuvieron los redaños de quedarse y seguir luchando. Ahora se han unido al Ahadi y aunque son buenos matando sanguijuelas, todavía tienen que demostrar que son útiles.
Kucha Ekundu: Otra tribu de perros cobardes. Su contribución a la caída de Diente Negro fue acabar con su Parentela felina mediante la enfermedad, y como guerreros los superamos con creces. Tienen poco valor, salvo como carne de cañón.
Ajaba: Salvo Asura, son nuestros enemigos más odiados. Escupieron a Gaia en los primeros tiempos, mataron al príncipe de todas las manadas y desde entonces hemos luchado sin cuartel. Ahora parece que algunos de ellos han recapacitado y regresado al bando de Gaia, pero los vigilaremos, y si vuelven a traicionarnos terminaremos la guerra de una vez por todas.
Ananasi: Estas sabandijas son una mera molestia. Algunas terminan corrompidas por Asura, así que no dudes en aplastarlas.
Corax: Buenos mensajeros, que nos avisan de la presencia de enemigos y son conscientes de su papel a nuestro servicio. Los Swara podrían aprender de ellos. Sin embargo, son demasiado charlatanes y tornadizos, así que procura medir tus palabras en su presencia.
Mokolé: Viejos reyes de una época olvidada. Aunque guardan una gran sabiduría vivimos en una época de nuevos reyes.
Nagah: Su debilidad acabó con ellos. Si hubieran luchado a nuestro lado podrían haberse salvado. Una lástima.
Ratkin: Demasiado parecidos a las Ajaba para mi gusto. Al contrario que ellas, son conscientes de su insignificancia y procuran no cruzarse en nuestro camino. Si alguna vez lo hacen…acabaremos con ellos.
Rokea: Su ferocidad y salvajismo son admirables. A su manera son Reyes del Mar, pero su dominio es más fácil de gobernar que el nuestro y carecen de mérito.
Cita:Lastima que no tengáis visión. Hay que actuar. Por fortuna, tengo la solución ¿Estáis conmigo o no?
ORGANIZACIÓN
La tribu Simba es la más jerárquica y organizada de las tribus Bastet. Su organización alcanza una complejidad de pesadilla, que hace que la de los Garou sea vergonzosamente simple. La tribu es gobernada por un Chakuwa o “Alto Rey”, que a lo largo de la historia ha sido elegido tradicionalmente entre la familia Amadu’o, aunque en algunas ocasiones –debido a la necesidad de un compromiso entre aspirantes o simplemente por méritos propios- la posición ha sido ocupada por un Mayi’o. Las dos familias o subtribus Amadu’o y Mayi’o disponen de sendos reyes. Los Mor Grian europeos también tenían un monarca hasta la destrucción de la familia en la Guerra de la Rabia. Actualmente Hakimu es el Gran Rey de los Simba y el rey de la familia Mayi’o. Desde la muerte de Diente Negro los Amadu’o carecen de rey, aunque algunos líderes de manada están maniobrando para hacerse con el liderazgo de la familia.
A nivel interno, los Simba se organizan en manadas, que son la unidad básica de organización de la tribu. Sin embargo, la organización de las manadas de los hombres león es muy diferente a la de los Garou. Entre los leones la organización es muy sencilla: dos o más machos dominan un grupo de leonas, alimentándose con las presas que cazan las hembras y ocupándose de defender su territorio de otros machos (y otras clases de depredadores). Sin embargo, debido a que la reproducción está prohibida entre los Simba, la organización de los hombres león no es tan simple. Habitualmente los Simba felinos forman una manada de Simba y Parientes leones, con una proporción de un macho por cada tres hembras. La Tormenta Eterna, por ejemplo, consistía de tres Simba machos, dos leones, ocho Simba hembras y siete leonas. Los Simba Homínidos suelen tener varias mujeres o maridos, con entre 3-5 Parientes por cada Simba. Algunas manadas Simba mantienen Parientes tanto leones como humanos, lo que resulta en la creación de enormes redes de Parentela que son extremadamente difíciles de percibir. Por fortuna, los Simba parecen controlarlas muy bien. Habitualmente los Simba no establecen rangos ni posiciones en la manada; simplemente establecen un orden de preferencia y son muy cuidadosos respetándolo (hasta que llega el momento de desafiar a los que se encuentran en una posición superior, por supuesto). El orden básico (sujeto a varias alteraciones en función de las características) suele consistir en un Mtolo (“padre”) o macho dominante además de varias Kirii (“esposas”) y Anwana (“cazadores jóvenes”). Pueden existir hasta tres Mtolo por manada, dependiendo del tamaño de la misma, pero lo más habitual es que sólo haya uno.
Los Simba tienen ritos de iniciación y rango. Son comunes las marcas corporales (tatuajes, extensiones de cuello, cicatrices, escarificaciones y dibujos), más habituales entre los belicosos Amadu’o. El ascenso se consigue mediante el combate. Las hembras luchan entre ellas para convertirse en la Primera Cazadora o en la Primera Esposa; pocas ocupan ambos puestos al mismo tiempo. Los perdedores o bien perecen en combate o abandonan la manada en busca de una nueva.
Más allá de las manadas, los Simba se relacionan mediante diversas ceremonias y rituales de respeto y deferencia que rigen su interacción. Las manadas más fuertes tienden a imponerse y gobernar sobre las más débiles, obteniendo privilegios a la hora de elegir Parentela (felina y humana).
Algunos Simba, bien forzados por sus líderes o por decisión propia, deciden abandonar las manadas y viajar solos en busca de su propia fortuna. Estos “renegados” en ocasiones suelen terminar en las ciudades, que las manadas procuran evitar. Más allá de África y lejos de la influencia de las familias y las grandes manadas, la presencia de estos individuos solitarios es más frecuente, aunque pueden unirse para “proteger” una zona en exclusividad.
RAZAS
Los Simba eligen pareja de forma habitual entre sus Parientes Homínidos y Felinos, aunque la familia Amadu’o posee una proporción más alta de individuos Felinos. También existen algunos Metis entre los hombres león, pero su situación no suele ser muy halagüeña y muchos terminan marchándose de las manadas, prefiriendo viajar solos.
Homínido: La gran mayoría de los Simba Homínidos son nativos africanos, nacidos entre las diversas tribus del continente. Sin embargo, los criterios de selección varían de familia en familia. Los Amadu’o tradicionalmente se han decantado por pueblos de guerreros y pastores, como los pueblos bantúes (masai, zulúes, etc.), mientras que los Mayi’o prefieren otros pueblos de cazadores y recolectores del centro y sur de África, como los bosquimanos. Existen algunos hombres blancos entre los Simba, pero normalmente son descendientes de renegados o exiliados al margen de las manadas, que han buscado compañía entre los colonos europeos o en ocasiones han viajado fuera de África. No obstante, algunos valientes exploradores o cazadores han atraído ocasionalmente la atención de la tribu.
Gnosis inicial: 2
Dones iniciales: Cazador Urbano (Como el Don de Homínido: Carrera Urbana), Garras de Gato, la Dulce Sonrisa del Cazador (Como el Don de Homínido: Persuasión).
Metis: Debido a la estructura de las manadas, los Simba tienen suficientes Parientes como para saciar sus apetitos sexuales sin necesidad de aparearse entre ellos. Sin embargo, en ocasiones se producen “deslices”, con gran vergüenza por la irresponsabilidad de los padres. Por lo general si el cachorro es capaz de valerse por sí mismo, suele ser aceptado, pero la presión, sobre todo entre los Amadu’o, suele resultar excesiva para los Metis, y muchos terminan vagando en solitario. Los Defectos Metis más habituales entre los Simba suelen ser Albinismo y Garras Frágiles. Además, los machos carecen de melena en todas sus formas debido a su esterilidad.
Gnosis inicial: 4
Dones iniciales: Crear Elemento, Muda, Sentir Naturaleza Primaria (Como el Don de Metis: Sentir al Wyrm, pero siente una fuerte afinidad al Kaos, la Tejedora o el Wyrm).
Felino: Aunque no son tan numerosos como los Homínidos, los Simba Felinos constituyen una facción respetable. Los leones han sido cazados hasta la extinción en muchos lugares, pero la especie todavía mantiene un número considerable en la actualidad. Por otra parte, tras las bajas causadas por las guerras contra los colonizadores durante el siglo XIX, muchos Simba, especialmente los Amadu’o, dieron por completo la espalda a la humanidad y se aparearon exclusivamente con los felinos. De hecho, dentro de la familia Amadu’o, los Felinos constituyen una mayoría que fue fomentada durante el reinado de Diente Negro.
Gnosis inicial: 6
Dones iniciales: Brincar (Como el Don: Salto del Canguro), Marcado como Mío, Sentidos Incrementados.
PRYIO
Los Simba y en general los Bastet, no mantienen una relación tan estrecha con la Luna como los Garou, por lo que carecen de Auspicios. Sin embargo, poseen un rasgo llamado Pryio, que determina tanto la personalidad del Simba como su respuesta ante los desafíos de la vida y sus encuentros por el camino. Normalmente el Pryio es determinado por el momento del nacimiento del hombre león a lo largo del día, pero puede variar sobre todo si sufre algún tipo de suceso que altera su vida por alguna razón.
A efectos de la mecánica de juego, la función más importante del Pryio está asociada a la recuperación de Fuerza de Voluntad del Simba. Un hombre león recupera Fuerza de Voluntad siempre que haga algo especialmente armonizado con su Pryio, de la misma forma que los Garou recuperan Fuerza de Voluntad siempre que actúan de forma acorde con las funciones determinadas por sus Auspicios.
Día: Los hombres león a menudo se hacen llamar “Los Señores de la Luz del Sol” y los Simba que nacen bajo la luz calurosa del sol de África ejemplifican este apelativo, majestuosos y nobles. Prefieren gobernar mediante el ejemplo y el poder físico, aunque cuando se dejan arrastrar por sus más bajos instintos se convierten en tiranos sanguinarios y violentos. Entre los Simba Diurnos se encuentran feroces guerreros y reyes, pero también leonas ferozmente maternales y protectoras de su prole. Los Simba Diurnos ganan Fuerza de Voluntad siempre que se enfrentan a un desafío de forma directa y ganan mediante su valentía o su fuerza.
Crepúsculo: Aunque tienen poderosas condiciones de liderazgo, los Simba Crepusculares no suelen convertirse en tiranos ni caudillos infames –carecen de tanta agresividad como los hombres león del Día o de la Noche. Sin embargo, muchos terminan convirtiéndose en valiosos consejeros, estrategas o diplomáticos, interactuando con la Parentela humana o Felina y relacionándose con los extraños. Muchos de ellos se han convertido en los representantes de la tribu ante el resto del Ahadi, aunque algunos limitan sus talentos a sus manadas y dominios tribales. Los Simba Crepusculares recuperan Fuerza de Voluntad resolviendo misterios, conflictos o enigmas, solucionando sus desafíos de forma indirecta o creando obras de arte.
Noche: Al contrario que otros Bastet, los Simba Nocturnos no son discretos ni sigilosos –al menos, no cuando no es necesario. El principal ejemplo de este Pryio es el caído Diente Negro –la vergüenza o el orgullo de la tribu, según sus detractores o defensores. No son ajenos a la sutileza, pero los Simba Nocturnos son guerreros de primera. Cuando se relacionan con otros buscan la mejor manera de tomar el poder mediante el engaño, la manipulación o directamente por la fuerza, y cuando se encuentran en una posición de liderazgo utilizan las mismas tácticas contra sus adversarios, sin importar los medios, destruyendo a los enemigos de Gaia…pero también a sus hijos si se atreven a interponerse en su camino. Los Simba Nocturnos ganan Fuerza de Voluntad cada vez que vencen en un desafío o causan dolor a otros.
DISTRIBUCIÓN Y PARENTELA
Según las caliah de los Simba, la tribu se originó en el oscuro corazón de África, en algún lugar del territorio actual del Congo. Tras la caída del “príncipe de todas las manadas” y la Primera Corte, la tribu se dividió en tres familias que se dispersaron por el resto de África, Asia, Europa y América. La Guerra de la Rabia acabó con los Simba de Europa y América, y redujo las poblaciones asiáticas de hombres león. Desde el siglo XVI el comercio de esclavos terminó llevando de nuevo a algunos Simba y su Parentela a América, donde actualmente se encuentran algunos hombres león sin lealtad tribal. En la India también sobreviven algunos Simba asiáticos, aunque su sistema familiar también se encuentra al margen de las familias africanas de los Amadu’o y Mayi’o.
A pesar de su reputación tiránica y despiadada, los Simba son muy protectores con su Parentela y adoran a sus seres queridos. Los niños y los cachorros son educados en las manadas y se les enseña todo lo necesario para que vivan por su cuenta. Sin embargo, tras el Primer Cambio son constantemente puestos a prueba hasta que encuentren un lugar en la jerarquía social de la manada. En cierto sentido, la Parentela humana o felina lleva una existencia más relajada que los hombres león, aunque también se exige de ellos que contribuyan a la manada en la medida de sus posibilidades.
Las preferencias de Parentela de los Simba varían en función de la cultura familiar; los Amadu´o prefieren a habilidosos guerreros, cazadores y asesinos, y tienden a buscar pareja entre las tribus bantúes (como los zulúes y los masai) o incluso entre los blancos considerados grandes cazadores de caza mayor. Por otra parte la tribu Mayi´o prefiere pueblos más reclusivos, y a menudo evitan a relativos recién llegados como los bantúes y los blancos. En su lugar suelen decantarse por parejas de pueblos antiguos como los bosquimanos o San, apreciando en sus medias naranjas la sabiduría y el conocimiento, mientras que los Amadu´o buscan astucia y crueldad. Los Simba que habitan al margen de la organización de la tribu suelen ser más pasionales en la búsqueda de compañeros y no suelen mostrarse tan selectivos.
FORMAS
Como los Garou, los Simba pueden cambiar en cinco formas: Homínido, Sokto, Crinos, Chatro y Felino. En la mayoría de los aspectos funcionan como sus contrapartidas Garou y las dificultades asociadas con el cambio de formas para los Garou se aplican a los Simba exactamente de la misma manera.
Homínido: Los Simba en forma Homínido parecen humanos normales. Tienden a ser individuos especialmente musculosos y altos, y a menudo bastante atractivos debido a su complexión atlética. Sin embargo su encanto sexual y aura de majestad normalmente son rasgos innatos al hombre león, no tanto debidos a su actitud, aunque también puede influir.
Sokto: La forma Sokto es una forma híbrida humana con características felinas, con énfasis en los rasgos humanos. Los miembros del Simba se alargan, las garras se extienden de sus dedos a su voluntad, y sus rasgos faciales, ojos y dientes se vuelven más felinos. El vello corporal se incrementa, y se vuelve inquietantemente inhumano. La melena comienza a extenderse en los hombres y machos, aunque carezcan de pelo en su forma Homínido.
Crinos: Esta forma híbrida es una mezcla majestuosa de león y humano, diseñada para la batalla. Aunque no carece de gracilidad felina, esta forma está diseñada con una poderosa musculatura y fuerza. La melena del hombre león se manifiesta por completo en los machos, proporcionando un aura de salvaje majestad. Como los Garou, los Simba en forma Crinos pueden utilizar armas, llevar ropa dedicada e incluso moverse a velocidad humana. Esta forma también produce un nivel atenuado de Delirio.
Chatro: Los Simba valoran mucho esta forma primordial de guerra, un recuerdo de los extintos Khara, a los que veneran. La forma es básicamente la de un aterrador felino de dientes de sable con colmillos que se alargan entre 10 y 15 cm, permitiendo al Simba realizar un dado extra en ataques de mordisco y sus reflejos se incrementan en proporción a su fuerza, permitiéndoles maniobrar a pesar de su gran volumen. El Simba evoca el Delirio completo en esta forma, en la que los Bastet realizaron su propia versión del Impergium. Normalmente la forma suele ser moteada o lisa, aunque algunos individuos presentan rayas, un rasgo que es motivo de vergüenza en la tribu, ya que recuerda a sus rivales Khan.
Felino: La forma felina de los Simba es la de un león (Panthera Leo), en cualquiera de sus especies o subespecies actuales, aunque son más frecuentes las subespecies del este y sur de África, donde se concentra actualmente la mayor parte de la tribu. En esta forma los hombres león suelen ser ejemplares especialmente grandes y musculosos…lo que puede atraer la atención indebida de los cazadores.
ESTADÍSTICAS DE FORMA SIMBA
Sokto Crinos Chatro Felino
Fuerza +2 +3 +4 +2
Destreza +1 +2 +2 +2
Resistencia +1 +3 +2 +2
Apariencia -1 0 0 0
Manipulación -1 -2 -2- -1
Rabia inicial: 5
Fuerza de Voluntad inicial: 2
Dones iniciales: Majestad, Someter
[align]Por Phil Brucato, Bill Bridges, Bjorn T. Boe, Brian Campbell, Jackie Cassada, Richard Dansky, Matt McFarland y Nicky Rea. Recopilado y completado por Magus.[/align]
CALIAH
Hace mucho tiempo…
¿Cómo? ¿Qué ya has oído esto antes? Bueno, está bien. Sin embargo, si vuelves a interrumpirme cuando estoy hablando, te arrancaré la garganta.
Además, tus modales me indican que sin duda puedes soportar oírlo de nuevo. En fin, hace mucho tiempo nosotros no éramos como somos ahora. Con “nosotros” me refiero a todo el pueblo de los gatos, a todos nosotros. En aquellos días no había Swara escondiéndose entre los arbustos y quejándose de ser unos incomprendidos y los Ceilican aún no daban problemas. Teníamos nuestro pequeño proyecto, y todo el pueblo de los gatos formaba parte de él. Todos conocían su lugar y nuestro sitio estaba por encima de los demás.
A mi modo de ver, fue la propia Madre Seline la que estableció la forma en que serían las cosas. Nos miró desde los cielos y decidió qué tribus eran más aptas para según qué misión. Los Khan se convirtieron en soldados, los Swara en mensajeros y centinelas, los Qualmi en chamanes y nosotros…nosotros en los señores. Seline se fijó en nosotros y se dio cuenta de que éramos los únicos que reuníamos las características necesarias (el ímpetu, la dedicación, la nobleza innata) para liderar a los demás, que por triste que parezca, necesitaban a alguien que les mostrase la luz.
Así que nos declaramos los reyes del pueblo de los gatos, aunque no sin ciertas protestas. A aquéllos que se quejaban (sobre todo los Bagheera y los Khan) se les demostró lo equivocados que estaban.
Les dijimos: si sois mejores reyes que nosotros, venid y coged la corona. Para que no les perdieran el respeto, lo intentaron.
Habíamos establecido la gran sociedad de los gatos, pero cometimos el error de suponer que todos estaban de acuerdo con nosotros. Pensamos que una vez que hubiéramos demostrado de una vez por todas lo bien que iban las cosas, los demás dejarían de protestar y asumirían el papel que Seline les había asignado.
Nos equivocamos. Escucha las consecuencias de aquel error.
Llegó el día en el que el rey y la primera esposa de todas las manadas tuvieron una camada de herederos. Fue una prole de siete cachorros, entre los que sólo había nacido un macho. Y era él, el hijo mayor del más poderoso de los Simba, el que podría haber unificado de verdad a todos los hijos de Seline. Así se había profetizado; el más grande de los Qualmi lo había predicho arrojando ramitas al suelo cuando nacieron los cachorros.
Pero un chamán debería conocer el silencio; no así el lince adivino. Extendió por todas partes la noticia de su revelación, quizás para ganar un poco de la gloria del rey que estaba por llegar.
Los Qualmi se lo dijeron a los Bagheera, los cazadores, antes de la primera caza del día, así que los Bagheera se llevaron el secreto a las praderas con ellos.
Los Qualmi se lo dijeron a los Pumonca, los guardianes, de modo que sus ojos dejaron de vigilar a los enemigos para empezar a imaginar futuras glorias.
Los Qualmi se los dijeron a los Balam y a los Khan, a los Ceilican que atrapaban alimañas, a los Bubasti que se guardaban los secretos para sí, y a los Swara que extendieron las nuevas en todas direcciones.
Entonces las Ajaba de las planicies vieron cazar a los Bagheera, y se percataron de que aquel día los cazadores recogían mucha más comida de lo normal, por lo que sintieron curiosidad. Así que se prepararon para la emboscada y pronto les llegó su oportunidad: un Swara venía desde la corte del rey con noticias para los Bagheera acerca de que la caza debía terminar.
Las Ajaba se abalanzaron sobre el mensajero y lo capturaron. Le dijeron:
-No te haremos daño. Sólo queremos saber por qué los Bagheera están cazando tanto; hoy nos van a dejar sin una sola presa.
El Swara, que era joven e insensato y no sentía ningún miedo, le habló a las Ajaba sobre el nacimiento del heredero del trono de las manadas.
-Ahhh…-el rey de las Ajaba había comprendido-. Un acontecimiento tan feliz y no nos han invitado. Iremos esta noche a presentarle nuestro respeto al que será el rey de todas las manadas. Y tú, pequeño Swara, no digas nada de nuestra visita. Nos acercaremos en paz, pues deseamos rendirle honores a vuestro nuevo rey. No permitiremos que nuestras rencillas nos impidan cumplir con nuestro deber.
Y lo dejaron marchar.
El Swara, imprudente, creyó a las Ajaba y guardó el secreto. Fracasó como mensajero, puesto que su deber era transmitir las noticias.
Convocados por el Swara, los Bagheera regresaron de la caza y amontonaron las piezas que habían cazado ante el rey, la primera esposa, la primera cazadora y el joven príncipe. Pero algunos de los cazadores seguían despreciándonos por ocupar el cargo que creían que les pertenecía a ellos, porque alguien trajo carroña como ofrenda, una bestia que las hienas habían despedazado. Antes de que todo el mundo descubriera el insulto, el príncipe comió la carne muerta y al instante cayó enfermo. Fracasó el cazador, puesto que su deber es alimentar a la tribu.
La madre alejó al príncipe de la celebración, que se iba alborotando a medida que el sol se ponía. Los Pumonca abandonaron sus puestos para unirse a los celebrantes; así fracasó el guardián. Los Khan devoraron las presas que se habían cazado, y hartos, se repantigaron en el suelo. Demasiado llenos como para luchar, se apoltronaron bajo el sol poniente. Fracasó el guerrero, puesto que se había atiborrado y no podía luchar.
De esta manera, cuando el rey de las Ajaba hizo su aparición para rendir homenaje, pudo contemplar todo aquel caos. También vio que los oteaderos donde debían encontrarse los vigilantes, no estaban ocupados, y que los guardianes no podían moverse de puro empacho. Y lo más importante, vieron al príncipe de los Simba y de todo el pueblo de los gatos enfermo y atendido sólo por su madre.
El cuerpo de la primera esposa no fue encontrado hasta la mañana siguiente, destrozado por los colmillos de las Ajaba. El rey no encontró el cadáver de su hijo hasta el atardecer.
Su ira fue devastadora; una a una fue llamando a las otras tribus para pedirles cuentas por sus negligencias. No recibió respuestas de ninguna tribu. Los Qualmi y los Pumonca, avergonzados, se alejaron hasta el otro extremo del mundo. Los Swara se ocultaron entre las altas hierbas del monte y se quedaron a vivir para siempre a medio camino entre nosotros y las Ajaba. Los Khan negaron toda responsabilidad y se marcharon, sin que ya nunca se los volviera a ver por nuestras tierras.
Así aprendimos la amarga lección. Descubrimos que tanto sus errores como nuestra fuerza son lo que nos otorga el derecho a gobernar y que no podemos confiar en nada más que en dicha fuerza. A las Ajaba las hemos cazado hasta la extinción; porque ya que han acabado con nuestro futuro, nosotros destruiremos el suyo. Así permanecemos en nuestras tierras, porque nos pertenecen, y nuestra fuerza las protege. No permitimos el paso a ningún intruso porque ¿existe alguien que nos haya demostrado su lealtad?
Nadie, excepto nosotros mismos.
Los hombres león constituyen un símbolo de la excelencia que Gaia ofrece, pues están rodeados por un aura innata de majestad, orgullo y poder incomparables a ninguna otra criatura. Sin embargo, también muestran los vicios de la arrogancia, la tiranía y la maldad, incluso en las mejores circunstancias. Muchos Bastet consideran que esta oscura faceta es un legado del terrible poder salvaje y ferocidad descontrolada de los Khara, la primera tribu de felinos dientes de sable.
El legado oscuro de los Simba ha constituido durante siglos la fachada más visible de los hombres león y en las últimas décadas la tiranía del rey Diente Negro y su manada, la Tormenta Eterna, oscurecieron la reputación de la tribu casi más allá de cualquier recuperación. Casi pusieron fin a su milenaria guerra con las Ajaba mediante la vía del exterminio, pero en el proceso se convirtieron en unos tiranos que ofendieron al resto de las Razas Cambiantes de África, que se unirían contra ellos y terminarían provocando su caída. Sin embargo, la llegada de Hakimu y los Simba del sur de África para acabar con la tiranía de la Tormenta Eterna, ha permitido en parte compensar la crueldad de los hombres león, demostrando que al margen de sus defectos, la tribu sigue en el bando de Gaia.
Dentro de las tribus Bastet, los Simba son los más sociables de los hombres felino, y en cierto sentido son muy similares a los Garou, constituyendo un símbolo de fuerza, unidad y perseverancia para todas las Razas Cambiantes, actuando como referencia para unir y dirigir a todas las Fera de África, un papel que creen ordenado por Gaia. Como resultado, la tribu considera que debe estar siempre al mando y los hombres león están dispuestos a luchar por el dominio hasta que los demás se sometan. Por esta razón, aunque los Simba no actúan muy bien en equipo, existen pocas cosas más inspiradoras que una manada de hombres león en acción.
Los Simba no son unos villanos, sino unos espléndidos reyes (“Los Señores de la Luz del Sol” como se hacen llamar) y cazadores de demonios, pero el mundo ha cambiado demasiado y es demasiado turbulento para reinar en paz, por lo que se han convertido en “los Reyes Oscuros”, como les llaman sus adversarios. Cuando se restaure el equilibrio, cuando los humanos sepan cuál es su lugar y las ciudades se conviertan en cementerios, se demostrará la verdad de los leones y se corregirá la dejadez de las Razas Cambiantes. Los Simba desean ordenarlo todo, y si para eso es necesario derramar sangre, que así sea. La guerra es el deporte de los reyes.
DESCRIPCIÓN
Habitualmente los Simba son individuos enormes, atractivos y carismáticos que emanan poder en todas sus formas, que son toda una inspiración para la vista. Los machos suelen tener melenas de distinta longitud en sus formas Crinos, Chatro y Felino, y un cabello lustroso en sus formas Homínido y Sokto. En los hombres león de origen europeo el cabello cae en cascada y se convierte en una melena durante la transformación, mientras que los individuos de origen africano suelen peinarlo al estilo afro o en rastas. Aunque las hembras Simba no lucen melena en sus formas felinas, en forma Homínida y Sokto suelen lucir una cabellera tan lustrosa como la de los machos. Esto suele hacerlas destacar entre las tribus africanas, muchas de las cuales creen que la ausencia de pelo es lo que diferencia a los hombres de las bestias.
Étnicamente, los Simba Amadu’o se han reproducido de forma habitual con las tribus africanas más belicosas, especialmente bantúes y zulúes, mientras que los Mayi’o prefieren las tribus de cazadores y recolectores del sur de África, especialmente los san o bosquimanos. Durante el período de colonización y en los “Mundos Esclavos” (Europa y América) los hombres león han tomado como Parentela a algunos hombres blancos, especialmente ingleses y alemanes. Al margen de su origen étnico, todos los Simba están rodeados de un aura tangible de autoridad, a menudo fomentada por su comportamiento.
A lo largo de los siglos los Simba se han apareado con todas las especies y subespecies de león (Panthera leo) de África, Eurasia y durante un tiempo incluso América. Actualmente la gran mayoría de la tribu está constituida por los hombres león que nacen entre las subespecies del este y el sur de África.
En África los hombres león suelen utilizar vestimentas tribales, aunque algunos se decantan por los trajes de los europeos o modas modernas. Suelen mostrarse recelosos ante la tecnología (ya que no pueden someterla con fuerza y autoridad) y se exponen a la naturaleza con tan poca ropa o equipamiento como les sea posible.
HISTORIA
Aunque no son la Primera Tribu, pues ese honor corresponde a los Khara, los Simba afirman que son los justos herederos de su legado, y que los últimos felinos dientes de sable habitaron entre ellos, transmitiéndoles su herencia. Durante mucho tiempo impusieron el Impergium en África, Asia y Europa. Según los relatos más antiguos los primeros Simba crearon una corte unificada en el corazón de África, con representantes de todos los Bastet, gobernando a todas las Fera del continente. Sin embargo, esta corte –que muchos consideran una mera leyenda- terminó por caer por los defectos de los demás Bastet o de las Razas Cambiantes. Muchos remontan el inicio de las hostilidades entre los hombres león y los hombres hiena a la caída de la corte.
Las Ajaba a menudo se encontraban enfrentadas en guerras intestinas, debido a las diferencias entre las sociedades de hombres y hienas y los Simba razonaron que los hombres hiena estaban traicionando su deber a Gaia e intentaron corregirlos. Cuando fueron rechazados por las Ajaba, los hombres león y las demás tribus Bastet tuvieron que ocupar el papel de las hienas –los guerreros africanos de Gaia- y se enfurecieron y decidieron castigarlas. La guerra entre Ajaba y Simba fue terrible, pero también se cobró una sangrienta factura entre los hombres león, cuya Rabia se incrementó a niveles inimaginables y convirtió a los orgullosos reyes en las mismas cosas que querían destruir. Cuanto más desafiantes se volvían las Ajaba, más tiránicos se volvían los Simba. Cuanto más rebeldes se volvían las Ajaba, más despóticos se volvían los Simba. Nadie estaba a salvo de su ira, y esperaban que todos participaran en sus guerras genocidas, que no sólo afectaban a leones y hienas. El asesinato del “príncipe de todas las manadas” fue la gota que colmó el vaso y cuando los Simba decidieron declarar la guerra total contra las Ajaba, las demás tribus Bastet les dieron la espalda, un acto que los hombres león siguen considerando la mayor de las traiciones. Desde entonces los “Señores de la Luz del Sol” –o “Reyes Oscuros”, como los llaman sus detractores- continuaron su guerra en solitario. Durante un tiempo incluso lucharon contra los Bagheera y los Swara, pero finalmente incluso la propia Seline intervino a favor de sus hijos, poniendo fin a las hostilidades.
Según las leyendas, tras la muerte del “príncipe de todas las manadas”, tres hermanos llamados Amadu, Mayi y Abuja combatieron entre sí para liderar a los restantes Simba. Amadu ganó la primera batalla, y se rodeó de los hombres león más fuertes y feroces, los Amadu’o; Mayi derrotó a Abuja, así que se rodeó de los más inteligentes y sabios, los Mayi’o. Abuja se dirigió al norte con sus seguidores, donde formó una tercera familia, los Mor Grian, más pequeña y menos belicosa. A lo largo de los siglos, los hombres león que perdían en los conflictos internos de la tribu o se cansaban del gobierno de otros a menudo emprendían la vida el exilio, asentándose fuera de África, en Europa o Asia, donde surgieron otras cortes “menores”.
Cuando los Garou anunciaron el final del Impergium hubo divisiones entre los Simba. Los Mayi’o y los Mor Grian aceptaron, pues vieron que era una decisión sabia. Sin embargo, los Amadu’o lo rechazaron, pues consideraban que era necesario mantener el sometimiento de la humanidad y en parte por su propio orgullo, ya que se consideraban por encima de los hombres lobo. En las tierras en las que dominaban, los Amadu’o siguieron imponiendo el Impergium, y cuando no podían ejercerlo directamente, a menudo enfrentaban a las diversas tribus humanas entre sí, causando grandes derramamientos de sangre.
Cuando estalló la Guerra de la Rabia los Simba participaron gustosos, luchando al lado de las demás tribus Bastet contra los Garou. Sin embargo, sufrieron una terrible derrota. La tribu de los Khara se extinguió. La corte de los Mor Grian en Europa fue destruida –o se convirtió en la tribu de los Ceilican, según los rumores, y las cortes menores de Asia quedaron sometidas al dominio de los sultanes Khan. Sólo en África, donde la presencia de los Garou no era importante, consiguieron mantener el poder, aumentando su arrogancia y su actitud tiránica.
De esta forma África se convirtió en el trono de los Simba, liderados por los Amadu’o, que reclamaron el gobierno de toda la tribu. Los Mayi’o se recluyeron en el sur de África, aunque no hicieron nada por contradecir a sus belicosos hermanos. Por fortuna para los demás Bastet y las demás Razas Cambiantes, las periódicas guerras contra las Ajaba evitaban que los Amadu’o acumularan suficiente poder como para imponer su tiránico dominio sobre las demás tribus felinas.
Cuando comenzó a formarse la civilización egipcia, algunos extremistas Amadu’o descubrieron a los corruptos vampiros que se ocultaban en ella y la consideraron una amenaza para Gaia. Contra la opinión de la tribu Bubasti, que prosperaba entre los antiguos egipcios, una poderosa reina Amadu’o conocida como Sakhmet decidió destruir a los egipcios y borrar su civilización del cuerpo de Gaia. Utilizando poderosos dones y ritos hizo brillar un terrible sol sobre el cielo de Egipto, que brillaba tanto de día como de noche. La luz destruyó a varias poderosas sanguijuelas, entre ellas un tirano no muerto llamado El Rey Escorpión, pero los mortales egipcios fueron atormentados por una sequía que agostó sus cosechas y por los ataques de los hombres león.
Se desconoce cómo Sakhmet y sus seguidores fueron derrotados. Algunos dicen que los vampiros contraatacaron y la asesinaron; otros dicen que los Bubasti la traicionaron y volvieron su propia magia contra ella. No obstante, la versión más extendida es que el poder que había convocado era demasiado incluso para Sakhmet, y terminó consumiéndola. La hazaña de Sakhmet no pasaría desapercibida, y con el tiempo se convertiría en una leyenda y los egipcios la adorarían como la diosa leona de la guerra.
El Sol de Sakhmet fue el último intento de los Simba de imponer el Impergium a gran escala. Tras la desaparición de Sakhmet la tribu se redujo y los hombres león comenzaron a replegarse hacia el sur del continente, manteniendo el Impergium por donde quiera que fueran.
Durante siglos los leones permanecieron en África, gobernando en ocasiones mediante la sabiduría y en otras mediante la tiranía. Fuera de África su número se redujo cada vez más, reducidos a individuos o pequeñas manadas aisladas que iban cayendo desunidas ante el empuje de sus enemigos y competidores.
La llegada de exploradores blancos y esclavistas a las tierras de los Simba cercó a los hombres león. Fueron diezmados por las enfermedades europeas, y algunos valerosos individuos acompañaron a su Parentela esclavizada más allá de las tierras y mares que conocían. Desde comienzos del siglo XVI sus fronteras africanas comenzaron a retroceder.
No eran los únicos preocupados por la llegada del hombre blanco. Los hechiceros y chupasangres nativos contraatacaron a los europeos que comenzaban a llegar al continente mediante un aluvión de maldiciones y horrores. Los Simba y los demás Bastet se sumaron a la matanza y convirtieron las cálidas noches africanas en pesadillas, pero los invasores no venían solos.
Los exploradores blancos estaban acompañados por unos extraños hechiceros cuyo propósito era “civilizar” las tierras salvajes y que no temían la furia de “los Señores de la Luz del Sol”. Sus máquinas devastaron las selvas y sus armas con munición de plata o de magia sembraron la muerte entre las filas de las Razas Cambiantes. Otros actuaron más sutilmente, reviviendo los antiguos odios tribales y enfrentando a las facciones sobrenaturales de África entre sí. Los ataques y cazas de brujas acabaron con muchos hechiceros africanos y otras criaturas, y los Simba y sus aliados se vieron obligados a retirarse a las selvas y parajes más apartados. La mayoría de los hombres león luchó hasta la muerte y al final, la encontraron. Se sucedieron muchos reyes en la tribu, casi todos Amadu’o. Casi todos cayeron en batalla.
A comienzos del siglo XX los Amadu’o habían sido reducidos a una docena de manadas que detestaban a los humanos y se apareaban con los leones. Su rabia se recrudeció volviéndose más mortífera que la de humanos y leones juntos. Por lo que se refiere a los Mayi’o, el empuje de la colonización los empujó hacia el Kalahari, donde tres manadas sobrevivían junto a la cuenca del río Okavango tratando también de calmar su furia. En el resto del mundo unos pocos Simba habían emigrado a los Mundos Esclavos o sobrevivían en Asia, pero eran demasiado pocos y muchos vagaban en solitario durante toda su vida sin ver a ningún miembro de la tribu.
En su retiro los Simba templaron su odio y aguardaron su momento. Cuando comenzaron los disturbios de la descolonización algunos participaron gustosamente en los tumultos y matanzas provocados por la turbulencia política que se extendió por África, deseosos de ajustar cuentas. Poco a poco comenzaron a regresar a escena. De entre las ruinas de la tribu surgió un nuevo líder.
Diente Negro.
Conocido como “El Rey Oscuro de las Tormentas Infinitas”, este caudillo logró restaurar la gloria de la tribu –y se ganó una infamia desalmada y genocida. Tras llevar a los Amadu’o a una serie de victorias por el centro y sur de África, restauró las antiguas alianzas con vampiros y hechiceros, de buen grado o por la fuerza y finalmente en 1984 dio el siguiente paso, decidido a poner fin a la antigua rivalidad con las Ajaba. En un ataque despiadado, destruyó la corte de los Reyes Hiena a los pies del monte Kilimanjaro, reduciéndola a escombros y expulsando a sus miembros. Los demás Bastet quedaron sorprendidos y horrorizados a la vez. Los Swara se ocultaron todavía más, temerosos de ser los siguientes en la lista de objetivos de Diente Negro.
En principio, nadie reaccionó, pues la larga rivalidad entre leones y hienas no era una novedad, pero a medida que pasó el tiempo el gobierno de Diente Negro incrementó su nivel de tiranía y crueldad. Ya no se conformó con gobernar a los Simba y a sus aliados, también determinó que impondría su dominio sobre el resto de las Razas Cambiantes y criaturas sobrenaturales de África, imponiendo su autoridad y unificándolas a la fuerza. Sin embargo, en el proceso generó una atmósfera de animadversión, enemistándose innecesariamente con otras Fera. Irónicamente, la unidad que anhelaba comenzó a forjarse entre la oposición a su tiranía.
La guerra contra Diente Negro fue larga y sangrienta, pero finalmente terminó con la completa aniquilación de la Tormenta Eterna, su manada y de todos los que lo apoyaban. Sus parientes felinos fueron eliminados por la enfermedad y sus aliados vampíricos destruidos por los hombres lobo. Su magia le fue arrebatada por los demás Bastet y los Amadu’o cayeron en desgracia. Sólo quedó el cráneo de Diente Negro, su cuerpo hecho jirones y su alma destruida para toda la eternidad.
Cuando terminó la batalla los Mayi’o, que habían colaborado con los enemigos de Diente Negro, surgieron del Kalahari para ocupar su lugar entre los defensores de Gaia.
HISTORIA RECIENTE
El líder de los Mayi’o es el Señor Hakimu, que se convirtió en monarca gobernante de los Simba, el primer miembro de su familia que ocupaba ese puesto en mucho tiempo. Si Diente Negro ejemplificaba el lado oscuro de los hombres león, Hakimu es un líder noble y capaz, que con su diplomacia y claridad de visión está dispuesto a reenfocar los esfuerzos de las Razas Cambiantes para que cooperen juntas. Sin embargo, su gobierno se ha encontrado con la oposición de los Amadu’o supervivientes, que están dispuestos a derrocar al rey Mayi’o incluso en su actual estado, pero para bien o para mal las Razas Cambiantes de África se están aproximando gracias a los esfuerzos concertados de los Mayi’o. La creación de la alianza conocida como Ahadi sólo es el primer paso.
El actual centro de poder de los Simba se encuentra en el hogar ancestral de los Mayi’o en el desierto del Kalahari, desde donde se dedican a coordinar la actividad de las Fera en otros frentes. Su principal tema de debate en estos momentos es la extraña presencia de un terrible y extraño mal que ha surgido de las arenas del desierto del Kalahari, que consideran una manifestación del Wyrm, aunque realmente su verdadera naturaleza es desconocida.
Actualmente y fuera de África los hombres león sólo muestran una influencia apreciable en otro lugar del mundo: la India. Poco se sabe sobre estos Simba, que han permanecido aislados del resto de la tribu desde que la Guerra de Rabia exterminó a los hombres león que habitaban la mayor parte de Eurasia. Los demás creen que pueden ser supervivientes de la familia de Abuja, o los restos de alguna corte formada por renegados o exiliados de África. La caída de los Khan provocada por sus guerras internas y la debacle producida entre las filas de los hijos de Gaia por la Semana de las Pesadillas han creado un importante vacío de poder, y según algunos Fera locales, es posible que quieran unirse al resto de las Razas Cambiantes de la India.
ESTEREOTIPOS
Garra del Sol, de la familia Amadu’o, expresa su opinión sobre quienes considera sus súbditos:
Bastet: Nuestros watua (hijos) y nuestra responsabilidad. Sus defectos han demostrado que necesitan una mano que les guíe o caerán divididos. Nuestra existencia es una bendición para todos ellos, la acepten o no.
Bagheera: Me gusta su estilo, pero son demasiado refinados para ser unos líderes de verdad.
Bubasti: Me compadezco de esos miserables perdedores y aprendices de mago. Dicen que quieren nuestro trono. Muy bien, amigos, sois libres de ocuparlo…si podéis.
Swara: Cobardes, hasta el último de ellos. A través de nosotros aprenderán a ser valientes.
Garou europeos: Buenos soldados y guerreros, pero no sirven para gobernar. El fin del Impergium fue su primer error y el comienzo de la historia de su fracaso. Puede que acabaran con las débiles hermanitas de Abuja en Europa, pero no te equivoques: nunca han tenido la oportunidad de luchar de verdad contra nosotros. Sus reyes y reinas en el mejor de los casos sólo son débiles reflejos de la verdadera majestad que representamos.
Caminantes Silenciosos: Una tribu de perros perdedores y cobardes. Cuando fueron derrotados en Egipto ni siquiera tuvieron los redaños de quedarse y seguir luchando. Ahora se han unido al Ahadi y aunque son buenos matando sanguijuelas, todavía tienen que demostrar que son útiles.
Kucha Ekundu: Otra tribu de perros cobardes. Su contribución a la caída de Diente Negro fue acabar con su Parentela felina mediante la enfermedad, y como guerreros los superamos con creces. Tienen poco valor, salvo como carne de cañón.
Ajaba: Salvo Asura, son nuestros enemigos más odiados. Escupieron a Gaia en los primeros tiempos, mataron al príncipe de todas las manadas y desde entonces hemos luchado sin cuartel. Ahora parece que algunos de ellos han recapacitado y regresado al bando de Gaia, pero los vigilaremos, y si vuelven a traicionarnos terminaremos la guerra de una vez por todas.
Ananasi: Estas sabandijas son una mera molestia. Algunas terminan corrompidas por Asura, así que no dudes en aplastarlas.
Corax: Buenos mensajeros, que nos avisan de la presencia de enemigos y son conscientes de su papel a nuestro servicio. Los Swara podrían aprender de ellos. Sin embargo, son demasiado charlatanes y tornadizos, así que procura medir tus palabras en su presencia.
Mokolé: Viejos reyes de una época olvidada. Aunque guardan una gran sabiduría vivimos en una época de nuevos reyes.
Nagah: Su debilidad acabó con ellos. Si hubieran luchado a nuestro lado podrían haberse salvado. Una lástima.
Ratkin: Demasiado parecidos a las Ajaba para mi gusto. Al contrario que ellas, son conscientes de su insignificancia y procuran no cruzarse en nuestro camino. Si alguna vez lo hacen…acabaremos con ellos.
Rokea: Su ferocidad y salvajismo son admirables. A su manera son Reyes del Mar, pero su dominio es más fácil de gobernar que el nuestro y carecen de mérito.
Cita:Lastima que no tengáis visión. Hay que actuar. Por fortuna, tengo la solución ¿Estáis conmigo o no?
ORGANIZACIÓN
La tribu Simba es la más jerárquica y organizada de las tribus Bastet. Su organización alcanza una complejidad de pesadilla, que hace que la de los Garou sea vergonzosamente simple. La tribu es gobernada por un Chakuwa o “Alto Rey”, que a lo largo de la historia ha sido elegido tradicionalmente entre la familia Amadu’o, aunque en algunas ocasiones –debido a la necesidad de un compromiso entre aspirantes o simplemente por méritos propios- la posición ha sido ocupada por un Mayi’o. Las dos familias o subtribus Amadu’o y Mayi’o disponen de sendos reyes. Los Mor Grian europeos también tenían un monarca hasta la destrucción de la familia en la Guerra de la Rabia. Actualmente Hakimu es el Gran Rey de los Simba y el rey de la familia Mayi’o. Desde la muerte de Diente Negro los Amadu’o carecen de rey, aunque algunos líderes de manada están maniobrando para hacerse con el liderazgo de la familia.
A nivel interno, los Simba se organizan en manadas, que son la unidad básica de organización de la tribu. Sin embargo, la organización de las manadas de los hombres león es muy diferente a la de los Garou. Entre los leones la organización es muy sencilla: dos o más machos dominan un grupo de leonas, alimentándose con las presas que cazan las hembras y ocupándose de defender su territorio de otros machos (y otras clases de depredadores). Sin embargo, debido a que la reproducción está prohibida entre los Simba, la organización de los hombres león no es tan simple. Habitualmente los Simba felinos forman una manada de Simba y Parientes leones, con una proporción de un macho por cada tres hembras. La Tormenta Eterna, por ejemplo, consistía de tres Simba machos, dos leones, ocho Simba hembras y siete leonas. Los Simba Homínidos suelen tener varias mujeres o maridos, con entre 3-5 Parientes por cada Simba. Algunas manadas Simba mantienen Parientes tanto leones como humanos, lo que resulta en la creación de enormes redes de Parentela que son extremadamente difíciles de percibir. Por fortuna, los Simba parecen controlarlas muy bien. Habitualmente los Simba no establecen rangos ni posiciones en la manada; simplemente establecen un orden de preferencia y son muy cuidadosos respetándolo (hasta que llega el momento de desafiar a los que se encuentran en una posición superior, por supuesto). El orden básico (sujeto a varias alteraciones en función de las características) suele consistir en un Mtolo (“padre”) o macho dominante además de varias Kirii (“esposas”) y Anwana (“cazadores jóvenes”). Pueden existir hasta tres Mtolo por manada, dependiendo del tamaño de la misma, pero lo más habitual es que sólo haya uno.
Los Simba tienen ritos de iniciación y rango. Son comunes las marcas corporales (tatuajes, extensiones de cuello, cicatrices, escarificaciones y dibujos), más habituales entre los belicosos Amadu’o. El ascenso se consigue mediante el combate. Las hembras luchan entre ellas para convertirse en la Primera Cazadora o en la Primera Esposa; pocas ocupan ambos puestos al mismo tiempo. Los perdedores o bien perecen en combate o abandonan la manada en busca de una nueva.
Más allá de las manadas, los Simba se relacionan mediante diversas ceremonias y rituales de respeto y deferencia que rigen su interacción. Las manadas más fuertes tienden a imponerse y gobernar sobre las más débiles, obteniendo privilegios a la hora de elegir Parentela (felina y humana).
Algunos Simba, bien forzados por sus líderes o por decisión propia, deciden abandonar las manadas y viajar solos en busca de su propia fortuna. Estos “renegados” en ocasiones suelen terminar en las ciudades, que las manadas procuran evitar. Más allá de África y lejos de la influencia de las familias y las grandes manadas, la presencia de estos individuos solitarios es más frecuente, aunque pueden unirse para “proteger” una zona en exclusividad.
RAZAS
Los Simba eligen pareja de forma habitual entre sus Parientes Homínidos y Felinos, aunque la familia Amadu’o posee una proporción más alta de individuos Felinos. También existen algunos Metis entre los hombres león, pero su situación no suele ser muy halagüeña y muchos terminan marchándose de las manadas, prefiriendo viajar solos.
Homínido: La gran mayoría de los Simba Homínidos son nativos africanos, nacidos entre las diversas tribus del continente. Sin embargo, los criterios de selección varían de familia en familia. Los Amadu’o tradicionalmente se han decantado por pueblos de guerreros y pastores, como los pueblos bantúes (masai, zulúes, etc.), mientras que los Mayi’o prefieren otros pueblos de cazadores y recolectores del centro y sur de África, como los bosquimanos. Existen algunos hombres blancos entre los Simba, pero normalmente son descendientes de renegados o exiliados al margen de las manadas, que han buscado compañía entre los colonos europeos o en ocasiones han viajado fuera de África. No obstante, algunos valientes exploradores o cazadores han atraído ocasionalmente la atención de la tribu.
Gnosis inicial: 2
Dones iniciales: Cazador Urbano (Como el Don de Homínido: Carrera Urbana), Garras de Gato, la Dulce Sonrisa del Cazador (Como el Don de Homínido: Persuasión).
Metis: Debido a la estructura de las manadas, los Simba tienen suficientes Parientes como para saciar sus apetitos sexuales sin necesidad de aparearse entre ellos. Sin embargo, en ocasiones se producen “deslices”, con gran vergüenza por la irresponsabilidad de los padres. Por lo general si el cachorro es capaz de valerse por sí mismo, suele ser aceptado, pero la presión, sobre todo entre los Amadu’o, suele resultar excesiva para los Metis, y muchos terminan vagando en solitario. Los Defectos Metis más habituales entre los Simba suelen ser Albinismo y Garras Frágiles. Además, los machos carecen de melena en todas sus formas debido a su esterilidad.
Gnosis inicial: 4
Dones iniciales: Crear Elemento, Muda, Sentir Naturaleza Primaria (Como el Don de Metis: Sentir al Wyrm, pero siente una fuerte afinidad al Kaos, la Tejedora o el Wyrm).
Felino: Aunque no son tan numerosos como los Homínidos, los Simba Felinos constituyen una facción respetable. Los leones han sido cazados hasta la extinción en muchos lugares, pero la especie todavía mantiene un número considerable en la actualidad. Por otra parte, tras las bajas causadas por las guerras contra los colonizadores durante el siglo XIX, muchos Simba, especialmente los Amadu’o, dieron por completo la espalda a la humanidad y se aparearon exclusivamente con los felinos. De hecho, dentro de la familia Amadu’o, los Felinos constituyen una mayoría que fue fomentada durante el reinado de Diente Negro.
Gnosis inicial: 6
Dones iniciales: Brincar (Como el Don: Salto del Canguro), Marcado como Mío, Sentidos Incrementados.
PRYIO
Los Simba y en general los Bastet, no mantienen una relación tan estrecha con la Luna como los Garou, por lo que carecen de Auspicios. Sin embargo, poseen un rasgo llamado Pryio, que determina tanto la personalidad del Simba como su respuesta ante los desafíos de la vida y sus encuentros por el camino. Normalmente el Pryio es determinado por el momento del nacimiento del hombre león a lo largo del día, pero puede variar sobre todo si sufre algún tipo de suceso que altera su vida por alguna razón.
A efectos de la mecánica de juego, la función más importante del Pryio está asociada a la recuperación de Fuerza de Voluntad del Simba. Un hombre león recupera Fuerza de Voluntad siempre que haga algo especialmente armonizado con su Pryio, de la misma forma que los Garou recuperan Fuerza de Voluntad siempre que actúan de forma acorde con las funciones determinadas por sus Auspicios.
Día: Los hombres león a menudo se hacen llamar “Los Señores de la Luz del Sol” y los Simba que nacen bajo la luz calurosa del sol de África ejemplifican este apelativo, majestuosos y nobles. Prefieren gobernar mediante el ejemplo y el poder físico, aunque cuando se dejan arrastrar por sus más bajos instintos se convierten en tiranos sanguinarios y violentos. Entre los Simba Diurnos se encuentran feroces guerreros y reyes, pero también leonas ferozmente maternales y protectoras de su prole. Los Simba Diurnos ganan Fuerza de Voluntad siempre que se enfrentan a un desafío de forma directa y ganan mediante su valentía o su fuerza.
Crepúsculo: Aunque tienen poderosas condiciones de liderazgo, los Simba Crepusculares no suelen convertirse en tiranos ni caudillos infames –carecen de tanta agresividad como los hombres león del Día o de la Noche. Sin embargo, muchos terminan convirtiéndose en valiosos consejeros, estrategas o diplomáticos, interactuando con la Parentela humana o Felina y relacionándose con los extraños. Muchos de ellos se han convertido en los representantes de la tribu ante el resto del Ahadi, aunque algunos limitan sus talentos a sus manadas y dominios tribales. Los Simba Crepusculares recuperan Fuerza de Voluntad resolviendo misterios, conflictos o enigmas, solucionando sus desafíos de forma indirecta o creando obras de arte.
Noche: Al contrario que otros Bastet, los Simba Nocturnos no son discretos ni sigilosos –al menos, no cuando no es necesario. El principal ejemplo de este Pryio es el caído Diente Negro –la vergüenza o el orgullo de la tribu, según sus detractores o defensores. No son ajenos a la sutileza, pero los Simba Nocturnos son guerreros de primera. Cuando se relacionan con otros buscan la mejor manera de tomar el poder mediante el engaño, la manipulación o directamente por la fuerza, y cuando se encuentran en una posición de liderazgo utilizan las mismas tácticas contra sus adversarios, sin importar los medios, destruyendo a los enemigos de Gaia…pero también a sus hijos si se atreven a interponerse en su camino. Los Simba Nocturnos ganan Fuerza de Voluntad cada vez que vencen en un desafío o causan dolor a otros.
DISTRIBUCIÓN Y PARENTELA
Según las caliah de los Simba, la tribu se originó en el oscuro corazón de África, en algún lugar del territorio actual del Congo. Tras la caída del “príncipe de todas las manadas” y la Primera Corte, la tribu se dividió en tres familias que se dispersaron por el resto de África, Asia, Europa y América. La Guerra de la Rabia acabó con los Simba de Europa y América, y redujo las poblaciones asiáticas de hombres león. Desde el siglo XVI el comercio de esclavos terminó llevando de nuevo a algunos Simba y su Parentela a América, donde actualmente se encuentran algunos hombres león sin lealtad tribal. En la India también sobreviven algunos Simba asiáticos, aunque su sistema familiar también se encuentra al margen de las familias africanas de los Amadu’o y Mayi’o.
A pesar de su reputación tiránica y despiadada, los Simba son muy protectores con su Parentela y adoran a sus seres queridos. Los niños y los cachorros son educados en las manadas y se les enseña todo lo necesario para que vivan por su cuenta. Sin embargo, tras el Primer Cambio son constantemente puestos a prueba hasta que encuentren un lugar en la jerarquía social de la manada. En cierto sentido, la Parentela humana o felina lleva una existencia más relajada que los hombres león, aunque también se exige de ellos que contribuyan a la manada en la medida de sus posibilidades.
Las preferencias de Parentela de los Simba varían en función de la cultura familiar; los Amadu´o prefieren a habilidosos guerreros, cazadores y asesinos, y tienden a buscar pareja entre las tribus bantúes (como los zulúes y los masai) o incluso entre los blancos considerados grandes cazadores de caza mayor. Por otra parte la tribu Mayi´o prefiere pueblos más reclusivos, y a menudo evitan a relativos recién llegados como los bantúes y los blancos. En su lugar suelen decantarse por parejas de pueblos antiguos como los bosquimanos o San, apreciando en sus medias naranjas la sabiduría y el conocimiento, mientras que los Amadu´o buscan astucia y crueldad. Los Simba que habitan al margen de la organización de la tribu suelen ser más pasionales en la búsqueda de compañeros y no suelen mostrarse tan selectivos.
FORMAS
Como los Garou, los Simba pueden cambiar en cinco formas: Homínido, Sokto, Crinos, Chatro y Felino. En la mayoría de los aspectos funcionan como sus contrapartidas Garou y las dificultades asociadas con el cambio de formas para los Garou se aplican a los Simba exactamente de la misma manera.
Homínido: Los Simba en forma Homínido parecen humanos normales. Tienden a ser individuos especialmente musculosos y altos, y a menudo bastante atractivos debido a su complexión atlética. Sin embargo su encanto sexual y aura de majestad normalmente son rasgos innatos al hombre león, no tanto debidos a su actitud, aunque también puede influir.
Sokto: La forma Sokto es una forma híbrida humana con características felinas, con énfasis en los rasgos humanos. Los miembros del Simba se alargan, las garras se extienden de sus dedos a su voluntad, y sus rasgos faciales, ojos y dientes se vuelven más felinos. El vello corporal se incrementa, y se vuelve inquietantemente inhumano. La melena comienza a extenderse en los hombres y machos, aunque carezcan de pelo en su forma Homínido.
Crinos: Esta forma híbrida es una mezcla majestuosa de león y humano, diseñada para la batalla. Aunque no carece de gracilidad felina, esta forma está diseñada con una poderosa musculatura y fuerza. La melena del hombre león se manifiesta por completo en los machos, proporcionando un aura de salvaje majestad. Como los Garou, los Simba en forma Crinos pueden utilizar armas, llevar ropa dedicada e incluso moverse a velocidad humana. Esta forma también produce un nivel atenuado de Delirio.
Chatro: Los Simba valoran mucho esta forma primordial de guerra, un recuerdo de los extintos Khara, a los que veneran. La forma es básicamente la de un aterrador felino de dientes de sable con colmillos que se alargan entre 10 y 15 cm, permitiendo al Simba realizar un dado extra en ataques de mordisco y sus reflejos se incrementan en proporción a su fuerza, permitiéndoles maniobrar a pesar de su gran volumen. El Simba evoca el Delirio completo en esta forma, en la que los Bastet realizaron su propia versión del Impergium. Normalmente la forma suele ser moteada o lisa, aunque algunos individuos presentan rayas, un rasgo que es motivo de vergüenza en la tribu, ya que recuerda a sus rivales Khan.
Felino: La forma felina de los Simba es la de un león (Panthera Leo), en cualquiera de sus especies o subespecies actuales, aunque son más frecuentes las subespecies del este y sur de África, donde se concentra actualmente la mayor parte de la tribu. En esta forma los hombres león suelen ser ejemplares especialmente grandes y musculosos…lo que puede atraer la atención indebida de los cazadores.
ESTADÍSTICAS DE FORMA SIMBA
Sokto Crinos Chatro Felino
Fuerza +2 +3 +4 +2
Destreza +1 +2 +2 +2
Resistencia +1 +3 +2 +2
Apariencia -1 0 0 0
Manipulación -1 -2 -2- -1
Rabia inicial: 5
Fuerza de Voluntad inicial: 2
Dones iniciales: Majestad, Someter