[Recurso] La odisea del Príncipe Alexsei
Publicado: 03 Oct 2019, 16:56
LA ODISEA DEL PRÍNCIPE ALEXSEI: EL BUQUE INSIGNIA DE LOS RENEGADOS DE TSUSHIMA
Por Mark Cenzyk
Nivel de Morada: 4
Memoriam: 2
Gruñeron, se movieron y todos se levantaron,
No hablaron ni movieron sus ojos,
Resultaba extraño, hasta para ser un sueño,
Ver a aquellos hombres muertos levantarse.
El timonel se movió, el barco avanzó;
Sin que siquiera soplara el viento;
Todos los marineros subieron por las jarcias,
Donde no deberían haber estado;
Levantaron sus manos como herramientas sin vida
-Éramos una tripulación fantasmal.
-Samuel Taylor Coleridge, “La rima del viejo marinero.”
Históricamente, el Lejano Oriente ha sido un lugar lleno de misterio para los occidentales, su exotismo ha captado la imaginación y atraído la atención de aventureros desde Cristóbal Colón a Marco Polo. Los europeos han contemplado el enigma del Lejano Oriente como un cofre lleno de tesoros y riqueza listos para tomar. La apertura de China y Japón al imperialismo de Occidente en la segunda mitad del siglo XIX fue sólo el primer paso para atravesar las capas protectoras de la cultura y la sociedad oriental. Sin embargo, en las Tierras de las Sombras la situación es drásticamente diferente. El Reino Oscuro de Jade es un coloso envuelto en espesa niebla de misterio e ignorancia, y no resulta nada atractivo para los wraiths de Estigia. La única riqueza del Reino de Jade se mide en monedas de almas extranjeras, y el Emperador de Jade ha extendido sus garras hacia las fronteras de su imperio en Japón, Corea, Tíbet, Nepal, Indochina e Indonesia para explotar a los espíritus de otras naciones. Por supuesto, en los Territorios Conquistados se han producido varias rebeliones de diverso grado muy a menudo, pero el Imperio de Jade ha conseguido sofocarlas todas con éxito, y las flotas de los Segadores Imperiales continúan realizando viajes a esos Territorios para segar su cosecha de almas.
Pero ahora otra fuerza se enfrenta a las flotas de Jade. Son los Renegados Flotantes de Tsushima, una tripulación de hombres y mujeres cuyos destinos se cruzaron en el Estrecho de Tsushima, el lugar donde se libró la batalla marítima decisiva de la guerra ruso-japonesa de comienzos del siglo XX. Su buque insignia es el “Príncipe Alexsei”, un barco de guerra ruso hundido, un cuartel general y santuario para las almas que recogen y protegen de las guadañas de los Segadores. Una colección de wraiths de todas las épocas y lugares, los Renegados Flotantes de Tsushima vigilan los derroteros marinos de la Tempestad en su navío –en parte marineros, en parte piratas completamente dedicados a liberar los Territorios Conquistados de las legiones del Emperador de Jade.
EL PRÍNCIPE ALEXSEI
El Príncipe Alexsei es la base de operaciones de los Renegados Flotantes de Tsushima. Construido en Filadelfia en 1902, mide más de 120 m de largo y 22,5 m de ancho, el mayor barco de guerra de la Segunda Flota del Báltico que se dirigió hacia oriente. Su encarnación física yace irrecuperable en el fondo del Estrecho de Tsushima, que separa la península de Corea de la cadena de islas del archipiélago de Japón.
A lo largo del tiempo unos pocos buceadores emprendedores se han aventurado bajo las olas para explorar el naufragio y recoger todas las curiosidades que han podido: un diario de a bordo aquí, un sillón allá, incluso un servicio de té de plata de la sala de oficiales. Estos escasos hallazgos acompañan a un modelo del Príncipe Alexsei a escala que se exhibe en una habitación olvidada del Museo de Guerra Imperial de Londres, pero que sólo cuentan una parte de la trágica historia del barco. Quienes se han sumergido para contemplar el naufragio han contemplado un coloso formado por amasijos de metal y no pueden dejar de maravillarse ante la visión de los restos arruinados que constituyeron la última esperanza del futuro del Imperio Ruso. Cañones, balas de cañón, y más de 50 torretas defensivas adornan el puente del Príncipe Alexsei. Cuatro chimeneas inexplicablemente pintadas de amarillo brillante y coronadas por una ancha banda negra se encuentran envueltas en sucesivas bandas de algas y coral. Bancos de peces habitan en las bocas de los cuatro tubos de torpedos del Príncipe Alexsei y su gran quilla yace salvajemente desgarrada por las dos grandes brechas que lo arrastraron al fondo marino, junto con cualquier esperanza de la victoria de Rusia en la guerra.
En las Tierras de las Sombras el Príncipe Alexsei sobrevive como un barco reliquia. Todavía lleva las cicatrices de su primera y última batalla en el estrecho de Tsushima, pero el esforzado trabajo de su tripulación rusa lo ha activado de nuevo, y la visión del inmenso casco del Príncipe Alexsei y sus cuatro inconfundibles chimeneas surcando el mar del Mundo Subterráneo ha hecho huir a muchos barcos de los Segadores Imperiales.
El puente se encuentra centrado en la antecubierta, donde el Capitán Marius Khiznekov guía a los Renegados en sus viajes a través de la Tempestad mientras buscan barcos enemigos. Directamente detrás del puente se encuentra la sala de oficiales, el centro neurálgico de los Renegados. Khiznekov celebra consejo aquí, con un pequeño núcleo de wraiths de confianza como sus oficiales. Todos ellos definen el estrecho de Tsushima como el lugar de su juicio y tras la muerte sus Pasiones los llevaron al Príncipe Alexsei.
Desplegados alrededor de la cubierta el arsenal de cañones del Príncipe Alexsei ha enviado a más de un estúpido navío de los Segadores a las profundidades abismales de la Tempestad. En lo alto del palo mayor ondea la “Bandera Zed”, una tela cuadrada formada por cuatro triángulos convergentes de rojo, azul, amarillo y negro –el símbolo adoptado por los Renegados Flotantes de Tsushima. Los barcos salvavidas están conectados, tres a cada lado y se utilizan como embarcaciones de abordaje cuando los Renegados realizan incursiones en los Territorios Conquistados.
Por debajo de la cubierta se encuentran los camarotes y habitáculos de más de 200 personas, llenos de almas rescatadas y de Renegados. Quienes disponen de pericia mecánica trabajan en la sala de máquinas o manejan los cañones y torpedos, mientras que aquéllos con afinidad natural para rastrear y combatir se reúnen en los cuarteles generales para recibir misiones, que son elaboradas por un grupo unido de estrategas bajo el mando del oficial de operaciones, el Teniente Comodoro Matsuhiro Sati.
La sala de máquinas es la fábrica del Príncipe Alexsei donde el ingeniero jefe Grigori Radenska maneja la maquinaria sólida de las Tierras de las Sombras, construyendo, manipulando y reparando cualquier cosa necesaria en su taller. Él y un pequeño grupo de Renegados del Príncipe Alexsei mantienen las turbinas del barco alimentadas de Pathos, mientras transforman la materia prima del Imperio de Jade en las armas de la rebelión. Un enorme par de agujeros en la sala de máquinas marcan el punto de impacto fatal de los torpedos japoneses; han sido dolorosamente recubiertos con los espíritus Moliados de los primeros tripulantes de los Segadores Imperiales que tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino de los Renegados. Radenska considera que se trata de un final justo para los miembros de las legiones del Imperio de Jade. Sus compañeros Renegados no están en desacuerdo.
Los barcos son seres vivos, cada marinero lo sabe. Tienen nombres –familiares, humanos, que son utilizados para referirse a ellos. Son mantenidos con gran cuidado y esfuerzo, reparados y manejados, y genuinamente amados por quienes viven en y de ellos. En el calor de la batalla o en el ojo de la tormenta, pueden hacer las cosas más improbables, casi como si el barco no estuviera dispuesto a morir. Cada barco tiene un alma y el Príncipe Alexsei no es diferente, y ese hecho en ningún otro lugar es más real que en las Tierras de las Sombras. La propia Tempestad es un obstáculo aterrador y los wraiths con buen sentido del oído pueden escuchar los innumerables gritos de las almas sumergidas en los oscuros remolinos del Olvido, una cacofonía horrenda que rodea al Príncipe Alexsei, como un gran receptor de radio sepulcral. Mientras sus motores fantasmales atraviesan sin esfuerzo las aguas de la Tempestad, el Príncipe Alexsei late con la energía de su ser. Emite un bajo gemido, en el límite más extremo del sonido, que muchos wraiths confunden con el sonido de los motores cuando suben por primera vez. Los rusos saben la verdad –El Príncipe Alexsei está llorando.
HISTORIA
“Había una vez un barco…”
-Samuel Taylor Coleridge, “La rima del viejo marinero.”
El 8 de febrero de 1904, una flota de barcos de guerra japoneses bajo el mando del Almirante Heihachiro Togo atravesó el Mar Amarillo y atacó a la Flota Rusa del Pacífico fondeada en Port Arthur, en la península china de Liaotung. Para sorpresa de los países occidentales, los japoneses hundieron varios de los barcos de guerra rusos y dañaron otros hasta el punto de que no les quedó otra opción que ser puestos en barrena. Este ataque marcó el comienzo de la Guerra Ruso-Japonesa, que terminó al año siguiente con la victoria japonesa en las turbulentas aguas del Estrecho de Tsushima. El Príncipe Alexsei fue uno de los cinco barcos de guerra que fueron hundidos en la batalla final, y muchos de los eruditos más supersticiosos de la historia naval creen que el Príncipe Alexsei era, desde el principio, un barco maldito. Bautizado con el nombre del hijo hemofílico del zar Nicolás II y tripulado por un grupo de marineros inexpertos y mal preparados, muchos de los cuales participaban en su primera batalla naval en Tsushima, el barco fue la víctima de estos y otros muchos factores.
Durante su botadura en 1902, el Príncipe Alexsei fue considerado uno de los barcos de guerra más temibles jamás creados hasta el momento. Además de su inmenso arsenal, el Alexsei fue probado en varios trayectos por el Océano Atlántico y podía alcanzar la gran velocidad de 24 nudos náuticos, cuando la mayoría de los mejores barcos de guerra de la época sólo podían alcanzar unos 18 de media. Alfred Trayer Mahan, el gran estratega náutico estadounidense, después de navegar en el Príncipe Alexsei declaró: “Si el Todopoderoso quisiera capitanear un barco, no encontraría nada mejor que tomar el timón del Príncipe Alexsei.” En los círculos de los constructores de barcos de Filadelfia se decía que sus diseñadores habían creado una embarcación prácticamente indestructible.
Por supuesto, la gente también diría muchas cosas similares durante la inauguración del Titanic apenas diez años después, y aunque el Príncipe Alexsei podía haber tenido éxito en su botadura, cuando se dirigió a romper el asedio de Port Arthur, ya no era el orgulloso barco que había salido de los astilleros de Filadelfia dos años antes. Varios de los constructores de barcos con amigos en la corte del zar Nicolás II consiguieron contratos para realizar modificaciones extensas en varios navíos de la flota del zar para hacerlos “más dignos”, el Príncipe Alexsei entre ellos. Cambios de diseño superfluos y camarotes “mejorados” para los oficiales fueron añadidos a la estructura original de tal forma que el peso añadido hizo al barco incapaz de superar los 20 nudos y sólo cuando funcionaba a pleno rendimiento.
El Príncipe Alexsei estuvo fondeado en los astilleros navales rusos durante un año y medio mientras su casco era violado por estas modificaciones, y durante las cuales murieron tres trabajadores en varios accidentes. Cuando los contratistas terminaron con el barco y llegó el momento de confiarlo a un hombre, los mejores marineros hacía tiempo que habían sido destinados al Lejano Oriente. Después del ataque contra Port Arthur la mayoría de esos hombres habían muerto, dejando al mayor barco de guerra de la flota ruta abandonado en dique seco. Sin ningún veterano experimentado, el jefe de la Segunda Flota del Báltico, el Almirante Zinovy Rozhdestvensky se vio obligado a recurrir a marineros mercantes y a las filas de los reservistas para reclutar una tripulación capaz, si no digna, para tripular el Príncipe Alexsei.
El capitán elegido fue Marius Khiznekov, un marinero mercante de mediana edad cuya experiencia previa había sido dirigir un arrastrero en el Mar del Norte. Su tripulación era un mosaico de pescadores, viejos reservistas navales, trabajadores de los astilleros y campesinos reclutados en las granjas cercanas. La mitad de ellos nunca habían viajado por el mar y aquéllos que tenían algún tipo de experiencia previa habían navegado hacía tanto tiempo que la avanzada tecnología del Príncipe Alexsei era algo completamente extraño para ellos. Incapaz de demorar la fecha prevista de salida de la flota, el Almirante ordenó un entrenamiento apresurado y chapucero de la tripulación, y cuando levaron anclas, sabían poco más que cuando habían sido reclutados. El veterano oficial del cañonero Suvarof, otro de los barcos de la flota dijo sobre la tripulación del Príncipe Alexsei: “Algunos de ellos no saben nada y el resto sólo pueden recordar que son inútiles.”
A pesar de las numerosas desventajas, el capitán Khiznekov estaba decidido a preparar a su tripulación y su barco para la batalla durante el largo viaje al Lejano Oriente. La ruta de la Segunda Flota del Báltico atravesaría el Canal de La Mancha, rodearía Francia y España, recorrería la costa africana hasta Madagascar, atravesaría el Océano Índico hasta Singapur e Indochina y navegarían por el Mar de China hasta llegar a Port Arthur, donde esperaban romper el asedio de la Primera División de Batalla de la flota japonesa.
El viaje duró ocho meses tortuosos, durante los cuales la tripulación mal preparada se encontró con varios obstáculos. Apenas habían salido del Mar del Norte, la flota se encontró con un pequeño grupo de arrastreros ingleses en la noche del 21 de octubre de 1904. Creyendo que eran barcos de guerra ingleses el Almirante Rozhdestvensky ordenó abrir fuego contra las pequeñas embarcaciones. El incidente atrajo la atención de varios barcos de guerra de verdad, que rápidamente acudieron para defender a los pescadores civiles. Cuando el humo se hubo despejado y la flota rusa se dio cuenta de su error, los disparos del Príncipe Alexsei ya habían hundido un barco de pesca, el Crane, y dañado gravemente otro. Negándose a detenerse y ayudar a los supervivientes, la Segunda Flota del Báltico reasumió su formación y navegó rápidamente a través del Canal de La Mancha hasta llegar al Océano Atlántico. El capitán Khiznekov estaba furioso por la actitud de la flota, pues sus esfuerzos por rectificar la situación y ayudar a los pescadores atacados lanzando un barco salvavidas habían sido neutralizados de inmediato por una contraorden del Almirante Rozhdestvensky. Khiznekov regresó al Príncipe Alexsei, habiendo perdido todo su respeto por el Almirante y sólo se sintió ligeramente aliviado cuando la indignación internacional por la actuación de la flota rusa hizo sudar a Rozhdestvensky ante un Comité de Investigación.
Después del incidente del Banco de Dogger, la actitud internacional hacia la “loca flota rusa” se enfrió considerablemente. La Segunda Flota del Báltico fue recibida con gélidas reacciones en prácticamente todos los puertos donde se detuvo a repostar. Los marineros, cuando descendían a tierra, eran recibidos con desconfianza. En lugar de permitir que sus hombres añadieran leña al fuego, Khiznekov mantuvo a su tripulación a bordo en cada puerto en el que se detenían, distrayéndolos con la instrucción en tácticas de batalla y ordenándoles que aprendieran el funcionamiento de cada botón y palanca del barco. Los demás barcos de la flota contemplaban a una banda de marineros novatos correteando arriba y abajo por el Príncipe Alexsei como si fuera un espectáculo circense, pero el capitán Khiznekov mantuvo el entrenamiento durante todo el trayecto por el Atlántico y el Índico, prometiéndose que la tripulación que se enfrentaría a los japoneses en batalla sería fluida en sus maniobras e implacable con sus enemigos.
No resulta una sorpresa que la mentalidad de Khiznekov no fuera compartida por otros capitanes de la flota, que consideraban que todo el viaje hasta Port Arthur era inútil. Con cada día pasado en el mar la moral de la flota con respecto a una victoria potencial se hundía cada vez más; muchos marineros expresaban abiertamente su disgusto con el zar y su “guerra inútil”. La victoria contra los japoneses y la gloria que conseguirían no resultaban atractivas para los capitanes rusos, y en secreto algunos preferían admitir la derrota, dar media vuelta y golpear a la monarquía. Nada disciplinados, los capitanes hablaban directamente entre ellos sobre la posibilidad de amotinarse y desertar. En la noche anterior a la batalla, Khiznekov y todos los capitanes de la flota rusa se reunieron en la sala de oficiales del Suvaroff para celebrar una última cena con el Almirante Rozhdestvensky. La atmósfera era adecuada para un funeral, y ninguno de los capitanes presentes pensaba en la victoria. Cada vez más furioso ante la evidente cobardía que le rodeaba, el capitán Khiznekov se levantó y realizó una apasionada defensa de su honor y el de s tripulación: “Quienes os sentáis en esta sala no sois soldados, sólo pensáis en rendiros y huir, y os burláis de aquéllos cuyo deber nos ha traído hasta aquí. Mañana os prometo que mi tripulación y yo lucharemos contra los japoneses, solos si es necesario. Sé que ya estamos solos en nuestra creencia en la victoria. Puede que los japoneses nos hagan pedazos. Pero os prometo una cosa: Hasta el último hombre de la tripulación del Alexsei sabremos como morir. No nos rendiremos.”
Disgustado, Khiznekov regresó a su barco con sus hombres y llamó a toda la tripulación a cubierta. Ordenó que la reserva de vodka de los oficiales fuera abierta y repartida entre todos, mientras se declaraban su lealtad mutua y a su capitán. Alabó su honor y su empeño y los animó a enfrentarse al día siguiente con una voluntad de hierro. “Es por nosotros que mañana lucharemos contra el enemigo.” Dijo. “Debemos ser fuertes y valientes y prepararnos para afrontar el deber. Pase lo que pase, no debemos pasar a la Historia como unos cobardes.” Al terminar, despidió a los hombres y ordenó apagar las luces.
Al día siguiente la Segunda Flota del Báltico se alineó en una formación de una sola fila y se encontró con la Primera División de Batalla de la Armada Imperial japonesa, dirigida por el Almirante Heihachiro Togo. Desde el puente del Príncipe Alexsei, el capitán Khiznekov podía ver la flota japonesa, con el Mikasa, el barco de guerra de Togo, al frente. En lo alto del palo mayor del Mikasa ondeaba una solitaria bandera de señales, con la letra Z. Hacía mucho tiempo que Togo había convertido ese símbolo en un código de llamada al coraje: EN ESTA BATALLA SE ENCUENTRA EL DESTINO DE NUESTRA NACIÓN. QUE CADA HOMBRE HAGA TODO LO QUE PUEDA.
Aproximadamente a las 13:30 las flotas enemigas chocaron, y desde el principio quedó claro que los barcos japoneses se encontraban en condiciones superiores a los rusos. A las 15:15 el barco de guerra ruso Oslyaba había sido hundido y la táctica de Togo de atravesar la línea de formación rusa para irla cortando y aislando a los barcos en pequeños grupos había conseguido un éxito espectacular. A las 19:00 la formación rusa había sido rota por completo y otra pasada de la flota de Togo consiguió aislar y hundir el barco del Almirante Rozhdestvensky. A las 19:30 Togo había aislado a los barcos de guerra Alejandro III y Borodino y también los hundió. En ese momento los japoneses se dirigieron a atacar al Príncipe Alexsei.
El Príncipe Alexsei no había soportado bien la batalla. Había sufrido daños en la mayoría de sus cañones pequeños y en la mitad de los grandes; para empeorar las cosas un torpedo del crucero japonés Azumi había dañado su motor principal. El torpedo no había estallado, pero había causado daños considerables en las hélices del barco y el Príncipe Alexsei sólo fue capaz de maniobrar a media velocidad durante el resto de la batalla.
Sin embargo, si los japoneses pensaban que el barco de guerra dañado iba a ser una presa fácil como los otros cuatro barcos hundidos, estaban muy equivocados. El capitán Khiznekov ordenó una descarga total contra los cuatro barcos que lo perseguían, saturándoles con todos los proyectiles que quedaban a bordo del Príncipe Alexsei. Hundió a uno de sus perseguidores y causó serios daños a otro, pero mientras el Príncipe Alexsei intentaba rodear al Mikasa, los motores dañados no consiguieron maniobrar lo bastante rápido y el peso de su quilla que intentaba desesperadamente reposicionarse se convirtió en un blanco fácil para los torpedos del Almirante Togo. Los dos proyectiles impactaron exactamente en el mismo punto, convergiendo en la sala de máquinas. La explosión casi hizo saltar al Príncipe Alexsei fuera del agua, volcándolo sobre un costado y enviándolo al fondo. Mientras lo contemplaba hundirse, el Almirante Togo, cuyo código personal de honor le había enseñado a respetar la valentía de un oponente, inclinó su cabeza y pronunció una breve oración por el pacífico descanso del Príncipe Alexsei y de su tripulación, los únicos guerreros de verdad en toda la flota rusa.
LOS CAÑONES DEL ALEXSEI
El combate naval en las Tierras de las Sombras es un reflejo pálido de su contrapartida en las Tierras de la Piel. Cuando un barco es dañado por el “fuego enemigo” en las guerras de los wraiths lo que normalmente es afectado es su estructura como reliquia. Si demasiado del tejido de memoria que manifiesta una reliquia es dañado, entonces la propia memoria se disuelve y la reliquia es destruida.
Así es la guerra naval en las Tierras de las Sombras y en la Tempestad. El objetivo último al enfrentarse al barco enemigo no es hundir su quilla en las aguas fantasmales; no existe agua en el Mundo Subterráneo y la Tempestad no engullirá un barco hasta que sea destruido. La esencia del combate consiste en dañar tanto el barco del oponente que ya no pueda manifestar la presencia de lo que fue, haciendo que se disuelva espectacularmente. Esta disolución puede tomar la forma de un hundimiento bajo las olas de la Tempestad, pero lo que realmente ocurre es que la idea del propio barco ha sido destruida.
Khiznekov y Togo han aprendido bien esta lección y utilizan su conocimiento con eficacia en las batallas en el inframundo. El método habitual de ataque del Príncipe Alexsei es concentrar el daño en los rasgos más destacados del barco enemigo, convirtiéndolo en una estructura “genérica” y disolviendo su existencia con más rapidez que una serie de disparos contra la línea de flotación.
Los cañones del Príncipe Alexsei utilizan munición reliquia que los Renegados han recuperado del fondo del mar en el estrecho de Tsushima. También suelen utilizar cualquier reliquia o artefacto a su disposición en momentos desesperados y los cañones nunca han dejado de disparar sin importar lo que se cargue en su interior.
Sistema: Los cañones del Príncipe Alexsei tienen una reserva básica daño de 6, 8 o 10 dados, dependiendo si son de calibre pequeño, medio o grande. Además, los cañones pequeños se encuentran instalados de tres en tres torretas giratorias, así que asumiendo que haya suficientes cañoneros, los tres tipos de cañones pueden disparar a la vez. Para usar los cañones el cañonero debe tirar Destreza + Armas de Fuego. Si el cañonero tiene la especialidad de Artillería la dificultad es 5, y si no, es 9. Los cañones pueden ser disparados en un turno, y el turno siguiente es necesario recargar. El barco medio de los Segadores Imperiales puede resistir hasta cien niveles de daño antes de desaparecer; es raro que un wraith sobreviva a un impacto directo.
La Batalla de Tsushima en wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Tsushima
Por Mark Cenzyk
Nivel de Morada: 4
Memoriam: 2
Gruñeron, se movieron y todos se levantaron,
No hablaron ni movieron sus ojos,
Resultaba extraño, hasta para ser un sueño,
Ver a aquellos hombres muertos levantarse.
El timonel se movió, el barco avanzó;
Sin que siquiera soplara el viento;
Todos los marineros subieron por las jarcias,
Donde no deberían haber estado;
Levantaron sus manos como herramientas sin vida
-Éramos una tripulación fantasmal.
-Samuel Taylor Coleridge, “La rima del viejo marinero.”
Históricamente, el Lejano Oriente ha sido un lugar lleno de misterio para los occidentales, su exotismo ha captado la imaginación y atraído la atención de aventureros desde Cristóbal Colón a Marco Polo. Los europeos han contemplado el enigma del Lejano Oriente como un cofre lleno de tesoros y riqueza listos para tomar. La apertura de China y Japón al imperialismo de Occidente en la segunda mitad del siglo XIX fue sólo el primer paso para atravesar las capas protectoras de la cultura y la sociedad oriental. Sin embargo, en las Tierras de las Sombras la situación es drásticamente diferente. El Reino Oscuro de Jade es un coloso envuelto en espesa niebla de misterio e ignorancia, y no resulta nada atractivo para los wraiths de Estigia. La única riqueza del Reino de Jade se mide en monedas de almas extranjeras, y el Emperador de Jade ha extendido sus garras hacia las fronteras de su imperio en Japón, Corea, Tíbet, Nepal, Indochina e Indonesia para explotar a los espíritus de otras naciones. Por supuesto, en los Territorios Conquistados se han producido varias rebeliones de diverso grado muy a menudo, pero el Imperio de Jade ha conseguido sofocarlas todas con éxito, y las flotas de los Segadores Imperiales continúan realizando viajes a esos Territorios para segar su cosecha de almas.
Pero ahora otra fuerza se enfrenta a las flotas de Jade. Son los Renegados Flotantes de Tsushima, una tripulación de hombres y mujeres cuyos destinos se cruzaron en el Estrecho de Tsushima, el lugar donde se libró la batalla marítima decisiva de la guerra ruso-japonesa de comienzos del siglo XX. Su buque insignia es el “Príncipe Alexsei”, un barco de guerra ruso hundido, un cuartel general y santuario para las almas que recogen y protegen de las guadañas de los Segadores. Una colección de wraiths de todas las épocas y lugares, los Renegados Flotantes de Tsushima vigilan los derroteros marinos de la Tempestad en su navío –en parte marineros, en parte piratas completamente dedicados a liberar los Territorios Conquistados de las legiones del Emperador de Jade.
EL PRÍNCIPE ALEXSEI
El Príncipe Alexsei es la base de operaciones de los Renegados Flotantes de Tsushima. Construido en Filadelfia en 1902, mide más de 120 m de largo y 22,5 m de ancho, el mayor barco de guerra de la Segunda Flota del Báltico que se dirigió hacia oriente. Su encarnación física yace irrecuperable en el fondo del Estrecho de Tsushima, que separa la península de Corea de la cadena de islas del archipiélago de Japón.
A lo largo del tiempo unos pocos buceadores emprendedores se han aventurado bajo las olas para explorar el naufragio y recoger todas las curiosidades que han podido: un diario de a bordo aquí, un sillón allá, incluso un servicio de té de plata de la sala de oficiales. Estos escasos hallazgos acompañan a un modelo del Príncipe Alexsei a escala que se exhibe en una habitación olvidada del Museo de Guerra Imperial de Londres, pero que sólo cuentan una parte de la trágica historia del barco. Quienes se han sumergido para contemplar el naufragio han contemplado un coloso formado por amasijos de metal y no pueden dejar de maravillarse ante la visión de los restos arruinados que constituyeron la última esperanza del futuro del Imperio Ruso. Cañones, balas de cañón, y más de 50 torretas defensivas adornan el puente del Príncipe Alexsei. Cuatro chimeneas inexplicablemente pintadas de amarillo brillante y coronadas por una ancha banda negra se encuentran envueltas en sucesivas bandas de algas y coral. Bancos de peces habitan en las bocas de los cuatro tubos de torpedos del Príncipe Alexsei y su gran quilla yace salvajemente desgarrada por las dos grandes brechas que lo arrastraron al fondo marino, junto con cualquier esperanza de la victoria de Rusia en la guerra.
En las Tierras de las Sombras el Príncipe Alexsei sobrevive como un barco reliquia. Todavía lleva las cicatrices de su primera y última batalla en el estrecho de Tsushima, pero el esforzado trabajo de su tripulación rusa lo ha activado de nuevo, y la visión del inmenso casco del Príncipe Alexsei y sus cuatro inconfundibles chimeneas surcando el mar del Mundo Subterráneo ha hecho huir a muchos barcos de los Segadores Imperiales.
El puente se encuentra centrado en la antecubierta, donde el Capitán Marius Khiznekov guía a los Renegados en sus viajes a través de la Tempestad mientras buscan barcos enemigos. Directamente detrás del puente se encuentra la sala de oficiales, el centro neurálgico de los Renegados. Khiznekov celebra consejo aquí, con un pequeño núcleo de wraiths de confianza como sus oficiales. Todos ellos definen el estrecho de Tsushima como el lugar de su juicio y tras la muerte sus Pasiones los llevaron al Príncipe Alexsei.
Desplegados alrededor de la cubierta el arsenal de cañones del Príncipe Alexsei ha enviado a más de un estúpido navío de los Segadores a las profundidades abismales de la Tempestad. En lo alto del palo mayor ondea la “Bandera Zed”, una tela cuadrada formada por cuatro triángulos convergentes de rojo, azul, amarillo y negro –el símbolo adoptado por los Renegados Flotantes de Tsushima. Los barcos salvavidas están conectados, tres a cada lado y se utilizan como embarcaciones de abordaje cuando los Renegados realizan incursiones en los Territorios Conquistados.
Por debajo de la cubierta se encuentran los camarotes y habitáculos de más de 200 personas, llenos de almas rescatadas y de Renegados. Quienes disponen de pericia mecánica trabajan en la sala de máquinas o manejan los cañones y torpedos, mientras que aquéllos con afinidad natural para rastrear y combatir se reúnen en los cuarteles generales para recibir misiones, que son elaboradas por un grupo unido de estrategas bajo el mando del oficial de operaciones, el Teniente Comodoro Matsuhiro Sati.
La sala de máquinas es la fábrica del Príncipe Alexsei donde el ingeniero jefe Grigori Radenska maneja la maquinaria sólida de las Tierras de las Sombras, construyendo, manipulando y reparando cualquier cosa necesaria en su taller. Él y un pequeño grupo de Renegados del Príncipe Alexsei mantienen las turbinas del barco alimentadas de Pathos, mientras transforman la materia prima del Imperio de Jade en las armas de la rebelión. Un enorme par de agujeros en la sala de máquinas marcan el punto de impacto fatal de los torpedos japoneses; han sido dolorosamente recubiertos con los espíritus Moliados de los primeros tripulantes de los Segadores Imperiales que tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino de los Renegados. Radenska considera que se trata de un final justo para los miembros de las legiones del Imperio de Jade. Sus compañeros Renegados no están en desacuerdo.
Los barcos son seres vivos, cada marinero lo sabe. Tienen nombres –familiares, humanos, que son utilizados para referirse a ellos. Son mantenidos con gran cuidado y esfuerzo, reparados y manejados, y genuinamente amados por quienes viven en y de ellos. En el calor de la batalla o en el ojo de la tormenta, pueden hacer las cosas más improbables, casi como si el barco no estuviera dispuesto a morir. Cada barco tiene un alma y el Príncipe Alexsei no es diferente, y ese hecho en ningún otro lugar es más real que en las Tierras de las Sombras. La propia Tempestad es un obstáculo aterrador y los wraiths con buen sentido del oído pueden escuchar los innumerables gritos de las almas sumergidas en los oscuros remolinos del Olvido, una cacofonía horrenda que rodea al Príncipe Alexsei, como un gran receptor de radio sepulcral. Mientras sus motores fantasmales atraviesan sin esfuerzo las aguas de la Tempestad, el Príncipe Alexsei late con la energía de su ser. Emite un bajo gemido, en el límite más extremo del sonido, que muchos wraiths confunden con el sonido de los motores cuando suben por primera vez. Los rusos saben la verdad –El Príncipe Alexsei está llorando.
HISTORIA
“Había una vez un barco…”
-Samuel Taylor Coleridge, “La rima del viejo marinero.”
El 8 de febrero de 1904, una flota de barcos de guerra japoneses bajo el mando del Almirante Heihachiro Togo atravesó el Mar Amarillo y atacó a la Flota Rusa del Pacífico fondeada en Port Arthur, en la península china de Liaotung. Para sorpresa de los países occidentales, los japoneses hundieron varios de los barcos de guerra rusos y dañaron otros hasta el punto de que no les quedó otra opción que ser puestos en barrena. Este ataque marcó el comienzo de la Guerra Ruso-Japonesa, que terminó al año siguiente con la victoria japonesa en las turbulentas aguas del Estrecho de Tsushima. El Príncipe Alexsei fue uno de los cinco barcos de guerra que fueron hundidos en la batalla final, y muchos de los eruditos más supersticiosos de la historia naval creen que el Príncipe Alexsei era, desde el principio, un barco maldito. Bautizado con el nombre del hijo hemofílico del zar Nicolás II y tripulado por un grupo de marineros inexpertos y mal preparados, muchos de los cuales participaban en su primera batalla naval en Tsushima, el barco fue la víctima de estos y otros muchos factores.
Durante su botadura en 1902, el Príncipe Alexsei fue considerado uno de los barcos de guerra más temibles jamás creados hasta el momento. Además de su inmenso arsenal, el Alexsei fue probado en varios trayectos por el Océano Atlántico y podía alcanzar la gran velocidad de 24 nudos náuticos, cuando la mayoría de los mejores barcos de guerra de la época sólo podían alcanzar unos 18 de media. Alfred Trayer Mahan, el gran estratega náutico estadounidense, después de navegar en el Príncipe Alexsei declaró: “Si el Todopoderoso quisiera capitanear un barco, no encontraría nada mejor que tomar el timón del Príncipe Alexsei.” En los círculos de los constructores de barcos de Filadelfia se decía que sus diseñadores habían creado una embarcación prácticamente indestructible.
Por supuesto, la gente también diría muchas cosas similares durante la inauguración del Titanic apenas diez años después, y aunque el Príncipe Alexsei podía haber tenido éxito en su botadura, cuando se dirigió a romper el asedio de Port Arthur, ya no era el orgulloso barco que había salido de los astilleros de Filadelfia dos años antes. Varios de los constructores de barcos con amigos en la corte del zar Nicolás II consiguieron contratos para realizar modificaciones extensas en varios navíos de la flota del zar para hacerlos “más dignos”, el Príncipe Alexsei entre ellos. Cambios de diseño superfluos y camarotes “mejorados” para los oficiales fueron añadidos a la estructura original de tal forma que el peso añadido hizo al barco incapaz de superar los 20 nudos y sólo cuando funcionaba a pleno rendimiento.
El Príncipe Alexsei estuvo fondeado en los astilleros navales rusos durante un año y medio mientras su casco era violado por estas modificaciones, y durante las cuales murieron tres trabajadores en varios accidentes. Cuando los contratistas terminaron con el barco y llegó el momento de confiarlo a un hombre, los mejores marineros hacía tiempo que habían sido destinados al Lejano Oriente. Después del ataque contra Port Arthur la mayoría de esos hombres habían muerto, dejando al mayor barco de guerra de la flota ruta abandonado en dique seco. Sin ningún veterano experimentado, el jefe de la Segunda Flota del Báltico, el Almirante Zinovy Rozhdestvensky se vio obligado a recurrir a marineros mercantes y a las filas de los reservistas para reclutar una tripulación capaz, si no digna, para tripular el Príncipe Alexsei.
El capitán elegido fue Marius Khiznekov, un marinero mercante de mediana edad cuya experiencia previa había sido dirigir un arrastrero en el Mar del Norte. Su tripulación era un mosaico de pescadores, viejos reservistas navales, trabajadores de los astilleros y campesinos reclutados en las granjas cercanas. La mitad de ellos nunca habían viajado por el mar y aquéllos que tenían algún tipo de experiencia previa habían navegado hacía tanto tiempo que la avanzada tecnología del Príncipe Alexsei era algo completamente extraño para ellos. Incapaz de demorar la fecha prevista de salida de la flota, el Almirante ordenó un entrenamiento apresurado y chapucero de la tripulación, y cuando levaron anclas, sabían poco más que cuando habían sido reclutados. El veterano oficial del cañonero Suvarof, otro de los barcos de la flota dijo sobre la tripulación del Príncipe Alexsei: “Algunos de ellos no saben nada y el resto sólo pueden recordar que son inútiles.”
A pesar de las numerosas desventajas, el capitán Khiznekov estaba decidido a preparar a su tripulación y su barco para la batalla durante el largo viaje al Lejano Oriente. La ruta de la Segunda Flota del Báltico atravesaría el Canal de La Mancha, rodearía Francia y España, recorrería la costa africana hasta Madagascar, atravesaría el Océano Índico hasta Singapur e Indochina y navegarían por el Mar de China hasta llegar a Port Arthur, donde esperaban romper el asedio de la Primera División de Batalla de la flota japonesa.
El viaje duró ocho meses tortuosos, durante los cuales la tripulación mal preparada se encontró con varios obstáculos. Apenas habían salido del Mar del Norte, la flota se encontró con un pequeño grupo de arrastreros ingleses en la noche del 21 de octubre de 1904. Creyendo que eran barcos de guerra ingleses el Almirante Rozhdestvensky ordenó abrir fuego contra las pequeñas embarcaciones. El incidente atrajo la atención de varios barcos de guerra de verdad, que rápidamente acudieron para defender a los pescadores civiles. Cuando el humo se hubo despejado y la flota rusa se dio cuenta de su error, los disparos del Príncipe Alexsei ya habían hundido un barco de pesca, el Crane, y dañado gravemente otro. Negándose a detenerse y ayudar a los supervivientes, la Segunda Flota del Báltico reasumió su formación y navegó rápidamente a través del Canal de La Mancha hasta llegar al Océano Atlántico. El capitán Khiznekov estaba furioso por la actitud de la flota, pues sus esfuerzos por rectificar la situación y ayudar a los pescadores atacados lanzando un barco salvavidas habían sido neutralizados de inmediato por una contraorden del Almirante Rozhdestvensky. Khiznekov regresó al Príncipe Alexsei, habiendo perdido todo su respeto por el Almirante y sólo se sintió ligeramente aliviado cuando la indignación internacional por la actuación de la flota rusa hizo sudar a Rozhdestvensky ante un Comité de Investigación.
Después del incidente del Banco de Dogger, la actitud internacional hacia la “loca flota rusa” se enfrió considerablemente. La Segunda Flota del Báltico fue recibida con gélidas reacciones en prácticamente todos los puertos donde se detuvo a repostar. Los marineros, cuando descendían a tierra, eran recibidos con desconfianza. En lugar de permitir que sus hombres añadieran leña al fuego, Khiznekov mantuvo a su tripulación a bordo en cada puerto en el que se detenían, distrayéndolos con la instrucción en tácticas de batalla y ordenándoles que aprendieran el funcionamiento de cada botón y palanca del barco. Los demás barcos de la flota contemplaban a una banda de marineros novatos correteando arriba y abajo por el Príncipe Alexsei como si fuera un espectáculo circense, pero el capitán Khiznekov mantuvo el entrenamiento durante todo el trayecto por el Atlántico y el Índico, prometiéndose que la tripulación que se enfrentaría a los japoneses en batalla sería fluida en sus maniobras e implacable con sus enemigos.
No resulta una sorpresa que la mentalidad de Khiznekov no fuera compartida por otros capitanes de la flota, que consideraban que todo el viaje hasta Port Arthur era inútil. Con cada día pasado en el mar la moral de la flota con respecto a una victoria potencial se hundía cada vez más; muchos marineros expresaban abiertamente su disgusto con el zar y su “guerra inútil”. La victoria contra los japoneses y la gloria que conseguirían no resultaban atractivas para los capitanes rusos, y en secreto algunos preferían admitir la derrota, dar media vuelta y golpear a la monarquía. Nada disciplinados, los capitanes hablaban directamente entre ellos sobre la posibilidad de amotinarse y desertar. En la noche anterior a la batalla, Khiznekov y todos los capitanes de la flota rusa se reunieron en la sala de oficiales del Suvaroff para celebrar una última cena con el Almirante Rozhdestvensky. La atmósfera era adecuada para un funeral, y ninguno de los capitanes presentes pensaba en la victoria. Cada vez más furioso ante la evidente cobardía que le rodeaba, el capitán Khiznekov se levantó y realizó una apasionada defensa de su honor y el de s tripulación: “Quienes os sentáis en esta sala no sois soldados, sólo pensáis en rendiros y huir, y os burláis de aquéllos cuyo deber nos ha traído hasta aquí. Mañana os prometo que mi tripulación y yo lucharemos contra los japoneses, solos si es necesario. Sé que ya estamos solos en nuestra creencia en la victoria. Puede que los japoneses nos hagan pedazos. Pero os prometo una cosa: Hasta el último hombre de la tripulación del Alexsei sabremos como morir. No nos rendiremos.”
Disgustado, Khiznekov regresó a su barco con sus hombres y llamó a toda la tripulación a cubierta. Ordenó que la reserva de vodka de los oficiales fuera abierta y repartida entre todos, mientras se declaraban su lealtad mutua y a su capitán. Alabó su honor y su empeño y los animó a enfrentarse al día siguiente con una voluntad de hierro. “Es por nosotros que mañana lucharemos contra el enemigo.” Dijo. “Debemos ser fuertes y valientes y prepararnos para afrontar el deber. Pase lo que pase, no debemos pasar a la Historia como unos cobardes.” Al terminar, despidió a los hombres y ordenó apagar las luces.
Al día siguiente la Segunda Flota del Báltico se alineó en una formación de una sola fila y se encontró con la Primera División de Batalla de la Armada Imperial japonesa, dirigida por el Almirante Heihachiro Togo. Desde el puente del Príncipe Alexsei, el capitán Khiznekov podía ver la flota japonesa, con el Mikasa, el barco de guerra de Togo, al frente. En lo alto del palo mayor del Mikasa ondeaba una solitaria bandera de señales, con la letra Z. Hacía mucho tiempo que Togo había convertido ese símbolo en un código de llamada al coraje: EN ESTA BATALLA SE ENCUENTRA EL DESTINO DE NUESTRA NACIÓN. QUE CADA HOMBRE HAGA TODO LO QUE PUEDA.
Aproximadamente a las 13:30 las flotas enemigas chocaron, y desde el principio quedó claro que los barcos japoneses se encontraban en condiciones superiores a los rusos. A las 15:15 el barco de guerra ruso Oslyaba había sido hundido y la táctica de Togo de atravesar la línea de formación rusa para irla cortando y aislando a los barcos en pequeños grupos había conseguido un éxito espectacular. A las 19:00 la formación rusa había sido rota por completo y otra pasada de la flota de Togo consiguió aislar y hundir el barco del Almirante Rozhdestvensky. A las 19:30 Togo había aislado a los barcos de guerra Alejandro III y Borodino y también los hundió. En ese momento los japoneses se dirigieron a atacar al Príncipe Alexsei.
El Príncipe Alexsei no había soportado bien la batalla. Había sufrido daños en la mayoría de sus cañones pequeños y en la mitad de los grandes; para empeorar las cosas un torpedo del crucero japonés Azumi había dañado su motor principal. El torpedo no había estallado, pero había causado daños considerables en las hélices del barco y el Príncipe Alexsei sólo fue capaz de maniobrar a media velocidad durante el resto de la batalla.
Sin embargo, si los japoneses pensaban que el barco de guerra dañado iba a ser una presa fácil como los otros cuatro barcos hundidos, estaban muy equivocados. El capitán Khiznekov ordenó una descarga total contra los cuatro barcos que lo perseguían, saturándoles con todos los proyectiles que quedaban a bordo del Príncipe Alexsei. Hundió a uno de sus perseguidores y causó serios daños a otro, pero mientras el Príncipe Alexsei intentaba rodear al Mikasa, los motores dañados no consiguieron maniobrar lo bastante rápido y el peso de su quilla que intentaba desesperadamente reposicionarse se convirtió en un blanco fácil para los torpedos del Almirante Togo. Los dos proyectiles impactaron exactamente en el mismo punto, convergiendo en la sala de máquinas. La explosión casi hizo saltar al Príncipe Alexsei fuera del agua, volcándolo sobre un costado y enviándolo al fondo. Mientras lo contemplaba hundirse, el Almirante Togo, cuyo código personal de honor le había enseñado a respetar la valentía de un oponente, inclinó su cabeza y pronunció una breve oración por el pacífico descanso del Príncipe Alexsei y de su tripulación, los únicos guerreros de verdad en toda la flota rusa.
LOS CAÑONES DEL ALEXSEI
El combate naval en las Tierras de las Sombras es un reflejo pálido de su contrapartida en las Tierras de la Piel. Cuando un barco es dañado por el “fuego enemigo” en las guerras de los wraiths lo que normalmente es afectado es su estructura como reliquia. Si demasiado del tejido de memoria que manifiesta una reliquia es dañado, entonces la propia memoria se disuelve y la reliquia es destruida.
Así es la guerra naval en las Tierras de las Sombras y en la Tempestad. El objetivo último al enfrentarse al barco enemigo no es hundir su quilla en las aguas fantasmales; no existe agua en el Mundo Subterráneo y la Tempestad no engullirá un barco hasta que sea destruido. La esencia del combate consiste en dañar tanto el barco del oponente que ya no pueda manifestar la presencia de lo que fue, haciendo que se disuelva espectacularmente. Esta disolución puede tomar la forma de un hundimiento bajo las olas de la Tempestad, pero lo que realmente ocurre es que la idea del propio barco ha sido destruida.
Khiznekov y Togo han aprendido bien esta lección y utilizan su conocimiento con eficacia en las batallas en el inframundo. El método habitual de ataque del Príncipe Alexsei es concentrar el daño en los rasgos más destacados del barco enemigo, convirtiéndolo en una estructura “genérica” y disolviendo su existencia con más rapidez que una serie de disparos contra la línea de flotación.
Los cañones del Príncipe Alexsei utilizan munición reliquia que los Renegados han recuperado del fondo del mar en el estrecho de Tsushima. También suelen utilizar cualquier reliquia o artefacto a su disposición en momentos desesperados y los cañones nunca han dejado de disparar sin importar lo que se cargue en su interior.
Sistema: Los cañones del Príncipe Alexsei tienen una reserva básica daño de 6, 8 o 10 dados, dependiendo si son de calibre pequeño, medio o grande. Además, los cañones pequeños se encuentran instalados de tres en tres torretas giratorias, así que asumiendo que haya suficientes cañoneros, los tres tipos de cañones pueden disparar a la vez. Para usar los cañones el cañonero debe tirar Destreza + Armas de Fuego. Si el cañonero tiene la especialidad de Artillería la dificultad es 5, y si no, es 9. Los cañones pueden ser disparados en un turno, y el turno siguiente es necesario recargar. El barco medio de los Segadores Imperiales puede resistir hasta cien niveles de daño antes de desaparecer; es raro que un wraith sobreviva a un impacto directo.
La Batalla de Tsushima en wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Tsushima