[Trama] Concordia (La gradería)

Moderador: Darkhuwin

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Nemo
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#21

Mensaje por Nemo » 03 Jun 2020, 18:00

William seguía en la sala VIP donde estuvo hablando con Yasmín; se había apoyado en el cristal y observaba a los invitados tomar asiento según el esquema de la Sacerdotisa de su Manada; buscó con la mirada a Olivia y la vio junto a Duffy, recorrió la fila de asientos para encontrar al resto de la Manada del "Martillo" y, cerca de estos, a Yasmín. Bibliotecarios, Viudas Negras, Les Orphelins, 25:17, Los Desgraciados. Faltaban pocas, entre ellas los Pastores y Los Ángeles Perdidos, casi nada.

Sí, eran, muchos pero a William sólo le interesaban en aquel momento los Bibliotecarios. Solo dos de ellos. Mal asunto. Eso le indicaba que tendría que improvisar mucho más de lo que iba a tener que hacer. Lo bueno es que estaba allí Christanius. Al Tremere se le escapó una maldición.

Después, se encogió de hombros y se dedicó a pensar en otra cosa mientras esperaba que diera comienzo el Ritual, el cual no podía empezar sin Carolina. Y William no pensaba bajar hasta que ella estuviera sentada, prefería no cruzárse con ella ya que no era muy bueno disimulando lo que pensaba de la gente.
Última edición por Nemo el 03 Jun 2020, 22:20, editado 1 vez en total.

William "Bill" Duffy (Corso)
Ductus de Las Cinco Puntas

Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#22

Mensaje por Corso » 03 Jun 2020, 20:57

Olivia y Bill.
Imagen
Mientras Olivia hablaba, Duffy observaba. No de una manera agresiva, pues lejos estaba de querer violentar a su acompañante ahora que por fin la había conocido, sino con interés ¿Qué si no? Suponía que la toreador era consciente de que si bien la mayor atracción estaría dispuesta esa noche sobre la arena, ella misma llevaba siendo el foco de atención de gran parte del sabbat de Montreal desde el mismo momento en que había superado su rito de creación.

Bill no tenía intención de incomodarla, así que, su trato, más que poner entre ambos la oficiosa y protocolaria barrera de tratar con un Ductus, fue mucho más cercano y distendido.

- ¿Esto? - le dijo, sujetando el sombrero entre ambas manos – Digamos que le tengo cariño. Un viejo recuerdo de una época...diferente – lo dejó junto al bastón antes de continuar – Aunque supongo que lo que se dice de uno suele ser cierto en más ocasiones de las que estamos dispuestos a reconocer.

Durante unos segundos, con la vista al frente, Duffy divagó en algún íntimo pensamiento. Incluso pareció que iba a añadir algo más a aquel comentario, pero finalmente giró la cabeza y la miró, cambiando de tema. No parecía estar refiriéndose a ella.

- Tampoco yo voy a negarte que la última vez que me encontré con tu Ductus pregunté abiertamente por ti – siguió con franqueza – aunque en aquel momento, quizá fruto de un algún malentendido, poder conocerte parecía algo casi inalcanzable. Celebro que esta noche tu sacerdotisa haya tenido a bien procurar este encuentro – sonrió, con sinceridad en los ojos.

Después miró con discreción en dirección a la llegada de Los Desgraciados y constató que Stéphanie L'Heureux seguía provocándole el mismo estremecimiento que la primera vez que se cruzaron. No es que Bill hubiese descubierto el arte de la vicisitud esa noche, pues había presenciado no pocas veces el poder de la alteración corporal de los tzmisce a manos, nunca mejor dicho, de Razvan, uno de los cofrades de su extinta Cofradía, pero quizá -o precisamente por ello- no dejaba de ser algo agradable de ver. Apartó la mirada con tranquilidad, dejando para él aquella pequeña turbación, sin prestarle mucha atención a la muñeca que arrastraba la Ductus; esperando que el aspecto de la aspirante a campeona que iban a presentar Los Desgraciados no hiciese mella en el ánimo de Ness. Miró de forma fugaz a sus hermanos encontrando cierta tranquilidad al ver a David a su lado. Aún quedaban por llegar los peces más gordos del acuario y esperaba que Ágathe y Andrea no se demorasen mucho más. Tras pensar en aquello brevemente siguió la mirada de Olivia.

- Veo que ya has conocido a Bellemare. No creo que su actuación vaya a durar demasiado – le hizo un gesto con la mirada dirigido a los asientos que ya estaban ocupados, que eran muchos; lo que quería decir que los Ángeles y los Pastores no tardarían en llegar, reclamando para sí todas las miradas y comentarios – Aunque reconozco que nuestro hermano es un poco...ruidoso – un eufemismo del que no iba a pasar en ese momento al referirse a aquel gilipollas – Así que, si no te gustan las multitudes estamos de suerte, porque el Dusctus de los Miserables alberga sí mismo el griterío de la Rue Saint Paul a primera hora de la noche – sonrió vagamente volviendo a cruzar sus mirada con la de la Toreador.

- Y aparte de que llevo sombrero ¿Qué más has oído de mi? - la pregunta fue directa, pero el tono de Duffy era amistoso e invitaba a una respuesta sincera – Creo que últimamente nuestras cofradías están en más de una boca.

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Qwe
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#23

Mensaje por Qwe » 05 Jun 2020, 17:22

David contempló la entrada de la cainita recién llegada con detenimiento, era la primera vez que la veía, aunque si sabía de su existencia. Su apariencia exageradamente modificada le impactó. Era evidente que había muchas cosas que se le escapaban de la ciudad, pero, todas y cada una de ellas le serían reveladas a su debido tiempo pensó. También no pudo evitar fijarse en la joven que maltrataba y arrastraba casi con una cadena invisible, un nuevo aspirante pensó.

- Creo que aquí tenemos otro contendiente - susurró en dirección a Ness - Este parece a penas un Rare más que un Boss – dijo utilizando la jerga de Ness con simpatía, intentando comprender que se sentía al pronunciarlo.

Mientras cruzaba por delante, David no pudo resistirse a mirar fijamente a su rostro, intentando vislumbrar algún tipo de emoción a la par que resistir la abominable sensación de repulsión que le producía semejante visión. No lo consiguió. Pero aún así, inclinó la cabeza a modo de saludo en su dirección.

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Darkhuwin
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#24

Mensaje por Darkhuwin » 06 Jun 2020, 01:58

Los Pastores de Caín y Las Reinas de la Misericordia Imagen Benezri…El segundo Obispo que entró en el Zarpas y Cuchillos aquella gélida madrugada, se tomó la molestia de recoger al mortal que yacía desmayado junto la puerta y después de reanimarlo, introducirlo en el local, evitando posiblemente que muriera de congelación.
Aquel oscuro personaje, de mirada profunda, con los brazos completamente decorados con circulares dibujos que imitaban brazaletes escritos en grafía arabesca, y cuya singular perilla aceitada, despuntaba bajo su barbilla, de un modo tal, que provocaba hilaridad en sus más acérrimos detractores en la ciudad, había acudido en aquella ocasión, en calidad de embajador.

Se decía, se comentaba, se rumoreaba, que el ritual que iban a presenciar sus más augustas personalidades de la ciudad de los milagros oscuros, traería concordia y paz a los cainitas que en ella habitaban. Y qué mejor escenario que aquel, para recibir al incuestionable defensor de la bandera de la concordia, el valedor de la palabra…el poeta de la noche.

Sin ser el líder de los Pastores de Caín, cuya responsabilidad recaía, sin embargo, en el Hermano Yitzhak, también sacerdote de la cofradía, Alfred Benezri representaba la cara política de la misma. Sus discursos y palabras, rivalizaban en firmeza y sabiduría con los de Valez y sin duda en agudeza y mordacidad con los de su más destacado rival, el ductus de 25:17. Y todo el mundo sabía, que de algún modo, esperaba su ocasión para asumir una responsabilidad, que desde hacía muchos años, pensaba que debía haber caído sobre sus hombros.

El Pastor venía acompañado de su ductus y de la aparentemente jovencísima Querubín, aquella niña vampiro, que a todos provocaba un sentimiento encontrado de ternura y horror, de tentación pecaminosa y culpa lasciva, pero a la que los más antiguos conocían como la guardaespaldas de los Mártires. Pese a su apariencia, la edad que realmente ostentaba, le impediría combatir en el ritual – por suerte para los otros participantes - y por aquel motivo, también había acudido la última incorporación a la manada, y chiquilla de Yitzhak, Sabrina.

El aspecto de aquel grupo de místicos, distaba mucho de lo que uno se hubiese pensado. Para la ocasión, habían elegido unos atuendos bastante elegantes, tratando de emular la apariencia de una familia acomodada del distrito de Westmount. Abuelo, padres e hija, siendo el anciano, un sacerdote practicante de alguna religión oriental.

Una vez dentro del local, los camareros se dieron cuenta de que Querubín no tenía asiento asignado, porque no se había anunciado su asistencia al ritual.

-Caballeros, por favor, no le den importancia a algo que no la tiene. - dijo el pastor con su profunda voz aterciopelada - La niña se sentará sobre mis rodillas y contemplará el espectáculo sin molestar, ¿Verdad Querubín, querida? –. A lo que ella contestó con una inocente inclinación de cabeza, con ojitos de cordero degollado.

Cuando ya estaban asomando por las escaleras que descendían a la arena, sin embargo, fueron interceptados por otra pareja que acababa de llegar también justo detrás de ellos:

-¡Excellence! Qué agradable coincidencia. Con las ganas que tenía yo de besar su anillo – El cainita conocido como Sebastien Goulet, que había venido acompañado de su hermano Alex Camille, se plantó delante del Obispo con ademanes exageradamente amanerados, intentando alcanzar su mano, lo que provocó una situación bastante cómica, cuando el primero, aferró con fuerza la de la niña que llevaba cogida y sonrió de forma forzada mientras intentaba indicarle con la mirada y varios pequeños cabeceos, que aquel no era el mejor momento. Era un secreto a voces, que pese a que Goulet era firme defensor de la causa de los Pastores y de su candidatura a la archidiócesis, el Pander de los Pastores, no disfrutaba de la compañía ni del favor de las Reinas de la Misericordia, debido a sus más tradicionales y conservadores principios morales, heredados de su época mortal.
Última edición por Darkhuwin el 06 Jun 2020, 23:52, editado 2 veces en total.
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#25

Mensaje por Darkhuwin » 06 Jun 2020, 20:32

Los Navegantes Imagen El bullicio ya era ensordecedor cuando hizo su aparición, bajando las escaleras al graderío, otro de los ductus. Un viejo pirata, uno de los grandes. Su barco, el Lisbon, ahora anclado en los muelles de la Isla, antaño surcó los mares del caribe sembrando el terror allá donde arribaba. Pero los tiempos modernos, lo habían hecho ir perdiendo actividad y sus tripulantes terminaron por sentar algo más la cabeza, sobre todo desde que su Capitán, decidiera retirarse para dedicarse a otras tareas. El alto brujah antitribu, llamado Miguel Santo Domingo, y apodado por los suyos, el Contramaestre, era ahora quien lideraba aquella manada establecida en la urbe, desde que su sire, De Soto, se unió a la Inquisición.

Para la ocasión, había acudido con una chaqueta color crema y una camisa marrón de cachemira, abierta, sin nada debajo, mostrando sus collares y amuletos y su torso tatuado y musculoso. Podía adivinarse su legado mortal de sangre mezclada, que le había dejado un cuerpo escultural y que, pese a haber perdido el característico color de la vida, rivalizaba con las formas y relieves perfectos de las esculturas clásicas. Pantalones de cuero blanco y botas del mismo color, con punta, protegían sus extremidades inferiores, dándole al conjunto, un toque informal muy a la moda de cualquier otra época. En su rostro, como siempre, sus gafas redondas y el pelo corto, peinado hacia atrás que le daban ese aspecto de contrabandista del narcotráfico americano.

Junto a él, una más de las maravillas de Montreal hacía su aparición en la velada. Tras desprenderse de una capa de pieles gigantesca, una mole de más de dos metros, de carne pétrea, cuernos curvados y enormes alas plegadas a su espalda, provocó la expresión de asombro de varios de los presentes, que nunca debían haber visto a Erinyi en persona. La Gárgola de los Navegantes, sin embargo, no parecía una de las terroríficas efigies medievales que relataban las leyendas de los brujos Camarilla de la vieja Europa, ni mucho menos. Al contrario que estas, no iba desnuda, sino que vestía una camiseta negra con el logo de WildChild impreso, la banda de Rock, de la que ella y su hermana Celeste eran integrantes y unos pantalones vaqueros, cortos y raídos, rematados con unas gafas de sol rosas desproporcionadamente grandes que le imprimían un carácter juvenil, distinto de lo que cualquiera hubiese imaginado de un ser de aquellas características.

Aquella noche, la joven cainita iba a combatir por su cofradía y lejos de aparentar nerviosismo, lucía exultante. Sin decir palabra, más que saludar con la cabeza a algunos de los presentes, Santo Domingo acompañó a su hermana a los asientos que les correspondían, mientras está, parecía buscar con la mirada a alguien entre la multitud.
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Koen
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#26

Mensaje por Koen » 08 Jun 2020, 10:26

Olivia y Bill.
Imagen —Mi ductus y mi sacerdote solo trataban de protegerme —dijo Olivia—, nos tomamos con recelo la atención que a veces despierto en nuestros hermanos.

La llegada de L'Heureux no pasó desapercibida. La toreador antitribu desabrochó los puños de su camisa blanca para arremangarse. El ajuste estilístico, no fue sino una escusa mal disimulada para no mirarla a ella y a su torturada creación.

—¿Aparte del sombrero? —bromeó Olivia, meditando su respuesta—, poco, la verdad. Que llevas en Montreal mucho tiempo y que eres muy territorial...

Olivia pareció recordar algo gracioso y añadió con media sonrisa:

—Alguien me dijo una vez que eras "inteligente y siniestro" —se rio, buscando la complicidad. Luego espantó el recuerdo con un ademán de mano—, si me contaron algo más, posiblemente lo haya olvidado. No soy muy... Cotilla. Me centro más en otros asuntos. En ayudar a la cofradía en lo que se nos da mejor. Ya sabes, buscar y encontrar cosas.

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Lothston
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#27

Mensaje por Lothston » 08 Jun 2020, 16:43

Coton había vuelto a la entrada justo cuando Los Navegantes hacían su entrada. Miró maravillada a Erinyi mientras tomaba nota mental de escuchar WildChild tan pronto como le fiera posible. La Gárgola caminaba sin sentir vergüenza de lo que era ni esconderse de los estúpidos humanos, ójala todos sus hermanos pensaran así, con esa resolución el mundo sería suyo en unas pocas noches.

No obstante, sus palabras fueron para el Ductus de los Navegantes.

Sed bienvenidos, hermanos, a nuestro refugio.— dijo solemne dándoles la bienvenida. — Debes saber, Santo Domingo, que no siento otra cosa que no sea un profundo respeto por vuestro sire. Respeto que, por supuesto, se hace extensivo a ti y a los tuyos. Si hay cualquier cosa que esté en mi mano, no dudéis en hacedmelo saber.

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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#28

Mensaje por PeteryPan » 08 Jun 2020, 19:03

La corrupción que flotaba en aquel lugar comenzaba a agradar a Andrea. La última vez que estuvo allí, hace años por razones que ahora no quería recordar, no pudo apreciar la essence del lugar, que rezumaba un misticismo violento, sobrio y crudo. Removió con desidia el vaso que le ofrecía el camarero al percatarse de que no había entendido el doble sentido de un Bloody Mary bien cargado. Esperó unos segundos para recoger también el pedido de Agathe y llevárselo hacia la entrada del verdadero espacio del local. Le pasó el vaso y chocó suavemente con el suyo en un sonriente brindis que implicaba un gesto de apoyo y ánimos. Se giró hacia el interior de aquellas mandíbulas vacías. Supongo que el plan inicial es buscar a nuestro amado Ductus y animar a nuestra querida luchadora dijo ronroneando, como si comenzara a resquebrajarse su máscara de desgana y se vislumbrase poco a poco el placer oculto que sentía por imaginarse rodeado de lo más exquisito de la noche montrealiense y sentir la atmósfera de dulce lasvicia. Si algo adoraba de la sangre de Caín es que el tiempo hacía que los pecados supuraran a través de la piel y se manifestaran como flores perfumadas en físicos, poses y gestos. El teatro de la carne, el espectáculo de lo sórdido, la delicia de lo corrupto. No comprendía la inercia que tantas almas sentían por el más allá o por el espíritu cuando lo sensible, lo sentido, lo percibido podía otorgar tales niveles de conocimiento, de placer, de iluminación. Ser un cainita era ser eternidad petrificada en una corrupción sacra.

Esperó a que Agathe estuviera lista para dar juntos los pasos necesarios para sumergirse en la noche de Montreal. La verdadera noche de Montreal. La más oscura de las noches. Una sonrisa le iluminó el rostro en su entrada, pasando con placer los ojos por aquel lugar que exhudaba violencia, sangre y lucha, buscando sin prisa a Bill. No pudo aguantarse comentarle a su compañera lo bien que quedarían algunas de sus creaciones dentro de aquel espacio tan vacío.

Pese a que su peso político y social en la escena nocturna no podía eclipsar la de otras figuras presentes, su aspecto y la perfección de su rostro hacía difícil no prestarle un mínimo de atención al entrar en un espacio como aquel hambriento de socialización y de rumores. Si a eso le sumábamos que la acompañaba una bruja en toda regla y que pertenecía a una Cofradía que poco o nada se dejaba ver por la escena nocturna, el cóctel se volvía irresistible. Además, casi todos habían cogido asiento o hueco y eso convertía aún más el lugar en un escenario.

En cuanto localizó a Bill se lo hizo a saber a Agathe por si ella no lo había encontrado para entonces y se dirigió hacia él, no sin antes disculparse educada y elegantemente con los camareros que, solícitos, querían mostrarles sus asientos asignados. Manteniendo una sonrisa suave y relajada los esquivó, prometiendo que se colocaría en el asiento adecuado en el momento necesario. Por dentro estaba alerta a cada una de las personalidades que allí se recreaban. En cuanto cogiera asiento se centraría en recoger toda la información posible. Ya había visto alguna que otro cainita digno de apreciar y, para su sorpresa, uno de estos acompañaba a Bill. Cuando estuvo a su lado colocó la mano en el pecho e hizo un ligero asentimiento de cabeza acompañado de un Bonsoir, mon chéri Ductus y de un Bonsoir, ma belle Olivia.
Última edición por PeteryPan el 10 Jun 2020, 18:30, editado 1 vez en total.
He muerto y resucitado. Soy Baco, soy un refinado Pan, soy Eros, mi rostro sin cuerpo se llama el Príapo erecto. Soy Dionysos: dador del éxtasis, el que abre los ojos; y he venido no a salvarte, sino a que ardas.

Imagen del perfil: Qissus (DevianArt).

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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#29

Mensaje por Darkhuwin » 08 Jun 2020, 23:43

Santo Domingo y Coton Imagen El bullicio se arremolinaba por momentos asemejándose a la atmósfera imperante en la grandes noches de boxeo, hockey o baloncesto americanas entre los mortales. Aquella modernidad de luces y sonidos abrumaba a algunos de los seres que sobrepasaban el siglo y seguían caminando entre los mortales y de entre ellos, uno de los que podía manejarse mejor en dichas lides era sin duda el contramaestre:

-Se agradece la cortesía hermana. - dijo con una voz potente y profunda de bajo. - Y tu muestra de respeto. Pero ya sabrás que no soy mucho de formalidades. - Miraba desde arriba, con las gafas puestas y una sonrisa amable y natural.

Tras un segundo de reflexión, se bajó algo las gafas circulares, mostrando sus particulares ojos de depredador y se acercó un poco a Cotonbouché para hablarle a un volumen que sólo ella escuchara: - Así entre nosotros, me ha gustado este detalle que habéis montado para reconducir los ánimos. Todas estas rivalidades y peleas que pretenden desestabilizar el poder de la Arzobispo me asquean. - Tras lo cual, se volvió a colocar las lentes con el dedo índice y recuperó la distancia.
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Re: [Trama] Concordia (La gradería)

#30

Mensaje por Theazlin » 09 Jun 2020, 16:25

Santo Domingo, Coton y Célèste Imagen Antes incluso de que Cotonbouché, algo sobrepasada por la cantidad de invitados que llegaban a la misma hora —la sacerdotisa de Los Relojeros tomó nota mental de que quizás, en futuras ocasiones, sería conveniente organizar la llegada de los invitados de forma más escalonada si el protocolo lo permitía—, contestase al enorme ductus de los Navegantes la figura animalesca de una mujer se dibujó a la espalda de Santo Domingo. Era Célèste, la gangrel antitribu de los Navegantes. Al parecer había regresado a tiempo de su último viaje a los bosques de Ontario y se presentaba, junto a su ductus, al ritual de Concordia.

Sobran los conspiradores que hacen nuestra existencia complicada por aspiraciones egoístas y falta gente como vosotros: capaz de mirar al frente y caminar —dijo Célèste mientras apoyaba su mano izquierda en el hombro de Santo Domingo y realizaba una breve inclinación de cabeza más propia de un animal que reconoce a otro de su misma especie. Su mano, ligeramente peluda, mostraba cicatrices por doquier; igual que su rostro, dominado por facciones afiladas que no escondían rasgos peculiares y de origen visceral— ¿Contra quién voy a tener que luchar? Lástima que no vaya a poder ser contra alguno de los vejestorios del lugar a los que no les vendría mal una cornada de advertencia.

Santo Domingo se giró y sonrió al escuchar a su hermana.

Querida, ya sabes que hoy será Erinyi la que baje a dar la cara por nosotros.

Eran muy distintos y a la vez muy similares. Ambos detestaban la política y los juegos de poder, truculentos y enrevesados, en los que nada es lo que parece y todo el mudo tiene varias caras. Pareció que iba a comentar algo pero entonces Célèste se giró mientras olisqueaba arrugando su nariz ligeramente torcida y algo puntiaguda. Su Ductus miró un instante a Cotonbouché; el primero aguardaba, al segunda estaba extrañada.

Ese olor...
Santo Domingo, Coton, Célèste, Zarnovich y Lágrimas Imagen
Aún pasaron unos segundos hasta que tanto Santo Domingo como Cotonbouché percibieran un cada vez más penetrante olor a formaldehído. Finalmente, en lo alto de la escalera, a contraluz, se dibujó la silueta de un hombre espigado cuyas proporciones, aún y no ser llamativas, sí que parecían no encajar en su totalidad. Sus brazos y sus piernas parecían ser demasiado largas para su torso, lo suficiente para resultar perturbador pero no monstruoso, y su caminar, elegante, le alejó de la luz procedente del piso superior para, poco a poco, acercarlo a la gradería. Su rostro, enmarcado por un cabello largo y despeinado, empezó a hacerse distinguible mostrando unas facciones demasiado bien definidas: sus huesos parecían estar diseñados y su perfecta simetría llamaba la atención por antinatural más que por bella. Zarnovich, el Ángel de la Crueldad, había llegado.

Cotonbouché, que apenas había visto un par de veces al ductus de la Cofradía del Circo de Zarnovich, no supo decir si se había hecho cierto silencio en la sala o simplemente había sido una sensación subjetiva fruto de... de... no sabría decir.

- La Sacerdotisa de Los Relojeros organiza un evento —dijo Zarnovich. Su voz era fría y distante, casi como si ni siquiera estuviese allí realmente, y hablaba lento, vocalizando a la perfección cada una de las letras que conformaban las palabras. Habría provocado escalofríos a los presentes si la sangre caliente hubiera estado circulando por sus venas. Quizás, a pesar de la muerte, los provocó también. No serían los primeros ni los últimos que sentían una intranquilidad creciente ante la presencia del Ángel de la Crueldad— y el Circo acude.

Santo Domingo miró a Cotonbouché y le hizo una breve inclinación de cabeza a modo de despedida justo antes de hacer lo propio con Zarnovich.

Si nos disculpan, iremos tomando asiento.

Y los Navegantes, a excepción de Erinyi, que bajaría en breve, se perdieron, en dirección a sus destinos asignados. Unas localidades ciertamente incómodas para ellos, entre Benezri y las Viudas.

Cotonbouché no debe molestarse, el señor Sagan ya me ha indicado nuestras ubicaciones antes de atender a Valez —dijo, con la misma parsimonia Zarnovich al tiempo que bajaba por la escalera Lágrimas. Era, sin duda, la imagen de un payaso. Pero no de esos payasos divertidos que alegran la fiesta de los niños sino la del payaso que sabes que se esconde debajo de la cama y aguarda el momento de lamerte la mano, suave y lentamente. Unas lágrimas tatuadas en color rojo sangre caían eternamente de su ojo izquierdo. Bajó cabizbajo y cuando llegó a la altura de la sacerdotisa, alzó el rostro y sonrió. Lo hizo con la boca, de una manera casi exagerada, pero no así con los ojos. Aquella desconexión era, como mínimo, perturbadora.
Las arenas del tiempo no siempre consiguen sepultar el dolor y llegar al olvido. A veces nuestra maldición es, precisamente, recordar.

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