[Narrativa] La noche de las ratas.

Moderador: Darkhuwin

William "Bill" Duffy (Corso)
Ductus de Las Cinco Puntas

Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#11

Mensaje por Corso » 20 Dic 2020, 09:28

Retumbar de tambores en la distancia.

A la pesada cadencia se une el lejano eco de los agónicos cánticos del maltrecho pueblo que deja atrás. Los llantos de los huérfanos y las viudas y los pocos de sus hermanos que aún conservan la cabellera. Débil y hambriento reducto de una tribu abandonada por sus dioses. Maldecida y devorada por sus propios espíritus malignos y demonios.

Nadie ha despedido al viajero entre tanta devastación. El peso de la supervivencia recae sobre sus hombros. Descansa sobre el perfil de su hacha y la punta de sus flechas. Sobre el filo de su cuchillo afilado con piedra. El choque de los cascos de su montura contra el suelo le abre un camino que debe recorrer solo. Sobre los lomos del caballo, el cazador olfatea la noche. El olor a tierra mojada del desolado valle que deja atrás es el olor de su éxodo. Y quizá de la esperanza. Pero el tiempo se difumina y le arrastra. Le impele a adentrarse en lo desconocido.

La voluntad del cazador requiere caminos no hollados,
Tal es su esencia de viajera incansable,
Y quiere avanzar.
Pero avanzar no es alcanzar una meta,
Supone el movimiento errante pero firme
El camino es el destino de
Nuestras posibilidades,
Vislumbradas por nuestra consciencia.


Retumbar de tambores en la distancia.



***



Una nube de humo envolvía el pequeño campamento que había improvisado. A su diestra, sobre el suelo, el pequeño acopio de ramas y hierbas que había recogido del bosque iba menguando conforme el crujido de la floresta seca era devorada por las llamas. Ese crepitar era su único acompañante, ya que ni siquiera las moscas acercaban su vuelo cerca de las vísceras del enorme búfalo que yacía muerto a escasos metros tras su espalda.

El animal había sido abierto de arriba a abajo, desangrado y después descuartizado. El cazador había sido rápido, limpio y muy meticuloso al hacerlo, reflejo del respeto que le debía al gran bisonte; uno de los últimos ejemplares de la otrora majestuosa manada que había pastado sobre aquellas tierras desde los tiempos de sus ancestros. Ahora solo quedaba honrarlo, así que, el cazador cogió la pequeña y húmeda bolsa de pelo y piel desollada y extrajo con sumo cuidado - y trato casi reverencial - la esencia misma de la magnífica bestia.

- ¿Qué vas a hacer con eso? - se sobresaltó, más que por la inesperada irrupción - pues no esperaba a nadie - porque aquella sibilina voz le era familiar. La enjuta figura del brujo se abrió paso entre las sombras sin emitir sonido, como el silencioso reptar de la muerte. El cazador no le miró, pues temía que al hacerlo aquellos malignos ojos pudiesen obrar su perversa magia, hipnotizándole, o algo peor.

- Me lo voy a comer - fue lo que contestó en un susurro. En su tono vibraba la determinación, pero también el recelo y la codicia por el corazón crudo que sujetaba entre las manos.

- ¿Por qué? - preguntó acercándose el hechicero - ¿Acaso no sería mejor saciar tu hambre con su jugosa carne? - el cazador alzó la vista y pudo ver la siniestra sonrisa llena de dientes que el otro esgrimía.

- Será la tribu quien se la coma para honrar su sacrificio. No es alimento lo que yo busco, sino su alma. Que forme parte de la mía y ser uno con él, como «tú» me enseñaste,... - le dijo al brujo que no era el brujo - ...a través de la sangre. Me tragaré su corazón, y con ello su poder. Así volveré entre mis hermanos más fuerte y les protegeré mejor.

- Proteger mejor ¡Ja! - se burló de él con una siniestra carcajada - ¿No eres tú quien mató a sus propios hermanos? - la pregunta fue tan despiadada como la siniestra verdad que encerraba. El rostro del brujo que no era el brujo se transformó en una mueca cruel, inhumanamente cruel.

- Tengo otros nuevos - el cazador intentó parecer seguro de sí mismo, aún sabiéndose la acechada presa de aquel cuando aparecía - Y no, yo no...nunca les haría...Esta vez les protegeré mejor. No permitiré ser tu instrumento para hacerles daño- exclamó.

- ¿Ah, sí? Pareces muy seguro, William Duffy, pero como siempre, estás muy equivocado - el brujo tiró a sus pies, junto al fuego, varios objetos. El cazador los reconoció al instante. A la izquierda, el pequeño y brillante crucifijo que Cillian siempre llevaba colgado del cuello estaba ahora arañado y oxidado. Junto a él, un mechón de color rojo fuego había sido arrancado de la melena taheña de Melissa Sherwood, aunque las fibras habían comenzando a pudrirse y ennegrecerse. Y, finalmente, tembló al fijarse en un par de ojos, de pupilas verde y miel respectivamente, comprendiendo de inmediato que pertenecían al sacerdote; su cofrade tzmisce, Razvan.

El cazador - Bill - se escurrió hacia atrás sobresaltado. Temeroso como un primerizo de lo que aquel ser del averno, el brujo que no era el brujo, le había mostrado; y temiendo lo que le podía llegar a mostrar.

- Niño rabioso e ignorante, dices que buscas el poder para protegerlos, pero ¿no te equivocas de bestia? - seguía hablándole a él, pero su mirada se dirigía un poco más atrás; a su espalda. Bill, el cazador, se dio la vuelta y lo que vio le atenazó en cuerpo y alma, pues se vio a si mismo tumbado en el suelo. Su cuerpo ocupaba el lugar en el que había estado su presa y era ahora él quien había sido abierto en canal, desde el bajo vientre hasta el cuello. Su esternón había sido forzado y las costillas desplazadas a los lados. El terror se adueñó de él cuando del interior de la caja torácica salió una víbora que se irguió siseando, moviendo con frenesí su cascabel en lo que parecía una carcajada. El cazador cayó de rodillas y observó cómo ahora era su propio corazón palpitante lo que tenía en las manos, chorreando vitae entre sus dedos.

- ¿A qué esperas, Martillo de Montreal? Vamos, cachorro estúpido y hambriento, come. ¿No eres tú el verdadero mal de ellos? Todos irán desapareciendo, muriendo, si se acercan a ti, cazador. Solo hay una forma de obtener el poder para proteger a tus hermanos: devorarte a ti mismo.

El cazador sabía que llevaba razón, y con lágrimas en los ojos acercó su boca al órgano latente. Las mejillas de Bill fueron recorridas por rojizas perlas de sangre mientras hundía los colmillos en su corazón. El eco de la siniestra y perentoria risa del brujo que no era el brujo llegó a sus oídos mientras se alejaba para desaparecer por dónde había venido, con la serpiente enroscada sobre su cuello como un viscoso adorno.

- ¡Ah! Quizá haya otra manera - sugirió juguetón y malicioso - pero para eso primero tendrás que encontrarme entre los «vivos». Y aún queda mucho, mucho tiempo para eso...mientras tanto, aprendiz de brujo de la oscuridad, seguirás devorándote. Volveremos a vernos, cazador.

Bill no entendió aquellas últimas palabras, y perdido en su sueño siguió dedicado a llorar y absorber, masticar y tragar su sangre y su carne.

Poco a poco, los tambores quedaron cerrados a la noche de pesadillas sangrientas y a la robada inconsciencia.

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1975 - 1981



El lasombra, ajeno a la conversación entre su cofrade tzmisce y el nosferatu, recordaba aquel sueño con más nitidez de lo que le gustaría; y, por consiguiente, de lo que llegaría a admitir. Habían pasado años desde que lo tuvo, y tras él hubo otras pesadillas, pero los oscuros hados, irónicos y retorcidos, habían querido que fuese ese y no otro el condenado sueño que se abriese paso en su memoria justo en el momento menos - ¿o más? - apropiado.

Su bestia le azuzaba palpitante, como siempre que frente a él se abría una puerta - y solo hacía falta un pequeño resquicio - por el que asomar la cabeza y continuar con la larga búsqueda que había consumido su existencia durante aquellos últimos años. Muchas eran las noches en las que antes de que el amanecer le clavara su invisible estaca, su último pensamiento atendía a la pregunta de si acaso no estaba persiguiendo al espectro de sus propios demonios internos. El traslúcido fantasma de su fortaleza mental debilitada a raíz de una espera infructuosa; una reclusión que empezaba a ser enloquecedora.

¡No esta noche!, pensó. Al volver en sí y observar alrededor, se percató de que era otra fortaleza la que, si se descuidaba, le embriagaría de nerviosismo y desconfianza, pues el subterráneo baluarte que les cortaba el paso - y mucho menos el señor que lo regentaba - no debía ser menospreciado. Razvan se mostraba inquieto ante las puertas de «Los Desgraciados», y aún más ante la mención a su Ductus: el cainita más «contundente» de la Ciudad de los Milagros Negros. No le falta razón para, cuanto menos, mostrarse precavido, observó Bill, pues ninguno de los tres le había comunicado a Elías La Ballena su intención de visitar su patio de recreo.

La sangre feudal del tzmisce y su arraigo por las reglas de la hospitalidad de su clan no eran ningún secreto para Duffy, y él mismo entendía perfectamente que el sentimiento de posesión para con el dominio y refugio de algunos cainitas podía llegar a ser feroz. Como lo fue el atronador graznido que surgió de la oscuridad.

- Vaya, vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí - el Ductus de Los Desgraciados, aunque parecía totalmente imposible a juzgar por su enorme talla, salió abruptamente de la nada, mostrándose ante ellos sin que ninguno supiese decir cuánto tiempo les llevaba observando. La cota de seguridad que irradiaba en sí mismo lidiaba con la mal disimulada curiosidad que brillaba en sus ojos - Al pequeño paria oscuro y sus amigos. ¿Debo sentirme honrado porque te dignes a visitarnos, Duffy, o es que te has perdido al salir de tu agujero? - se acercó, moviéndose con más agilidad de la que se podía presuponer, y golpeó un par de veces a Bill en el pecho con uno de sus gruesos dedos índices a través de la reja , poniéndole énfasis a la pregunta - Casi no recuerdo la última vez que vi tu sombrero, Martillo de Montreal. Y dicen por ahí que desde hace unos años se ha vuelto más..."puntiagudo".

La insinuación no cogió por sorpresa a Bill. Sabía que si se encontraba con Elías, en algún momento este haría referencia a las habladurías que corrían entre algunos de los cainitas de Montreal, y que le habían ido señalando, poco a poco, como «brujo lasombra» - o eso se empezaba a rumorear sin levantar mucho la voz -.

Además ¿había alguna información que pudiese tardar mucho en atesorar un nosferatu? Por eso Duffy no se sorprendió, ni dio muestra alguna de que aquello le incomodase - En Montreal se dicen muchas cosas, eso es cierto, pero ni yo voy a hablar por boca de nadie, ni voy a poner en duda que el Ductus de Los Desgraciados es suficientemente inteligente para saber cuáles pueden ser ciertas y cuáles pueden no serlo.

Elías sonrió, mirándole desde las alturas - sus alturas - por unos segundos, sopesando la contra estocada - Buena respuesta, "Guardián", aunque te advierto que no vas a jugar conmigo. Conozco bien las retorcidas artes de los los tuyos. La verborrea y adulación lasombra no te va a servir aquí. E intentar no mojarte, tampoco. Dime ¿A qué has venido? - desde luego Elías no parecía dispuesto a andarse por las ramas; y echando un vistazo a Vasilescu y Lionel, estaba preguntando en plural.

Bill asintió, y adquirió un gesto más serio para responder a Elías. Tras elegir con cuidado las palabras, le respondió con cierta sinceridad y con respeto; algo que esperaba que tuviese en consideración.

- Llevamos toda la noche siguiendo el rastro de algo, y ese rastro nos ha traído hasta aquí - levantó una mano para señalar que no había acabado de hablar - No voy a pedir tu ayuda si no quieres prestárnosla, ni a abusar de tu confianza o privarte de lo que tengas que hacer esta noche, pero si en algo has valorado o aún valoras a la Cofradía de Los Fundadores, te pido que nos dejes pasar y seguir con nuestra búsqueda. Sé que esta parte de la ciudad te pertenece, y que poco de lo que pasa aquí abajo se te escapa, pero aún y así, no podemos demorarnos. Dime, Ductus, ¿Habéis sentido algún tipo de energía esta noche en las cloacas?

Vasilescu se quedó observando al monstruo nosferatu, pensando en los rincones más profundos de su mente en las amplias posibilidades que aquel enorme cuerpo le podría brindar a sus poderes de vicisitud. Guardaba absoluto silencio de momento. Por su parte, Cristhianus, más acostumbrado a tratar con su hermano de clan, se acercó hasta la reja, situándose junto a Bill. Su cansada mirada apoyaba la petición del lasombra, aunque el lenguaje no verbal entre nosferatus le decía a Elías que la última palabra le pertenecía al Desgraciado.

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En el presente.



Bill recordaba perfectamente el momento en el que fue llamado por la Inquisición. Sin esfuerzo, su memoria le podía devolver con todo lujo de detalles a aquella sala, en la que su lealtad al Sabbat era puesta a prueba pregunta tras pregunta del interrogatorio. Y también recordaba el dolor sufrido durante el proceso. Los largos y tortuosos mecanismos que la inquisición utilizaba para sacar una confesión. Por suerte, aquellos se habían mostrado muy efectivos, y de allí habían salido traidores, culpables y una gran victoria contra el infernalismo dentro de la la secta, pero una vez reconocida la inocencia y utilidad del lasombra en la lucha contra los herejes, él no había sacado nada de lo que - en lo más profundo de su ser- le hubiese gustado, quizá lo más importante en aquellos años de pérdida: algo que le acercase a averiguar, si quiera vislumbrar, qué había sido de sus cofrades desaparecidos; entre los que no habían muerto de ellos.

Sin embargo, tras compartir en silencio el pesar del nosferatu, apartó esas escenas de su cabeza para poder pensar con claridad sobre dos de los hechos presentes más reveladores que éste había puesto encima de la mesa; borrando la oscura sombra que aún después de décadas seguía instaurada en ambos si mencionaban -aún sin palabras- la traición del otrora Arzobispo Sangris.

Primero, algo andaba mal en Los Bibliotecarios. Y ese algo, si metía a su viejo aliado y amigo de por medio, no podía simplemente obviarlo. Lionel era un viejo zorro, curtido e inteligente, y si él mismo reconocía que los dedos de la corrupción habían tocado a sus cofrades, llegando a rozar la mismísima Letanía de Sangre, Bill no podía permitirse hacerse a un lado, menos aún si Ágathe estaba relacionada, aunque fuese indirectamente, o tan solo de soslayo, con una presunta corrupción de cualquiera de las cofradías de la ciudad.

- Que nuestra Sacerdotisa preste ayuda a un hermano es algo que honra su vinculo de lealtad a la Secta, y goza de la libertad suficiente como para establecer lazos con sus hermanos de clan- comenzó a decir mientras recordaba la desaparición de la Tremere en el acto de Concordia - pero...- levantó un dedo para puntualizar algo - viendo como se desarrolló la noche, y los acontecimientos posteriores...bueno, soy consciente de que en Montreal nadie da puntada sin hilo. Sabes de sobra que «La Negra», sus cofrades y su ductus no me son plato de buen gusto. Y que no me fio de ese enfermizo interés que siempre que puede muestra por tu cofradía. Por otro lado, es la primera noticia que tengo; y aún no conozco al brujo de los Relojeros - el nosferatu supo que tras las palabras del lasombra había una clara intención de tratar el asunto con la Tremere en privado. Seguramente para pedirle explicaciones al respecto. Sin duda, que Ágathe tuviese cerca a la 25:17 era algo que le molestaba.

- ¿Debería preocuparme? - inquirió, para dilucidar si todo lo que le estaba contando estaba relacionado - Porque de lo que hablábamos antes, o lo estabas a punto de contarme, eran esos asuntos sucios que amenazan incluso a la Letanía. Si es una de tus superiores supongo que no te refieres a Molly 8. Así que ¿Béatrice, Marie Ange? Si alguna de ellas se está metiendo en terrenos farragosos, quizá podamos seguir ayudándonos. Nadie puede decirnos, ni sería sorprendente, que como dijiste antes, nuestras preocupaciones y problemas no sean dos páginas a medio escribir de un mismo relato.

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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#12

Mensaje por Darkhuwin » 25 Ene 2021, 18:41

1981 Imagen
- ¿Un rastro, dices? ¿Energía? – Preguntó el gigante con interés tras la reja - ¿Qué andas buscando ojos negros?, ¿un conejo blanco?, ¿un niño perdido?... ¿acaso un dragón? Si fueras más específico quizás pudiera ayudarte. – A Bill no se le escapaba que el nosferatu estaba de algún modo jugando con él. Pero sabía que en su territorio y en aquellas circunstancias, poco más podía hacer que seguirle el juego.

Por su parte, tanto Razvan como Lionel, lo miraron a él dando a entender que no querían intervenir sin tener claro hasta qué punto quería el lasombra dar o no información.

-Ocurren muchas cosas en estos oscuros rincones todas las noches. La vida mortal de la ciudad está en crisis últimamente y no es extraño ver vagabundos, suicidas y malhechores adentrándose en las alcantarillas o perdiéndose en los túneles del metro – Prosiguió Elías – Así que, es difícil responder a algo tan, digamos, poco concreto – Su sonrisa de gato de Cheshire, reflejaba su postura de superioridad.

No hacía tanto frío como acostumbraba en la ciudad de los mil campanarios, pero una fina llovizna y la humedad que rezumaba en aquel ambiente, elevaba una pequeña neblina inquietante que no hacía sino añadir tétrica poesía a la escena.

En la actualidad Imagen
El nosferatu manoteó mientras negaba con la cabeza:

-No, no, me he explicado mal, amigo. Mi cabeza ya no es lo que era. – Y volvió a desbarrar - Es curioso, lo que no consigue una degeneración natural por envejecimiento, lo provoca, sin embargo la pérdida de la cordura por la cantidad de memoria almacenada. Pero de verdad que no tiene nada que ver un asunto con el otro. Simplemente se mezclaron en mi cabeza como anoche se entremezclaron los acontecimientos.

-En cuanto a Yasmin – prosiguió charlatán - y su interés hacia Ágathe y William, no creo que especule mucho si apuesto a que se trata de algún tipo de reforzamiento entre miembros de un mismo clan, por otro lado en vías de extinción dentro de la secta. Me extrañaría que la Negra tratase de arrastrar a tu sacerdotisa hacia los planes de 25:17, aunque nunca se sabe. Pero lo cierto es que la propia taumaturga lleva bastante tiempo más interesada en investigar e introducirse en mi mundo de ratón de biblioteca, que en los vericuetos políticos de la joven cobra y su manada. Es de dominio público que ha solicitado en varias ocasiones a su ductus y a Béatrice, unirse a los Bibliotecarios. Pero no creo que al menos de momento, Ezekiel esté dispuesto a deshacerse de un miembro tan…útil potencialmente, para sus planes.

-Y ¿qué era lo otro…?- dudó – Ah, sí, referente a los enredos de mis jefes y la letanía. Sinceramente Bill, creo que ahora mismo tienes bastantes cosas en qué pensar y asuntos que tratar como para añadir más leña al fuego. Te prometo que si en algún momento necesito tu ayuda, o veo que la cosa se descontrola, te contaré lo que sospecho. Pero de momento, baste saber que es mejor no fiarse de ninguno de los líderes de esta condenada ciudad y buscarse la protección y los favores en la gente en que puedes confiar. Tus hermanos de manada y los viejos amigos. Nada más.

Christanius carraspeó para aclararse la garganta, se le veía incomoda ya, como siempre que pasaba mucho tiempo alejado de la protección de su refugio:

-No tardaré mucho en irme, Martillo. Debo seguir con mis estudios y las tareas que me encomiendan sin descanso. ¿Crees que estarás bien? ¿Tienes claro lo que harás?.
"El Espíritu libertario será el principio fundamental de la secta. Todos los Sabbat tienen derecho a esperar y reclamar libertad de sus líderes." Código de Milán. artículo XI.

William "Bill" Duffy (Corso)
Ductus de Las Cinco Puntas

Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#13

Mensaje por Corso » 07 Feb 2021, 11:48

1981

Duffy se quedó mirando al cofrade de Los Desgraciados, cuan enorme era, con cierta intranquilidad. Elías no era un cainita fácil de "tratar". De piel viscosa y húmeda - más semejante a la de un gran león marino que a la de un hombre - y una fortaleza física nada desdeñable, el nosferatu antitribu no solo era un monstruo, sino un erudito, perspicaz y estudioso seguidor de la teología cainita. El rey de las cloacas, aún siendo un ser eminentemente solitario, no era un cainita al que desdeñar dentro del sabbat de Montreal. Algo que les estaba dejando muy claro a los tres en ese momento.

Bill no era uno de sus aliados, ni se contaba entre sus amistades - si es que Elías las tenía - , ni siquiera podía decir que fuese uno de sus contertulios habituales, pero, aún y con todo, tampoco eran rivales o enemigos. Algo sobre lo que el lasombra no tenía intención alguna por esforzarse en cambiar. Mientras pensaba cuáles iban a ser sus siguientes palabras, percibió como Razvan y Cristhianus habían decidido de forma tácita dejar el peso de la conversación en sus hombros. Era de agradecer, pues él mismo aún dudaba hasta dónde estaba dispuesto a contarle al enorme custodio de aquel pestilente paraje subterráneo.

- El rastro que sigo, esa energía, es la estela de un viejo ritual que imbuía algo que me lleva interesando desde hace años. Esta noche ha despertado por si sólo y de improviso - comenzó, con sinceridad.

- Al contrario que otros - no dejó claro si se refería a Lionel o al mismo Elías, pero no por ello dejaba de sonar a halago- no soy alguien que sabe. He sido siempre un cainita que busca, y lo soy aún - Duffy argumentaba firme y decidido, sin ningún tipo de hostilidad o animadversión en el tono, y, sin embargo, con la suficiente gravedad como para hacerle llegar a su anfitrión la seriedad que le daba al asunto que le había llevado hasta sus dominios - ¿El qué? Aún no puedo decirlo con seguridad - hizo una pausa y abrió los brazos a los lados, abarcando el espacio que les rodeaba - Lo que sí puedo decir es que, sea lo que sea y de alguna forma, nos ha traído hasta el neblinoso umbral de tus dominios.

Para que La Ballena ponderase debidamente sus palabras, adelantó la palma abierta de su mano antes de seguir, y - aún más importante - de que estas levantasen demasiadas suspicacias en el nosferatu.

- Por supuesto, con esto no estoy apuntando a que guarde relación contigo, pero si te parece bien, hablemos claro. Nunca se me ocurriría insultar tu inteligencia, ni a exigirte más de lo estés dispuesto a dar, pero te agradecería que hicieses lo mismo. Creo que sabes que no te estoy hablando de ninguno de los carneros que pululan borrachos por las tripas de la ciudad y que buscan perderse de vista. Si están tan locos como para adentrarse ahí abajo y caer en manos de «Los Desgraciados», bueno, seguro que sabéis cómo divertiros con ellos...eso es cosa vuestra.

Bill sabía que Elías había empezado a jugar con él - por otra parte, algo normal estando en su terreno - pero no iba a perder el tiempo con juegos de escolares. No esa noche que llevaba esperando desde hacía años. No podía permitirse el lujo de entrar en un juego de dobles sentidos, arriesgándose a perder el tiempo y los últimos resquicios de aquel rastro sobrenatural que ya se difuminaba.

- Te respeto, Elías. Ambos le dimos caza al culto de Jérar y Moses. Lo extirpamos de nuestra ciudad como se extirpa un tumor. Así que, las cartas encima de la mesa. ¿Qué ha pasado en las cloacas esta noche? ¿Habéis sentido, y sé que puedes hacerte una idea de a lo que me refiero, algo...sobrenatural?

Tras lanzar la pregunta, Bill cruzó las manos en su espalda, abierto al diálogo, y observó crecer la inquietante neblina que los rodeaba durante unos cuantos segundos. Después, le miró a él largamente. Esperaba haber sido más concreto y haberse ganado una respuesta, algo de ayuda, quizá de guía; o, al menos, la aprobación del nosferatu antitribu para que siguiesen buscando el rastro de aquello que les había conducido hasta el mundo húmedo y oscuro del alcantarillado que le pertenecía.


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En la actualidad...



El lasombra asintió, entendiendo ahora ambos hechos como dos eventualidades distintas; aunque no por ello menos inquietantes. En cualquier caso, hablaría con Ágathe al respecto de la primera. Si Jasmin estaba realmente interesada en entrar a formar parte de los Bibliotecarios, bueno, se podía esperar cualquier cosa de un tremere, y sabía Dios qué tipo de interés había llevado a la bruja a querer abandonar los amorosos brazos de la joven cobra. Duffy esperaba que su sacerdotisa, en cuanto a la Negra y al Relojero concernía, sus hermanos de clan, tuviese claro dónde y para con quién debía depositar sus lealtades y confianzas. La cofradía necesitaba a su Sacerdotisa, más que nunca quizá, y ella contaría con su Ductus y el resto de sus cofrades en lo que necesitase; ayuda, consejo, protección...pero si en algún momento había una punta que debilitase o amenazase al resto en aquellos momentos difíciles, Bill no se lo pensaría dos veces.

Duffy, que había estado pensando sobre ello, rompió su silencio tras unos largos minutos de introspección. Volvió a mirar a su viejo camarada al punto de poder observar como el peso de los años, el estudio a la luz de las velas y la pesada responsabilidad que siempre llevaba a cuestas hacía mella en sus fatigadas facciones. El lasombra le sonrió sin dobleces, con franqueza y fraternidad para con quien siempre se le había mostrado como un amigo fiable, capaz, abnegado y preocupado por su búsqueda, su causa, problemas, necesidades y bienestar.

- Me temo, viejo amigo, que ni tú, ni yo, estamos destinados a estar bien alguna vez - apoyó una cordial mano en su hombro a modo de inminente despedida - pero alguien debe salvaguardar a los nuestros de los males que les amenazan ¿No es así? Ve ahora, y deja que piense durante un tiempo en tus sabios consejos. Tome al decisión que tome, lo sabrás. De un modo u otro, como siempre. Hasta nuestro próximo encuentro, cuidate de nuestros líderes y vigila a tu espalda, pocos más salvo tú mismo lo hará. Y recuerda que la puerta de mi casa siempre está abierta para ti.

La bruma junto al lago se hizo más densa y envolvió las confidencias, dudas y temores de ambos llevándolas hasta el frío, mortecino y plateado brillo de la luna reflejada sobre las aguas. Bill no sabía qué sueños inundarían la mente de su afecto aliado tras el encuentro de esa noche. A él, sin duda, le iba a costar dejarse vencer por el letargo mientras se preparaba para tomar una decisión.

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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#14

Mensaje por Darkhuwin » 13 Feb 2021, 11:08

1981

La cara de la Ballena se tornó seria y reflexiva por un momento, sacando los morros como si fuera a enviar un beso, pero con mirada de concentración. Al cabo de pocos segundos de tenso silencio, pareció tomar una decisión.

-Me sorprende y me alegra que menciones nuestra lucha conjunta en el pasado, Martillo. Hace mucho tiempo que ansiaba tener ‘esa’ conversación contigo. Pero, pese a que soy yo el que vive en el subsuelo, apartado del resto del mundo, tú has estado mucho más inaccesible durante todos estos años.

-Lo cierto es que hay cosas que no encajan. Cosas que vi… que vimos, que aún hoy sigo viendo, que no parecen tener sentido, al menos en el mundo de la lógica conocida. ¿Has leído a Descartes? “Un Daimon engañador confunde nuestros sentidos y nos hace ver cosas que no están ahí, sólo nuestra mente conoce la verdad.” ¿Algo más contemporáneo? ¿Carroll quizás? “No soy extraño, raro ni loco, simplemente, mi realidad es diferente a la tuya”- Su mirada perdida, denotaba el daño que seguramente también el nosferatu había estado soportando tras aquellas cruentas batallas contra las sierpes. Era un hecho constatado, que de todos los que allí combatieron y sobrevivieron, pocos habían podido mantener su cordura intacta. Se decía que Bellemare se había vuelto belicoso y pendenciero y la reclusión del propio miembro de los Fundadores, tampoco era un secreto en la ciudad. Sangris era el único que al menos, aparentaba normalidad y templanza ante lo sucedido.

-Pero, por supuesto, hoy ya no somos quienes fuimos en otro tiempo. – dijo, volviendo a la realidad de 1981. – Y tú has venido buscando mi ayuda y pidiéndolo con amabilidad y respeto. – Añadió. – Así que voy a decirte lo que sé que puede interesarte, aunque espero que serás cuidadoso y tus amigos aquí presentes también, en cuanto a no difundir rumores o información que pueda atraer más miradas hacia mi territorio. Estoy en un momento crucial para mí. Una nueva manada puede florecer en la ciudad, una nueva historia se puede escribir en la Letanía si todo sigue como hasta ahora. Estoy empezando a remontar aquellos sucesos y no me gustaría que todo se viniera abajo por un simple hecho anómalo que sumar a todo lo que ocurre en esta ciudad maldita noche tras noche.

-¿Puedo confiar entonces, en que si os digo todo lo que sé que podría tener que ver con lo que me pides, os marcharéis de aquí y utilizaréis esa información prudentemente, para que no afecte a mis propios intereses personales? – Elías miró a los tres cainitas congregados en las puertas de su territorio con gesto serio. Tanto Lionel como Vasilescu volvieron a mirar a Duffy en espera de su respuesta.
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William "Bill" Duffy (Corso)
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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#15

Mensaje por Corso » 26 Feb 2021, 20:21

Bill mantuvo a raya el interés que le provocaron aquellas palabras manteniendo un gesto serio y comedido. Sabía que Elías era muy capaz de intuir lo que estaba pensando, pues, al fin y al cabo, la presencia de los tres en su dominio era la mejor evidencia de que lo que les acababa de decir ya era de por sí suficiente aliciente como para suscitar el interés del guardián y sus acompañantes; pero aún y así, Duffy no quería cometer el error de mostrarse demasiado ansioso por obtener la información que el nosferatu recelaba de dar.

Pensando sobre ello, llegó a la conclusión de que contestar de manera inmediata, o con excesivo convencimiento, podía hacer dudar a Elías de si le estaba siendo sincero o simplemente le estaba diciendo lo que quería escuchar con la intención de aflojarle la lengua lo antes posible. Además, había un añadido aún más...complicado; una vez contestase, no solo tendría que responder por sus actos, sino por los de Razvan y Christianus, y eso, por mucho que confiase en ellos, si atendía a la lógica, era arriesgarse a tener que hacer malabarismos en el futuro.

Aunque no les miró para asegurarse, ni demostró tener dudas al respecto, Bill podía sentir el mudo peso de la responsabilidad que su cofrade y el bibliotecario seguían dejando caer en sus hombros. ¿Merecía la pena arriesgarse a hacerle esa promesa al Desgraciado? Si por vicisitudes del destino, aun no siendo de forma premeditada, Vasilescu y Lionel le ponían en esa difícil posición, si faltaban sin pretenderlo - o lo que era peor, si lo hacían a sabiendas de dejarle expuesto - a la palabra dada ¿Merecía la pena? ¿De verdad la merecía?

- La confianza es como un espejo, Elías, se puede arreglar si está roto, pero aún puedes ver la grieta en ese reflejo hijo de puta. Ni tu, ni yo, tenemos razones para desconfiar el uno del otro - le contestó con gravedad, resolviendo finalmente que lo mejor que podía hacer era ser sincero - Y, además, no creo equivocarme si digo que a ninguno de los dos nos gustan los espejos - su tono adquirió un matiz un ápice más socarrón en aquella última aseveración.

Después le tendió la mano, recobrando la seriedad que la situación requería, de hombre a hombre; de sabbat a sabbat. Se podría decir que dispuesto a sellar un trato entre dos cainitas que seguramente se las habían visto de mil colores; vivido más de una traición; encontrado infinitas dificultades y, a su vez, visto obligados a abrir decenas de cabezas hasta llegar hasta allí. En definitiva, a tragar montañas enteras de mierda como para saber que la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien, es confiando en alguien.

- Tienes mi palabra de que lo que aquí me cuentes no perjudicará tus intereses personales. Ni yo, ni los dos amigos que me acompañan, te dejaremos con el culo al aire al respecto de lo que tratemos esta noche. Dime, ¿qué es lo que sabes?

Mientras dudaba de si Elías iba a estrechar o no su mano, Bill pensó en esa creencia común de que decir la verdad es lo más fácil, pero él nunca había estado de acuerdo.

«La verdad es lo más difícil de sacarse del alma».

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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#16

Mensaje por Darkhuwin » 07 Mar 2021, 14:20

La manaza de la Ballena asomó entre las rejas corroídas por el óxido, seguida de su gigante antebrazo. Apenas le cabía por el espacio que había entre los barrotes, pero fue suficiente para alcanzar la que le tendía el lasombra y cubrirla por completo, en un húmedo apretón. Bill pudo sentir, la descomunal fuerza que poseía aquel miembro, aunque el nosferatu no estuviera apretando demasiado.

-Tu palabra es todo lo que te pido, Martillo. - Sentenció.

Luego, tras un breve silencio, para afianzar el momento y una vez soltó su mano, comenzó a hablar de nuevo:

-Esta noche ha aparecido alguien en mi territorio. Aunque mejor podríamos decir, reaparecido. - Dijo, estudiando sus palabras con cuidado. - Imagino que estáis al tanto de que muchos de los nuestros...

-Sí, sí - interrumpió de pronto Lionel impaciente. - Todos aquí somos conscientes de lo que sucede en esta maldita ciudad. No hace falta que nos andemos con rodeos y explicaciones, precisamente venimos aquí en busca de respuestas sobre ello. - El Bibliotecario, parecía querer conocer cuanto antes, las respuestas, para poder regresar a la seguridad de su refugio. Pero enseguida se dio cuenta de su falta de tacto y se disculpo, cuando todos le miraron extrañados. - Lo siento, ehm...continúa.

Elías, algo azorado, pero también divertido, apuntó:

-Intentaré ser lo más breve y conciso posible maese Christanius, vuestro apremio debe ser mayúsculo para que hayáis claudicado a desplazaros a mi humilde territorio, así que por deferencia y respeto lo tendré en cuenta. Sólo quería recalcar que casos de desapariciones se dan continuamente, pero no tantos de reapariciones. Y este, es uno de esos extraños casos. - Hizo una breve pausa dramática. - No sé si conocéis a Musa. Es una curiosa cainita de una línea de sangre poco extendida y conocida, una Hija de la Cacofonía. Esta pobre criatura, ha estado apareciendo y desapareciendo desde hace más de un siglo.

-- volvió a interrumpir Lionel. - Conozco el caso. De hecho, es uno de los sucesos que he estado estudiando durante décadas. Chiquilla de Rita Du Mare, abrazada antes de 1800. Desaparece durante largos periodos de tiempo y luego reaparece. Algunos dicen que hay un componente misterioso en ello, porque, siempre que vuelve, ha coincidido con graves epidemias de tifus o cólera entre el rebaño. Quizás sean conjeturas. Pero es cierto que sus párpados cosidos, el hecho de que sobreviviera al abrazo en Mont Royal y el que no haya pronunciado una palabra coherente desde que se la conoce, son indicativos de que algo extraño debe haber en esta pobre desgraciada.

-Cierto, maese Christanius, como siempre, demostráis vuestro profundo conocimiento de nuestra historia. Y por ello, Por dichas habladurías, es por lo que necesito que seáis discretos. - Dijo con seriedad. - No cabe duda de que siempre me ha gustado recopilar conocimiento y distribuirlo con sabiduría, como ha sido tradición en nuestra linea de sangre desde que Absimiliard traicionara a nuestro padre, trascendiendo incluso nuestras diferencias de creencias y afiliaciones políticas. Pero también es verdad que odio los chismorreos, sobre todo cuando se convierten en moneda de cambio para atacarse uno a otros en encarnizadas luchas de poder.

-Como nodista convencido, creo en nuestra condenación como en una virtud y un privilegio, y por ello también creo que todos los hijos de Caín, merecemos la oportunidad de ser dignos de la sangre y trascender la humanidad de la que ya no somos parte. A muchos no se nos comprende por nuestras rarezas. La memoria mortal, se aferra a nuestras psiques y nos sigue rebajando a sus débiles mentalidades cuadriculadas. Pero creo que es hora de romper esas cadenas. Por eso he recogido a nuestra alma perdida y la he dado cobijo en mi territorio, bajo mi protección, por ahora, como hiciera el desaparecido Preacher antes que yo.

-Perro y esszo qui tiene qui verrr con nuestria búsquieda, si puedie sabiershe. – Intervino por primera vez Vasiliesku, que parecía impaciente por acabar allí. – Crreis qui puede hafer alguiuna relación entrie essa Mussa y …

- El hecho por el que os he revelado esta información, no tiene que ver directamente con la miembro de Les Miserables. – Explicó la Ballena entrecerrando los ojos. Y con voz solemne añadió: - Y digo esto, porque puedo imaginar hacia dónde está dirigida la búsqueda de los Fundadores. Lo más extraño del caso que nos ocupa, es que en esta ocasión, Musa ha aparecido vistiendo una antigua chaqueta conocida sólo por algunos de nosotros. Una antigua prenda rojiza, elaborada por Veronique La Cruelle, utilizando la piel, la sangre y las vísceras del derrotado Moise, chiquillo de Jerrar, al que no pudo destruir definitivamente, porque nunca llegó a encontrar su corazón…
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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#17

Mensaje por Corso » 14 Mar 2021, 11:23

Mientras Elías hablaba, con más nitidez intentaba recordaba el lasombra algunos de los pasajes históricos acaecidos en la ciudad en las últimas décadas. O, al menos, aquellos que creía conocer, ya fuese por vivencias propias o a través de lo que le habían ido contando con los años sus aliados y, por supuesto, sus hermanos de manada las noches de esbat de la cofradía. Bill no podía rivalizar en conocimientos con ninguno de los dos nosferatu que tenía delante, pero aún y así, había nombres grabados en las mentes de los cainitas de Montreal que no necesitaban de nodistas, letanías, escribas o eruditos para ser recurrentes.

Uno de esos nombres era Musa, la discordante Cofrade de los Miserables, y quien para el lasombra suponía poco más que un completo misterio. Apenas había tenido ocasión de tratar con ella, pero si Duffy miraba en retrospectiva, a las raíces y la historia de la manada de la hija de la cacofonía, los interrogantes se multiplicaban de la misma manera en que lo hacía su interés por lo que «la Ballena» les estaba contando.

Lo primero que le vino a la cabeza fue la desaparición de Preacher, fundador y ductus de los Miserables. ¿Cuánto hacía de aquello, unos cincuenta años? Casi medio siglo. Y, pese a ello, su chiquillo y actual líder de la manada, Piel, seguía esperando el regreso del malkavian antitribu. ¿Simple locura malkavian o tenía razones para ello? Como el de Stone, su paradero era un completo misterio, y solo Caín sabía qué habría detrás de tan paciente y férrea espera.

Mientras el Bibliotecario y su sacerdote interrumpían el relato de Elías debido a la gran expectación que habían suscitado sus palabras, Bill, muy atento a las mismas, seguía aferrado a su memoria.

Aún más lejos quedaba la disolución en dos de la cofradía original - pensó, entrecerrando los ojos de forma inquisitiva, tratando de poner a prueba lo que sabía de ellos y si había alguna forma de conectar pasado y presente. Si Preacher había reunido en el Hospital Douglas a su personal circo de los horrores, solo había que echarle un vistazo a «Juguete», Cedilia de la Lengua había sido la única cofrade de los "otros" Miserables que no había hallado la muerte definitiva por infernalismo. Hacía mucho tiempo de aquello, era cierto, y el enorme nosferatu no la había nombrado, pero el recuerdo de entonces y la sempiterna presencia/mención de lo desconocido allá donde fuese Bill, no dejaba de restarle importancia a cada patrón que se iba encontrando en el camino.

La historia del mal que yacía enterrado bajo el suelo de Montreal era compleja, enrevesada y antigua, muy antigua; y solo un necio despreciaría los detalles o rehuiría del trabajo que suponía intentar encontrar una conexión que estrechase el cerco sobre lo desconocido: unas veces intentando ver fantasmas donde quizá no los había, otras buscando patrones. Y, en ocasiones, simplemente, como en aquel momento, conectando hechos que, de antemano, eran lo suficientemente extraños como para no rozarse entre sí. Infernalismo, desapariciones, cultos setitas, plagas y...ahora Musa había salido de quién sabía dónde "vestida de Moise". Justo la noche en que parecía que aquel corazón sacado del huevo ornamentado era el de Jerar, y que, por más extraño que le sonase podía haber sido el responsable de que todos estuviesen allí, y ahora. Como si el destino hubiese decidido reunir a varios de los cainitas más inefables de Montreal en sus pestilentes cloacas - Algo olía mal, y no era solo el hedor de la mierda humana deshecha y estancada.

- Puedo llegar a entender que pienses que, quizá, bajo tu protección, la reaparición de nuestra hermana pueda estar a salvo de juegos políticos - concedió el lasombra, que sin embargo tenía algunas dudas al respecto que no dejó trascender. Dicho aquello, se tomó unos segundos para articular sus siguientes palabras - Sin embargo, sabes lo protector que es Piel para con su cofrade, llegando incluso a rozar el fanatismo. ¿Saben los Miserables que su hija pródiga ha regresado? ¿Uhm? - antes de que pudiese contestarle, o malinterpretarle, se adelantó.

- Verás, Elías, te seré sincero - continuó, masajeándose pensativo la espesa barba con un par de dedos de la mano derecha - Hasta que se demuestre lo contrario, no soy quien para cuestionar tus nobles intenciones, y te he dado mi palabra de que el hecho de que salvaguardes el bienestar de Musa, y la forma en la que ha aparecido, no trascenderá por mi. Si alguien te pide explicaciones por ello, imagino que serán otros - asintió, buscando la conformidad del nosferatu en claro gesto de «que cada uno se responsabilice de sus actos».

- Pero estás en lo cierto. Creo que, de alguna forma, su reaparición ha propiciado que estemos hablando esta noche. Creo que nuestra lucha contra las sierpes no ha terminado, aún después de todo este tiempo. Y también creo que hay algo en ella y en el rastro que hemos seguido hasta aquí que debe ser atendido por el bien de, no solo nuestras respectivas cofradías, sino de todo cainita de Montreal.

Dime, ¿Podremos departir unos minutos con nuestra pobre hermana en base a ello?

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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#18

Mensaje por Darkhuwin » 18 Mar 2021, 22:40

Elías se lo quedó mirando pensativo de nuevo. Y luego miró a Christanius, como pidiendo colaboración. El nosferatu de los Bibliotecarios, se aclaró la garganta y tratando de no parecer muy condescendiente con su amigo, dijo:

-Bill, creo que olvidas que no se puede departir con Musa. Ella no habla, ni parece responder a ningún estímulo de forma consciente. Es como un alma descarriada que sólo canturrea y deambula. Padece algún tipo de autismo o discapacidad que impide la comunicación verbal, y apenas responde a estímulos gestuales. Sería un esfuerzo vano, en mi opinión.

-Para ser precisos - Apuntó Elías con su potente voz - responde bastante bien a la calidez, la conversación y las atenciones. Si eres amable con ella, puedes percibir en su canto, melodías agradables, armónicas y dulces, aunque el canturreo sea fugaz y apenas susurrado. Cuando está enfadada o asustada, en cambio, algunos han presenciado como reventaba todos los cristales de una habitación. Pero, hablar lo que se dice hablar...es por eso, que es una incógnita tan controvertida, maese Duffy.

-Y con respecto a lo que preguntabas sobre Piel, como te he dicho, ha sido esta misma noche cuando ha aparecido y aún no se lo he comunicado a nadie más que a vosotros, y lo he hecho, porque he pensado que era la única posibilidad de que hubiera una relación con vuestra búsqueda y como muestra de respeto. En principio y teniendo en cuenta que lleva desaparecida bastantes años, no creo que unas pocas noches más supongan gran diferencia para su hermano, y al fin y al cabo, yo no la estoy reteniendo, es ella la que, respondiendo a mis atenciones, parece que ha decidido permanecer en mis dominios al menos de momento.

-De hecho, creo que me estoy demorando ya demasiado en mis asuntos y tareas y voy a tener que dejaros, para volver con ella. Quiero estudiarla durante el mayor tiempo posible y sacar mis propias conclusiones, si saco algo en claro, te lo haré saber.

-Lo único tangible que puedo ofrecerte, Fundador - dijo a modo de despedida - es que si consigo que en algún momento quiera desprenderse de la singular prenda por su propia voluntad, te la haré llegar.


Por lo que parecía, el lasombra no iba a conseguir nada más de aquel encuentro. Al menos no aquella noche. Una noticia, una relación indirecta... tan cerca y tan lejos. Todo apuntaba a que algún tipo de agujero profundo, se trabaga cainitas en aquella ciudad de vez en cuando. Y por algún extraño motivo, algunos de ellos, sólo unos pocos elegidos y casi ninguno cuerdo, eran capaces de regresar de alguna forma. Era la primera vez, que Bill recordara, que uno de ellos regresaba con un elemento asociativo. Una pista. Algo que podría apuntar hacia la teoría de que había una relación entre las desapariciones. Pero era cierto que hablar con la susodicha Miserable, no iba a aportar mucho más allá de aquel dato en sí. Tendría que conformarse por ahora. Debía seguir siendo paciente. Ahora ya sabía de quién era el corazón y eso, por poco que fuera, le podría dar alguna última satisfacción. Le permitiría acabar el trabajo de tiempo atrás iniciaron. Destruiría para siempre a la última serpiente.
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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#19

Mensaje por Corso » 20 Mar 2021, 12:24

Por alguna razón, Vasilescu pareció aliviado al escuchar las respuestas de los dos nosferatus. Apenas consiguió mantener entre los labios cerrados un suspiro, pero lo hizo, y con ello ese alivio no llegó a trascender, por lo que nadie le preguntó por el motivo de su agobio.

El tzimisce sabía que su hermano lasombra guardaba más de un recurso para poder recabar algo más de información de parte de la «miserable», aunque esta no gozase de la virtud de la palabra, y que el término "departir" había sido un sutil eufemismo, pero para ello - aun sin la necesidad de recurrir a agravios físicos - tendría que poner en liza ciertas habilidades que podrían considerarse, cuanto menos, algo controvertidas. Los segundos de silencio que mantuvo su cofrade tras las explicaciones de Elías, junto con el hecho de no incidir o rebatir a los otros, le hizo entender que si no insistía en ese punto, es que se daba por satisfecho con lo que habían averiguado esa noche; al menos, de momento. «Mejor así», pensó el sacerdote de los Fundadores, conocedor de esa parte del alma de Duffy más disoluta, y de las inefables - poco conocidas - habilidades que había ido desarrollando con los años.


Bill se permitió esbozar una sonrisa de algo parecido a la satisfacción y la conformidad. "No tensaré más el hilo, por ahora", decidió, aparcando el deseo de obtener más respuestas esa misma noche. Al fin y al cabo, el camino hacia el conocimiento de lo desconocido era largo, enmarañado y, sin duda, escabroso. E incumbía, eso estaba claro, a más de un cainita de Montreal. Había llegado a un acuerdo con «La Ballena», y había despejado - o eso parecía - algunas de las sombras que le habían mantenido a ciegas durante las últimas décadas. Sí, tendría que conformase con ese pequeño halo de luz, y aferrarse a él con paciencia y esperanza de cara a un futuro próximo; como un sabueso que pese a tener que apartarse de un rastro encontrado, ya no olvida su olor.

Los dos hermanos de manada se miraron fugazmente, entendiendo sus respectivos silencios como lo que eran: solo un punto y aparte dentro de un manuscrito inacabado. Fue Bill quien tomó la palabra dirigiéndose de nuevo al viscoso nosferatu.

- Aprecio tu inestimable ayuda, Elías. La de esta noche y la que tengas a bien prestarme en otro momento. No te alejaré ni retrasaré más de tus tareas incurriendo en más preguntas, y tomaré tu palabra como suficiente garantía de que cuando Musa - y no utilizó un condicional, pues era algo que por algún motivo daba por hecho - quiera deshacerse de esa «prenda» que lleva puesta seré yo, en persona, quien la reciba de tus propias manos.

En ese punto cruzó una clara mirada con Vasilescu, para despejar cualquier tipo de duda sobre que era él, Bill, y no otro de sus cofrades, la máxima autoridad al respecto del tema que les había arrastrado esa noche a las cloacas dentro de la cofradía de Los Fundadores. Después miró silenciosamente a Cristhianus, a quien tampoco quería retener en exceso allí abajo, y asintiendo le hizo llegar que daba por terminada la búsqueda esa noche. Conocía al nosferatu desde hacía mucho tiempo y sabía que su arraigo por la pluma y el papel tiraba de él como una cadena alrededor del cuello cuando pasaba demasiado tiempo fuera de su atestado estudio. El bibliotecario y él se reunirían en las noches venideras para hablar sobre lo que habían averiguado esa noche, sobre el encuentro con el «Desgraciado», sobre Musa y el chaleco de la sierpe y sobre los nuevos datos de los que ahora disponían para seguir descendiendo, peldaño a peldaño, por la escalera que parecía llevarles a un maldito agujero que aún apenas eran capaces de llegar a imaginar. A pesar de todo, y era algo que le insuflaba fuerzas, el cerco se iba estrechando.

Finalmente, dirigió, de nuevo, la atención hacia su enorme e inefable anfitrión, presto a darle curso a la despedida que les había pedido - Ve, y hazlo con la certeza de que tus confidencias no traspasarán el umbral de tus dominios. Nosotros haremos lo propio, confiando igualmente en tu discreción y sabiendo que cualquier duda sobre tu cortesía y erudición es infundada. ¿Puedo contar con tu permiso para seguir recorriendo los canales una vez nos abandones?

Extendió de nuevo la mano como gesto de despedida, para añadir - No dudes, si es preciso, en hacerme llegar cualquier novedad o necesidad sobre nuestra hermana o cualquier otro nuevo suceso que ocurra aquí abajo. Creo no equivocarme si digo que todos necesitaremos a alguien en quien confiar y a quien pedir ayuda en momentos difíciles en los tiempos venideros. Sobretodo los que conformamos la vieja guardia de Montreal. Abogo porque nos volveremos a ver pronto, en circunstancias más halagüeñas. Y espero que esa nueva Cofradía en ciernes llegue a materializarse - siguió, con franqueza - Te deseo suerte con ello, sería una buena noticia en una ciudad que las necesita más que nunca.

Dicho lo cual, dio media vuelta, le hizo un gesto a sus dos compañeros y se preparó para marchar.

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Re: [Narrativa] La noche de las ratas.

#20

Mensaje por Darkhuwin » 03 Abr 2021, 11:02

1981
- Eres libre de recorrerlos en paz, por supuesto. Y te aseguro que tendrás noticias mías pronto. - Fueron las últimas palabras que escucharon de la Ballena, Bill y sus acompañantes.

Mientras sus pasos los llevaban a lo largo de los canales, no tardaron en trabar una animada conversación sobre lo que les había transmitido el singular gigantón nosferatu. No sólo acerca de la impactante noticia de la reaparición de Musa y la chaqueta de la desaparecida Arzobispo y relacionada con el corazón setita, sino también sobre la expectativa del nacimiento de una nueva manada en Montreal a la que pertenecería el propio Elías.

Pero los pensamientos de Bill Duffy seguían su recorrido por oscuros derroteros. Después de todo, no había conseguido resolver el enigma. Encontrar la respuesta a sus preguntas. ¿Qué había sido de Stone? ¿Cómo podía haber desaparecido sin dejar rastro alguien como él? ¿Cómo era posible que de todos los cainitas que se veían tragados por el ‘limbo’ de lo desconocido, solo regresaran los locos, los mudos, los parias…? ¿Y qué tenía todo eso que ver con aquel corazón solitario, abandonado en el refugio de las sierpes? Seguramente nada. Aquello sólo le había llevado a otra respuesta de otra pregunta. A otro sendero paralelo con sus propias incógnitas por desvelar.

Imagen
En la actualidad:
Mas aquellos recuerdos llegaron al Bill Duffy actual, de camino a su refugio, tras su conversación con Lionel, con una sensación alarmante. De pronto, como si de una epifanía se tratase, el lasombra se dio cuenta de un detalle que se le había pasado por alto, después de tantos años. Golpeó con el bastón en el suelo y se quitó el sombrero mirando al cielo y cerrando los ojos. Ahora recordaba de dónde venía aquel sordo murmullo, aquella mancha mental en las noches de soledad y ostracismo. Aquel latir silencioso que erizaba los sentidos ya muertos de cualquier cainita que lo tuviera cerca.

¡Maldita sea cómo había estado tan ciego! ¡El maletín!...el maletín de Benezri guardaba un corazón. El corazón de un setita… Pero, ¿Por qué? ¿Acaso habían vuelto los setitas a asediar la ciudad de los mil campanarios? ¿Tendrían algo que ver con el plan de la Camarilla y Valez? ¿O se trataba de algo completamente diferente? ¿Y si….? ¿Y si el Obispo se había hecho con el corazón de uno de sus rivales y se lo había dado a ellos para que lo custodiasen…?
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