[Racconto] Palabras y sombras

Escenas del pasado que sustentan nuestro presente.

Moderador: Theazlin

Narrador (Theazlin)
Máscaras de Sangre

[Racconto] Palabras y sombras

#1

Mensaje por Theazlin » 18 May 2020, 21:04

· Palabras y Sombras · Imagen 07 de diciembre del 2019 Racconto para Adam Kaminsky y Harvey Williams Imagen Imagen "Y las palabras, negras como el carbón, se consumían en mi boca tanto como en sus oídos, maltrechas por el poso de verdades y mentiras que, entremezcladas, se confundían y daban a luz a un ser totalmente distinto y a la vez tan semejante que no podía más que horrorizarse ante el espejo por tan bello y deshecho reflejo" Imagen
Adam dejaba que su mirada se deslizara por y entre las palabras posándose en aquellas cuya belleza radicaba no en sí mismas sino en su cuidadosa elección, creando vínculos con las anteriores y las que habrían de venir; disfrutaba de la prosa seca de Herman Melville y de como Bartleby, consumido por su experiencia con las cartas muertas, se deja morir de hambre en la cárcel tras negarse a abandonar un puesto de trabajo que no cumplía pero no por ello detestaba. Kaminsky se deleitaba con las sutilezas que envolvían las ideas plasmadas en tinta, dando forma a pensamientos que, de otra manera, morían lentamente hasta consumirse, como el envoltorio de carne que los sustentaba; y no podía dejar de pensar, fugazmente, si el talento que emanaban aquellas sentencias eternas era fruto de la inmortalidad, merecedor de la misma o, tal vez, ajeno a todo cuanto la sombra de la maldición tocaba, simplemente había desaparecido ya, consumido por el paso del tiempo.

La tintineante luz de las velas que iluminaba la estancia hacía danzar las sombras cual fuegos fatuos oscuros, creando formas y efímeros dibujos sobre los muebles y paredes que se desvanecían apenas unos instantes después de aflorar. La decoración de la sala de estar de Adam parecía surgida de sus propias entrañas pues era un fiel reflejo de la soledad, la profundidad y la insania del malkavian tomando forma a través de una mescolanza extraña de estilos. Telas, sillones y cojines de diversos orígenes convivían bajo la penumbra prometiendo espacios de paz, uno de los cuales aprovechaba Kaminsky para leer.

"Yo me sulfuro en contadas ocasiones y en menos, incluso, me permito cóleras violentas ante injusticias o escándalos; pero ahora me van a permitir que muestre cierta impetuosidad y que proclame..." narraba Bartleby a través de las páginas ajadas del libro cuando Adam alzó la vista mientras posaba su dedo índice entre las hojas a fin de no perder ni perderse en la inmensidad de la historia del escribiente. En frente se alzaba unas grandes cristaleras a través de las cuales se veía San Francisco, presa de la noche. Como siempre. Para los vampiros no hay dualidad pues las tinieblas son un estado perenne que siempre acoge el despertar de sus bestias y el letargo del descanso. Las luces de la ciudad desafiaban tímidamente la oscuridad, como pretendiendo alzar la voz y gritar "no eres nuestra dueña, negrura; solo estás de paso" pero la realidad era que apenas significaban nada ante la vastedad de las sombras, y la luz del día, tan temida y mortal, era tan solo la verdadera intrusa efímera que retaba a la esencia de la existencia pues antes que la luz siempre existió la oscuridad.
El reflejo de su propio rostro se dibujó en el cristal, difuso por el continuo vaivén de las velas prendidas. Y, poco a poco, levemente, otro semblante se dibujó en el vidrio. Era un rostro deformado, maltratado y rasgado y aún así hermoso a su manera, plagado de unas imperfecciones que no pretendían ser virtudes. Harvey, su hermano, había llegado, y pronto, tal vez demasiado, comparecería Owen Bellemore para solventar las dudas que la misión que les había sido encomendada pudiera haberles generado. Brook y Jason estaban de camino a Londres en ese mismo instante con el objetivo de prepararlo todo para su llegada. La capital británica pronto tendría nuevos vástagos a los que acoger pero no todavía.

Disponían de una noche para departir con Bellemore, enviado de la Torre; una noche para entender en profundidad qué les deparaba el futuro y qué destino podían vislumbrar al otro lado del océano; una noche para averiguar el papel que las hebras de oro guardaban celosas para ellos; una
noche para moverse entre las palabras y las sombras.

Adam Kaminsky (Jebediah_Gogorah)
Poeta Malkavian

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#2

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 18 May 2020, 23:26

Adam estrujaba aquellas páginas con la envidia malsana de quien reconoce una gran obra y no es suya. Era uno entre tantos de sus pecados. Gozaba con cada hoja, y sentía su tacto casi como un ciego el braille. El olor de la celulosa se entremezclaba con la cera de las velas, y lo ayudaba a galopar entre las historias del neoyorquino. Él era un sucedáneo de Bartleby. Un preso en la no-vida abnegado tambien en sus tareas que tambien odiaba. Él era un compendio misceláneo de sentimientos más allegados al Capitan Ahab y a los abismos de la locura a los que hacía frente. Como las capas de las cebollas, Kaminsky comprendía de cuantas celdas era preso. De su soledad, de su alma, de su maldición... y de todas ellas, nadie tenía la llave. Nadie conocía a su carcelero. Tal vez solo aparezca por el día cuando la vida es vida y los cuervos no intentan picotearte el cerebro.

Adam tenía unas gafas de pasta marrones que se recolocaba una y otra vez presionando el puente con sus dedos. No las necesitaba, ¿pero que tipo de aire intelectual iba a dar si no las sentía al menos colgando de su cuello y golpeando su chaleco pasado de moda?. Su casa olía a alcanfor y humedad, pero hacía tiempo que no se esmeraba por adecentarla. Pilas y pilas de libros, como torres de castillos, se amontonaban en cada lado, y cada visita debía recorrer casi como una gymkana particular, el tramo hasta llegar hasta él, el Sabio que te recompensaba con su presencia.

Era el momento de la pausa. Treinta páginas. Ni una más ni una menos.

Cerró el libro con cierta violencia enmascarada en la necesidad de oler sus páginas una vez más. Lo dejó con antónimo mimo sobre la mesa, y con las manos sobre la espalda, se acercó hasta la ventana. Observaba los tejados a dos aguas del fondo recortando los reflejos lunares, como gorriones lastimeros dejando la ciudad. Le gustaba, como Stewart, observar las vidas ajenas e imaginarse sus ominiosas cotidianidades. Inventarse novelescas tramas que alimentasen su soledad.

La cara de Williams contra el cristal llega como un trazo de Van Gogh. Es algo indescriptible. Es una belleza rara. Sólo los ojos de Kaminsky saben encontrar el deje atractivo en una fealdad evidente. Pero sus ojos son puros y cristalinos, y su presencia es agradable como la de un hermano. Es una brisa que rompe la calma chicha de su melancólica nostalgia, cosa que en la mayoría de las veces le disgustaba. Era una tez monstruosa, que con la sombra que las velas proyectaban, le convertían en un improvisado fantasma de la ópera.

- Buenas noches, hermano... Llegas pronto - le dijo con la vista fija en el horizonte pero mirando a sus ojos a traves del reflejo. - ¿Sabes algo de Jason y Brook? ¿Han llegado ya a Londres? - Dejar la genial novela de Melville por preparar la reunión con Bellemore era una auténtica tortura. Era esas cosas que como al preso de la novela, le hacían odiar de su trabajo, y a la vez le impedían salir de su oscuro calabozo - Toma asiento, por favor... se presenta ante nosotros una larga noche... - se giró y le agarró del hombro - Nocte... terra incognita...

Harvey Williams (Corso)
Sabueso de la Coterie

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#3

Mensaje por Corso » 19 May 2020, 20:41

928.635.

928.635 eran los libros que quedaban de la otra parte del ventanal que, en silencio, reflejaba los cadáveres del lunático y de la rata. Las historias que encerraban nunca serían leídas, escritas o siquiera mencionadas. Ambos lo sabían. Como también sabían que las palabras solo tenían el valor que aquel que era su receptor les concedía. Ni más, ni menos.

Quizá, algunas de aquellas historias lo consiguieran. Solo unas pocas. Las que hacían temblar el pulso de quienes las ponían en negro sobre blanco: trovadores del nuevo siglo que lavaban su conciencia a base de Xanax, Prozac y ansiolíticos mientras, a golpe de tecla, atiborraban sus pantallas digitales de unos relatos una pizca más digeribles, una pizca menos amargos. Más...humanos y fáciles de asimilar por las mentes simples de aquellos aún no preparados para ver más allá.

¿Quién podía culparles?

Sin embargo, llegaría un día en el que el muro de los eufemismos ya no podría contener el bravo océano de transgresiones de allí afuera. Ese día, el velo a verse uno mismo reflejado no sería suficiente y entonces...bueno, entonces 928.635 libros exigirían ser abiertos, liberados al mundo y ya no habría más historias ni pecados ni palabras que se pudiesen barrer bajo la alfombra.

La verdad al desnudo. La exposición ante sí misma de una especie nacida para contemplar, comprender y aceptar sin prejuicio, miedo o duda su propia hostilidad. Su maldad. Su inherente oscuridad a través del resplandor de su monstruosidad. Su...perfección.

Pura poesía para el alma, tan hermosa que todo lo escrito antes de ese día carecería de valor literario; y, por supuesto, teológico, filosófico y moral.

Harvey Williams, mirando su hombro, pensaba en si acaso aquella mano apoyada en él sería la encargada de narrar esas crónicas despreciadas por centurias; y en que, quizá, ellos mismos formarían parte de esa apolínea biblioteca de los horrores como tomos de referencia a los que acudir con la avidez de un lector primerizo.

El nosferatu abandonó aquellas elucubraciones y miró la esfera del reloj digital infantil que se enroscaba sobre la carne podrida y huesuda de su muñeca derecha. La sonriente cara de Mickey Mouse marcaba las 03:25:03... 03:25:04... 03:25:05…

- Aún no, les quedan algo más de tres horas para aterrizar. Suponiendo que el viejo no haya retrasado el vuelo – le miro a los ojos y sonrió, dejando al descubierto dos largos caninos imposibles de ocultar. Adam conocía a la rata, al menos más que los demás, y sabía que podía tomar aquella sonrisa de viejo mastín como un gesto de afecto para con él que respondía a la mano sobre su hombro. Hermano le había llamado, y hermano también le sentía. Kaminsky sabía que el recién llegado se sentía a gusto allí.

- Gracias. Espero no haber importunado demasiado la soledad de tus pensamientos– miró un instante el libro que había dejado sobre la mesa y después extendió el brazo instando al malkavian a tomar asiento junto a él – El ayuntamiento está llenando de operarios las alcantarillas, esparciendo litros y litros de químicos en su lucha anual contra los seres que viven allí abajo. Tsk, tsk, tsk...- chasqueó la grisácea lengua contra el ocre de sus dientes - Intentar acabar con las ratas que viven bajo tierra y dejar pasear a las que lucen corbata por las aceras. ¿Curioso, verdad? - aquellas palabras tenían más sorna de la que aparentaban, pero Harvey dejó la retórica en el aire mientras tomaba asiento en uno de los grandes cojines esparcidos por el suelo del apartamento; hilvanando de forma soterrada las similitudes entre ambas sociedades, como un costurero. La voz del nosferatu era grave, cavernosa, casi como un ronco ladrido en histriónico contrapunto con la cara del canario Tweety que cubría su pecho.

- Una noche muy larga, sin duda alguna. Y, sin embargo, quizá la última en la que tengamos algo de paz. Me alegra pasarla en tu compañía, hermano – había sinceridad en las palabras del nosferatu, tanta como una buena carga de lógica preocupación - Aún me parece extraño que seamos nosotros los que, de cierta manera, vayamos a determinar el futuro de una ciudad como Londres. Dime, ¿Has resuelto los asuntos que tuvieses pendientes en San Francisco?

Adam Kaminsky (Jebediah_Gogorah)
Poeta Malkavian

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#4

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 20 May 2020, 16:46

- Pocos son los asuntos que me atañen, querido amigo. - El hijo de Malkav dejó la contemplativa estampa de la ventana y se sentó frente a la rata, en un sillón orejero. Recogió el libro que aún tenía a media lectura, y lo pusó sobre sus rodillas. No pensaba faltarle el respeto a Harvey y ponerse a leer, aunque su mente le estuviése pidiendo esa liberación. Tan solo pretendía, tenerlo entre sus manos, acariciar sus tapas... como si de una acompañante mascota se tratase. - Intento quemar los rastrojos de mi camino, Harvey... que nadie recuerde quien soy, ni quien fuí... que tan solo mi obra hable por mí... que mis versos sean mi legado - Sus palabras tenían tristeza acumulada... pero eran puras e iban cargadas de autocompasión - En ese sentido, envidio - de nuevo la envidia - a los de tu clan, hermano mío. Vivís vuestra no-vida cargada de resilencia, acatando el lugar que os han asignado... por lo tanto... ¿que diferencia a los nuestros de los operarios del ayuntamiento?... Ya te respondo yo... nada. Todos tememos lo que no vemos.

Kaminsky estiró la mano e hizo rodar hasta él una pequeña mesa camilla, más propia de los setenta del siglo pasado. Tenía formas redondeadas de tubos dorados, y un cristal verdoso cubierto por un mantel que algún día fue blanco. Sus ruedas chirriaban casi como los gruñidos de las auténticas ratas que poblaban los callejones bajo tierra donde moraba Williams. Las copas no estaban pulcramente limpias, pero tampoco parecían extremadamente sucias. Había preparado aquel pequeño "refrigerio" para la reunión, pero se había olvidado de los modales por el camino. Hacía un par de horas que Ludmila Patterson, aspirante a novelista, había dejado el apartamento de Adam, ligeramente obnubilada y mareada... pero con un buen desenlace para su primera novela. Su sangre, parte de ella, aún permanecía tibia, en la pequeña botella de cristal rugoso. No espero de su permiso, y simplemente le sirvió en una de las copas, para luego mediarse el la copa y desgustar un primer trago como si de un experto somelier se tratara.

- Y bien... - comentó mientrás se tocaba su alborotadisimo pelo, sin aparentemente ningún gesto claro - ¿que vamos a preguntarle a nuestro amigo Bellemore?... ¿Pretendes presionarlo o crees que vendrá con la información justa y vomitará todo como un loro?...

Harvey Williams (Corso)
Sabueso de la Coterie

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#5

Mensaje por Corso » 23 May 2020, 14:51

- Tu obra dará tantas versiones distintas de tu “yo” como interpretaciones hagan aquellos que se aventuren a comprendela, a comprenderte. No es un deseo minúsculo el que anhelas, amigo mio, la pretensión de la inmortalidad de una esencia a través de la pluma temo que, muchas veces, acaba por diluirse como una gota de tinta en un mar de subjetividades; hasta convertirse en mera espuma olvidada de una playa ignota.

La rata aceptó la copa con una gratitud apenas observable tras el pergamino de piel marchita y escamosa que conformaba su arrugado y severo rostro. La alzó ante sus ojos unos segundos, moviendo la mano en pequeños y suaves círculos para comprobar la viscosidad de su contenido y después la alzó levemente en dirección al malkavian – Sea como sea, espero que lo consigas y que eso te traiga paz – dijo con gravedad y afecto, intentando reconfortar a su compañero. Tras el gesto de brindis llevó el cristal a sus labios y bebió un pequeño sorbo, con la poca limpieza y escasa elegancia que le permitían los largos caninos expuestos y los resecos y cuarteados labios; si es que podían considerase como tales. Después continuó:

- No todos los de mi linaje tienen la misma capacidad de adaptación y aprendizaje para con ese lugar, o mejor...posición a la que hemos sido relegados- Harvey sonrió levemente de forma significativa - entre nosotros huelgan los eufemismo, viejo amigo - el nosferatu metió una amarillenta uña dentro de la copa, removiendo la sangre con la vista fija en el líquido carmesí. Ni mucho menos pretendía ser descortés, pero desde siempre había demostrado poca querencia por el decoro y una falta de costumbre a alimentarse de aquella manera y no extraer el líquido carmesí directamente de las venas de los recipientes que la contenían.

- Acatar, Adam, en más ocasiones de las que pueda parecer, es sinónimo de convenir. Ambos términos confluyen íntimamente en un juego de necesidades, favores, garantías y ganancias que, si te soy sincero, es cierto que nos beneficia a todos; pero no por ello justificará el orden instaurado para siempre y que además nos aleja de la verdadera comprensión de ese “yo”; cierto y pleno. En realidad, el temor a lo que no vemos es el temor a vernos a nosotros mismos. Una debilidad, bajo mi punto de vista, que nos convierte en seres incompletos y, en cierta medida, vacíos. Todo lo demás, es simple política, compañero.

Y tal y como dijo aquello, dándose cuenta de que quizá aquellos pensamientos estaban siendo lanzados más para sí mismo que para su anfitrión, hizo un ademán de mano para restarle importancia a sus palabras. No quería incomodar a su hermano y además, seguramente, tampoco era una noche para sumergirse en las turbulentas y agitadas aguas de la psique, como habían hecho en otras ocasiones. Levantó la mirada y observó en silencio por medio minuto a Adam. Allí, abrigado por las grandes “orejas” de aquel pretérito sillón, casi imbuido por su propia sombra en el deseo de desaparecer, acariciando las tapas de aquella ficticia mascota con entrañas de papel, se le antojó un querido y viejo cuentacuentos onírico rodeado por aquellos que más le habían dado calor y abrigo; los libros que escribía, pensó la rata, eran la verdadera progenie del hijo de malkav.

Sonrió con afecto y bebió un poco más para aclararse la ajada garganta antes de responder a sus preguntas.

- ¿Presionarlo? - Harvey guardó unos segundo de silencio en los que parecía estar reflexionando - No, sabes que no tengo dotes de líder ni creo ser capaz de intimidar a nadie más allá de toda esta…fachada. No olvidemos que Bellemore es, o al menos fue, Arconte de Lucinde, sino chiquillo suyo. Seguro que sabe masticar y escupir la presión como si fuese tabaco de mascar. Sin obviar, por supuesto, que a priori, puede ser nuestra única baza en caso de ayuda; y, en el peor de los casos, de rescate.

No obstante, te diré una cosa, haré todo lo posible por saber si toda la información que nos ofrezca es cierta, o no.


Williams se removió en el cojín para apoyar la espalda contra la pared que tenía detrás, como si buscase una comodidad que en realidad no necesitaba, mientras su rostro quedaba a merced del juego de luces y sombras que entraban por el ventanal. Casi como un símil de los claroscuros que dominarían la venidera conversación con el Ventrue.

- Supongo que las preguntas nos irán surgiendo conforme nos vaya dando información. Quizá sería conveniente preguntarle por los contactos que vamos a tener en la ciudad. Me interesa, mayormente, el primogénito de mi clan allí. Dikley atesora una buena red contactos y como es lógico pensar, el hecho de que sea un firme postulante al trono puede ayudarnos a obtener información veraz. Si es que podemos fiarnos de la información que puede darnos un nosferatu – sonrió levemente entre las sombras que maquillaban su cara.

- ¿Qué sabes del primogénito de tu linaje en Londres? Parece que esta posicionado del lado de mi hermano de clan. Aunque no me aventuraría a decir si eso puede darnos alguna facilidad o plantearnos algún impedimento.

Adam Kaminsky (Jebediah_Gogorah)
Poeta Malkavian

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#6

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 24 May 2020, 15:55

- Bah... no me preocupa lo más mínimo... - dice Adam sujetando la copa. Ahora sus piernas se cruzan, lejos de una pose formal y más cerca de una amanerada - Hoy en día cualquiera es Arconte... y si sabe escupir la presión como el que masca tabaco lo mismo es que no le ponemos lo suficiente a prueba. - Mira fijamente a la rata con una mirada, ahora férrea. Su ceño se frunce y sus cejas casi forman una uve en su pálido rostro - No quiero sorpresas ni imprevistos en nuestra misión en el Reino Unido, Harvey... no quiero descubrir vías de agua en nuestro casco, y mucho menos achicar agua, por lo que si tengo que apretarle los tornillos al chiquillo de Lucinde, en mi casa, bien que lo haré. - Bebe y sonríe, como si se acordara de un chiste o visualizara una situación graciosa, y luego mueve los hombros hundido en el sofá en un gesto de pueril rebeldía - Más teniendo en cuenta que en un par de días, cuando se haya chivado a mamaíta tendré un océano por medio.

La luz de las velas, hacía de aquella una bucólica estampa, extrapolable a casi cualquier época desde el inicio de los tiempos; una escena amable, con una conversación amable entre dos amigos.

- Mi primogénito, ¿dices? - de nuevo vuelve a sonreír - Vamos, amigo... no querrás que haga tu trabajo ¿no?... Además estoy seguro de que has leído los informes que han tenido a bien dejarnos, donde tu hermano historiador deja claro la extraña relación de Stead con la ciudad. Al parecer, mis hermanos, hijos de Malkav llegan a su ciudad como las palomas deseosas de pisar tierra. Me pregunto si vuelven con una rama de olivo o por el contrario con el pico partido. - Ahora su sonrisa muestra los restos bermejos de la vitae entre sus dientes - Pronto lo descubriré, Harv. En cuanto lleguemos a la milla cuadrada. - Vuelve a coger la botella cambiando de planes, y dispuesto a finiquitarla, ahora, antes de la llegada del invitado, al que ha medida que se acercaba la hora del encuentro, más tirria empezaba a cogerle - Viejo amigo, ¿tienes algo para complementar esa información?... ¿algun dato extraoficial que deba saber sobre mis poco cuerdos hermanos de sangre?. - Apenas le quiso dar tiempo para pensar en su respuesta, y enseguida le atropelló con otro requerimiento. Colocó la botella sobre la copa del nosferatu, haciendo que el chocar de ambos cristales llenara ese microsegundo de silencio - ¿Más sangre?.

Harvey Williams (Corso)
Sabueso de la Coterie

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#7

Mensaje por Corso » 26 May 2020, 12:59

Williams escuchó con atención las palabras del malkavian. O al menos, del malkavian que en ese momento se destapaba ante él. ¿Con cuantos de ellos departiría esa noche? A veces, el nosferatu, dudaba de si algún día sería capaz de descubrir a un Adam verdaderamente consistente, un Adam que lograse prevalecer sobre los demás, pues su hermano de coterie, su amigo, se le antojaba a menudo un ser conformado por un compendio de distintas pieles que, capa a capa, se iban sucediendo en una misma conversación, espacio y tiempo conformando, a su vez, un único ser del que ninguna de aquellas pieles podía ser apartada, sometida o desterrada.

Esa, entre otras, era una de las razones por las que se sentía a gusto junto a él. Aceptó de nuevo la sangre sin objeción y mientras daba cuenta de ella con un profundo trago miró al hijo de malkav a través del cristal que le daba forma a la copa; distorsionando las facciones del lunático al otro lado.

Para la rata, acostumbrado a indagar en las profundidades del alma y la psique de sus presas, en las motivaciones y rumbos de pensamiento menos comunes, acaso comprensibles o aceptados por las mentes de los demás, Kaminsky suponía un reto en sí mismo; una miríada de espejos enfrentados unos a otros como en los pasillos de los juegos de espejos en los que solía perderse cuando era niño; en los viejos circos y ferias del estado que le vio nacer hacía ya tantas décadas.

El pequeño Harv, como le llamaba ahora su compañero, se maravillaba entonces al ver cómo con tan solo darse la vuelta su estatura aumentaba veinte centímetros y su cabeza se hinchaba como un globo. O por cómo, solamente girándose, se convertía en un ser con joroba y tan delgado como el viejo galgo de sus vecinos, los Andersen. Y es que el renacuajo de Harv, entonces, caía maravillado ante el cúmulo de aberraciones, deformaciones, transformaciones y maldades que le devolvían aquellos seres de cristal; preguntándose a menudo “¿Y si en realidad soy así y son los demás los que me ven de otra manera, como un niño normal”?

Permanecía dentro de aquel mundo tergiversado durante horas, hasta que, agitado y nervioso, salía disparado como una flecha para no perderse el verdadero plato fuerte de las atracciones. En ese momento, presenciaba deslumbrado cómo aquellas deformidades se hacían corpóreas en la carne de unos seres que levantaban el miedo, rechazo y negación de los niños y adultos que asistían al mejor y más variado repertorio humano de seres atroces; expuestos al público por unos cuántos dólares. El corazón del pequeño Harv, entonces, latía con vehemencia y excitación, como el galope de un potro desbocado, pero no de miedo o desagrado, sino colmado de un vívido interés por comprender qué era lo que reflejarían aquellos que los demás consideraban “monstruos”. ¿Acaso un reflejo inverso? ¿Acaso eran ellos la normalidad -en la acepción más común del término-?

Su fascinación le llevó a un punto en el que nada más salir del colegio recorría a pié los casi cinco kilómetros que separaban el hogar familiar del circo, ávido por contemplar y entablar conversación con aquellos seres con los que empezaba a identificarse. Incluso, empezó a cambiar su forma de vestir, a veces disfrazándose a escondidas, dándole a su apariencia un tono freak que validaba como coraza para protegerse y, al tiempo, aislarse de las agresiones externas de un mundo hostil; pasando a convertirse en una vía para aceptarse, descubrirse a sí mismo y explorar un mundo incierto y plural. En consonancia con la extraña belleza que encontraba en la auto aceptación de la que hacían gala los que para su tierna mente eran “increíbles, bellos y fantásticos seres etéreos”.

Hasta que Jonas y Olivia, sus padres, descubrieron los macabros pensamientos e insólita conducta del pequeño de los Williams, y , temerosos de Dios, le castigaron y obligaron a abandonar tan insidiosas inclinaciones por el rechazo social -y divino- al que ésta estaba abocada en la época.

Sin embargo, fue tanta la empatía que profesaba para con aquellos hombres, mujeres y niños que aquellos años marcaron un gran punto de inflexión en su vida. Algo que arrastraría para siempre y jugaría un papel determinante en su futuro.

Ahora era Harvey el adulto, Harvey el cadáver andante, Harv. el no muerto...ahora era él el "monstruo" rodeado de otros monstruos y con su monstruosa voz retomó la palabra, contestando a su camarada.

- Poco más sé de lo que queda reflejado en los informes, hermano – dejó la copa medio llena apoyada en el suelo, a su derecha, y se relamió los labios pasando la áspera lengua hasta casi tocar la punta de su horrible y rugosa nariz. - Tenemos una Princesa que ha hecho volar por los aires un viejo tratado aceptado por todos los representantes políticos de Londres -que, además, hará llegar la metralla incluso hasta Edimburgo- y que ha llevado algunas de las Tradiciones hasta prácticamente el paroxismo; uno que le permite ser su mayor beneficiaria, por supuesto.

Hizo una pausa para volverse a apoyar contra la pared y volver a mimetizarse íntimamente entre las sombras. Por un momento, incluso Adam dudó de si Harvey permanecía allí o si habría desaparecido justo delante de sus ojos, como le había visto hacer en alguna ocasión. El escuchar de nuevo la ronca voz del nosferatu le sacó dudas. Allí seguía.

Desconozco, aún, – remarcó el adverbio- a qué juega el primogénito de los tuyos en Londres, Adam. Parece apostar por un cambio de gobierno y estar del lado de Dikley, pero esa relación que guarda con los “Brujos” me desconcierta.

Un nuevo silencio irrumpió entre ambos. No era un silencio incómodo, no entre ellos, sino la constatación de que, seguramente, ambos estaban pensando sobre aquello. De nuevo, fue Harvey quien retomo la conversación. Esta vez con un tono que no escondía un deje de ironía cargada de afecto.

- Sabes que te respeto, viejo amigo, y el gran aprecio que te tengo; pero no seas zorro conmigo, no es necesario – Kaminsky apenas podía ver su rostro, pero le conocía y sabía que una sonrisa de medio lado surcaba aquella máscara de piel verdosa y apergaminada - Ambos sabemos que tus “poco cuerdos hermanos” suelen guardar una claridad de ideas fuera de lo común en según qué situaciones. Ya sabes lo que se suele decir de las palomas, eso de que son...”las ratas del aire”. El que estén volando hasta Londres no creo que responda al mero azar.

Un nuevo trago de sangre sirvió para aclarar su garganta antes de continuar – Por otro lado, no desdeñemos a nuestro amigo el Arconte, aunque solo sea por la posibilidad de que llegue a jugar un papel, mayor o menor, en esta misión que nos han encomendado. Creo que sería más inteligente tenerle complacido, aunque sea de una forma ficticia que solo nosotros sepamos. No le facilitemos la opción de cerrarse en banda y juguemos a ser los chicos buenos que quieren que seamos, al menos, por el momento.

La demacrada cara de Williams volvió a la luz que entraba por el ventanal para proferir un gesto de asentimiento que buscaba el consenso de su hermano en ese punto.

- En cuanto a Sallow y las extrictas restricciones que esta imponiendo en la ciudad. Bueno, ya sabes lo que pienso al respecto de los Príncipes : A un tirano no se le agrada ni se le honra, a un tirano solo se le apacigua.

Y parece que los vástagos de Londres están cumpliendo sobradamente con esa labor tras su exitosa “Proclamación de los Susurros”. De la que, por cierto, te diré, que aún no he encontrado a ninguno de entre los míos que tuviesen siquiera indicios de las certeras “predicciones” de los movimientos Sabbat que desveló la Princesa. ¿Algo bastante...perturbador, no crees?


Dejó la pregunta unos segundos en el aire que no fueron suficientes para que su hermano de coterie contestara antes de que le sugiriese algo más.

- Como chiquillo de Lucinde y la lucha de esta contra la posible traición de los Príncipes de la Camarilla a favor del Sabbat, quizá pueda ponernos en la pista de cómo y por quién empezar a raíz de su propia experiencia pasada. Quizá sea un punto interesante que tratar con él. ¿Qué crees tú, viejo amigo?

Y después de aquellas palabras acabó con el último trago que le quedaba en la copa. Era curioso cómo la sangre menguaba y la vez que las preguntas empezaban a ser muchas; y complicadas.

Adam Kaminsky (Jebediah_Gogorah)
Poeta Malkavian

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#8

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 27 May 2020, 18:00

{ https://www.youtube.com/watch?v=-488UORrfJ0 - All blues by Miles Davis }

Una pequeña y fina lluvia había empezado a caer sobre la ciudad dorada. Cada minúscula gota golpeaba el cristal del salón del elevado apartamento de Kaminsky, tal vez como esas palomas londineses que llamaban a la locura. La mirada de Adam se perdía entre las sombras caprichosas y desdibujadas que las velas creaban sobre la pared. A veces, parecía que dos enormes garras negras aparecían y se posaban sobre los hombros del nosferatu. Pero él pestañeaba y se retraían de nuevo a su oscuro espacio.

- Harvey, amigo... - decía con cierta sorna el malkavian - ...¿de nuevo te vas a adjudicar el papel de poli bueno?... ¿No hemos cargado con esos roles durante bastante tiempo?.- Se levantó y de nuevo, desde la parte trasera del tresillo, mientras un relámpago, marcaba su silueta, posó su mano sobre el hombro del nosferatu (y de paso ahuyentaba la garra de sombra). Tras un par de segundos más de silencio, y con su figura contemplativa de nuevo en la ventana le dijo: - Vale, vale, hermano... jugaremos a tu juego. No quiero desestabilizar esa cabezita cuadrada que tienes amigo mío. No seré tu particular factor caos... a menos de momento. No sé cuanto tiempo podré reprimirme... ya me conoces. - Le miró - Complaceremos al arconte. Dejaré que lleves la voz cantante y así estará, estaréis, a salvo de mi serpentina y desbocada lengua.

Cambio de tercio rápido, sin darle prácticamente espacio a la réplica. Así era Adam, una constante contradicción, con unas de cal, otra de cal y ya luego alguna de arena. - No te preocupes por mi primogénito en UK. Tarde o temprano descubrire que trama con los Tremere, que por seguro, se verán más beneficiados que nadie de cualquier pacto. Desde que llegue allá me pondré a trabajar en ello. - Se acercó a la rata - Espero que nuestro intercambio de información sea fluido y cristalino, y tambien averigues los puntos de nexo entre tu primogénito y el mío... y porque abanderan realmente, el cambio de gobierno.

Camino hacia el tocadiscos, donde Miles Davis musitaba con su trompeta e inundaba con cierto deje noir toda la sala. Levantó la aguja y le dio la vuelta al disco. Bajó de nuevo el brazo y de forma mágica, volvió de nuevo la sonatina del afroamericano a llenar cada rincón vacío. - Me parece buena idea preguntarle a Bellemore sobre la Espada. Seguro que nos dará un buen pie para hacer la búsqueda de la aguja en el pajar. Pero seamos más sutiles que insistentes. No queremos que en la Torre desdichen nuestra fama de resuelta coterie. - Se sentó, pero esta vez al lado de Williams, pusó su mano en su muslo, de una forma ni fría ni cariñosa, pero claramente, sin venir a cuento. Golpeó con su palma dos veces su mullido y carcomido cuadriceps. - ¿Y tu que crees camarada?... Entremos en el pantanoso y escurridizo terreno de la especulación. ¿Será nuestra futura y amada Principe una experta conocedora del Sabbat o por el contrario será una simple marioneta con el Ankh invertido en su muerto corazón?. - La pregunta, como diría Mister Zimmerman... quedó flotando en el aire.

Harvey Williams (Corso)
Sabueso de la Coterie

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#9

Mensaje por Corso » 29 May 2020, 21:17

So What.


- ¿Poli bueno? - le dieron ganas de reír por primera vez esa noche - ¿Poli bueno, eh? Vamos Adam, no me jodas – Acotó, sin acritud ninguna - Ya en vida me tildaron de corrupto y...- pensó un par de segundos - ¿Quién demonios soy yo para llevarle la maldita contra a nadie? - sonrió, aunque de forma vedada.

Después volvió a sentir la mano del malkavian apoyada en el hombro mientras el trueno que derivó del rayo hacía vibrar el cristal del ventanal.

- Aquí no hay más rol que el que cada uno esté dispuesto a coger, amigo, y no recuerdo en qué momento he dado un paso al frente postulándome en nuestra Coterie como la voz cantante que nunca he sido y que, no te equivoques, tampoco tengo intención de ser – el nosferatu parecía estar recordando en ese momento algún incidente del pasado. De su pasado colectivo más próximo. No había ofensa ni mala sangre en sus palabras; quizá un ápice de algo parecido a la culpa, o a una herida abierta hacía poco tiempo y que estaba tardando en cicatrizar - Dejemos lo de ser polis a quienes sepan, y quieran, llevar una placa – lo dejó ahí, sin ponerle ningún nombre concreto a sus palabras.

- Así que, no te preocupes, ni tú ni yo creo que estemos a ese lado de la línea. Al menos, no, en el sentido en el que está la mayoría de nuestros congéneres. Hay belleza en el caos, para quien es capaz de verla. El caos – incidió, tranquilo, con sinceridad - es a menudo el embrión que nos lleva a la verdad, pero deja que te haga una pregunta ¿De qué nos sirve el caos en una situación de por sí ya caótica? - Kamisnky sabía que la rata no esperaba que contestase.

Lo que digo – levantó la copa vacía y sucia de restos de sangre oscura y reseca delante de sus ojos, cerrando el izquierdo como si estuviese mirando a través de un catalejo por el que otear el horizonte – es que en esta condición nuestra, todo se trata de perspectiva. Y la de la Torre, si en algún momento nos salimos del tiesto, será la de estar facilitándole valiosos recursos de diversa índole a cuatro vástagos que han perdido hace poco a un quinto por su propia necedad; y que, además, consideran como algo inteligente “atosigar” al tío que puede facilitarles la vida en una misión de la envergadura de esta que nos traemos entre manos.

El nosferatu guardó un momento de silencio, dejando que el “So What” de Davis se abriese eco entre el minúsculo espacio que ahora les separaba. Sintiendo aquel gesto de familiaridad sobre su cuadriceps maltrecho y lleno de verrugas y llagas cubiertas de pus.

- Recuerda que la fama de nuestra resuelta coterie puede ser arrancada de cuajo en Londres tan rápido como nuestras desbocadas lenguas si no sabemos cómo y cuándo utilizarlas. ¿Sabes? Después de tantos años, he llegado a la conclusión de que observar más -y mejor- y después pensar y comprender; al final sale más rentable que hablar en exceso y sin contención a la hora de mantener la cabeza pegada al cuello.

- Así que, compañero – siguió, dotando a su tono del afecto y cordialidad que siempre tenía con el cadáver del poeta - apliquémonos el cuento y más que polis buenos o cabrones aprieta clavijas, juguemos a ser simples supervivientes y tener los ojos bien abiertos. Abiertos de cojones. ¿Qué me dices?

Harvey le dio, entonces, un par de pequeñas, ásperas y significativas palmadas en el dorso de la mano al hijo de malkav. Sin condescendencia ni ninguna pretensión dogmática, pues Adam estaba muy lejos de necesitarla. Aún así, parecía estar plenamente convencido de lo que decía.

- Un intercambio de información fluido y cristalino. No olvides nuestros respectivos linajes. ¿Acaso podría ser de otra manera?- una sorna no disimulada apareció en aquella cansada sonrisa de viejo mastín antes de entrar en el pantanoso terreno que su camarada le sugería. Harvey frotó en pequeños círculos sus sienes con el dedo índice y pulgar de la mano con la que había palmeado el dorso de la del malkavian. En realidad no le era necesario, pero era un gesto innato que le había acompañado desde antes de ser abrazado.

- ¿Con los informes que tenemos y Lucinde de por medio? Querido amigo, aún es pronto para saberlo, puede que sí. Todo parece indicar a eso ¿No? - De nuevo, la trompeta de Davis acarició la conversación tomando cuerpo entre el nuevo y fugaz momento de silencio que se produjo entre ambos. Tras un precioso fraseo Harvey retomó la conversación.

- Sin embargo, no puedo dejar de hacerme otra pregunta. ¿Sea verdad o no - y quiero decir que ya descubramos que su muerto corazón tiene grabada una Espada o que su conocimiento de los movimientos de esos animales sea un acto de clarividencia divina – crees realmente que nuestros congéneres en Londres, si no la misma Torre, le va a permitir estar sentada en el trono mucho más? ¿Que no nos van a utilizar para, en un sentido u otro, quitársela de encima?

El disco acabó, el maestro dejó de tocar la trompeta y la pregunta quedó acompañada del sordo sonido de la aguja arañando el centro del ahora mudo vinilo. La rata se levantó lentamente y fue él quien se dirigió ahora al gran ventanal, escrutando las titilantes luces de una ciudad a la que no sabía si algún día volvería. Esperando tras de sí una posible respuesta de Kamisnky entre aquellas tierras llenas de lodo por las que estaban transitando; aunque, en realidad, no la necesitaba.

Adam Kaminsky (Jebediah_Gogorah)
Poeta Malkavian

Re: [Racconto] Palabras y sombras

#10

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 29 May 2020, 21:58

{ https://www.youtube.com/watch?v=TLDflhhdPCg - Blue in green by Miles Davis }

- Maldito cascarrabias - dijo sonriendo y con sorna el malkavian. Sus dos ojos pequeños y hundidos miraban brillantes al nosferatu - Siempre en la sombra, hermano. Estás desaprovechado en nuestra cuadrilla con tremenda verborrea. Es más, deberías prologar mi próximo libro. - Sus palabras quedaron entredichas en el aire, sin quedar muy claro si despachaba elogios a su camarada o estaba siendo irónico. Dejó que la aguja sonará un rato, hasta casi sentirlo in crescendo en su cabeza, como si aquel ruido blanco se sintonizara con su cabeza. De hecho finiquitó primero la sangre de la jarra sirviendo los restos en las copas, y ya luego giró el disco a su cara B.

La Cara B... la otra cara ¿Que cara estaba mostrando él aquella noche?. Era indescifrable... entre otras cosas porque Adam tenía mucho más que una personalidad dual. Eran tantas caras como un poliedro. Incluso él muchas veces se preguntaba porque lo soportaban. Harvey había empezado a usar un lenguaje más coloquial y menos estirado, lo que al poeta le dio la impresión de que significaba que tal vez, no le gustara la faz que le estaba mostrando en aquel momento. Sus demonios internos se debatían entre un "que se joda, yo soy así" a un "vuelve al redil... los necesitas tantos como ellos a ti".

El recuerdo de Derek esfumó aquella discusión en su desordenada cabeza. Le devolvió sentimientos de hermandad y fraternidad... y se dio cuenta de que únicamente los tenía a ellos... y a sus admiradores. Y claramente, solo se fiaba de los primeros. Aún así, aquello no le alegro, sino que el recuerdo del hermano caído, le amargó el alma como un verso enrevesado, con una belleza tan poderosa como para ser capaz de ser el epicentro del poema, pero es capaz de fastidiar la métrica para con el resto. Así se sentía cuando recordaba a Gradon... y de nuevo sentía caer sus cenizas entre sus dedos, como si una perceptiva alarma se activara en su muerto cerebro. Aquel dolor le hizo, ésta vez adrede, moverse hasta el tocadiscos y poner el ruido blanco de la aguja... y recitar el poema oscuro, que influenciado por Nietzche, escribió tras la pérdida de su hermano, de la que tan responsable se sentía. No le importó que estuviera Harvey, ni le preocupó no contestar a sus preguntas. Tan sólo vomitó el sentimiento que le venía desde las entrañas. Era su forma genuina y única de llorar su recuerdo:

-Rechazo todas las formas, e incito al Caos.
La crueldad es ante todo lucidez.
Es conciencia extrema.
No hay crueldad sin conciencia.
La conciencia da el matiz cruel.
La vida en si es cruel,
porque implica siempre la muerte de alguien.
Toda vida se nutre de otra vida.
La crueldad... es ese deseo de vivir.

Para la vida, la crueldad es fundamental
porque lleva la vida a su final a cualquier precio.
En el deseo de vivir es crueldad.
El sexo es crueldad.
La muerte es crueldad.
La resurrección es crueldad.
No comprender esto es no saber la verdad.

No uso la palabra crueldad por un gusto sádico
o una perversión espiritual.
No se trata de la crueldad como un vicio,
sino al contrario.
En un sentido puro, de un impulso del alma.

La vida no puede dejar de ser cruel,
sino ya no sería vida.

Tras un extraño e irrellenable silencio, tan sólo comento: - Seremos espectadores de primera fila de la caida de nuestra Principe, amigo mío...

Editor completo

Volver a “[MdS] Tiempos remotos”