[Racconto] Ciclos eternos

Escenas del pasado que sustentan nuestro presente.

Moderador: Theazlin

Narrador (Theazlin)
Máscaras de Sangre

[Racconto] Ciclos eternos

#1

Mensaje por Theazlin » 24 May 2020, 00:14

· Ciclos eternos · Imagen 08 de diciembre del 2019 Racconto para Jason Harrison y Brook Wilson Imagen Imagen "El viento transporta susurros de renovación, como promesas mustias que quieren florecer. Lo hace por compasión del viajero que busca en otra ciudad la virginidad de un nuevo comienzo ajeno a la verdad que le persigue incansable: los comienzos no existen pues todos y todo formamos parte de los ciclos de la existencia; unos ciclos inhumanos, implacables y eternos." Imagen


El sol se puso exactamente a las 15:52 de la tarde. Esa era, sin duda, una de las ventajas de Londres. La otra era que el sol no saldría hasta las 07:53 de la mañana, tal y como había consultado Jason antes de abandonar San Francisco. 16 largas horas de oscuridad en su primera noche en la ciudad; la misma ciudad que, casi como si quisiera demostrar que la fama que se había ganado no era una exageración, les había recibido con lluvia y ahora acogía su despertar con una tormenta.
Los cristales de la habitación del hotel eran gruesos y amortiguaban lo suficiente el sonido de los truenos como para que se pudiera decir que imperaba un profundo silencio en ella; un silencio que constantemente era desterrado por el tic tac del reloj de pared que se hallaba en la antesala de la suite que había reservado a nombre de J. Harrison. Eran cerca de las cinco de la tarde cuando Jason, que se había vestido con una camisa blanca hecha a medida y un traje negro de corte italiano, abandonó la habitación. Cerró y se guardó la tarjeta lectora en el bolsillo interior de la americana y avanzó por un amplio pasillo en dirección a la otra suite, la de B. Wilson. Sus pasos apenas eran audibles pues la moqueta granate que cubría todo el suelo se encargaba de enmudecer cada pisada.

Jason sentía cierta inquietud al tiempo que una controlada excitación y mientras se acercaba a la puerta 773, su destino, no pudo evitar recordar a Adam diciéndole: "Los nuevos comienzos son como una hoja en blanco. Albergan todos los posibles futuros potenciales de la misma manera que cuando un escritor se sienta ante una hoja en blanco tiene ante sí la mejor novela de todos los tiempos y, al mismo tiempo, nada. El vacío que sustenta un mar de posibilidades. Pero cuidado, los terrores del escritor no solo habitan en la forma que pueda tomar el papel, también residen en las formas que no va a adquirir. Buena suerte". Siempre era complejo entender los hilos de pensamiento de Kaminsky. Al menos aquella vez había hecho un símil bastante lógico, aunque a Jason se le escapaba qué narices había querido decir con todo eso de los terrores del escritor. Agarró la solapa de su americana y se colocó bien la prenda, ajustada a la perfección a sus hombros, antes de picar sutilmente con los nudillos de su mano derecha en la puerta.
Unos segundos después Brook la abrió para, un instante después, girarse y regresar al interior de la estancia, dejando el paso franco para Jason.

El toreador había abierto las cortinas y desde aquella planta, la número siete, se veía perfectamente la silueta de Londres dibujada contra el cielo con cada rayo. El trueno tardaba en llegar por lo que la tormenta aún estaba lejos pero se acercaba y lo hacía lenta pero inexorablemente. Jason entró, cerró la puerta y se acercó a su hermano de coterie. Ambos observaron, juntos, la ciudad mientras las gotas de lluvia impactaban contra el cristal para luego resbalar por el creando regueros de lágrimas que deformaban la visión. El tic tac de un reloj, exactamente igual al que tenía Jason en su habitación, hizo que el Ventrue apartara la mirada del ventanal por un momento. Las 17:03. Volvió a girarse hacia Brook y luego hacia la ventana. Ambos habían leído los informes que La Torre les había hecho llegar. No tenían ante sí una ciudad cualquiera. Eran plenamente conscientes de ello, y esa noche empezaban a jugar su papel en aquella extraña partida que no habían comenzado pero a la que habían sido invitados.

- ¿Y bien? ¿Cuál es el plan? -dijo Brook sin desviar su mirada del ventanal por el que se colaba un pedazo de Londres en la habitación.

Jason Harrison (Endimion1)
Ventrue Escudo de la Coterie

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#2

Mensaje por Endimion1 » 24 May 2020, 20:37

Una desapacible noche, que parecía sacada del poema de El Cuervo de Edgar A. Poe, era la tarjeta de presentación que, para The Big Smoke, el destino había preparado para Brook y para él. Hacía que el "apodo" que recibía la capital británica perdiera toda su fuerza y veracidad pero sin duda, una vez se apaciguara la tormenta y el húmedo frío se condensase, la niebla resultante sería tan espesa que no dejaría ver más allá del palmo de sus narices.

Jason se alegraba de que el viaje hubiera salido según sus expectativas. El Ventrue era un ser poco dado a los contratiempos, los cuales le irritaban, en especial cuando aparecían en sus bien calculados y programados movimientos. Aún así nadie estaba libre de ellos y era parte de su habilidad el reaccionar y adaptase para tomar el curso de acción mas eficiente cuando aparecían. Por suerte esta vez no había sido necesario. Si bien es cierto que la fortuna es algo que se recoge tras sembrar el duro trabajo, y el haber estudiado la estadística de retrasos que sufrían las distintas compañías que operaban el trayecto Bostón-Londres para elegir la que más les convenía había sido prueba de ello, no se podía estar al cien por cien seguro de que no se pudiera dar algún tipo de imprevisto. El clima, un fallo o retraso en la salida del vuelo o un simple problema de disponibilidad de pista de aterrizaje podría haber sido fatal, teniendo en cuenta la especial naturaleza de ambos vástagos.

Volviendo en sí de sus pensamientos Jason cruzó, con el paso firme y porte regio que se esperaba de un miembro del clan de los sangre azul, el umbral de la habitación de su compañero toreador, cerrando tras de sí la puerta. En su mano derecha llevaba un maletín, de unos 80 x 50 centímetros, de color azul profundo y con el anagrama de Christie´s, que según sus instrucciones, le habían entregado minutos antes en su suite. Lo dejó sobre la cama de Brook, con suavidad, y extrajo una pequeña tarjeta de visita del bolsillo interior de su chaqueta.

-Buenas noches viejo amigo. -saludó Jason. Espero hayas podido descansar y te sientas con fuerzas para esta larga noche. Tenemos una agenda un tanto "apretada" pero tranquilo, lo he programado todo para que podamos optimizar al máximo nuestro tiempo. Pero antes de seguir, tal y como te prometí, aquí tienes tus queridas Colt, junto con un pequeño presente por las molestias ocasionadas.

El Ventrue abrió el maletín, fijando el código que estaba escrito en el reverso de la tarjeta de visita en el cierre de seguridad, y lo dispuso para que su contenido quedara de cara al toreador. En su interior, forrado en terciopelo rojo, se encontraban perfectamente acomodadas las dos armas de Brook, además de una pequeña caja de madera, que contenía cinco puros de la Imerial Brand, y un bastón, desmontable, que ocultaba en su interior un estilete.



-Espero que sea todo de tu agrado. -inquirió el Ventrue. Como hablamos en San Francisco este país tiene unas estrictas normas en lo que se refiere a la tenencia de armas de fuego, por lo que tuve que, de manera ficticia, crear una subasta de las dos pistolas para luego comprarlas por tí, tomándome la libertad de usurpar tu buen nombre. Por supuesto no hay de que preocuparse por nuestros fondos, los cuales no se han visto afectados a excepción de la pequeña comisión que se queda la casa de subastas, que muy amablemente, y debido a la presteza con la que se hizo la transferencia, ha tenido a bien obsequiarnos con una caja de Habanos de la mas selecta tabaquera del país. Por supuesto, y dado que están legalmente registradas como un objeto de coleccionismo, no sería prudente que la autoridad competente se percatara de que las llevas encima, por lo que te sugiero que las uses solamente en caso de extrema necesidad. Es por ello que añadí el bastón, que entiendo que te resultará útil y, teniendo en cuenta su acabado y fina factura, estarás de acuerdo conmigo en que se trata de un excelente complemento para tu outfit, si me permites la apreciación. En cuanto a la munición tranquilo, he localizado un par de armerías cerca de tu refugio en las que, con este documento, podrás comprarla sin problema.

Jason aguardó a ver la reacción de su compañero. Tenía mucho que contarle, pero no quería atosigarlo. Sabía de la redomada calma, por decirlo suavemente, que mostraba su amigo y no quería forzarlo ni abrumarlo, al menos hasta que no estuviera seguro de que el toreador estaba de buen humor, o al menos que despachaba un humor menos agrio de lo habitual.

Brook Wilson (Skarab(Dalina))
Camarógrafo Toreador

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#3

Mensaje por Skarab(Dalina) » 27 May 2020, 19:12

Abrió los ojos y notó como la sangre volvía a fluir por sus venas. Estaba en Londres, la ciudad de la niebla. Había volado hasta aquí con su compañero Jason en lo que podía ser una de las noches más largas de su no existencia y en lugar de disfrutar de ésta, la había perdido leyendo informes y charlando sobre planes que obviamente, ya no recordaba.

El estridente sonido de un trueno lo puso en pie. Todo estaba oscuro y quería ver cuáles eran las noticias de hoy. Se dirigió a por el mando de la televisión y busco BBC News. La habitación se iluminó dejando a la vista la maleta abierta de par en par y la ropa de ayer tirada en el suelo.
El Toreador “dormía” con ropa de cama, que consistía en un cómodo pantalón rojo con cintura y puños elásticos y un jersey, también rojo y con los puños elásticos, pero con dos franjas doradas que descendían desde el cuello hasta el final de la manga.

Las noticias no llamaron su atención. Se acercó a subir las persianas y observó la tormenta. LE apetecía ver Londres. Le apetecía ver el Big Ben, la Torre 42, el Rallador de Queso… pero tenía que conformarse con poder diferenciar cada una de las gotas que caían, aunque eso también lo había visto desde su casa…

El tiempo pasó volando, y su compañero de coterie había entrado en la habitación sin que Brook se diese cuenta. Lo primero que pensó el farsante fue “¿Le habrá gustado mi pijama?

El señor Harrison, no se andaba con rodeos. Había pasado las dos pistolas y Brook estaba algo emocionado. Mostraba esa sonrisa infantil y de alegría. No sabía cómo agradecerle lo de las pistolas. Pero es que, además, los regalos no cesaban, uno a uno el Toreador los observaba y los disfrutaba durante unos segundos. Primero observó el buen color de los Imperial Brand para continuar pasando por su nariz y catando ese selecto olor a vainilla. Después se centró en su nuevo juguete. Su nuevo bastón. Le encantaba andar con bastón, le hacía “especial” y además este bastón era especial. Su diseño perfecto a la vez que ergonómico guardaba un secretito. Un estoque que tranquilizaba al degenerado.

- Muchas gracias. – Dijo mostrando verdadera alegría– no sé cómo devolverte esto. En serio.

Brook se sentó en la cama y apoyó sus dos manos sobre el bastón, para ponerse algo más serio.

- Perdona, Jason. ¿Los vástagos de Londres tampoco pueden llevar armas? ¡Venga va! Además las llevaré enfundadas bajo la chaqueta y nadie tiene por qué notarlo. – Se levantó en dirección al baño – Va, sigue contándome que me tengo que duchar y espero que nos dé tiempo de ir a alguna tienda del Soho.

Jason Harrison (Endimion1)
Ventrue Escudo de la Coterie

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#4

Mensaje por Endimion1 » 28 May 2020, 20:57

Un relámpago iluminó la suite 773, que en esos momentos solo estaba alumbrada por la ténue luz de la televisión que tenía Brook encendida y la lámpara de mesa situada a la derecha de la cama donde el toreador había estado descansando. Jason se sintió satisfecho, nuevamente, al comprobar que todo estaba saliendo según lo esperado, si bien le importunó un poco que su compañero aún estuviera en pijama, algo que por supuesto no había razón de mostrarle al farsante.

De un lado había conseguido atraer la atención de su viejo amigo hacia sus queridas Colt y los nuevos “juguetes” que el Ventrue le había regalado, lo cual sin duda mejoraría su predisposición ante todo lo que el propio Jason tenía preparado para aquella noche. Por otro lado, y de manera sutil, había conseguido que Brook le debiera una. Por supuesto no iba a cobrarse ese favor pero, conociendo como conocía al farsante, no había duda de que, en el momento que lo necesitase, el sangre azul podría contar con su colaboración…

... La relación de Brook y Jason era, cuanto menos, curiosa. El Toreador, frío y seco con los vástagos con los que trataba y con una reputación cuanto menos cuestionable, debido en gran medida a las difamaciones de su sire, parecía mostrar cierto respeto y fascinación, por definirlo de algún modo, por el trabajo que el Ventrue llevaba a cabo para la coterie. Si bien era cierto que eso no le hacía recibir un trato “especial” por parte del farsante el caso era que, cuando le necesitaba, Brook siempre estaba ahí, sobretodo en las situaciones más extremas donde, a juicio de Jason, se mostraba la auténtica valía de un hombre. Todo esto venía dado, según la opinión del sangre azul, por la formación militar que ambos compartían y su experiencia en conflictos armados. Cada uno, a su manera, había luchado y sobrevivido a las penurias y sinsabores de la guerra y, de un modo más o menos cruel, habían sentido en sus carnes el peso que la pérdida de un camarada llevaba consigo. Quizá por ello ambo vástagos habían sido los que “mejor” habían llevado la pérdida de Dereck. Los dos habían sentido, de una manera u otra y como el resto de los miembros de la coterie, la pérdida del Brujah pero, al menos en apariencia, habían sido los que de manera más natural y digna habían llevado el luto y la sensación de culpa…

… Jason volvió de sus reflexiones internas, deseando que su compañero no se hubiera percatado de ello, algo que veía harto difícil teniendo en cuenta los dones que su sangre otorgaba al Toreador. No obstante, y gracias a que Brook parecía estar más pendiente de comprobar el equilibrio y el diseño del su nuevo bastón, quizá la momentánea ausencia del Ventrue habría pasado desapercibida para el farsante.

-No hace falta que me devuelvas nada, viejo amigo. –respondió el sangre azul a su compañero. Al fin y al cabo ambos estamos metidos en el mismo barco y cada cual, a su manera, debe de ayudar al resto para poder cumplir con nuestro cometido en Londres y poder resolver el, si me lo permites, complejo rompecabezas que ante nosotros presenta esta legendaria ciudad.

El Ventrue hizo una pausa mientras se acomodaba en uno de los sillones de la suite de Brook, pues visto lo visto aún le tocaría esperar a su compañero un buen rato, para proseguir con su discurso.

-En lo referente a tus queridas Colt – continuó Jason. Creo que sería más prudente que no las llevaras siempre encima. Por supuesto que sé que eres capaz de evitar que te pillen con ellas y, sin duda, muchos de los vástagos de la ciudad llevarán sus propias armas con ellos en todo momento, pero recuerda que nosotros, aún con el respaldo de nuestra tapadera, no somos más que unos recién llegados a una ciudad regida por una Princesa que, en mi opinión, gobierna con mano de hierro. Ir armados no es algo que nos vaya a ayudar a mantener el perfil bajo que, de primeras, creo que deberíamos mostrar. Como bien sabrás la gente se fía más, y es más propensa a confiarse y compartir información, con aquellos a los que no percibe como una amenaza. Además, y por eso me encargué de conseguirte ese bastón, creo que eres más que capaz de defenderte con el estilete; recuerda que por suerte, o por desgracia, he visto de lo que eres capaz en combate más veces de lo que me gustaría.

El Ventrue hizo un breve inciso, infundiendo a aquel momento de una pausa dramática que, amparada por la tormenta, otorgaba aún mas solemnidad a sus palabras. Lo que venía ahora era la parte más importante de su discurso. Había elaborado un plan, una agenda para aquella primera y larga noche en Londres, y su compañero ya le había insinuado su deseo de ir al Soho. Por suerte Jason había tenido en cuenta hasta el más mínimo de los detalles, estudiando y sopesando cada una de las posibles incidencias o vicisitudes que se le pudiera presentar aquella noche, y había previsto que algo así pudiera pasar.

-Deberías comenzar a asearte y prepárate Brook. –prosiguió el sangre azul. Mientras tanto te contaré todo lo que tengo preparado para esta noche. Si nos ponemos pronto en marcha, y si nada se tuerce, estimo que nos quedará tiempo suficiente para que puedas ir de tiendas, como es tu deseo. En primer lugar, y una vez estemos listos, bajaremos a recepción a realizar el check out y a pedir que, mientras tanto, los botones carguen en el vehículo que he alquilado, y que debe estar aparcado en el parking del hotel, el equipaje que, tal y como te dije, encargué a una empresa de portes que nos trajera desde el aeropuerto hasta aquí. Después visitaremos los refugios de Harvey y Adam, para comprobar que está todo en orden. Las llaves también deberían estar en un sobre en recepción, pues pedí a las inmobiliarias que se encargaran de hacérmelas llegar al hotel. Después iremos a tu refugio, para que puedas dejar tu equipaje, darle el visto bueno, e ir familiarizándote, a través de un pequeño paseo, por el barrio donde está situado. Por último iremos al ático que he alquilado para convertir en mi refugio y allí, si todo va bien, mantendremos una reunión informal con Erza Jones, Guardián del Eliseo de la ciudad, para informar de nuestra llegada a Londres y solicitar cita, para dentro de una semana, con el fin de presentarnos como coterie ante la Princesa Sallow y así cumplir con la quinta tradición. Envié un mensaje, a través del contacto que nos facilitó la Torre, al señor Jones anoche justo antes del amanecer, instándole que se reuniera a las 3 a.m. en punto con nosotros, si es que sus deberes se lo permiten.

Jason aguardó, entonces, a la respuesta de su compañero. Por ahora ya le había contado suficiente como para poder comenzar con sus quehaceres. La noche era aún joven y, por suerte, más larga de lo que estaban habituados. Habría tiempo de sobra para seguir conversando sobre la ciudad, sus vástagos, las primeras impresiones que habían sacado de los informes de la Torre y de por qué el Ventrue había elegido al Guardián del Eliseo como su primer contacto en la ciudad…

Brook Wilson (Skarab(Dalina))
Camarógrafo Toreador

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#5

Mensaje por Skarab(Dalina) » 30 May 2020, 17:40

Se quitó la chaqueta del pijama dejando su envejecido torso al desnudo. Se mostraba delgado y muy fibroso, con unos músculos muy definidos y pectorales poblados por un blanco cabello que parecía haber caído desde su barba

- No me jodas, hombre. – Al toreador le molestaba no poder llevar sus pistolas al principio. Mucho más de lo que se imaginaba su compañero.

Se puso en cuclillas para recoger su neceser de la maleta, deshaciendo, aún más, la ropa que había traído. Además pareció coger un par de prendas al azar, y antes de cerrar la puerta del baño añadió - Bueno, salgo enseguida. Me doy una ducha, me seco el pelo y salgo. Ponte lo que quieras en la tele.

Estuvo en el servicio durante más de media hora. En ese tiempo se ducho, se secó el pelo y lo peinó hacia atrás. Seco su barba y bigote, y los peino a la moda para sentirse a gusto consigo mismo. Se perfumo usando “Invictus”, de Paco Rabbane, y cuando salió lo hizo deslumbrante. Taje negro, de pantalón ajustado y americana a juego aunque de sisa amplia. La camisa blanca parecia de lino y los dos primeros botones cercanos al cuello los llevaba desabrochados, mostrando así un aspecto más juvenil y desenfadado.

El tiempo que estuvo en el baño pudo ser desesperante. Tarareó y cantó una sola canción. Es una canción que se mete en la cabeza y no puedes dejar de cantar. Podría haberla escrito un vástago de Londres. Un jodido Toreador enamorado… Last train to London. Parecia que Brook estaba contento por viajar a una nueva ciudad con sus amigos y quizás aún no era consciente de que había venido a trabajar.

Recogió su cámara de fotos, se vistió su abrigo, se puso las lentes que no necesitaba salvo para llamar la atención y al agarrar su nuevo bastón advirtió sobre las pistolas a Jason por última vez – Esperó no echarlas de menos.

Una vez fuera de la habitación, aumentó sus sentidos escudriñando las auras de su alrededor. No buscó sentimientos diferentes sino seres sobrenaturales con auras diferentes a las de un ser humano y que llamasen su atención.
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"Escudriñar el alma" es algo que siempre voy a tener activado. Siempre que estemos en la calle no haré el esfuerzo de buscar a alguien lejano a no ser que lo indique, pero si que tendré identificadas a las personas que estén a mi alrededor, es decir, si son sobrenaturales o no, en la medida de lo posible. Todo esto si los dados son buenos claro.

Para el tema de "Ver lo invisible" lo iré añadiendo. Pero por norma, siempre que inspeccionemos una habitación intentaré buscar algo con eso.

- Por cierto, creo no haber leído nada en los informes del imbécil ese del que me has hablado, el guardián. ¿Qué sabemos de él aparte de que es un Ventrue?

Jason Harrison (Endimion1)
Ventrue Escudo de la Coterie

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#6

Mensaje por Endimion1 » 31 May 2020, 14:05

Jason se acomodó en el sillón que había elegido, aquello iba a tomar más tiempo del que había previsto y no había motivo para pasarlo de manera incómoda. El toreador aún tardaría, al menos treinta o cuarenta minutos, en acicalarse, tiempo que podían permitirse y que no alteraba para nada sus planes, al fin y al cabo hasta las 19:00 no debían abandonar sus habitaciones.

El Ventrue aprovechó, entonces, aquellos minutos que le otorgaba el destino para sus propios quehaceres. El sangre azul no era amante de malgastar su preciado tiempo y, si el destino había dispuesto el otorgarle ese preciado momento de ocio, quién era el para desaprovecharlo. Sacó su teléfono móvil del bolsillo y, conectándose a la WiFi del hotel, comenzó a navegar por la red, dirigiéndose rápidamente a comprobar su correo. En primer lugar filtró los mensajes de Mindy, su secretaria, ninguno especialmente importante. Eran básicamente autorizaciones y confirmaciones de pago de impuestos, todo para firmarlo de manera digital, eso podía hacerlo más tarde, justo cuando acabara la noche. Después buscó los de Harold, su jefe de instalaciones de seguridad y aplicaciones informáticas. Estos si le interesaban bastante más, pues confirmaban que en todos los refugios que había seleccionado en Londres para sus compañeros y para él ya estaban instaladas las alarmas que había encargado. Todos contaban con un lector de huella dactilar como cerradura, los cuales solo el propio Jason podía desbloquear con un código de seguridad, y un sistema de video vigilancia remoto, el cual permitía a sus ocupantes, y al propio Ventrue, a través de una App móvil el poder ver, en tiempo real o en diferido, que sucedía en cada refugio en cuestión y, si se consideraba oportuno, enviar la señal a la policía londinense para que interviniesen ante cualquier incidente. Por último consultó los mensajes de Flint, su contacto en el ejército estadounidense. Según sus líneas parecía que había cumplido con su parte y le había hecho llegar a su nuevo refugio una de las nuevas pistolas XM17, la cual había sido depositada por los instaladores del sistema de seguridad de su propia empresa en la caja fuerte de su refugio. Jason sintió, entonces, una emoción similar a la mostrada por su compañero al ver sus Colt. El sangre azul gustaba de estar a la última y, las armas, no eran una excepción. Había escuchado maravillas de aquel nuevo modelo de pistola semiautomática que, tras casi treinta y cinco años, iba a sustituir a la clásica Berreta M9.

Un trueno, aún lejano, sacó al Ventrue de su concentración, para encontrarse de bruces con su compañero guardando de manera desordenada sus enseres en la maleta y cogiendo su cámara. Cuan diferentes eran, en este aspecto, el farsante y el sangre azul. Jason, que previamente había ordenado y preparado su maleta, con la idea de dar tiempo a Brook a hacer lo mismo, había sido metódico y cuidadoso, para evitar que su ropa pudiera arrugarse o estropearse, mientras que su viejo amigo lo había hecho de manera caótica y un tanto acelerada. ¿Era aquello malo? No necesariamente, pero, desde luego, no iba con Jason.

-No creo que haya problema en que lleves tus armas encima, al menos hasta que lleguemos a tu refugio –repuso el Ventrue para tratar de aliviar el mal humor del Toreador. Vamos a estar gran parte del tiempo en el coche y seguro que en tu “nueva casa” encuentras algún sitio lo suficientemente discreto y accesible para dejar a tus queridas amigas antes de nuestra reunión con el señor Jones.

Jason se puso en pié y, colocándose nuevamente y a la perfección su chaqueta, comenzó a caminar hacia la puerta de la suite 773, seguido de su compañero el cual arrastraba su maleta, con intención de salir de allí en dirección a su propia habitación para recoger su maleta e ir, desde allí, hacia el ascensor que les dejaría en Hall de entrada.

-Me temo que no sabemos demasiado del Guardián del Eliseo –contestó Jason a su viejo amigo. La Torre no tuvo a bien, ya sea por desconocimiento o por falta de tiempo, el otorgarnos un informe exhaustivo de Erza Jones, como si hizo, por ejemplo, con Ethan Travis, el cual como Sheriff de la ciudad posee un cargo de similar importancia al del señor Jones, o con tu hermana de clan Clarise Frate, la cual ostenta el “oficioso” título de Arpía. Como comprenderás esto llamó mi atención; probablemente Erza no tenga un peso específico en el puzle que Londres representa para nosotros, o al menos así lo considera la Torre a la luz de su trato para con el Guardián del Eliseo, pero no es algo que nosotros debamos de dar por supuesto, sobretodo teniendo en cuenta las dos menciones que de él se hacen en el resto de los informes. Por un lado, en el informe de Ethan Travis, se recoge que tanto el Sheriff como el Guardián del Eliseo han tenido diversos encontronazos, al considerar el primero que el segundo no realizaba todo lo bien que debería su trabajo. Esto puede deberse a la natural animadversión que existe entre la forma de afrontar la no vida que tienen Brujah y Ventrue, sino recuerda lo áspera que fue la relación, en un principio, entre Dereck y yo. No obstante cabe la posibilidad de que haya algo más tras todo esto, por lo que creo que no está de más investigarlo. Erza también es referenciado, por otro lado, en el informe que sobre mi clan nos ha facilitado la Torre. Al parecer, entre los míos, en la ciudad se autoproclaman Olímpicos. Por si no lo sabes, y a modo muy resumido, los Olímpicos tienen como entretenimiento el “jugar” con los mortales, tal y como se detalla en este informe, el cual te recomiendo que releas. Al parecer el Guardián del Eliseo, ya sea por falta de tiempo debido a los deberes que trae implícito su cargo o por alguna otra razón que desconocemos, no participa de ellos, lo que también me llama poderosamente la atención. Quizá exista algún tipo de problema o mala relación entre Erza y el resto de los descendientes de Hardestadt.

Jason aguardó, entonces, un momento para continuar con su discurso, aprovechando ese instante para abrir la puerta de su propia habitación, coger su abrigo y maleta, y salir de ella. Tras esto se dirigió al ascensor, que estaba a pocos metros de la puerta de su suite, y pulsó el botón de llamada.

-Como ves creo que sería más que interesante el poder reunirnos con el señor Jones. –continuó el sangre azul. De esta manera podernos averiguar más de él y recabar la información que la Torre no pudo proporcionarnos. Además, debido a los deberes que acompañan a su cargo, Erza es el encargado de organizar la agenda del Elíseo, lo cual hace que sea del todo punto lógico, y está dentro de lo que se espera de nosotros, el contactar con él para solicitar audiencia con la Princesa. La otra opción para hacer esto podría haber sido el propio Senescal Bramby, el cual parece ocuparse de la mayoría de los asuntos que tienen que ver con la regencia de la ciudad, pero estimé más oportuno, y prudente teniendo en cuenta el informe que del brujo nos facilitó la Torre, utilizar al señor Jones para este menester. Como bien has señalado es un Ventrue y, o presenta una muy imperiosa razón, o sería muy descortés por su parte el rehusar mi petición de reunión. Es tradición, entre los sangre azul, el ser hospitalarios y ofrecer toda la ayuda posible a un compañero de clan cuando llega a una ciudad, como es el caso. Incluso si se lo pidiese se vería obligado a ofrecerme su refugio, hasta que yo tuviera uno propio, para que pudiese pasar el día.

Un pitido alertó a ambos vástagos de la llegada del ascensor, el cual en ese momento estaba vacío, a la planta número siete, interrumpiendo de súbito la conversación. Jason ofreció, amablemente, paso a su compañero y, una vez este hubo entrando, le siguió, colocándose a su lado y pulsando el botón que tenía inscrita la palabra Hall. Apenas un minuto los separaba de la recepción, si Brook quería señalar algo aquel sería el último momento del que dispondría para ello, al menos hasta que estuvieran montados en el vehículo que Jason había alquilado…

Narrador (Theazlin)
Máscaras de Sangre

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#7

Mensaje por Theazlin » 01 Jun 2020, 13:10

El ventrue y el toreador pasaron por el mostrador del hotel, hicieron los tramites pertinentes sin conversar más de la cuenta y, concluidos, bajaron al aparcamiento del recinto donde un Mercedes negro les aguardaba tal y como Jason había estipulado en el contrato de alquiler del vehículo. No era necesario ostentar en demasía pero tampoco necesitaban pasear como pordioseros por la ciudad que les iba a acoger. Además, los gustos de Jason siempre habían sido muy refinados y se permitía algunos lujos calculados de vez en cuando que hacían más agradable su existencia. Aquel no era exactamente uno de ellos pero sí era cierto que podría haber optado por una marca o un modelo más económicos y menos elegantes. Al verlo, Jason sonrió más para sí mismo que para su hermano. Los trabajos bien hechos eran dignos de admirar. Imagen La siguiente hora la pasaron en la carretera, viendo como Londres transcurría al otro lado de las ventanillas del vehículo. Brook había dedicado los primeros minutos a pensar en lo que Jason le había dicho de los Sangre Azul. "Olímpicos"... tradiciones absurdas en las que debían cederse sus refugios en caso de pedirlo... Sabía que la descortesía y las formas eran aspectos puntales en la vida de muchos ventrue y aunque él no era tan anárquico como Adam a veces seguían sorprendiéndole con encorsetados mecanismos de relación que eran, sin duda, herencias asíncronas de tiempos pasados en los que la palabra de uno era ley y los papeles solo ponían de manifiesto la desconfianza. Los tiempos actuales eran otros y los papeles eran necesarios porque la palabra era efímera y ya no valía nada. Los Sangre Azul habían creado una especie de burbuja basada en una mentira: que la honradez aún pervivía en el mundo cuando lo cierto es que el mundo estaba muerto y se pudría lentamente.

Mientras tanto, Jason, respetando el silencio que había impuesto su hermano, conducía hacia Whitechapel. Quizás le pareciese apropiado a Harvey que le hubiera conseguido un refugio en el barrio de Jack el Destripador pero lo cierto es que no era azarosa la elección. Jason se había informado a conciencia y sabía que los turistas visitaban el barrio ávidas de las oscuras leyendas que circulaban alrededor de la eterna figura de Jack y sus asesinatos, y que no en pocas ocasiones se avistaban hombres deformes con gabardina que, deseosos de asustar a los recién llegados, se dejaban ver en las noches de niebla alimentando la mística del lugar. Un poco de investigación en la web había llevado a Jason a descubrir que se trataba de londinenses que se ganaban la vida realizando tours para los extranjeros y que, en ocasiones, se disfrazaban para mantener el negocio y atraer a nuevos clientes deseos de ver al "fantasma" de Jack.
Toda precaución es poca y aunque Harvey había demostrado ser muy hábil, Londres era una nueva ciudad y si las cosas se torcían y el nosferatu tenía que abandonar su refugio y era visto de pasada por cualquier transeúnte, la mascarada estaba asegurada: un nuevo avistamiento del espectro de Jack el destripador.

Ambos vástagos, sumidos en sus pensamientos, mantuvieron el silencio. Cada uno, a su manera, se había empapado con la información que la Torre les había proporcionado y todos sentían, inevitablemente, que se adentraban en la boca de un lobo hambriento. Los informes no eran exhaustivos debido a las limitaciones de tiempo y de acceso, amén de que llamar la atención excesivamente para la recopilación de información habría puesto en jaque a cualquier coterie que "casualmente" se instalara en Londres en tiempos posteriores. Así que se había realizado todo lo que se había podido y ahora ellos, armados con lo que sabían y su ingenio, se aventuraban en la oscuridad del misterio de Sallow y sus conocimientos del Sabbat.

Whitechapel les dio la bienvenida cuando la lluvia cesaba y la niebla empezaba a ocupar su lugar, reflejada ligeramente en los charcos que quedaban en el suelo adoquinado de las calles. No era merecedora del sobrenombre de la ciudad pues apenas era una neblina tenue pero tanto Jason como Brook ya empezaron a hacerse una idea de qué les aguardaba en el futuro más próximo.
El Ventrue aparcó a dos calles del refugio de Harvey, en una de las travesías principales. No quería, bajo ningún concepto, que el Mercedes, goloso y llamativo, quedara aparcado en un callejón y desapareciera antes de que ellos volvieran de comprobar el lugar. Las luces del coche parpadearon cuando Jason lo cerró y, seguidamente, guardó las llaves en el bolsillo de su traje.

El apartamento que había alquilado, un bajos situado en uno de los callejones y con una fácil salida al exterior por la parte trasera, respondía a las necesidades de Harvey tan bien como cualquier otro; más si cabe por un hecho diferencial que nada tenía que ver con el piso y sí con la ubicación. Justo enfrente se alzaba un viejo hospital que hacía dos años que había sido cerrado por traslado. El gobierno ya había elaborado un plan para reconvertir el lugar en una escuela, pero las obras no empezarían hasta verano por lo que en ese momento Harvey tendría un edificio abandonado justo enfrente. Tener una vía de escape como esa bien podía valer oro en una situación complicada y Jason lo sabía. Todos ellos lo sabían atenazados por la alargada sombra de lo que le había sucedido a Dereck.

Imagen

Brook Wilson (Skarab(Dalina))
Camarógrafo Toreador

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#8

Mensaje por Skarab(Dalina) » 03 Jun 2020, 10:37

Whitechapel. Barrio de bengalís y diferentes etnias que cobija mucha historia y quizás mucho más mito.

Todavía era temprano y la chusma paseaba por la calle. Brook caminó cauto tras su compañero, con probabilidad dos americanos arreglados podían ser objetos de delincuencia callejera. Pobre de aquel que intentase tocar a Jason, sería la primera cobaya para su nuevo estoque. Volvió a sonreír y la precaución se tornó en seguridad.

Cuando llegaron frente al refugio, Brook pregunto al fin. – ¿Esto es, no? – Y espero a que Jason asintiera. - Dame un segundo.

Brook se acercó hasta puerta, la tocó con la palma de su mano y cerró los ojos. Se concentró, quería ver más allá. Quería sentir qué podía haber dentro y quién había estado. Después se lo contó a Jason.

Narrador (Theazlin)
Máscaras de Sangre

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#9

Mensaje por Theazlin » 03 Jun 2020, 17:17

Antes de recurrir a los dones de la sangre para avistar el pasado y las improntas que éste hubiera podido dejar en la puerta del nuevo refugio de Harvey, Brook los reclamó para algo mucho más sencillo pero no por ello menos impresionante. Se concentró, amortiguando los sentidos que no le interesaban para potenciar los que quería exprimir en aquel momento, y así, como si la luz de una vela se fuera consumiendo la vista del toreador empezó a perder nitidez, cubriendo la realidad con un manto oscuro y cada vez más opaco que apagaba los colores, diluía las formas y esbozaba los contornos de cuanto le rodeaba. Su gusto se secó en la boca y un sabor a ceniza que no pudo más que recordarle a Dereck le invadió en una oleada antes de desvancerse; y su tacto, otrora capaz de percibir incluso vibraciones lejanas, se volvió torpe, insensible y ajeno al mundo. A cambio, su oído se agudizó. Escuchó los pasos de una pareja de chicos que, una calle más arriba, caminaban presurosos en dirección a una discoteca cercana; escuchó sus corazones bombear, uno de ellos de forma asíncrona, producto seguramente de alguna alteración cardíaca que no tardaría en matarle. Brook apartó su atención de todos los sonidos que le invadían, de golpe, desde atrás y se concentró en los que provenían del otro lado de la puerta. Y así, el silencio murió con el crujir de algunas maderas que, fruto de la humedad de la lluvia, se dilataban casi imperceptiblemente generando un coro de sonidos constantes; escuchó las veloces pisadas de algún roedor pequeño que se alejaba de la entrada, seguramente alertado por la presencia de Brook y Jason; escuchó el agudo sonido de la brisa colándose a través de algún resquicio en la casa, tal vez una ventana o algún conducto de ventilación de la cocina... y más allá de eso, nada.

Su sentido del oído se empezó a apagar, perdiendo en el proceso la nitidez con la que era capaz de percibir el mundo auditivo que le rodeaba, un mundo rico en matices que, en general, la gente obviaba. Conscientemente lo cubrió con un velo tupido que, de un instante a otro, hizo que la mente de Brook se alterase al perder la conexión con su entorno; y, poco a poco, como avivando un fuego que apenas estaba en las brasas pero que era capaz de resurgir con el tacto adecuado, agudizó su olfato. Los olores se hicieron color, forma y sabor; se fundieron en un todo que azotó la consciencia dl toreador. Un todo que, paulatinamente, Brook tuvo que ir desgajando. Primero extrajo el olor a mojado, la capa más potente de fragancia que anegaba su percepción; luego el olor de Jason y su perfume; a continuación encontró su propio olor y también se deshizo de él -hay que tener un olfato muy fino para poder percibir el olor que desprende uno mismo-; y ya, adentrándose en las sutilezas de las esencias olfativas que percibía, encontró olor a madera, a moho, olor producto de limpieza, a metal, olor a tabaco (muy sutil) y, finalmente, un casi imperceptible olor a crisantemo.

No parecía haber nadie en la casa, nadie esperándoles, nadie observando, y nada extraño. Así que Wilson se dispuso a adentrarse en los terrenos pantanosos de lo que va más allá del aquí y el ahora.

La mano de Brook se posó sobre la fría puerta de madera y lo hizo con suavidad. Muchos pueden pensar que, conociendo el carácter brusco y hosco del toreador, sus movimientos serían acorde a ello pero nada más lejos de la realidad. Cada una de las yemas de sus dedos contactó con la superficie de la puerta en una sucesión delicada hasta que la palma misma se apoyó totalmente en ella. Los ojos de Wilson se cerraron. La privación sensorial no era una necesidad para lo que iba a realizar pero sin duda ayudaba a concentrarse y focalizar su atención en echar un vistazo al pasado, rompiendo momentáneamente el cristal del reloj de arena del tiempo y dejando que las arenas místicas se desparramasen.

Jason, a su lado, guardó silencio. Había visto a su hermano realizar aquello muchas veces a lo largo de los años con resultados muy distintos. En ocasiones apenas unos segundos después de empezar el toreador terminaba, impasible, para comentar que no había vislumbrado nada de nada; otras, en cambio, su cuerpo se arqueaba, convulsionaba y, finalmente, caía exhausto para después exponer una serie de desvaríos que solo Kaminsky parecía capaz de apreciar en su propia lógica y unir en algo con un mínimo de sentido y estructura. Y entre medio, todas las posibilidades. Así que el Ventrue se colocó tras Brook presto por si tenía que sostenerlo antes de caer al frío suelo de adoquines.

Cuando el toreador cerró los ojos y se hizo la oscuridad absoluta, sintió la muerte, profunda e inamovible. No la suya propia si no la de la madera, el cadáver manufacturado de los restos de un árbol que antaño había crecido, vivido y se había calentado bajo la luz del sol. Y vislumbró, tras las tinieblas, una tenue luz. De repente, y como arrancado de Londres en un vertiginoso barrido, Brook se vio transportado a un cada vez menos frondoso bosque. El sol brillaba en lo alto del cielo e, instintivamente, el toreador se crispó e intentó cerrar sus ojos antes de darse cuenta de que ya los tenía cerrados.

Jason vio como el cuerpo de Brook se tensaba de golpe, emitía un gutural gruñido nacido de sus entrañas y sus facciones se endurecían en una mueca de terror que, en apenas un instante, se distendieron. Extendió los brazos por si su hermano se desplomaba pero no lo hizo. Y allí, en aquella oscura calle, envueltos en una cada vez más densa niebla, aguardó.

Todo se volvió borroso, vertiginoso, desbocado sentimiento de movimiento aún y estar detenido el que atenazó a Brook mientras perdía de vista el bosque y aparecía a su alrededor, casi como si de una mancha de tinta que al correrse toma forma, una habitación alumbrada por la tenue luz de las velas. Una figura, turbia e imprecisa a sus ojos, trabaja la madera con esmero. No era el trabajo de un carpintero sino más bien el de un ebanista que, con su cincel talla precisas formas haciendo de la madera un lienzo. Y de nuevo, extirpado del lugar, Brook vio alzarse a su alrededor un edificio y la puerta, encajada en sus goznes, clausuraba el acceso al interior. Una pareja, cuyos rostros se perdían en la conciencia del toreador y que luego sería incapaz de reconocer o reproducir, acababa de entrar y ella, consumida por un deseo avivado a fuego lento, se giraba y besaba, por vez primera al chico, que se dejaba apoyar suavemente en la puerta disfrutando del primer beso y sintiendo su corazón desbocado palpitar exageradamente. Ambos, amantes, se disolvieron y su carne, como líquido densificándose, constituyó una oreja, enorme y grandiosa, que se apoyó en la madera de la puerta y escuchó. Un sentimiento de ira descontrolada amenazó con apoderarse de Brook, sintiendo lo que la desdichada alma padecía al otro lado del dintel. ¿Un amor despechado, un amante engañado o un celoso perturbado? La ira crecía en el interior del toreador mientras los gemidos de una mujer ensordecían el silencio imperante.

Jason, en tensión, vio como los colmillos de Brook asomaban lentamente, rasgando los labios de su boca, la cual permanecía cerrada y rígida. Estuvo a punto de poner su mano en el hombro de su compañero y zarandearle levemente con el fin de sustraerle de... bueno, de aquello en lo que estuviese sumergido; pero sabía de buena tinta que Brook no lo aprobaría así que se detuvo y siguió esperando.

La oreja, los gemidos y la furia se disolvieron formando una voluta de humo que creció hasta ser una densa niebla que arropaba y abrazaba la calle en la que se encontraban. Era noche cerrada y la puerta estaba cerrada. Y entonces, en la penumbra de la noche, una luz roja intermitente empezó a destellar en el centro de la puerta. Brook extendió la mano y rozó, con la punta de los dedos, el resplandor rojo. Estaba frío como el hielo y, unos segundos después, escuchó un ruido de fondo, creciente, parecido al volar de un enjambre de insectos. Pero tal como vino, se fue y la luz se apagó. El toreador se encontraba delante de la puerta, una simple puerta, fría y muerta. Abrió los ojos para descubrirse ante una puerta, una simple puerta, fría y muerta.

Jason, a su espalda, vio a su hermano salir del trance. Y aguardó.

Jason Harrison (Endimion1)
Ventrue Escudo de la Coterie

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#10

Mensaje por Endimion1 » 04 Jun 2020, 18:13

El patricio se relajó, al fin, al ver como su hermano salía de su autoimpuesto trance. Esta vez, y gracias sin duda a la experiencia y fuerza de voluntad de Brook, no había sucedido nada de lo que Jason tuviera que preocuparse. No hubo desvanecimiento, desorientación o pérdida de consciencia por parte del farsante al usar sus dones, pero, aún con todo, el Ventrue dio un par de pasos atrás, de manera casi instintiva, como queriendo ofrecer a su hermano una mayor cantidad de espacio con aire en el que respirar.

Llegar a Whitechapel había llevado algo más de los cincuenta y cinco minutos que había marcado el GPS del Mercedes; la lluvia que había estado cayendo durante el trayecto, y que por avatares del destino había cesado al llegar al barrio de Jack el Destripador, junto con la prudencia en la conducción que Jason había adoptado durante los primeros minutos del viaje, a fin de acostumbrarse a la situación de los mandos que los vehículos tenían en Inglaterra y a la obligación de circular por la izquierda de la calzada, habían sido los culpables de aquello. No obstante, y gracias a la bien planificada agenda del patricio, este leve retraso no afectaba para nada a sus planes para aquella noche. Una vez hubo aparcado el coche de alquiler, y tras haberse ataviado con el abrigo de tres cuartos que había dejado en el asiento trasero del vehículo, salió del Mercedes y se dirigió hacia el que sería, en poco menos de una semana y si todo estaba en orden, el nuevo refugio de Harvey. Conforme se acercaba, seguido de su viejo amigo, más satisfacción sentía de su elección. Aquel barrio resultaba a todas luces perfecto para la rata, no solo por proporcionar una tapadera perfecta para no romper la mascarada al Nosferatu, sino porque también tanto la oscuridad como la leyenda que rodeaba al lugar serían, o al menos eso esperaba Jason, del gusto de su hermano. Harvey y Jason mantenían una relación fuertemente afianzada a juicio del sangre azul. Por un lado el Ventrue apreciaba todo aquello que la rata ofrecía la coterie. Sus contactos y habilidad para obtener información habían resultado de gran utilidad en el pasado, tanto para los intereses del grupo como para los del propio Jason. Mientras tanto el Nosferatu reconocía la valía de lo que por el grupo hacía el sangre azul, el cual había conseguido ganarse el respeto de Harvey, y, aunque condenados a chocar pos sus diferentes formas de afrontar la no vida, estaba claro ambos hijos de Caín se complementaban y que de la unión de esfuerzos de los dos vástagos quien salía beneficiada era la propia coterie.

Una ráfaga de frío viento sacó al Ventrue de sus pensamientos, al tiempo que veía como su hermano parecía haberse recuperado totalmente de su trance. Tuvo la tentación, en ese instante, de consultar su teléfono móvil, para comprobar si el señor Jones había tenido a bien el contestarle, pero hubiera sido toda una falta de respeto para con su viejo amigo, por lo que apartó esa idea rápidamente de su mente. Más pronto que tarde, o al menos así lo esperaba el patricio, el Guardian de Eliseo contactaría con ellos…

-Me alegra ver que te encuentras perfectamente Brook. –dijo con voz suave para no alterar al farsante. Supongo, a juzgar por tu relajada expresión, que todo está en orden y que podemos entrar sin problemas a la casa.

Jason había pasado por aquella situación las suficientes veces como para saber que todo estaba en orden. El lenguaje corporal y el rictus de Brook denotaban que todo estaba tal y como debía estar y que ninguna amenaza, mundana o sobrenatural, les aguardaba al otro lado de la puerta. No obstante, y con aquella sutil frase el patricio mostraba el respeto, que a su propio juicio, merecía el Toreador; no en balde por cosas como esta era por las que había decidido traer a Brook con él a Londres.

Con paso firme, y situándose al lado de su compañero, Jason introdujo la llave que había recogido en el hotel y, tras girarla, marcó en el teclado numérico, situado junto al lector de huellas dactilares, el código de desbloqueo de la cerradura electrónica que había mandado instalar. Un pequeño pitido, seguido de las palabras “ACCESS GRANTED” en color verde, desbloquearon el segundo cierre de la puerta, la cual con suavidad y emitiendo un leve chirrido se abrió ante ambos vástagos. Lo que encontraron al otro lado del quicio de la puerta era justamente aquello que Jason esperaba, según las fotos y especificaciones del anuncio de la inmobiliaria. El lugar era un bajo, de apenas sesenta metros cuadrados, que poseía una decoración bastante humilde, acorde con la zona del barrio en la que se encontraban. El inmueble, desprovisto de pasillo, poseía un dormitorio, un aseo y una estancia principal, la cual se llevaba la mayor parte de los metros habitables del piso. En ella se incluía una cocina estilo americano, que si bien estaba separada por un tabique y una puerta de la propia sala de estar, estaba comunicada con la misma a través de una abertura rectangular con la suficiente anchura y altura como para que se pudiesen pasar objetos de una zona a otra. La sala de estar, propiamente dicha, estaba formada por un sofá y dos sillones orejeros que, como queriendo formar una “U”, se disponían alrededor de una mesa cuadrada baja, todo ello orientado hacia un televisor, que reposaba en un mueble con varios armarios y un par de estanterías con un puñado de libros, en su mayoría novelas policíacas. Por último, y como remate, había una puerta que comunicaba, a través de unas escaleras descendentes, con un pequeño sótano, el cual resultaría perfecto como lugar de descanso durante el día para la rata, y que, además, tenía una salida a un callejón anexo al edificio donde se encontraba el refugio por el que, de manera rápida y discreta, se podía acceder tanto al subsuelo de la ciudad, a través de una boca de alcantarilla que se encontraba convenientemente suelta, como al antiguo hospital situado al otro lado de la calle.

-Y bien viejo amigo. –dijo el Ventrue. ¿Crees que el refugio será del gusto de nuestro querido Harvey?

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