[Racconto] Ciclos eternos

Escenas del pasado que sustentan nuestro presente.

Moderador: Theazlin

Brook Wilson (Skarab(Dalina))
Camarógrafo Toreador

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#21

Mensaje por Skarab(Dalina) » 01 Jul 2020, 21:10

Cuando Brook entró en su refugio se detuvo para observarlo lentamente y poder así disfrutarlo por primera vez. Dejó paso a su compañero quien nada mas entrar indicó las peculiaridades del piso. El toreador dejó las maletas en la entrada para escuchar escuchaba y después pasear por la sala y acariciar las paredes buscando algo oculto en ellas que pudiese desvelar qué obra debía exponer en ellas. A continuación entró en el dormitorio para comprobar que, durante el día, la luz no iba a causar ningún problema y posteriormente pasó a la sala de revelado. Ésta tenía unas medidas bastante coquetas para trabajar y aunque no era enorme, si que era lo suficientemente cómoda y práctica. Para terminar el reconocimiento se sentó en la cocina y sintonizó sus sentidos con el nuevo refugio buscando cualquier cosa que pudiera resultar ajena a éste (Ver lo invisible).

- Repito. ¡De lujo! - Brook redundó la confirmación del lugar a su compañero mostrándole además el símbolo de “ok” levantando el pulgar de su mano derecha.

El toreador se levantó para llevar el equipaje a la habitación cuando Jason comenzó a explicar los pasos a llevar en Londres. Cuando el farsante terminó se sentó junto a su compañero para continuar charlando.

- Bien, mi objetivo será la putita de Sallow. - Respondió Brook – Y para empezar tendré que hacerle la pelota a Charles West y mis compañeros de clan. Como te decía antes, a ver si hay suerte y puedo tener una vida social más normal.

Jason Harrison (Endimion1)
Ventrue Escudo de la Coterie

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#22

Mensaje por Endimion1 » 02 Jul 2020, 23:00

La lluvia comenzó, azuzada por el viento, a caer con mas fuerza sobre Londres al tiempo que el Ventrue se levantaba del sillón y se dirigía a una de las ventanas de la sala de estar para observar como caía el agua sobre la ciudad, dando, en ese proceso, la espalda a su viejo amigo, ahora sentado en el otro sillón. Sus manos, entrelazadas en su espalda, se separaron para permitir al patricio consultar la hora en el rolex que lucía en su muñeca izquierda, que le indicó que eran ya las 20:30. En apenas noventa minutos tenía prevista la reunión con Dana Evans y aún tenía que pasar por su refugio para, al menos, dejar su equipaje.

-Me parece estupenda tu decisión Brook. -respondió Jason al farsante. No obstante te recomendaría que revisaras el informe que, del clan Toreador, nos pasó la Torre. Hay una referencia a un tal Cedric, al que creo que valdría la pena vigilar. Yo ahora, con tu permiso, he de retirarme. Aún tengo quince minutos de conducción hasta mi refugio y despues debo de ir a la reunión con la señorita Evans. Te dejo en tu móvil un mensaje con la ubicación de mi refugio, recuerda que a las 3:00 hemos quedado con el guardián del eliseo para nuestra reunión, no llegues tarde. Hasta entonces disfruta de todo lo que este barrio tiene que ofrecerte.

El patricio, entonces, aguardó durante unos instantes, por si su compañero de coterie tuviera algo más que añadir antes de que sus destinos se separaran, al menos, momentáneamente...

Jason Harrison (Endimion1)
Ventrue Escudo de la Coterie

Re: [Racconto] Ciclos eternos

#23

Mensaje por Endimion1 » 05 Jul 2020, 20:55

El sangre azul dejó, tras dar su último consejo, a su viejo amigo en su nuevo refugio. El tiempo, inexorable e implacable, pasaba y la hora de la reunión con Dana Evans estaba cada vez más cerca.

Con paso rápido, y una vez el ascensor del edificio le dejó en la planta baja, comenzó su camino de vuelta al coche, amparado en su abrigo y su paraguas, a lo largo de la rivera del Támesis. El viento, que le venía de espaldas ahora, no hacía más que arreciar la tormenta y dificultarle el camino, lo que supuso que, cuando llegó a donde había aparcado el Mercedes, fueran ya las 20:52.

Jason condujo, entonces, hasta su nuevo refugio, situado en la City of London, la zona más antigua y, al mismo tiempo, el núcleo económico y político de la ciudad. Ningún negocio, acuerdo político o movimiento que afectara al devenir de la ciudad, o en muchos casos al país entero, se decidía fuera de sus límites.

El trayecto esta vez, y debido a su cercanía a South Bank, fue más corto que los anteriores y cuando el Ventrue llegó a su destino eran poco más de las nueve y diez de la noche. El patricio entró, entonces, en el parking del imponente edificio que había elegido para pasar las venideras noches en la capital británica y estacionó su coche en la plaza que tenía asignada. Una vez apagó el motor se bajó del Mercedes, tomó su equipaje, y se dirigió al ascensor que le llevaría, directamente, a la última planta, la número 32, donde estaba situada su nueva vivienda. Durante el ascenso, que duró unos pocos minutos, Jason pudo contemplar, a través de la cristalera del propio ascensor, la panorámica de la ciudad, que oscura y sazonada por la fuerte tormenta que caía en esos momentos mostraba su aspecto más lúgubre y solemne.

Un leve campaneo, que anunciaba que había llegado a su destino, le sacó de su mundo interior y, de manera ágil y rápida, salió del ascensor con su equipaje y se dirigió a la puerta de su nuevo refugio, la única vivienda que había en aquella planta. Fue entonces cuando, usando su huella dactilar y la llave de la cerradura, abrió la puerta del ático y accedió al mismo, al tiempo que el sistema inteligente de iluminación otorgaba luz a su nuevo refugio.

El sangre azul cruzó el umbral del ático, un espacio diáfano y rectangular de unos setenta metros cuadrados, para encontrarse en el vértice inferior izquierdo del mismo. Frente a él, a unos diez metros de distancia, una enorme cristalera se extendía a lo largo de todo el frontal, otorgando una imponente y hermosa vista de la ciudad. En la esquina superior izquierda, pegado al ventanal, había una mesa de patas metálicas y diagonales que nacían del centro de la misma y sostenían un tablero de cristal, sobre el que descansaba una pequeña lámpara de diseño, equipo de escritura y un ordenador portátil. También había una silla, forrada en cuero negro y de respaldo alto, que completaba la zona de trabajo del ático. Hacia la derecha, siguiendo la cristalera y a unos pocos metros de distancia, un enorme sofá chaise longue, de tres plazas en cada una de sus zona y tapizado en color negro ofrecía un lugar de descanso y relajación, orientando una de sus partes hacia el ventanal y la otra hacia una cómoda sobre la que había un televisor de 42” LCD con un equipo de imagen y sonido. También había una mesa baja, situada entre el sofá y la cristalera, de madera y acabada en color beige, donde reposaba un hermoso ajedrez, hecho en cristal, con las fichas en color verde esmeralda y blanco opaco. Por último una lámpara de pie, de estilo vanguardista, se situaba junto al sofá, ofreciendo un ambiente más recogido e intimo al lugar, si así se deseaba. Justo enfrente del chaise longue se encontraba una cocina, totalmente equipada, separada del resto de la estancia por una barra estilo americano. En esta zona la pared hacía un recodo y, justo al llegar nuevamente a la esquina, una puerta daba acceso a una habitación del pánico, a la cual solo se podía acceder y salir a través de un lector de huellas dactilares, que había sido acondicionada como dormitorio para Jason. En su interior había una cama individual, pero bastante ancha, una mesita de noche, sobre la que reposaba una pequeña lámpara, y un perchero donde poder dejar un traje, una camisa, unos pantalones y unos zapatos, además de una cajonera donde poder dejar la ropa interior y un par de mudas de ropa de cama. El resto del ático lo completaban otras dos puertas, una que daba a un aseo, totalmente equipado, con una ducha cerrada con acristalamiento opaco y ducha efecto lluvia, y otra que daba a un vestidor, con sitio suficiente para colocar el amplio espectro de trajes, zapatos y relojes que poseía el sangre azul y que llegarían en unos días a la capital británica.

Satisfecho como estaba ante lo que tenía delante el patricio miró su reloj, eran ya las 21:20 y, aunque por suerte el edificio Gherkin estaba a poco más de cinco minutos en coche desde su nuevo refugio, Jason quería mostrarse lo más presentable posible. La lluvia que había caído le había calado y su traje estaba algo mojado en los bajos. Fue por ello que, y aunque había estado reservando aquello para su cita con el señor Jones, decidió acudir a su maleta y sacar su traje, camisa y zapatos más elegantes. Colocó todo el conjunto en el perchero de su habitación, con mimo y cuidado mientras comprobaba que estaba en perfecto estado, y, mientras encargaba que un taxi fuera a recogerlo justo a las 21:50, se desvistió, quedándose solo en ropa interior, y se dirigió al aseo, para lavarse y perfumarse. Tras ello se vistió y se miró en el espejo, para comprobar que todo estaba, tal y como él deseaba, perfecto para bajar al vestíbulo del edificio a esperar la llegada del taxi, no sin antes tomar su teléfono móvil, su paraguas y su abrigo, aprovechando aquel momento de espera para consultar, a través de su terminal, toda la información que pudiese a cerca de la señorita Evans. Sin duda, y como buena Ventrue que se precie, una búsqueda rápida en internet permitiría saber, al menos, la información sobre su tapadera dentro del mundo de los humanos, que negocios regentaba, que relaciones o puesto tenía dentro de la comunidad civil de Londres, etc…

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