En el siglo IV después de Cristo, el mundo había cambiado mucho, para sostener las riquezas ya no era suficiente conquistar, saquear y dominar territorios. Ahora había otra forma para generar riquezas, el comercio de mercancías con el extremo oriente. Mucha gente de Occidente quería muchas cosas que sólo se producían en Oriente, especialmente el Oro y la Plata, que se habían acumulado durante muchos siglos en Oriente.
Como las distancias entre un lado del mundo y el otro eran inmensas, y viajar por aquel entonces era muy peligroso. Solo unas pocas rutas comerciales unían a estos dos mundos y todas esas rutas pasaban por la ciudad de Constantinopla. La ciudad se había convertido en un gigantesco embudo, donde por un lado se juntaban todas las mercancías y del otro se distribuían por todo Europa y norte de África. Así es como lentamente, el poder y la riqueza, dejó de estar en manos de quienes ostentaban el ejército más poderoso y comenzó a estar en aquellos que controlaban el comercio.
En el 330 d.C., un hombre llamado Constantino que era emperador del legendario Imperio Romano, tuvo que lidiar con numerosos conflictos; de un lado estaban los pueblos bárbaros germanos avanzaban imparables hacia Roma y del otro lado estaba un grupo de ciudadanos romanos que, cansados de la violencia, encontraron en la religión cristiana un refugio para escapar de tanta opresión. Lo primero que hizo Constantino fue mudar la Capital del Imperio a un lugar seguro y estratégico. Así fundó La Nueva Roma, aunque después de su muerte esta ciudad pasó a llamarse Constantinopla en honor a él.
Fue el primer emperador romano en adoptar la religión cristiana, esto permitió que muchísimos romanos pudieran practicar libremente el cristianismo sin temor a ser perseguidos o encarcelados por ello. Claro está que muchos de los orgullosos ciudadanos romanos que vivían en Roma, no estaban muy de acuerdo con estas decisiones. Frente a tanto descontento, en el año 395 d.C. un sucesor del gran Constantino, el emperador Teodosio tuvo que dividir el imperio en dos partes, la de Oriente con capital en Constantinopla y la de Occidente con capital en la antigua Roma. Y designó a sus dos hijos como herederos de aquellos dos imperios. Pero el Imperio de Occidente ya tenía sus días contados y nada podía detener su inevitable final.
En el año 476 d.C. Roma fue invadida, saqueada y destruida por un ejercito de bárbaros germanos, junto con la caída de Roma el Imperio de Occidente fue totalmente desmembrado.
Gracias a su estratégica situación, la mitad oriental del Imperio Romano prosperó año tras año y se transformó en el Imperio Bizantino que duró más de 1000 años.
Sociedad Cainita
La sociedad cainita por aquel entonces estaba algo dispersa y descentralizada, había una especie de ley no escrita que permitía a los cainitas ser dueños de si mismos, cometiendo multitud de tropelías para satisfacer sus más oscuros deseos. Este comportamiento en Roma, adquirió una magnitud de proporciones bíblicas. El caos se apoderó de las calles, la ley del más fuerte asoló las vidas de los humanos y numerosos vampiros perecieron víctimas de las luchas de poder fratricidas que se daban en Roma. El conflicto estaba servido, había muchos intereses enfrentados, que hicieron de Roma un lugar asolado por la corrupción y el asesinato que hacía que las noches, para muchos de los cainitas, fuera casi insoportable.
Muchos de los cainitas que estaban desperdigados por todo el imperio, trataron de manipular la situación para conseguir alcanzar mayores cotas de poder y territorio. Alentando y avivando el caos, promoviendo la propia destrucción de los territorios en su propio beneficio, lo que desembocó en que muchos cainitas buscaran territorios menos hostiles alejados de los conflictos y emboscadas que se sucedían casi a diario.
Algunos emigraron al Norte de Europa, otros al Norte de África y otros muchos, los que gozaban de una información mucho más privilegiada, quizás por que fueron los promotores de esta misma situación, decidieron ir hacia Oriente en busca de un territorio con muchas más posibilidades de prosperar y por último los que se resistían a abandonar la capital.
Concretamente los jugadores de la campaña serán cainitas descendientes de estos 4 tipos de vástagos que vivían en el Imperio Romano.
Podrán elegir el clan que deseen dentro de la lista de posibles. Pero sus Sires estarán en menor o mayor medida, involucrados en los conflictos que asolaban todo el imperio. Unos por que los originaron, otros por que los querían solucionar, otros porque simplemente se vieron incapaces de resistir quedarse y otros que decidieron buscar ventura en otros territorios.
