Re: [CA] 9pm, primer piso
Publicado: 24 Jul 2019, 16:45
Ignasi avanza por la sala, alejándose un poco del barullo que se ha generado en la entrada. Decididamente, las 9 parecen ser la hora glamourosa: ni demasiado temprano ni demasiado tarde.
El Toreador le toma la mano a Blanca y pone cara de circunstancias, como si sintiera una genuina preocupación por la mortal. Como si.
- Madre mía Blanca, ¿te dejo sola un rato y te encuentro hablando con esa Rata? ¿Es que no tienes amor propio? -dice a medias entre la crítica y la broma, quizás ambas al mismo tiempo- Y cuando va a arrancarle la cabeza de los hombros a un pobre infeliz, nada menos. Aburrida no habrás estado.
A Tangerine le tiemblan los hombros, pero de pronto se ve sobrepasada. No puede responder a Block, a Fabra y todos los que les acompañan a la vez sin que la rodeen como un grupo de tiburones dando vueltas alrededor de una víctima ensangrentada. Suelta un bufido de desprecio al escuchar las últimas palabras de Antonio, cruzándose de brazos.
- Descuida - dice, con voz rencorosa que no augura nada bueno- No olvidaré tus indicaciones. No volveré a tocarte.
Hay algo extraño en esas palabras...una amenaza velada. El cómo y el cuándo va a cumplirse, es imposible de aventurar. Pero lo que está claro es que no habrá noche en la que Block no sienta las sombras en su espalda, moviéndose...
Tangerine se gira a Rebecca.
- Me da a mi que por el percal que hay ahora, si me quedo contigo te voy a perjudicar más que otra cosa. Quizás debería irme ya...
Por su lado, Adán de la Cruz se separa hasta llegar a la altura de Tangerine, Rebecca y Block. Escucha las últimas palabras de la Nosferatu y sonríe de lado, un gesto que no llega a la mirada penetrante que le dirije al trío.
- Es un buen consejo- indica, con una voz aterciopelada de depredador que tiene la efectividad de seducir y amenazar al mismo tiempo, con aparentes buenos resultados con Tangerine- Estoy convencida que tienes mejores sitios que visitar, cloacas por las que habitar, Sardinas a las que escuchar.
Tangerine le aguanta la mirada, desafiante lo justo como para no irse de inmediato. Pero no hace falta saber leer mucho el lenguaje corporal como para entender que el hombre la intimida por alguna razón.
- No tengo el placer -dice, mirando a Block y a Rebecca- No nos han presentado.
- ¿Prevenirte? -dice Fredo a Franz, apretándose bien el nudo de la corbata mientras se adentra en la fiesta. Tiene un leve acento italiano, tan suave que podría pasar por algún dialecto de castellano - Sería más sencillo indicarte que no es peligroso. A partir de aquí, no eres mi problema, a menos que quieras pedirme un favor y ya sabes que yo me cobro los consejos.
Hace un gesto a Chiara, que se acerca y le susurra algo al oído, sin que nadie pueda oírlo.
- Hm...pero si yo fuese tu, no perdería el tiempo. Buscaría a mi objetivo e iría a por él. En esta sala tienes uno, no sé dónde está Grifols. Si lo ves, dile que le estoy buscando.
- La precaución o la moderación suelen ser virtudes -dice Marta, con medio cerebro puesto en la charla y el otro medio observando la sala con atención. No se pierde un detalle de lo que ocurre- Hoy, ahora, no. Supongo que la jóven Níobe fue muy prudente al avisarle de los peligros al entrar aquí. No creo que informase adecuadamente de lo que ocurrirá con los sobrantes.
Roxanna no responde a Julián. No necesita decir nada para disfrutar del momento. Se limita a mirar al mortal, sonriente, sabiéndose a salvo de la lucha que se llevaba a cabo en sus narices, con la arrogancia del noble goloso que ve al pueblo hambriento pelearse por un trozo de pan.
- No es necesaria tanta formalidad- Dice Eduard, por ahora ignorando a los recién llegados a la fiesta. O bien espera que se acerquen ellos o bien no le importan en absoluto- Puede llamarme señor Fenoll.
Están suficientemente alejados como para no ser interrumpidos, pero uno podría pensar que se trata más de una trampa, de tener a Gonçal acorralado. Claro que el escritor podría tratar de irse, pero para ello debería negarse...
- Sólo tengo pura curiosidad -dice, en tono amable. Demasiado- ¿Cómo conoció a su benefactor?
Por su lado, Ramón y Luis se encuentran ante el piano, ambos acariciándolo nada más llegar a la fiesta. La nota que el joven toca sin querer resuena por toda la sala, parando las conversaciones unos segundos. Algunos se giran para observarle, pero pronto vuelven a sus negocios y a sus asuntos, urgentes y perentorios.
Excepto Níobe.
La Guardiana se acerca, con la ceja enarcada, a Luis y a Ramón.
- ¿Puedo ayudaros? -pregunta, intentando no parecer molesta. Pero es evidente que por lo menos, quiere solventar el asunto pronto.