- Bien -dice Adán, sonriente. Los labios se curvan en una expresión alegre que no llega a los ojos, que observan a la mujer haciendo ya mil planes que no anuncian buenas noticias- Entonces, te doy la posibilidad de despedirte de tu amiga, si así lo deseas. Cuando den las once, te recomiendo encarecidamente que te vengas conmigo. Mientras, tengo otros asuntos que atender.
El Toreador se aleja, con esa misma expresión con la que ha entradon en la sala y se va a hablar con Marta Lagard. En apariencia, Rebecca parece haber conseguido un trabajo, pero...hay demasiados interrogantes. ¿Qué se encontrará en la Lagartera?
Y hay otro tema. Cuando Adán ha mencionado las once...ha habido una inflexión en su tono. Algo que no puede señalar, pero que anuncia malas noticias, como una especie de premonición instintiva.
O puede que sean imaginaciones suyas.
Fredo sonríe a la par que entrecierra los ojos. Asiente lentamente, satisfecho.
- Chica lista -dice, en tono sibilino, pero conciso. - Una pena que caigas en otras manos.
Chiara levanta la vista, visiblemente más relajada, como si Marga hubiese pasado alguna suerte de prueba. El origen de la misma puede estar en la imaginación de Marga o haber sido una petición efectiva por parte de Damià. O una iniciativa personal del Giovanni. O ninguna de esas opciones...o todas a la vez.
La puerta del balcón se abre y Damià se acerca de nuevo al grupo, sonriente y cortés como es ya habitual en su figura. Busca con la mirada a Marga y le dedica unos segundos de observación, como si se cercionara que todo va según lo previso. Al ver que es así, su expresión se torna cálida, hasta casi alegre se diría.
- Perdonad la ausencia -dice, colocándose bien una corbata que por otro lado, seguía impoluta- Me he entretenido un poco. Juliàn es....interesante. Un elemento a tener en cuenta.
Al terminar la frase, dirige su mirada fija a su aparente protegida, como si hubiese cargado el mensaje.
- Ah, te has perdido algunas conversaciones interesantes. -dice Fredo, cortando antes que Marga pueda añadir nada. La costumbre de los vástagos de no esperar las opiniones mortales se hace patente en la velada- Pero ya que has vuelto, me gustaría pedirte la compañía de Marga durante...un rato
Damià se queda pensativo y se rasca la barbilla, uno de los pocos gestos humanos que mantiene.
- No me parece mal. Pero sería descortés no preguntar la opinión de la interpelada, claro está.
Oscar de pronto se ve visiblemente incomodado por el intercambio entre Blanca y Luis.
- Yo....yo, bueno.....ehm...todo esto es algo nuevo, bueno, no nuevo, pero no estoy yo hecho para....-carraspea- Quiero decir, a mi sus discusiones no me conciernen, si quieren les puedo dejar solos para que lo hablen y arreglen.