En cuanto oigo la pregunta enérgica de la figura amenazante que se ha plantado delante mía, trato de mantener la mirada fija en su cara. Mostrarme sumiso en estos momentos sería un error fatal, un exceso de gallardería una imprudencia inconcebible.
"Piensa rápido, al grano."
-Vengo a saldar una deuda con Níobe, por su clemencia al perdonarme la vida.- pronuncio en un tono de voz bajo y seriamente, pero no por ello inseguro de mis palabras, con los brazos cruzados y la cabeza firme, ligeramente inclinado para contener alguna que otra punzada de dolor. Cuando termino mi réplica dirijo la mirada al resto de los integrantes de la sala.
"Isabel, Josep, Andreu y Marc. Miguel me comentó algo sobre ellos. Lo de Ignasi va a ser un paseo comparado con esto. Aunque Josep es muy decente, o eso me contaron. Ver para creer."
-Seré claro, aunque eso juegue en mi contra de mis intereses iniciales, temo por la vida de una asistente humana.- aparto la mirada unos instantes, espiro el aire contenido y vuelvo a mirarles. -Por desgracia entre humanos algunos encuentros acaban mal. Entre un ghoul, con la fractura mental de Sepúlveda, y una humana pueden acabar sangrientamente mal. Soy médico y...- me quedo impactado por mis recuerdos, una especie de flashback paralizante me transporta a aquellas noches de guardias inacabables. Las voces, el trato frío y poco reconfortante del personal sanitario sobrecargado, la atención a mujeres y adolescentes que llegaban aterradas como si hubiera sido culpa suya, algunas de la edad de Elena. No son más de dos segundos, cuando recupero el aliento.
-No voy a permitir que eso ocurra.- aparto un poco mis brazos de la posición cruzada permitiendo mostrar la mancha reseca de sangre en mi camisa. "Eso es, Luis, tú ya tenías claro lo que querías desde un principio. Ahora estás descubriendo el ser despreciable que el fondo eres. Pura fachada, pretender ir de héroe para obtener este poder y aspirar a averiguar qué le pasó a tu hija. Infame. pero es una habilidad evolutiva, las interacciones sociales cambian constántemente, hay que saber adaptarse a ello."
-Podía haberme colado sin más, pero hay unas reglas que debemos respetar. Solicito el permiso para adentrarme por mi cuenta y riesgo y asegurarme de que nada ocurre. Si muero, una consciencia tranquila al infierno. Si lo evito... no voy a dejar que muera como mi hija.
Si por un momento pudiera imitar en presencia el terror que inspira el rostro amenazador de la presencia que hay delante mía, no llegaría a alcanzar su naturalidad. No obstante, la muerte de Elena es como una dinamita de mecha corta para mí. No gruño, pero los músculos de la cara se tensan como si por alguna razón los primitivos sentidos de supervivencia se activan en cada uno de mis sistemas de alerta. Hay dolor, pero también un nudo que asfixia como una serpierte a su presa. Roe y roe, hasta que finalmente, incluso en la tensión de una escalada súbita de agresividad silenciosa, una lágrima brota. Un momento puro de expresión, sin duda.
"Eres un ser despreciable y por eso mereces estar entre los no muertos."