[G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

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[G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 04 Jul 2020, 12:19


{ https://www.youtube.com/watch?v=vD-tWNJ5Orc - Zombie by The Cramberries version of Choir! Choir! Choir! }

Prólogo por [mention]Justycar[/mention]

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“Permanecí en la calle. Observé cómo ardía. Imaginé torsos sin miembros en ella; pechos ennegreciéndose; vientres humeantes; ardiendo uno por uno. Pasé una hora mirando. Nadie salió. Me quedé ante la luz de las llamas, sudando. Manchas de sangre en el pecho como el mapa de un violento nuevo continente. Me sentí purificado. Sentí al oscuro planeta gritando bajo mis pies y supe lo que saben los gatos y les hace gritar como bebés en la noche.” -Wachtmen, Alan Moore

Esta ciudad me odia. Lo sé porque mi cuerpo se hunde en un pantano mientras amanece, los murciélagos regresan a su hogar y los cientos de insectos que pueblan el bayou comienzan a convertir mi cadáver en un nido de larvas. Antaño fui poderoso, la ignorancia me cegó y he pagado el precio del hubris con mi carne, con mucho más que una sola libra.

Los discípulos de Pymander hemos sido parte de esta ciudad construida sobre una ciénaga desde el principio, pero el corazón de Nueva Orleans es mucho más negro que la piel de los primeros colonos franceses, el Jazz recorre sus venas desde Bourbon Street hasta Desire, donde los cultistas polacos follan en cuartos sin luz, ni moral alguna.

Esta ciudad está llena de vicio, homosexualidad, pecado. La tierra vomita los muertos, que han de ser enterrados en cementerios sobre la superficie. Cadáveres como el mío flotarán durante algunas noches antes de ser devorados por alguna criatura ciega y escamosa. Pero muchos otros son saqueados, profanados y violados por la mierda de brujos vudú que habitan entre sus calles, hijos de esclavos, bastardos de piel tiznada que se reúnen para lanzar sus impíos conjuros en el carrefour.

Mis labios cosidos no pudieron pedir ayuda cuando me arrancaron el alma, mis manos cercenadas son la expresión del poder que se me ha arrebatado. Esta ciudad me odia. Nunca fue nuestra. Siempre le ha pertenecido al diablo.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Ethan Sanders (Theazlin)

Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#2

Mensaje por Theazlin » 04 Jul 2020, 18:17

🎵 https://www.youtube.com/watch?v=uAcALH67-2A - Time (OST "Inception") Fingerstyle guitar Hans Zimmer 🎶


Ethan colocó la última pieza del conjunto de fichas de dominó que recorrían la mesa de su despacho formando el símbolo del infinito. A un lado restaban los libros de física cuántica que hacía semanas que no consultaba pues en sus páginas no hallaba las ansiadas respuestas que buscaba y sí las dolorosas prohibiciones que la física, clásica o no, imponían a sus más profundos deseos. Las imposibilidades, fruto de las propias leyes del universo o del desconocimiento de la humanidad, despertada o no, se esbozaban como enormes molinos de viento en su mente para, al día siguiente, tomar la forma de pequeños rescoldos en un camino sinuoso pero asequible.

Los rayos de la última luz del día se colaban por la persiana mal bajada de la ventana y arrojaban matices anaranjados y rojizos sobre la estancia, casi como tiznando del color del fuego cada rincón en un cruel recordatorio de la tragedia que había arrojado a Ethan a la hercúlea tarea a la que había consagrado su propia existencia. Sanders se incorporó y miró la disposición de las piezas sobre la mesa. Cada acción tiene su reacción, cada decisión su consecuencia. En un intrincado sistema de relaciones que quedaba más allá de la comprensión natural del hombre, el mundo se estructuraba a la espera de que alguien pudiera ver los patrones que lo conformaban y a la vez celoso de su propia naturaleza guardaba sus hebras con violenta voluntad.

Imagen ¡Mira, papá! ¡Mira lo que he hecho! —dijo Sara mientras asomaba su cabeza por las escaleras que conducían al laboratorio de Ethan en el sótano de su casa en Londres— Mamá me ha enseñado a colocar las piezas del dominó para que se caigan todas solo con tirar la primera. ¡Ven a verlo, papá!

Ethan suspiró, casi molesto por la interrupción. Estaba enfrascado en una nueva perspectiva de la decoherencia para arrojar algo de control al mecanismo que medía el aparente colapso del estado de superposición de todos los estados posibles de la materia en un estado definido a través del proceso de entrelazamiento. El ordenador que tenía en frente calculaba posibilidades mientras él buscaba una solución elegante a la ecuación que le separaba de encajar varios meses de trabajo.

Ahora no, Sara. Estoy ocupado —dijo Ethan sin siquiera desviar la mirada de las hojas que tenía en frente.

Pero papá, es solo un momento y ya verás que...

Ahora no. Papá está trabajando —cerró la discusión Ethan mientras abordaba el ordenador para ver los resultados de los cálculos que llevaba realizando los últimos 40 minutos.

Como siempre... —dijo, en voz baja, Sara mientras dejaba una pieza de dominó en el suelo y se iba.

Si pudiera tan solo entrelazar las distintas ecuaciones en un conjunto estable que sostuviera...
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Ethan se agachó de nuevo y observó la estructura. A Sara le habría encantado. ¿Habría hecho ella alguna vez una figura así? No lo sabía, la verdad. Nunca había subido a verlas. Siempre trabajando, siempre ocupado en las cosas urgentes pero no en las importantes. Quizás en algún universo él había sido un buen padre, en algún universo esa tarde se había levantado y había ido con su hija a ver lo que había hecho, en algún universo la había observado orgulloso y le había dado un abrazo y un beso cuando todas las piezas se hubieran caído al suelo... en algún universo... pero no en el suyo. En el suyo, como siempre, estaba trabajando. Mísera percepción de utilidad que se había evaporado en un suspiro.

Ethan, al tiempo que caía una lágrima por su mejilla, movió lentamente la mano derecha alterando el tiempo un ápice y a continuación dio un golpecito a una de las piezas. A cámara lenta, desafiando las leyes de la física clásica, la ficha fue cayendo lentamente hasta impactar en la siguiente. Y así, el símbolo del infinito se fue formando muy lentamente, mientras Sanders intentaba absorber cada instante y pensaba cómo sería acompañado de las risas de su hija.

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Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#3

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 04 Jul 2020, 19:29

{ https://www.youtube.com/watch?v=uAcALH67-2A - Time (OST "Inception") Fingerstyle guitar Hans Zimmer }

Cuando todas las piezas cayeron, el tintineo final del marfil quedó suspendido en el aire bailando a contraluz con las indómitas motas de polvo. Las lágrimas intentaban ser reprimidas con el apretar de su puño izquierdo, y aunque aún podía sentir la bocanada de fuego sobre su piel, y aunque aún podía verse las lenguas negras de luto sobre las esquinas del reconstruido despacho, era mucho peor el fuego que lo consumía por dentro. El ardor de siete infiernos que abrasaba su ánima y que se empeñaba en recordar una y otra vez, pensando que enfrentarse a ello le daría alguna clave para retomar aquella senda. El camino de vuelta a casa.

Sí... tenía un don, era capaz de alterar tantas leyes de la física que se creían inmutables, que prácticamente echaba por tierra todo el dogma al que había sido inculcado durante toda su vida... ¿pero de que le servía sino podía hacerlas regresar?. Una a una, las piezas volvían a levantarse, rebobinando hasta el lapso de su caída, de su eterna caida, de su infinito descenso. Infinito. Infinito era el dolor de Ethan Sanders. El ocho horizontal volvía a estar rearmado para un nuevo empuje del dedo ejecutor del hermético. Así pasaba parte del día, entrando y hurgando en su propio herida hasta que se había inflingido el daño suficiente o se había quedado sin lágrimas. Pensaba, que el tiempo, aquel que creía haber descubierto manejar sería capaz de hacerle olvidar, pero la auténtica realidad, la de la línea de tiempo original que avanzaba como una proa obstinada por el pantano y que empezaba a plantarle canas en las sienes, le devolvía la cara amarga, aquella que le decía que cada día era más díficil.

Ahora estaba en ese preciso momento, en el que de tanto llorar, un agudo dolor le aguijoneaba la parte frontal de la cabeza. Empezaba a notar ese calor que anunciaba su presencia, como si siempre hubiera estado ahí y esperara el momento preciso. De entre las grietas de la madera de la pared, unos jirones de humo que se convirtieron en sombra, y de esa silueta negra surgió una cara, bella y de rasgos exóticos. Su pelo continuaba negro como una noche sin estrellas, y una especie de aura vaporosa le unía aquella sombra y la mantenía entre la frontera de lo tangible. Parecía capaz de absorver la luz sobre su ópaca figura, sin embargo el espectro del verde parecía ser el único capaz de resistirse unos microsegundos más, lo suficiente para parecer que destellos corrían por su cuerpo. Destellos de color esmeralda.
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Ethan Sanders (Theazlin)

Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#4

Mensaje por Theazlin » 04 Jul 2020, 22:36

{ https://www.youtube.com/watch?v=uAcALH67-2A - Time (OST "Inception") Fingerstyle guitar Hans Zimmer }

Ethan detuvo su mano justo antes de reiniciar el bucle de caída y ascenso de las piezas de dominó sin siquiera necesitar girarse para notar la presencia de Zaida en la estancia. Los surcos de lágrimas que cruzaban su rostro bien podrían haber erosionado su piel y formar senderos de sal por los que dejar fluir su tristeza y dolor pues éstas eran lágrimas de amargura. Pocas personas son conscientes de que la composición química de las lágrimas difiere mucho según el motivo que las produzca hasta el punto de que el patrón de cristalización es distinto incluso dentro de las propias lágrimas emocionales... y no en pocas ocasiones Sanders ha pensado que llegaría un día en que su cuerpo, incapaz de ofrecer más proteínas, prolactina y adrenocorticotropina, lloraría lágrimas de sangre que, al llegar a su boca, sabrían a pura ceniza.

El ardor empezó a inundar su cuerpo sutilmente. Sabía que no pasaría de esa incómoda sensación previa a la quemazón pero no por ello la hacía agradable aunque Ethan era consciente que su percepción del calor era subjetiva y que allá donde otro podría sentir el acogedor y cálido abrazo de la compañía él notaba la calina de un incendio a punto de desatarse y el olor de la carne quemada.

Ethan cerró los ojos con fuerza e hizo un movimiento enérgico con la cabeza negando sus pensamientos e intentando alejar de su mente el recuerdo de su familia y del incendio.

Zaida —dijo Ethan mientras se levantaba lentamente, avanzaba la silla hasta colocarla, sin arrastrar, en el hueco bajo la mesa y, a continuación, se ajustaba el chaleco que llevaba sobre una camisa blanca—, ¿qué quieres de mí?

Sanders recordaba los primeros meses tras la tragedia. Un temor irrisorio en comparación con el profundo pesar se había instalado en él con las continuas apariciones de La joya esmeralda. Alucinaciones producto del estrés post traumático, mecanismos de defensa de su inconsciente o cualquier otra terminología empleada para definir aquella aparición como fruto de su mente le había llevado a intentar combatirla a base de pastillas que embotaban sus sentidos, inundaban de olvido sus días y de oscuridad profunda sus noches. Había tardado mucho tiempo en aceptar que el mundo no era como él creía y que la ciencia no tenía explicación para todo. El universo, que se había mostrado ante Ethan como un todo cognoscible, predecible y medible había dejado caer su careta para descubrirse como un mundo nuevo que no estaba sujeto a ningún conocimiento empírico. En menos de seis meses Ethan había perdido a su mujer, a su hija y todo cuanto sustentaba su mundo estático. Sus creencias se habían hecho añicos y las que quedaban enteras las había destrozado él mismo pues su mera existencia se interponía entre él y un fin mayor que se enfrentaba a todo cuanto había creído conocer.

He viajado, he escuchado, he conocido y he creído... o al menos lo intento. ¿Qué debo hacer? —y aunque Ethan era plenamente consciente de que seguía contemplando la vida como un cúmulo de sucesos predecibles y concretos que le llevaban a plantear preguntas tan superficiales y profundas al mismo tiempo, era incapaz de dejar atrás por completo su forma de ser.

¿Qué demonios debo hacer para tener otra oportunidad? Solo una, solo la posibilidad de ser quién debería haber sido y de darles lo que deberían haber tenido. ¿Qué debo aprender? ¿Qué debo conocer? ¿Hasta dónde debo llegar? Pensó Ethan mientras notaba una nueva lágrima surcar su rostro. Detuvo su mano a medio camino pues temía que, al tocarse la comisura del labio superior y secar la lágrima que caía de nuevo, sus dedos se tiñeran de rojo carmesí.

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Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 05 Jul 2020, 00:43

{ https://www.youtube.com/watch?v=IDsCtDRV2uA - Interstellar theme by Hans Zimmer }

- Has parado, has enmudecido, has olvidado y has ignorado... - Contestó Zaida con aquella voz que siempre parecía salir de cualquier sitio menos de su boca. Los brazos de humo parecían proporcionar un consolador pero poco, por paradójico que pareciera, cálido abrazo. Si algo odiaba Ethan de sus encuentros con su genio era cuando se quedaba con más dudas que certezas. Su presencia era como un refrescante manantial de agua fresca, un oasis de sabiduría en medio de un erial de ignorancia... pero con todo, incapaz de saciar sus ansías innatas de curiosidad.

Las primeras veces que ella apareció no tenía el nombre de Zaida, ni tampoco apellido de piedra preciosa. Tenía la denominación de un efecto secundario de los analgésicos primero, y luego la clara evidencia de una alucinación producto del shock post-traumático. De cualquier forma Ethan supo coger las riendas de su psique con la suficiente antelación para evitar haber sido paciente del ala de psiquiatría. Intentó encontrar en su presencia, la posibilidad remota de un pliegue entre planos, como si ciertos entes fueran capaces de quedarse entre las dobleces de cada una de los múltiples planos de la realidad. Aquello le daba esperanzas, y el desarrollo de aquella teoría le ayudaba a despejar la mente y no mantener la tragedia en su cabeza las veinticuatro horas del día. Rellenaba frenéticamente cuadernos de fórmulas incapaces por entonces de intentar dar un sentido a todo aquello, de intentar cerrar el círculo. Pero ahora disponía de lo más importante, un motivo. Un motivo de verdad. Una meta auténtica. Necesitaba con todo su ser, que su pequeña Sara le interrumpiera. Necesitaba cambiar aquella respuesta donde parecía haberse quedado anclado, como si el caprichoso destino, sólo nos dejara una secuencia impronta en una perenne fotografía.

Ethan alzó la mirada y observó a Zaida. En sus ojos se concentraban ahora todos los destellos verdes, como si pudiera moldearlos a su placer. Giraban en su iris a una velocidad de vértigo, a modo de bóveda celeste bajo el obturador de una cámara. - La impaciencia es un mal aliado para un magi. El dolor, un enemigo. Sólo al final de camino, Dicci, sólo al final del camino hallarás la respuesta...
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Babet (Élisabeth) Lanoix (Darkhuwin)
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Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#6

Mensaje por Darkhuwin » 05 Jul 2020, 10:48

{https://youtu.be/bBINhDYXoEg - Going Back Home, Tuba Skinny en Royal Street(NOLA)}

Las sombras que recorrían las calles y avenidas de The Big Easy se alargaban ya hasta el infinito. el manto nocturno se acercaba para decorar su cielo, dándole un marco perfecto a las múltiples actuaciones callejeras que se desarrollaban en su seno diariamente llegadas aquellas horas, tomando un pulso candente de arte y sonido, de sentimiento latente que reinaba en el aire de la ciudad.

El sudor escurría juguetón por la frente de la muchacha y su respiración se hacía más rápida y profunda, acorde a los movimientos rítmicos de sus ágiles miembros. La banda de músicos a la que se había unido en plena Bourbon Street, en el barrio francés, atesatado de turistas deseosos de contemplar la magia mundana del jazz y el blues y los más diversos estilos de música cajún, criolla y sureña, se había hecho con la atención de una tumultuosa cantidad de espectadores que bailaban, reían y bebían embelesados. Ella hacía lo suyo con arte, con su estilo, llevaba haciéndolo desde niña y ya no había pudor ni remilgo en ello. No había tampoco orgullo. Bailaba y hacía sonar sus shakers. Tan solo eso. Aquella era su gimnasia, su calentamiento espiritual. La forma en que contactaba con el mundo, con la que captaba su resonancia para sentir que tenía poder desde que hubiera despertado hacía algún tiempo. Era también el único momento en el que se sentía bien frente a una multitud. Libre y comprendida. Sin ser juzgada por lo que hacía o decía. No era nadie entre aquellos músicos, aquellos artesanos del sonido que moldeaban las sensaciones acústicas mundanas para sintonizar con el público y captar sus propias ondas artísticas. Ella solo bailaba y hacía sonar sus shakers. Y conseguía que apenas repararan en su presencia, lo justo para echarle algunas monedas, sin llamar la atención tampoco de los otros. Los que vigilaban.

Pese a ser un legado de su más odiada infancia, la música hervía en su sangre, el ritmo la hacía volar y soñar y contactar con su ser interior, con aquel yo mayestático que la protegía y la daba poder en ocasiones. Era el instrumento más llevadero con el que podía ejercer sus prácticas, y aunque en sus días de trabajo callejero, no lo usase de aquel modo, siempre le servía como entrenamiento y de paso conseguía su sustento diario.

La canción acabó y la multitud prorrumpió en aplausos, silvidos y gritos de júbilo, ebrios de felicidad por haber vivido aquel instante de conexión mística con el universo. Aquel ritual mundano que, sin embargo, poseía mucha trascendencia espiritual y mental que los durmientes desconocían. Aquello se lo había enseñado su mentora, Claudette, otra madre que la dejó.

Babet recogió sus cosas, ya había tenido bastante por hoy. Pensó en que al menos ahora tenía un padre, o alguien a quien así llamar, y una punzada de regocijo le recorrió el pecho haciendo surgir una ligera sonrisa en sus bonitos labios mestizos. Pero rápidamente la reprimió, la escondió y escudo su mente. Sabía que la estaban observando, como siempre, desde el otro lado. Y que los Petros acudirían sin pensárselo a robarle todo aquello que le produjese felicidad o paz. Porque así era la vida. Te daba y te quitaba siguiendo los designios y deseos de los Loas. El Bondié había dispuesto, pero ahora eran ellos los que marcaban el ritmo, el paso de los caminos vigilados por Papa Legba. Así había sido siempre, a pesar de que casi nadie de entre los habitantes de NOLA se diera cuenta. Estaban ciegos, dormidos...pero ella podía ver, siempre había podido y sabía que estaban ahí, podía hablar con ellos.

Así que una vez se escurrió entre la multitud, se dirigió con paso ligero a través de las calles bulliciosas hacia la casa de Sanders, sin perder ni un minuto, sabía que las horas de oscuridad eran más propicias para los Loas. El manto que dividía los mundos se hacía un poquito más transparente y las sombras de los callejones, lugares perfectos para que acecharan. Pero Lanoix conocía los atajos, su tío se los había enseñado y la señora Macondo se encargaba siempre de recordárselos y de avisarle de algunos cambios que se producían, con las nuevas obras urbanas o los movimientos que se daban en las estrellas (según decía ella).

Cuando llegó a la esquina de la calle más cercana a la casa, no obstante, recordó las palabras de su nuevo amigo Campbell, "Si eres agua, no piensas, si eres río, no tienes emociones, solo te mueves y apenas dejas marca, eres transparente." Aún no sabía si funcionaba de verdad, pero lo cierto era que, desde que practicaba aquellos mantras, parecía más segura de sí misma y menos permeable a los ojos de los espíritus.

Subió los peldaños de dos en dos, casi emocionada. Estaba deseando contarle a Ethan todo lo que había vivido aquel vibrante día. Poder reír un rato con él y que la abrazara. Disfrutar de todo aquello que no había tenido en su niñez, de la calidez de una mano amiga, de la comprensión de una voz que la amaba y respetaba. Dulce nectar para su alma desgarrada. Pero al llegar a la puerta de la casa allí estaba ella...

Casi transparente, en tonos grises, llorosa con el pelo desmadejado y revuelto. Con aquel vestidito norteño de señorita. La niña, la hija...la muerta. Gimoteante, como siempre, mirándola, odiándola, furiosa y envidiosa.

La criolla se paró en seco, estuvo a punto de darse la vuelta y salir corriendo. En aquellos casos nunca sabías si la cosa podía ponerse complicada, y aunque ya había lidiado antes con aquel espíritu, desde pequeña sabía que aquello nunca era seguro. No obstante, decidió, que esta vez se arriesgaría también.

Respiró hondo, contó hasta tres en su mente y se concentró para afrontar lo que viniera...

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Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#7

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 05 Jul 2020, 17:39

{ https://youtu.be/bBINhDYXoEg - Going Back Home, Tuba Skinny en Royal Street(NOLA) }

"I'm going back home..." rezaba la canción, Pero Babet no volvía a su hogar, ni siquiera tenía claro lo que podía significar aquello, y la última sensación de hogar se había perdido ya en los laberintos de su memoria, cuando su tío Théophile ahogaba los lamentos de su acordeón con bourbon, y luego eclipsaba la luna de su ventana con su incómoda presencia. Y entonces, recostado junto a ella, con aquel insoportable hedor producto de la mezcla del sudor y el alcohol, la pequeña Babet creía realmente, que su tío había vendido su alma al diablo.

Luego ya, cuando aquella nueva realidad se presentó ante ella, encontró a Claudette y pensó que bajo aquel paraguas encontraría un nuevo hogar, junto con su lugar en el mundo. Nuevamente se equivocó, pues finalizada su breve instrucción Claudette desapareció sin apenas hacerle enteder el porque. Si Babet no tuviera el apoyo de su amigo Carl, realmente empezaría a pensar que es ella quien tiene el problema y quien creaba ese antimagnetismo en la gente con la que se rodeaba. De cualquier forma había algo que parecía angustiar a la joven cultista, y era el hecho de estar sola. Ahora hacía un tiempo que había encontrado a aquellas nuevas gentes, donde algo pareciado a la fraternidad había surgido de manera casi espontánea. A veces en las noches, rezaba a los Loas para que no le arrebataran aquella nueva oportunidad de encajar en una familia. O en algo parecido. Y de hecho divagando en eso, se encontraba camino de una de aquellas personas que desde hace un tiempo formaban parte de su vida. Alguien al que parecía despertar el más puro sentido paternal.

Los sonidos del jolgorio, los bramidos de los trombones y las tubas. y los maullidos de las trompetas se iban apagando a medida que Babet se alejaba de las vistosas calles con luces de colores cálidos, a medida que la sobriedad del simétrico hormigón y de las equidistantes farolas ganaba terreno en la ciudad. El barrio francés quedaba atrás y con él, el sempiterno ambiente festivo, la eterna juventud de la noche, los vestidos de colores danzando al son de un ventIlador... dando paso a ruidos sobrios de televisores encendidos, disparos sordos en los callejones y ladridos ahogados en los balcones.

Luego estaba ella. Sólo Babet sabía lo que Ethan le había contado sobre la pequeña Sara. Siempre intentaba autoconvencerse de que solo era una contraidealización de lo que él pudiera haberle contado. O tal vez un producto de su cansancio, o tal vez de los vapores etílicos. Siempre desaparecía cuando se armaba con el valor suficiente para acercarse a ella.
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Babet (Élisabeth) Lanoix (Darkhuwin)
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Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#8

Mensaje por Darkhuwin » 06 Jul 2020, 23:55

{https://youtu.be/bBINhDYXoEg - Going Back Home, Tuba Skinny en Royal Street(NOLA)}

Tras un momento de tensión, la visión pareció desvanecerse de nuevo, como ocurría siempre que la extática se enfrentaba a ella directamente. Ojalá todas los problemas que la acuciaban se desvanecieran con tal facilidad y sobretodo los malos espíritus. Mas seguía sin estar segura de que fuera un ardid de su mente, esas cosas no existían en su visión del mundo.

Por lo menos, no hasta que conoció a Tiger. El chico de otro universo. En cierto modo, se sentía identificada con el oriental. Era un alma perdida en una tierra extraña. Y aunque no era tan introvertido y huidizo como ella, también parecía haber sufrido lo suyo para adaptarse a lo que lo rodeaba. Había algo en él que la atraía...algo salvaje, pero nunca se había dejado llevar por aquellos impulsos incontrolados, lo único que podía conseguir una de aquellas bajas pasiones era que la llevaran de cabeza a más dificultades y ya tenía suficientes con las que lidiar. Pero el chico había sido muy atento y comprensivo con ella y se había esforzado en enseñarle. Parecía pensar que necesitaba protección y guía y ella se dejaba hacer. Toda ayuda en la vida era poca y lo cierto era que desde que había crecido, la gente tendía a ayudarle más de lo que lo habían hecho nunca...Podía imaginarse por qué.

Por eso tenía tantas esperanzas puestas en su relación con Ethan. Aquel era un hombre maduro, afable, paciente y con temple y poseía ese aire melancólico que le provocaba tanta empatía. El padre que nunca tuvo. Desde luego que no iba a perder la oportunidad de poseer una familia, por culpa de unas visiones, fuesen espíritus o engaños de su propia mente. El miedo no iba a arrebatarla ese regalo que le había traído el despertar.

La joven se acercó a la puerta despacio. Apoyó su oreja en la hoja, esperando no oír ninguna conversación para no interrumpirle, aunque si que le pareció escuchar algo. Palabras susurradas o una conversación con sigo mismo, no sería la primera vez que su amigo se enzarzaba en sus propias cábalas en voz alta. Lo importante es que parecía estar sólo, así que, golpeó tres veces con los nudillos suavemente y reprimiendo su primer impulso de decir 'señor Sanders' dijo en cambio:

-¿Ethan? - Con su suave y melodiosa voz.

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Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#9

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 08 Jul 2020, 01:21

El primer golpeo de nudillos sobre la puerta de Ethan contuvo el tiempo necesario para que durante un simple parpadeo Zaida desapareciera. Su rostro se difuminó nuevamente en humo y ese humo perdió su color, como si el propio aire fuera agua. Tras la puerta, en el pasillo de aquel quinto piso, Babet esperaba que su paternal amigo le abriera la puerta.

La pequeña Lanoix no había tardado demasiado en llegar. Apenas una caminata de veinte minutos; quince a paso ligero. Prácticamente solo había descendido calle abajo por Bourbon Street hasta dejar el Barrio Francés. Al cruzar Canal Street ya estaba en en el Centro Financiero y al dejar en paralelo Lafayette Square ya se ubicaba en Warehouse District, donde Ethan tenía un apartamento de cierto caché en un edificio de varias plantas en forma de "U". Era curioso como desde su ventana se podía ver la imponente One Shell donde la Capilla le había advertido que alguna de sus plantas era propiedad de la tan temida Tecnocracia.
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Ethan Sanders (Theazlin)

Re: [G] Preludio: 00 - Lágrimas de sangre y cenizas

#10

Mensaje por Theazlin » 08 Jul 2020, 03:59

{https://www.youtube.com/watch?v=aDru4DBOGCg - Gary Jules (Tears for fears) - Mad World by Eiro Nareth}

Zaida se evaporó dejando tras de sí frases enigmáticas que, bajo la apariencia del sentido común escondían, huidizas, respuestas que se le negaban a un Ethan acostumbrado, a lo largo de su vida, a un mundo dividido por una marcada línea; un mundo en el que las cosas eran blancas o negras; un mundo de concreciones. Sabía, no obstante que ese mundo, cruel y loco mundo que había creído completo cuando en realidad solo atisbaba una pequeña parte del mismo, había muerto para él junto a su familia.

Y durante un instante se quedó estático, mirando el lugar en el que La joya esmeralda había tomado forma y que en ese momento era tan solo la fría y simple pared.

Adelante —dijo Sanders tras abarcar con su brazo derecho todas las piezas de dominó y arrastrarlas hasta el borde de la mesa y arrojarlas, de un movimiento, a la gran caja donde las guardaba. Sabía de sobras de quién se trataba y a pesar de que no en pocas ocasiones despertaba los remordimientos en Ethan al verla y sentirse mejor, quizás era precisamente lo que necesitaba. Precisamente, Zaida le recordaba que debía llegar al final del camino y Babet era, sin duda, el impulso que le ayudaba a avanzar cuando él mismo se convertía en su peor enemigo. Su carácter, su valentía y su juventud alimentaban, paulatinamente, su dinamismo y adormecían el miedo a errar, el miedo a perder la oportunidad por precipitarse... un miedo que, en realidad, amenazaba con no desvelar nunca el momento propicio, nunca la preparación adecuada. El miedo de los cobardes. Babet despertaba en él el valor de saber que no hacer nada era tomar una decisión: resignarse. Y no era una opción.

La puerta se abrió y Babet entró por ella. La desgraciada Babet, la luchadora Babet, la desconfiada Babet, la joven y enérgica Babet. El mundo se había mostrado a ella como un mundo demente y le había enseñado verdades a medias: le había inculcado el miedo al dolor y con él se habían cerrado las puertas a dar la oportunidad a la felicidad. ¡Qué curioso es el destino! Veía en ella tanto el reflejo de su hija perdida como el suyo propio. Pero en dos puntos cronológicos distintos: ella no sabía lo que no tenía porque nunca lo había tenido mientras que Sanders buscaba recuperar lo que había poseído y no había valorado. En el fondo la injusticia cósmica que subyacía le aguijoneaba: él había desaprovechado su oportunidad mientras ella no la había podido ni disfrutar. ¿Cuán justo era que él luchara por tener una segunda oportunidad cuando otras personas, como Babet, ni siquiera habían contado con una?

Babet, querida —dijo Ethan sin poder evitar que una sonrisa triste, como en muchas ocasiones, asomara en su rostro aunque no por ello menos afable.

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