[G] Interludere I

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Jebediah_Gogorah
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[G] Interludere I

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 17 Ago 2020, 17:17

{ https://www.youtube.com/watch?v=xj_T9T9j_aE& - Wonderful Life by Black - Smith & Burrows Version }

Los labios carnosos de Adam recorrían la espalda de Edgar, disfrutando del aroma sudoroso postcoital de su amante. En aquel momento, enredado entre sus piernas cubiertas por las sábanas de seda grises, parecía que la vida le mostraba la cara más dulce, dejando la amarga para todos los recuerdos de su infancia y adolescencia.

El piso de Beaumont en el Downtown, aparecía ordenado, pero se debía más a una ausencia prolongada que a una manía por la limpieza. Las ocupaciones de Edgar con la Universidad, y sobre todo con la Capilla, lo mantenían lo suficientemente alejado, para apenas pisar su pequeño apartamento. Pero cuando quería dar rienda suelta a su pasión con Adam, no había mejor refugio. Allí, lo suficientemente lejos de las miradas indiscretas de la Cábala y de la Capilla.

Era un piso pequeño, con un salón-cocina con barra americana. Un baño minusculo, donde la lavadora ahogaba más aun el espacio, y un dormitorio lo suficientemente amplio para compaginarlo con un estudio. La moqueta era acogedora de un gris ceniza que cedía el protagonismo a las paredes azuladas donde copias de cuadros famosos e inspiradores aparecían a cada paso. La eterna beatlemania que había heredado de la fanática de su madre, le hacía que en aquel momento, sonará de fondo, en buclé, el Strawberry Fields Forever, cuyo batir de las baquetas de Ringo, parecía acompasar las gotas de lluvia que repicaban contra el cristal.

Edgar encendía un cigarro y recogía sobre su pecho a Adam. Mientrás con una mano le acariciaba el pelo, con la otra le ofrecía una calada. Adam, allí, apoyado contra su torso, escuchaba el latir de un vivo corazón, y ambos tenían interminable y filosóficas conversaciones sobre la vida, los sueños y los miedos. El joven eutánatos podía tocar la felicidad con sus manos; estaba en aquella piel brillante y cálida, estaba en su apolíneo cuerpo, estaba en sus ojos azules como una paradisiaca playa... pero no podía olvidarse de su pasado marcado por la tristeza y el rechazo, y no dejaba de preguntarse si aquello también formaba parte de los ciclos de la rueda. Si la felicidad y la tristeza, no eran en cierto modo, una forma de vivir y morir espiritualmente.

De cualquier manera, aquellos encuentros furtivos, siempre acababan de la misma manera. Edgar llegaba un momento, que como un tsunami, toda la conciencia de una educación católica y occidental llegaba de golpe y lo llenaba de vergüenza. Entonces, se sentaba en la cama, apagaba el cigarro con furia contra el cenicero, y daba la espalda a Kelly, generándole aquel rechazo que tanto le dolía.

-Esta mal, Adam... esto está mal. - Se agarraba los cabellos mientras agachaba la cabeza contra el suelo - Deberíamos dejar de vernos... - Se colocaba sus vaqueros escondiendo su ya flácido pene en ellos - Si se enteran el resto de miembros de la Cábala, no se que podría pasar... no podría volver a mirar al señor Sanders a la cara, ni a la doctora Sherwood... y ¿que ejemplo seríamos para la pequeña Babet?... no quiero ni imaginarme a Tiger escondiendo su fórnido cuerpo para que un bisexual pueda observarlo... - Una camiseta blanca terminaba la improvisada vestimenta - Si se entera la Capilla seguramente me expulsaran, pues ya sabes que están prohibidas las relaciones interpersonales más allá de la amistad. Maldito Yophiel y sus regias convicciones religiosas... - Se coloca sus zapatillas con cierta premura - Sabes que te deseo Adam... que me gustas... pero esto no es buena idea... deberiamos dejar de vernos...
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MegatronHendrix
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Re: [G] Interludere I

#2

Mensaje por MegatronHendrix » 22 Ago 2020, 12:30

Adam escucho las palabras de Edgar y las recibió en su pecho como si fueran cuchillos. Le veía de espaldas, vistiéndose mientras él aun estaba recostado en la cama, notado como aquel abrazo se había quedado a medias. La burbuja en la que se encuentran todos los amantes después de hacer el amor acababa de explotar para Adam y el autor de aquella atrocidad era su querido Edgar.

No era la primera vez que tenían este tipo de charlas, ni sería la última. Era solo otra de las formas que adquiría La Rueda, pasaba de la euforia sexual, a la culpa y finalmente a la normalidad. Era uno de los ciclos de Edgar y era el más cruel de todos para Adam. Le observó mientras se cambiaba y dejaba salir todos sus pensamientos y una vez acabó Adam comenzó a vestirse sin decir una sola palabra. Quería esperar un poco, como hacía siempre, a que su amigo se calmase.

Con cierta parsimonia el tanatóico se colocó calcetines, ropa interior y los vaqueros mientras su amante quitaba el vinilo del tocadiscos, dejando así solo el ruido que llegaba de la calle. Por un momento hubo silencio hasta que Adam se le acercó por detrás y le tomó la mano con bastante delicadeza. Acarició sus dedos con el pulgar y una pequeña sonrisa, casi infantil se le dibujó en el rostro.

Edgar, si tú lo deseas podemos parar. — Su voz se mantenía calmada pese a tener un nudo en la garganta. En pocas ocasiones, quizás gracias a su maestra, Adam perdía aquella calma. — Pero ambos sabemos que volveremos a esto, es tu movimiento natural.

No era la primera vez que acordaban dejar de verse, después de su primer encuentro también lo hicieron y pese a ello, una semana después volvían a estar acurrucados en la misma cama, desnudos y deseosos el uno del otro. Era su movimiento natural, tanto el de Edgar como el de Adam, ambos giraban en el mismo sentido y sus giros coincidían. Era inevitable. Al tanatóico le costó entenderlo al principio y por mucho que tratase de explicárselo en palabras a Edgar pensaba que nunca lo captaría. Quizás era esa una de las barreras de los despertados con los durmientes o quizás que el muchacho no quería aceptarlo, pero fuese cual fuese el caso eran sus movimientos naturales y no se podían evitar, pues al igual que no puedes hacer que la tierra que gire en contra dirección (Salvo si eres Superman) tampoco puedes hacer que alguien vaya en contra de su movimiento natural, es inherente a su condición, a su existencia.

Tras sus breves palabras Adam apretó la mano de su enamorado y dejó un beso en su mejilla. Tras cada una de aquellas charlas recordaba como en un primer momento el que se había acercado a él había sido Edgar y como siempre dio los primeros pasos. Pero tras estas pequeñas charlas el muchacho siempre sentía algo de miedo de que Edgar se fuese, aunque el recuerdo de su comienzo le reconfortaba.

Pero si te preocupa mucho Yophiel conozco de alguien que intercederá para que no suceda nada. — Dijo estás últimas palabras para reconfortarle antes de volver a dirigirse hacia la cama y recoger su camisa.

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Jebediah_Gogorah
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Re: [G] Interludere I

#3

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 23 Ago 2020, 11:08

Edgar devolvió una mirada cargada de ilusión a Adam que rápidamente se diluyó cómo un azucarillo en el agua. El brillo en sus ojos, volvió a apagarse, y de un gesto esperanzador, su cara se tornó en desidia:

- ¿Y quien puede hacer tal cosa? - dijo colocándose el abrigo con clara intención de salir a la calle y dejar atrás aquel sentimiento de culpa que lo abochornaba.
Imagen { https://www.youtube.com/watch?v=fL_bzh-rSU0 - Cryin' in the streets by Buckhead Zydeco }

Lo tenía todo. La ceguera (o casi) como Ray Charles, los excesos con el alcohol como Buddy Bolden, e incluso la leyenda de haber pactado con el diablo a cambio de ser un erudito de la música, como Robert Johnson o tantos otros que habían bajado a las encrucijadas del delta del Mississipi, en busca de la gloria.

Sin embargo, el viejo Theophile no había triunfado en su pasión, la música. Contaba, eso sí, con el respeto de las centenas de músicos que pululaban por The Big Easy, y muchos de ellos, se unían a sus improvisaciones al estilo, zydeco, jazz o blues. Allá, en cualquiera esquina del Barrio Francés donde el viejo Lanoix hacia llorar a su acordeón, alguien sacaba su instrumento de su funda, y sin un conocimiento previo, ambos dialogaban con el lenguaje universal de la música, y entonces, la "magia" sucedía. Percusionistas, saxofonistas, guitarristas, trompetistas... todos hablaban maravillas de Theophile Lanoix y maldecían una y otra vez lo que fue y lo que podía haber sido.

Él se conformaba con un puñado de dólares que le proporcionaran su dosis diaria de alcohol para él, y algo de alimento para su sobrina, a la que apenas prestaba el mínimo de atención, y cuando lo hacía era simplemente para exigirles favores o darle anodinos consejos sobre la vida, de la que él no era ningún ejemplo.

Babet a veces lo acompañaba con sus pequeños elementos de percusión, dando rienda suelta a la sangre artística que también corría por sus venas, y que como otorgado a dedo aquel don, mostraba sin pudor alguno. Pero su misión no era aquella. Durante cada tema que su viejo tio mostraba su virtuosismo con el acordeón, ella, con aquella cara angalical que recogía la mezclolanza de culturas en su tez morena, pasaba el sucio, maloliente y desvencijado sombrero de Theophile por el coro de gente que se arremolinaba sobre el artista. Veinte pavos había sido un buen día, cinco, uno malo.

Un billete de veinte dolares se deslizó por el sombrero, cubriendo con su valor, las monedas que se depositaban al fondo. Babet alzó la mirada y lo vio. Tenía un rostro de facciones marcadas, de piel pálida y de ojos diminutos y profundos. El cuello de la gabardina oscura casi se unía con su sombrero de ala, calado hasta el entrecejo. A su sonrisa de agradecimiento por la limosna, le devolvió una sonrisa de marfil coronada por dos dientes de oro. Sin embargo, aquel gesto mostraba algo que llenaba de desasosiego a la pequeña criolla. Una sonrisa y una mirada llenas de algún tipo de perversión mezclada con una especie de pavoneo de superioridad moral. Y el gesto fue reforzado con su mano apretando sobre el mentón de Babet, casi al limite del daño.

Luego la soltó, como tras haber recapacitado de su gesto, e intentó darle una caricia en la mejilla que la pequeña esquivó. Entonces, antes de perderse en el tumulto de la gente, pudo ver su mano, aquella que había buscado su perdón, donde una media luna negra coronaba su dorso.
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Babet (Élisabeth) Lanoix (Darkhuwin)
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Re: [G] Interludere I

#4

Mensaje por Darkhuwin » 23 Ago 2020, 19:36

{ https://www.youtube.com/watch?v=fL_bzh-rSU0 - Cryin' in the streets by Buckhead Zydeco }

La niña callejera, la sucia mestiza, la cobarde, la flacucha. Tenía muchos nombres en el barrio y ninguno era bonito. Solía deambular por las callejuelas, cuando su tío caía, completamente beodo, en sus largos y profundos sueños. Porque cuando estaba despierto, no la dejaba alejarse ni a sol ni a sombra. Era un continuo sin vivir de charlas, peticiones, pruebas y preguntas torturadoras...Desde luego, la personalidad de Theophile era desquiciante.

Pero en esas escapadas, normalmente nocturnas, además de buscar algo de comer, Babet siempre trataba de aprender algo nuevo. Aprender a andar sin ser vista, a espiar desde las sombras o metida en algún agujero, a escuchar, a hacerse con algo de valor, a enterarse del run run de los callejones, quién se movía, trapicheaba y mandaba en su mundo. La banda de Johnny, Kali el camello tuerto, las chicas de Berta la Gorda, etc. La criolla se enorgullecía de conocer a prácticamente todos los seres deplorables y rastreros del barrio francés y sus costumbres y sin embargo, a aquel individuo de dientes de oro, sombrero de ala ancha y cuello alto, no lo había visto en su vida...

Cuando el extraño extendió el billete de 20 dólares y lo introdujo en el sombrero, se dijo a sí misma que sería algún extranjero que estaba de paso. Algún excéntrico comerciante que gustaba de vestir raro para hacerse el interesante. Pero la sonrisa que la dirigió y aquella mirada casi lasciva, pero a la vez prepotente, que parecía reconocerla de algún modo, la llenó de dudas. Dudas que explotaron de pronto, una vez el desconocido de los ojos diminutos, se escabullía entre la multitud, dejando atrás su mano que mostraba claramente la media luna que tanto había trastornado sus sueños.

No perdió ni un segundo. Dejó caer el sombrero de su tío, provocando que las monedas se desparramaran por el suelo caóticamente y sin remedio, lo que a su vez, hizo que Theaphile parase de tocar y lanzase una profunda maldición: - '¡Pero serás desgraciada! - Gritó, tratando de encontrarla al rededor con su escasa vista, pero agarrando rápidamente el billete abandonado. Mas la niña Lanoix ya había salido corriendo y se había mezclado entre la concurrencia tratando de alcanzar al extraño que parecía haberla reconocido. Seguro que él sabría algo acerca de sus padres, seguro que podría contarle algo si era capaz de preguntarle, y si no, le seguiría, le espiaría y no tardaría en descubrir quién era o lo que se proponía. Averiguar si tenía algo que ver con su pasado, con su familia... algo que le diera sentido a su existencia.

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Re: [G] Interludere I

#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 24 Ago 2020, 17:56

Babet aprovechó su pequeña estatura para escabullirse entre la gente, que ante los improperios del abuelo y el cese de la buena música, daba de nuevo la espalda al malhumorado artista.

A la pequeña no le fue dificil ubicar al extraño del tatuaje de la luna. Su silueta de espaldas parecía la de un cuervo, e incluso hasta sus andares eran eclépticos y extraños. La pequeña cultista tendría que acelerar el paso o lo perdería, pues torció en la primera esquina que se alejaba de aquella paralela con Bourbon.
Imagen { https://www.youtube.com/watch?v=P6zaCV4niKk - Father and Son by Cat Stevens }

Su feroz mirada no parecía tan inmutable como debería serlo para ser un poster. Según se mirara, cual Gioconda, aquel icono de mono amarillo con raya negra parecía repartir justica con una simple mirada, capaz de distinguir entre el bien y el mal. Por eso, para Tiger, como su abuelo, era un referente. Si bien, hacía tiempo, que había reconocido que su fervor por Bruce Lee era más dado por una megalomanía galopante azotada por el fuego juvenil junto a las semejanzas que los unían (estadounidense con ancestros orientales y cuya pasión giraba en torno a las artes marciales), lo había interiorizado tanto que ahora era, aunque quisiera, imposible arrancar su influencia de su propio ser. Eso lo hacía, en un pequeño y cierto modo, ser su propio protagonista de la Furia del Dragón.

Pero ahora, ni siquiera Lee, con quien compartía sobrenombre, podía consolarlo. No había respuestas en ninguno de los acertados similes y frases que el artista marcial solía prodigar, ni tampoco ninguna posición marcial que lo calmara, ni tan siquiera un punto de meditación que eliminara aquel nudo en el estómago.

Tiger devolvió una última mirada a su ídolo sobre el papel, queriendo recibir un último mensaje de optimismo, que no llegó. El sonido del claxón del taxi le obligó a apartar dicha mirada, para centrarse en su reflejo del espejo y apretarse la corbata negra, antes de salir.

Minutos después, las nubes parecían descargar toda su ira sobre el cementerio. Tal vez, las nubes también quisieran mostrar su pena de la única forma que saben, por la muerte del viejo Lee Ling. Sin duda, la enorme tromba de agua que caía sobre Nueva Orleans, hizo que hubiera mucho menos gente de la que un pilar de la comunidad china, como era el abuelo de Tiger, merecía. Aquello enfadó a Tiger que mantenía una posición regía sobre el ataud de su abuelo a punto de ser enterrado. En realidad era una manera de camuflar su propia decepción consigo mismo, por todas aquellas palabras que no volvería a decirle. Ni siquiera la más importante de todas... las del perdón. El orgullo de ambos les abrió un abismo de silencio que duró años, y ahora Tiger vestía unas innecesarias gafas negras para ocultar que estaba a punto de derrumbarse.

Pero su implacable senda interior, cómo un bambú, podía doblarse pero jamás romperse. Ese mensaje de autosuperación le venía a la cabeza una y otra vez intentando combatir aquel nudo en la base del estómago. Sobre todo, cuando alzaba la vista tras aquellos vidrios tintados, y veía a Sarah arrojar un crisantemo blanco, simbolo de la eternidad, sobre el féretro descendido. Luego se acercó a Tiger, y le besó la mejilla mientras le daba el pésame para luego pasar al viejo Fai Wong, al que tuvieron que habilitar una silla y permanecía al refugio de un paraguas. El anciano soltaba alaridos en chino mientras parecía inconsolable y lloraba ríos en sus ojos. Se apoyaba sobre su bastón y no dejaba de cabecear mientras miraba al suelo, negando la propia realidad. Entonces, Tiger comprendió algo sobre su propia senda. Cuando la muerte se acerca el orgullo tambien queda atrás, y te puedes permitir llorar tu pérdida y deshacer aquel nudo. No hay nadie a quien impresionar cuando tu propia vida se acaba.

Campbell fue a sacar un pañuelo de su bolsillo para cederselo al viejo Wong, pero encontró algo inesperado en él. Una serie de extraños billetes de curso no legal. No lo había visto nunca, aunque sabía lo que era. El llamado "Dinero del Infierno", cuya ancestral tradición china, solicitaba colocar junto alrededor de la tumba para evitar que su fantasma pueda volver de entre los muertos en busca de venganza. Bajo aquel puñado de billetes de papel entintado de poca calidad, aparecía el cadáver seco y cascarilleado de una rana... cuyo significado desconocía.
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Re: [G] Interludere I

#6

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 28 Ago 2020, 20:11

{ https://www.youtube.com/watch?v=y8AWFf7EAc4 - Hallelujah by Leonard Cohen (Jeff Buckley versión) }

Viajar ya nunca era lo mismo. Los aeropuertos se habían convertidos en sitios donde ponerse triste, en vez de lugares de despedidas momentáneas con certezas de regreso. Ethan revolvía la cucharilla sobre el té, más jugueteando con la rodaja de limón sobre el caldo que por otra necesidad. Las ondas que se creaban en el liquido, le ayudaban a distraerse y ampararse en teorías científicas que lo abstrayeran de su cruda realidad de hastío, depresión y soledad.

Heathrow estaba a abarrotar de gentes grises caminando de un lado a otro, con caras cuadradas e inexpresivas pululando al son de cientos de beeps que sonaban en todos lados... la caja registradora, el fotomatón, la máquina de refresco, las cabinas telefónicas... todo emanaba aquellos campos electromágneticos sobre los que Sanders había teorizado tanto, y se preguntaba en cual de las once dimensiones de la teoría cuántica tendrían cabida.

Pero también había gente en color, que le alegraban mitad de su alma. Niñas con floridos vestidos abrazaban a sus papas, deseandoles un buen viaje. Besos pasionales y cálidos de despedida con sus esposas que le imbuían en una extraña sensación de excitación y añoranza, que alimentaba su otra mitada; la que quedaba aún más resentida por la instantánea.

Ethan sacó aquella tarjeta de su cartera, sin saber si hacía lo correcto. Había acabado su instrucción como Mago, y conocía gracias a las clases de la profesora Bolton, de la existencia de otros planos, otras formas de comunicación que lo alejaban de algo explicable por números y fórmulas. Pero... que demonios... estaba a punto de cruzar un océano en busca de respuestas, tan sólo tras recibir una pequeña tarjeta en su buzón. Desde una mente pragmática, era una auténtica locura.

Las esquinas estaban gastadas, y el blanco había cogido un tono amarillento y donde varios elementos habían perdido parte de nitidez. Pero en el centro una serigrafía clara, con letras barrocas sobre una orquídea acostada que rezaba: Madame Ness, Medium.
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Babet (Élisabeth) Lanoix (Darkhuwin)
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Re: [G] Interludere I

#7

Mensaje por Darkhuwin » 31 Ago 2020, 22:43

{ https://youtu.be/OorZcOzNcgE - Child in time. Deep Purple}

"Correr entre los pies" Era uno de sus juegos favoritos desde que vivía y trabajaba en las calles. Esquivar pasos largos, faldas, bicicletas, correas de perro, farolas, bancos, vagabundos, cajas de fruta, vehículos que circulaban... aquello era un arte, pero también una técnica. La velocidad radicaba tanto en la agilidad como en la astucia y la concentración. Había que mantener todos los sentidos puestos en el movimiento, predecir los cambios del entorno y previsualizar la forma en que ibas a efectuar cada paso, casi a la vez que lo hacías, ya que, por muy rápido que fueras, cualquier obstáculo inesperado, un paso en falso y se acabó...

La niña avanzó desesperada, intentando no perder la estela de su perseguido. Se movía rápido, estaba claro que él también tenía experiencia en el juego y no tenía intención de que lo siguieran o reconocieran por algún motivo.

Babet estaba segura de que no se equivocaba en su intuición, él tenía que saber algo. Algo de sus padres, algo que desmintiera la continua mentira de su viejo tío. Sus padres no habían muerto en un accidente, eso no era verdad, no podía ser verdad. Era injusto y absurdo y además era falso. Ella recordaba el tatuaje. La media luna la había perseguido en sus sueños desde que apenas sabía hablar. Si podía averiguar algo como aquello, su vida empezaría a cobrar sentido.

"No puede escaparse" - se dijo - "no puedo perderlo" - Torció justo en la esquina en la que lo había visto girar y desaparecer.

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Re: [G] Interludere I

#8

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 01 Sep 2020, 19:26

Babet estuvo a punto de chocar contra un escuálido guitarrista, que en pos del enorme parecido físico que se había labrado, con aquellas greñas que cubrían su rostro, intentaba imitar el virtuosismo de Ritchie Blackmore con su Fender. Sus dedos recorrían el mástil de la guitarra, mientras las notan salían a velocidad pasmosa por el pequeño amplificador portátil.

El hombre-cuervo de la media luna, no parecía percatarse de su presencia, ni parecía afanado en una huída. No obstante, como un superpreciso reloj atómico, una berlina negra se cruzó en su camino, y en una perfecta coreografía, subió en la parte trasera sin perder un solo segundo. Mientras el coche arrancaba nuevamente la marcha, el cristal tintado de la parte trasera bajaba y dejaba ver al hombre de la sonrisa dorada con la mirada fija en la niña. Los dedos de su mano tatuada tomaban la forma de una pistola, y con su dedo pulgar percutía el ficticio disparo, provocando una risa intimidatoria para si mismo y sus posibles acompañantes, y un gesto de absoluto terror en la pequeña Lanoix.
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Re: [G] Interludere I

#9

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 12 Sep 2020, 08:57

{ https://www.youtube.com/watch?v=XvfImv9NseY - That's Life by Frank Sinatra }

La doctora cerraba bruscamente la puerta de su despacho, y soltaba un enorme suspiro de alivio que alejaba parte de la presión. Las letras "Michelle Sherwood MD" del cristal rugoso de la puerta, se proyectaban en la bata blanca que cubría su espalda mientras se acercaba a su escritorio, a medida que pasaban sombras frenéticas de actividad por los pasillos.

Se dejó caer sobre la silla de oficina, con otro suspiro destensador, y mientras veía los leds rojo de las extensiones del teléfono parpadear arrolladores y silenciados, con una sola mano desbloqueaba su sesión del ordenador, y ahi aparecía él, Frankie Blue Eyes para con su melosa voz, ser capaz de espantar todos los elementos estresantes para Michelle.

Llevaba cuatro días cansada de recetar Prozac a media Nueva Orleans, y en este punto, estaba convencida que la otra mitad, había acudido a otro hospital. Todos sus pacientes, argumentaban lo mismo. Pesadillas en las primeras noches. Una figura escuálida con una corona cornamentada, vestido con harapos amarillentos, que aparecía en la vigía y no te abandonaba hasta los primeros rayos de sol del amanecer y que con su presencia producía una total parálisis del sueño. Luego venían episodios de alucinaciones, que terminaban en un desquiciante insomnio. Michelle lo había estudiado, y parecía haber una relación directa entre este tipo de episodios y la apertura de la época de huracanes en la ciudad.

Como fuera, Michelle, sin duda, la de un trabajo mundano más absorvente de todos los miembros de la Cábala, no había tenido siquiera tiempo para abordar el tema de una forma menos científica y sí más mística, y averiguar porque aquella figura había cubierto con su manto onírico la ciudad. Había escuchado algo en la Capilla, pero no había querido desvelar sus averiguaciones, que indudablemente, hubieran generado más dudas que certezas. A todo esto, se unía la caótica adolescencia de su hermana, que le había llegado como un jarra de agua fría, como una maternidad impuesta que le coartaba su propia libertad, y que le hacía preguntarse a cada momento, en que lío estaba metida. Y luego estaba Sheila. La que se había convertido en su bálsamo y amor platónico, era de pronto una fuente monotemática de las virtudes del capullo de su novio.

Se levantó tras subirle levemente el volumen a Sinatra, y se acercó hasta su mesa auxiliar, donde destapó su particular equipo de quimicefa. Todo estaba compulsivamente dispuesto. Machacó las pastillas en el mortero, en apenas media docena de romos golpes, y lo vertía sobre el matraz, donde un líquido violeta, esperaba. Enseguida se produjo una reacción que formó una ligera capa espumosa, y que tras el calor proveniente del mechero de Bunsen se fue gaseando. No era la forma más glamourosa de tomar drogas, pero si la más sofitiscada. Michelle desencajó el matraz del soporte y se sentó nuevamente en su silla. Esta vez, con los pies en alto. Se pusó la boca del matraz en la suya y aspiró, esperando viajar a aquellos lugares insondables.

Fue así como llegó. Era una instalación fortificada, con grandes muros grises y negros, y ciertas reminiscencias orientales. Ni siquiera se preguntó por el acceso. Simplemente, allí estaba, frente a ella. Una calavera perlada con dos enormes ojos luminiscentes, sobre un pilar de jade. No pudo evitar tocarla y en ese momento despertar con un par de golpes en la puerta de la oficina. Mientras intentaba adecentarse, algo la desubicó, pero apremiada por la persona que esperaba al otro lado de la puerta, solo pudo soportar un escalofrío. En el esqueleto didáctico, extrañamente, parte de su calavera había sido sustituida por parte de la que acababa de ver en su sueño. Mientras pensaba en algún tipo de asociación de ideas, y de que aquello lo había visto antes de quedarse dormida y su subconsciente lo había procesado, retiró el pedazo de calavera, que se desprendió con suma facilidad, y lo guardó en el bolsillo de la bata, al tiempo que abría la puerta.

Como fuera, algo había ido mal con aquella dosis de droga inhalada y durante poco más de una semana desarrolló una profunda anosmia, privándole de captar cualquier aroma. Otro problema, para la buena de la doctora.
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Nemo
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Re: [G] Interludere I

#10

Mensaje por Nemo » 17 Sep 2020, 11:37

{ https://www.youtube.com/watch?v=SvrOzYt ... anchardaye - Planet Caravan de Black Sabbath }


Soy Promethea, traigo el fuego a los mortales con el que iluminar sus vidas. Soy Afrodita, mi pasión encederá vuestros corazones. Soy Dionisia, de nuestra embriaguez nacerán nuevas ideas, nuevos mundos, nuevas vidas.

Encontremos los caminos secretos del mundo, viajemos por los planos sin más guía que nuestro instinto y dejemos todo atrás para encontrarnos a nosotros mismos. No somos lo que vemos, los espejos mienten y solo al otro lado de los mismos podremos hacer frente a la Verdad. Arriba es abajo. Las Ráices del Árbol son las Ramas.

Soy la Doctora, debo sanar el mundo. Haré polvo con los huesos de la calavera del pilar de jade, obtendré la sangre del ciervo amarillo y mi Arte será el compuesto activo. La Mujer Medicina. La que tiene la Llave de la botica y es la Puerta a otros mundos.



Estoy perdida. De qué me sirve ser tantas cosas si no soy capaz de asimilarlas.


Debo volver. A la mortalidad. A la carne, el hueso, las vísceras. Al dolor, el sexo, la risa y la ira. Los pies en la tierra y la cabeza en las nubes.


Michelle aspiró lentamente mientras volvía de su viaje, comenzó a reestablecer sus pulsaciones hasta niveles normales y se incorporó en un ritual de sobras practicado. Esta vez no hubo anosmia, no. Pero la calavera y los cuernos de ciervo volvieron a poblar sus ensoñaciones inducidas por las drogas. Allí había algo y debía ahondar en ello; no sabía si había relación pero pensar en casualidades antes que en causalidades era perderse en el mensaje. Debería hablar con sus compañeros de Cofradía, sí. Si era capaz de explicarles algo, ya habría conseguido avanzar.

Un nuevo mensaje en su móvil. Su hermana diciéndole que no llegaría para cenar. Podría enfadarse pero entonces sería como reconocer que ella era mala hija y mala hermana. Pero no por ello dejó de irritarse, claro. Pero qué iba a hacer, no podía explicarle que el mundo no era lo que ella creía que era, que ella vivía en un sueño plácido y que para saber debía Despertar. Y, por mucho que abogase por liberar los espíritus, no iba a introducir a su hermana en el mundo de las drogas y los viajes extracorporales; ni siquiera sabía si sería capaz de explicarle cómo podría controlar su cuerpo a través de su mente. No cuando ella aún debía aprender mucho.

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