Djin no tenía una buena noche. Acababa de encargarse del Yoyas, un tipo con el que había trabajado durante antes y que resultaba que era un puto soplón. No le iba a resultar complicado reemplazarlo por alguien mejor, pero la confianza es algo que cuesta años ganar... Y después de un palo así, era difícil seguir confiando.
Mientras estaba en el coche, un mensaje de Chuso llegó al móvil. Había enviado a Chuso a entregar unos hierros (dos pistolas de 9mm, fáciles de esconder) que le había pedido Ramón Ortega, su Sire.
El mensaje era tan claro como preocupante:
Aquí no hay nadie, y está todo destrozado. Hay restos de que se ha liado.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Djin golpeó con fuerza la puerta del coche, conteniendo un grito de rabia y frustración en el fondo de su garganta. El chófer se sobresaltó, observando atrás por el retrovisor en un gesto inquisitivo. Djin se frotó las cejas con el indice y el pulgar, tratando de evitar que su esbirro pudiera ver los ojos inyectados en sangre a través de las gafas de cristal color verde. Tras realizar una respiración y apretar con fuerza los puños levantó la mirada y habló con voz grave y autoritaria, de esas que no admiten siquiera respuesta.
- Cambio de planes, nos dirigimos al almacén en el polígono de Vallecas. La cosa se va a poner fea así que mantén el motor en marcha por si tenemos que salir corriendo.
Volvió la mirada de nuevo al móvil suspirando profundamente. Si habían cazado a su sire, las cosas se iban a poner muy chungas para el entre esos malditos monstruos inmortales. Sin el tendría que buscar la protección de uno de los señores del círculo interior, y no quería siquiera imaginar la mierda que iba a tener que tragar para conseguirlo. O quedar como otro de los don nadies lameculos que pululaban muertos de hambre en la secta, a la espera de poder alimentarse de las migajas de los poderosos. Tenía que resolver esto rápido, y hacer lo posible para salvar a su sire o afrontar las consecuencias. Los huérfanos en Madrid se los comía el sistema, no quería siquiera imaginar lo que sería un neonato sin sire entre las filas del invictus.
Trató de centrarse y valorar la situación. Había habido un ataque, lo más seguro es que ya hubieran volado y se hubieran llevado a su sire. O que este hubiera podido escapar de alguna forma. Fuese como fuese tenía que encargarse personalmente. No podía arriesgarse a que todo el espectáculo volara por los aires y quedara expuesto ante matones descerebrados y mas putos soplones. ¡Mierda! Si habían pillado al yoyas cualquiera de su círculo de confianza podía ser otro puto topo. Y apenas había tenido tiempo de empezar a exterminar la plaga de ratas que le mordían los talones.
Antes de llegar trató de contactar con su sire por teléfono. Buscando algún otro contacto que tuviera de la secta para avisar del ataque. Al fin y al cabo no eran como esos descerebrados de los cartasianos o los meapilas del lancea sanctum. Eran el puto invictus, y era posible que uno de los suyos estuviera en peligro.
Él tampoco había sido presentado en sociedad como mandaban las tradiciones. Era solo una joven promesa a la que Ramón Ortega había llenado la cabeza de historias sobre una alianza que gobernaba la ciudad, con un príncipe de su mismo linaje y con una orden secreta que dominaba Madrid desde los estratos más bajos a los superiores.
Sin embargo, ahora Ramón no contestaba al teléfono. El almacén de Vallecas podía ser el otro lugar en el que se encontrara, aunque Chuso realmente fue al piso de O'Donnell.
No eran buenos presagios. ¿Qué iba a hacer Djin?
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Un sudor frío recorrió su espalda mientras contemplaba la pantalla del móvil en silencio. No respondía a las llamadas, no daba señal siquiera... ¿Que coño le había pasado a su sire? Trató de poner orden a sus pensamientos. Y levantando la mirada dio otra orden para tratar de trazar un plan.
- Cambio de planes. Nos vamos al domicilio de Ramón Ortega. Y aprieta el acelerador, cada minuto cuenta.
Su mente era un hervidero de ideas conspirativas, recuerdos fugaces y posibilidades absurdas en lucha unas con otras. Trató de poner orden y dio instrucciones a sus hombres para que cercaran el domicilio de su sire desaparecido. Lo más seguro era que ya hubieran volado.. y sin embargo..
Tomó su móvil y llamó directamente al hombre que debía realizar la entrega.
- Soy Djin, no te muevas de ahí. No toques nada. Diré a los demás que busquen algún espía que pueda estar apostado fuera haciendo un seguimiento de la casa por si aparecemos. Llamaré antes de llegar, si entra alguien antes que te de el ok escóndete en el baño y disponte a presentar batalla. Nos han jodido pero bien, esto no se va a aquedar así, nadie se la juega al Djin y sale con vida para contarlo.
Empezó a mandar watsaps al resto de los operativos de los que podía prescindir, que no eran muchos. Pero necesitaba cazar algún mochuelo que pudieran dejar alrededor del piso para controlar sus movimientos. Y una vez dentro tendrían que ir con pies de plomo por si dejaron explosivos en el piso como tarjeta de visita. Comprobó el cargador, amartilló la pistola y la guardó en el pantalón. Afianzó el nudo de la corbata, comprobó los gemelos y arregló el cuello de la camisa. La noche apenas había empezado, y estaba de mierda hasta las rodillas.
¿Hasta las rodillas? ¿Solo? Su único ancla, el único resguardo que tenía, estaba en problemas. Si algo le había pasado a Ramón, no sería raro encontrarse con que alguno de sus hombres flaqueara... o que alguna banda rival frenara su alto crecimiento actual. Como diría el propio mentor de Djin: "no sería bueno para el negocio".
El coche aparcó minutos después en doble fila, en Doctor Esquerdo, la puerta se abrió y Djin salió. Sus hombres estaban ya allí, pudo ver como a veinte metros calle abajo, un hombre orondo con pelo corto (Martín Garrido, "Torrezno"), un jersey verde de cuello alto y unas gafas de sol se quitaba un palillo de la boca y levantaba el pulgar discretamente, en un gesto de "todo ok". A unos doce metros en dirección opuesta, un hombre alto y delgado (Jesús Rabero, "El Largo"), con cara chupada, que estaba sentado en las escaleras de piedra de un establecimiento, asintió con la cabeza, corroborando a su jefe que todo estaba despejado.
Con la tranquilidad que puede dar la confianza en tus hombres, pudo ver frente a él la entrada al portal de Ramón.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Djin observaba a sus hombres tras los cristales de las gafas color verde oscuro. A juego con la corbata verde, la camisa negra y el traje a rayas. Asintió en silencio, sin perder el aire de autoridad que le confería su porte y la fuerza inherente de su sangre clamando venganza. Con una mirada dio la orden para que el largo lo dejara pasar, mientras tecleaba con una sola mano la orden para que su activo en la casa supiera que venía. Tenía que asegurarse que no había más juego sucio, observar las escaleras y buscar posibles cámaras en la zona que le contaran lo que había pasado.
- Comprobad si hay cámaras que enfoquen la entrada del edificio, ahora.- Dijo en voz alta, seguro de que alguien cumpliría con ella. Por muy inútiles que fueran, sabían seguir las órdenes directas.
Avanzó por el vestíbulo, subiendo por las escaleras atento de que no hubiera trampas o bombas en el trayecto. Con su arma a punto y sin perder la compostura se dirigió hasta el piso de su sire, el que había sido el refugio de su nuevo patrón y lo único que lo ataba en estos momentos a la estirpe de la ciudad. De ser necesario avisaría su contacto en la policía, para que iniciara la investigación y le pasara los informes para proseguir el mismo la búsqueda. Disponer de los medios para averiguar lo que había pasado, y encima pagados por el estado, era una baza que preferiría no tener que usar de no ser estrictamente necesario. Demasiadas preguntas, demasiada exposición y demasiados problemas.
El edificio parecía bien asegurado. Allí estaba prácticamente toda la pequeña banda que lideraba Djin.
Tomás y Gerardo estaban en el portal, en los rellanos de los pisos 2 y 4, respectivamente. Mientras el ascensor subía, pudo ver a través de las antiguas y nobles rejillas de la "jaula" a su gente haciendo el trabajo que debían hacer. En el rellano de la planta 6 esperaba Chuso, con el arma en la mano.
- Los vecinos no van a llamar a nadie -dijo, en voz baja-. Ya los he huntado. Si quieres entrar, te cubro, pero no hay nadie.
Hizo un gesto hacia la puerta entreabierta del 6º-Izq, el ático de su Sire.
- Lo que tú me digas, jefe.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Djin observó con seriedad a su hombre, asintiendo en silencio con una inclinación de la cabeza. Se quedó pensativo ante la entrada, la que había sido su puerta hacia una nueva vida, investido con el poder de los inmortales, su templo de la noche eterna. Tras varios minutos se bajó ligeramente las gafas, mirando directamente a los ojos de Chuso, su mano derecha.
- Buen trabajo, asegúrate que buscan cámaras enfocadas al edificio que nos puedan contar que ha pasado, de tráfico, algún cajero, lo que sea.. Buscaré si Antonio tenía un sistema de vigilancia en el piso que nos pueda dar más información.
Con paso lento, casi solemne, se acercó a la puerta buscando signos de que hubiera sido forzada. Habían entrado con la invitación de su sire? O tal vez habían forzado la puerta en un asalto abierto? Tendría que preguntar a los vecinos, pero eso era algo que requeriría de su.. suavidad, y sus poderes vampíricos. Se puso guantes de cuero negro, con tranquilidad mientras aspiraba el aroma que desprendía el piso.
Necesitaba encontrar el sistema de alarma y vigilancia que pudiera tener el piso. Buscar si habían dejado algún ordenador, móvil o dispositivo de memoria que disipara las sombras de todo el asunto, y le ayudara a hacerse una idea de lo que le había pasado con su sire.
La puerta estaba entreabierta y la cerradura reventada y astillada. La entrada parecía totalmente normal, excepto por la revuelta alfombra persa que en otro momento cubría el suelo, y que ahora se apelmazaba junto a la mesita del recibidor.
Al fondo, la puerta del enorme salón del ático permanecía entreabierta, y se podían ver algunas manchas de sangre en el suelo.
Reinaba el silencio, y el cuadro del sistema de alarma, junto a la puerta de entrada, estaba calcinado.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Djin respiró profundamente, habían entrado a lo bestia. Puede que para sacar algo del piso, o para secuestrar a Antonio. Alguien la había cagado, y la seguridad y el secreto del refugio de su sire habían volado por los aires.. literalmente. Lo cual le recordó que debía seguir cambiando cada día de hotel, y mantener la escolta.
- Maldita sea..
Se acercó al salón abriendo la puerta lentamente observando la escena. Necesitaba saber si habían registrado el piso para sacar algo, o si se habían limitado a entrar, pillar el "paquete" y salir. Había demasiadas preguntas, y ninguna respuesta. Rebuscó en el piso la caja fuerte, material que pudiera comprometerlo por si acababa llamando a su contacto, y el móvil de su sire. Si aún lo llevaba encima podía pedir que lo localizasen. Mejor que llevar a la policía directamente a la escena del crimen.. si es que no estaban ya de camino. Esa noche iba a tener que pedir muchos favores.Fuera como fuera tenía que asegurarse que la poli no encontraba material comprometido, y de paso tratar de averiguar lo que estaban buscando esos malnacidos. Necesitaba ir un paso por delante, lo primero, saber si venía la policía..
Tomó su móvil y buscó el número de su contacto. Llamó tratando de calmar su voz, maldita sea donde estaban los malditos fumetas cuando necesitabas un trago..
