[Santa Eugenia] ¿Quién eres, hijo de puta?(C)

[Livia]

Abrir una puerta de seguridad tan común como la de una vivienda, e incluso algún local, era tan sencillo como respirar cuando era mortal. La gente creía que no era así, se creía segura e invulnerable detrás de las gruesas y costosas puertas de seguridad de sus domicilios, pero no era así. Les salvaguardaban más las viejas cerraduras y pestillos como un "fac", eso sí que era jodido pero ¿una puerta de seguridad? La gente no lo sabía pero era para alguien que sabía, como ella, era lo mismo que tener la casa abierta de par en par...

Eva metió la tarjeta entre el marco y la puerta e inició el movimiento que la abriría pero se detuvo. Estaba siendo soez. Poco elegante. Una raterilla de poca monta. Sí, era una gestoría de poca calaña pero ella no lo era. ¿Y si lo hacía así? Entraba, reventaba y volvía a reventar el ordenador para colarse. ¿Qué mérito tendría?

Siempre podía poner a prueba el sistema de seguridad, pero decidió que era más interesante probarse a sí misma como vástago con sus dones y lo que podía llegar a hacer. Podía ser una buena prueba. Así que simplemente, de momento, decidió mirar el horario de atención al público. Al fin y al cabo, las gestorías tenían horarios partidos que comenzaban al alba y rara vez terminaban antes de las nueve de la noche. Y volvería mañana. Y practicaría lo que debía aprender, ser una sombra.

[Variable]

Su horario de 8h a 20h. La verdad es que, con el sol de España, mucho espacio no tenía para realizar su operación, teniendo en cuenta que el más mínimo rayo de sol podía destruirla.

No parecía algo aconsejable, desde luego.

[Livia]

¿En serio? ¿Encima le tocaba la puta asesoría de mierda que no explotaban a la gente hasta las 9 de la noche? Es que no se lo podía creer. Así que a tomar por culo la finura. A lo Vaquilla. Había que joderse. Se subió bien la braga, se caló bien la capucha y encajó la tarjeta entre el marco y la puerta de nuevo, moviéndola como sabía para abrir la cerradura. A una tarjeta le daba igual las llaves echadas e incluso puestas detrás de la puerta.

¿Que tenía que volver loco a alguno? Daños colaterales. No había más tu tía, pero iba a averiguar quién era el hijo de Satanás que le había estado haciendo la vida imposible.

[Variable]

La puerta se abrió rápidamente, y Eva entró en el apartamento. Efectivamente, estaba vacío. En la entrada había una cajetilla con una luz LED rojiza parpadeando. ¿Qué haces?

[Livia]

Tenía quince segundos. Se dirigió hacia la cajetilla e hizo la inspección más rápida que podía con intención de anularla. No era más que una alarma media y había recibido instrucción para desactivar cosas más complejas. Y si no lo conseguía desde luego, es que había olvidado el rostro de su padre, el cuál se revolvería en su tumba sintiéndose avergonzado de haber instruido tan mal a la última de los Espinosa.

Y Eva no pensaba portar tal deshonor encima. Así que hizo una rápida evaluación preliminar para ver si había cables que cortar. Si era algo más moderno, iba a eliminar las baterías que alimentasen el envío de señal. Si no podía desmantelarla en un momento, echaría mano de un cortocircuito, que separase la fuente de alimentación del emisor de señales.

[Variable]

No tardó en identificar el sistema y averiguar como bloquearlo. Lo hizo sobre la bocina, prácticamente en el segundo 15.

La casa quedó en silencio.

[Livia]

Eva intentó concentrarse en ese momento como si fuera el único. Lo que le venía a la mente eran viejos recuerdos de su padre enseñándole qué hacer en esas situaciones, cómo desactivar, cómo entrar, cómo no dejar rastro. Su suave voz instruyéndola. Casi creía que no podría recordarla pero la acompañó en ese momento como si Esteban hubiera estado allí mismo diciéndole qué hacer.

De haber estado viva Eva habría notado la adrenalina recorriéndola y convirtiéndose en una sensación de euforia con esa simple y pequeña victoria. Pero no estaba viva y frunció el ceño por haber sido tan torpe como para haber estado a punto de sobrepasar el tiempo.

Después de eso, lo que venía era sencillo. Intentar localizar otros posibles sistemas de alarma y dirigirse a explorar la gestoría. Iba a buscar por los escritorios las posibles claves y contraseñas de los ordenadores. Esperaba no tener que volver a recurrir a algo tan... basto como lo que acababa de hacer.

[Variable]

El apartamento había sido acondicionado de forma que la propia cocina se había adaptado en una suerte de zona de descanso, comedor y café. Las habitaciones y el pasillo formaban parte de una única estancia grande con media docena de escritorios. Al fondo, una puerta cerrada con llave daba a lo que se supondría sería un despacho... o quizás un almacén.

[Livia]

Avanzó con cuidado intentando ver si podía haber cámaras de seguridad. Aunque se amparaba en las sombras, en la capucha y en la braga que le cubría también la mitad inferior del rostro. Llevaba también puestos sus guantes de látex y se preguntó si un vampiro dejaba huellas por ahí. Por si acaso no iba a arriesgarse.

Una vez tuviera localizados otros posibles medios de seguridad iba a comenzar por la puerta cerrada. Quizás no fuera el almacén si no el despacho del jefe. Con su habilidad dudaba que tuviera problemas para abrirla. O eso esperaba.

[Variable]

No parecía haber cámaras de seguridad. Las oficinas estaban tranquilas y la puerta se antojaba una presa fácil, sin duda.

Le costó un poco más de lo habitual. Ese día estaba dando un mal rendimiento, pero estaba salvando el día por los pelos. Por suerte, el lugar no tenía grandes medidas de seguridad.

El despacho no era muy grande, pero tenía bastantes comodidades. La sala tenía un par de grandes archivadores y un amplio escritorio en el que había una pantalla y un teclado conectados a un portátil. El escritorio tenía tres cajones y había una gaveta con multitud de documentos.