(C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

[Livia]

El rostro de Eva se convirtió en un auténtico poema. Se llevó las manos a la boca, que en ese momento estaba cubierta por la lana sintética de la braga. Eso no era una asesoría jurídica, parecía el puto centro de mando de una operación que, como mínimo, le pareció estar a la altura de la policía. Ni siquiera sabía si el tipo de la moto era Ferrero o solo usaba un vehículo con una matrícula a su nombre.

Y ese tipo, ¿volvería del garaje?

Cuando las voces se alejaron, se dirigió hacia Sam haciéndole gestos para que no hablara. Sacó el móvil para enviarle un mensaje a Daniel. Habían dicho que estaban peinando la zona sureste... el resto. ¡Por Dios! ¿Cuántos eran? ¿Cuántos recursos había destinados a joderle la vida a tres personas? ¿Cómo tenían tantos recursos?

"Estoy investigando la muerte de mi padre. He tirado del hilo de un asesor jurídico de plaza Castilla: Cristian Ferrero. Esto no es una asesoría. Es un centro de operaciones. Hay un operativo desplegado para R. Otro para mí. El resto están peinando la zona sureste. ¡Ten cuidado! Sigo aquí, oculta. Cualquier cosa que necesites avisame. XO"

Envió otro a su tío.

"Hay rondadores por Puerta Toledo. ¡No vayas! O ten muchísimo cuidado. Tq"

Se aseguró de tener el móvil en silencio. Lo último que necesitaba era una cancioncilla o una vibración que la delatase. Luego se acercó a Sam, haciéndole una seña para que se inclinase y poder murmurarle al oído.

- En esa puerta hay dos. Les he oído hablar. Seguramente tengan que ver con lo de mi padre. Van a por mí y a por el socio de mi padre. Son profesionales y seguramente de los nuestros - murmuró - Por eso no tienen seguridad. Como dijiste, el tipo se metió en un garaje. Vigila...la puerta y el ascensor por si regresa ese u otro. Voy a comprobar el resto de puertas por si hay más. Por favor, ten cuidado. No hagas ruido.

Los ojos azules de Eva estaban preocupados, se le había arrugado el ceño y se dirigió a escuchar a la siguiente puerta sin pegatina. Iba a hacer la misma comprobación en el resto de puertas, por si la falta de pegatina de la agencia de seguridad era sinónimo de que, lo mismo, ocupaban más de una oficina a pesar de que no pusiera el nombre de Ferrero. Podía no ser probable, pero, desde luego, si no eran nada quizás podían esconderse en alguna, si les hacía falta.

[Variable]

Sam sonrió.

Detrás del aspecto de extraño desarrapado, esa sonrisa se veía antinatural, un vestigio perfectamente colocado que recordaba otra época mejor.

Alzó una mano hacia Eva y le hizo un gesto para que se escondiera.

- Haz que no se te vea. Dame un par de minutos y luego entra -susurró-.

De repende, en su mano derecha portaba una daga, y se lanzaba a la velocidad del rayo hacia la puerta, reventándola.

Del interior del piso se escuchaban gritos desgarradores.

[Livia]

Notó lo extraño de su sonrisa y se preguntó si la suya se vería igual, porque se había dibujado una en sus labios, aunque no se veía porque llevaba el rostro oculto de nariz para abajo. Los ojos tras la capucha no parecieron comprenderle. Se dibujaron en ellos una interrogante que no tardó en ser despejada. Tenía el error de calcular las cosas según su medida, su forma de pensar y su manera de entender el mundo. Una acción hostil directa y abierta no era algo que hubiese previsto o siquiera hubiese iniciado de motu propio. De no haber escuchado nada en otras puertas, lo más seguro es que hubiera aprovechado para entrar a hurtadillas e ir escondiéndose de aquellos dos hasta obtener la información suficiente o un medio para obtenerla. Pero supuso que esa forma también era buena.

Esto invalidaba cualquier tipo de espionaje en un futuro. Tener un lugar al que volver para seguir tirando de los hilos. Pero, ¿Qué querían? ¿Por qué les cazaban? ¿Habían matado a su padre porque tenía que ver con Daniel? ¿Qué estaba pasando? Quizás fuera el momento de desvelarlo todo.

En ese pasillo no encontraba mucho sitio dónde esconderse. Miró a un lado y a otro nerviosa. Se decidió a ampararse entre las sombras de la puerta de una de las oficinas con pegatina. Se concentró en cubrirse de sombras, en negar su presencia a cualquiera que pasase por allí, mientras se pegaba a la hoja de madera maciza tras ella. Dos minutos... No se atrevía a sacar el móvil pero comenzó a contar mentalmente. Eran 120 segundos.

120...119...118...

Cuando la cuenta llegase a 1 iba a entrar.

[Variable]

Cincuenta y cuatro segundos después, Sam se acercó al umbral de la puerta. Su ropa estaba llena de sangre, y las dagas chorreaban.

- No sé si vas a querer entrar. Pero hay ordenadores y otros cacharros de esos que te gustan, si no te molesta la sangre.

Limpió la sagre de sus dagas en la sudadera, despreocupadamente, y las guardó.

El olor de la sangre fresca estaba empezando a aturdir a Eva.

[Livia]

Aquella sangre olía a.... sangre. No era vitae. ¿Qué coño estaba pasando? Estaba segura que habían usado los dones de su linaje contra ella, cuando hicieron desaparecer la moto que la seguía, el primer día que acechaba en la casa de Daniel. ¿Cómo era posible? La verdad es que iba a decir que la sangre no le importaba pero... sí que importaba. Muy a su pesar le llegaba el delicioso olor desde el pasillo, muchísimo más tentador que estar todo el día sin comer y pasar por delante de un obrador con el olor a pasteles que solían usar de reclamo.

Eva simplemente asintió, y se mordió la lengua, haciéndose todo el daño posible para intentar centrarse en otra cosa. Dolor. Era poderoso. Le servía de ayuda. Tenía que ver sus ordenadores. Sus archivos. Sus registros. Lo quería todo. Tenía que controlarse.

- Supongo que... no ha quedado ninguno para poder interrogarlo -dijo, algo traspuesta al acercarse a la puerta. - Tengo que conseguir la información. Tengo que saber quiénes son y qué quieren....

Así que, simplemente, se dirigió hacia el interior. A ver qué había en esos ordenadores.

[Variable]

- No, no han quedado.

Cuando Eva entró, Sam cerró la puerta, para darles cierta intimidad.

- Yo iría rápido. Me apuesto lo que quieras a que tenemos a la bofia aquí en diez minutos.

El interior era un edificio de oficinas: tenía varios puestos con equipos informáticos completos... pero todo estaba lleno de salpicaduras de sangre. Había tres cuerpos descuadrtizados.

[Livia]

- Voy a ello -dijo, dejando caer la mochila de un hombro. Fue hacia un puesto que ya estuviera encendido, pero por si no lo tenía también tenía un USB vacío. - Si puedes mira a ver si puedes quitarles la documentación, los móviles. Todo lo que puedas quitarles que nos pueda dar información.

Se sentó al primer ordenador que tenía a mano y comenzó a buscar. Lo que quería saber era quiénes eran, qué querían, a quiénes estaban buscando, por qué les buscaban, los operativos que tenían, y por supuesto, qué coño tenían que ver con la muerte de su padre.... Después de sacar toda la información que pudiera iba a meterles un virus que se extendiera por su red y les jodiera pero bien sus bases de datos. Dependiendo de quiénes fueran incluso pensaba sacarla a plena luz pública.

¿Eran esos Los Otros? ¿Quién coño era Ferrero?

[Variable]

Accedió con bastante facilidad al terminal. Sin embargo, de repente, el ordenador dejó de responder a las órdenes del teclado. El ratón estaba bloqueado.

La pantalla parpadeó varias veces y apareció el rostro de un tipo, parcialmente cubierto por las sombras. Era calvo y tenía rasgos duros y angulosos. Portaba unas gafas de fina montura metálica y una expresión extraña.

- Al fin nos vemos -dijo, confiado-. Ya veo que no os andáis con rodeos.

Sam se acercó a Eva y, mirando a ambos lados, algo preocupado, dijo:

- Vámonos ya.

[Livia]

Se extrañó bastante cuando el ordenador dejó de responder, pero se quedó totalmente paralizada cuando vio aquel rostro. Estuvo tentada de restregarse los ojos por si estaba soñando. Eso NO era posible. No, no lo era. ¿Qué es lo que estaba viendo? ¿Qué es lo que estaba sucediendo? Una parte de sí misma estaba totalmente fascinada, porque algo así... no era más que los recursos narrativos peliculeros. Era solo ciencia ficción. Falacias. Humo. Fantasía. Eso NO era posible. Además, ¿la conocía?

Se sintió embargada de una profunda sensación de irrealidad. Era como si ese tipo estuviera allí, al otro lado del cristal. En el mundo que siempre había creído suyo. En el que sentía que podía crear cosas, hacer cosas para cambiar la realidad, ayudar a los demás sin tener un nombre. Un lugar para ser libre. La nueva biblioteca de Alejandría cuyas puertas supo en ese instante que sí que rechazaría para siempre.

- ¿Por qué? - preguntó, Eva a la pantalla. Con eso quería referirse a muchas cosas. A por qué la perseguía, a por qué estaban haciendo eso, a por qué mató a su padre.

Solo estaba entreteniéndola. Divirtiéndose. Quería atraparla y seguramente, matarla como a su padre pero... ¿por qué? ¿Qué habían hecho? Todos estaban en peligro. Daniel, Raúl y ella misma. ¿Qué había llegado a hacer su padre?

La voz de su compañero la sacó de su pequeño trance en el que no hacía más que formularse preguntas. Hizo lo mismo que había hecho aquella noche cuando los demonios la habían avisado del acceso inesperado a la asesoría. Pegó un tirón al cable de la alimentación del ordenador y al de red. Tomó la mano de su compañero, porque también necesitaba notar a alguien, aunque no fuese uno de sus seres queridos, para sentirse mejor. Menos sola, menos expuesta, menos aterrada.

Aumentó sus sentidos para detectar la presencia de posibles enemigos. Echó a correr de camino a la salida. No pensaba tomar el ascensor, creyó que era mejor ir por las escaleras y quizás descolgarse desde un primer piso en lugar de tomar la salida principal. Esperaba que la sangre la ayudara a ello.

[Variable]

- Por que la Creación es así -dijo-. Nosotros somos vuestra pesadilla.

Sam y Eva bajaron corriendo las escaleras y llegaron con rapidez a Rocinante. Parecía que nadie les había seguido... Todavía.