(C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

Prólogo de la partida, comprenda el año anterior a la celebración de "La Promesa".

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Livia
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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#121

Mensaje por Livia »

Puso la llave en el contacto y poco después de girarla para arrancar el vehículo, con un ronco ronroneo del motor, comenzó a echar de menos la música. Le encantaba conducir con música, sobretodo por las carreteras nocturnas, a veces vacías otras repletas, en cuanto te acercabas un poco al corazón de la ciudad que nunca duerme.

Se encogió de hombros, mirándolo de soslayo apenas unos breves instantes.

- No entiendo lo que deseas transmitirme con eso. ¿Qué soy? Pues, no sé. Una persona. Aunque supongo que la respuesta correcta es.... un vástago, ¿no? -respondió, luego soltó una risilla alegre para pasar a bromear-. La verdad, vais a terminar consiguiendo entre todos que me crea alguien especial.

Permaneció en silencio, concentrándose en tomar la incorporación a la carretera. Acababa de pasarle rasante un trailer de una cadena de uno de esos restaurantes con buffet libre. Ver el nombre de la cadena hizo que hubiera deseado pedirle una última cena a su Sire. ¡A la mierda la calidad! Cantidad. Notar por una vez el estómago tan lleno que tuviera hasta ganas de vomitar. Esa breve fantasía en la que visitaba un buffet libre se convirtió en su mente lugar lleno de fuentes del líquido rojizo que la hizo salivar. Terminó incorporándose a la carretera con cautela y tomando dirección noroeste, mientras miraba de vez en cuando al retrovisor en búsqueda de posibles perseguidores.

- Siempre se me han dado bien los "cacharros". Pero lo que he hecho durante todo este tiempo, es adoptar todas las precauciones que conozco de la forma más paranoica posible, como si tuviera a los de delitos tecnológicos de alguna agencia gubernamental encima - desvió un momento la mirada para ver la expresión de su rostro, aunque no mucho porque no quería que volviera a ponerse nervioso por su forma de conducir. Por la forma en la que hablaba, a ella eso le parecía lo más natural del mundo-. Aunque te juro que no sé cómo carajo ha hecho eso antes Cara Rara.

Comprendió en ese momento que estaba pidiéndole demasiado, poniendo a su acompañante en un compromiso. Así que, simplemente, decidió no incidir más sobre el tema. Ya encontraría la forma de defenderse a sí misma. Si no era con Sam, esperaba poder encontrar otras vías. Hubiera debatido un buen rato sobre la violencia, pero, simplemente no quiso incidir más al respecto.

- Siempre hay alguien así en cualquier ámbito, mejor que uno o con mayor fortuna - respondió, distraída, mientras ponía el intermitente y maniobraba el volante, con intención de hacer un cambio de sentido, hacia una estación de servicio -. ¿Podría solicitarte ayuda si la necesito? Me temo que no sé si voy a ser capaz de deshacerme de un operativo sola, sin mis cacharros. Después de lo de hoy, no creo que pueda permitirme el lujo de dejar correr mucho tiempo antes de que decidan eliminar al socio de mi padre -detuvo el vehículo en la gasolinera. Apartado porque no quería que las cámaras le pillasen la matrícula. Echó un vistazo preliminar para evitar las cámaras - ¿Qué querrías a cambio?

Le preguntó, antes de incrustarse la capucha sobre el rostro. Metió la mano para coger unas cuantas piezas derretidas y echárselas al bolsillo. Ni la enseñanza ni la ayuda consideraba que fuera gratis.

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Variable
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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#122

Mensaje por Variable »

Sam se encogió de hombros.

- A eso se dedican ellos, dominan esos entornos -dijo-, aunque me parece muy interesante que hayas podido evitarlos este tiempo. Sin duda debe dársete muy bien. Por tu bien, intenta que no sea muy conocida tu habilidad, no sea que a algún pez gordo se le ocurra utilizarte para la enésima guerra contra los Otros.

Se quitó la sudadera y la hizo un gurruño sanguinoliento. Olía a sangre todavía.

- No tienes que pagarme nada, pero si me llamas, me deberás un favor, que me cobraré cuando sea oportuno. Así funcionan las cosas entre nosotros.

Abrió la puerta y salió.

- Yo me quedo por aquí.

¿En una gasolinera?
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Livia
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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#123

Mensaje por Livia »

Parpadeó un poco confusa. ¿En serio quería quedarse en una estación de servicio? Solo había parado con la sana intención de repostar, deshacerse de algunas de las piezas y, finalmente, continuar camino para llevarlo hacia el cementerio. ¿Pero dónde iba a ir así?

Echó mano a la ropa empapada en sangre. Durante un momento, ese aroma hizo que entrecerrara los ojos, que quisiera acercar la prenda a su rostro. Le pareció una necesidad imperiosa. De haber estado sola, seguramente, lo hubiera hecho. Arrojó la prenda al suelo de la parte de atrás de Rocinante. Salió del vehículo para echar unas cuantas piezas en la papelera más cercana. El resto de lo que contenía el bolsillo lo lanzó, esparciéndolo por el asfalto de la vía de servicio.

- Vale - dijo, girándose hacia él. Tampoco sabía qué más decir. Se bajó la braga y le sonrió. Sus ojos se iluminaron en aquel momento con una sencilla expresión de auténtico agradecimiento -.Muchas gracias, a ti y a Ella. Cuídate mucho.

Regresó al vehículo. Se despidió de él con la mano antes de arrancar. A medida que se alejaba, iba mirando por el retrovisor a la enorme figura que había dejado atrás, hasta que se hizo tan pequeña que desapareció. Después, comenzó a hacerlo buscando posibles perseguidores. Mientras conducía comenzó a pensar en posibles soluciones para llegar a casa sin hacerlo en un posible vehículo comprometido. Decidió que, lo primero que iba a hacer, era desaparecer de toda clase de cámaras de tráfico tomando carreteras secundarias y callejeando.

No era una persona que echara en falta a los demás pero en ese instante, recorriendo carreteras solitarias y oscuras sin nadie a su lado, comenzó a notar algo dentro de sí misma. No era el ansioso nerviosismo del olor a sangre empapando un paño en la parte de atrás. Era como si el habitáculo se hubiera vuelto más pequeño, como si las luces de los faros iluminaran cada vez menos y la oscuridad se pegara a Rocinante como si estuviera atravesando un pozo de brea. Comprendió en ese instante lo que significaba estar sola en la oscuridad. Pero ella no estaba sola.

Mientras se cruzaba con cada vez más escasos vehículos, Eva comenzó a tener una gran preocupación por sus seres queridos. Porque ya no tenía miedo al ser que la había atormentado en vida. Ahora tenía nombre, tenía rostro, tenía lugares y propósitos aunque ese fuese eliminarla. No tenía miedo por ella lo tenía por Daniel y por Raúl. Todas esas sensaciones estaban haciendo que se sintiera mucho menos valiente, mucho más pequeña. Miraba los retrovisores con intranquilidad. ¡Qué lejos estaba de casa! ¡Cuánto ansiaba llegar!

Pero no iba a ser descuidada...

Había amado a Rocinante desde la primera vez que lo vio. ¡Qué diferencia con el viejo trasto de su padre! Tener que deshacerse de él le rompía el alma en mil pedazos. Se dirigió hacia los restos de lo que había sido la cárcel de Carabanchel. Se entretuvo a quitarle la matrícula y eliminar el número de bastidor. Vació cada rincón del habitáculo de sus pertenencias. Sacó el mismo tubo de antes y llenó el bote extrayendo la gasolina de depósito. Repitió la operación hasta que Rocinante apestaba a gasolina y dentro ya no le quedaba apenas nada. Aún así, dejó un paño empapado de gasolina colgando del depósito.

- Lo siento, viejo compañero. Espero que puedas perdonarme e ir al cielo de los coches -dicho, aquello prendió el paño y arrojó al interior el mechero. El calor de las llamas le golpeó el rostro. Se retiró porque empezó a preveer que pronto los cristales estallarían. Poco después de que lo hicieran con un fuerte chasquido, y Rocinante ya era solo una gran hoguera se marchó.

Terminó de esparcir los restos de las bolsas por diversos contenedores en su camino hacia el cementerio, pero encontró una buena oportunidad en un seat Ibiza rojo con unos cuantos años encima pero bien conservado. Tuvo cuidado de que nadie la viera mientras echaba un vistazo al interior a través del cristal. No tenía nada de tecnología incrustada en el salpicadero. Eso le pareció perfecto. Abrió la cerradura, hizo un puente y en unos minutos ya estaba dirección a Rivas. Pero no iba a tirar por la carretera de Valencia, elegió dar un rodeo y tirar por un polígono desolado para entrar por la carretera del Cristo de Rivas.

Incluso después de haber abandonado el polígono, continuó con la extraña sensación y la imagen de las mujeres que estaban sentadas en llamativa -y escasa- ropa interior. Prostitutas baratas. Si hubiera tenido intención de alimentarse le hubiera sido tan fácil... Se habían levantado del bordillo, de las sillitas de playa o simples cajones de fruta vacíos. Intentando llamar la atención sobre ellas, para ser las elegidas por una figura negra, embozada que conducía un utilitario viejo y robado. Esas pobres hetairas no tenían la menor idea del peligro mortal que corrían. La embargó una sensación de irrealidad, como si estuviera en un sueño oscuro, y la acompañó hasta la puerta de su casa, pegándose en su pecho junto a la ansiedad de la preocupación.

Dio una vuelta preliminar por los alrededores de la casa, buscando las malditas motos negras. Cuando se quedó tranquila se dirigió hacia la puerta.

No había pensado qué hacer con un coche robado. ¿Dejarlo por el centro comercial Santa Mónica? Seguro que no llamaba la atención, pero luego decidió que lo mejor era ocultarlo en el garaje. Tenía ganas de dejarlo, casi literalmente, "tirado" dentro del aparcamiento, pero no quería darle a la moto o el coche de Daniel. Así que se aguantó los nervios hasta dejarlo perfectamente aparcado. El momento en el que apagó el motor, la puerta del garaje terminó de descender y pudo entrar en la casa la llenó de una enorme ansiedad. Pasó por la cocina de camino al sótano. Estaba segura que debía estar allí. De todas maneras, se preparó y no hizo ruido.

Vio una mancha negra saltando en la oscuridad frente a ella. Sacó la pistola y apuntó, antes de dar la luz para ver mejor. Maldijo entre dientes mientras el puto Borrón, el jodido gato negro había saltado desde su escondrijo en lo más alto del frigorífico y ahora estaba plácidamente sentado sobre la mesa de la cocina, moviendo la cola. Los ojos amarillos tenían una expresión de burla y satisfacción por haberla asustado. Ese pequeño cabronazo peludo era así de majo. Eva lo amenazó con la pistola durante unos segundos y Borrón desapareció, saltando de la mesa para perderse por la casa con su paso silencioso.

"Puto bicho de mierda. Ya te daré un buen manguerazo de agua fría en pleno invierno, cuando Daniel no esté".

Pero esa era una amenaza que no iba a cumplir. Más que nada porque ese bicho no era ni medio normal. Además, no le pertenecía.

Justo antes de que llegara a las escaleras que daban al sótano escuchó unas uñas. Berganza y Cipona le habían salido al paso, protegiendo, como debían la auténtica entrada a su refugio. Sus ojos oscuros se quedaron fijos en ella, con esa expresión tan animal que decía que pocas bromas con ellas. Eso hizo que se relajara un poco. Significaba que todo estaba bien. Ellas no habrían permitido a un intruso en casa y habrían dado su vida por proteger al resto de miembros de la familia, es decir, su Sire. ¡Qué orgullosa estaba de ellas! Emitió algo que parecía un suspiro, chasqueó la lengua y, cuando las perras obedecieron, acercándose, se arrodilló para acariciarlas. Notó el pelaje corto, suave, cálido deslizándose entre sus dedos. Escuchó sus corazones y notó las lenguas que le lamían la cara, recibiendo a su dueña. Cipiona era la más joven y cariñosa, terminó echándole la capucha hacia atrás a base del ímpetu de sus lametones. Al fin se sintió mejor, un poco mejor. Estaba en casa. A salvo de Cara Blanca.

Con un par de nuevos chasquidos de su boca, las perras volvieron a estar en guardia. La acompañaron escaleras abajo. Estuvieron tras ella mientras abría la puerta del refugio y, finalmente, descendieron a esa parte de la casa prohibida para los mortales. Esperaba encontrárselo allí. Por Dios, por Ella, o por lo que fuera... Que estuviera y estuviera bien.

- Daniel... - llamó, en voz baja y firme. Una voz preocupada. Una voz alarmada. Con el jadeo de hocicos negros, abiertos, de lenguas rosas y grandes colmillos de las dos perras que se habían situado, una a cada lado de Eva, protegiéndola-. ¡Daniel!

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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#124

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Daniel subió las escaleras con calma y en silencio hasta llegar hasta Eva.

- Me alegra verte -dijo, finalmente-. ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
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Livia
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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#125

Mensaje por Livia »

En el momento en el que lo vio pudo al fin sentirse aliviada, como si le hubieran quitado un gran peso de encima, que la había hecho inclinarse hacia delante como si llevara una joroba en lugar de una mochila. Se echó hacia atrás la capucha, dejando que reposara sobre su espalda. Sonreía, contenta. Tenía esa sonrisa dibujada en los ojos, pero se confirmó cuando deslizó la braga sobre su cabeza, desvelando su rostro, para meterla con poco cuidado en un bolsillo de la sudadera oscura. Se mordió uno de los guantes para quitárselo más fácilmente, luego el otro. Terminaron asomando por el bolsillo, guardados de tan mala manera que sobresalía parte de ellos.

- Ahora sí -dijo, alargando la mano para tomar la de su compañero, de forma breve, y esbozar una sonrisa. Necesitaba comprobar que estaba allí, en carne y hueso, que el sueño oscuro había quedado fuera. No era un espejismo, al fin había llegado a su hogar. - Estoy bien.

Con la convivencia, había mostrado mucho de sí misma. En su forma de llevar la vida cotidiana era un pequeño desastre, pero en ese caos tenía su responsabilidad, orden y sus manías. En cuanto llegaba a casa, Eva solía hacer dos cosas. La primera era quitarse los zapatos junto a la entrada. Siempre estaba descalza por la casa. No le importaba arriba, en el sótano, en el porche o el jardín. También, si venía de la calle (sobretodo si venía de trabajar o andurrear sola por ahí), había colocado un cesto en u discreto mueble, junto al zapatero de la entrada. Allí dejaba toda la ropa que llevaba puesta para ir a ducharse a la planta de arriba antes de bajar al sótano. Para ella, este gesto significaba dejar todo el mundo exterior fuera... Limpiarse de toda esa mugre de eso ,que ya no sabía si era Macondo o una mezcla de Márquez con los grandes éxitos del ciberpunk aderezado con un buen puñado de folclore digno del romanticismo y un toque de género negro. Pero esa noche no había hecho nada de aquello, había bajado directamente.

Movió la cabeza, frunció el ceño y emitió algo que parecía un gruñido.

-Cristian Ferrero. ¿Te suena ese nombre de algo?
- le preguntó -. Mi padre tenía la tarjeta de ese supuesto asesor jurídico entre las últimas páginas de su diario. También aproveché averiguar a quién pertenecía la matrícula de la moto que encontré en La Finca, cerca de tu antigua casa, cuando comencé el trabajo del libro. Creía que era el Lancea. Pero... Los que me han estado haciendo mis últimos días de mortal más jodidos son los Otros porque esa moto está matriculada a nombre de Ferrero. Y lo que hay en su oficina, o más bien había, es un centro de operaciones de los Otros. Su moto la he perdido en sus garajes. Están buscando.

Se detuvo un momento, a ver qué tal se estaba tomando todo eso. Porque ya sabía que mencionar ese nombre al que se refería solía poner nerviosos a los vástagos.

- Me están buscando - matizó. Se mordió el labio y volvió a esperar cuál era su reacción -. El hombre dentro de la pantalla me está buscando.

Después de haber soltado aquello se reprendió mentalmente por la sutil forma con la que acababa de informar a su Sire de que, no solo se había metido en su centro de operaciones y en uno de sus ordenadores, además se había topado cara a cara con uno. Bueno, cara a pantalla.

- Esto no me cuadra -dijo, ladeando la cabeza-. Los lanceros. Los Otros ¿En un mismo sitio?

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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#126

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Daniel sonrió y se apoyó en la pared junto a Eva.

- No me suena, la verdad -respondió-. Cuando tu padre investigaba, estaba enfrascado en otra investigación.

Frunció el ceño.

- Creo que era el Lancea -dijo, algo extrañado-. ¿Recuerdas aquel día que llegaste a Boadilla? Eliminé a un vástago... A un Nosferatu. Dudo mucho de que los Otros tengan vástagos a su favor.

No parecía que Daniel tuviera un gran problema en hablar de ello, aunque obviamente no era su tema favorito.

- Tenemos que tener cuidado entonces -dijo-. No vendría mal pasar unas semanas en la sombra. ¿Quién es "el hombre dentro de la pantalla"?

Torció el gesto.

- Dudo mucho que la Lanza y los Otros se hayan aliados. Es como aliar el cielo y el infierno.
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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#127

Mensaje por Livia »

- Mi padre... - masculló y dejó de sonreir. Estaba triste, dolida y cabreada. ¿Cómo no iba a estarlo con su padre? Tenía la impresión de que no había llegado nada más que a conocer una cara escrupulosamente fabricada, que ocultaba esa doble vida que le había llevado a la tumba. Con sus secretos. Con sus adicciones. ¡Con ese marronazo que le había dejado! - ... podía haberse estado un poco quietecito en lugar de andar de freelance para todo dios- Ya se había enterado que era un ghoul. Cuando le devolvió la mirada no le reprochaba nada por no habérselo dicho aunque hubiera sido infinitamente menos doloroso. Aunque, ¿cómo decirle a alguien que su padre era un yonki? - ¿Te dijo alguna vez por qué lo hacía? ¿Por qué tomaba vitae? -

Acarició de forma distraída la oreja de Cipiona. Se había quedado pensativa porque tenía un montón de piezas delante que no sabía cómo cuadrar.

- ¡Cómo olvidarlo! -respondió y esbozó de nuevo una sonrisa cálida. Tenía la mirada de quien confía plenamente en la persona con la que está hablando y no dudaba de sus palabras- Es lo que he averiguado. Cuando me contaste lo del Lancea y me enseñaste los dones de nuestro linaje, sencillamente, me cuadró que quien me seguía fuera un vástago. No sé. Aquí hay algo... raro. Lo mismo el rastro de mi padre les llevó hasta La Finca y allí encontraron el mío. Quizás crean que sé o tengo algo - se detuvo un instante -. ¿Crees que podrían estar buscándote? - negó con la cabeza y se mordió el labio, preocupada - Tienen muchos recursos. Están muy bien organizados. Quizás sea mejor largarnos una temporada.

¿Todo había sido por su padre o había algo más? Tenía que volver a repasar el diario. Incluso desmontar la pluma y echar un vistazo al manojo de llaves. No le había prestado atención pero lo mismo la conducían a algo. Le parecía descabellado todo ese despliegue y desperdicio ¿por ella? ¿Por qué tanto afán?

- No sé quién es. Cuando accedí a uno de sus ordenadores se bloqueó al instante. Apareció un rostro entre sombras. Un hombre calvo, con gafas. Tenía una expresión rara- se echó a reír-. No tengo ni la menor idea de cómo hizo eso. No sé explicarlo salvo como el siglo XXI saludando al siglo XIX- dijo-. Me habló. Sabía quién era. Usó la Creación como el motivo de sus actos. Al usar esa palabra pensé que quizá podrían tener alguna relación. Tienes razón. No tiene sentido.

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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#128

Mensaje por Variable »

Daniel escuchó y analizó las palabras de Eva. Con serenidad, se tomó unos segundos antes de responder, cuando lo hizo, intentó ser honesto en sus palabras:

- No me lo dijo -respondió-, pero lo sé. Tuvo un problema y estuvo al filo de la muerte. Para salvarlo, preparé un bebedizo con mi vitae y la vitae de otros vástagos. El objetivo era evitar que muriera y también que se vinculara. Lo siento.

Agachó levemente la cabeza.

- Es raro. Quizás haya que seguir investigando -hizo una pausa-. Dudo que el problema tenga que ver directamente conmigo. Llevo años así, y nunca me han perseguido de esta forma. Si realmente te persiguen por algún motivo, no tengo claro que irnos a otra ciudad sea una solución viable.

Daniel negó con la cabeza.

- Esos malditos trastos...
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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#129

Mensaje por Livia »

Escuchar eso hizo que el resto perdiera el sentido, como si Los Otros, ese peligro que la había llevado a regresar temerosa a su hogar hubiese desaparecido. No podía dejar de recrear en su mente la desagradable situación con su padre moribundo, esa imagen se entremezclaba con retazos de sus propios recuerdos felices cuando era pequeña. Se mantuvo con una expresión seria.

- No tienes nada que sentir. En tu situación habría hecho lo mismo. Realmente, de una forma peor porque yo no hubiera pensado en eso. Ahora entiendo lo valiosa que es la vida-
respondió, con una voz dulce y triste-. Me dolió saberlo. Fue doloroso saber que a quien había amado tanto ni siquiera se le había concedido un reposo digno.

Lo miró a los ojos, con una sonrisa como había hecho en otras ocasiones. Era un reflejo sereno y melancólico de la Eva que había sido. Tomó su mano y se la llevó a los labios para besar el dorso. No le juzgaba. No le culpaba. No le guardaba rencor. Creía comprender por que no se lo había dicho, por que lo había hecho.

- Hubiera preferido compartir ese momento de dolor tan íntimo contigo. Pero lo pasado no se puede cambiar. - continuó - Si hay algo que te apetezca compartir de él o que creas que debo saber, no hoy, cuando desees, es algo que te agradecería.

Aquellas palabras que le había dedicado tranquilizaron esa parte de sí misma que se rebelaba ante lo que habían hecho con su padre. Al menos, daba algunas respuestas que la hacían avanzar hacia el final de ese ciclo, que deseaba cerrar de una vez por todas. Pero en ese instante de paz fue perturbado por los Otros, cuyo inquietante recuerdo regresó a su cabeza.

Con todo este despliegue tan excesivo- continuó, pensativa- y el exhaustivo expediente mío que deben tener, estoy preocupada por haber dejado algún cabo suelto que pueda poner en peligro nuestro hogar. He sido cuidadosa pero no esperaba esto- dijo, mientras volvía a repasar mentalmente todo lo que podría ser motivo de localización -. Me he desecho del coche, del móvil y de cualquier objeto tecnológico susceptible de localización e intrusión que llevara encima.

Continuó sonriendo, y movió la cabeza al tiempo se mordía el labio. Tenía que reconocer que los Otros habían jugado muy bien hasta el punto de hacerle ese movimiento controlando a su tío. Ella no lo había hecho bien pero no sabía que estaba jugando a algo, y mucho menos con quiénes. La tenían bien pillada pero no iba a permitir que hicieran de su vida la pesadilla que querían. No. De eso nada.

- Seguiré investigando pero antes tengo que poner a salvo a mi tito Raúl. Tienen un operativo en Puerta de Toledo. Esta noche no han dado con él pero es cuestión de tiempo. Supongo que lo han previsto. Ahora saben que soy un vástago. No creo que lo vayan a dejar irse de rositas. No sé si voy a ser capaz de conseguirlo pero tengo que intentarlo.

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Re: (C) La extraña muerte de Esteban Espinosa

#130

Mensaje por Variable »

- La vida es valiosa, pero la no-muerte que tenemos también.

Daniel entornó los ojos, pensativo, dándose tiempo para contestar.

- Encárgate tú si quieres -dijo- y yo me encargaré de proteger este lugar y de crear señuelos para que puedas moverte con facilidad. Se me ocurren un buen puñado de ideas que funcionan: contratar gente para que haga ruido y que se pueda parecer a ti, aparecer yo en diferentes sitios, etc.
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Cerrado

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