La verdad es que no le preocupaba demasiado que la localizaran, ahora mismo. Creía poder salir del apuro usando los dones de su linaje. Quería que supieran que estaba por allí. Que estaba viva y buscando a su tío. Lo que no sabía era qué hacer en ese momento. En un principio había decidido ir a la casa del tal Emilio Sánchez. Incluso había pensado en hacer un secuestro exprés como medida de presión pero, ¿qué podía ser una medida de presión para esa gentuza? Quería dejar que el centro se enfriase porque preveía que acercarse por Plaza Castilla lo mismo no era buena idea. Quizá localizar el garaje del barrio del Pilar era mejor opción, aunque estaba demasiado cerca. Podía ser un hervidero de idas y venidas de operativos que quizás delataran su localización.
Pero, ¿habían llevado tan lejos a su tío y un pizzero en motos deportivas? ¿Hasta dónde podían haber llegado sin llamar la atención? ¿Tendrían algo mucho más céntrico que los garajes del barrio del Pilar? Quizás -incluso- ella misma pudiera echar un vistazo a las cámaras de tráfico para ver qué tal.
Cuando arrancó no supo bien dónde iba, pero sí sabía una cosa quería ver si eran capaces de meterse hasta las trancas en algún lugar especialmente peligroso solo por atraparla. Por el camino, no dejaba de estar atenta a los retrovisores o a cualquier moto negra que pudiera salirle al paso. Lo que no podía evitar pensar es ¿qué hacer ahora? ¿cómo intentar una nueva comunicación o buscar una forma que fuera para ella anónima y segura para evitar que la pillansen? ¿y el móvil de Emilio? ¿No sería hora de ir pensando en deshacerse de él? ¿Y si intentaban localizarlo? ¿Estaría el tipo pensando en que se lo habría dejado en casa? ¿Le daría a localizar? Pensó en la forma más segura de conservarlo... quizás aún pudiera serle útil. Aunque no veía cómo.
Luego decidió ir hasta el Marconi. Si hubiera estado viva no se le habría ocurrido, pero ahora con los dones de su linaje no tenía más que evitar los peligros dejando que la oscuridad de los descampados la envolviesen. Iba a dejar que las cámaras de tráfico recogieran su camino. Eso sí, iba a buscar antes una farmacia abierta o una 24 horas que pudieran atenderla dentro para proveerse de sedantes, por si podía necesitarlos. Si no, seguiría hasta su destino.
(C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
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Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Encontrar sedantes a esa hora de la noche, "de paso" no iba a ser una opción. Para conseguirlos iba a tener que dedicar algo más de tiempo y esfuerzo.
Cuando llegó a la Colonia Marconi todo parecía en una tensa calma. De lejos, se escuchaban voces y gritos de gente que se habría reunido en alguna plaza a pasar el rato. Era un lugar con edificios residenciales relativamente nuevos y un montón de espacios abiertos.
Villaverde era probablemente uno de los distritos más pobres de Madrid, y esa zona era conocida especialmente por la prostitución que había junto al polígono. La principal peligrosidad de la zona eran las torres de San Cristóbal de los Ángeles, a unos minutos a pie y probablemente uno de los peores lugares de la ciudad.
¿Cuál era el próximo movimiento de Eva?
Cuando llegó a la Colonia Marconi todo parecía en una tensa calma. De lejos, se escuchaban voces y gritos de gente que se habría reunido en alguna plaza a pasar el rato. Era un lugar con edificios residenciales relativamente nuevos y un montón de espacios abiertos.
Villaverde era probablemente uno de los distritos más pobres de Madrid, y esa zona era conocida especialmente por la prostitución que había junto al polígono. La principal peligrosidad de la zona eran las torres de San Cristóbal de los Ángeles, a unos minutos a pie y probablemente uno de los peores lugares de la ciudad.
¿Cuál era el próximo movimiento de Eva?
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Cuando llegó a Marconi, echó un vistazo a un trozo de calle junto a un contenedor bajo la luz anaranjada de una farola. Se detuvo allí porque ese lugar estaba algo más alejado de las prostitutas y parecía vacío y tranquilo. Solo necesitaba eso, unos instantes de sentirse menos acosada. Poder pensar un rato con tranquilidad para poder ordenar sus pensamientos, sus prioridades. Necesitaba un poco de descanso pero también habría agradecido alimento, en la forma en la que estaba acostumbrada, en un recipiente de plástico.
¡Ah! Lo que daría por poder relajarse y disfrutar alimentándose. Sin culpa, sin miedo, sin preocupaciones, sin cargo de conciencia, sin estar siempre deteniéndose. El vampirismo era como estar siempre a dieta, siempre contando calorías, siempre conformándose con un par de bocaditos minúsculos pero vivir encerrada en una pastelería. Pero es que esos deliciosos pasteles estaban vivos, hablaban, eran personas como ella. ¿Alguien se comería un brownie si te mirara con ojitos inocentes desde el plato y te hablara? Seguramente, muchos de los desgraciados que había conocido a lo largo de su vida sí pero... ella no podía.
Emitió algo que parecía un suspiro mientras apoyaba los brazos sobre el volante y la frente sobre ellos, cerrando los ojos unos segundos. Supuso que de haber estado viva tendría ahora mismo ese tipo de dolor de cabeza que llega a clavarse en los ojos. No estaba cansada físicamente, su cerebro funcionaba igual que siempre pero, comenzaba a sentirse un poco agotada de todo esto. No dejaba de darle vueltas a la cabeza. 500 afiliados a la congregación en números oficiales. 500 apellidos de gente de buena cuna, con dinero, seguramente con cierto poder. Seguramente habría más pero eran muchísimos y ella, ellos, solo dos.
Necesitaba entender mejor sus motivaciones para saber dónde presionarlos. Echó un buen vistazo a su alrededor, agudizando sus sentidos. Hasta que no se quedara tranquila de que nadie iba a molestarla por el momento, o no había motoristas, no iba a sacar el móvil. Encendió el suyo propio para ver las noticias que pudiera tener de Daniel en el chat secreto, y también informarle de cómo estaba. Mientras se iniciaba, marcaba el pin e iba apareciendo la pantalla de carga, sacó el teléfono de Emilio, le quitó el modo avión y esperó ver si al dispositivo le llegaban noticias nuevas en forma de mensaje, chats de mensajería instantánea o llamada perdida.
¡Ah! Lo que daría por poder relajarse y disfrutar alimentándose. Sin culpa, sin miedo, sin preocupaciones, sin cargo de conciencia, sin estar siempre deteniéndose. El vampirismo era como estar siempre a dieta, siempre contando calorías, siempre conformándose con un par de bocaditos minúsculos pero vivir encerrada en una pastelería. Pero es que esos deliciosos pasteles estaban vivos, hablaban, eran personas como ella. ¿Alguien se comería un brownie si te mirara con ojitos inocentes desde el plato y te hablara? Seguramente, muchos de los desgraciados que había conocido a lo largo de su vida sí pero... ella no podía.
Emitió algo que parecía un suspiro mientras apoyaba los brazos sobre el volante y la frente sobre ellos, cerrando los ojos unos segundos. Supuso que de haber estado viva tendría ahora mismo ese tipo de dolor de cabeza que llega a clavarse en los ojos. No estaba cansada físicamente, su cerebro funcionaba igual que siempre pero, comenzaba a sentirse un poco agotada de todo esto. No dejaba de darle vueltas a la cabeza. 500 afiliados a la congregación en números oficiales. 500 apellidos de gente de buena cuna, con dinero, seguramente con cierto poder. Seguramente habría más pero eran muchísimos y ella, ellos, solo dos.
Necesitaba entender mejor sus motivaciones para saber dónde presionarlos. Echó un buen vistazo a su alrededor, agudizando sus sentidos. Hasta que no se quedara tranquila de que nadie iba a molestarla por el momento, o no había motoristas, no iba a sacar el móvil. Encendió el suyo propio para ver las noticias que pudiera tener de Daniel en el chat secreto, y también informarle de cómo estaba. Mientras se iniciaba, marcaba el pin e iba apareciendo la pantalla de carga, sacó el teléfono de Emilio, le quitó el modo avión y esperó ver si al dispositivo le llegaban noticias nuevas en forma de mensaje, chats de mensajería instantánea o llamada perdida.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
La farola que iluminaba a Eva parpadeaba: su cristal estaba reventado y el LED colgaba de un cable en sus últimos días.
En el teléfono había un nuevo mensaje de Daniel:
En el teléfono había un nuevo mensaje de Daniel:
También otro, de Raúl.¿Alguna novedad? He perdido el contacto con Sara, el señuelo que envié.
Entrada de la Casa de Campo. 3 a.m. Ven sola o morirá.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Al menos no todo era malo había conseguido raspar un poco de tiempo para su tío, o eso creía aunque no tenía ninguna garantía de que siguiera vivo. Por supuesto que no era tan gilipollas como para aparecer sola en un lugar sin un alma a las tantas. Eso era una rendición. Los cojones se iba a entregar como un corderito de camino al matadero. Nanay. Ni aunque estuviera la vida de su tito en juego porque en cuanto le echasen mano ya no necesitarían a Raúl así que ¿por qué iban a dejarlo vivo?
A los Otros les contestó deprisa:
Volvió a poner el modo avión al móvil de Emilio. Tapó las cámaras con cinta americana y usó sus propios auriculares para pegarlos al micrófono y poner música en Youtube. Después de eso, abrió la puerta para pegar el móvil al bajo del capot, para que registrase el bonito sonido del motor en marcha como coros. Quería tener una conversación privada con su Sire, si es que eso existía en el mundo pero al menos, un poco más privada sí que sería.
Abrió Telegram y le escribió en el chat:
En cuanto dejó ese mensaje, borró los registros que pudieran asociar al número de Daniel y luego, cambió de tarjeta usando otro de los números para llamarlo. Se inclinó para sacar el portátil de la mochila que había dejado a los pies del asiento del copiloto. Lo encendió de nuevo, marcó el número de Daniel y lo dejó apoyado en el hombro mientras escuchaba los tonos y comenzaba a trabajar: iba a intentar encontrar la localización del teléfono de su tío.
Su tío Raúl era una persona mayor y un auténtico desastre para la tecnología hasta el punto que ella había tenido que ir con él a comprar el móvil que habían usado para enviarle el mensaje e incluso se lo había configurado, enseñándole a manejarlo con toda la santísima paciencia del mundo. Comparado con el resto de personas de su edad era el puto amo: era capaz de usar wassap, añadir contactos, enviar mensajes, hacer y enviar fotos, escribir emails... pero como lo sacaran de las pequeñas chuletas que Eva le había dejado (para que siguiese los pasos como si fuera una receta de cocina para dummies) poco más sabía, mucho menos de poner o quitar ubicaciones.
Eso significaba que, al ser ella quién tuvo que configurar el móvil también creó su cuenta de correo de Gmail asociada a Android así que esperaba poder encontrar la ubicación de los dispositivos a través de ahí. Ya que había sido ella la que había creado la primera contraseña , que era nada más y nada menos que elcholo (porque su tío era un auténtico colchonero de corazón), y que también había puesto una de sus cuentas de correo como email de recuperación. Creía que podía haber suerte porque estaba segura que jamás había quitado las localizaciones del dispositivo.
Mientras esperaba que Daniel contestase, se encomendó a San Google, santo patrono del espionaje y la intrusión en la privacidad ajena. Que hubiera suerte... Que hubiera suerte...
A los Otros les contestó deprisa:
¿Cómo sé que sigue vivo?
Volvió a poner el modo avión al móvil de Emilio. Tapó las cámaras con cinta americana y usó sus propios auriculares para pegarlos al micrófono y poner música en Youtube. Después de eso, abrió la puerta para pegar el móvil al bajo del capot, para que registrase el bonito sonido del motor en marcha como coros. Quería tener una conversación privada con su Sire, si es que eso existía en el mundo pero al menos, un poco más privada sí que sería.
Abrió Telegram y le escribió en el chat:
Mal. Te llamo desde otro número en un minuto. Ya tienen este.
En cuanto dejó ese mensaje, borró los registros que pudieran asociar al número de Daniel y luego, cambió de tarjeta usando otro de los números para llamarlo. Se inclinó para sacar el portátil de la mochila que había dejado a los pies del asiento del copiloto. Lo encendió de nuevo, marcó el número de Daniel y lo dejó apoyado en el hombro mientras escuchaba los tonos y comenzaba a trabajar: iba a intentar encontrar la localización del teléfono de su tío.
Su tío Raúl era una persona mayor y un auténtico desastre para la tecnología hasta el punto que ella había tenido que ir con él a comprar el móvil que habían usado para enviarle el mensaje e incluso se lo había configurado, enseñándole a manejarlo con toda la santísima paciencia del mundo. Comparado con el resto de personas de su edad era el puto amo: era capaz de usar wassap, añadir contactos, enviar mensajes, hacer y enviar fotos, escribir emails... pero como lo sacaran de las pequeñas chuletas que Eva le había dejado (para que siguiese los pasos como si fuera una receta de cocina para dummies) poco más sabía, mucho menos de poner o quitar ubicaciones.
Eso significaba que, al ser ella quién tuvo que configurar el móvil también creó su cuenta de correo de Gmail asociada a Android así que esperaba poder encontrar la ubicación de los dispositivos a través de ahí. Ya que había sido ella la que había creado la primera contraseña , que era nada más y nada menos que elcholo (porque su tío era un auténtico colchonero de corazón), y que también había puesto una de sus cuentas de correo como email de recuperación. Creía que podía haber suerte porque estaba segura que jamás había quitado las localizaciones del dispositivo.
Mientras esperaba que Daniel contestase, se encomendó a San Google, santo patrono del espionaje y la intrusión en la privacidad ajena. Que hubiera suerte... Que hubiera suerte...
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
La respuesta de los dos mensajes no llegó a entrar en los móviles, apagado uno y con la tarjeta fuera el segundo. Lo que sí que escuchó es la voz de Daniel al otro lado:
- Cuéntame -le dijo-.
Y efectivamente, pudo acceder a la cuenta de configuración de Google de Raúl. La clave todavía no la había cambiado. ¿A qué aspecto de la cuenta quería acceder?
- Cuéntame -le dijo-.
Y efectivamente, pudo acceder a la cuenta de configuración de Google de Raúl. La clave todavía no la había cambiado. ¿A qué aspecto de la cuenta quería acceder?
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
- ... Mmmm - hubo una especie de gruñido insatisfecho como respuesta y se quedó unos instantes en silencio. Es que ¡ni había cambiado la clave! Vale, eso a ella ahora le iba bien no, lo siguiente pero su informática interior estaba tirándose de los pelos. Ese móvil debía tener vamos... toda clase de porquería.
-Perdona- se disculpó - estoy intentando acceder a la localización del teléfono de mi tío y me quedo un poco colgada a veces.
Echó un vistazo rutinario a su alrededor por los espejos retrovisores, e incluso se giró para echar un vistazo por cada una de las ventanillas. Luego, continuó trasteando por los distintos iconos de aspectos de la cuenta. Lo que buscaba era claro, las últimas ubicaciones del teléfono, así que accedió al apartado "Buscar mi móvil".
- Me han hecho llegar una amable invitación por mensaje a un encuentro en los accesos a la Casa de Campo a las 3, sola o lo eliminan. Tampoco descarto que estén a poco de dar conmigo y... lo bueno es que he conseguido información personal de uno de ellos. Te la enviaré en cuanto cuelgue. Pertenecen a una congregación o club elitista religioso que operan por los pueblos periféricos. Son gente de posibles y son... muchos. Seguramente sean bastantes más de quinientos.
Por la expresión de su voz parecía que era un dato desalentador. Se quedó otro buen rato en silencio, intentando proceder según los datos de la búsqueda del terminal.
- Estoy intentado llegar a una negociación pero no parecen muy por la labor de querer hablar conmigo. Intento averiguar sus motivaciones pero no sé que quieren, salvo echarme el guante
Se detuvo esta vez, finalmente, con una especie de suspiro dubitativo esperando algún tipo de respuesta o algo que le sirviera de aliento para continuar. Mientras, espero a ver los resultados de la búsqueda del móvil de su tío.
-Perdona- se disculpó - estoy intentando acceder a la localización del teléfono de mi tío y me quedo un poco colgada a veces.
Echó un vistazo rutinario a su alrededor por los espejos retrovisores, e incluso se giró para echar un vistazo por cada una de las ventanillas. Luego, continuó trasteando por los distintos iconos de aspectos de la cuenta. Lo que buscaba era claro, las últimas ubicaciones del teléfono, así que accedió al apartado "Buscar mi móvil".
- Me han hecho llegar una amable invitación por mensaje a un encuentro en los accesos a la Casa de Campo a las 3, sola o lo eliminan. Tampoco descarto que estén a poco de dar conmigo y... lo bueno es que he conseguido información personal de uno de ellos. Te la enviaré en cuanto cuelgue. Pertenecen a una congregación o club elitista religioso que operan por los pueblos periféricos. Son gente de posibles y son... muchos. Seguramente sean bastantes más de quinientos.
Por la expresión de su voz parecía que era un dato desalentador. Se quedó otro buen rato en silencio, intentando proceder según los datos de la búsqueda del terminal.
- Estoy intentado llegar a una negociación pero no parecen muy por la labor de querer hablar conmigo. Intento averiguar sus motivaciones pero no sé que quieren, salvo echarme el guante
Se detuvo esta vez, finalmente, con una especie de suspiro dubitativo esperando algún tipo de respuesta o algo que le sirviera de aliento para continuar. Mientras, espero a ver los resultados de la búsqueda del móvil de su tío.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
- Puedo estar por la zona, pero no me la juego a llevar móvil -respondió-. O eso o si quieres nos vemos en algún lado y voy contigo, por si acaso.
Parecía asimilar la información que Eva le daba con rapidez, sin hacer muchas preguntas ni perder mucho tiempo. Ya habría tiempo para detalles.
Con bastante facilidad y con puede que una agradable sorpresa, Eva pudo detectar la localización actual del GPS del móvil de Raúl. Parecía moverse por Aluche.
- ¿Qué ves mejor?
Parecía asimilar la información que Eva le daba con rapidez, sin hacer muchas preguntas ni perder mucho tiempo. Ya habría tiempo para detalles.
Con bastante facilidad y con puede que una agradable sorpresa, Eva pudo detectar la localización actual del GPS del móvil de Raúl. Parecía moverse por Aluche.
- ¿Qué ves mejor?
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
- Gracias...
En aquel momento, se hizo el silencio al otro lado de la línea. Tenso, emotivo, porque comenzó a ser consciente de que podía perder todo lo que quería, su vida, a su familia mortal y su familia inmortal. En lo más profundo de su corazón esperaba que ambas pudieran encontrar el modo de unirse. ¿Qué la haría más feliz que su primera persona favorita y su tercera persona favorita del mundo junto a ella? Pero eso no eran más que fantasías, y lo mismo debía hacerse a la idea de que aquello no iba a terminar bien, incluido ella. ¿Qué había hecho para merecerse todo lo que le estaba pasando? No encontraba razones, ni motivos lógicos que pudieran tranquilizarla racionalizándolos.
- Si tengo que ir prefiero ir contigo ¿dónde quedaríamos? Madrid está hecho un avispero - continuó, con aquella voz cálida. Al ver el punto en el mapa, emitió un pequeño gemido de triunfo y alegría, la voz parecía mucho más animada - Pero espero que no haga falta. Acabo de encontrar la ubicación. Está en movimiento, en Aluche. Me la voy a jugar a intentar encontrarlo antes. No sé si es una locura pero, ¿crees que es peor que la otra opción?
Un soplo de esperanza al fin para animarle su muerto y desanimado corazón. En ese momento, se recordó que tenía que volver a tomar algún trago más. Iba a hacerle mucha falta aunque no es que estuviera precisamente por la labor ni el lugar fuera el más adecuado. Prostitutas, clientes y a saber qué más. No tenía ni idea de qué pasaba si bebía de alguien con VIH, por ejemplo, ¿el virus moriría? ¿y si mutaba para convertirse en un súper virus o a saber qué? No, mejor esperaba a intentar encontrar un mercado más sano.
- Ir es... una rendición. No tengo garantías de nada y tampoco las tengo de que lo mantengan vivo más allá del tiempo que necesiten para hacer que colabore - suspiró - No lo veo pero no lo descarto. Lo que sí, tenemos que encontrar una forma de permanecer comunicados. Ellos lo están. Se mueven deprisa a un lado y a otro. El escenario cambia muy rápidamente.
En aquel momento, se hizo el silencio al otro lado de la línea. Tenso, emotivo, porque comenzó a ser consciente de que podía perder todo lo que quería, su vida, a su familia mortal y su familia inmortal. En lo más profundo de su corazón esperaba que ambas pudieran encontrar el modo de unirse. ¿Qué la haría más feliz que su primera persona favorita y su tercera persona favorita del mundo junto a ella? Pero eso no eran más que fantasías, y lo mismo debía hacerse a la idea de que aquello no iba a terminar bien, incluido ella. ¿Qué había hecho para merecerse todo lo que le estaba pasando? No encontraba razones, ni motivos lógicos que pudieran tranquilizarla racionalizándolos.
- Si tengo que ir prefiero ir contigo ¿dónde quedaríamos? Madrid está hecho un avispero - continuó, con aquella voz cálida. Al ver el punto en el mapa, emitió un pequeño gemido de triunfo y alegría, la voz parecía mucho más animada - Pero espero que no haga falta. Acabo de encontrar la ubicación. Está en movimiento, en Aluche. Me la voy a jugar a intentar encontrarlo antes. No sé si es una locura pero, ¿crees que es peor que la otra opción?
Un soplo de esperanza al fin para animarle su muerto y desanimado corazón. En ese momento, se recordó que tenía que volver a tomar algún trago más. Iba a hacerle mucha falta aunque no es que estuviera precisamente por la labor ni el lugar fuera el más adecuado. Prostitutas, clientes y a saber qué más. No tenía ni idea de qué pasaba si bebía de alguien con VIH, por ejemplo, ¿el virus moriría? ¿y si mutaba para convertirse en un súper virus o a saber qué? No, mejor esperaba a intentar encontrar un mercado más sano.
- Ir es... una rendición. No tengo garantías de nada y tampoco las tengo de que lo mantengan vivo más allá del tiempo que necesiten para hacer que colabore - suspiró - No lo veo pero no lo descarto. Lo que sí, tenemos que encontrar una forma de permanecer comunicados. Ellos lo están. Se mueven deprisa a un lado y a otro. El escenario cambia muy rápidamente.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
- Las prisas no son lo mío, Eva -repuso Daniel-. Sabiendo que ellos saben lo que quieres y que plantean usarlo, no me precipitaría. Pero claro, a veces tanta planificación pasa factura.
Hubo una pausa al otro lado del teléfono.
- Mira... No quiero decirte qué hacer, pero creo que es una invitación para tomarse con muchas, muchas precauciones.
Hubo una pausa al otro lado del teléfono.
- Mira... No quiero decirte qué hacer, pero creo que es una invitación para tomarse con muchas, muchas precauciones.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.