(C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)

[Livia]

Aquella era una cabina de las "modernas", en las que el aparato estaba bajo un techillo, con unas pequeñas paredes laterales de cristal que protegían al aparato. Al otro lado del "poste" si eso podía llamarse poste, había otro teléfono público por monedas de las mismas características. No, no era el tipo de teléfono que ofrecía la intimidad de un cubículo o protegía de los elementos salvo vagamente.

Aquello la sorprendió, ¿una mujer? Volvió a mirar la tarjeta para asegurarse que ponía Christian no Cristina Ferrero.

- Buenas noches, ¿podría pasarme con el señor Christian Ferrero, por favor? -dijo, con toda la fría educación de la que pudo hacer gala-. Le llamo de parte de la señorita Espinosa.

Había preferido aligerar trámites y, simplemente, ir directa al grano.

[Variable]

- Habla con Ferrero -dijo la mujer, con total tranquilidad-. Cristina Ferrero... ¿Quién es usted?

[Livia]

- Disculpe, ¿no es el número de Ferrero Torres asesoría jurídica? - preguntó, Eva, sintiéndose realmente confundida. En la DGT constaba la moto que la había estado siguiendo a nombre de Christian Ferrero. En la tarjeta del asesor jurídico constaba Christian Ferrero Torres. ¿Qué estaba pasando? - Me han hecho llegar la tarjeta de visita para que me ponga en contacto con el señor Ferrero.

[Variable]

- Correcto, señora -dijo-. Está llamando a Ferrero Torres.

Hizo una pausa.

- Señora Ferrero -corrigió-. Es una errata.

[Livia]

Errata... Errata los cojones.

- ¡Vaya! - dijo - Entonces, ¿podría tomar cita con usted en su oficina? Para don Esteban Espinosa

[Variable]

La mujer respondió afirmativamente.

- Si quiere, podemos reunirnos en un restaurante para tratar su problema. Dígame qué necesita...

[Livia]

Se quedó unos instantes en silencio. Echó una buena visual a su alrededor, por Sol, por si veía algo extraño entre la gente.

- Que liberen a quiénes se han llevado - respondió - y que haya paz.

[Variable]

La comunicación se cortó.

[Livia]

Cuando la mala pécora esa colgó se quedó bastante desanimada, por no decir que estaba comenzando a perder la esperanza por mucho que se empeñaba en continuar. No iba a haber tregua, ni negociación, ni rescate... Quería matarla. Ya está, no había más. De camino se llevarían por delante a todo el que pudieran. Estaba perdiendo el tiempo pero esperaba que el mensaje que iba a transmitir prolongara un poco más la vida de su tío. Colgó el auricular e intentó emitir un suspiro.

Echó un prudencial vistazo a su alrededor, antes de, simplemente arrancar en dirección a Puerta de Toledo. Iba a mantener su atención por si veía algo raro y a negar su presencia. El próximo paso del plan era sencillo. Llegar a dónde estaba el Ibiza aparcado, devolver lo que había tomado a la pizzería y, echar un vistazo por los alrededores. ¿Se habían enterado ya los de la Bella que faltaba un repartidor? ¿Habrían llamado a la policía? ¿Habría motos en la puerta? ¿Podría ser que Emilio tras el mensaje decidiera volver a uno de los lugares dónde podía haber perdido el móvil?

Iba a hacer todo aquello con extremo cuidado. Además acecharía un rato por las inmediaciones por si aparecía el tal Emilio, antes de, simplemente, descartar que ya hubiera podido ir o que, simplemente no iría. Después iba a emprender camino a dónde había estado la noche anterior: la oficina y los garajes.

[Variable]

Vayamos por partes.

Eva sabía (por que no era estúpida) que no tardarían en localizar su llamada, y que tenía contar con la posibilidad de que pudieran acceder a las cámaras de tráfico y de los locales de la zona. Es decir, probablemente terminarían sabiendo quién era y con qué vehículo se movía.

La pizzería todavía no había empezado a cerrar y parecía que nadie echaba en falta aun el equipo sustraido. No le fue complicado devolver todo a su lugar de origen.

Cuando llegó al exterior del edificio de Raúl no detectó ninguna moto sospechosa de pertenecer a los Otros.