Nada más despertar, Jessica vio cinco llamadas perdidas del Manco. Llevaba más de una semana sin ver a su antiguo empleador. Por WhatsApp le había escrito: << Ven a mi casa, es importante >>.
" A saber que querrá ese chanchullero de mierda "
Pese a su reticencia inicial, Jessi decide acercarse a la casa de Salva el Manco, sobre todo por que le pilla cerca de su piso en Vista Alegre. Tras un paseo por el madrileño distrito de Carabanchel llega a un edificio destartalado, pulsa el timbre del 8 C; el ascensor está roto, como siempre, sube a pie hasta el último piso del maltrecho edificio. Aún es temprano, y parece que los vecinos están tranquilos, todos menos Salva. Le abre la puerta y lo encuentra totalmente espídico.
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[mention]Variable[/mention] ¿ Interpretas tú los pnjs en este tipo de escenas? [mention]Eva Espinosa[/mention] decidme si va así bien el tema o debo escribir más o menos. Gracias!
Aún estaba preguntándose qué demonios estaba haciendo allí pero el Manco había conseguido localizarla para soltarle algo de un libro. No estaba aún muy segura si tenía uno que quería que le tasara, que quería venderle uno o si quería que le consiguiera uno. Posiblemente, lo primero pero la verdad es que su discurso había sido tan corto como aturullado y había finalizado con una cita en su casa. Supuso que debía ser algo valioso y sintió tanta curiosidad como compromiso de decirle que no.
Aparcó su nueva adquisición prestada lo más cerca que pudo del destartalado edificio del Manco. Se echó la mochila al hombro, se acomodó bien la pistola en el cinturón y se dirigió con la capucha echada hasta el portal. Resopoló al verse reflejada en el cristal de la puerta. ¿Se notaría mucho si no fingía vida? No había mayor desperdicio de la vitae que tanto esfuerzo le costaba conseguir que intentar pasar por lo que no era.
Había tomado la costumbre de ir negándole su presencia a todo el mundo. Más que por vicio era por seguridad, o quizás un poquito de vicio sí que era. Su vida se había vuelto tremendamente... complicada. Así que al ver a alguien aproximarse a la puerta, simplemente, se hizo a un lado para dejar que realizara el trámite en su lugar y aprovechar para pasar. Vale. Lo más normal era llamar al timbre pero, ¿qué más daba? Quizás empezar a comportarse como una persona normal, no como un fantasma.
Subir las escaleras era aburrido, repetir lo mismo una y otra vez, planta por planta. Subió con lentitud, a mala gana. Intentó concentrarse en algo que le hiciera el camino más ameno como las posibilidades del negocio por delante. ¿Qué sería? ¿qué podría tener alguien como el Manco? ¿sería interesante? Lo mismo le hacía una oferta de compra.
Al llegar arriba vio una chica frente a la puerta a la que iba.
- Buenas noches - saludó, con formalidad desvelando su silenciosa presencia cuando estaba cerca de la puerta.
La chica que se detuvo junto a Jessica era de estatura media, tirando a baja y silueta esbelta. Vestía de riguroso negro de arriba a abajo, con calzado cómodo y unos vaqueros elásticos. La sudadera, que le tapaba el torso, también ocultaba su rostro bajo la capucha.
Salva va correteando hacia el salón farfullando incoherencias.
" Puto Manco, a saber en que lío se ha metido el muy cabrito, esto le pasa por estar siempre trapicheando. La madre que lo parió, espero que me pague bien todo este asun...¿ Quién es esa?"
- ¿ Y tú?, ¿ Quién carajo eres? - suelta groseramente Jessi a la joven que se acerca.
La Jessi mide 1,80 y debe pesar unos 60 kg; es morena de piel y tiene profundos ojos marrones. Lleva el pelo negro recogido en unas trenzas. Viste ropa deportiva un tanto hortera, se ven un par de cadenas de oro colgando de su estilizado cuello.
La boxeadora se apoya en medio de la puerta, para impedir el paso de la desconocida.
No tenía motivos por el que sentirse molesta pero se sintió así de inmediato. Irritada e incluso cabreada. Había hecho un gran esfuerzo robándose tiempo para dedicárselo a Salva, ¿y se lo pagaba así? ¿Con una tiparraca borde tocándole los ovarios y haciendo que perdiera su VALIOSO tiempo? Se mantuvo inmóvil, como una estatua hasta que detectó que esa cosa en su interior no era ella, no, no lo era. Recitó mentalmente las musicales primeras líneas de Platero como un mantra.
No se había movido un ápice, ni parecía intimidada ni por el lenguaje, el aspecto o la actitud de la otra chica. Finalmente, se encogió de hombros. Mejor para ella, menos de su precioso tiempo perdía si se ponía farruco con tonterías. Solo necesitaba una excusa y un chivo expiatorio como el que tenía delante para largarse por donde había venido. Y tan feliz de librarse del compromiso.
- Supongo que tú no eres la relaciones públicas de Salvador - preguntó, y chasqueó la lengua con desagrado. - Mira, a mí me han llamado para que venga y, pensaba hacerle un precio amigo en conjunto en lugar de facturar por horas - hizo un inciso en el que lo que parecía una estatua movió levemente la cabeza - La verdad es que había venido con la idea de ver el material y llegar a un buen negocio con él pero como parece que aquí no soy bienvenida me vuelvo por donde he venido. ¡Ah! Eso sí. Dile que me llame cuando quiera que por amistad con mi tío le buscaré un hueco en mi apretada agenda pero tendrá que ajustarse a las tarifas normales, es decir, me temo que no puedo volver sin que abone mínimo la primera hora de tarifa y, si tengo que volver otra vez, ascenderá a 200 la hora. Es lo mínimo que puedo aceptar por nocturnidad, riesgos, imprevistos y tener que perder mi tiempo.
Se cruzó de brazos, con determinación. Tenía cosas mucho más importantes que hacer que aguantarle los caprichos al puto gitano. Si no fuera porque .... Pero no pensaba volver a subir esas ocho plantas. No, ni de broma.
- Soy Espinosa, la Niña, la ahijada de Raúl el Colchonero - continuó con tranquilidad. Sacó el móvil del bolsillo de la sudadera para ver la hora. ¿Qué se habría metido el Salva? Porque parecía que estaba de subidón de algo. En fin, jodidos compromisos, pero dándole un pequeño tiempo de rigor...- Mira, en serio, no tengo toda la noche. Puedo esperar un cuarto de hora de palique pero después, si no hay negocio, me iré.
La Jessi mira tranquilamente a la otra muchacha mientras habla, sin entender muy bien de que va todo ese asunto de las tarifas. Al principio pensó que era una puta, pero la verdad es que no tenía pinta de ser una de las fulanas habituales de Salva. Al escuchar material, piensa que puede ser una traficante, pero tampoco tiene la pinta adecuada. La verdad es que no tiene ni idea de quien puede ser esa chica.
- No tengo ni idea de que chanchullo te llevas con el Manco - mira al interior del piso - pasemos, pero te advierto de que te estaré vigilando; si haces alguna tontería te arrepentirás - cruje sus nudillos.
" A saber en que lío se ha metido este idiota. Al menos la tipa parece inofensiva, aunque tiene algo que me escama"
Al entrar oye a Salva de fondo, trasteando por el piso. Salva, el Manco, podía ser un tipo con muchos defectos, pero cuando fue expulsada de la federación fue él quien consiguió que siguiese peleando. Se ocupó de buscar y/o organizar combates ilegales para que Jessi diese lo mejor de sí misma. Le buscó un entrenador, Eusebio, el Matador, quién la estaba introduciendo en las Artes Marciales Mixtas y además le ofrecía trabajitos como guardaespaldas o como recaudadora; trabajos en los que curraba poco y ganaba medio bien. Con ese gilipollas había recorrido los peores barrios de Carabanchel, Usera, Puente de Vallecas y otros distritos. Aunque también la había invitado a reuniones familiares, bodas, bautizos y otros saraos. En el fondo le había cogido cariño a ese tipejo.
Avanzó apenas un par de pasos para detenerse justo bajo el dintel de la puerta, sin llegar a pasar. Aquello estaba comenzando a sonarle un poco raro. Quizás ahora que su vida había cambiado debía tener mucho más cuidado y ¿qué no le decía que ellos habían llegado hasta Salva? Se quedó inmóvil sin adentrarse en la vivienda. Cuando el automático de la luz saltó dejó el pasillo a oscuras detrás de la figura encapuchada. No había mostrado su rostro, como mucho había dejado ver fugazmente unos labios pálidos o la nariz al alzar levemente la cabeza al hablar a la otra chica.
-Esto es muy irregular -musitó, con el ceño fruncido y volvió a chasquear la lengua-. Antes de continuar con este negocio quiero hablar contigo. Dime, ¿cuál es tu problema? Por que estás siendo muy agresiva e innecesariamente irrespetuosa con quien ha sido invitada a esta casa. Me estás haciendo sentir muy incómoda y yo, así, no trabajo.
Ladeó la cabeza. No es que a esas alturas fuese a sentir miedo pero estaba comenzando a pensar si tras cruzar esa puerta no aparecerían los hombres de negro. Claro que si Salva era tan imbécil de venderla no iba a sobrevivir, ni él ni la chica que tenía delante. A esa gentuza no le importaban los daños colaterales ni la gente inocente. Bueno, Salva no es que fuera un inocente pero era un decir.
Menuda idea más idiota pero es que no podía quitarse a esa gentuza de la cabeza. Se cruzó de brazos, contemplando a la grandullona. Un recibimiento hostil. Un tipo nervioso. O eso no era por ella o bien el puñetero del Manco pensaba intentar estafarla, cosa que, entonces la grandullona se equivocaba porque no se la iba a liar parda, simplemente, no habría acuerdo y cada uno por su lado.
- Ahora soy yo a la que le gustaría saber quién eres. No esperaba una reunión tan... multitudinaria.
" Sigo sin entender que va todo este asunto, Salva sabrá que quiere de esta tipa"
- No tengo ningún problema, simplemente no sé muy bien que rollo lleváis este capullo y tú - señala al interior - pero si has quedado con él, adelante, solo te avisaba de que no intentes nada raro. Salva me ha contratado para que lo proteja.
" Veamos de que va todo este asunto"
- Yo soy Jessi, una amiga del Manco. Tú tranqui, podéis hablar libremente de lo que sea en mi presencia - hace un gesto para que pase la invitada - ¡ Salva, está aquí una tal Espinosa, ¿ Para qué querías verla? - chilla la jessi.
El Manco apareció. Estaba de relax en su casa, vestía una bata azul y se podía intuir un cordón de oro entre los canosos pelos de su pecho que la bata dejaba ver. Llevaba un par de chanclas y un cigarro con una elevada cantidad de ceniza acumulada prendido de su boca.
Con su mano sujetaba un libro de tapas de cuero.
- Me ha llegado un libro y me han dicho que ella quizás estaría interesada -dijo, respondiendo a Jessica-.
Luego, se dirigió a Eva.
- Pasad, venga, que menuda jarana estabais liando ahí fuera.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
- Buenas noches, Salvador - saludó, Eva y pasó al interior del apartamento.
Cuando lo vio aparecer así, ¡ASI! fumando, con la ceniza a punto de desplomarse (y seguramente manchar el libro en su trayectoria) y tocando el libro con la mano desnuda por poco estuvo a punto del síncope. Pero, ¿cómo carajo se podía tratar un libro tan mal? Que no sabía qué era pero no era un puto best seller de supermercado que pillabas por7 pavos, de ese papel de mierda que parecía de fumar y se transparentaba, encolado y con un trozo de cartulina como portada. Además, lo llevaba de tal forma que como, no estuviera muy bien si había alguna parte de la encuadernación en mal estado se iba a descolgar o a desprender alguna hoja más suelta. Y la mano, ¡la puñetera grasa de las manos! Seguro que le había dejado dedazos por todos sitios. Eso era una auténtica jodienda de quitar. Además, a saber donde habría metido la mano y de que más la tendría sucia.
Como si eso fuera una urgencia, o más bien se acabara de accidentar un niño en su presencia, descolgó la mochila y trasteó dentro para sacar un par de suaves guantes negros, que se colocó de inmediato. Todavía no se quedó tranquila y sacó un suave paño aterciopelado, desplegándolo entre las manos antes de extender los brazos hacia el descuidado vendedor, con la misma actitud de quién espera que le cedan un bebé para tomarlo en brazos.
- Por favor, deja que lo envuelva en el pañito - dijo, Eva, con voz de estar bastante alarmada y preocupada por el bienestar de ese ejemplar de no sabía aún qué-. Estos ejemplares son extremadamente delicados. El humo, un cambio de temperatura podrían ser fatales para la salud del ejemplar.
Es que en ese momento, ni amenazas veladas (o sin velar), ni guardaespaldas, ni aunque se le aparecieran allí mismo los hombres de negro. Ese pobre libro necesitaba ser atendido de inmediato y rescatado de las zarpas de Salvador. ¡Jesús santo bendito! ¿Cómo se podía ser tan puto BESTIA? ¡Qué horror! ¡Qué terrible! Se le estaba rompiendo el corazón y el alma.
- ¿Podemos pasar a examinarlo? - sugirió y la capucha se movió mientras Eva dirigía la cabeza a Jessi y a Salvador. Porque el pobre libro había que ver qué era, cómo estaba, su procedencia, contenido, autoría...
Nada más despertar, Jessica vio cinco llamadas perdidas del Manco. Llevaba más de una semana sin ver a su antiguo empleador. Por WhatsApp le había escrito: << Ven a mi casa, es importante >>.
