02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

Prólogo

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02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#1

Mensaje por Endimion1 » 14 Feb 2021, 20:57

Sábado, 29 de septiembre de 2018. 02:35 horas.

Parking subterráneo del Parque de la Victoria - Jaén.


Víctor Manuel Giovanni de la Vega se encontraba en el asiento de atrás de su coche, absorto en sus pensamientos, cuando una voz familiar le devolvió a la realidad.

-Ya hemos llegado señor. -dijo César al apagar el motor. Desde aquí tan solo hay unos pocos metros hasta la puerta de entrada lateral del museo, es lo más cerca que puedo aparcar el coche, en esta mierda de ciudad el aparcamiento es un asco y no quiero llamar la atención de los maderos.

El nigromante había estado todo el camino desde su local hasta ahora dándole vueltas a la carta que había recibo hacía tres noches, justo una después de que llegara a la ciudad, y que le había entregado una de sus chicas. Al parecer un cliente, que había pagado una buena suma por los servicios de la joven, había rehusado los servicios de la puta y, en su lugar, le había encargado que le diera una carta, sellada y lacrada con un sello de cera en donde se podía distinguir el escudo de la ciudad, para que se la entregara al Giovanni. La carta decía lo siguiente:

Estimado señor de la Vega:

Permítame darle la bienvenida a la capital del Santo Rostro en estos tiempos tan "convulsos" que vivimos. Espero que su llegada y acomodo en nuestra tierra sea apacible y según sus expectativas.

Nuestros "amigos en común" de la capital me han pedido que le dé la bienvenida como se merece y que, tal y como acordaron, haga de interlocutor a cerca de los detalles del acuerdo de negocios que, sin duda, será productivo para ambas partes.

A fin de que se asiente como es debido, y pueda poner todos sus asuntos en orden, le emplazo para reunirnos en el Museo Provincial de Jaén la noche del viernes al sábado a las 2:45. Acuda a la entrada lateral del museo e identifíquese ante el vigilante, el se encargará de llevarlo hasta mí.

De igual modo le recomiendo que, de momento, trate de pasar lo más inadvertido posible. Entiendo que no pueda estar familiarizado con las tradiciones y costumbres de la ciudad pero le advierto que nuestro actual Príncipe es muy estricto en el cumplimiento de las mismas y considera una falta de respeto que no se presenten ante él como es debido. Además, debido a la situación tan "especial" por la que estamos pasando no querría que su presencia en la ciudad fuera malinterpretada como un acto de espionaje, o incluso algo peor, y que pudiera caer sobre usted todo el peso de la justicia principesca.

Atentamente

Pedro Gutiérrez de la Ensenada

¿Era aquella oportunidad de negocio el primer paso para obtener lo que siempre había querido? ¿Qué tendría que ofrecerle el señor Gutiérrez? Estas y otras preguntas rondaban en la mente del Giovanni y solo el devenir de esta noche y de la reunión que estaba por celebrarse iban arrojarían luz sobre todo este asunto, si es que aún estaba dispuesto a reunirse con su misterioso anfitrión...

Don Vitto (Vein)
Giovanni

Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#2

Mensaje por Vein » 18 Feb 2021, 17:34

Víctor estaba tranquilo cuando llegaron al parking subterráneo del Parque de la Victoria. Iba con tiempo suficiente para la reunión. Es más, siempre le había gustado la puntualidad británica por el simple hecho de no hacer esperar a ninguna de las dos partes. Tanto, que decidió hacer una pausa para fumar. Metió su mano dentro del bolsillo delantero de su americana. Dentro, llevaba un zippo plateado y un purillo que guardaba para ocasiones especiales.

Sus pulmones estaban muertos, pero eso no le impedía disfrutar de un buen puro. Se concentró y creó un depósito de sangre en ellos para poder reanimarlos y aspirar el humo. Estos depósitos de sangre estaban llenos de glucosa y oxígeno que ayudaban al funcionamiento post-mortem del corazón, ojos, cerebro y otros órganos. Por eso, los órganos de un vástago, como los ojos, no se secaban, el cerebro seguía funcionando o las válvulas del corazón se podía paralizar. Con el oxígeno en los pulmones debería ser más fácil oxigenar el cerebro y pensar con mayor claridad, pero Víctor lo usaba para fumar los purillos toscanos de su tierra mientras recordaba su cometido en la ciudad.

César y Porco estaban pasando calor. Las manchas en sus camisas y el olor los delataban. Era normal. No estaban acostumbrados a las altas temperaturas de la ciudad. Durante el día les costaba quedarse dormidos por falta de aire acondicionado en el club nocturno y por la noche el único sitio con aire acondicionado era el BMW. Aun así, la mezcla de olores entre sudor y tabaco junto con el calor dentro del BMW no les impedía descansar:

-Ya hemos llegado señor. -dijo César al apagar el motor. -Desde aquí tan solo hay unos pocos metros hasta la puerta de entrada lateral del museo, es lo más cerca que puedo aparcar el coche, en esta mierda de ciudad el aparcamiento es un asco y no quiero llamar la atención de los maderos.

Víctor esbozó una leve sonrisa:

-¿Señor? ¿Lo dices porque la pasada noche te dejé sin blanca jugando al Póker?–Le respondió con confianza -Despierta a Porco y pon el aire acondicionado ¿Quieres?

Porco se encontraba sentado en el asiento del copiloto. No había descansado lo suficiente. Durante su vigilancia le había estado dando el sol, dejando sus brazos y su cara ligeramente rosados. Parecía estar disfrutando de un buen sueño. Dormido de brazos cruzados, su sombrero le tapaba la cara.

César encendió el equipo de música y los altavoces comenzaron a sonar, despertando a Porco de golpe:
Víctor sacó la carta de su chaqueta para echarle un último vistazo mientras seguía fumando lentamente:

Estimado señor de la Vega:

Permítame darle la bienvenida a la capital del Santo Rostro en estos tiempos tan "convulsos" que vivimos. Espero que su llegada y acomodo en nuestra tierra sea apacible y según sus expectativas.

Nuestros "amigos en común" de la capital me han pedido que le dé la bienvenida como se merece y que, tal y como acordaron, haga de interlocutor a cerca de los detalles del acuerdo de negocios que, sin duda, será productivo para ambas partes.

A fin de que se asiente como es debido, y pueda poner todos sus asuntos en orden, le emplazo para reunirnos en el Museo Provincial de Jaén la noche del viernes al sábado a las 2:45. Acuda a la entrada lateral del museo e identifíquese ante el vigilante, él se encargará de llevarlo hasta mí.

De igual modo le recomiendo que, de momento, trate de pasar lo más inadvertido posible. Entiendo que no pueda estar familiarizado con las tradiciones y costumbres de la ciudad, pero le advierto que nuestro actual Príncipe es muy estricto en el cumplimiento de las mismas y considera una falta de respeto que no se presenten ante él como es debido. Además, debido a la situación tan "especial" por la que estamos pasando no querría que su presencia en la ciudad fuera malinterpretada como un acto de espionaje, o incluso algo peor, y que pudiera caer sobre usted todo el peso de la justicia principesca.

Atentamente

Pedro Gutiérrez de la Ensenada

Víctor exhaló el humo de su boca, dejando una pesada y maloliente atmosfera dentro del coche. La Camarilla normalmente no solía presentar respeto o interés ante los miembros del Clan Giovanni por lo que estaba claro que Pedro Gutiérrez tenía algo en mente:

“O es una trampa o una buena oportunidad para hacer negocios. ” se dijo a sí mismo mientras sacudía la punta del purillo sobre uno de los ceniceros del coche para quitarle la ceniza “Sea lo que sea ¡que comience la fiesta!” pensó mostrando su afilada sonrisa de depredador.

Víctor salió del coche. Porco fue el siguiente en salir del coche:

-César, quédate vigilando el coche. Porco, ponte el chaleco antibalas y acompáñame hasta la puerta. Intentaré meterte dentro. Si la puta policía os toca los huevos, mandarlos a paseo con el truco que os enseñé ¿Capisci? Vamos, no tengo toda la noche.
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#3

Mensaje por Endimion1 » 22 Feb 2021, 20:06

César emitió un gruñido, señalando su aprobación sazonada de resquemor, a la orden recibida de su "señor". Desde siempre César había odiado perder, sobretodo en aquello que él tan bien dominaba, pero desde que conoció a Don Vitto su racha en el juego parecía haberse esfumado. Caso distinto fue el de Porco quien, con talante más diligente, se pertrechó con su chaleco antibalas y salió del vehículo para colocarse junto a la puerta por la que debería de salir su jefe. El problema fue que al salir del abrazo del aire acondicionado sintió una bofetada de calor húmedo, típico de las noches tropicales de verano de la capital jiennense. El período estival daba sus últimos coletazos pero la suma de traje y chaleco, unido a la necesidad de llevar abrochada la chaqueta para disimular, provocaron, inevitablemente, que el matón comenzara a sudar. Por supuesto no se quejó, pues no quería despertar la ira de su patrón, pero no era difícil darse cuenta de lo incomodo que estaba.

El Giovanni observaba, mientras seguía disfrutando de su purito, la situación. No negaba lo cómico de la escena, por llamarlo de algún modo, y se regocijaba en lo superior que era su actual condición sobre la de sus hombres. Estar muerto tenía sus ventajas, al menos en lo que a las inclemencias del tiempo respectaba. Con movimientos medidos y estudiados, mostrando una clase fuera de lo común, salió del vehículo para comprobar como las miradas de sus hombres se tornaba en una muestra de envidia y admiración. Era importante mostrar quien mandaba y como, independientemente de lo que sucediera, el don estaba muy por encima de unos meros mortales.

Víctor caminó, seguido de cerca por Porco, hacia la salida del parking y recorrió, con paso firme y decidido, los apenas veinte metros que separaban la salida de parking de la esquina del Paseo de la Estación, calle donde se situaba el Museo Provincial, que era perfectamente visible a unos treinta metros de donde se encontraba. En su breve camino no había podido dejar de mirar a la cera de enfrente donde un nutrido grupo de jovencitas, que vestían escotes y faldas excesivamente cortas, se mezclaba con unos aspirantes a culturistas que vestían pantalones y camisas más ajustados de lo que deberían, lo que mezclado con el alcohol dejaba imágenes que podrían ser llamadas como bochornosas. El motivo de aquella congregación era que en aquella acera se encontraba la entrada a la sala de fiestas 32, situada en los bajos del Hotel Condestable Iranzo, y de la que solo eran capaz de deslumbrar las escaleras de entrada, o más bien bajada, al sótano de donde salía un reggaeton más alto de lo normal. "Un lugar interesante" pensó para sus adentros Don Vitto mientras lo dejaba atrás pero, por desgracia, ahora no tenía tiempo de distraerse con aquellas cosas.

No tardaron más de cinco minutos en llegar, por fin, entrada lateral del museo, una valla de unos dos metros de alto que servía de entrada y salida para vehículos, probablemente camiones o furgonetas, con material para las exposiciones. Al otro lado de la valla, con una mezcla de nerviosismo e incomodidad, había un vigilante jurado, alto y bien proporcionado, que se movía de un lado a otro de la entrada, denotando sus pocas ganas de estar pasando calor en la calle, en lugar de al cobijo del aire acondicionado en su mesa dentro del museo...

Don Vitto (Vein)
Giovanni

Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#4

Mensaje por Vein » 24 Feb 2021, 12:06

La sucia mirada que Porco lanzó a las jovencitas provocó en Víctor un sutil y disimulado gesto de disgusto en su rostro, recordándole que quizás su guardaespaldas no era consciente de la situación:

“Porco parece distraído. Pero no es el momento para adiestrarlo” pensó mientras seguía su camino.

Cuando ambos llegaron a la entrada del museo Víctor fue el primero en dar el paso:

-Buenas noches caballero. Confío que es usted el único guardia vigilando este museo ¿Verdad? – Le preguntó al vigilante mostrando la invitación y un billete de 50€.
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Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#5

Mensaje por Endimion1 » 24 Feb 2021, 23:18

El vigilante miró, con una mezcla de recelo y curiosidad, a la pareja del otro lado de la valla, prestando atención a lo que Don Vitto sostenía en su mano.

-Bu... Buenas noches caballero. - dijo en tono dubitativo, como si el ofrecimiento del Giovanni le hubiera dejado fuera de juego, demorando un leve deje venezolano en su acento. Supongo que es usted el señor de la Vega, ¿cierto?.

Don Vitto (Vein)
Giovanni

Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#6

Mensaje por Vein » 25 Feb 2021, 16:48

No era la primera vez que Víctor recurría al chantaje para llamar la atención de los mortales con mente débil. De hecho, era una práctica habitual dentro de su círculo, ya que muchos secretos eran desvelados de esta forma tan inmoral. En La Familia había un dicho:

“No valores el dinero como un salvavidas, sino como un salvoconducto”
“El povero venezolano parece que se va a cagar encima. Creo que voy a divertirme con él un poco” pensó al ver la reacción del vigilante.

Víctor volvió a guardar la invitación junto con el dinero que sujetaba en su mano derecha dentro de su americana, para sacar de ella sus gafas de sol Rayban:

-Si señor, Don Víctor Manuel Giovanni de la Vega y mi guardaespaldas – Respondió inmediatamente mientras se ponía lentamente las gafasY usted responderá con sinceridad a todas mis preguntas. – Dijo mirando fijamente al vigilante.

En el mismo instante que dijo esas palabras, el Giovanni había usado su don para invadir mentes. Un recurso que se acostumbró a usar con rapidez y eficacia hace tiempo. Sus gafas le servían para disimular su mirada ante las cámaras, mortales e incluso espectros y le ayudaba a concentrarse. Era muy consciente de que posiblemente le estarían vigilando o poniendo a prueba su lealtad. Asique, con la intención de no llamar la atención de las autoridades protectoras de La Mascarada, intentó ser sutil y educado con sus preguntas. Durante el proceso, Víctor tenía que concentrarse y el ruido de la discoteca se lo impedía, aun así, eso no le impidió intentarlo:

-¿Es usted el único guardia vigilando este museo?
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Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#7

Mensaje por Endimion1 » 26 Feb 2021, 15:27

Don Vitto extendió su voluntad hacia la mente del vigilante, fijando su mirada en la de su víctima, ajeno al sonido de la música de la discoteca. El nigromante había conseguido, al menos de momento, socavar la voluntad de su víctima, aún con las distracciones del ambiente y la verja que les separaba, la pregunta era ¿Cuánto duraría el embrujo?

Rápidamente expresó su voluntad y, con una pregunta concisa y clara, forzó a su interlocutor a responder.

-Por supuesto que soy el único vigilante aquí esta noche. -contestó de forma sincera y voz mecánica el miembro de seguridad.

El hombre de ascendencia venezolana se mantuvo, a ojos del Giovanni, en una posición rígida y un tanto pasiva, como si pareciese más un maniquí que una persona. Tendría tiempo aún para una, o quizás dos, preguntas más pero era imposible hasta cuando duraría el poder de su voluntad, fue por ello que, haciendo un nuevo esfuerzo por reforzar su poder sobre aquel mortal, el nigromante se concentró y continuó con su interrogatorio.

-¿Qué sabes de Pedro Gutiérrez y su organización? -inquirió de manera seca y directa.

-Don Pedro es el director y supervisor de contenidos de este museo. En estos momentos está esperando al señor de la Vega en el sótano del edificio de exposiciones temporales, mientras termina de ultimar los últimos detalles de la exposición que se inaugurará el domingo.

El Don, al escuchar esta repuesta, supuso que probablemente aquel mortal era eso, un simple mortal. Un trabajador del museo que poco o nada sabía de la sociedad de la noche para el que su anfitrión no era más que un jefe al que respetar.

-¿Qué sabes de la sala de fiestas/club 32? -dijo el Giovanni retomando el interrogatorio.

-¿De ese sitio de mierda? -respondió el vigilante visiblemente cabreado. Que le voy a contar, un puto garito para niñatos en pleno centro de la ciudad que solo nos ocasiona basura, peleas y meadas en la fachada del museo. Ojalá no estuviera aquí, lo único que hace es complicar mi trabajo. Mas de un criajo, borracho como una cuba, ha intentado colarse para hacer la gracia alguna noche...

El vigilante, entonces, comenzó a sentirse mareado, teniendo que sujetarse a las verjas y moviendo la cabeza de un lado a otro. Lo que a ojos de cualquiera que estuviera viendo la escena no era más que la consecuencia de un golpe de calor para Don Vitto aquello fue a señal de que tenía que parar. No valía la pena ni el esfuerzo ni el riesgo de volver a sondear la mente de aquel mortal. De momento ya había conseguido todo lo que necesitaba...

-Discúlpeme señor de la Vega. -se disculpó el vigilante. No se que ha podido pasarme, será este calor que se te pega al cuerpo, por favor, acompáñeme, el Director Gutiérrez le está esperando. Me dijo que era usted todo un experto en cultura árabe durante la época de la reconquista que venía a dar su visto bueno a cerca de la nueva exposición.

El vigilante, entonces, abrió la verja y dejó pasar tanto al Giovanni como a su "acompañante". Con paso ligero les condujo a través de unas escaleras de piedra que subían, ya por dentro del perímetro, hasta la entrada principal del edificio del Museo Provincial de Jaén, el cual dejaron a su izquierda, para llegar hasta un pequeño edificio contiguo, mucho más pequeño, en donde se anunciaba, a través de un gran cartel vertical, una nueva exposición temporal, que estaría abierta hasta año nuevo, sobre la reconquista de Jaén.

El hombre de ascendencia venezolana se detuvo a la entrada del edificio, la cual estaba abierta lo suficiente como para permitir el paso de un hombre, y aguardó a que el Giovanni y su sirviente pasaran.

-Don Pedro les espera en la planta baja, solo tienen que bajar las escaleras, no tiene pérdida. -les indicó amablemente. Si me disculpan he de irme a realizar la ronda.

Fue entonces cuando Don Vitto, moviéndose con cautela y señalando a su guardaespaldas que se mantuviese alerta, entró en el Edificio de Exposiciones Temporales para descubrir que estaba totalmente a oscuras, a excepción de la luz tenue que provenía de las escaleras que bajaban a la planta inferior del edificio. Frente a él una puerta de doble hoja de madera aguardaba cerrada mientras a su derecha se presentaba un doble tramo de escaleras, uno que bajaban y otro tramo de éstas subía, este último "cerrado" por un cordel rojo de terciopelo que no invitaba a no recorrerlo. También puedo ver un par de cámaras de seguridad, una a la entrada, que cubría tanto la puerta de doble hoja como el tramo ascendente, y otra justo al principio del tramo que descendía. No obstante, lo que más llamó la atención del Don fue el extraño sonido que provenía del lugar donde su anfitrión le esperaba; una mezcla de gritos de pánico, mezclado con pisadas apresuradas, que reverberaban en los ecos del interior de una gruta, se mezclaba con sonidos de combate, producido por armas de acero que entrechocaban las unas con las otras, que parecía proceder de algún punto situado sobre sus cabezas pero que, curiosamente, de donde realmente provenían era de la panta baja donde, en teoría, Pedro Gutiérrez les esperaba...

Don Vitto (Vein)
Giovanni

Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#8

Mensaje por Vein » 03 Mar 2021, 01:47

Decidido, lanzó la colilla del purillo al suelo antes de entrar al museo y sorprendido con la facilidad con la que ambos entraron, decidió seguir las sencillas indicaciones del vigilante. Una vez a solas, Victor alertó a Porco:

-Porco, sigue al venezolano hasta encontrar la sala de vigilancia, noquéalo, átalo bien y vigílame a través de las cámaras. Si no he salido antes de las 6:00 vuelve al coche.- Ordenó al ghoul con total serenidad.

La oscuridad de aquel lugar no logró intimidad a Don Vitto, que comenzó a bajar las escaleras con absoluta tranquilidad mientras guardaba sus gafas de sol en su chaqueta.
Última edición por Vein el 27 Abr 2021, 16:59, editado 1 vez en total.

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Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#9

Mensaje por Endimion1 » 06 Mar 2021, 11:21

Al tiempo que dio la orden a Porco Don Vitto comenzó a bajar el primero de los dos tramos de escaleras que tenía ante sí, a la par que una sensación de presión en su corazón se iba haciendo más y más patente. Aquella luz tenue, el ruido de combates sobre su cabeza y los gritos, en un idioma que no conocía pero que le sonaba a árabe, de mujeres y niños generaba un ambiente que, cuanto menos, se podía considerar asfixiante. Pero toda aquella sensación de inseguridad se fue poco a poco disipando al girar en el primer tramo y encarar el segundo. Ante él una puerta abierta, de la que salía esa luz, estaba adornada, en su parte superior, con una pequeña pancarta color verde oliva donde se podía leer "La masacre de los túneles".

Poco a poco, y comprendiendo que toda aquella teatralidad era, sin duda, parte de la exposición que se estaba ultimando en aquella planta baja terminó de templar los nervios del Giovanni que, con paso firme y decidido, comenzó a bajar el último tramo de escaleras. Al llegar al final pudo comprobar, con mas detalle, todo lo que le aguardaba en aquella planta baja. Un decorado, recto y de unos 50 metros de longitud contando desde la puerta, simulaba uno túneles subterráneos en donde, tirados y desperdigados, se podían ver elementos de la cultura árabe tales como medallones, monedas o ropajes. A lo largo del corredor, cuya luz simulaba a la de unas velas que iluminaban unos túneles cavados bajo tierra, maniquíes de mujeres, ancianos y niños vestidos con ropajes árabes del siglo XIII simulaban la huida, en dirección hacia la entrada que estaba franqueando el nigromante, de aquellos "desdichados", cuyas caras mostraban expresiones de terror, pánico y pena. El sonido, sin duda proveniente de algún tipo de equipo de música que generaba ruido envolvente, mezclaba los gritos de aquellos supuestos desgraciados mezclado con el ruido de combates sobre su cabeza, como si una batalla donde se entrechocaban espadas y se montaban caballos se estuviese librando justo sobre sus cabezas. Justo a su derecha una pequeña placa rezaba lo siguiente:

"Durante la batalla que precedió a la toma de Jaén, el 28 febrero de 1246, muchas mujeres, niños y ancianos murieron sepultados por la caída de los túneles que, según los registros de la época, conectaban la antigua mezquita de la ciudad (Lugar donde ahora se asienta la Catedral de Jaén) con los Baños Árabes de la y distintos puntos de salida de la ciudad"

Don Vitto, entró en la estancia y, casi al final de la misma, pudo divisar una figura, de pie y elegantemente vestida, que estaba situado junta una mes de madera sobre la que había un tablero de ajedrez de factura árabe con las fichas dispuestas.

-Buenas noches señor de la Vega. -dijo el hombre con una sonrisa en su rostro. Me alegra que haya decidido acudir a nuestra cita. Permítame presentarme, soy Pedro Gutiérrez de la Ensenada, director de esta humilde institución y agente de la Torre en la ciudad de Jaén. Por favor, pase y tome asiento, no hagamos esperar a los negocios.

El hombre se sentó en uno de los taburetes dispuestos alrededor de la mesa, concretamente en uno de los dos que estaban aun en pie en el lado donde jugaban las blancas, y esperó a que Don Vitto hiciese lo propio
Adjuntos
Pedro Gutiérrez de la Ensenada
Pedro Gutiérrez de la Ensenada

Don Vitto (Vein)
Giovanni

Re: 02. UNA NOCHE EN EL MUSEO

#10

Mensaje por Vein » 12 Mar 2021, 00:14

Aquella exposición evocó en Don Vitto unos recuerdos nostálgicos de cuando aún era un niño. Le recordó al museo egipcio en Turín, su favorito por su gran colección de piezas arqueológicas, flora, fauna y antigüedades como momias o manuscritos. Además, también recordó una cómica anécdota con sus guardaespaldas en el laberíntico coliseo de Roma.

Don Vitto recorrió los pasillos despacio y en silencio, mostrando interés por la exposición. Lo que lo condujo a una placa que decía lo siguiente:

"Durante la batalla que precedió a la toma de Jaén, el 28 febrero de 1246, muchas mujeres, niños y ancianos murieron sepultados por la caída de los túneles que, según los registros de la época, conectaban la antigua mezquita de la ciudad (Lugar donde ahora se asienta la Catedral de Jaén) con los Baños Árabes de la y distintos puntos de salida de la ciudad"

Parado frente a ella, Don Vitto se preguntó si las víctimas de aquel conflicto aún seguirían en aquellos túneles. Según la placa, la única entrada conocida para acceder a los túneles sería a través de la catedral o a través de los Baños Árabes. Como católico, visitar la catedral de Jaén estaba dentro de sus planes. Por otro lado, era la primera vez que oía hablar de los Baños Árabes, por lo que supuso que estarían hablando de los baños de agua termal que usaban los musulmanes durante la edad media o durante la conquista musulmana en Andalucía.

Víctor sacó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón izquierdo y fotografió la placa y algunas de las caras de terror de los “desdichados” como recuerdo de su estancia en aquel museo “a César le encantara verlo” pensó. Por unos minutos se sintió como un turista. Feliz, despreocupado y en oscura armonía.

Al final de la exposición pudo ver su contacto. Una figura de pie y elegantemente vestida, que estaba situado junto una mesa de madera sobre la que había un tablero de ajedrez de factura árabe con las fichas dispuestas. Don Vitto volvió a la realidad, guardó su teléfono y caminó con paso firme hasta su posición.

-Buenas noches, señor de la Vega. -dijo el hombre con una sonrisa en su rostro. - Me alegra que haya decidido acudir a nuestra cita. Permítame presentarme, soy Pedro Gutiérrez de la Ensenada, director de esta humilde institución y agente de la Torre en la ciudad de Jaén. Por favor, pase y tome asiento, no hagamos esperar a los negocios.

El hombre le ofreció sentarse en uno de los clásicos taburetes altos de madera tan propios y conocidos en bares españoles. Parecía que aún llevaba colgando algunas telarañas, pero parecía cómodo.

-Buona sera signor Pedro. –dijo en tono condescendiente – Perdone mis modales, quizás no me haya entendido. Se lo traduciré: Buenas noches Sr. Pedro. Don Víctor Manuel Giovanni de la Vega a su servicio. – dijo devolviéndole una amigable sonrisa - Hijo de Don Cecilio IV “el cuarto” Giovanni y Dña. Anna María de la Vega de la familia Giovanni o como ustedes lo llaman, el clan de los Nigromantes. Marinero del buque mercantil La Clandestina del capitán Benito D´rosso, ghoul del señor Bonaventura Marcelli del clan Ventrue o como ustedes lo llaman el clan de los reyes, y nuevo propietario del club Fantasía en Jaén. Mis amigos me llaman Don Vitto. Por favor, llámeme Don Vitto. – le dijo estirando la mano y ofreciéndosela de forma amistosa.

Una vez estrechadas las manos, Don Vitto se sentó relajadamente en el taburete:

-Tengo que reconocer que ha elaborado una exposición con gran detalle y belleza. Como director y supervisor del contenido de este museo puede estar seguro de que ha realizado un trabajo excepcional. Hasta me ha causado escalofríos. Además, he podido disfrutar de su contenido con total libertad. Incluso he sacado algunas fotos… pero dejemos a un lado mis opiniones. Comprenderá que, a nosotros, los italianos, nos encanta disfrutar de una buena conversación, sobre todo cuando hay una buena oportunidad. Como bien ha dicho, no hagamos esperar más a los negocios. Esta invitación supongo que no es sólo para… – Don Vitto miró a su alrededor – Visitar su museo de cera ¿Verdad?
Última edición por Vein el 04 Sep 2021, 21:17, editado 1 vez en total.

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