[EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

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Jebediah_Gogorah
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[EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 29 Jul 2021, 20:57

{ https://www.youtube.com/watch?v=gUzIbphUL0Q - Light and Shadow by Vangelis from 1492 Conquest of Paradise OST }

Corre el siglo decimotercero de nuestro señor y hacedor de todas las cosas. Son días aciagos en nuestros reinos, donde las madres paren soldados para la guerra. Donde cada palmo de la Marca se gana con sudor y sangre. Donde se levantan torbellinos de tierra al trotar de la caballería almohade. Donde cada luna se cambian campanas por almuédanos, y viceversa.

Los juglares ya cantan hace lustros, las victorias de Alfonso VIII de Castilla sobre las huestes moras en las Navas, y como Miramamolín huía por la estepa andalusí con mierda hasta la espalda, mientras era perseguido por Sancho el Fuerte que había roto las cadenas que rodeaban su real, y que ya nunca abandonarían el escudo de la noble tierra de Navarra de donde era rey y mandatario.

Es la época de las Cruzadas Menores, donde se expían los pecados de aquellos que luchan, vencen o mueren en nombre de Dios, y que manchan sus corazas plateadas de una sangre que jamás se convertirá en vino, mientras sus santitdades episcopales juegan a ser reyes por encima de los reyes, soberanos de la obra magna creada por nuestro Señor.

Al otro lado de los Pirineos, la flor de lis se pudre, herida desde dentro por la intolerancia religiosa del particular plenitudo potestatis de Inocencio III, que alimentó con las palabras exactas, los oídos hambrientos de guerra de los Capetos, monarcas franceses, que soñaban con recuperar el prestigio perdido desde las dinastías carolingias. Dio lugar así, la cruzada albigense, con el fin de exterminar a los cátaros y a su fe impía, asfixiada en el Languedoc, y que curiosamente aseveraría fielmente sus preceptos, y descubrirían más tarde, el mundo material y demoniaco en el que vivían.

Pero sobre todo es tiempo de peregrinación. La constante y convulsiva situación de la Tierra Santa, hace que la peregrinación hacia el Santo Sepulcro se vea mermada, y en cambio la visita a la tumba del Apostol Santiago, el más querido de los discipulos de Cristo, está viviendo su época más dorada. Sabrán vuestras mercedes, que los reyes disponen hospederías y arreglan los caminos para que su senda sea lo más placentera posible.

Vos solo debe mirar al cielo y seguir las estrellas.
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#2

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 01 Ago 2021, 12:06

{ https://www.youtube.com/watch?v=PAvj0Dj94Mg& - The Confession by James Horner from El nombre de la Rosa OST }

La única y solitaria torre de la abadía aparecía con sus troneras completamente nevadas, mimetizándose así con las cumbres blancas de los Pirineos, que aparecían como los dientes torcidos de la mandibula inferior de una feroz bestia. El resto de los edificios se disponían de manera casi aleatoria, pero a ojos de un maestro constructor, constituían un ejercicio impecable de aprovechamiento de la superficie de la atalaya donde se erigía. Un lustroso trabajo arquitectónico que disponía la propia piedra para finalizar en la pequeña muralla del lado oeste y más desprotegido del monasterio.

Alrededor, cipreses, olivos y manzanos, movían sus frondosas ramas al soplar del Mistral, que sólo parecía dar tregua al sol del mediodía, cuando los Benedictinos llamaban a comer con pequeñas campanitas y podía notarse algo parecido al calor, con las flores desplegando su fragancia por todo el jardín intramuros compuesto por arbustos bajos perfectamente cuidados.

Habían mostrado, aquellos monjes de la orden cristiana, toda la caridad que se les presuponía a su iglesia, y no habían hecho preguntas, cuando Liotard, Jaime y Noir, la mula de oscuro pelaje que los acompañaba, se habían enfrentado a la puerta del templo, intentando escapar de la nevada. Confiaban en su hospitalidad, en su alejamiento y desconexión del mundanal ruido, en su ascético modo de vida... pero también en su apariencia descuidada de viajeros, y en su disfraz con acento impostado, que les alejara del mínimo atisbo de profesamiento del catarismo en sus identidades.

Habían pasado dos noches desde entonces. Lo suficiente para que el tiempo diera una tregua y Liotard dispusiera la partida para el dia siguiente. Lo notabas distante, pensativo y sensible. Tal vez más que nunca. Era del todo normal, teniendo en cuenta la persecución a la que eráis sometidos. Habían perecido vecinos y hermanos, primos y padres. Otros habían dejado el hogar atrás, y con ello, un futuro de incertidumbre se presentaba, mucho más aterrador que aquella cordillera que debíais cruzar.

El mentor de Jaime se disponía en el jardín, sentando en una pequeña fuente de piedra que escupía agua con la fuerza justa, y que se situaba en su centro. Jugaba con el agua fresca de manera distraida, con su mirada perdida en el fondo verdoso, y disimulando tal vez que no se había percatado de la presencia de Jaime entre los arcos de los soportales que rodeaban el jardín.

La paz rezumaba entre aquellos muros, pero no en el corazón de Liotard, el Hijo de Albi.
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Jaime Alberti Atienza (Baluar)
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#3

Mensaje por Baluar » 01 Ago 2021, 22:24

{https://youtu.be/DpKUuYf4LYc Pater Noster }

-Acércate, Jaime -dijo el maestro con voz divertida mientras lanzaba una china al-. No te escondas como una alimaña. Recuerda que tenemos que ir de frente, pues así actuó siempre nuestro señor, Jesucristo. Siéntate a mi lado y disfruta, por un momento, de las maravillas de la creación.

-No quería molestarle, señor -dijo el joven saliendo tras de la arcada.- No quería molestarle; pensaba que estaba en una de sus cavilaciones y no vi el momento ni la oportunidad para acercarme a vuecencia...

Tras los arcos que daban paso a ese impluvium monástico apareció la figura de un joven de unos dieciséis años. Era de pelo castaño, con ciertos tintes cobrizos con la luz directa y los ojos marrones. La nariz era pequeña, fina y en cierto modo casi respingona, como su boca también pequeña y de labios finos. Sus manos era grandes y mostraba el efecto del trabajo en ellas a través de algunas cicatrices en los dedos y callos en la palma. Vestía con un hábito de arpillera, oscuro, un cíngulo del mismo color. A pesar de parecer un monje, la carencia de tonsura, ir tocado con un capote y unas alpargatas advertían a un observador que se trataba de alguien que aún no había pasado a la vida regular.

Se acercó con cuidado hacia su maestro. Se sentó a su lado y lo miró pensativo. Por un momento no se atrevió a tocar el agua. Como cátaro que era no se atrevía demasiado a disfrutar de los bienes terrenales. Según su fe, lo material era obra del diablo y solo lo espiritual, marcado por el designio de Jesucristo, era lo que permitía convertirse en un ser perfecto (perfectus, perfecti en plural, los llamaban) Parecían más un maestro y un alumno que un monje con su servil iniciado. No obstante, en muchas ocasiones, la diferencia entre ambos conceptos no era muy grande.

-Mi señor, ¿cuánto vamos a tardar en irnos? -pregunto extrañado en voz baja-. Aún nos quedan unas jornadas de viaje para llegar a territorio seguro. Como descubran nuestra fe nos meteremos en un verdadero problema...

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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#4

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 02 Ago 2021, 20:20

{ https://www.youtube.com/watch?v=Ox2lf_K_kTs - A New World by Harry Gregson Williams from Kingdom of Heaven OST }

El carboncillo se movía con rápidez sobre el legajo que Juan se empeñaba en impedir volar con el aire de la sombra, sosteniendo con el antebrazo de la mano en la que desgustaba una pera, dulce y sabrosa como la miel. La sombra que daba uno de los pocos árboles en aquel socarral de valle en mitad de la llanura aragonesa.

Afortunadamente, el río proporcionaba cierto frescor y a Manos Inquietas, le parecía, ahora que podía descansar del camino y dibujar el molino de agua, que aquello era un pequeño paraiso. Llevaba un largo camino siguendo a Jerónimo, su mentor, cuyo aspecto anglosajón, de cabellos rojizos y bigotes finos lo hacían conocer como Sir Jerry, pero que ni era sir ni era nada. Se había empeñado, éste, en viajar a Zaragoza, Barcelona o Manresa, donde los aranceles eran más baratos, y existían mercados y bazares, además de otras culturas, judíos y árabes, más interesados en sus productos. Jarabes, lociones y demás brevajes alquimicos que tintineaban en las alforjas del viejo percherón que se habían agenciado hacía semanas, y a que Zuñiga le parecía que llovía cristal, cada vez que trotaba.

Habían parado en aquel remoto lugar de apenas un molino y una casa, atraidos por el jolgorio de la gente, que parecía disfrutar de un festejo, que luego reconocieron en boda. La familia y allegados, que no pasaban la docena incluyendo los novios, alentados por la dicha y el vino, habían invitado a los extranjeros a un merecido descanso con queso, fruta, vino y sombra, y Jerónimo, ansioso por conocer testimonios que llevar a su bitácora personal, no había podido rechazar.

Juan Zuñiga, había comido lo justo para no parecer descortés, y se había retirado a su propio espacio, cogiendo una pieza de fruta, y maravillado por los mecanismos del molino, los cual se proponía a descifrar. Su análisis siempre empezaba desde el papel, y no pudo evitar recordar al finalizar el rodezno, los bocetos con las ruedas de la silla que le había diseñada a su amada e impoluta Clara. Recordó su tez blanquecina y sus sonrojados mofletes, y deseo poder rememorar su aroma, aunque fuera una sola vez más.

El último pétalo de flor que cayó sobre la mesa, acabó con las risas y los cánticos, y todos parecieron llevar la mirada hacia el mismo punto del horizonte, donde una fina capa de polvo parecía levantarse sobre la ladera. Cuatro, tal vez, cinco jinetes parecían descender por una de las laderas, con petos negros como la mala suerte, y un blasón que trajo los lamentos de los padres y marido de la novia.

Aquello sólo podía significar una cosa. El señor feudal que venía a reclamar su derecho sobre sus siervos. El ius primae noctis. Él como, señor de su fuedo, venía a ejercer su derecho de pernada, y sería el primero que yacería con la esposa. Portaban varas finas, indicando que no iban a poner las cosas fáciles, ni aceptar indolentes respuestas.

La muchacha, que observaba un paso por detrás de su familia, y que apenas superaba la quincena, se orinó encima y su vestido blanco, pronto fue atacado por las moscas.
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Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#5

Mensaje por Rugido_Ancestral » 02 Ago 2021, 21:36

Juan sin dudas ya era todo un adulto, que se estaba haciendo un camino al andar junto a Sir Jerry, su cabello azabache como una noche sin luna parecía completamente indómito, aunque mantenía cierta gracia natural propia de alguien totalmente despreocupado por su apariencia, algo que su mentor siempre solía intentar modificar, puesto que había una frase que siempre le mencionaba y que en momentos frente a alguna autoridad o noble se le venía a la mente: "Como te ven te tratan, si te ven mal te maltratan..."

Desde hace mucho tiempo que no veía tan de cerca como la nobleza imponía sus derechos de forma tan brusca, había cosas que los mismos nobles no respetaban de las sagradas escrituras y sacar a relucir tales divagaciones en estos momentos no haría más que darle a Juan más motivos para huir de los que ya tenía.

Sin embargo el delgado muchacho que se encontraba vestido con ropas oscuras como solía usar cotidianamente, que a su rostro tranquilo lo acompañaba una barba que hace unas 3 semanas más o menos no cortaba. Siempre bendiciendo tanto el papel como el carboncillo que eran sus más preciados instrumentos de trabajo, puesto que con ellos era capaz de expresar todo lo que en su mente estaba sucediendo, los guardo en la gran mochila en la que estaba apoyando su cuerpo. Sin embargo no dejaba de apreciar al molino y su cabeza aún seguía pensando en como debían colocarse los engranajes de manera correcta para potenciar el uso de la energía.

Cuando los problemas estuvieron ya encima es cuando decidió hacer algo, aún con la mente en el bendito molino busco a Jerónimo entre los pobladores con la mirada. Ese hombre sabio sabría que hacer en esos momentos, se acerco a su maestro intentando pasar desapercibido por el noble y sus acompañantes.*1, ya había guardado el cuchillo con el que estaba comiendo en su vaina, no quería tener que pelear pero llegado el caso debería pagar la hospitalidad que habían tenido para con él.

Observo en primer lugar a su maestro que luego de 100 viajes juntos eran capaces de entenderse con una mirada, luego cada una de las posibilidades que había en su entorno y en su cabeza comenzó a maquinar la forma de enfrentarse a esa pequeña comitiva militar si se llegaba a dar un enfrentamiento. *2

Le era inevitable mientras hacia todo esto un constante tamborileó de dedos de su mano derecha contra su muslo, como si la ansiedad del momento lo comiera por dentro de una manera que no podía disimular muy bien.
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#6

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 03 Ago 2021, 21:14

{ https://www.youtube.com/watch?v=FLIKr2Wy-gw - I have a word for you by Me khosk unim }

El rostro brillante de Juana, aun ruborizado por la pasión, descansaba sobre el lampiño pecho de Aymar, mientras sus manos jugueteaban con el extremo de los cordones de la camisola abierta. Un intento de cosquillas pueril, en un silencio postcoital casi incómodo. Se encontraban tirados sobre el heno, aún sabiendo que deberían estar en otros quehaceres, pero nadie, ni siquiera la regia Orden de Hermes, era capaz de frenar el incontenible climax del amor.

Fuera, bajo aquella especie de aguanieve que caía con cierta brusquedad, se dibuja la inconfundible y luminosa silueta de Quebranto. Blanco como la nieve del día de Enero en que nacío, con una de sus patas delanteras rotas, y la cual le dio nombre. Parecía el potrillo, destinado al sacrificio, ante la tardanza de la cura y del correr. Pero sin embargo, una vez empezó el trote por las riberas de Navarra, no se recuerda a ningún corcel porte más elegante, ni galopar más brioso, y no pocas son las ofertas de caballeros del reino que han ofrecido dineros y tierras por tan singular caballo, a la cara mundana de la Alianza de la Orden en Pamplona.

Pero no sólo estaba Quebranto, entre los caballos que había montado Aymar Garcés. Que si bien era su favorito y le distinguía más nobleza que a muchas personas que conocía, muchos otros habian sido sus compañeros de viaje como correo de la Orden. Estaba Tizón, que era negro como una noche sin luna, y estaba Loreta, que era una yegua dorada como los campos de trigo al alba, o Pintona, que tenía manchas marrones por todo el cuerpo blanco, sin tener claro cual de los dos colores era el predominante. En cualquiera de los casos, aquella era la pasión y oficio de Aymar, y era tal la comunión con los equinos, que a veces los caminos se le hacían cortos, y tras largos viajes, deseando sentir entre sus piernas los lomos de los animales, sentaba a su amada en su grupa, y paseaban por los lindes de las huertas.

La boina roja descansaba sobre la puerta de establo, casi como un pedestal. El resto de su ropa podía estar desperdigada, incluso sus calzones, y tener las vergüenzas al aire. Pero la gorra granate, representaba devoción, deber y honor, y la veneraba casi por encima de cualquiera de las cosas. Incluso tanto, como para que su familia cada vez lo viera, irremediablemente, alejarse más, y no pocas eran las veces que en la soledad de la noche, le compungía la llegada de los recuerdos de sus hermanos, Rodrigo e Hidalgo, o de su "pequeña" Elena, que ya había tomado nupcias con Marcial el Peletero.

- Maldita sea... ¿donde se habrá metido éste muchacho? - La inconfundible voz de Tello el Custodio, un custo de la orden ya entrado en edad, que había dejado el sacerdocio hacía tiempo, buscando otro tipo de misticidades más paganas para la iglesia, y más esotéricas para un beato, asomaba por la parte trasera de las caballerizas, filtrándose por las rendijas donde también se metía el frío. - Bien sabe el Señor, que como no lo encuentre pronto, ¡va a estar recogiendo boñigas, hasta el día del Juicio!
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#7

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 04 Ago 2021, 20:32

{ https://www.youtube.com/watch?v=_PxqQOUn1v0 - Miserere in A minor, K.85 Mozart version }

El rostro de Liotard se mantuvo impasible ante la pregunta del discípulo. Alzó la mirada hacia el cielo, y dejó que el sol de la mañana impactara sus débiles y tibios rayos de invierno sobre su cara. Mantenía entonces una apariencia avejentada para su edad, decrepitado por las preocupaciones que en los últimos años ahogaban su espíritu. Tenía los cabellos y las barbas más blancas que negras, y las manos, ahora con las palmas hacia arriba sobre sus muslos, se habían tornado ganchudas y con poca habilidad.

Aún con los ojos cerrados y los párpados al cielo, en aquella especie de éxtasis, devolvió en el mismo tono susurrante con él que le había hablado Jaime. - Tranquilo, Jaime. Entiendo tu preocupación. He estado pensando y... - hizo una pausa. - Acompáñame, Jaime. - Y entonces Alberti detectó entre el impluvium, el caminar autómata de los monjes, con sus característicos hábitos negros, encorvados como cuervos, como si sintieran la culpa de la existencia sobre su espalda. Se dirigían a aquella hora, así lo había detectado el discipulo Jaime en los dos días que allí llevaba, a la segunda oración y al canto. Era el momento perfecto para hablar en paz, aún en los jardines. Pero ni siquiera osó plantearselo al maestro, y lo siguió sin protestas, siempre medio paso por detrás.

Se dirigió a la puerta de la abadía, que tornaba hacia donde nacía el sol, y que era custodiada por dos braseros cuyas llamas nunca eran extintas, y se adelantó unos pasos sobre la salida. Ante ellos, extensas llanuras boscosas, abrigadas por montes, y moteadas por rocas. Y en el otro lado, unos imponentes picos nevados. Alzó las manos en señal de la cruz.

Con la siniestra indicaba de manera imprecisa, el camino por el que habíais llegado. - Aqui esta mi tierra, Jaime. Donde nuestro Señor dio a bien darme nacimiento, y donde pacen mis ancestros. Y si bien, no tengo prisa, mi aspiración está en reunirme con ellos con mi espiritu. Mi alma no descansará si sigo huyendo. Debo volver, y reunirme con mis hermanos, y reforjar las cadenas de nuestra incomprendida fe. - Ahora alzaba la mano derecha - Y ahí, al otro lado, está tu casa, Jaime. Donde hace tantos inviernos que ni logro recordar, fui a buscarte llamado por tu luz. - Se giró, visiblemente emocionado, sabiendo algo que aún no había comunicado a su pupilo - Terminarás la senda que acaba en el fin del mundo y por fin tu alma se elevará a los cielos, y volverá reconfortada, con una nueva fe, que obrará milagros. - Una lágrima, que no quedaba claro si era de alegría y orgullo, o de pena y tristeza, resbaló por su mejilla para morir en su poblada barba. Y se acercó a Jaime, dispuesto a abrazarlo. Le cogió de los hombros y clavó la mirada vidriosa sobre sus jóvenes pupilas. - Es hora de partir, Jaime. Es hora de que sigas tu camino...

En el templo, los cánticos de lo benedictinos habían comenzado, y llegaban reverberados por la acústica de las murallas: - ¡Miserere Mei Deus! ¡Ten piedad de mí, oh Dios!...
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Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#8

Mensaje por Baluar » 05 Ago 2021, 08:54

El mundo de Jaime se empezó a derrumbar. Les habían enseñado que el Viejo Testamento era una obra del demonio, pero conocían algunos pasajes. En este caso, le vino a la mente las murallas de Jericó. Como las mismísimas trompetas que resonaron ante aquella bíblica ciudad, las palabras de Liotard derrumbaron la tranquilidad emocional del joven. Desconcertado, se arrodilló ante su señor y lo miró asustado por lo que había escuchado.

-¿Está enfermo, señor? -interrogó presa del miedo por no querer entender todo-. ¿He obrado mal en algo? De ser así, dígamelo y haré penitencia. ¡Doble penitencia si es necesario!

Guardó silencio por unos segundos para seguir hablando.

-¿Hemos venido aquí para que sea atendido por un médico? -miró a a ambos lados esperando encontrar a alguien mientras levantaba una rodilla de la tierra para ponerse en camino hacia algún lugar-. ¿Llamo al hermano herbolario? Quizás pueda aplicarle algún remedio, una cataplasma...

Miró fuera, como aturdido. Si había entendido bien, ¿qué era eso de irse? ¿Solo? ¿Adónde?

-Pero mi señor -se atrevió a seguir rechistando-, me está diciendo que me expulsa de la orden? ¿Ya no puedo seguir el camino que me encomendó? ¿Vuelvo a casa de mis padres? No entiendo nada...

No tenía miedo al futuro, sino al desconocimiento. Había aprendido a leer, a comprender y a reflexionar, pero no sabía qué le deparaba el futuro. Como Jesucristo, al mirar extra muros, vio que se aparecía ante el otra soledad, un desierto de nievo y desconocimiento que, junto a Noir parecía que debía recorrer...

Aymar Garcés (Yaris)
Boina Roja

Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#9

Mensaje por Yaris » 07 Ago 2021, 11:03

Jebediah_Gogorah escribió: 03 Ago 2021, 21:14 { https://www.youtube.com/watch?v=FLIKr2Wy-gw - I have a word for you by Me khosk unim }

El rostro brillante de Juana [...]

- Maldita sea... ¿donde se habrá metido éste muchacho? - La inconfundible voz de Tello el Custodio, un custo de la orden ya entrado en edad, que había dejado el sacerdocio hacía tiempo, buscando otro tipo de misticidades más paganas para la iglesia, y más esotéricas para un beato, asomaba por la parte trasera de las caballerizas, filtrándose por las rendijas donde también se metía el frío. - Bien sabe el Señor, que como no lo encuentre pronto, ¡va a estar recogiendo boñigas, hasta el día del Juicio!
In the Bleak Midwinter - Loreena Mckennitt

El techo del establo llamó poderosamente su atención. No pudo evitar fijarse en como la carcoma empezaba a extenderse por una de las vigas, royendo lenta per inexorablemente aquella poderosa madera. En el extremo, uno de los tablones mostraba los signos del tiempo y de la humedad, dejando entrar pequeñas gotas que se filtraban y caían en el interior del edificio. Debería avisar para que lo arreglaran.

En su pecho, Juana ronroneó. Sin saber si había dicho algo, Aymar carraspeó y le besó la frente sin respuesta alguna. A veces se distraía y era necesario disimular ligeramente para evitar malentendidos. Acarició su cadera y su pierna desnuda que asomaba por las enaguas abiertas. Vio de nuevo las marcas y los moratones. No había quedado satisfecho con la explicación, pero con el tiempo que hacía que se conocían, había aprendido a no insistir ni forzarla a darle una respuesta.

No entendía demasiado bien a esa mujer. Cuando él quería acercarse, ella se alejaba, si pretendía darle espacio, ella se acercaba, si mostraba interés, ella aburrimiento. No, a decir verdad, no la entendía en absoluto. Tampoco entendía por qué la gente era tan opaca, no era necesario ocultarse tanto, ni tanto subterfugio. No era necesario hacer más difícil lo que ya era difícil.

Escuchó el relincho de Quebranto. Era un relincho fácil de entender, sincero y honesto. Era una queja obvia por el mal tiempo del exterior y una llamada a la atención y a los cuidados. Lo compensaría más tarde con una buena bolsa de manzanas. Los caballos eran más fáciles de entender. Vivían el momento y eran abiertos con lo que necesitaban. Tan solo era necesario saber escuchar, tratarlos adecuadamente y ellos respondían de la misma manera.

Sabía Dios qué pensaba Juana. No entendía porque estaban juntos. No era gran cosa, un muchacho del montón que había heredado el pelo castaño y ojos claros de su madre y los rasgos duros y cuadrados de su padre. No era especialmente alto ni fuerte, ni sagaz o inteligente, pero esa mujer ahí seguía con él. Lo único destacable era su oficio y su orgullo. Las largas horas en los caminos curtían su cara y lo mantenían en forma. De ser algo más bajo tendría un excelente cuerpo de jinete: delgado pero compensado, muy buenas piernas y mejor cadera. “Quizás sea eso lo que le gusta a Juana…

El siguiente relincho fue diferente. Sutilmente distinto para que se pusiera en alerta. Aymar se levantó de golpe, haciendo caer a Juana. Ésta le miró fulminante y antes de que pudiera articular su queja, le puso un dedo en la boca: - Shhhhhh. Espera, no digas nada – Ahora lo oyó claramente. Tello lo llamaba y sabía perfectamente que significaba eso. – Es Tello, ¡corre! Vístete rápido.

Los amantes, como si la escena estuviera ensayada, recogieron con velocidad sus ropas. Mientras buscaba una de sus botas extraviadas y ataba sus pantalones, la bota cayó a su lado arrojada por Juana. Ella le hizo un gesto que no comprendió, lo mismo podría haber sido una despedida cariñosa de una sentencia mortal. Hablarían de ello, seguro.

Al instante Tello entró al establo. Aymar se quedó plantado como un clavo soportando el escrutinio de El Custodio. Tras repasarlo de arriba abajo, paseó la vista por todas las caballerizas y ambos se fijaron en la puerta trasera entreabierta. –Ahora mismo… eh, mmmmh… bueno… salía a… buscaros…” Tello no medió palabra y salió de nuevo al exterior. Ahora tocaba aguantar uno de sus merecidos sermones.

Antes de salir, volvió a mirar a la puerta por donde Juana salió. Estarían un tiempo sin verse y apenas salir, ya la echaba de menos.

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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#10

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 07 Ago 2021, 15:27

{ https://www.youtube.com/watch?v=V-Rj1GS9anA - Tognatale by Wardruna Algir }

Juan se había movido como un gato en la maleza buscando culebrillas. Sus felinos movimientos no habían sido percatados ni siquiera por su mentor, que se sorprendió al verlo a su retaguardia.*1 Mantenía el falso caballero y verdadero mercader, su mano diestra en la empuñadura de su alfanje, con su hoja oculta en su fajín de color granate, aunque más por tensión que por intención de usarlo. Con la izquierda, había colocado una pequeña bolsa de tela, de apenas el tamaño de una ciruela envuelta. Conocía su discípulo de la existencia en ella, de unos polvos negros y dorados, capaz de obrar maravillas, tales como estallidos de fuego que parecía como si en el cielo hubiera tronado, y que tan solo había visto usar dos veces a su maestro. Una fue cuando unos vándalos le asaltaron en unos caminos. Le habían advertido los locales, de la peligrosidad de aquellas tierras, y se empeñó el tozudo Jerónimo en cruzar por ellas. La otra, es mejor que quede al resguardo y al secreto de quien aquí escribe, y tan solo si alguna vez os ganáis mi confianza, sea capaz de contarosla.

No parecía el Sir muy predispuesto al combate ni a realizar acción alguna que le enemistará con el señor de las tierras. No porque no le pareciera injusto y un abuso de poder, sino más bien porque conocía como Zuñiga, que si se enfrentaban al burgués, más vale que acabaran con él y con su séquito y les dieran sepultura, o bien que se cobraría con sus vasallos tal ultraje expulsándolos de las tierras que les había cedido. Pero ni Sir Jerry ni Juan eran unos prófugos, y mucho menos unos asesinos.

Cuatro, contando al señor que los comandaba, eran finalmente los jinetes. Lo justo para evitar problemas ante la más mínima incidencia. Cuatro que se veían claramente ahora a escasos metros de las casas, y que espantaban a los pájaros de los árboles, con su galope desmedido. Le parecía claro al bueno de Zuñiga, que no solo portarían varas, y que entre aquellas alforjas, habría al menos una maza, una espada corta, o tal vez incluso un mangual. En cualquier caso, aquellas armas estaban envainadas o guardadas por lo que necesitarían de presteza para empuñarlas ante una posible sorpresa.*2

- Bienvenidos sean a mi casa, vuecencia y sus mercedes. ¿Desean tomar algo de vino? - Dijo el molinero con rostro impostado, intentando evitar el funesto destino de su amada primogénita, mientras los corceles paraban la marcha al tirar de las riendas.

- ¡¡BROTÓN!! - dijo dirigiéndose al marido e ingnorando el comentario del suegro, el primero y más recio de los jinetes. El que a todas luces parecía su señor y que bestía una capa parda, con boina negra y barba cortada y perfumada. - Yo, Pedro de Mendoza y Abós, como señor de estas tierras, reclamo el derecho a la primera noche con tu mujer - La solemnidad pronto dejó paso a la mofa - Montadla en mi caballo para que note al menos el pecho de un hombre una vez en la vida. - Su séquito de palmeros río la ocurrencia de su lider - Y tú también vendrás al castillo, Brotón, para despues de mí, cumplas con tu deber marital, no vaya a ser que luego quieras reclarmarme un bastardo.

- Mi señor, os lo suplico... son dos pobres mozos que apenas aran la tierra con sus manos... subidme el tributo... produciré más pan a la semana... - el viejo se arrodilló en un lateral del caballo, como si fuera a besarle la bota al señor, y recibió como respuesta un varazo seco en el lomo que sonó como una caña que se partía - ¡¡Molinero!! Como osas... - sentenció de Mendoza - ¡¡PADREE!! - gritó la muchacha intenando zafarse de los brazos de su madre y correr hacia su progenitor.

A Juan Zuñiga, no le gustaban ni las injusticias, ni sentirse acorralado. Tenía la ventaja de que no se habían percatado de su presencia, no obstante un ataque revelería de todas, su posición, pues los jinetes estaban en la entrada de la corrala de la casa y su mentor permanecía, como invitado de honor, encabezando el lado contrario de la mesa. El señor de las tierras no parecía caer en la cuenta del invitado, o no querer hacerse cuenta. El futuro solificati permanecía en una disyuntiva, que sólo él podría solventar.*3
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"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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