[EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

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Jebediah_Gogorah
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#11

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 07 Ago 2021, 21:15

{ https://www.youtube.com/watch?v=L9SIS6wBxpI - The rains of Castamere by Ramin Djawadi from Game of Thrones OST }

Juana se marchaba sin mirar atrás. Era una joven que era ardiente en el fuego de la pasión pero fría en el trato. No gustaba de las despedidas, y le faltaba aquel afecto que solo la querencia familiar le otorgaba, y que por consiguiente, la orfandad le había arrebatado. Había sido recogida, o más bien seleccionada, por la Alianza Hermética de los Guardianes del Segundo Nombre y Sello de Salomón, en aquel entonces, denominada como Per aspera ad astra. El Despertar de la muchacha, por algún motivo que se desconoce, se había ralentizado hasta tal punto, que pensaron en desecharla, pero su tesón y voluntad, había permitido que siguiera perteneciendo como sirviente a la Orden, si bien se seguía cuestionando internamente, si la muchacha finalmente sería Iluminada o no. Ella, desde luego, no perdía la esperanza. Y así se lo hacía saber en cada encuentro furtivo con Aymar, al que al contrario, se le auguraba ahora, un gran futuro como magus.

Por Tello, el tiempo había pasado como un huracán, mellando todo lo que encontraba a su paso, y parecía que al pobre infeliz, al caminar algo encorvado, lo llamara la tierra. Decían las malas lenguas que era un castigo divino por haber abandonado la senda de Dios, pero la realidad es que el hombre, si fiel y casi eterno grog de la Alianza, parecía de constantes achaques y muchas primaveras se las pasaba encamado tras los esfuerzos invernales. Vestía el susodicho con una casaca larga más roída que la cuerda de una campana, y un cinto donde tintineaban las decenas, sino centenas, de llaves de metal a su paso. Tenía un pelo ensortijado y cano, que le crecía hacía los lados, pues su testa reflejaba en los pocos días de sol que habían en Pamplona. Tenía un ojo gacho y para más inri había perdido muchisima visión en estos últimos años, lo que ocasionaba sus lastimeros llantos en las noches, al no poder consultar sus tratados de botánica y herbolistería, y su posteriores gritos de júbilo, tambien en la noche, cuando el consor del Diaconus, le había traido, de su último viaje a Venecia, un prisma rectangular con el que era capaz de aumentar la letra. No era el hombre, por cascarrabias, menos querido, y todos sabían de su buen fondo y corazón, enmascarado en un humor de perros.

- Por las barbas de Barrabás... ¿pero donde andabas metido, muchacho?. - El Custodio hizo amago de coger de la oreja al jovén Garcés pero no atinó con ella, pareciendo que le estaba espantando una mosca de su cara. - El Magister te está buscando, y ya sabes lo que piensa sobre el tiempo y su valor... yo que tú correría como alma que se la lleva el diablo, o mis copones te van a parecer caricias de monja en comparación. - Se dio la vuelta y se volvió a poner la capucha para resguardarle de la helada agua que caía. - ¡Hala! Con Dios...

Salió dirección a Quebranto, que se encabritó a su llegada, y al intentar cogerle la rienda, el guardián pisó una boñiga que si bien estuvo mirando unos momentos, casi doblado, si era mierda o era barro, fueron sus maldiciones en latín las que acabaron dando respuesta.

Aymar salió corriendo, cubriéndose la cabeza con la camisola, hacia el torreón principal del castillo, donde tenía sus aposentos el Maestro, y desde donde se podía ver toda Pamplona y parte del Reino. Subía la escalera de caracol de piedra de a cada dos escalones, y al llegar arriba, frente a la puerta, creía que el corazón se le iba a salir del pecho. Sin duda, era por el esfuerzo, pero seguramente y también, por algo de nervios.
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Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#12

Mensaje por Rugido_Ancestral » 07 Ago 2021, 23:23

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Al muchacho la escena no hacía más que llenarlo de una extraña cólera, tal vez producto de su mismo origen, o probablemente por ver un poco reflejada a su madre en la joven mujer que estaba tomando los votos. Sin embargo cuando el señor de estas tierras menciono sobre el bastardo, un destello de repulsión surgió desde su interior y algunas dudas sembraron su mente. "¿Acaso mi padre habría hecho lo mismo que Pedro con su madre? ¿Qué habría pasado si el Brotón con el que se iba a casar su madre se hubiera rebelado en aquel momento y no quería cumplir con ese designio injusto? ¿Como sabía que las historias que le contaron tanto su madre como Jerónimo no eran más que solo eso, historias, y la realidad era algo completamente distinto que a veces era mejor esconder a un niño?"

Se sorprendió el mismo Zuñiga cuando sin darse cuenta se acerco más y más de manera sigilosa hasta la zona de conflicto, pero sabía que tal injusticia no merecía la muerte, aunque si bien un castigo. Su mente era un remolino de opciones en ese momento, pensaba en la forma de salir aireoso de aquella situación y que todos pudieran seguir con sus vidas de la mejor manera posible, pero aquello probablemente no iba a ser el caso. La única manera en que acaban estas circunstancias es con alguien herido de sentimiento o físicamente o muerto. Y aunque diera sepultura a todo el séquito sabía que Dios todo lo ve y que su pecado aunque habría sido para proteger a su prójimo, era una falta y que todo se paga en esta vida.

Ese último pensamiento fue el que detuvo a Juan justo en el último momento antes de que se percatarán de su presencia pues llevaba su puñal para clavar en las alforjas así según lo que había podido prever evitaría que abran el contenedor y encabritaría al caballo por el dolor, guardo su arma. Tal vez era eso lo que debía hacer, pero un toque de razón hizo que a último momento se detuviera, sabiendo que Dios es sabio y había bendecido su destino, con suerte, el favor de que siempre su camino era un poco más sencillo y no por ello el deber del futuro solificati era ponerse trabas en las ruedas de su vida.

Logró detenerse, pero el costo para su psique era grande. Sabía que las preguntas no dejarían su cabeza, aunque tuvieran respuestas. Sabía que su acto de reserva herirían su corazón a futuro. Sin embargo una tercera opción apareció en su mente cuando casi se resignaba a que todo suceda, no estaba seguro de poder lograr con ello algo, pero estaba completamente seguro de que si era posible Juan lo haría, haciendo gala de sus pocas dotes como negociante*1 dijo en voz alta: -Mi señor Pedro de Mendoza y Abós, se que no es menester entrometerme en lo que usted reclama por derecho propio, pero si me permite ofrezco mis bastos conocimientos e ingenio que son grandes pues Dios en su sabiduría me bendijo con el don de poder solucionar casi cualquier problema. Si usted tiene algo que nadie en esta tierra haya podido resolver, yo lo resolveré, con la condición de que ceda por esta vez su derecho.
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Jebediah_Gogorah
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#13

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 08 Ago 2021, 10:24

{ https://www.youtube.com/watch?v=irKtQv3q9KI - The Flight from Assassin's Creed Odyssey OST }

- Solo estoy enfermo de fe, hermano. No debes temer por mi salud. Mi cuerpo sólo es una simple cáscara de lo verdaderamente importante - Liotard levantaba a Jaime del suelo con mimo, agarrándole de los brazos, y le aporreaba con suavidad el pecho - No has obrado mal, todo lo contrario. Has sido un discipulo ejemplar, pero a tu senda le queda un último paso, Jaime. - Pasó la mano por los hombros del muchacho, entendiendo el mar de dudas en el que zozobraba y le invitó a contemplar las maravillas de la creación desde aquel montículo tan privilegiado - Si quieres ser un "perfecto" Jaime... tienes que dar ese último paso. Y lo tienes que hacer en soledad y comunión contigo mismo. - Liotard había cerrado los ojos, y ahora la brisa acariciaba sus rostros. - Debes llegar al último paso del camino, al fin del mundo, al finis terrae, donde muere el sol cada tarde, y allí la Verdad se te será revelada. Luego, si podrás volver a casa, con tus padres si así lo deseas. Pero tu espíritu no será el mismo.

Los cánticos habían acabado en la abadía y los monjes habían vuelto a sus quehaceres. Las lumbres eran encendidas en las cocinas, y las chimeneas empezaban a soltar olorosos humos. - Yo volveré a mi hogar, que no es un techo ni cuatro paredes, ni una cueva, sino donde mi corazón late de júbilo en compañía de mis amigos y hermanos. - Apretó su cuerpo contra el costado del de Jaime, notando su calor y cercanía - Sé que ahora las brumas y tinieblas envuelven el tuyo, pero no debes temer, querido Jaime. Al final de la senda encontrarás las respuestas que ahora se te niegan, y tal vez seas el elegido para mantener nuestro credo vivo. Eso solo el Señor puede saberlo. - Respiró aliviado tras el soliloquio - Partirás mañana con nuestro fiel y animal compañero, y lo harás siguiendo la ruta de peregrinación a Santiago, donde tu fe, nuestra fe, sera ignorada. Y no debes hacerlo solo, Jaime. Recuerda que el verdadero infierno está en esta tierra, y los peligros que te acechen serán varios.

Giró su figura nuevamente hacia el monasterio, y empezó a andar, meciéndose las barbas. - He tenido una visión, hermano. Un sueño. Y no andabas los caminos solo. Lo hacías con dos peregrinos con los que luego te uniría una especial fraternidad...
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Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#14

Mensaje por Baluar » 08 Ago 2021, 10:52

Jaime se agarró al cuerpo de su maestro como si se tratase del de su mismísimo padre. A fin de cuenta, se trataba de su padre intelectual, espiritual. Le había abierto un nuevo mundo que nunca habría sido capaz ni de comprender bajo la excusa o el pretexto de un alma diferente. Él nunca se había considerado diferente a sus hermanos, a sus amigos o, salvando las distancias, al pequeño Noir, su pequeño pollino, compañero de andanzas, y más de un soliloquio.

Sintiendo el calor paternal de Liotard lo miró a los ojos, aquel espejo del alma por donde se transmitían los pensamientos veraces, la verdad superior no la de la lengua y las palabras fruto de lo más terrenal, para comprender. El finis terrae era una más de las cosas que se decían a los niños de pequeños. Siempre había un peregrino que se descarriaba y acababa en el pueblo preguntando por dónde seguir su Camino. El camino francés, según lo llamaban, que en otro momento fue el escenario de la batalla entre vascones y francos. De la muerte de Rolando había escuchado canciones a los peregrinos que se ganaban la vida de pueblo en pueblo recreando, e inventando, viejas historias donde lo mismo un día se vencía a moros, que se perdía contra vascones como se mataba a un gigante de un solo ojo. Ese espacio mágico ahora se convertía en realidad y era allí donde debía ir. Aun sin saberlo, cual Gilgamesh, buscaba la inmortalidad hasta el límite de lo conocido, abandonado por su amigo y conviviendo con bestias. Estaba en su mano conseguirlo o no.

Sorbió los mocos, pues a pesar de su edad y ser considerado un hombre en los cánones de su época, el verse apartado de las obligaciones mundanas y la dedicación de la cultivación del espíritu a través de rezos y estudio, retrasó un poco su madurez. Sonrió y habló a su maestro.

-Señor -dijo. Para ellos la palabra Dómine estaba reservada a Jesucristo, auténtico dueño y señor de lo espiritual, de su mundo-. Si así lo desea lo haré. Escucharé y aprenderé sus consejos, pues es la primera vez que me encuentro solo en el mundo. Siempre tuve a mi familia y, después, usted fue toda mi familia. No conozco a nadie más que a mi buen Noir. Solo mi fe y mi determinación en ser un perfectus guiarán mi camino y despejarán las dudas de mi corazón.

Caminó detrás de su maestro y cuando acabó de hablar intervino.

-Cuénteme algo más de esa visión, señor. Prepararé mis cosas para partir mañana después de los maitines y después disfrutemos por última vez de nuestra compañía.

Aymar Garcés (Yaris)
Boina Roja

Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#15

Mensaje por Yaris » 10 Ago 2021, 11:30

A Raven From King's Landing - Ramin Djawadi

Antes de que la puerta del establo se cerrara, agarró su boina, dando un giro sobre sí mismo y sujetándola bajo el sobaco. En ese instante pareció que Tello iba a darle un capón, pero falló y siguió andando mientras murmuraba algo sobre el Magister. Cuando Aymar llegó a la Capilla ya le pareció un hombre mayor el viejo Tello, gruñón y seco Tello, que tantos capones y varazos, bien merecidos, le había propinado de joven, y que, aun así, le despertaba la ternura y el cariño que suponía, se sentiría por un abuelo. - ¡Vaya con Dios, Maestro!

Dio una caricia a Quebranto, una promesa de atenciones para más tarde y partió raudo hasta el edificio principal de La Atalaya. Así llamaban a la torre principal, pues se decía que los tres magos originales de La Capilla la habían construido a partir de una torre de vigilancia y antiguo puesto romano. Mucho debía haber cambiado aquella estructura, para albergar ahora a toda la Alianza y sus grogs correspondientes, que bien organizados ocupaban todo el lugar, como una pequeña pero ajetreada villa.

Sin distracción alguna llegó a lo alto de la torre, se plantó delante de la puerta y como un perro al abrigo del hogar, se sacudió la humedad del cuerpo, atusó el pelo con una mano y ceremonialmente limpió la Boina Roja con esmero para colocarla, como el sacerdote que sujeta el cáliz sagrado, sobre su cabeza. La camisola en su sitio, estirada y dentro de los pantalones, algunos golpes por bota para quitar lo que quedase de barro y varias respiraciones para volver a la calma. Finalmente, tres golpes para avisar su llegada: Una voz del interior le invitó a entrar.

Aquella sala siempre lo maravillaba, no por ser grande u ostentosa, pues ni era una ni la otra, más bien por el aura que desprendía, tan repleta de libros, pergaminos y rollos desperdigados por toda superficie útil, estantes, sillas, mesas o arcones que ahí había. Tan solo el hogar, crepitando y caldeando la habitación, estaba libre de aquel alud de escritos, iluminando desde atrás al hombre que en el centro de aquella montaña, gobernaba La Capilla.

Sin levantar la cabeza de un texto que parecía tenerlo absorto, alzó una mano en gesto de espera. Dos candiles daban luz a aquel escritorio, creando junto al fuego de su espalda un extraño efecto de sombras y luces, una atmósfera mística, esotérica, de aquel hombre que leía sin pronunciar palabra. Aymar respiró hondo, tragó cuanta saliva pudo sin éxito, pues su paladar parecía repleto de arena del desierto más lejano. De pie, recto con los brazos tras su espalda, esperó ansioso, disimulando los temblores que amenazaban con trepar sus piernas, más agitados que tras horas de galope.

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Jebediah_Gogorah
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#16

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 10 Ago 2021, 16:38

{ https://www.youtube.com/watch?v=M13jJqBG6SE - Blotjarl by Danheim }

Ante el susto por la presencia del intruso, uno de los jinetes, el más cercano a Juan, que era más ancho que largo y con unas pronunciadas entradas en la cabeza, tiró de las riendas e hizo encabritar su caballo que era de un pelaje rojizo cómo el crepúsculo. Un sentimiento de vergüenza recorrió al séquito al no haberse percatado de la amenaza, y más de uno, se echó mano al cinto buscando las ausentes vainas, para terminar alzando las varas como si de estoques se trataran.

La tensión era palpable, y por unos interminables segundos solo se oyó el sonido de las chicharras al sol y el de las moscas a la sombra, y el rostro de Pedro de Mendoza pasó del serio enfado a la curiosidad, levantando el brazo para que no hubieran hostilidades. - ¿Y quien sois v...? - Jerónimo lo interrumpió con un impostado y marcado acento francés - Es mi escudero, Emilio, y yo soy Gerard de Troyes, caballero en busca de viscitudes y aventuras, y que pone su espada al servicio de los señores, ya sean castellanos, navarros o aragoneses... y bien doy fe de que lo que dice mi écuyer es cierto. - Se levantó de la mesa y se aseguró, retirando su capa, que por otro lado había vivido mejores momentos, de que la empuñadura dorada de su alfanje fuera visible, y de pasó guardar la bolsa con cierta habilidad prestidigitadora. - Una cerradura atorada de un arcón o una ballesta incapaz de disparar con precisión sus virotes - Sir Jerry se acercó a Zuñiga, y puso la mano en su hombro, intentando otorgar consistencia a aquel vodevil - no hay cosa que se le resista a esos dedos - le recogió la mano derecha examinando la palma - bendecidos por el Señor... ah, y además es diestro también herrando y se desenvuelve con soltura en una forja. - Alzó nuevamente la mirada hacia el señor de aquella tierra, que miraba con extrañeza toda la escena, mirando a veces, hacia atrás y buscando la solución en el rostro de sus hombres. - Hágale caso, pagaremos la deuda del molinero con habilidad y esmero, y si es necesario pondré mi espada a su servicio durante una luna.

Una vez liberada la joven de los protectores brazos de su madre, se acercó y arrodilló frente a su padre, al que intentó levantar del suelo. Recibió entonces, la mirada examinadora de de Mendoza, y nunca sabrá el pobre Juan, si en aquel momento la muchacha no fue de su agrado, se le había bajado la líbido, o su discurso había calado en el mandamás, para haber aceptado la oferta. Pero el caso, es que trás rascarse el mentón por unos segundos, echó un último vistazo a sus secuaces, para finalmente clavar la mirada en Manos Inquietas, que permanecía impertérrito al lado de su mentor.

- Mmm - caviló - Está bien, Emilio, escudero de Gerard de Troyes... los ángeles del Señor, con su presta fortuna, me deben de haber venido a ver hoy, pues tengo un trabajo perfecto para vos, que no mencionaré aquí, pero que bien vale no joder con esta futura fulana. - Miró con frialdad a Zuñiga y le devolvió una sonrisa heladora - Montad... y seguidnos... - El molinero se arrastró arrodillado hasta Jerónimo - Oh gracias señores, estoy en deuda con vos - dijo besándole la mano, a lo que Jerónimo contestó sin palabras, y con un gesto para acabar de levantar al pobre desgraciado. - Y con usted, mi señor... - Agachó la mirada frente al dueño del latifundio - Gracias por su misericordia.

- Y ya hablaremos en el castillo, de que pasará si Emilio, escudero de Gerard de Troyes, no consigues sernos de utilidad... - la mirada de complicidad con sus hombres era evidente, dando cuenta de que no era la primera vez que un extraño pisaría la fortaleza, y nunca más saldría de ella.

-Eso no pasará - el tono afrancesado seguía vigente, y Jerónimo miró a su discípulo con la misma complicidad con la que de Mendoza y Abós, había mirado a sus hombres, e intentó infundir valor al muchacho agitando sus hombros - No pasará...
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Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#17

Mensaje por Rugido_Ancestral » 10 Ago 2021, 18:01

Los asustados hombres que procuraron defenderse no tardaron en ponerse a la defensiva ante la repentina aparición del extraño no sorprendió para nada a Zuñiga que esperaba esa clase de reacción de parte de esa clase de persona. Sin embargo contuvo el reflejo de ponerse a la defensiva también porque sabía que eso solo empeoraría las cosas y el escuchar a Jerónimo respaldarlo desde su posición para luego acercarse fue algo que equilibro su inquieta alma. "De vuelta a llamarme emilio..." Pensó divertido el "escudero".

La sonrisa serena en el rostro de Juan y la plenitud en su alma al haber hecho ese acto de bien desinteresado fue sin duda algo que cualquiera que pudiera ver la escena no podría evitar observar, sin embargo volvió a la seriedad casi al instante porque no quería que una simple mueca fuera objeto de ofensa para un noble señor que tenía derecho divino sobre estas tierras, por lo menos hasta donde el creía, y el joven no estaba dispuesto a objetar.

Giro un poco la cabeza hacia el lado izquierdo en un acto instintivo para intentar comprender las implicancias de lo que había hecho y hacía donde lo encaminaba ese acto de arrebato por hacer un bien al prójimo. Aunque el no había recibido ni un poco del crédito por aquel acto y a pesar de que se estaba jugando el cuello probablemente, no le importo la actitud del molinero de no tenerlo en cuenta. Más bien entendía como se manejaba la sociedad y que personas que ostenten cierta clase tendrían más reconocimiento siempre, recordó las sabías palabras de su madre que siempre le repetía "haz el bien, sin importar a quien..."

Sin embargo Emilio fue en busca de su burro y del caballo de Gerard, para reanudar nuevamente la marcha, aunque antes dedico una sonrisa complaciente a su mentor por la confianza que depositaba en su pupilo, iba a hacer lo que fuese necesario para salir aireoso de esa situación y un nuevo desafió esperaba a la vuelta de la esquina, un problema que debía resolver porque acababa de apostar su propia vida y su honor de herrero.

Esperaba que este animal aunque sea por una vez no le ocasionara problemas para transitar, Sir Jerry, había presenciado como en más de una ocasión se empacaba y no había forma de hacerlo andar, o como en otras ocasiones obligaba a su dueño a que caminará a su paso porque no quería ser montado. No tardó demasiado en volver con ambos animales y comenzaron a marchar hacia el hogar de Mendoza y Abós.

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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#18

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 10 Ago 2021, 23:11

{ https://www.youtube.com/watch?v=Nt9Q3mwvCdI - El Cant dels Aucells by Jordi Savall }

La Atalaya era la edificación más alta y lustrosa de toda la fortaleza, y la hiedra trepaba por sus murallas intentando alcanzar el cielo de las flores rojas de sus troneras. No había bandera que alzar ni que la identificara. Tan sólo un blasón en un desplegado estandarte de fondo negro, donde aparecía la silueta dorada de un fénix rodeado de tres estrellas, una por cada fundador, y que con su riel de madera, hacía un a veces molesto ruido al golpear contra la piedra, más aún en los dias en que el cierzo parecía querer derribar sin defensa a la torre.

La fortaleza ocupaba un promontorio que hacía que en los días de niebla pareciera flotar en una nube. Ante las murallas del burgo, se habían adjuntado poco a poco las casas de los campesinos, que ya formaban parte de la villa de Pamplona, y que accedian muchas veces intra muros de manera libre, pues su rastrillo solía permanecer levantado, para rendir pleitesía y ofrecer sus productos. En sus enormes patios habían plantados casi de manera simétrica, largas hileras de no menos de una docena de nogales, que con sus extenso follaje, daban una apreciada sombra en verano. El exceso de su fruto, servía como alimento a los cerdos, que era el animal más mimado, despues de los caballos, de la granja que ocupaba la zona más oriental.

Contaba el patio de armas también, con una tarima para leer los edictos, o ajusticiar a aquel que lo mereciera, que se enfrentaba directamente al adarve de la muralla de entrada, no fuera que aquellos que entraran libres osaran abuso de confianza, y robaran una gallina o se echaran un pan al bolsillo. Completaban el castillo, los ya mencionados establos, la herrería junto a la armería, los almacenes y un inagotable pozo.

Había comprendido Aymar, de la liturgia del momento. Interrumpir la lectura del Magister, bien merecería una reprimenda. Contaba el susodicho, que desde tiempo ha se hacía llamar Claudio de Solís y Ledesma, con una enorme melena lacia de color castaño que le alcanzaba la cintura, y un rostro afilado sin atisbo de vello. Su silueta era delgada y casi raquítica, que disimulaba con una ancha túnica de color violeta, o azur según le diera la luz. El total de su figura había generado alguna que otra risotada entre los petit comite de los sirvientes, pues más de uno que había hecho abuso del vino, lo había confundido en la noche con mujer lozana. Corría el rumor en estas casi clandestinas reuniones de grogs y demás servidumbre, que el Maestro había llegado cambiado del asedio de Mistridge del que había conseguido escapar, y que ahora las sombras se burlaban a su paso haciendo extrañas chanzas a sus espaldas. Se preguntó el Boina Roja en aquel momento, que veía los juegos que hacía la luz y sombra que proyectaban las llamas de los candiles, si se trataba de una leyenda o realmente, las sombras se movían a su voluntad.

Escudriñando el asunto, no se había percatado de la presencia en un lateral, entre otro tipo de sombras, en concreto las que proporcionaban dos enormes librerías, de la presencia de su mentor, Laurent Leopold Moreau, que apenas atinó a hacerle una especie de guiño, que Garcés enseguida captó como una próxima mala noticia. Contaba el gabacho, con el porte propio de un caballero noble, de pecho inflado y brazos fornidos de cargar las astas. Tenía una cara ancha, de mandibula y pómulos marcados, con una barba cuidada y negra, como el pelo repeinado de su cabeza. Vestía con un jubón ocre, y unas botas altas exclusiva para los pudientes. En definitiva, el porte de un hombre regio, propio para un miembro de la casa Tytalus.

- Incrementum ex certamine - le susurró al llegar a la altura de su discípulo, confirmando los malos augurios que la carantoña le había provocado. Seguidamente, y atreviéndose él a romper el silencio, y ofreciéndole una silla, le dijo: - Siéntate hijo... tenemos que hablar.

- ¡Verba volant, scripta manent! - exclamó el Maestro Bonisagus al finalizar la lectura, alzar la mirada agradecido por el conocimiento adquirido y cerrando el libro con tanto ahínco, que apagó uno de los candiles. - Sí, Garcés, toma asiento, por favor. - Aymar se sentó abatido, casi perdiendo la compostura por un momento, intentando descifrar en segundos la hipotética noticia. Le había quedado en frente, justo la luz del día que entraba por la saetera, desde la que veía las gotas caer con violencia.

- Bien sabes grog, que no es menester involuncraros en las decisiones de la Orden. - Miró a Laurent - Pero en deferencia a tu mentor, al que tenemos en tal alta estima, y teniendo en cuenta la querencia que tienes con el animal - hizo una pausa intentando recordar el nombre - llamado Quebranto, hemos decidido comunicarte, que vamos a proceder al intercambio del caballo. Un noble señor de Tudela nos ha ofrecido un Bastión a cambio, y ya debes saber que la Orden busca avance hacia el sur ante la invasión sarracena. - Sin tiempo para digerir la noticia continúo - Como parte del pago, éste noble requiere del transporte de un correo hasta Compostela, pero desconozco más detalles. Hemos decidido que tengas la oportunidad de llevar a Quebranto hacia Tudela, reclamar el Baluarte para la Alianza, y negociar los pormenores del envío, que tú mismo realizarás.

Laurent, que había permanecido en pie, puso la mano en el hombro de Aymar, brindándole su apoyo, pero finalmente sentenció de manera autoritaria: - Partirás al alba...
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Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#19

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 12 Ago 2021, 15:49

{ https://www.youtube.com/watch?v=syU8wobUKlw - Música Gregoriana by The Cistercian Monks }

Liotard mantuvo el silencio hasta que nuevamente había entrado en la abadía. Jaime veía en su rostro como las dudas corroían su pensamiento. Cómo si se debatiera entre un millón de respuestas, de las que cada una de ellas, solo alimentaba indistintamente, un lado de la balanza. Al cruzar el arco de entrada, sonaron las campanitas que los invocaban a la hora del almuerzo, y una vez cruzando nuevamente el claustro, con el extansiante sonido del cantar de los pájaros, el mentor se paró:

- Solo nuestro Domine sabe de la magnitud de este fuego que llevo dentro, que es como una brasa inextinguible. Ese ardor incondicional, Jaime, es mi amor por ti. Te quiero como un hijo, como si hubieras salido de mis propias entrañas, y el Señor conoce que custodiaría tu camino cada día de mi existencia - La cara de Liotard se descomponía, intentando soportar la emoción. El tacto divino de Dios acariciaba sus velludas mejillas con los rayos de sol. Volvió a coger de los hombros a su discípulo y clavó una mirada fraternal en sus ojos - Pero este camino, queridisimo Jaime, lo debes hacer por tu cuenta. Sólo con tu fe. Sólo con Dios, que regocijará tu corazón con dicha y te protegerá de cualquier infortunio.

Empezaron a andar hacia el comedor, pero antes de alcanzar la sombra del impluvium, le dijo: - Si te contara lo que mis ojos despiertos vieron en sueños, condicionaría tu senda y ya no afrontarías de la misma forma los designios de nuestro Señor. - Algunos monjes acudían a la llamada, saliendo del scriptorium con las manos manchadas de tinta y se colocaban en fila en los pasillos mientras avanzaban al comedor. Aquello les obligó a guardar silencio.

El abad había bendecido la mesa, con una clara oración sobre la hospitalidad y el regocijo de las almas que ayudaban al prójimo, lo que ambos cátaros interpretaron de igual manera. De justamente la contraria. Ya habia cesado la nevada hacia dos días, y ya no había motivo para la estadía. Degustaron una especie de puchero a base de col, zanahoria, y nabo hervido y quebraron panes de reciente horneado, con el que limpiaron hasta la última gota de caldo de los platos hondos de madera que les habían dispuesto. Y luego alabaron las exquisitas habilidades en la cocina del Hermano Braulio.

En el comedor, estaban hombro con hombro con el resto de los benedictinos, por lo que no había pie al susurro ni al cotilleo. Las dudas aflijían el corazón de Jaime, y el estómago se le había agarrotado de tal manera que creía que iba a devolver la comida que había tomado, que por otro lado había comido sin ganas, pero que se había terminado para no parecer descortés. Si ser un perfectus significaba enfrentarse siempre solo a aquellos temores, bien, pensaba, que le quedaba por curtir su espíritu.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena: 00 - Auxilium et Consilium

#20

Mensaje por Baluar » 12 Ago 2021, 16:57

El joven caminaba al lado de su maestro rumiando las palabras, intentando ahogar los sentimientos que surgían a borbotones desde su corazón hasta su garganta. Respiró hondo y continuó.

-Así será, señor. Para mí es un padre y aunque sea un sentimentalismo terrenal, me halaga ser para usted un hijo...

A la señal de Liotard guardó silencio y no replicó más a su maestro. Durante la comida, intentó apartar la atención a todo cuanto sucedía en su interior para centrarse en la rutinaria y recogida vida en el monasterio. Los monjes, aun sin ser perfecti como ellos no mantenían una existencia entregada a los placeres carnales. Muchos de ellos incluso mundanos y rayanos en lo inocente, seguían llevando la marca del mismísimo Demonio.

Una vez hubo acabado el almuerzo, dejó que su maestro se retirase a su celda y se acercó hasta el establo. Allí dio de comer a Noir y mientras el animal se alimentaba ignorante del peregrinaje que se presentaba, Jaime empezó a organizar su viaje meciendo la suave crin oscura del animal.

-Come, pequeño -le dijo sonriendo, en un susurro para que nadie se percatase de sus palabras-, nos espera un largo camino hasta el fin del mundo. Pero tengo que preparar nuestras cosas...

Con una palmada en el lomo se despidió del animal quien daba buena cuenta de la paja que había en el pesebre entre resoplidos de satisfacción y, quizás, de comprensión. Decían que un fraile italiano, creador de una orden, hablaba con los animales. Quizás eran los humanos a quienes Dios, dándoles el habla, no les dio la comprensión de otras especies...

Con este pensamiento y habiendo dejado las alforjas del animal listas para salir tras los maitines del día siguiente, se encaminó hasta la pequeña herrería del monasterio. Era consciente de que el mundo terrenal, máxime el desconocido, estaba plagado de tentaciones, pero, sobre todo, estaba plagado de peligros. El Maligno ponía a sus esbirros, pobres almas descarriadas del recto proceder, al acecho de los pobres incautos para arrastrarlos a la muerte o a algo peor. Ya en la herrería buscó entre los desechos y la chatarra, la cabeza de un hacha pequeña, de esa que se suele usar para recoger leña, y se dispuso a afilarla, lo suficiente como para defenderse en caso de necesidad, o de verse sorprendido por alguna alimaña*1. No todo iban a ser asaltadores de caminos o asesinos, sino un animal hambriento. Yo como, recordó, no contaba con el don de la comunicación con los animales, optó por propiciarse algo que el lenguaje universal entendiese. Tras esto, la enganchó a un astil acorde al tamaño de su brazo y la dejó escondida en las alforjas del asno.

-Sé que no está bien robar -decía para sus adentros mientras se alejaba de las cuadras y se internaba en el edificio principal de la abadía-, pero lo hago por necesidad. No obstante, la he buscado de lo que nadie quería. En el estiércol ahondan las raíces de las plantas que comemos, incluso las rosas son más bellas si se nutren de los detritus animales.

Caminó hasta las celdas hasta llegar a la que se alojaban. Con suavidad tocó a la puerta.

-Señor Liotard -preguntó en voz baja sin atreverse a entrar hasta recibir el permiso-. Vengo a recibir mi lección diaria.
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