[EC] Escena: 01 - El buen camino

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Jebediah_Gogorah
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[EC] Escena: 01 - El buen camino

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 30 Ago 2021, 21:12

{ https://www.youtube.com/watch?v=hD2AbtAvJA0 - Fantasie by S.L. Weiss }
"Not all those who wander are lost"
(No todos los que vagan, andan perdidos)
-J.R.R Tolkien, All that is gold does not glitter (LOTR)
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Aymar había dejado a Quebranto en el establo de aquella tan curiosa edificación. Era un edificio rectángular de piedra blanca con un techo piramidal de teja gris, casi negra, que era coronada por una vistosa y florenzada cruz. Su planta, que no era ni grande ni pequeña, estaba rodeada en si por una arcada, de bóveda de medio cañón de mampostería, y unidos entre sí por una forja de metal negro, enclaustrando el recinto.

En el fronte, una escalinata gastada de no de más de una zancada y rodeada de musgo allá donde los pasos no posaban, y unos travesaños de madera ataviados con parras que daban agradable sombra, que se extendían desde la puerta hasta el pozo. Contaba el dintel de la puerta con un curioso crismón con letra serigrafiadas, que el aspirante hermético, se había convocado a examinar más tarde. En la parte posterior del complejo, existía un acceso al osario, donde un muro fresco de adobe recordaba los nombres de quienes entre aquellas arenas reposaban.

Habían otros animales allí dispuestos, tales como cabras, otra mula y una vaca, y le sorprendió en demasía, la ausencia de criados o personal, máxime cuando lo comparaba con la alianza de donde él mismo provenía.

El templo hacía a las veces de hospedería, aunque ahora andaba vacío, y a la bancada para el descanso, bajo las vides, se le unía la existencia de varios dormitorios comunes, con colchones de paja sobre el suelo. Pasaron hasta sus aposentos, un dormitorio más acomodado, y Garcés vio un taller con los utensilios propios de un droguero, una pequeña capilla, y una enorme cocina, sin duda la sala más grande de todas, con enormes tinajas, donde olía a leña, cenizas, chacina y a restos de la matanza. El mensajero dio allí, buena cuenta de una hogaza de pan con leche, y mientras departía con el señor Elizalde, sonó la puerta. Nueves veces, lo que hizo arquear las cejas del dueño del hostal.
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Juan descendía el enterragado camino de la colina aún en lomos del caballo prestado, y con la tristeza como sombra. Iba sin rumbo y el hambre le apretaba ya el estómago, con la fuerza de mil agujas. Había osado preguntar por el tal Sancho a algún vecino que se había encontrado en las diseminadas casas del lugar, sin encontrar respuesta que le agradara.

Cuando los olores de las chimeneas de las tabernas llegaron a sus fauces, no pudo evitar el deseo de parar y saciarse. Al fin y al cabo era peor morir de hambre que insertado por cinco espadas. Darse un buen festín, bien merecía el riesgo, y hacía varios días que no comía en condiciones, así que no lo dudó cuando se agitó al bolsa y sintió el peso de las monedas. Y si no poseyera de cuartos, bien que podría encasquetar alguna de aquellas piedras que solo maldición le habian traido.

Pero entonces, casi a punto de desmontar, vio el fronte de un templo, donde un crismón era rodeado de dos leones, y un súbito escalofrío recorrió su cuerpo. Había visto antes aquellas dos figuras, enfrentadas, sin el cristograma en medio. Cerró los ojos, imbuyéndose en los recuerdos, y la pena volvió a invadirle, pues descubrió claramente, casi como si pudiera palparlo, la portada del libro de su maestro. Allí donde anotaba sus quehaceres y aventuras, como hubiera dado fe en tinta, de como había encontrado gemas del manto del Apóstol Santiago, y se las había entregado en sacrificio a su alumno favorito para que por fin entrara en la selecta sociedad de las artes elevadas.
Imagen El joven Jaime había dado descanso al burro, y caminaba junto a él en el último tramo del camino. Descansaba su mano sobre el cuello, mientras disfrutaba el glotón animal de una manzana que le iba dando su dueño a modo de golosina, y también por que no decirlo, para que aligerara su marcha y no se pusiera perezoso y despistado en aquel vergel de hierba que eran las orillas del camino.

Rememoraba las primeras noches en soledad que había pasado, donde su fe le había protegido del miedo, sobre todo cuando escuchó los aullidos de los lobos, y pensó en las ganas que tenía de encontrar charla y compañía, pues Noir, por muy fiel y amigable que fuera, devolvía el cariño pero no las palabras, y había valido aquel poco tiempo para darse cuenta que podría enloquecer de seguir compartiendo soliloquios con tan noble animal.

Supo donde acercarse. Ya había diferenciado su manto blanco de ladrillo coronado en gris oscuro, desde la última de las lomas por las que había pasado, y había adivinado que allí correría su suerte. Se acercó con cautela medida, pues si bien su mentor le había dicho que el tal Elizalde no juzgaría su fé, no dejaba e entrar en otro templo cristiano, y así se lo indicaba el crispón que afloraba perfecto en el tímpano del dintel de entrada.

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Vivere si qveris qvi mortis lege teneris: Hvc svplicando veni. renvens fomenta veneni. Cor viciis mvnda. pereas ne morte secvnda.*1


Habían más textos en lengua muerta, y más misterios por adivinar en aquel mutus liber que ofrecía el portico, pero le pareció descortés, y sobre todo bochornoso, que lo encontraran husmeando por el lugar, sin haber presentado sus respetos ante el tal Sancho Elizalde. Así que alzó su puñó y lo hizo sonar contra la gruesa madera de su puerta. Nueve veces, como le había dicho su maestro.

*1
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"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
Curioso Autodidacta

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#2

Mensaje por Rugido_Ancestral » 31 Ago 2021, 20:09

La travesía hasta aquí había sido dura, apenas habían sido algunos días pero sin la compañía de su mentor y amigo el tiempo parecía transcurrir más lento, la perdida de Sir Jerry había calado hondo en la psique de Juan, que a medida que continuaba su travesía el hambre había comenzado a hacer mella y en un par de ocasiones durante la noche había tenido alucinaciones con su mentor, soñaba despierto que aún lo acompañaba y se encontró en un momento hablando al aire, esperando la respuesta a una de sus preguntas, pero la respuesta nunca llego y se dio cuenta que estaba delirando.

La llegada al pueblo fue un poco de obligación y otro poco de necesidad, tenía que comer lo que sea, si pronto no probaba bocado seguramente se pondría a comer el pasto de su aún sin nombre corcel. Al parecer el tal Sancho de Elizalde no era tan conocido como el esperaba, ya se había alejado bastante de los problemas, podía intentar comer algo, era necesario llegado a este punto. Sin embargo el templo lo lleno de esperanzas de nuevo, la figura que pudo observar a lo lejos le dio tranquilidad y pudo sentir como los recuerdos comenzaron a calentar nuevamente ese corazón húmedo y compungido por la perdida, por el sacrificio.

Observo unas cuantas letras a las que no le presto demasiada atención, el no era la clase de hombre que desentrañaba esos secretos, en ese momento tenía mucha hambre y solo podía pensar en dos cosas. "Sancho Elizalde" y "Comida", ya le bastaba que los símbolos fueran los mismos que el del cuaderno de su maestro, debía de ser aquí el refugio de la persona que el buscaba.

Toco la puerta un par de veces y espero a que alguien lo viniera a recibir, no tardo mucho en llegar, parecía que estaba cerca la persona que le abrió. Juan estaba algo nervioso cuando vio su recepcionista pero no lo impresiono para nada, un hombre común nada extraordinario, delgado por lo que dejaba apreciar su sotana, sus facciones no eran angulosas. Sin embargo manos inquietas comenzó a temblar sin entender completamente la razón y pregunto con la voz temblorosa: -¿Es usted Sancho Elizalde?- a lo que la otra persona solo llego a asentir antes de que Juan se largara a abrazarlo como a un hermano, como a un padre, como al único trozo de madera que le queda a un naufrago para sobrevivir, se aferro con fuerzas mientras dejo salir un llanto desconsolado.

Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#3

Mensaje por Baluar » 01 Sep 2021, 16:33

Habiéndose asegurado de que nadie lo viese, el joven Jaime se persignó a su modo. Era una forma de darse fuerzas, pero demasiado evidente para ojos entrenados.

Amarró a su buen compañero animal a un amarre que encontró en un amarradero a escasos metros del lugar. Miró para todos lados de nuevo y se acercó hasta la puerta cerrada mientras observaba el pórtico y leía, moviendo los labios el latín tallado en la piedra...*

Se recompuso la ropa y tocó a la puerta y esperó que alguien le abriese, en silencio atento a pasos, pisadas, a cualquier cosa que se acercase en ese momento tenso.



*
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Jebediah_Gogorah
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Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#4

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 02 Sep 2021, 15:20

Jaime escuchó los cerrojos de la puerta descorrerse, con la quejumbrosa cadencia del metal. Habia tocado en el enorme aldabón de bronce que colgaba de la puerta, tres veces en grupos de tres, hasta que el último quedó en un eco extraño, que pareció ya nunca alejarse hasta la apertura de la puerta.

Apareció la figura del tal Sancho Elizalde, que ni siquiera hizo preguntas sobre el extranjero. Abrió confiado la puerta y el acceso, y el cátaro pudo ver un pasillo con varias antorchas dispuestas en la pared. - Buenos días, hermano. ¿Busca refugiarse del camino?. Pase por favor, pase a mi humilde morada y descanse. - En sus palabras se entreleía la complicidad de aquel que había reconocido un código secreto en la llamada, y quien mantenía un perfecta mascarada. Llegaron a un comedor, donde varias tinajas y barriles hacian una pared artificial, formando un amplio recodo en el mismo. En la mesa, un joven asentió timorato a modo de saludo, mientras mantenía una cuchara de madera de la que escurría leche, quedando miga de pan empapada sobre la misma. Al lado del cuenco, bien dispuesta y planchada, una boina roja.

Apenas había llegado Jaime a la mesa y se disponía a saludar al comensal, cuando nuevamente la puerta sonó. La cara de Elizalde era un poema. Arqueó las cejas y los abandonó en un incómodo silencio. Sus alpargatas resonaron en la amplitud del pasillo general, para descorrer nuevamente los cerrojos.

-¿Es usted Sancho Elizalde?- - Se oyó de una voz temblorosa. Posteriormente, el hambriento muchacho se lanzó a los brazos de aquel clavo ardiendo que era el anfitrión del templo. - Calma muchacho, calma... pasa, pasa. ¿Por qué estas tan afligiado?... Pasa, se te ve en el rostro que estás necesitado de alimento... - Avanzó unos metros sosteniendo a Juan Zuñiga hasta llegar al comedor - Dejad sitio a este famélico hombre, que además de comida, necesita consuelo...
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#5

Mensaje por Baluar » 03 Sep 2021, 18:54

Como buen peregrino que era, agradeció con humildad y franqueza el ofrecimiento de esa persona, quien, más adelante, descubrió que era la persona que buscaba. Despacio, cuando iba a saludar al otro comensal escuchó el alboroto en la puerta. Alguien llamaba de nuevo.

Al escuchar al hombre pedir ayuda, cogió rápidamente un taburete y lo dispuso frente a la mesa más cercana.

-¡Aquí puede sentarlo! -farfulló a la espera de qué deparaban los acontecimientos.

Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
Curioso Autodidacta

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#6

Mensaje por Rugido_Ancestral » 04 Sep 2021, 01:45

Juan estaba aparte de famélico roto por dentro, desde muy adentro llegaba el pesar de la misión que le había encomendado su mentor, sin lugar a dudas era algo que no era capaz de comprender. Pero el hambre ya había hecho tal mella en su ser que su voluntad había comenzado a flaquear, en el momento que se dejo caer en brazos de aquel sujeto que decía ser la persona que estaba destinada a encontrar según su mentor, fue en ese justo instante que dejo en parte que las fuerzas abandonaran su cuerpo y se dejaba llevar tambaleante por aquellos pasillos.

El olor de la comida lo reconforto aún más que cualquier banquete, incluso que el aroma del estofado que solía preparar su madre durante los fríos inviernos, sin vacilar ayudo a sentarse rápidamente en el taburete y apenas tuvo cerca un plato cerca comenzó a comer sin saborear, apenas masticando pero sobretodo tragando, no emitía mas sonidos que los propios de la ingesta de la comida. Cuando termino el primer plato a pesar de tener hambre aún, comenzó, aún estaba su mente muy débil pero necesitaba dejar salir aquello que lo estaba matando por dentro.

-Don Sancho, no se como comenzar...- Su tono era fatídico, aún más que su cara. -Pero Jerónimo, no me enseño de otra forma de hablar con un amigo que esta, creo que para el usted era un amigo, alguien en quien confiaba mucho. Por eso eso estoy aquí.- Se notaba que estaba dando vueltas al asunto para no mencionarlo, pero lo dejo salir de una vez, guardarlo solo le produciría más mal. -El es-esta... -Trago saliva y bebió un poco de agua para poder pronunciar esas palabras que parecían dañar su garganta cuando intentaba pronunciarlas.- MUERTO.- un grito fue la única forma que encontró de dejar salir esas palabras. No era capaz de hablar por la vergüenza que sentía de haberse quedado a morir con el por lo menos. -Yo... Yo... Debí quedarme, debí... No se... Intentar hacer un milagro...- Explicaba entre sollozos -Lo atravesaron con una puta espada Don Sancho, todo su pecho... No pude hacer nada, quise pero no se que me paso, mi cabeza no funciono.- De repente saco las gemas que guardaba en su bolsillo-Todo por esto.- Puso la bolsa en la mesa cerca del anfitrión -Me dijo que debía ponerlas en un lugar, que mi labor era muy importante. ¿Más que su vida? ¿Por que debía cometer semejante estupidez? Unas piedras de mierda no valían su vida Don Sancho, yo prefería nunca poder obrar sus milagros si el seguía conmigo. ¿Qué haré sin él? ¡Dígame! ¿Que voy a hacer sin él?

Aymar Garcés (Yaris)
Boina Roja

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#7

Mensaje por Yaris » 05 Sep 2021, 22:34

En el poco tiempo que conocía a Sancho se maldijo a sí mismo no pocas veces, lamentando los viles pensamientos que tuvo al conocerlo, como también los pésimos modales que le mostró. Era hombre de buena conversación, educado y agradable, al punto que había confiado en las palabras de ese hombre y ya puestos en todas las historias contadas en la travesía, que no fueron pocas, hasta llega a su hogar.

Disfrutando de la compañía durante la cena, Aymar se propuso preguntar por la falta de sirvientes, buscando conocer mejor a su nuevo empleador. Se quedó mirando la miga del pan, empapada en leche, goteando, buscando las palabras con las que iniciar el interrogatorio, y en el instante en el que encontró el valor, llamaron a la puerta.

Volvió acompañado de un joven, menor que él al parecer, que hizo ademán de saludarlo cuando lo interrumpieron al llamar de nuevo a la puerta. Aymar se levantó, se limpió la comisura con la manga de la camisola, masticando lo que aún tenía en la boca y logró hacer un gesto con la cabeza a modo de saludo, mientras tragaba bocado.

No dio tiempo a presentación, pues oyó la voz de otro invitado, de peor aspecto al verlo entrar, sujetándose a Sancho y dejándose caer sobre el taburete que le ofreció el otro joven mientras él se quedó quieto sin saber muy bien que hacer. No esperaba compañía pero, a decir verdad, Elizalde nunca le dijo lo contrario y éste era su hogar, lo que fuera que tenía planeado, parecía que requería de alguien más.

El último en llegar apenas articuló palabra mientras se lanzó a comer el plato más cercano. Se hizo un silencio extraño, solo interrumpido por los sonidos al comer, aguardando todos a que se recompusiera. Y así fue, lo vio apartar el plato y empezar a hablar, balbuceando, entrecortado por la pena y el dolor. Con sumo respeto se santiguó al oír hablar de una muerte y de las circunstancias que la rodearon. Tuvo a bien, Aymar, de mantenerse en silencio, escuchando y observando a los tres compañeros de mesa que ahí se habían reunido, pues si bien él no sabía de quién hablaba el joven, pudo observar que su anfitrión sí.

Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#8

Mensaje por Baluar » 05 Sep 2021, 22:35

Jaime escuchó las palabras del hombre y miró por un momento al cuarto hombre en la habitación por si le apetecía participar en la conversación. No sabía cómo introducirse, pues todos eran extraños. Apretó un pequeño crucifijo que llevaba colgando de su muñeca y se acercó al hombre que se quejaba.

-Disculpen mis modales, hermanos -dijo humildemente, disculpándose por entrometerse en una conversación ajena-, pero dada la situación escuché todo lo que decían. Mis condolencias. Me llamo Jaime Alberti.

Con cuidado apoyó su mano en el hombro de Juan y frunció el gesto a modo de conmiseración. Se sentó cerca de ambos y siguió hablando.

-Si puedo ayudarles en algo, y Dios lo pone en mi mano, no duden en pedírmelo...

Aymar Garcés (Yaris)
Boina Roja

Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#9

Mensaje por Yaris » 06 Sep 2021, 11:45

Aymar se fijó en como el joven apretaba sentidamente el crucifijo en su pecho, mientras se levantaba y consolaba al último invitado. Aceptó la mirada que le lanzó con honesta gratitud, permitiéndole introducirse en la conversación. Agarró su boina, la puso en su pecho y se levantó de su asiento.

Saludó a los presentes con un cabeceo, carraspeó y dijo: -No sé en que pueda ayudar, pero lamento su pérdida y ofrezco lo que buenamente pueda hacer. Se ruborizó ligeramente ante la atención de los presentes y acabó: - Me llamo Aymar, a su servicio.

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Re: [EC] Escena: 01 - El buen camino

#10

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 06 Sep 2021, 17:50

{ https://www.youtube.com/watch?v=2MHsDNV9lgY - Experience by Einaudi }

Sancho escuchaba el soliloquio de Juan, sin inmutar apenas el rostro. Con su ceja cana, poblada y arqueada, parecía centrarse en los labios del famélico muchacho, intentando adivinar las palabras, incluso antes de que salieran de su boca. Eso, y que cualquiera de ellos, tenía que hacer un importante esfuerzo para entender lo que el muchacho entre tragaderas, explicaba.

Pero su rostro cambió, cuando las gemas fueron depositadas sobre la mesa. De la enorme sopresa, en menos de un segundo, su cara se tornó en furia, y las recogió del tablero, casi con la misma rápidez con la que habían caido. Las estrelló con su puño, contra el pecho del joven cayendo a su regazo, que de tal sorpresa a punto estuvo de caer del taburete. - ¡¿Y así pagas el sacfrificio de tu maestro, insensato?.. ¿mostrandolas ante cualquier desconocido?!... - señaló hacia los otros dos peregrinos - Poco vas a durar en tu tarea, entonces. Cuan corto será tu camino... - Suspiró dejando caer los hombros y reconociendo por fin la situación. El recuerdo de Jerónimo le vino a la cabeza y guardó unos segundos de silencio en su memoria - Así, que mi viejo hermano cofrade, embaucador y aventurero, fiel amigo donde los haya, ha pasado a mejor vida. Eso bien merece un trago en su recuerdo - Mientras hablaba se acercaba a uno de los barriles dispuestos horizontalmente, y tras coger un caliz de latón gastado que había a su vera, sacó el humedecido corcho y dejo caer el vino, que enseguida inundó la habitación con su añeja fragancia. - Eso que te ha dado, ahora que has desvelado el misterio, se cree que son gemas del manto del apóstol Santiago, luego podremos hablar en privado de alguna cosa más que ahora no es menester, pero bien mal que te ha enseñado Mediávila si vas por ahi sin cuidar de tus posesiones y anhelos. Tómatelo como una lección muchacho. Seguro que en el cruento relato de tal maltrecha noche, no pudiste hacer nada para evitar su muerte, pero intenta honrarlo cumpliendo su última voluntad.

Acercó su cuerpo a la mesa, arrastrando otro taburete de otra mesa contigua, y al sentarse, finiquitó la copa. - Mi amigo, Aymar, tiene que llevarme un encargo a Santiago, así que bien pudiera proteger de tí y de tu vivaraz lengua, para que pudieras cumplir la dicha de Jerónimo fuera aquella la que fuera, que obrar milagros... - miró de reojo nuevamente a Zuñiga - ...se lo dejamos a los santos. - Luego miró de frente a Jaime, y le clavó la mirada, sonriendo como si hubiera descubierto una azarosa jugada del destino - Bien me dice mi intuición, que muy pocas veces se equivoca, todo sea dicho, que nuestro amigo Jaime Albertí, también tiene que recorrer dicho camino...
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